Partida Rol por web

Después de pasar una noche de mierda, en la que no pararon de interrumpirle cuando trataba de dormir, ahora tenía que hacer cola en aquel pasillo para que les hicieran una especie de revisión médica. Por si aguantar aquello no fuera ya suficiente castigo. En su primera noche en aquel lugar, había tenido que aguantar a su extraño compañero de habitación, que el detector de humo activara el agua y terminaran todas sus cosas empapadas, las voces que le llegaban a través del respiradero de sus vecinos ruidosos y al maldito crío que se coló en su cuarto. No sabía cuanto habría pagado su padre para meterlo allí pero esperaba que conservara la factura para cuando fuera a reclamar que le devolvieran el dinero.

No obstante decidió solucionar todo aquella misma mañana, con un poco de suerte a la hora de la comida ya estaría en vuelo rumbo a casa y dejaría atrás aquel nido de ratas de mierda. Por ello se había vestido con el uniforme de la escuela, pretendía dar una buena imagen. Además toda su ropa se había mojado por el puñetero detector y no le quedaba nada seco salvo la ropa del día anterior. Se había mirado en un espejo antes de salir de su cuarto y había sonreído conforme con su aspecto: trajeado, perfectamente peinado y con la sonrisa encantadora siempre ensayada. Lo único bueno de esa escuela de momento era el traje del uniforme.

Fue a desayunar pero el comedor estaba cerrado y eso hizo que su cabreo volviera a aumentar. Una atractiva mujer rubia, que sin duda sería una de las profesoras le explicó que debía ir a la enfermería y le deseo suerte. Algo en ella hizo que a Andrew le cayera bien de inmediato y mentalmente la calificó como la única persona normal que había visto hasta el momento en aquella escuela llena de gilipollas. Pero una vez en la cola de la enfermería su paciencia volvió a colmarse por la larga espera. AJ no estaba nada acostumbrado a tener que esperar, y menos a hacerlo guardando cola como si fuera un puto pordiosero.

Todas estas circunstancias habían alimentado su mal humor, además a su espalda había escuchado la desagradable voz de su compañero de habitación. -Mi padre podía haber pagado algo más para que mi habitación fuera individual... - Pensó indignado.

Estaban tomándole el pelo a otro crío que no paraba de preguntarle cosas a la chica que tenía detrás. Después de tener que haber aguantado a un crío durante toda la noche sabía por propia experiencia que a ella no debía serle grato tener que cuidar de él, aunque la falta de empatía de Andrew no le llevaba a compadecerse de la muchacha ni mucho menos. Se alegraba de que no le hubiera tocado a él tener que cargar con otro mocoso.

El chico zombi que estaba atrás mío se entromete en la conversación, explicándome lo que es el semen. ¿Así que es un ingrediente para la comida? Aaaaah... ¿pero entonces cómo se puede meter en la nariz de la chica? Mi cara refleja la confusión que siento y, en respuesta, miro a la chica. Definitivamente debe ser tonta. ¿Cómo puede alguien ser taaaan tonto como para que se le meta un ingrediente por la nariz y tener que ponerse eso para evitarlo?

Me giro para volver a mirar al chico zombi y, sin decir nada, doy un par de pasitos hacia adelante que me alejan de ese chico y me acercan a la chica. No sé, pero algo me dice que si estoy muy cerca de él me va a contagiar lo que sea que tiene y le hace tener esa cara. O igual es que su cara no me gusta. En cualquier caso, aún habiéndome enseñado qué es el semen, no quiero juntarme con escoria. Miro a la chica cuando me pregunta.

-Yo vivo aquí. -Respondo con paciencia, como si le estuviese explicando a una tonta que dos y dos son cuatro. -Siempre he vivido aquí... en el Bosque. -Mi mirada refleja pura malicia al añadir dónde "vivo". - ¿Queréis venir? Aunque entiendo que a los estudiantes os dé miedo, porque tenéis prohibido ir...

La gótica me mira extraño aunque no sé muy bien por qué, imagino que por la chorrada que acabo de decir, aunque parece ser que eso le ha hecho gracia. Bueno, ella sabrá, yo tampoco le voy a preguntar, y ahora que la miro recuerdo vagamente haberla visto antes, creo que cuando llegamos. No sé si se presentó, pero si lo hizo desde luego he olvidado su nombre y no se lo voy a preguntar porque no termina de hacerme gracia que me mire raro. Como sea, por raro que suene, el crío parece creérselo y eso me hace mucha gracia. No sé qué edad debe tener, como unos doce años, y yo creo que a su edad ya tenía más que claras esas movidas pero vete a saber, lo mismo no lo sabe porque está tarado y por eso vive aquí, que creo que es la idea. 

Resulta que dice que ha vivido siempre aquí, que ha vivido en el bosque, dice, poniendo cara y voz como de película de terror, así que definitivamente está chalado. Le doy un trago al zumo de naranja, me estoy empezando a aburrir, ¿cuándo nos van a dejar entrar y nos vamos a poder ir? He dormido, quiero hacer un montón de cosas y esperar en fila no es una de ellas. El crío dice que nos puede llevar a su casa, supongo que al bosque, donde no debemos ir, dice. Imagino que es todo una mentira, seguro que es mentiroso compulsivo, pero yo ahora me aburro mucho - Vale, cuándo, ¿ahora? Ahora me parece bien - admito, aunque sé que no es lo más correcto, de hecho es lo más incorrecto, han dicho que nos tenemos que portar bien y todo eso.

- Vale, tengo una idea, cuando nos quitemos esto de encima podemos ir a ver la casa esa que dices en el bosque al que supuestamente no podemos ir - no quiero quedarme en este sitio pudiendo estar fuera cuando he DORMIDO que es una cosa que ocurre cada veinte años, y yo ni siquiera tengo veinte años - Podría estar bien - miro a la chavala gótica y de paso le dedico una mirada de reojo a mi compañero de habitación, no se vaya a chivar o algo así. Creo que Ralph no aprueba para nada esto porque no sé por qué es como que de alguna manera sé que es un caguica, pero ni idea de por qué. Bueno, si no quiere, que no venga, ni que fuéramos súper amigos ni nada, aunque lo del zumo ha sido un detalle, la verdad.

¿Ahora? Me horrorizo ante la idea de desobedecer a Mr. Svoboda y sufrir las represalias de padre, pero antes de responder él mismo cambia de idea. Luego mejor, sí. ¿Que si será divertido? Je

¡Guay! Entonces el chico zombi se anima a venir al Bosque. ¿Y la chica vampiro? A todo esto, cómo ha evitado responder a mi pregunta. Seguro que es una vampiro.

- Os puedo enseñar la isla. Es muy grande y tiene muchos sitios donde esconderse. Y hasta sé un pasadizo secreto para salir de la Escuela sin que nadie te vea -Sonrío inocentemente tras dejar caer la bomba.

Continuaba aguardando en aquella interminable fila que parecía no avanzar ni un misero milímetro en todo el tiempo que llevaban allí. A su espalda la conversación continuaba y se estaba volviendo cada vez más insufrible. Si se querían ir que se fueran, pero que le dejaran en paz... Hasta que las últimas palabras del niño llamaron la atención de AJ y se giró hacía ellos con un intenso brillo en los ojos.

-¿Ah sí?. - Preguntó interesado. -¿Y hasta donde lleva ese pasadizo?. ¿Se puede ir al pueblo ese que vimos al llegar?.

Novatos. Siempre tan prebecibles, con tantas ganas de huir de la Escuela... Miro al chico alto con una sonrisita de inocencia.
- Claro. Hay que andar un poquito, pero se puede llegar al pueblo.

Miro a la chica.
- ¿Tú vienes, chica vampiro?
 

Miré escéptica al paji. Demasiado rápido había cantado.

- ¿Qué ganas tú con esto? -Enarqué una ceja y apoyé mi mano en la cadera, esperando su respuesta.

En realidad, he decidido que salir de la Escuela de manera permanente no me conviene porque hoy he dormido y eso hacía mucho que no me pasaba así que aquí deben tener drogas estupendas, pero a lo mejor una vuelta no estaría mal. Además, no me apetece nada pasar por la revisión, he tenido que pasar por muchas en mi vida y justo antes de venir aquí me hicieron otra, ¿para qué voy a tener que repetirla? 

- ¿Decís ahora? Si nos pillan ahora nos podemos meter en un lío, e igual nos expulsan o algo así - mi padre no fue muy preciso en cuanto a qué pasaría exactamente si me expulsaban, pero nada bueno. Bajo un poco la voz porque no es cuestión de que se entere todo el mundo, hay que ver qué listo me vuelvo cuando he podido dormir - A lo mejor deberíamos esperar a que no hubiera nadie, ahora esta gente se lo contará a todo el mundo, que nos hemos ido y eso.

Meditó durante un instante aquella situación. Lo de que hubiera un pasadizo que llevara fuera de la escuela era una buena opción si después de hablar con los directores de aquella institución no lograba conseguir nada claro. Siempre había que tener un as en la manga por si los planes no salían bien. Iba a exigir que le dejaran volver a su casa y estaba convencido que después de la mala experiencia de aquel día era lo justo pues la gran suma de dinero que había dado su padre equivaldría a un trato mejor. Sin embargo, si se escapaba de primeras podría meterse en problemas así que decidió dejarlo como última opción.

Miró al pequeño grupo que habían formado. -Bien, yo soy Andrew Jason Ellis. Podéis llamarme AJ, o Andy, como queráis. -A Dylan ya lo conocía y por ello sus palabras iban dirigidas a la chica y al niño, les sonrió del modo más encantador que pudo, sobre todo a la chica, y esperó a que ellos también se presentaran.

-Escuchad, -dijo después, -yo voy a quedarme en la fila, confió en que después de hablar con ellos me dejen volver a Estados Unidos sin mayores problemas pero no está de más saber eso. -Le guiñó el ojo a Alastair. -Pero si vosotros queréis ir a dar una vuelta no tengáis problema. Yo os encubriré con los de ahí dentro. -Les propuso en voz baja como solución a lo que preocupaba a Dylan.

Otra vez la chica vampiro no responde mi pregunta haciéndome otra a mí. Me quedo mirándola fijamente casi sin pestañear. Me molesta: no suele pasar que una pregunta mía no sea respondida por cualquiera de los presentes en la Escuela. Además, confirma mis sospechas: es una vampiro. Solo un monstruo no tiene miedo a un Harrington y un vampiro es claramente un monstruo. Sonrío. Qué guay, un vampiro. Me gusta.

El chico zombi habla y demuestra por qué no debería hablar. ¿Cómo les van a echar de la Escuela por algo así y despreciar el dinero que ganan con ellos? Además, tampoco parecen tan raritos. No como Rapunkzel. Si no la han echado a ella ni a Cerdi, pueden estar tranquilos, que sólo les caería un acto disciplinario sin importancia.

Miro al novato número 3, el único que parece normal. Aburridamente normal. ¿Por qué estará aquí? Lo entiendo después de dar su nombre. ¿Quién querría irse de Corvale Island sin siquiera haberla explorado? No concibo mayor error que rehusar desconocer los secretos que hay aquí por deseo propio. En cualquier caso, no tiene importancia.

- No te vas a ir. -Digo tajante casi sin dejar de chupar la piruleta.

Vuelvo a mirar al chico zombi, porque él sí me intriga. No parece espabilado, ni deportista ni muy rico. ¿Cómo ha entrado en esta Escuela? Me lo quedo mirando fijamente, hasta el punto de dejar olvidada la piruleta.

- Yo ahora tampoco me pienso mover de aquí, es de suicidas. Dejen o no irse pidiendo permiso permanecer en la fila es lo más sensato, mientras nos examinan nos identificarán y si falta alguno... -Pasé mi dedo índice por el cuello.- Y no es ser gallina, -bajé la mirada hacia el niño- es tener dos dedos de frente. No es el momento.

Sabía que el chico de la movida en el comedor no hablaba de ir a explorarlo inmediatamente, pero no tenía muy claro que el niño hubiese hecho caso a esa parte concreta de la conversación.

- Yo soy Neala. -Dije tras una pequeña pausa, al percatarme de que no me había presentado aún a pesar de que algunos (bueno, AJ), si lo habían hecho.- Por cierto, ¿cuándo se va a mover la jodida fila? -Incliné mi cuello hacia un lado, para poder ver si conseguía enterarme de qué estaba pasando para que tardasen tanto en... hacer algo.

Ralph al principio parecía algo distraído, mirando para los lados y a su reloj de oro, un rolex auténtico (nada de falsas imitaciones). Escucha vuestra conversación de pasada, como no dándole demasiada importancia, hasta que parece salir de su mundo interior al oír lo del bosque.

-Queréis ir a Mayrose Wood? En serio?- pregunta en tono escéptico, acompañándolo de una mirada de incredulidad igual de efectista -No es que esté prohibido salir de la escuela ni nada pero los lugareños cuentan historias muy raras al respecto...- os susurra algo siniestramente -Aunque si vais, yo quiero ir también, mero cotilleo- se encoge de hombros -Pero antes hay que pasar por la revisión o nos quedamos sin comida en todo el día, pasan lista, soy muy rígidos con eso, es por los bichos de la isla, son tóxicos- vuelve a encogerse de hombros con indiferencia.

La cola avanza con cierta lentitud al principio, mientras estáis hablando y decidiendo si os saltáis el tema de la revisión o no. Pero al cabo de un buen rato la cosa se acelera y van entrando de tres en tres, en vez de uno a uno como antes, y en poco rato estáis en cabeza de la cola y os toca entrar. El enfermero Eriksen sale a recibiros, con la lista en la mano, y pronuncia vuestros nombres.

-Andrew Ellis? te toca, boxer tres- le indica al joven millonario. Señala hacia unas cortinas a mano derecha, donde un hombre con bata blanca espera mientras mira unos papeles detenidamente.

-Neala Von Unwerth? Boxer 1- sonríe a la chica morena, no sin cierto encanto, indicándole hacia otras cortinas a mano izquierda, donde la doctora Tittensor está esperando, con una sonrisa amable.

-Alastair Harrington? Conmigo pequeño! Te ha tocado!- bromea el guapo paramédico, indicando con la mano el boxer del centro, cuya cortina está descorrida, esperando a su nueva víctima.

-Dylan, Ralph, sois los siguientes así que no os acomodéis mucho- les guiña un ojo cómplice a los dos muchachos. Ralph sonríe sin ganas, no le cae mal el enfermero pero lo de las agujas no le hace mucha gracia que digamos.

Al acercarte al boxer que te han indicado, un hombre con gafas de pasta negra y la clásica bata blanca de médico te espera con paciencia. Parece sacado de otro tiempo, tal vez tres décadas atrás, pero al menos tiene aspecto de ser un profesional de verdad.

-Andrew J. Ellis verdad? Por favor, siéntese ahí- señala la camilla que está cubierta de una sábana blanca e impoluta -Y levántese la manga del brazo derecho- dice éste con voz monótona, para él esto es algo normal y corriente. Coge una jeringuilla con una aguja bastante larga y un botecito con un líquido amarillo piolín. Clava la aguja en el tapón del botecito y va extrayendo la sustancia líquida con toda la tranquilidad del mundo, sin prestarte mucha atención.

-Hola Neala, que tal has dormido esta noche? Espero que mejor con tu nueva compañera, Etienne, es una buena chica, no te dará ningún problema. Jemima está mejor ahora, no se lo tengas en cuenta, es una chica con muchos problemas...- la mujer de aspecto elegante te sonríe cálidamente y te indica que te sientes en una camilla cubierta con una sábana blanco nuclear. En una mesita auxiliar hay una jeringuilla con un líquido amarillo dentro -Si te levantas la manga acabaremos en seguida, no te dolerá, no soy Eriksen pero no se me da mal- bromea la doctora.

El enfermero te pasa un brazo por los hombros y te conduce al boxer vacío. Te ayuda a subir a la camilla cubierta con una sábana de algodón blanco, limpita y suave al tacto. Te ayuda a subirte la manga del brazo derecho.

-No te dolerá nada, te lo prometo, es mi especialidad! Y a cambio te daré una muffin de chocolate que ha hecho Bevin para los que se porten mejor- dice éste con voz amable. Eriksen es buena gente, siempre te lo ha parecido, no han sido pocas las veces que te ha curado heridas en las rodillas y quemaduras tontas que te has hecho en tus correrías y travesuras varías. Te fías de él, sabes que es condenadamente bueno y que ni te enterarás del pinchazo. Y efectivamente así es, para cuando te da por mirar ya ha acabado todo y Eriksen te está ofreciendo ya tu justa recompensa.

La muchacha rubia de sonrisa dorada aparece por el pasillo, coreada por tres chicas más, igual de guapas: una afroamericana despampanante vestida con pitillos rosas y jersey de angora fucsia, que a pesar del color, enmarca con suma perfección todas sus curvas, y resaltando el color achocolatado de su piel; una pelirroja de ojos verdes profundos y llena de pecas, llevando un vestido ceñido negro, con cuello mao blanco y medias negras hasta el muslo, y luego la Otra, la rarita del portátil, que es la única que va con el uniforme puesto, como vosotros. Todo el mundo se aparta a su paso, como si fuera la mismísima Reina Victoria entrando en el edificio. Cuando pasa por tu lado parece irradiar una luz especial, cálida, hermosa, dorada y muy brillante, se para delante de tí y te sonríe con la dulzura de la miel. Te mira con curiosidad, no parece despreciativa.

-Hola, eres nuevo verdad?- su voz suena como pura música en tus oídos.

Al escuchar mi nombre me dirigí hacia donde el enfermero me indicaba. ¿Por qué todos los tíos me sonreían tanto? En un sitio como este daba... hasta miedo.

Tomé asiento y me levanté la manga, tal y como me había dicho la doctora. No era muy fan de que me pinchasen, y menos sin saber qué era y... en un sitio como aquel pero ¿qué otras opciones tenía? Solo esperaba que no acabase super colgada por ahí o inconsciente.

- No se preocupe, no se lo tengo en cuenta... -Aunque si no vuelvo a ver ni un milímetro de algo pelirosa, mejor.- Si, Etienne parece una buena chica, aunque me preocupa que tenga que recurrir a somníferos... Yo misma he tenido que hacerlo en alguna ocasión y no acaba siendo nada bueno, es mejor superar las cosas por uno mismo, aunque cueste.

Se nos acaba el chollo de estar planeando cómo ir hasta el pasadizo misterioso ese, porque en cuanto la cosa empieza a ponerse emocionante, resulta que tenemos que pasar a la enfermería a que haga lo que sea que nos toca. De todos modos, parece que la cosa de ir a buscar el sitio ese ha cuajado, y hasta Ralph se ha apuntado lo cual me tranquiliza un poco porque me fío de él, que seguro que sabe lo que se hace que parece que es veterano. Mayrose Wood. Intentaré acordarme, aunque sé que seguramente en algún momento lo termine olvidando pero bueno, de momento ahí queda. El enfermero empieza a pasar lista y todo el mundo tiene que ir entrando, pero a mí y a Ralph nos toca aún esperar un rato, aunque según él, no mucho. Mejor, prefiero pasar por esto cuanto antes y olvidarme del asunto de la enfermería.

Se me ha acabado ya el zumo y es una mierda, porque vuelvo a tener la boca pastosa, aunque a lo mejor en la enfermería me dan agua si lo pido. Estoy a punto de preguntarle a Ralph a ver dónde está el baño y si cree que me dará tiempo a ir, para al menos llenar el vaso en el lavabo, cuando de pronto aparecen unas chicas que con su actitud no dejan lugar a dudas: forman parte de la élite. Lo de la élite es algo que yo conozco de pasada porque nunca me he acercado a formar parte de ella, más que nada porque cada vez que hablaba con alguien terminaba liándola y conseguía justo lo contrario siempre, es decir, ser un apestado. Seguro que estas chicas no son diferentes, por muy buenas que estén luego serán unas putas y me mirarán mal y ese tipo de cosas, pero no.

Casi no me lo puedo creer cuando una de ellas, encima la que parece la líder, me mira y me saluda. A ver, tampoco es que sea mi tipo (tampoco tengo muy claro cual es mi tipo) pero es innegable que es guapísima y que está muy bien, voy a tener que concentrarme para no mirarle las tetas, y lo consigo, no quiero cagarla en el primer día, bueno, en el segundo - Hola. Sí, soy nuevo, llegué ayer con más gente, pero ahora no están aquí, era su turno en la enfermería. Me llamo Dylan y él es Ralph - no sé por que le presento a Ralph, si seguro que lo conozco porque parece un veterano - Y tú eres...- no sé si darle la mano o qué, pero al menos esperaré a que ella se presente para hacer eso, ¿no? Creo que soy un poco malo con estas cosas, pero aún así, intento esforzarme y no parecer raro. No quiero parecer raro.

Me toca. Guardo la piruleta en el bolsillo. Ha llegado el momento de la verdad. El día en que todo Harrington debe examinarse a conciencia y demostrar por qué es quien es. El paso de niño a hombre. De Dios a Harrington. Inspiro con fuerza y subo a la camilla con la decisión firmemente tomada: este año no pienso llorar ni gritar. Ya no soy un niño y no se me permiten debilidades. No hay lugar al miedo a las agujas en mi mundo.

Me quedo mirando fijamente al enfermero Eriksen y para cuando me quiero dar cuenta, me entrega el muffin. ¿Ya está? Me pica un poco el brazo pero no me duele. Sonrío y sin bajarme de la camilla cojo el muffin y le doy un pequeño bocado, comprobando su dulzura. Hmm, perfecto. Bajo de un salto y le miro. Doy un nuevo bocado, más grande, y mastico con paciencia antes de decirle:

- Me gustas.

Me giro y me voy saboreando mi merecidisimo muffin de chocolate. Hm, ¿y si busco a Etienne para que me dé un pastelito?