Partida Rol por web

Mientras están sentadas debatiendo que es lo que van a hacer, a lo lejos se logra escuchar una especie de sirena, el ulular de la misma es muy alto y se escucha claro a pesar de que se nota que el sonido viene de algún lugar bastante alejado del pueblo.

Al escuchar ese sonido ven como Anastacia reaparece por la puerta de, lo que suponen ustedes, la cocina. Su rostro ha cambiado drásticamente, pasando de ser una cara serena y amable a una de exaltación y algo así como de alegría... ¿o será esperanza?

La mesera va directo a la puerta y se queda parada afuera viendo al horizonte, aunque ustedes no ven nada nuevo por ahora.

No había podido ver nada fuera de lo común además del el echo de que estábamos en 1982. Me cambié los pantalones y guardé en mi mochila entre la ropa mis aparatos electrónicos, por las dudas, nunca se es demasiado precavido. Salí del baño vestida con un vaquero azul y una remera negra de manga corta, todo lo demás se encontraba en mi mochila que parecía que estaba por explotar. 

Me siento en la mesa y veo que Anastacia trae nuestros pedidos.

-Gracias, se ve espectacular.- Le dije con una sonrisa. Tenía hambre, no lo iba a negar pero ahora me sentía como una condenada a muerte....no sabía si podía ser mi última comida. 

-¿Chicas?- Dije con ánimos un poco fingidos- A la carga! Hay que visitar todo luego de comer - Estaba haciendome pasar por la turista entusiasmada....espero que haya sido convincente. En ese momento escuche el sonido de unas sirenas y Anastacia salió desde dentro de la cocina...supongo. Y su cara cambiada totalmente, se queda mirando por la puerta. 

Carraspeo.

-¿Está todo bien afuera?- Le pregunto, no sabía si la sirena eran los bomberos, los paramédicos o la policía, tal vez era otra cosa pero si no preguntaba no iba a saberlo nunca. 

¿En serio? ¿1982? Es lo primero que se le vino a la cabeza cuando vio el periódico que tenía entre las manos sus compañeras. Tragó algo de saliva y miró a Alice.

-¿Pero de verdad te parece esto tan normal? Seguro que es un reclamo para traer turistas... - dijo con voz baja, lo suficiente como para que la muchacha la escuchase.

Cuando volvió Samantha, asintió con la cabeza -si habrá que verlo todo... -  paró de hablar  al escuchar la ambulancia. Se fijó en Anastasia y arqueó una ceja al ver la expresión de la mujer.

Cuando Samantha le pregunta a Anastacia si está todo bien, puede ver, al igual que las otras 2 chicas, que cerca de una docena de personas ingresan al bar, como salidos de la nada.

Al ver por las rendijas que dejan ver las maderas ubicadas en la ventana, logran observar que las calles, como por arte de magia, se encuentran completamente atestadas de gente.

En la puerta del local, ignorando a los que ingresan, Anastacia se para en puntas de pie y estira el cuello como queriendo ver por encima de la gente que se encuentra en la calle, su sonrisa permanece, claramente está tratando de ubicar a alguien de entre la multitud.

Miré directamente a Anastacia, ese sonido de sirena me sorpendía, al igual que a las demás. Aun así ¿qué se podía esperar de un lugar donde todo estaba fuera de lugar? No había explicación para absolutamente nada, al menos no de forma lógica. Cogí el periódico otra vez y negué ante la pregunta de Esther.

Mientras esperábamos algún tipo de reaccion de Anastacia o algún suceso nuevo que llegase junto a ese sonido, terminé lo que tenía en frente y miré a las chicas.

- Cuanto antes empecemos, mejor, aunque quizás deberíamos asegurarnos un lugar para dormir antes de irnos a explorar... Aun así, si hacemos "turismo", yo opto por dejar la carpa del circo para el final. No me da buena impresión...

Di un trago a mi bebida y me levanté, cogiendo mi mochila y mirando por la ventana. ¿Cual sería el mejor lugar para empezar?

Ante la incredulidad de la cantidad de gente que ha aparecido, Esther se levanta para ir a la puerta y ver mejor, junto a Anastacia. Se hace a un lado cuando la gente entra al local, pero se percata de un detalle.

- MI MOCHILA! NO ESTÁ! - dice gritando.

Lo último que alcanzan a ver, es un extraño, de campera de cuero marrón que sale corriendo del local con la mochila de Esther y se abre paso a los empujones entre el gentío de la calle.

En cuanto vi al hombre llevarse la mochila salí a correr detrás de él lo más rápido que pude, a pesar del gentío, yo era bastante rápida y hábil. No sabía si iban a perseguirle pero mientras salía grité:

- ¡Voy a por él, tanto si lo consigo como si no consigo nada volveré lo más rápido posible!

Eché a correr, por mucha gente que estuviese, el hombre, al empujar iba dejando un leve camino que me permitiría atraparlo más rápido. Si no lo conseguía, al menos lo habría intentado... Peor era quedarse quieto sin hacer nada. ¿De dónde había salido ese hombre? ¿Por qué querría la mochila de Esther? La verdad es que no lo comprendía... ¿Y toda esa gente? Se supone que era un pueblo fantasma, pero ahí había de todo menos silencio y desolación.

Quedó boquiabierta ante la situación. ¿Cómo no se había percatado de eso? Desde que llegó a Bariloche cosas extrañas comenzaron a ocurrir pero también a ocurrirme. Yo siempre tan despierta y atenta a todo ahora resulta que además de haber viajado en el tiempo nos han robado en la cara. 

¿Qué es lo que me esta sucediendo? 

No se que decirle a Esther. Ya ni se lo que es prudente sólo se me ocurre distraerme un poco del bochinche. 

-¿Deberíamos seguirla? Algo me dice que la hora de la siesta terminó. Quizás deberíamos esperar hasta que comienze el turno de la tarde, ¿te parece?- Digo, aunque no logro sacarme de la cabeza la idea del circo. Particularmente me atre el misterio pero esta situación pedía a gritos algún tipo de conclusión. 

- Pues claro que hemos de seguirla. ¡Ahí van mis patines! - te dice mientras sale corriendo entre la gente en forma estrepitosa y sin reparos.

Aunque, por más que quisiera veía como Alice y el ladrón le iban ganando terreno sobre la marcha y ella se quedaba rezagada.

El ladrón es rápido con los pies, y antes de que se den cuenta llegaron hasta el puerto que tiene el lago. Muchos navíos hay ahí y antes de que se den cuenta el chico de la campera marrón salta sobre uno de ellos.

El puerto es pequeño, está arreglado para el transporte de cargas pequeñas o para ir lago adentro a pescar. 

Mientras van corriendo al ladrón pueden ver personas que están con sus cañas de pescar en lo que aparenta ser una costanera. Se pueden ver varios botes, algunos de mayor porte que otros y que al estar tan cerca chocan madera con madera haciendo un ruido seco. El aire tiene una mezcla de olor a pescado penetrante.