Partida Rol por web

Precariedad

Todo tiene un principio

Cargando editor
12/03/2010, 11:51
Director

Pec, Miercoles 24-Abril-1996, 7:42 PM. Universidad, Despacho de Senka Njego

Hacía casi un par de horas que la noche había caido sobre la pequeña ciudad serbia, pero Senka aún continuaba en su despacho, afanada en poner orden al caos que se había adueñado del mismo.

Dos docenas de cajas apiladas en un rincón, cuatro arcones de madera, de considerable tamaño, prácticamente bloqueaban la única puerta de entrada, y para completar la escena, una pila de folios impresos, en los que se detallaban los contenidos de los bultos, gobernaban la sencilla mesa sobre la que la chica se encontraba sentada.

Hacía frío, seguramente a Vadjana se le haya olvidado volver a conectar la calefacción, que estaba programada para que se apagara a las seis, cuando solía terminarse el horario lectivo. El mes estaba resultando invernal, y las noticias habían anunciado una fuerte ola de frío para todo el este europeo.

La pequeña ventana le ofrecía una agradable vista de los jardines del campus, en la parte con la que se juntaba con el bosque, y a pesar de ser una planta baja y estar algo alejada del aparcamiento, compesaba con la tranquilidad que se respiraba. Incluso, cuando el tiempo era bueno, permitía algunas licencias en forma de agradables paseos. Pequeños placeres que no todo el mundo podía disfrutar desde otros despachos más nuevos y grandes. Es verdad que al suyo le faltaba una mano de pintura, y que tenía que arreglar el chirrido que hacía la ventana cuando se abría, pero era detalles soportables.

Un par de golpes sonaron en la puerta, que se entreabrió al no estar cerrada ¿Senka Njego? preguntó una voz al otro lado Estoy buscando a la señorita Senka Njego, me dijeron que la encontraría aquí no tardó mucho en ponerle rostro.

Pelo canoso, discreto bigote del mismo color, funcionales gafas que ocultaban unos ojos que recorrían asombrados la habitación, pues fuera, junto a la puerta, cuatro juegos de caballetes se apoyaban en la pared, pero es que resultó imposibles dejarlos en otro lugar. Vestía con un elegante traje gris oscuro, y portaba una cartera de piel marrón.

Senka no recordaba haberlo visto en su vida.

 

Cargando editor
13/03/2010, 18:29
Senka Njego

El dolor de cabeza que arrastraba desde que se duchó temprano no terminaba de amainar. Sabía que no iba a desaparecer fácilmente, así que ni se molestó en automedicarse.

El día había sido duro, de eso no cabía ninguna duda, el estado de la habitación que le habían dado hacía ya más de un año lo atestiguaba. Estaba segura de que antes de que ella entrase en la plantilla, se trataba del almacén, y ya empezaba a resignarse con que seguiría siendo así durante el resto de su práctica laboral en la universidad. Nadie tenía el más mínimo interés en facilitarle las cosas y ella había entrado tan ilusionada que cuando pudo, y debió, meter presión, sólo pensaba en el encanto de aquello que la rodeaba, y creyó, ilusa, que siempre le importaría poco o nada el permanente caos de esa estancia.
 
Ahora, en momentos como ese que tanto necesitaba evadirse de prácticamente todo, la única vía de escape era la vista que le ofrecía la ventana. De vez en cuando suspiraba mientras miraba por ella, apoyados los codos en la funcional mesa y barbilla descansando sobre las manos. Ese día en especial, el consuelo era muy vano, no encontraba la paz dentro de sí misma.
 
Había estado bastante callada durante toda la jornada, sus ojos claros mostraban una melancolía que todavía no terminaba de digerir. Pero creía que nadie había reparado en ello. A nadie de la universidad le importaba demasiado el estado anímico de los otros, y ella tampoco tendía a demostrarlo, con lo cual para los demás Senka era la de siempre. Y no podían estar más equivocados.
 
Apartó la vista del ventanal cuando escuchó al hombre y se obligó, como llevaba haciendo todo el tiempo, a concentrar los pensamientos en los asuntos académicos. Enfocó al señor, captó sus vestimentas y una vocecita interior le dijo, como siempre pasa y debido a las películas que había visto, que dijera cualquier cosa esquivando el bulto. Pero no había necesidad alguna, el piso estaba pagado, la contabilidad del departamento bien saneada y las multas del coche debidamente tramitadas… Así que la alarma de que fuese un anuncio de problemas no duró demasiado. Por otra parte sabía que esa opción de escabullirse, realmente, no existía.
 
Soy yo, ¿En que puedo ayudarle?- Se levantó y se puso a mover las cajas para que el desconocido entrase -Pase, disculpe el desorden.- Iba a sonreír, pero la verdad es que no tenía ninguna gana, así que se limitó a darse la vuelta para coger de la silla de los invitados varios partes de los repartos de las semanas anteriores. Nunca recibía visitas.
 
Cuando volvió a su asiento se dio cuenta de que estaba realmente agotada. Fue sentarse y notar el cansancio acumulado, lo exhausta que estaba mentalmente desde que había visto esa mañana el resultado positivo del test de embarazo.
 
Reprimió un suspiro y deseó que aquello durara poco -Usted dirá.
Cargando editor
15/03/2010, 11:38
Ivan Lazovic

El desconocido esperó pacientemente a que Senka terminara de abrirle espacio, en ningún momento hizo ademán alguno de ayudarla, se limitó a seguir distraídamente sus movimientos hasta que por fin le fue indicado que entrara en la estancia.

Antes de sentarse, buscó con la mirada un lugar donde depositar la cartera, y tras alguna duda, le puso justo delante de él, sobre la mesa, intentando no situarla sobre ninguno de los abundantes papeles que descansaban por allí. Después se sentó en la silla, en el borde de la misma, con la espalda recta y sin tocar el respaldo.

Mi nombre es Ivan Lazovic, y soy el abogado del señor Misimovic ese nombre le sonaba vagamente, alguna vez había oído hablar de él, pero simplemente de modo referencial. Se trataba de un notable coleccionista de arte, de los más importantes de Yugoslavia, sobre todo cuando se hablaba de la época bizantina Tal vez nuestros esos nombres no le digan nada, pero... comenzó a desabrochar las pequeñas correas de su cartera, y tras unos segundos, extrajo de ella una carpeta de color marrón claro, que dejo sobre la mesa, a mitad de camino entre ambos.

El señor Misimovic, desgraciadametne, falleció esta misma mañana, y en su testamento, indicaba que se contactara con usted con la mayor de las celeridades, de ahí el motivo de mi visita

Carraspeó y se ajustó las gafas empujándolas con el dedo indice justo en el centro de las mismas, para clavar la mirada en los ojos de la chica, dándole tiempo para que fuera asimilando sus palabras, ya que la notaba cansada, aunque a decir verdad, su día tampoco había sido sencillo.

El motivo, aunque detallado en los folios que tiene usted delante se los acercó, ahora si, a la posición de Senka no es otro que el último deseo del señor Misimovic, de que se desplazará usted a Dacijaj, el que era lugar de residencia del fallecido abrió entonces la carpeta, tras obtener el permiso de la chica, y señaló un sobre de color marfil, con su nombre escrito en él.

Se permitió entonces el pequeño lujo de recostarse ligeramente, dotando de algo más de intimidad, para permitirle leer la carta, ya que era una de las prioridades que le habían asignado.

Querida Senka

Me hubiera gustado poder conocerte, pero hice una promesa que no podía romper, sólo la muerte puede liberarme de ella, y es ahora, cuando mis huesos descansan sobre la fría tierra, y mi alma vaga entre dos mundos, el momento en él que puedo dirigirme a tí.

Tú, pequeña, eres sangre de mi sangre, mi desconocida nieta, mi amada niña en la distancia. No sabes cuanto siento no haber compartido contigo mi tiempo, pues teníamos tantas cosas en común.

Unas simples líneas no bastan para que puedas hacerte una idea de lo parecidos que somos, por eso me gustaría que fueras a mi casa, que veas lo que ha sido una buena parte de mi vida, y que continues con ella si eso te place.Allí me entenderás mejor.

Todo lo que hay en ella será tuyo si así lo deseas.

Un beso mi pequeña.

Siempre te he querido, tú abuelo, Zvjezdan.

La carta estaba escrita a mano, tinta negra y una esmerada caligrafía.

 

- Tiradas (2)
Cargando editor
15/03/2010, 13:48
Senka Njego

Estaba intrigada, para que negarlo, observó discretamente los gestos y ademanes del señor del bigotito, casi divertida por la antigüedad de los mismos, pero duró poco, hasta que se enteró de que era abogado de un coleccionista.

Abrió los ojos sorprendida cuando el hombre continuó, nada de lo que decía tenía sentido para ella, desvió la mirada hacia los folios con profunda perplejidad y desconcierto cuando acabó hablando tranquilamente de un viaje -¿Cómo dice?
 
Cogió el sobre con seguridad, abriéndolo con el abrecartas que le regalaron sus compañeros de piso cuando consiguió el trabajo, con la fuerza justa y necesaria y en cuatro tirones firmes. El extremo del mango era bastante curioso, la cabeza de un cocodrilo azul. El sobre parecía todavía cerrado, pero de textura rasposa por el borde superior cuando lo dejó en la mesa. Sus ojos devoraron la carta con rapidez y después volvieron incrédulos a la posición horizontal.
 
Debe tratarse de un malentendido…. - Lo dijo susurrando, más para ella que para el tal Lazovic. Apretó los labios y releyó la breve misiva, cuidando ahora sí los detalles habitantes en ella. Transmitía tanta calidez como dulzura, la trataba con una cercanía sorprendente. Una confianza que no sabía como interpretar.
 
Levantó la vista, con una profunda incertidumbre en su expresión -¿Cómo va a ser esto posible?- Otra frase que atestiguaba que seguía hablándose a sí misma, así que respiró profundamente y se concentró en esforzarse para encontrar cuestiones que le aclarasen algo más. Y no le resultó fácil.
 
Soy huérfana, me crié en un orfanato y después con mis padres adoptivos, ¿Cómo iba a estar él tan seguro de que soy su nieta?- Cuando era pequeña se avergonzaba de sus orígenes, pero desde la adolescencia ya nada, cuando empezó a gozar de cierta madurez mental, así que no tuvo problema evidentes ni silenciosos en exponer los que eran para ella los hechos, aunque no conociese de nada al que tenía enfrente -¿El señor Misimovic tenía mucha descendencia? ¿De quién se supone que soy hija?
 
En la última pregunta alzó inconscientemente la voz, así que se paró en seco tras escucharse y dejó que el silencio se adueñase de la habitación, serenando su espíritu poco a poco. Sus pupilas brillaban con intensidad.
 
Estaba pasando justamente lo contrario de lo que necesitaba ese preciso día.
Cargando editor
15/03/2010, 16:54
Ivan Lazovic

El gesto de Lazovic no se alteró cuando Senka volvió a mirarle, únicamente volvió a ponerse tieso sobre su asiento, tenías las manos dejadas caer sobre sus propios muslos. Le había parecido descortés observar a la chica mientras leía lo que presuponía una carta personal, así que se había dedicado a observar el exterior a través de la ventana.

No estoy seguro de ser la persona más indicada para contestar a sus preguntas señorita Njego volvió a carraspear, aclarándose la voz, estaba algo oxidado desde que había dejado el juzgado, pero era una decisión de la que no se arrepentía en absoluto.

Aún así, intentaré aclararle brevemente algunos aspectos relativos al señor Misimovic, con el fin de ayudarle en lo que me sea posible esperó a tener la conformidad de la mujer que tenía enfrente, para continuar posteriormente

El señor Misimovic, es viudo desde hace treinta y ocho años, y sólo tiene un hijo, se detuvo un segundo, buscando una palabra adecuadad “reconocido”,  el señor Mirsad Misimovic, el cual, al igual que usted ha sido avisado para la lectura del testamento que tendrá lugar en su propiedad pasado mañana señaló la carpeta Viene todo ahí

Calló, se alisó con suavidad la corbata, y comenzó de nuevo a hablar Con respecto a las otras preguntas, debo decirle que desconozco el contenido de la carta que acaba de leer, así como los posibles lazos familiares que compartiera usted con el difunto señor Misimovic si le sorprendió la revelación de Senka, no lo dejó entrever, pues durante años, su profesión se había basado en no transmitir nada que él no quisiera transmitir, pero en su fuero interno, no pudo evitar preguntarse que lío se había traído entre manos Zvjezdan y aquella chica.

Cargando editor
15/03/2010, 22:33
Senka Njego

Senka esperó a que terminara de hablar para bajar la vista a la misteriosa carpeta. Para ese momento el corazón ya danzaba a toda velocidad. 

No sé que decirle….- Así era. No tenía idea alguna de si debería ir, que equivaldría a participar de la misteriosa locura, o simplemente decirle un “buenas tardes, no me interesa” y seguir con los problemas que tenía en Pec. Que no eran nada desdeñables.
 
Las manos comenzaron a pasar por los papeles, si eran muchos folios no iba a leerlos todos delante del hombre, buscaba fotos fundamentalmente y los encabezamientos por encima, para hacerse una idea de la información que tenía delante.
 
Intentaba parecer tranquila, pero la verdad es que se encontraba anímicamente como en un abismo oscuro pero emotivo. La segunda vez del día, para ser exactos, que se sentía así. Otra que no sabía cuando ni como terminaría. También dependía de una importante decisión por su parte. Seguramente ambas serían tomadas en soledad. Y encima estaban relacionados de una forma retorcida. Decidió que no era momento de darle vueltas a esa conexión en ese momento.
 
Las palabras del señor Lazovic le dejaban a las claras varios puntos de esa futura lectura de testamento, con sus oscuridades consecuentes -¿Sabe alguien de esa familia que estoy invitada a la reunión?- Supuso, que sería peor escuchar un no, pero eso nunca se sabe. La mirada volvió a la carpeta.
 
No estaba especialmente cómoda con la pregunta, o sea, su corazón casi se había desbocado durante el momento en que el hombre había dudado sobre la mejor forma de expresarse, su mente escribió unas palabras que ardían intensamente en su cabeza todavía, trastocándola -¡¿Mi padre?!- Era difícil y muy violento imaginar la situación de que no lo supiera y que se encontrarán allí y le dijeran a modo de presentación, “Mira, Mirsad, es Senka, tu difunto padre creía que era su nieta perdida”
 
Siempre había pensado que si alguna vez descubría algo más sobre los escuetos datos que tenía de su nacimiento, por un puro milagro, sería por el lado relacionado con su madre. Algo mucho más cercano y en lo que pensó bastante por considerarlo verdaderamente “real”. Su padre podía ser cualquiera, pero la mujer que dio la vida por ella había sido una en especial, y a sa no podría conocerla nunca. Como tristemente sabía.
 
Aún así decidió que había alguna posibilidad más, porque si ella misma no sabía que él era su abuelo, a lo mejor alguien no sabía que era su hijo, o incluso podía ser, "simplemente" el padre de su difunta madre, sin que ella lo supiera -Ya puestos a montarnos películas…-
 
Volvió a levantar la mirada de la carpeta y decidió que el sueldo del buen hombre daría para un poco más de paciencia y educación. Supo que el rato disponible para tantas deliberaciones se le estaba agotando y que tendría que decidir en breve. También pasaría en el otro flanco, en el que era suyo único y exclusivamente. Y que seguiría así un poco más.
 
¿Hay alguien más, que no sea… de su entorno directo... que haya recibido otra invitación como ésta?
Cargando editor
17/03/2010, 11:42
Ivan Lazovic

Toda la información parecía similar en el vistazo preliminar, folios pulcramente redactados, sobrios y aburridos para alguien no estuviera adecuadamente versado en derecho. No había grandes “titulares”, solamente una ingente cantidad de intrincadas palabras legales que nada aclaraban con tan breve atención.

Lazovic se removió, incómodo, ante las preguntas que recibía por parte de Senka, que mayor se sentía, antiguamente le habría sonreído, y con la soltura de un tele predicador le había explicado los motivos por los que no podía contestar a sus preguntas, que a ojos de la joven, hubieran resultado absolutamente confusos, pero convincentes.

Lamento nuevamente no poder satisfacer su curiosidad señorita Njego, pero esa información no puedo revelarsela 

No añadió nada más, mantuvo la mirada en los ojos de Senka, entrelazando los dedos de la mano de una manera formal.

No tiene que darme una contestación, mi trabajo consistía únicamente en entregarle la información percibía las dudas de la muchacha, totalmente razonables, lo contrario hubiera sido lo extraño pero si finalmente decide aceptar, será un placer preparar su viaje y alojamiento en Dacijaj introdujo una mano en el bolsillo interior de la chaqueta, y extrajo una tarjeta de color blanco, que depositó con suavidad sobre la mesa.

Es el número de mi despacho, si no me encuentro allí en ese momento, deje el recado a mi secretaria, la señorita Radja

 

Cargando editor
17/03/2010, 12:30
Senka Njego

Dentro de que el hombre no le estaba solucionando prácticamente nada, por lo menos era muy correcto. Eso sí se lo agradecía. La segunda pregunta no le extraño que quedase sin respuesta, pero de la primera un poco. Y no le hizo ninguna gracia, porque si hubiese tenido que elegir, esa era la información que quería obtener antes de ir al lugar desconocido, Dacijaj.

Cogió con cuidado el pequeño trozo de papel, un frío tacto en las yemas de los dedos de uñas cuidadas, sin esmalte, y la mirada cayendo en las letras de la tarjeta, mientras su cabeza seguía dándole vueltas al asunto con avidez, por mucho que el abogado le había brindado más tiempo para recapacitar sobre el totalmente inesperado asunto.
 
Una idea cruzó por su mente y la relajó inmediatamente, un poco. Era verdad, podía ser todo mucho menos complicado. Levantó la vista y esbozó una pequeña sonrisa cordial, o aliviada.
 
De acuerdo, muchas gracias.- Tomó aire y decidió esmerarse en tener en su poder la información importante para tomar la decisión adecuada y llevarla a cabo satisfactoriamente -¿A que hora es lamisteriosa, sorpresiva e inquietante- reunión el Viernes? ¿Sería tan amable de decirme dónde está ese lugar?
 
Era probable que el señor se estuviese hartando, pero no era ella la que había llamado a su puerta con la proposición más extravagante que había escuchado en toda su vida. ¿Qué otro comportamiento podía esperar?
 
Supongo que no habrá problema en que lleve un acompañante…- Para demostrar que tras esas cuestiones estaría el tema zanjado, por fin, por lo menos en aquella habitación destartalada que no había perdido el encanto totalmente por el desorden, se comenzó a incorporar lentamente, dispuesta a tenderle la mano cuando el hombre hiciese lo propio. Eso y contestarle en condiciones a algo.
Cargando editor
22/03/2010, 11:03
Ivan Lazovic

El señor Lazovic se incorporó de manera casi simultánea a la de Senka, se alisó la corbata, que rebelde intentaba escapar de la abierta chaqueta del abogado, y sonrío con soltura y elegancia a la, para él, joven mujer.

Dacijaj es un pequeño pueblecito que se encuentra a unas dos horas y media de camino, en condiciones óptimas, pues se encuentra perdido entre las montañas, y con el tiempo que estamos teniendo últimamente y el que se avecina, las carreteras de la zona dejan mucho que desear

Se permitió la pequeña licencia de dar su opinión personal, algo que no solía hacer sin la petición de su cliente, además, se justificó, así advertía a la chica que no podía confiarse con respecto a la hora, ya que dudaba mucho que Mirsad se alegrara de la presencia de una competidora por la herencia de su padre.

Por supuesto que puede llevar a quien desee

Volvió a cerrar el maletín, con la misma eficiencia y pulcritud con la que lo había abierto, un gesto mecanizado que le ayudaba a pensar en la despedida, aunque este caso, distaba mucho de los que antiguamente solía tratar.

El viernes a las ocho en punto de la mañana, en la mansión del difunto señor Misimovic

La sonrisa desapareció, volvió a adoptar la pose profesional al tender la mano a Senka, estrechándosela con la fuerza justa ,esbozando una paternal mirada, llena de complicidad.

Se que esto debe ser bastante raro para usted, pero le aconsejo que intente ver el lado positivo de la situación comenzó a recular en dirección a la puerta, pues el breve comentario no tenía por objeto continuar, ya que eso, seguramente, hubiera incomodado a la muchacha. Se detuvo al llegar a la puerta tras esquivar nuevamente las cajas.

Y siento lo de su abuelo

Se despidió de manera cortés, con una pequeña inclinación de la cabeza, y abandonó el despacho, dejando a Senka de nuevo en soledad, mientras se preguntaba como hubiera él encajado la noticia poniéndose en el lugar de la joven.

Cargando editor
24/03/2010, 10:46
Senka Njego

El hombre se había ido, seguro que muy satisfecho de su propia actuación, esa mezcla entre indiferencia, saber estar y cordialidad correcta. Por lo menos había contestado a las siguientes cuestiones, que fácil hubiese sido que no lo hiciese, entonces, ella hubiese podido mandar todo el asunto a freír espárragos, escudarse en la incompetencia del hombre y en proclamar que seguro que había sido una broma pesada cuando lo contase, con tono jovial y relajadamente, encerrando en una caja fuerte los sentimientos que la habían sacudido por unos breves instantes. Pero no, su día no estaba siendo fácil, ni gracioso tampoco.

 
Ella se quedó mirando la puerta cuando el abogado se fue, dejó tras de sí una estela de confusión y nerviosismo que se unía a la suya propia, la que había sido su responsabilidad que no se produjese. Unos segundo así, mirándola, analizando mil posibilidades o ninguna, por fin se levantó, resuelta y diligente, pues era como estaba acostumbrada a moverse con ese despacho, con soltura, y la cerró del todo, con cuidado y sin hacer ruido. Sonrío ante la idea de colocar una caja para evitar que nadie entrase, una sonrisa que pretendía reprenderla suavemente para que no se comportase como una exagerada.
 
Volvió al asiento y cogió la carta de nuevo, se dispuso a leerla con cuidado, no quería algo tan vulgar como ahorrarse preguntas ante la llegada del desconocido, como las dos veces anteriores. Ahora quería intentar conocer al hombre que se llamaba a sí mismo el abuelo de Senka Njego.
 
Querida Senka su corazón volvió a acelerarse a gran velocidad, como si fuese la primera vez que sus ojos recorrían la misiva Me hubiera gustado poder conocerte, pero hice una promesa que no podía romper, ¿Cúal? ¿Por qué tuviste que hacerla? sólo la muerte puede liberarme de ella, Algo que por desgracia y finalmente ha ocurrido, y es ahora, cuando mis huesos descansan sobre la fría tierra, y mi alma vaga entre dos mundos, el momento en él que puedo dirigirme a tí. Le daba pena, a lo mejor estaba loca, pero le daba pena no haberlo conocido.
 
Tú, pequeña, eres sangre de mi sangre, mi desconocida nieta, mi amada niña en la distancia. ¿Sabría este hombre la inmensa inquietud que provocarían esas frases cuando ella las viera? ¿Llegó a imaginar las mil preguntas que se agolparían en su cabeza, casi taladrándola? Sus orígenes, su preciada madre, se hubiese conformado con eso No sabes cuanto siento no haber compartido contigo mi tiempo, pues teníamos tantas cosas en común. Creía saber a lo que se refería, el arte, su técnica, el sobrecogimiento que producía ver ciertas obras, la alegría de compartir impresiones en las horas muertas, discutir relajadamente por el puro placer de hacerlo, cual era el mejor pintor o escultor de cada uno de los movimientos artísticos que se habían desarrollado, no sólo en Serbia, sino en el mundo. En el que ambos habrían compartido.
 
Unas simples líneas no bastan para que puedas hacerte una idea de lo parecidos que somos, Ni ese señor mayor de que la inmensidad que había abierto ante ella dolía, así, tanto, con algo “simple” por eso me gustaría que fueras a mi casa, Hubiese sido maravillo recorrerla, pero de su mano, sonriente, no como una intrusa que veas lo que ha sido una buena parte de mi vida, Sí, me habría encantado, despacio, tranquila, sin tantas preguntas lacerantes y que continúes con ella si eso te place. ¿Podría pasar eso realmente, de verdad? Allí me entenderás mejor. Suspiró, su corazón gritó que tenía que ir en esa frase tan reveladora. Como fuese. Tenía que saber. Quería saber.
 
Todo lo que hay en ella será tuyo si así lo deseas. E aquí una entrega sin reservas, abarcaba demasiado, por tercera vez no quiso pararse a pensar a todo que se refería. A que su vida podía cambiar más de lo que pudiese imaginar. No lo pensaba porque el viaje, si lo realizaba, no era para eso.
 
Un beso mi pequeña. Suspiró tristemente, el primero y el único. El definitivo.
 
Siempre te he querido, tu abuelo, Zvjezdan. ¿Por qué se sentía tan desvalida, falta de cariño? Nunca había experimentado eso en su vida, ahora notaba un vacío que no podía explicar, pues era ahora cuando descubría que su corazón lo albergaba. El abandono sí lo había sentido, por supuesto, pero en el despacho significaba echar de menos una vida que no había tenido, no por el dinero, sino por ser transparente, sin misterios, sin excusas. Era raro, porque aún en ese estado de caos tenía muy claro que no podría renunciar a la que había tenido, al calor de sus queridos progenitores que la habían recogido y acogido pese a ser una niña abandonada, misteriosa, oscura.
 
Mordiendo el labio inferior sin hacerse daño y todavía con la perplejidad pintada en su cara descolgo el teléfono, marcó el número de casa de sus padres, en ese sitio tan impersonal para el asunto, pero donde se había desarrollado, y con un teléfono que no pagaba ella mensualmente.
 
Y esperó.
Cargando editor
25/03/2010, 10:42
Director

A estas horas, lo más probable es que su padre ya hubiera salido de trabajar, el pequeño almacén de muebles, que regentaba no pasaba por los mejores momentos, pero seguía en pie, algo que, tras la última guerra, era digno de admirar. Había superado esa época, y siempre decía que era muy complicado caer un poco más, así que sólo quedaba ir hacia arriba.

Era un hombre optimista, de una gran entereza, había comenzado su carrera como un sencillo carpintero, y había evolucionado hasta montar la empresa, era un bueno con las manso, funcional y eficiente, pero había destacado mucho más como hombre de negocios, lo que había permitido dar a su familia un bienestar notable. Siempre se había mostrado como un padre cariñoso y un marido atento.

El caso es que descolgó el teléfono, pues se encontraba en casa de manera mucho más habitual debido al descenso de la faena, y contestó con voz algo ronca.

Diga

Dejan Njego contestó con sencillez, como era su costumbre, pues su especialidad quedaba lejana de ser la palabrería.

 

Cargando editor
25/03/2010, 13:13
Senka Njego

Hola papá, - un profundo alivio en la voz y una sonrisa enternecida, el corazón recibió un pequeño bálsamo al saber que estaban ahí, que siempre podría contar con ellos -soy yo.

Todavía estoy en la universidad,- en honor a la verdad siempre los llamaba desde ahí y todos sabían el motivo, y nadie se lo tomaba a mal -te llamo porque ha pasado algo muy raro- Fue entonces cuando se paró a pensar en ellos y en su posible delicada situación, en como se lo tomarían, preocupada por si les haría daño, hasta el momento lo único que había tenido en cuenta era que los necesitaba. Y mucho. Y no sólo por la visita que había recibido, sino por lo que llevaba intentando digerir desde esa mañana, algo que también podría dar un giro de ciento ochenta grados a su vida, pero que no habría comentado, si los hubiese llamado, solo hubiese sido para notar su aprecio, escuchando su cálida voz lejana.
 
Ha venido un abogado a verme, con una carta de un hombre que ha muerto hoy, un coleccionista que creía que era mi abuelo y, que dice que tengo que ir a la lectura de su testamento.- Bajó la mirada y agarró un bolígrafo, se puso a dar pequeños golpecitos en la mesa, nerviosa pero también más tranquila a la vez. Dejó escapar un suspiro y, sin dejar de mirar al objeto móvil, continuó.
 
Es increíble, dice que no pudo ponerse en contacto conmigo antes, que vaya a su casa, que será para mí si la quiero… - Negó con la cabeza, la expresión había vuelto a ser seria hacia un rato ya, y su voz comenzó a correr un poco más rápido de lo normal. -La verdad es que creo que tengo que ir, a lo mejor me dicen algo más de mi madre, - en ese momento se alegró bastante de que su padre descolgase, y también de no estar viendo su cara, ni él la de ella -pero… no sé, por otro lado es tan desconcertante…. a saber lo que me voy a encontrar allí, el abogado no me ha dado más información que el sitio y la hora.
 
Cerró los labios y se paró en seco. Lo había dicho, lo más importante y también lo más grave, de uno de los temas principales. Parpadeó y quedo en silencio mientras su padre lo asimilaba. Supuso que requeriría su tiempo.
Cargando editor
25/03/2010, 16:42
Director

Durante casi treinta segundos no se oyó nada al otro lado de la línea, luego un sauve suspiro, y finalmente la voz de su padra adoptivo irrumpió de nuevo en la línea.

Senka, nunca hemos sabido nada de tu familia biológica, nunca se interesó nadie por ti en ese sentido ellos nunca le ocultaron su adopción, ni las circunstancias en las que se produjo, puesto que pensaron que habría sido contraproducente en una situación similar a esta que ahora mismo le planteaba, se habían preparado para ella, pero después de tantos años, habían bajado la guardia.

No sabes nada de ese hombre que dice ser tu abuelo, no sabes porque no se ha puesto antes en contacto contigo intentaba comprender a su hija, ponerse en su papel, pero tenía miedo de que ella pensara que quería evitar que diera con su pasado hace tiempo que tomas tus propias decisiones, pero debes tener cuidado, mucha gente podría llegar a aprovecharse de una situación así el sonido del auricular desapareció unos instantes, como si se hubiera cortado, pero reapareció pocos segundos después sabemos lo importante que puede llegar a ser para tí este asunto, y si lo es para ti, también lo es para nosotros calló, dejando de nuevo la iniciativa a la chica.

Cargando editor
25/03/2010, 19:51
Senka Njego

Ya lo sé, papá.Lo sé muy bien. Siempre lo he sabido. Asintió convencida, pese a que su progenitor no podía verla. En ese momento notó con una claridad meridiana cuanto lo quería, y no se debía sólo a agradecimiento. 

Yo… he pensado en ir, en presentarme con un abogado que tú conozcas, de algún bufete de tu confianza, es que yo no conozco a nadie...- Suspiró, necesitaba su ayuda, eso se reflejaba en la ansiedad del tono, como pocas veces desde que se había marchado de casa, tener a alguien  a su lado que contara con el respaldo de su padre la reconfortaría en lo que quisiese que iba a pasar ese día, que prometía ser bastante largo.
 
Así no creo que vaya a haber ningún problema. ¿No?- Se estaba imaginando la escena, la madre oyendo las extrañas palabras de su marido y acercándose con curiosidad y preocupación en el rostro, el hombre diciéndole con la mano que esperase, sentado en su sillón marrón estampado con flores de un naranja suave y con una cerveza bien fría en la mesita pequeña de ébano, puede que incluso el parón mientras hablaba con Senka fuese debido a que le había dicho “Ahora te lo explico” o algo así, aunque ciertamente ella no había oído a su querida mamá preguntando nada.
 
No sé, es muy raro, porque encima el abogado me ha dicho que ese hombre sólo tenía un hijo "reconocido".- Mientras cambiaba significativamente la voz en la última palabra, deseó sinceramente no estar hiriéndolo por pecar de demasiado sincera, clara (dentro de su confusión) y directa. Todos eran adultos con su madurez correspondiente, todos sabían desde siempre cuál era la situación real reinante, pero algunas veces eso no es suficiente para conseguir que el dolor no llegue. Ella rogó en silencio que su padre se lo estuviese tomando tan bien como parecía, y que su madre tampoco sufriese cuando se lo contara después.
 
Pero es que… no se me ocurre ningún motivo para que alguien me diga que vaya a eso si no es verdad, papá.-  Se sintió tremendamente egoísta, durante un segundo se arrepintió profundamente de haber marcado para darles esa noticia, de estar sacudiendo a sus progenitores de esa manera, que si no eran demasiado mayores tampoco eran unos chavales con un corazón en plena forma para aguantar cualquier disgusto.
 
Por favor, que no me esté pasando de la raya con ellos…
Cargando editor
06/04/2010, 17:58
Director

Senka notó que el auricular era tapado de nuevo, y tras unos segundos, su padre volvió a hablar Ahora mismo no viene nadie a la cabeza en Pec, pero tal vez... quedó pensativo, y la joven pudo escuchar algunos susurros de fondo.

Puedo hablar con Vladic, si, seguro que él conoce a alguien allí, pero carraspeó ¿No prefieres que vaya yo contigo? era evidente que temía que se tomara aquello como una intrusión en su intimidad, se encontraba en un complejo laberinto, siempre había pensado que sabría afrontar este momento, pero ahora lo dudaba. Pero solo si te viene bien, no sé, yo no se mucho de leyes, será mejor que avise a Vladic añadió apresuradamente.

¿Y si ese único hijo decidiera que la aparición de Senka fuera un problema?

Deja que le llame, y te llamo yo a casa en cuanto hable con él, o mejor aún, le digo que te llame, ¿que te parece? le costaba ocultar una especie de emocionante ansiedad.

Cargando editor
07/04/2010, 10:29
Senka Njego

Lo que había comenzado como una vaga impresión, basada en el conocimiento del mecanismo de funcionamiento familiar, se había convertido en una certeza para Senka: Su madre estaba cerca, preocupada e inquieta, asediando a su marido. Lo entendía perfectamente, pero se sentía mal de que a su padre le agobiaran por dos flancos. Vale que el de su madre podría considerarse irrisorio, pero era más culpa para el pecho de la joven serbia, pues ambos los motivaba ella.

En que hora había llegado el abogado… todavía era pronto para decidir si buena o mala, posiblemente no tuviera importancia, lo único que sabía era que la angustiaba y la presionaba, también la incomodaba, y no poco. La ternura en las palabras de su padre le dieron ganas de despedirse del asunto, carpetazo a los folios que tenía ante ella, ir a ver a sus padres ese fin de semana, cuidarlos y demostrarles que esos descubrimientos no habían cambiado para nada la relación entre los tres…

Pero nada de eso iba a pasar, sus ansias de detalles podían con ella, lo sabía perfectamente y se odiaba un poco por ello. Intentó consolarse con que no serviría de nada dejar de lado el asunto, al fin y al cabo el daño ya lo había hecho. No fue un buen intento, pero sí que fue un poco en vano.

Cuando su padre terminó de hablar, Senka cogió aire y le contestó, tras sacudir la cabeza para quitarse un mechón de flequillo de la cara -Lo que prefieras, que me llame él o tú, de verdad, lo que prefieras.- No podía excluirlos de aquello, tampoco quería. Era un asunto muy importante, realmente serio, delicado también es poco para definirlo… y ella quería demostrarles que era de los tres, que de verdad no iba a cambiar en nada el amor que había entre ellos, que la vida que habían compartido no se debió a pura necesidad, que no los había utilizado hasta que tuvo noticias de su familia carnal.

Papá…- Tomo aire de nuevo, tenía que arreglarlo, de alguna forma, aunque fuese sólo un poco… necesitaba hacerlo -A mí todo esto me da igual, en el sentido de que…- Había empezado pero ahora descubría que no sabía como continuar… volvió a alegrarse de que fuese su padre el que estuviese al otro lado del teléfono –sólo quiero saber de dónde vengo, pero… por… no sé, sólo por saberlo.- Frunció el ceño molesta, no había estado a la altura de las circunstancias, eso creía al menos. Lo peor de todo es que decidió cambiar de tema a uno más liviano, tras unos segundos incómoda y en silencio.

He pensado en ir con un abogado directamente porque lo veía... como más práctico para la reunión…- Era verdad, y también porque si, como ella creía saber con seguridad, ir iba a ser desagradable para sus progenitores, no quería hacerles pasar por ese mal trago. Veía mucho mejor apañárselas sola. Con un abogado. Un Vladic -Creo que es mejor, además, no creo que dure demasiado… es a las ocho de la mañana, en un pueblo que se llama Dacijaj, a dos horas y media de aquí...- Se ahorró el detalle de que no tenía la más remota idea de en que dirección estaba, no fuese que la considerase demasiado perdida… y diese en el clavo -Dormiré allí el jueves, y creo yo que para el medio día ya habrá acabado todo- Que palabra, tan pequeña pero que abarcaba una gran inmensidad desconocida.

Cargando editor
08/04/2010, 10:54
Director

La conversación telefónica terminó con una promesa por parte del señor Njego de una pronta llamada para solucionar el tema del abogado que tanto parecía inquietar a su hija, no había colgado precisamente con tranquilidad, pero si con resignación.

Senka no tenía que dar demasiadas explicaciones por una breve ausencia, pero aún así, ella tenía por costumbre avisar siempre, y esta vez no iba a ser una excepción, así que tras esta sencilla tarea, dio por concluido su día de trabajo, culminado por el atípico final.

El campus estaba prácticamente vacío cuando salió, hacía mucho frío y viento, así que se sintió aliviada cuando finalmente se encerró en el coche, al cual le costó un poco arrancar tras llevar todo el día parado, pero la cosa no pasó a mayores, y Senka salió del aparcamiento tras un breve gesto de despedida al guardía de seguridad, que estoicamente se empecinaba en permanecer fuera de la garita que tenía habilitada para días así.

El tiempo no mejoró durante el trayecto, sino más bien todo lo contrario, pues una fina capa de aguanieve comenzó a azotar el cristal delantero del vehículo, colocando en posición resbaladiza la calzada, lo que obligaba a un poco más de precaución de lo habitual. La ciudad estaba extrañamente silenciosa, y al mirar la hora, Senka se dio cuenta de que era más tarde de lo que suponía...

Pec, Miercoles 24-Abril-1996, 9:53 PM. Calle Miroslav Barotic 5, residencia de Senka Njego.

... cuando llegó frente al edificio donde tenía su apartamento.

 

Cargando editor
10/04/2010, 13:00
Senka Njego

Le quedaba bastante rato en el más absoluto de los silencios. Sólo ella, sus apabullantes pensamientos, un nerviosismo inquietante y demasiado cansancio acumulado.

Se alegró cuando dejó atrás el campus universitario. Se sentó en el sillón de su ya antigüillo Volkswagen Scirocco verde del ochenta y cinco, las manos caían flojas sobre su regazo, los pies desinteresadamente colocados donde les correspondía para poder llegar a casa de una buena vez y los ojos que miraban al volante pese a ser una mirada vacía, muy lejana de la imagen que llegaba a las retinas.

Es que eran demasiadas cosas en las que pensar. El perenne runrún que había tenido durante el día se había calmado apenas diez minutos, y el nuevo prometía convertirse en crónico. Y le daba muchísima pereza tener que estar lidiando contra los dos todo el tiempo. Le consolaba pensar que no volvería a la universidad hasta el lunes, podía dormir hasta aburrirse, descansar hasta que le dolieran los músculos, desaparecer durante un largo período.

Suspiró mientras giraba la cabeza al asiento contiguo, comprobando que en él descansaba plácidamente la carpeta que le había dado el abogado ya entradito en años, esperando estaba la susodicha a que la abriesen para mostrar sus secretos en toda su amplitud. Todavía no… se susurró en silencio a sí misma. Mejor en casa, con algo caliente entre las manos, ropa cómoda y bien alejada de las inclemencias del tiempo. Mucho mejor… y con diferencia.

Como si fuese renuente a que dicho momento llegase al fin, el coche dio un poco de guerra, perezoso, reticente, inútil. Con cuidado y a velocidad tranquila recorrió las calles que tan bien conocía ya, ese familiar camino en el que cada detalle se conocía con precisión, lo cual, más que a la concentración en el urbano paisaje, hubiese animado a que se sumergiese todavía más en sus pensamientos si no fuese porque habían complicaciones debidas al temporal. No pudo evitar pensar que eso le complicaría bastante el viaje del día siguiente… si es que lo hacía en su propio vehículo.

No encendió la radio, sólo las luces y la calefacción. Suerte que todavía funcionaba bien ésta última.

Su calle no tenía problemas de aparcamiento, las casas adosadas tenían vados que abracaban toda la fachada de ese lado de la calle, dando cabida a dos automóviles por edificio, y en su casa residían eso, dos coches. El de Natacha y el suyo propio eran los beneficiarios de dicho privilegio. Veselin era demasiado hippie para esas cosas, él con su bici a todos lados, todo alternativo, menos cuando no tenía ganas de pedalear y les suplicaba con ojitos de cachorrito mimoso que lo acercaran a algún sitio. Hacía un mes o así que no se lo pedía a Senka, lo que le hacía pensar que lo de que se entendiese más y mejor con Natacha era debido a una creciente relación más estrecha entre ambos. Aunque las cosas en casa, salvo por ese detalle, no habían cambiado. Quizá “todavía”.

Abrió la verja negra de barrotes de forja con el mismo chirrido de siempre, era puramente decorativa, bastante poco práctica, ya que sólo llegaba hasta el pecho de la joven serbia, pero contrastaba agradablemente con el color ladrillo del hogar, y proporcionaba así un pequeño vestíbulo exterior en el que habían ido colocando macetas, de varias especies, tamaños y colores. También bastante asequibles económicamente hablando, pues nada les garantizaba que siguieran allí por las mañanas.

Tras unos pasos que no llegan ni a una decena, con su carpeta bajo el brazo, llegó hasta la puerta blindada, deseando intensamente que no hubiese nadie todavía, sería pura cuestión de suerte, pues los horarios de sus compañeros eran totalmente caóticos. Entre estudios complementarios a la universidad, trabajos de turnos en bares y tiendas, libertad absoluta de toque de queda y un amplio círculo social, podía materializarse cualquier posibilidad: Que estuviese vacía, que los dos compis vieran tranquilamente la televisión o que hubiesen montado una espontánea reunión de amistades sin final predecible. Pero la cosa prometía ir bien, no llegaba a sus oídos ningún ruido y las luces del piso superior estaban apagadas.

Cargando editor
13/04/2010, 11:29
Director

Los deseos de la joven se cumplieron, y sólo el silencio y la oscuridad la recibieron en su hogar. Senka entró en la casa y realizó su rutina habitual cuando no había nadie.

No pasó demasiado tiempo hasta que el teléfono sonó, su padre no había perdido el tiempo para intentar ayudar a su hija, pero no fue su voz la que escuchó a través del aparato, sino la de un desconocido, que se presentó como Novisa Koncij, del despacho de abogados Romaric y asociados.

Por su voz y forma de hablar, no debía ser demasiado mayor, entre los treinta y los cuarenta tal vez, de modales correctos pero mucho menos rígidos que los del señor Lazovic. Le informó de la conversación que había tenido con su padre, gracias a su conocido común, Vladic, también tuvo tiempo de interesarse por el tiempo en la ciudad, ya que él se encontraba ahora mismo fuera de la misma, antes de abordar el motivo principal de la llamada.

Me han contado por encima el asunto que quiere tratar, pero me gustaría que me dijera con algo más de precisión  de que se trata exactamente, pues no me soy partidario de hacer preguntas a través de terceros

Lo dijo con amabilidad, seguramente estaría esbozando una sonrisa condescendiente.

Cargando editor
15/04/2010, 00:57
Senka Njego

La puerta se cerró y no la saludó ningún sonido proveniente del interior de la casa, si no estuviese tan cansada hubiese incluso sonreído. No tenía ganas de dar más explicaciones y encogerse de hombros cuando le preguntaran detalles importantes, los que le faltaban, básicamente, él día ya iba bien para ella. Si le dijesen que si quería una noche absolutamente silenciosa, hubiese firmado sin dudar.

No recorrió la planta baja, sino que directamente subió las escaleras que salían del recibidor interior y llevaban hasta los dormitorios, tres en total, uno para cada habitante de la casa. También había un cuarto de baño superior, otro en la planta de abajo, muy práctico para las visitas pero muy incómodo para ellos tres, pues sólo el de arriba tenía ducha y espacio para neceseres y demás bártulos. Y el orden y la pulcritud brillaban por su ausencia algunas veces, Veselin no se enteraba de que ser hippie no tiene nada que ver con ser un guarro. A fuerza de paciencia y charlas sobre el hogar habían conseguido que el muchacho estuviese dentro de niveles aceptables y aguantables, quien sabe si por un secreto y particular interés en demostrarle a Natacha como era realmente, o era capaz de ser. A Senka le daba exactamente igual el motivo.

Llegó hasta su cuarto y se cambió de ropa, unos amplios pantalones y una camisa con una sudadera en lo alto, cuando se sentó a calzarse las zapatillas de estar por casa a punto estuvo de ceder a la tentación de tumbarse a descansar un rato... que seguro acabaría durando hasta el día siguiente. Dejó la carpeta allí, encima de la cama de matrimonio de aquél cuarto tan simplón.

El armario de madera tenía más de quince años con toda seguridad y la cómoda llevaba impreso el mismo estilo, era igual de vieja y feita. Por supuesto el cabecero completaba el conjunto de lo que debió de ser un ajuar elegante y novedoso años atrás. Actualmente sólo llegaba al estatus de algo rancio. Pero era muy espacioso, y lo había mejorado colocando una mesa de estudio, hacía ya unos añitos, y tenía algunas obras suyas y de compañeros de los años de facultad en paredes y estanterías: Tanto pinturas, como esculturas, como alguna manualidad tonta que se le había ocurrido a alguien. A la mujer serbia le gustaba como sintonizaban el puntito estrafalario del mobiliario con el espíritu de las cosas que ella había ido agregando.

Mucho más agusto que cuando entró por la puerta, se dispuso a bajar a la cocina, puso una taza llena de agua en el microondas y sacó una bolsita de manzanilla para añadirla en cuanto sonara el pitido del pequeño electrodoméstico. Miro hacia fuera, viendo la puerta que llevaba a su rincón preferido, un patio que estaba acristalado por su parte cubierta, dotando de un receptáculo de tres metros cuadrados en el que desinteresadamente le habían dejado que colocase todos los utensilios necesarios para su arte. Intermediario entre la parte de patio totalmente al aire libre y la cocina. Un lugar de tránsito en el que solía pasar las horas muertas… cuando le apetecía intentar crear algo o se sentía inspirada.

Tristemente pensó que aquello tardaría en volver a ocurrir, por lo menos la creatividad que se auto estimulaba con medicina natural, cannabis sativa, con la que frecuentaba hacer su arte, y cuyos resultados le solían parecer excepcionales al día siguiente, y la gente acostumbraba a estar de acuerdo… pero nada de eso iba a volver hasta que tomase una decisión con respecto a su asunto interno. La había fastidiado, pero bien, era la del año, con diferencia… pero iba a ser consecuente, o sí o no, pero nada a lo loco, mientras no decidiera algo, iba a estar sanísima. Y sabía perfectamente lo que le iba a costar.

En esas estaba cuando se interrumpieron sus pensamientos al sonar el teléfono, suspiró, rezó para que no fuese el otro culpable de su agobio y fue hasta el salón, lo cogió esperando cualquier cosa,..

Tras un saludo correcto y frases algo anodinas llegaron al meollo del asunto, Senka había tenido todo el camino para organizar esa parte de la conversación en su cabeza.

Un abogado se ha presentado en mi despacho, con una carta de un señor que ha fallecido esta mañana, me dice en ella que es mi abuelo y que vaya a la lectura de su testamento, que allí me enteraré mejor de todo. Es en Dacijaj, el viernes a las ocho de la mañana.

Explicó brevemente la parte de que ella era adoptada y que por lo tanto podía ser verdad sin que se hubiese enterado de nada hasta esa mañana, y comentó los pocos detalles que le había dado el señor del bigotito. El nombre del caballero vivo y el del difunto, y poco más, lo que sabía solamente. No obvió que tenía en su poder una carpeta con más información, pero que no había tenido tiempo de leer extensamente todavía nada más.