Partida Rol por web

27 marzo 2020

Es viernes, una semana mas en una Barcelona cambiante. El fin de semana asoma y la gente sigue sus cotidianas vidas sin saber lo que sería el día que cambió el mundo. La pandemia del Neo 15 ya provocó cambios en las relaciones sociales y como ver el día a día debiendo mantener distancias, minimizando el contacto entre la gente, y el uso de las mascarillas. Una pieza que ya forma parte más de la moda de la gente.

Son las 8:00, hora punta y el metro de la línea 1 no va tan lleno como siempre. El alcalde Vor Sorinox, impulsó una campaña en el transporte publico y reforzó varias líneas principales de autobuses, aligerando el peso en el metro. La gente no se amontona como sardinas y permite respirar mejor.

En el primer vagón de metro un niño empieza a mirar las luces que informan de las paradas. Estas se apagan momentáneamente varias veces y vuelven. Las propias del metro se apagan mientras esta cruza el túnel que van entre las estaciones de Glorias y Marina. La gente empieza a pensar que se trata de un problema técnico y al cabo de 20 segundos vuelven.

Un hombre de 50 años muestra en sus ojos cierto escozor y empieza a tocárselos asiduamente. Su mascarilla quirúrgica presenta ciertas manchas en la zona de la boca. Se mueve de su lugar de apoyo, cerca de la puerta del maquinista y va hacia una puerta central derecha. Ahí hay un grupo de 5 jóvenes con sus carpetas hablando y comentando algunas noticias del móvil.

Hombre: ¿Pueden dejarme espacio para salir? Pregunta con una ligera voz ronca y tosiendo un poco.

Uno de los chicos le responde: Puede esperarse a que lleguemos a la estación. No hay espacio.

Las luces se vuelven a apagar y no se encienden. Se escucha un grito de una chica. De forma inesperada, el metro no se para en la estación de Marina. Una locución de voz suena: Por problemas técnicos el metro no podrá para en Marina, lo hará en la próxima estación.

El metro pasa a velocidad moderada por la estación de Marina, ante la expectación de la gente que ve que no se detiene. Las luces de la estación se apagan al paso del metro dejándola oscuras. A su entrada, los presentes ven como una chica del grupo ha recibido un fuerte golpe en la cabeza contra la barra que tenia próxima. Sus compañeros miran quien ha sido el agresor. Uno de ellos se fija en que aquel hombre parece encontrarse peor. Su mascarilla esta mucho mas manchada por la zona de la boca.

Con la nueva entrada a la oscuridad pasada la estación de Marina, la gente queda expectante sin hacer ningún movimiento. El metro sigue a su velocidad moderada.

Amaia se encontraba en una época un poco difícil. Los grandes proyectos no venían y se mantenía con pequeños trabajos que le pedía la gente a través de su página web. Recientemente recibió una llamada de empresario ruso, Robert Kazako, comercial de la marca de coches Lada, que próximamente iba a sacar al mercado nuevo modelo de todoterreno.

El punto de reunión era en la Taberna de Barcelona, cerca de la plaza Cataluña. Un lugar tranquilo en el centro de la ciudad y bastante famoso.

En cuanto entró en el vagón y encontró un asiento libre, se dejó caer en él y rebuscó en su bolso en busca del móvil. Quería volver a repasar la información antes de llegar a la reunión, y apenas tenía unas pocas paradas antes de llegar.

Se maldijo por haberse quedado despierta hasta tan tarde la noche anterior. Pero quería preparar bien aquella reunión. creía que podía ser importante. Aunque al principio había creído que aquellos coches ya no se fabricaban desde... ¿cuándo? la época soviética, o algo así? No tenía ni idea. Pero podía ser un trabajo importante, eso sí lo sabía. Y le hacía falta involucrarse en algo grande de verdad. Llevaba semanas... no, meses ya, sintiendo que se dejaba llevar, sin avanzar hacia ninguna parte. Todo el mundo hablaba de que todo aquello pasaría: la pandemia, la crisis. Al principio creyeron que a ellos no les afectaría. Después que sería algo pasajero, que en unas semanas volvería la normalidad. Luego fueron comprendiendo que las cosas ya no volverían a ser como antes, pero se aferraban a cualquier esperanza. Sí, la vacuna sería la solución y después...

Pero de eso hacía ya semanas y nada terminaba de arreglarse, y Amaia sentía que su propia vida seguía también estancada, a la espera de un cambio, de retomar algo que ya se iba diluyendo en su recuerdo, volver a esa época en la que las cosas parecía que siempre serían como debían ser.

Se rascó la barbilla por debajo de la maldita mascarilla y, como siempre, estuvo tentada de quitársela. Sofocada por la breve carrera hasta el vagón, le costaba respirar con ella puesta. Volvió a suspirar y dejó la mascarilla en su lugar y llevó su mano hasta la pantalla iluminada del móvil, repasando las últimas notificaciones: varios emails, algunos mensajes nuevos en la app de citas, la enésima actualización meteorológica... borrar todo, y un nuevo suspiro.

Hasta que se apagó la luz del vagón no percibió que algo extraño ocurría. Pensó primero en alguna avería, luego sintió que se acercaban a la estación pero el tren no se detenía. A través del cristal vio la gente de pie en el andén, aguardando, viendo como pasaban ante ellos sin detenerse. No distinguió rostros porque allí también se habían apagado las luces, creando pequeños grupos de sombras dispersas que aguardaban y mantenían la distancia entre sí mientras les veían pasar sin detenerse.

A la débil luz de la pantalla de su móvil, Amaia distinguió a una joven caída con un golpe en la cabeza y a un hombre mayor que parecía tambalearse. Confusa, con la mente todavía ocupada en la importante reunión que la esperaba, apenas acertó a aferrar su bolso con fuerza a la espera de entender qué estaba ocurriendo y con la esperanza de que el tren se detuviera pronto, en la siguiente parada.

Charlie se había quedado dormido desde hace varias paradas. La noche anterior se la había pasado de voluntarios en el albergue para indigentes y aún acumulaba cansancio. Le despiertan los murmullos de la gente comentando que algo raro está pasando., 

Mira para Amaia.

-¿Pero qué...?

No tarda en fijarse que muchos de los pasajeros están atentos a otra cosa. Siguiendo sus miradas descubre a un hombre que parece estar sangrando por la boca. 

¿Otro infectado?

Incapaz de quedarse quieto, Charlie se acerca a él e intenta ayudarlo. 

-Tranquilo, soy médico. 

Si escupía sangre era mala señal. Poco podría hacer. Y entonces, se fue la luz. 

Buscó una pequeña linterna entre sus pertenencias para poder atenderlo. Pero poco más allá, una mujer parecía haber sido agredida por un desconocido y sangraba abundantemente. Mientras seguía con aquel hombre, se dirigió a la persona que tuviese más cerca. 

-Tienen que contener esa hemorragia. Si no, puede morir. Coja un paño, una camisa o lo que sea y presione contra la herida. 

Al entrar en el vagón del metro  me siento en el asiento que está cerca de la entrada observando a los viajeros y los bultos que llevan, en uno de los asientos está durmiendo el músico de la guitarra pequeña, vuelvo la mirada a un chico de unos 25-30 años que lleva una mochila que me ha llamado la atención, pero en eso las luces del metro se encienden y se apagan intermitentemente durante unos segundos, debe de ser que no han pagado el recibo de la luz, cuando de repente se arma un poco de alboroto que llama mi atención y se ve a un hombre que da como tumbos y se tropieza con un grupo de chavales, tiene algo de sangre en la mascarilla y los ojos enrojecidos, al poco tiempo por megafonía dicen que se pasaran la siguiente parada, pero al pasarla se vuelve a ir la luz y una de las chicas se golpea y el otro hombre parece que está peor, pero el músico se levanta y actúa como un médico, me levanto de mi asiento y me acerco un poco para ver lo que ocurre algo más de cerca pongo los brazos en jarra.  waxaan aaminsanahay in marburg ay tahay cudur la is qaadsiiyo oo dilaa ah kaas oo ugu fiican in laga tago lama taabtaan pongo cara de sabio y sigo mirando las reacciones de la gente blanca

Las tenues luces de las pantallas de los moviles iluminaban el interior del vagón. Charlie se acerca hacia el grupo de jovenes. La chica se reincorporaba mientras un compañero suyo contestaba al músico.

Parece que está bien. Le responde. Activa la linterna de su movil y enfoca en la herida de la cabeza. La chica se toca la herida y puede ver como tiene sangre en la mano.

Algo malhumorada dice: Por que me ha empujado ese hombre? Ehh usted.

Le señala con la mano con sangre esperando respuesta. El hombre parece emitir un ligero gruñido entre dientes. La mascarilla se va empapando mas de sangre. Algo que todos los presentes podían notar. Charlie pudo ver que no había hemorragia grave, sino leve sangrado del golpe contra la barra.

Hago lo que quiero. Le responde mostrando su mal humor. Sus ojos se iban tornando mas rojos, con ligeros puntos de sangres que le salían por los lagrimales. Sin reacción alguna, empuja a Charlie y se le encara. Le hace retroceder unos pasos atrás topando con otro ciudadano sin caerse.

Otro de los chicos le pone la mano encima y le dice: De que vas? Si tienes problemas no lo pagues con los demás. Le intentaba apaciguar, pero este se la retira de golpe.

Un pequeño chico negro que estaba alli al lado se disponia a ayudar de alguna forma. Empieza a hablar en un idioma que no se le entiende, pero nadie parece hacerle caso. Todas las miradas dirigidas al suceso mientras esperaban que volviera la luz. Los fluorecestes empiezan a parpadear de nuevo, esperando que la luz volvieran por fin y asi lo hace. De la cabina del conductor se empiezan a escuchar golpes y un ligero grito de su interior. El metro continuaba con su velocidad moderada a punto de llegar a la estación de Glorias. La luz de la estación se podia ver a traves de los cristales.

Para Albert hoy era un día de felicidad. Hace poco le habian subido de rango y le habían hecho encargado del Taberna de Barcelona, donde ya llevaba un tiempo trabajando. Ello le permitio dormir e ir a trabajar algo más tarde. Se acabaron los días de tener que abrir el bar y empezar a preparar todo. Ahora tenia una responsabilidad, pero nada que supiera llevar ya por su experiencia. Como un espectador más, miraba la escena que se estaba montando en el metro. Aquel hombre de mal humor que parecía pagarla con cualquiera, el pequeño chico negro ignorado mientras un hombre con una guitarra intentaba mirar la heridad de la chica.

Charlie intentaba atender al tipo que de pronto experimentó una explosión de furia. 

Retrocedió hacia atrás trastablilleando cuando éste lo empujó. No es que fuera él gran cosa, pero el tipo parecía condenadamente fuerte. 

-Vamos, tranquilízate amigo. Solo quería ayudarte. No tienes de qué preocuparte...la herida no es grave. Todo está bien ¿eh? No pasa nada. Todos tenemos un mal día de cuando en cuando.
 

Me levanto del asiento en el que estaba. Ojeaba un librito acerca de Carlo Acutis. "Que buen muchacho. Un santo, como todos los santos".

Pero viendo que la situación sigue en ascenso, me levanto y me acerco al hombre vestido de forma humilde que está intentando curar al chaval ensangrentado.
Entonces es visible una cosa:Mido casi dos metros. Y soy ridiculamente ancho de hombros. Un Terminator de persona.

"Puedo ayudarle en algo?" digo a través de la mascarilla.

La situación se tensa en el vagón, aunque Amaia se siente aliviada de que la chica no tenga daños graves. Por qué ha hecho eso ese hombre...? Ese chico sólo quería ayudar...

Está a punto de levantarse cuando las luces parpadea y vuelven a funcionar. Entonces distingue la mascarilla empapada y sus ojos... llorando sangre.

Ahoga un gemido de angustia y se lleva la mano a la boca mientras un hombre enorme se pone en pie y se acerca al grupo. 

Ve al niño allí en medio y preocupada, le hace un gesto para que se aparte a un lado, aunque no parece fijarse en ella.

Era habitual al acercarse a la zona de Glories que se juntaran estudiantes que se dirigían hacia los centros universitarios de la zona del 22@, con gente que vivía en los viejos pisos del barrio de Pueblo Nuevo y que tenían la fama en Barcelona de ser gente conflictiva.

Al ver que las cosas se calentaban, me levanté. No me gustaba meterme en aquellos fregados de buena mañana, pero no podía dejar que se liara en el metro. Mi entrenamiento militar, me ayudaba a imponerme sin utilizar la fuerza abiertamente y el de la mascarilla no parecía un verdadero peligro.

Vamos, deje en paz a los chavales. - le agarro con fuerza del brazo para impedirle que haga más movimientos, pero sin hacerle daño. - Es muy pronto para empezar a molestar a la gente.

Hace poco has empezado a trabajar en la Taberna de Barcelona, ubicada en la Ronda Universitat, cerca de Plaza Cataluña. Un día mas, vas al trabajo y poco a poco te adaptas a la rutina de Barcelona. Esperabas encontrarte la vida jovial de España, pero tras la indenpendencia y la influencia chino-rusa, las costumbres han variado un poco y ya no es la Cataluña que pertenecía a España.

Te encuentras en el segundo vagón del metro de pie, agarrado a una barra mientras observas el conflicto que parece haber en el primer vagón. Al estar conectados, permite desplazarse por ellos de forma natural, aunque el tuyo está en la mitad de dos locomotoras. Logras ver entre la gente a tu compañero Albert Martí, el cual hace poco han subido de categoría, y ahora es tu encargado.

Sigo observando la escena el tumulto como la gente discute, no pierdo detalle, de la cabina del conductor se escuchan ruidos me acerco y pico la puerta ¿hola hay alguien?  escucho un gruñido y más golpes, me aparto de la puerta y veo a un abuelo de 3 metros de alto( soy un crío de 12 años me parece un gigante) que comenta algo pero no entendí muy bien lo que quiso decir un señor que parece un borracho interviene en la discusión intentando poner orden, me acerco donde el señor de la guitarra pequeña y del sombrero raro que es al unico que conozco de vista de verle tocar en la calle le cojo de la mano y llorando tengo miedo ese señor me asusta, en esa puerta alguien está dando golpes señalo disimuladamente a la puerta del conductor parece que hay una hiena dentro,  me limpio los mocos con la manga de la sudadera quiero salir de aquí, quiero que pare el metro

Alrededor de aquel hombre se habian aglutinado un cura de casi 2 metros de alto, y otro hombre de mediana edad que le imploran que se tranquilice.  Con los chicos al lado tambien mirandolo, se retrae y se quita la mascarilla, para dejar ver una boca ensangrentada. La abre ligeramente  y entre los dientes tenía un trozo de lengua que habia mordido. Parecía ir entrando en un estado de ira y pone como objetivo al cura, el cual lo ve como mas peligroso. Se le lanza directamente contra un brazo para morderle como un animal desesperado. Su intento es fallido.

La chica con sus compañeros van empujando levemente a otras personas para alejarse de él. Su cara daba cierto miedo, y se va abriendo espacio alrededor de él. En los dos vagones contiguos se empiezan a escuchar voces  alzada. Una mujer de forma histérica le da en la cara con su bolso a un hombre haciendole volar las gafas. Un hombre mayor con su bastón empieza a acosar a una chica intentandole morder un pecho y tocarselo. La gente vocirefaba que estaban en un momento de ira irracional, ojos con sangre.

El chico africano era de los pocos que puso atención a lo que ocurría en la cabina. Cada vez los golpes eran mas fuertes contra la puerta, y nadie contestó a sus palabras. Otro grito del hombre en su interior resonó. Los golpes insistentes acaban por abrir la puerta de golpe. Moukarzel iba teniendo mas miedo y se refugia en el Charlie cogiendole de la mano. La puerta se abre de golpe saliendo los dos conductores forcejeando. El atacante cae encima del otro hacia el suelo intentandole morder la cara. Ya la tenía toda ensangrentada y sin una oreja. Parecia un animal feroz que peleaba contra otro a un duelo a muerte. La gente se aparte y se aglutina entre el espacio que habia en la parte inicial y el pequeño grupo que rodeaba al otro hombre.

Aaa-- ayudarme!!! Intentaba vocalizar mientras con una mano intentaba alejar la cara de la suya.

El metro empieza a subir su velocidad de repente  y las luces de forma intermitente. Pasa otra estacion a velocidad sin detenerse. Esto empieza a crear un ligero panico entre algunos gritos que ocurren en los vagones colindantes. Parece que mas gente empieza a atacar sin razón alguna.

Una vez dentro del metro busco en la mochila mis auriculares y me los pongo, no me gusta escuchar las conversaciones y problemas de los demás pasajeros. Al notar que las luces empiezan a prender y apagarse me bajo los auriculares para escuchar si es que el vocero comunica algo acerca de la situación mientras veo que pasamos por la estación Marina y el metro no frena. En ese momento empiezo a preocuparme ¿que estará pasando? ¿Habrán secuestrado el tren?

Mientras pienso en todas las posibilidades veo movimientos extraños en el primer vagón y noto como se empiezan a amontonar todos los pasajeros de ese vagón en un sector y de la nada escucho un grito….¿Que carajo está pasando?

Comienzo a acercarme lentamente al tumulto de gente, no me gustaba nada esa situación.

Charlie cogió al niño de la mano e intentó alejarlo de aquello. Aquello...si él mismo no era capaz de asumir lo que estaba viendo, un niño de esa edad...

Tiró de su brazo y se alejó con él hacia el final del vagón, lejos de lo que estaba sucediendo. 

-Esperá aquí-le dijo sonriendo-Todo irá bien ¿vale?. 

Intentaba mantener la calma, pero lo cierto es que estaba muerto de miedo por dentro. Bueno, lo estaría en cuanto acabara de asumir lo que estaba sucediendo. ¿Qué narices les pasaba aquellos tipos? Eran...eran...¿zombies?

Intentó buscar algo contundente que lanzarles. No sabía pelear, ni quiso nunca aprender, pero era bueno lanzando cosas.