Partida Rol por web

La luz de la lámpara de gas dibuja motivos extraños en las paredes, que danzan sobre ellas creando siluetas en las sombras. El viento proveniente del mar golpea la ventana, azuzando los cristales con fuerza. Sientes el miedo recorrer tu cuerpo, ese a lo desconocido. Quizá Shana tenía algo de razón cuando te hablaba de los monstruos que poblaban no sólo las pesadillas de los niños, sino también la niebla. Y justo cuando crees que ha sido todo una alucinación, algo únicamente producto de tu imaginación infantil, una voz aguda y espectral se cuela en tu habitación.

Aaaaalastaaaaair. 

La madera del suelo del pasillo cruje una vez y luego otra, como si alguien estuviera acercándose. Puedes escuchar el sonido de tu respiración, que se vuelve más fuerte a medida que todo sucede. De repente, los pasos paran. ¿Estarán junto a la puerta? ¿Podrán observarte? Pero si tú no los ves, ellos no pueden verte…

Aaaaalastaaaaair. 

Un escalofrío se apodera de tu cuerpo, como si fuera un rayo que lo atraviesa. La temperatura ha disminuido drásticamente en la habitación, y al respirar, una nube de vaho sale de tu boca. Miras fijamente la puerta, esperando que en cualquier momento alguien entre allí y te de el susto de tu vida, y es entonces cuando notas cómo algo fluye por debajo de ella. Es agua. Un pequeño charco de agua que se cuela en tu habitación, como si el resto de la casa se estuviera inundando. 

Alastair, dice alguien junto a tu oído. Y la luz se apaga de repente. 

Lo que en un principio parecía divertido e incluso curioso, ahora mismo empieza a dejar de gustarme. Hoy más que nunca, me da miedo la fuerza con que el viento choca contra la ventana, como si fuese a romperla para que la niebla entre en mi alcoba. Pero nada parecido como la primera vez que escucho mi nombre. Eso sí que es miedo. Suelto un pequeño chillido y empiezo a temblar, respirando con fuerza y con el corazón haciendo pum pum muy fuerte. Oh Dios. Oh Dios.

Intento calmarme pensando en la de veces que he asustado yo a alguien. Venga, Alastair Harrington Jr, tú no te asustas. Adoras esta isla y sus misterios. Me aseguro de que ninguna parte de mi cuerpo sobresalga de la cama o estaré perdido. Lo que sea que me llama me atrapará si sobresale aunque sea una pierna. Ay, ay. Me empiezan a picar los ojos, amenazando con llenarse de lágrimas, la segunda vez que oigo mi nombre y pasos.

Pego un nuevo chillido cuando veo el agua colarse por debajo de la puerta. ¡¡LOS TRITONES!! ¡¡VIENEN LOS TRITONES!! ¡¡VAN A COMERME!!

- ¡¡MAMIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!! -Grito con todas las fuerzas de mis pulmones cuando la luz se apaga después de que me 'hablen' al oído, tapándome acto seguido con la sábana con fuerza y haciéndome un ovillo, llorando y llamando a mi mami insistentemente con los ojos bien cerrados. También llamo a Padre alguna vez, incluso a Shana, pero sobretodo a mami. ¡Mami! ¿¡Dónde estás!? ¡Quiero ir con mami! ¡¡No quiero morir aquí!! - ¡¡¡BUAAAAAAAAAAAAAAH!!!

No tengo ni idea de dónde estoy ni de por qué me he despertado aquí, pero la parte buena es que me he despertado y eso significa que he dormido y eso está más que bien, es mucho más de lo que cabría esperar. Miro al techo y esto no se parece en nada a la sala de Urgencias donde he tenido que ir más de una vez a lo que me pongan lo que sea para dormir, este sitio es diferente, por no hablar de que nunca me ataban y que eso de las paredes acolchadas es como muy de manicomio, joder, ¿no me habrán metido en un sitio de esos? Mis padres son capaces, pero me obligo a hacer memoria y aunque me cuesta lo recuerdo, lo de la Escuela y todo eso, el viaje en avión, en barco. Joder, juegan fuerte aquí, para el primer día ya me han atado y eso que no recuerdo que haya ocurrido nada en concreto aunque algo dentro de mí me dice que sí, que ha ocurrido algo en concreto porque sé que a veces ocurren cosas, como esa vez que le grité a una persona cualquiera en el tren porque creía que me estaba espiando o no se qué subnormalidad y mis padres pasaron una vergüenza horrible. O la vez que pensaba que se me había olvidado escribir y la lié en clase. Esa clase de cosas, igual ha ocurrido algo así.

Uf, qué mal. No tengo ni idea de cuánto tiempo me van a tener aquí, ni qué hora es ni nada, porque ni siquiera hay ventanas para saber si es de noche o de día, y encima tampoco tengo especialmente claro qué hora era cuando ha ocurrido lo que haya ocurrido así que no puedo ni siquiera hacerme a la idea. Encima por si fuera poco me pica horriblemente una marca que tengo en el brazo donde supongo que me han inyectado algo, pero claro, no puedo arrascarme y por mucho que intente hacer algo, no puedo. Quiero irme de aquí, de pronto tengo muchas ganas de hacer cosas, que es lo que me pasa cuando he dormido, que me parece que tengo que recuperar el tiempo perdido como sea, pero claro, obviamente estar aquí encerrado no me ayuda en absoluto.

- ¿Hola? - me siento un poco idiota porque es como las movidas de las películas de casas encantadas y chorradas similares, sobre todo porque fuera no se escucha nada pero lo mismo hay alguien vigilando y me oye y me saca de aquí, que ahora mismo me quema estar aquí perdiendo el tiempo. Dios, de pronto me acuerdo de algo de que se me ha mojado toda la ropa y todo. Joder, qué asco, ropa mojada en este lugar tan húmedo, no quiero ni pensar cómo estará todo eso - Oiga, sea quien sea que esté ahí, ya me he despertado y prometo portarme bien, pero tengo que salir de aquí - grito, pero como si nada. Uf, esta situación es lo peor, y sé que forcejear no va a servir de nada más que para que piensen que voy a hacer chorradas otra vez, así que estoy quietecito a ver si así se creen que me voy a portar bien (voy a hacerlo) y entonces me sueltan. Venga, por favor - ¿¡Hola!? - me ha parecido escuchar algo pero seguro que era solo el viento. Menuda mierda.

-Hola- oyes de repente como toda respuesta a todos tus ruegos. Es una voz de chico. Oyes como alguien retira una silla, con sumo cuidado de hacer el menos ruido posible, y camina hacia ti y enciende una pequeña lamparita de mesa. Y por fin se hizo la luz!

-Soy Ralph. No grites por favor, si me descubren acabaré igual que tú o peor, me matarán- ves como mira hacia la puerta del cuarto donde estáis ambos retenidos. El muchacho acerca su rostro hacia el tuyo, lleva el cabello oscuro cortado pulcramente y sus ojos son de color avellana. Sus gafitas de pasta negra le caen ligeramente sobre la ancha nariz. Va vestido con el uniforme escolar y lo lleva con suma elegancia, no es un mindundi cualquiera, es un niño rico con una buena educación.

Entonces oyes Eso. Al principio parece como si algo mojado y pesado se arrastrara por el suelo de madera del pasillo, pero luego ese sonido amortiguado pasa a ser más nítido y se parece más al sonido de algo arañando el suelo con algo metálico. Y cada vez lo oyes más cerca, está en movimiento y lo más importante, parece ir en vuestra dirección.

Ralph levanta la mirada y se mueve nerviosamente.

-Tenemos que irnos, Él viene y nunca te libras de él. Huyamos- te susurra muy bajo pero por su tono de voz dirías que está histérico y aterrorizado. Empieza a batallar con las cinchas que te atan las muñecas, con las manos temblorosas y dedos torpes y sin parar de lanzar miraditas a la puerta. Los acuchillamientos al suelo se oyen cada vez más cerca. Ralph finalmente consigue liberarte la muñeca derecha y se esconde detrás de tu camilla, encogido, intentando calmarse y respirar hondo.

Las primeras horas de la noche no son las más agradables de tu vida que digamos, aunque consigues quedarte dormido hasta que las campanas te despiertan. Tu cuarto sigue a oscuras, con la leve luz tenue que entra de fuera, de las farolas antiguas, pero al comprobar que todo está en orden no ves la silueta de tu extraño compañero en su cama. No sabes si ha vuelto o no, pero lo cierto es que no recuerdas haber oído a nadie entrar, así que es probable que esté durmiendo en algún pasillo, como el perro pulgoso que es.

Entonces oyes algo en el techo, como si algo arrastrara un cuerpo muy pesado y el goteo de agua, que luego se convierte en unos arañazos en la madera. Si es una rata, debe ser enorme. Y se mueve, en línea recta. En menudo momento descubres que tienes tan buen oído, vamos. O quizás es porque hay tanto silencio que lo magnifica todo. Las cuchilladas en el techo se acercan cada vez más y se escuchan más profundas. Y nadie más que tú parece percatarse de ello, por la falta de movimiento humano en el edificio...

Tus gritos levantan a todos los de la casa, pero la primera en entrar es Shana, que atraviesa corriendo la habitación hasta llegar a ti. Lleva puesto un camisón largo y blanco y la melena rojiza le cae sobre los hombros; desde que entró a trabajar para los Harrington está allí interna.

- ¿Qué pasa? ¿Qué le sucede? –pregunta, alarmada, mientras te coge por los brazos para que reacciones. 

Quieres explicarles todo lo que ha pasado: las risas, los pasos, el agua y las voces. Pero en cuanto miras hacia la puerta para señalar el charco, este ya no está. Ha desaparecido sin dejar rastro, como si no hubiera sucedido nada. ¿Ha sido todo un sueño? ¿Te habrás quedado dormido sin darte cuenta? 

Tu madre no tarda en llegar a tu cuarto y correr a abrazarte, con tu padre detrás, quien se mantiene en el marco de la puerta. La primera va también en camisón, aunque es uno muchísimo más delicado y caro que el de la sirvienta. Aparta a Shana sin miramientos y te achucha contra su pecho en un gesto protector. 

- Mi pequeño –susurra, antes de mirar a su marido y adoptar un tono acusador-. Te dije que no tendría que haber salido tan tarde, ¡con toda esta niebla! –vuelve a dirigirse a ti- ¿Qué ha pasado, mi dulce Alastair? 

Lord Harrington frunce el ceño en cuanto tu madre le dice todo eso, pero no hace ademán de avanzar. Con Madeleine ahí, sabe que en cuanto se acerque se llevará un zarpazo de parte de Mamá Loba. 

- No digas tonterías, Maddie –refunfuña-. Ha sido sólo una pesadilla. Shana, dale un poco de leche caliente con miel y que se vuelva a dormir. 

Es extraño el funcionamiento del karma, pero llegas a creer que es verdad porque esa noche, a pesar de todo, estás en calma. Puede que todo lo de Rapunkzel y el chico que tiraba bandejas haya llenado tu cupo de mala suerte diaria, pues esa habitación parece segura, confortable y, lo más importante de todo, tranquila. No hay presencias extrañas, ni el sentimiento de estar siendo observada, ni voces fantasmales que te acosan desde la ultratumba. Nada de eso. Quizás la escuela no esté tan mal como todo el mundo piensa...

Continuo llorando y berreando encogido debajo de las sábanas hasta que alguien -Shana- las retira y me agarra, preguntándome qué ha pasado. ¿¡Qué ha pasado!? ¡¡QUÉ NO HA PASADO!! A pesar de que mis ojos están llenos de lágrimas, miro a mi alrededor en busca de los fantasmas y voy a señalar el suelo encharcado cuando veo que ¡no está! Dejo de gritar de golpe, notando mis mejillas empapadas de lágrimas. Tengo mucho, mucho, mucho miedo y eso hace que vuelva a llorar, a pesar de que ya no están las pruebas de lo que ha pasado. Me abrazo a Shana, porque estoy seguro de que si ella no llega a venir, los monstruos me habrían hecho daño.

Sorbo los mocos en el momento en que Mami y Padre entran por la puerta. Estiro mis brazos rápidamente hacia Mami, que me coge y me achucha y ya me siento bastante mejor. Me aprieto bien contra ella, temblando del miedo.

- He escuchado... he escuchado a alguien... -Balbuceo, sorbiéndome los mocos y llorando otra vez aunque ya no grito. - Me ha llamado... p-p-por mi nombre y... y... y el suelo... sallenadodeagua y... la l-luz... -Me paso los puños por la nariz moqueante- se ha a-apagado y... y... mi nombre otra vez... en la oreja... a mi lado y... ¡¡He pasado mucho miedo!! -Lloro otra vez, hundiendo mi cabeza en el pecho de mami.

Sé que Padre no me creerá, porque los profesores tampoco creen a los alumnos cuando yo les gasto bromas. Pero mami sí que me creerá y no me dejará solo. De golpe mi habitación me da mucho miedo y no quiero dormir aquí.

Se movió incomodo de un lado a otro, aquella cama no le permitía dormir y no sabía si era por que todavía estaba húmeda, porque era una cama extraña de baja calidad o porque el ambiente tenebroso de aquel sitio le incomodaba demasiado. O tal vez fuera una mezcla de todo. Volvió a despertarse y cambió de postura. Si iba a pegarse la noche durmiendo a trompicones al día siguiente seguro que tendría más sueño del que pudiera aguantar para conocer bien su nuevo centro.

No vio a su compañero, pero tampoco le preocupó más allá de lo necesario. Su mayor preocupación con respecto a ese tema era que al entrar en el cuarto su compañero pudiera despertarle. Esperaba que fuera silencioso o tendría que darle una lección para que lo fuera. Con la noche que estaba pasando solo le faltaba que lograra dormirse y ese gilipollas le despertara de nuevo.

Mientras cavilaba sobre este tema escuchó un ruido en el techo. Al principio no le dio importancia, pensó que sería alguna rata, y puso cara de desagrado. No por el bicho en sí, en aquellas casas era normal que hubiera ese tipo de animales pululando por los huecos entre los pisos, sino por el hecho de que los bedeles y demás encargados de la casa no se molestaran en hacer bien su trabajo. ¿Qué sería lo próximo?. ¿Es que tan decadentes eran en ese parte del mundo sin civilizar del todo?.

Entonces el ruido aumento como si aquella puta rata quisiera arrancar el techo y cruzar al otro lado para saltar sobre él. Aquella idea le hizo levantarse de golpe y correr a buscar la luz mientras miraba al techo para ver si la rata lograba atravesarlo.

Lo bueno es que hay alguien más aquí, pero lo malo es que parece aterrorizado y eso no me hace ninguna gracia, porque estar atado da mucho mal rollo, pero si encima hay alguien que está asustado y te advierte de que algo terrible se acerca, entonces ya sí que sí la cosa se pone muy fea. Me permito forcejear aunque no lo hago muy fuerte porque no quiero llamar la atención de nadie y no quiero que este chico, Ralph, se piense que soy peligroso o algo así y decida dejarme aquí atado y que sea lo que esa eso que se acerca me destripe, o algo así. Ahora que lo pienso, a lo mejor este chico está como una regadera y ese sonido es simplemente la señora de la limpieza que es un poco siniestra, o algo así.

- ¿Pero quién es él - pregunto, aunque no es momento de preguntas y menos momento de respuestas porque Ralph se pone a forcejear con la cinta que me ata la muñeca derecha y yo le dejo hacer, lo primero porque no puedo impedírselo y lo segundo porque de pronto creo que hacer demasiado ruido no sería prudente y yo la mayoría de veces no lo soy, pero creo que ahora mismo es imperativo. Me estoy quietecito pero Ralph parece darse por vencido y mientras el sonido, sea lo que sea eso, se sigue acercando, se esconde detrás de mi cama.

Esta situación es muy extraña. Me quedo quieto tumbado en la cama mientras el sonido está realmente cerca y no sé como actuar porque ahora mismo estoy horrorosamente indefenso, todavía atontado por el efecto de lo que sea que me han puesto y con solo el brazo derecho libre, lo cual no me deja mucho margen de movimientos. Decido que la mejor opción es la más cobarde: hacerme el dormido y que sea lo que Dios quiera.

Esta parecía que iba a ser una noche tranquila, como finalmente así fue. Lo agradecí, porque tras el mal comienzo... y el posterior encuentro con... aquello... Me merecía un respiro.

La lámpara de la mesita es de esas antiguas y te cuesta dar con el interruptor para encenderla. Tanteas con los dedos mientras miras hacia el techo, donde los ruidos pesados de arrastre y los arañazos contínuan llegando desde el piso de arriba. Sí, estás casi seguro de que viene de arriba, de la planta superior. Entonces oyes un sonido metálico y algo chirriante, alguien está manipulando el pomo de la puerta de tu cuarto, alguien está intentando entrar... Tus dedos finalmente alcanzan el botón de encendido, pero seguro que es lo mejor, iluminar tu cuarto, dar a saber que estás despierto?