Partida Rol por web

Suena el despertador y lo apagas. Te cuesta salir de la cama, como siempre. Te vas hasta el baño y te das una ducha. Algo más despierto te diriges a la cocina. Pero tu cafetera no está en su sitio. Incrédulo, revisas los armarios por si la hubieses guardado... ¿sonámbulo? ¿qué otro motivo iba a haber? Pero no está. En ningún sitio.
Abres la nevera y encuentras un brick de leche pero, en cuanto te sirves y bebes notas que no está buena. No es que esté mala pero, no sabe a leche. Revisas el brick, no está caducada y es la misma marca de siempre... ¿no habia unas vacas dibujadas en el envase antes?

Estás desconcertado pero no quieres llegar tarde, así que decides vestirte e ir al trabajo.

Cuando estás aireando la habitación, al abrir la ventana, no puedes creer lo que ves. Al otro lado está la calle... a semi-oscuras, sin cielo y con techo...

Te diriges inmediatamente a la puerta y la abres y lo que ves no "casa" con lo que tendrías que estar viendo... En lugar de al descansillo de tu planta, sales directamente a ¿la calle? ¡Eso no es la calle! Eso es una ¿cueva?

Ves otras casas cerca de la tuya. De hecho, en la más próxima, por la ventana de la cocina, ves a tus vecinos.

Al otro lado de la piscina ves un tunel que desemboca en otro más grande por el que ves pasar coches y alguna persona, como si fuera una avenida.

Vuelves a entrar en casa. Es tu casa. Tu ropa está en los armarios, tu cepillo de dientes en su sitio... y al revisar la basura en la cocina ves el envase de lo que cenaste ayer... sólo que los ingredientes no son los mismos*

Me levanto de la cama y remoloneo. Buf, acabé más cansado de lo que creía. Tras ducharme me dispongo a tomar el café, como todos los días, solo que no encuentro la cafetera. Juraría que la dejé en su sitio. Busco en los estantes y los armarios, pero nada. Algo malhumorado por la falta de café me consuelo pensando en tomarme uno en alguna cafetería y tomando algo de leche. ¡Qué raro! La leche... no sabe a leche. Reviso la fecha de caducidad y el envase. Todo en orden, pero... Debo estar más dormido de lo que pensaba, porque el dibujo del envase me parece extraño. En fin... Debo estar atontado. Me visto y abro las ventanas y entonces... ¿¿¿¿QUÉ???? No lo puedo creer: estoy en... ¿un plató de televisión? ¿Dónde está el cielo? Con la boca abierta y los ojos como platos, parpadeo varias veces y me restriego los ojos, pero ¡¡¡SIGUE IGUAL!!! ¡¡¡Es increíble!!! Salgo corriendo a la... ¿¿¿CALLE??? Doy vueltas en círculo. Debo... Debo estar soñando... Me pellizco, pero nada. Entro como sonámbulo en casa y la contemplación de lo que veo me tranquiliza momentáneamente. Sí, es mi casa, sin duda. Me da miedo asomarme a la calle o a la ventana, ante el temor de volver a ver la misma imagen de locura, pero me obligo a hacerlo y ¡¡¡DE NUEVO ESA LOCURA!!! ¡¡¡ESTO NO ES UN SUEÑO, ESTOY LOCO!!! Me dejo caer en el sofá y cierro los ojos. ¡¡¡NO, NO, ES UNA PESADILLA!!! Hago un esfuerzo por serenarme. Tengo, tengo que hablar con alguien. A duras penas, con las manos temblándome, marco el número de mi madre.

Tu madre descuelga el teléfono con voz alarmada
-¿Quién es?- al oírla caes en la cuenta de la hora que es y que ella, que no tiene que madrugar, no suele estar despierta.

Cuando le dices que eres tú, aún suena más preocupada
-¿Estás bien? ¿ha pasado algo desde anoche?-

Estaba hiperventilando, así que me tomé unos segundos para intentar tranquilizarme.

- Ma... mamá... Respiro aliviado (mi madre está bien) Soy yo, Alfonso... No sé cómo decirte esto... Tú... Vosotros... ¿Estáis bien? Quiero decir: ¿habéis notado algo raro esta mañana?

No sabía que quería más: que me dijera que ellos no habían notado nada raro (lo que significaría que estoy loco) o que también ven lo que yo (lo que supondría que el mundo es el que ha enloquecido).

-Sí, sí, estamos bien ¿porqué?-

Entonces le comentas si han abierto esta mañana las persianas. Oyes como tu madre se incorpora y abre

-¿Qué tengo que ver, hijo? No veo nada raro... ¿seguro que estás bien? ¿Qué cenaste ayer? Cualquier porquería que igual te ha sentado mal ¿quieres que vaya a verte? ¿porqué no avisas en el trabajo que no estás bien y que hoy no vas?- Tu madre suena preocupada en su formato "madre" de siempre. No quieres ponerla más nerviosa, así que intentas tranquilizarla asegurándole que estás perfectamente y que habías tenido un sueño extraño en el que estaban atrapados en casa... Era lo único que se te ocurría para justificar porqué estabas preocupado.

Aún con el teléfono en la mano, se te ocurre una idea. Coges el mando y enciendes la televisión. Están dando las noticias de la mañana, en ese momento una sobre Londres... sólo que las imágenes son de una ciudad enterrada... o en una cueva o algo así.

Luego empiezan a dar la situación del tráfico y, una tras otra, todas las imágenes tienen el mismo aspecto

Al principio te parecen las de cualquier tunel, pero luego ves que no hay otras. Todas las carreteras de las que hablan; las radiales a Madrid y las calles principales, aparecen a cubierto.

La conversación con mi madre sólo consiguió atemorizarme más. Estoy... estoy alucinando. Sin saber qué hacer, enciendo la televisión. En ese momento se supone que están ofreciendo imágenes de Londres... sólo que no es Londres, o al menos no es la superficie de Londres. Conocía la ciudad por un viaje que hice con unos amigos al poco de acabar la carrera y aquello desde luego no era Londres. No podía ser... No era un sueño y tampoco parecían alucinaciones.

Doy vueltas por la casa. Quizás... quizá  lo mejor sea salir y comprobar si se diluye esta locura... Nada de coger el coche... Podría, podría ir en... ¿metro? ¿Existe el metro o ha desaparecido? ¡Es absurdo! ... ¡Un momento, llamará el trabajo y les avisaré de que llegaré más tarde! Así comprobaré si ellos tampoco han notado algo extraño.

Cogí el móvil y llamé.

Ana, la recepcionista, descuelga el teléfono y, cuando le dices que eres tú y que vas a llegar tarde, te pregunta si te encuentras bien. Antes tus "sutiles"* preguntas, te comenta que todo está bien y que todo el mundo ha ido hoy a trabajar normal. Se despide con un hasta luego, porque has dicho que ahora irás.

Sales de casa y comienzas a andar hacia la calle principal, la avenida que hay al salir de tu "calle". La reconoces, es igual que la que tienes en tu "antigua" casa. Te mueves hasta donde estaba la parada de metro pero no hay boca para entrar. En su lugar hay una fila de gente y una marca de algo parecido a un tren. En ese momento llega y descubres que se trata de un tranvía. Abres tu cartera y descubres que tu abono está en ella. Te subes y no te ponen ningún problema, lo reconocen.

El tranvía avanza por las calles, que no son tal. Definitivamente, esto es una ciudad subterránea. Pero son calles que reconoces y el trayecto es el mismo que tomarías normalmente**

La conversación me deja con la boca abierta. Nadie nota nada raro... Sigo asombrado, pero me convenzo de que no es un sueño. Es imposible, ningún sueño es tan real. Tampoco quiero pensar en una forma de locura. Reconozco el lugar, reconozco a las personas y, cuando salgo a la calle, toco las cosas. Es real, increíble, pero real.

Tomo el ¿tranvía? y pienso en qué hacer. Al poco de iniciar el trayecto se me ocurre una idea. Partiendo de que todo esto es increíble, si a pesar de todo esto es la realidad, debe haber alguna constancia o alguna explicación, debe haber quedado reflejado en algún sitio.

Aprovecho la parada y, sin preocuparme por el trabajo, voy con paso apresurado (sin correr, para no llamar la atención) a la biblioteca de mi barrio. Ojalá que siga allí y los libros de historia o de política me den una explicación para esto.

Te bajas del tranvia y localizas la biblioteca en el mismo sitio donde estaba. Pierdes la noción del tiempo mientras buscas pero encuentras algo que podría explicarlo, aunque sigues sin entender

Al final lo encontraste en los libros de primaria, como parte de la historia que se les enseña a los niños actualmente.

Cita:

El texto se completa con imágenes de Bill Gates presentando un Ipad en su despacho, con la imagen de un ventana que da a una zona subterránea, y un robot humanoide paseando en una avenida subterránea.
Entre estos libros y lo demás que has leído, parece que la humanidad lleva decenios bajo tierra...

Tu teléfono suena. Es María, la secretaria, cuando descuelgas su voz suena preocupada

-Alfonso ¿estás bien? Le has dicho a Ana que tardarías pero es casi la 1 y no habías llegado... Nos daba miedo que te hubiera pasado algo por el camino... Si no te encuentras bien...-

Al acabar la lectura me invaden sensaciones contradictorias: eso explica los túneles, pero, ¿1963? ¿Cómo he llegado aquí? Anoche todo era normal y hoy estoy en... ¿un mundo paralelo? La tecnología parece semejante, aunque... ¿Cómo es posible vivir bajo tierra? ¡¿Y cómo he llegado aquí?! Nunca había sido aficionado a la ciencia-ficción, pero todo esto le recordaba algunas historias del cine o la literatura: realidades alternativas, viajes en el tiempo... ¡Pero es real!

El tiempo volaba sin que casi me diera cuenta. Entonces llamó María.

- Eh... Sí, sí... Está siendo una locura de día. He dormido mal y no paro de hacer tonterías... Me he equivocado de me... tranvía... me he manchado y he tenido que volver a cambiarme... Una locura absoluta... Pero estaré allí en breve. Eh... ¿vamos a comer juntos? Supongo que nuestras costumbres serán parecidas. Y necesito saber más...

María te confirma que sí, que si estás en condiciones, iban a ir a donde siempre. Como le has asegurado que ya ibas hacia allí, quedáis en veros igual que todos los días, en el propio edificio.

Recoges todo y cierras el ordenador de la biblioteca, en el que lo último que habias visto era una noticia sobre Mateo Orduña y su mujer que habían fallecido en un accidente de coche muy espectacular que incluía explosión. El artículo te había llamado la atención porque Mateo Orduña era una de las personas más ricas de España y, por lo que parece, en este lugar también había hecho una fortuna enorme a base de calzado deportivo, como en el tuyo.

Deshaces el camino y, esta vez sí, te diriges hacia el edificio en que trabajas. Todo está igual salvo por el hecho de que ahora son muchas menos plantas. En general esa es una diferencia clara y que has visto en todos los edificios, el que más plantas tiene, tiene 3. Aquí no hay rascacielos.

Cuando entras, te das cuenta de otra diferencia. Ahora hay un ascensor más, uno que no estaba ahí ayer. Uno que no tiene botón para ser llamado desde aquí.

-¡Hola! ¡Me alegro de verte!- comento cuando entra Alfonso -Nos tenías muy preocupados...- Observo como saluda sin demasiado entusiasmo, como distraído. Le miro con mucha atención intentando ver si le pasa algo, porque a mí no me parece que esté bien pese a lo que él diga. Esta... raro

-Alfonso ¿seguro que estás bien? Sabes que si lo necesitas puedes irte a casa... Don Antonio seguro que te deja que te cojas el día...- 

Desde luego "normal" no está. Se ha quedado mirando el ascensor VIP como si tuviera algo raro. Disimula y cree que no me doy cuenta pero yo lo noto todo... por eso estoy aquí

-¿Le pasa algo al ascensor VIP?- le pregunto mientras salgo de la recepción y me acerco para observarle mejor...

Llego al bufete desorientado. Al igual que en casa, todo está casi igual, salvo por la altura y ese extraño ascensor. Estaba mirándolo cuando me saludó Ana. Me asalta el impulso de contárselo todo, pero... no quiero que me tome por loco.

- Eh... Hola, Ana. Sí, perdona, es un día de locos... Eh, no, no, sólo pensaba en que... hace tiempo que no lo veo funcionar. ¿Estará estropeado?

Desearía tanto poder hablar con sinceridad. Ana siempre ha sido muy amable conmigo y es una chica observadora. Quizá podría entenderme...

-¿Estropeado? No. Ayer se usó sin problemas. ¡Claro que no lo ves! Es para VIPs que viene a arreglar sus cosas... no quieren que se les vea- le digo guiñandole un ojo.

Le observo atenta. Es verdad que está muy raro...

-¿Vas a ir a comer con estos? Porque si no, si quieres, podemos comer juntos. Yo suelo ir a uno que está aquí al lado... Ya sé que no nos conocemos demasiado pero, si quieres hablar, estoy aquí ¿vale?-

Suena el teléfono y vuelvo a recepción a cogerlo y pasarlo donde me piden.

Miro de reojo pero con mucho interés el ascensor. ¿Quiénes serán esos VIPs? Y Ana parece saber algo...

Me asombra la invitación de Ana. En el ¿mundo real? era muy reservada e iba por su cuenta.

- Eh, sí, sí, Ana... Me encantaría comer contigo. No quiero molestarte ni parecer atrevido, pero necesito... hablar con alguien en confianza. Voy a buscarte después.

Ana se va y yo aprovecho para acercarme discretamente a mi despacho. Una vez allí, y tras procurar no coincidir con nadie, compruebo si todo está como en el "mundo real".

Llegas a tu despacho sin cruzarte con nadie. Inviertes algún tiempo en revisar si todo está bien... Todo estaba como tú lo habías dejado el día anterior. Incluso la carpeta con los datos del matrimonio que se están disputando el coche.

Habías revisado tu despacho de arriba a abajo y no habías encontrado ni una hoja fuera de sitio, cuando Luis llamó a la puerta

-¡Ey! ¿Qué tal estás? ¿Cómo no me has llamado para decirme que estabas mal? ¿Estás enfermo? ¿Te vienes ahora en la comida?- te bombardea a preguntas preocupado

Nada... Mis pensamientos vuelven al ascensor. Algo me dice que ese ascensor puede ayudarme a entender todo esto. Intentaré conseguir más información de Ana y esta tarde... Luis interrumpió mis reflexiones.

¡Mierda! Luis es mi amigo y estaría encantado de hablar con él y quizá contarle lo que me preocupa, pero no en una comida en grupo. Además, he quedado con Ana. ¿Cómo se lo explico? Luis es un tipo listo y no quiero correr el riesgo de que nos vean juntos después de haberle dado una excusa no creíble, así que, sintiéndolo mucho, debo engañarlo.

- Lo siento de veras, Luis, llevo un día de locos... Estoy bien, solo que no he descansado mucho esta noche... De todos modos, el día parece que va a mejor - Le guiño un ojo - No me creerás, pero he estado hablando con Ana y vamos a comer juntos. Ya sabes que es una chica reservada, así que, por favor, sé discreto. Después te contaré qué tal.

No me gusta mentir así y menos dar lugar a esos malentendidos, pero supongo que una situación como esta justifica esta conducta. Un pensamiento fugaz me atraviesa la mente: es curioso, nunca había pensado en Ana en esos términos. Lo aparto de mi mente. No es momento ni lugar para esas ideas.

Miro a Alfonso con atención -Bueno, no vas a ganar un concurso al macizo del año porque para eso ya estoy yo, pero no tienes mala cara- le digo de broma cuando me cuenta que no está mal, que sólo es falta de descanso.

¡Y luego me suelta lo de Ana!
-¡Espera, espera! ¿Ana?- ni siquiera me había dado cuenta que le pudiera interesar Ana -Es decir, que vale, que me parece bien y... bueno, ya me contarás luego. Ya me encargo yo de decirselo a los demás-

Me despido y voy a buscar a los demás para decirles que nos podemos ir ya, que no tenemos que esperar a Alfonso.

Le voy a esperar y, en cuanto le oiga volver de la comida, me va a tener que contar ¡je!

15 minutos después de que Luis se vaya, Ana te llama desde la recepción

-Cuando quieras nos vamos. He llamado a Rodesia* y tenían sitio-

- Gracias, artista. Te contaré a la vuelta.

Respiro aliviado, parece que ha colado.

Intento ordenar mis ideas, pero antes de que pueda pensar algo, llama Ana.

- Sí, sí, estupendo.

Vamos paseando al restaurante, hablando de temas de rutina (trabajo, el tiempo...). ¿Realmente voy a comer con Ana? De veras que es una realidad alternativa... No puedo evitar sonreírme, pero es un gesto fugaz. Debe ser el cansancio, que me hace pensar en temas livianos que me distraen de lo importante.

Una vez allí, después de pedir y ante la mirada inquisitiva de Ana, comienzo a hablar.

- Bien... Ana... Lo primero que quiero decirte es que te agradezco de verdad que hayas tenido el gesto de comer conmigo. Necesito hablar con alguien y me has dado la sensación de que puedo hacerlo contigo. Sé que me notas raro y es normal. Lo que te he contado es cierto: no he descansado bien y estoy bastante agobiado. No sé cómo explicarlo. ¿A ti no te ocurre a veces que te da la sensación de... no encajar? Quiero decir... en el mundo... No, no, no me mires con esa cara... No es un agobio existencial... Es que ayer me dio por releer un libro de primaria que tenía en casa y pensé: ¿no te hubiera gustado vivir en el exterior? Ver la luz del sol, las nubes...