Partida Rol por web

Vuelvo a casa contento por muchos motivos, entre ellos la libreta ultra-secreta y los pastelitos, pero también por el viaje de vuelta a casa. Tengo muchas ganas de ser más mayor y que Padre y Madre me dejen ver toda la Isla. Siempre me dicen: "cuando seas mayor". Cuando ya sea mayor, la veré toda pero ahora me contento por verla por el caminito. Tarareo mientras salto a la pata coja encima de TODA hoja seca que me encuentro, ya que su sonido "atraen a los monstruos que te atrapan y te comen", mas nunca se dejan ver. Hoy tampoco, aunque no por eso dejo de buscarlos con la mirada entre los árboles a ver si...

Caca. Llego a la puerta de entrada antes de que salga ningún fantasma ni monstruo de tres ojos. Toc-toctoc-toc. Shana abre al momento y me hace pasar rápido. A veces le miento y le digo que me ha parecido ver algo o que he notado algo que me tocaba, pero ahora me muero por leer la libreta...

- ¡Qué va! -Exclamo con una sonrisa con su comentario sobre la niebla. A mí la niebla me gusta mucho, en verdad solo asusta a las niñas. Por eso pregunto a Padre siempre que quiero salir y volver tarde, porque sé que a él no le da miedo porque es un hombre. Como yo. Si por Madre fuese estaría siempre en casa. De golpe, traidora de Shana, me coge la cara y empieza a torturarme clavando su dedo en mi cara con la excusa de que la tengo llena de azúcar. ¿Esto no se considera agresión? ¡Que la ahorquen!

Después de que Shana me ponga el pijama sin ningún tipo de ayuda por mi parte (ni siquiera pasar los brazos por las mangas) como venganza por el dolor de antes, me sorprendo de que Madre entre en mi alcoba a estas horas para arroparme, mientras Shana se hace a un lado. Sonrío encantado cuando me besa en la frente porque me gusta mucho que lo haga y sentir sus rizos en la cara me hace cosquillas.

- Buenas noches mami.

Cierro los ojos y finjo dormir hasta que se cierra la puerta y dejo de escuchar ruido. Me incorporo desarropándome y cojo la libreta de la mesilla. La luz de gas de mi alcoba sigue encendida, porque no me gusta dormir a oscuras (pero no es por miedo), así que puedo leer lo que ha escrito Etienne sin problemas. Como si me hubiese escuchado, empiezo a oír ruido tras la puerta así que me tapo de nuevo con la libreta sobre el pecho, fingiendo que duermo otra vez.

Y las oigo. Las risas de niñas. Me incorporo de nuevo en la cama y miro fijamente hacia la puerta, de donde parecen proceder. Noto el pelo de la nuca erizarse y cómo mi corazón se acelera cuando el pomo empieza a girar y la puerta empieza a abrirse. Aunque me planteo esconderme debajo de las sábanas, no puedo evitar seguir mirando...

Sonrío levemente al llegar al comedor, pese al olor a humanidad que había, porque joder... Quizás fuese una estrategia de la dirección. Limitar las duchas. Con este olor se despeja cualquiera, quién sabe, a lo mejor también sirve para tranquilizar a los locuelos.

Entro y con la mirada, busco sitio. Todo hasta los topes. Aunque... parece que hay alguien que me grita. Miro a ambos lados y luego detrás. No parece haber nadie más a parte de mi. Vuelvo a mirar a la chica y después nuevamente a mi alrededor. Me encojo de hombros y me acerco.

- Ey, gracias. -Cojo su mochila y se la tiendo, para después sentarme frente a ella.

Parece simpática... y tiene buen gusto... -Mi mirada va recorriendo uno a uno sus objetos, examinándolos.- Aunque claro aquí... aquí te puedes esperar cualquier cosa. -Me aferré con una mano a la bandeja de comida. Si de repente le da por tirarme mierda, la usaré como escudo.

- Oye... ¿me conoces? -Huelo la pizza y después le doy un pequeño mordisco.- Por lo de ser amable. Aquí eso no parece estar a la orden del día. -Finalizo bajando el tono.

La chica sonríe por debajo de sus gafas de pasta negra. Come distraídamente mientras mira su portátil y a tí sentándote, de forma intermitente. Recoge su mochila de tus manos y la deja a sus pies, de forma descuidada. Cuando le preguntas, Sarah suelta una risotada algo de cerdito, sin apenas apartar la mirada de la pantalla.

-Qué tonta eres, es algún juego con Charmene y Destiny? No sé como las aguantas, en serio, son insoportables y las has visto reírse? Parecen ratas chillonas- te mira de reojo por encima del monitor -Mimimimi- hace una imitación de un ratón de esos que mueven los bigotes y hacen ruiditos agudos -Son lelas, a veces dudo que sepan donde tienen su real culo de flacas huesudas muertas de hambre. No te convienen, prima, en serio. Son malas, aún no sé que haces con ellas, tú eres buena persona, no eres como ellas.

Tras responderte de ese modo sigue comiendo a cucharadas descuidadas mientras se pone a teclear con suma velocidad y mirar fijamente la pantalla de su portátil, olvidándos por completo de tu presencia. Al menos podrás comer tranquila y no parece peligrosa.

Andrew regresó a su habitación guiado por el hombre joven y mirándole de reojo con desconfianza. -¿Este tío quiere que piense que me he vuelto loco?. -Pues no lo iba a conseguir, él sabía muy bien lo que había visto y oído. Si a eso querían jugar no iba a quedarse atrás. -Ah el viento... claro, claro. Que tonto... -Dijo con cierto tono aburrido, como si la broma no le hubiera afectado lo mínimo.

Una vez en su cuarto, buscó con la mirada si ese raro compañero suyo había regresado, aunque por el tiempo transcurrido dudaba que así fuera. Seguramente estarían todavía cenando. El hombre joven tenía razón en una cosa, mañana sería otro día, y esperaba que fuera algo mejor, sin acabar rociado de agua y con las sabanas empapadas. Se colocó como antes y volvió a intentar quedarse dormido. Aunque sus ojos no podían apartarse del respiradero por donde había escuchado las voces.

Entrecierro los ojos, sin entender muy bien de qué me hablaba. ¿Por qué todo el mundo cree que soy alguien que conocen? Primero mi compañera chiflada de habitación y ahora esta. Sigo sin soltar la bandeja, por si acaso.

- ¿Charmene y Destiny? -Repito sus nombres, sobretodo para mi misma (aunque agradecería si me hiciese una aclaración de algún tipo), intentando hacer memoria por si por algún casual he visto esos nombres en algún lado durante mi corta estancia aquí.

No, definitivamente no...

La miro. Observo, más bien. Parece bastante tranquila...

Te quedas dormido mientras le das vueltas a la cabeza a todo lo pasado (habrá sido tu imaginación tal como ha insinuado aquel hombre?), mientras esperas a tu extraño compañero de cuarto, que parece que, por el rato que lleva fuera, está comiéndose medio comedor como mínimo. Aunque la ropa de cama aún tiene algo de humedad no es lo suficiente como para que parezca que duermes en una piscina, aunque sí se te pegan algo al cuerpo. En fin.Te quedas dormido mientras le das vueltas a la cabeza a todo lo pasado (habrá sido tu imaginación tal como ha insinuado aquel hombre?), mientras esperas a tu extraño compañero de cuarto, que parece que, por el rato que lleva fuera, está comiéndose medio comedor como mínimo. Aunque la ropa de cama aún tiene algo de humedad no es lo suficiente como para que parezca que duermes en una piscina, aunque sí se te pegan algo al cuerpo. En fin.

Estás totalmente desatado tirando cosas y haciendo el bestia, pensando que estás encerrado en uno de esos duermevelas tuyos en los que nunca sabes si estás en el mundo real o en cualquier otro sitio. El revuelo de la gente a tu alrededor es enorme, algunos huyen, otros te animan a seguir en tu revuelta contra el sistema. Pero tu meteórica carrera se ve truncada de repente por dos gorilas enormes, un tío negro con uniforme blanco con unos brazos como troncos, y otro blanco caucásico más delgado pero con cara de tener mucha más mala leche que el primero.

-Creo que es suficiente Señor Davenport- dice una voz femenina tras los dos hombres. Una mujer vestida elegantemente a los años 30 te mira con los brazos cruzados y el semblante serio. Los dos hombres te cogen, uno de cada brazo y te los ponen detrás de la espalda, bloqueándote todo posible movimiento brusco que quieras poder hacer.

Lo siguiente que recuerdas es abrir los ojos en una habitación blanca acolchada, yaciendo sobre una camilla, atado de manos y pies con correas fuertes y anchas, muy resistentes a primera vista. La misma mujer de antes te sonríe levemente desde arriba.

-Lo siento, no nos gusta atar a los alumnos pero necesitas dormir y yo te voy a garantizar ese sueño que tanto necesitas Dylan- te dice esto con voz suave, casi maternal, mientras ves de reojo como clava una aguja en el vial que te han conectado a tu brazo derecho.

Notas como el líquido "pica" algo al entrar en contacto con tu sangre. Te gustaría poder rascarte pero como te rascas algo que está por dentro, fuera de tu alcance y encima atado como un pato de granja? Poco a poco sientes que tu respiración va disminuyendo en frecuencia, se va suavizando y tus ojos se acaban rindiendo a la evidencia y se cierran, dejándote caer en un pozo sin fondo ni más color que el negro de la oscuridad total.

Miras con fijeza a la muchacha del ordenador pero no ves nada anormal, es sólo eso, una chica normal, amable, tal vez loca, pero acaso no lo están todos aquí? Al fin y al cabo esto es un psiquiátrico, no puedes esperar que haya nadie cuerdo realmente. Entonces oyes el estruendo que genera el mismo chico con que te has topado antes en los pasillos, antes de sentir esa... presencia. Está en la otra punta del comedor pero ves como se dedica a tirar cosas sin orden ni sentido alguno, con esa mirada de zombie total. Nada parece importarle demasiado. Bueno, eso es hasta que llegan dos enfermeros bestiajos y se lo llevan a rastras, liderados por la misma doctora que se encargó antes de Rapunkzel. En cuanto se marchan los cuatro, vuelve la calma al comedor a los pocos minutos y puedes acabar tu cena sin más gritos ni desorden ni locuras. A las 20 h. el megáfono anuncia que se termina la cena y todos debéis prepararos para iros a vuestros dormitorios a descansar para el nuevo día. Cuando tu vas a recoger tu bandeja y dejarla en el carrito, el enfermero sexy de antes se acerca a ti.

-Neala verdad? Me manda la doctora para comentarte que tu compañera de cuarto ya se encuentra mucho mejor y que hemos trasladado tus cosas a otro dormitorio, con otra alumna, con la que espera que te llevarás mucho mejor y te causará muchos menos problemas- su sonrisa de nuevo te mata, dientes blancos tras unos labios seductores y unos ojazos aún más impresionantes. Simplemente te dejas conducir sin más.

Y de esa guisa te acompaña a tu nuevo cuarto, donde ya están tus cosas, despidiéndose brevemente. El cuarto es prácticamente idéntico al primero que te habían asignado, pero la mitad del cuarto, la que es de tu compañera, está decorada con pósters de paisajes y fotos de personas y sitios, que presumiblemente parecen haber sido hechas por tu nueva compi de cuarto. Efectivamente tus maletas y cosas están encima de la cama libre. Las paredes que te pertocan aún tienen restos de celo mal despegado, como si alguien hubiera quitado pósters a toda prisa para dejar el sitio limpio en pocos minutos.

-Hola, tú eres mi nueva compañera?- una chica rubia y de sonrisa encantadora te mira desde la puerta, cargando con un neceser blanco con florecillas rosas. Está claro que viene del baño comunitario, de lavarse los dientes o algo similar. Lleva un pijama lila con pingüinos estampados, de dos piezas, de corte masculino pero entallado. No es una chica descuidada, todo lo contrario.

-Me llamo Etienne- te ofrece la mano, sonriendo abiertamente -Creo que has conocido a mi prima en el comedor, Sarah, verdad?- te pregunta con voz amable, sin pizca de malicia alguna, mientras entra en el cuarto y cierra la puerta -La chica del portátil y las gafas de pasta- aclara, por si en un descuido la chica no te hubiera dicho su nombre, parece conocerla muy bien -Es buena chica, un poco despistada, pero totalmente inofensiva. No es como Rapunkzel, me contaron lo que te pasó con ella. No te lo tomes a mal, se lo hace a todas, en especial a las nuevas, su última compañera acabó con 3 puntos en la cabeza, a la semana de estar con ella.

Parece que tu nueva compañera no está tan mal, al menos no ha intentado tirarte nada a la cabeza, quizás es un poco pija y Barbie para tí, pero está bien si no es violenta. Y con todo lo pasado no tardas en acomodarte y meterte en la cama antes de que cierren las luces y te quedes a oscuras, con la suave respiración de Etienne como único sonido.

Las farolas que hay en el exterior iluminan pobremente el lugar y su brillo se ve muy lejano desde dentro de la residencia. Ahí es cuando todos os hacéis conscientes de que ya no estáis en casa, ya no estáis en la civilización, no hay ruido de coches, de gente, de vida, sólo un silencio mortal y el batir de alguna persiana de vez en cuando a causa de alguna corriente fortuita de aire nocturno. La solitud de estar fuera de todo lo conocido. De vez en cuando oís algún crujir de madera, alguno se habrá levantado para hacer una visita al baño, pensáis.

Se sumió en un sueño ligero e incomodo que se interrumpía brevemente cada vez que escuchaba los quejidos de la castigada y vieja madera. Adormilado pensó que podrían renovar la maldita casa pero no le costó volver a dormirse una y otra vez, cada vez que se despertaba.

A dormir en una cama ajena y más incomoda y pequeña que la de su casa con colchón de última generación, se le sumaban los misteriosos ruidos que escuchaba y que aquel tío decían que eran producto de su imaginación, y por supuesto la humedad del colchón, sabanas y demás...