Trato de escuchar al sr. Brownbeach, mientras me pongo cada vez más y más nerviosa:
¡No encuentro la cartera! -grito desesperada-. Tampoco esta la llave de mi baúl.
Me pongo en pié exasperada y golpeo la mesa con furia.
¡Ese maldito demonio… Esa sucia rata de la cloaca más infecta de la pestilente Londres! -al ver la expresión turbada de los demás grito-. ¡El borracho! ¡El borracho me ha robado! Todos ustedes lo han visto -digo suplicante-. Fingió que se caía para meter la mano en mi bolso…
¡¿Dónde están los guardias del tren?! ¿Es que aquí no hay seguridad alguna?
Ahora deben de estar en nuestro departamento… ¡Tocando mis cosas! -lloriqueo.
Entonces sacudida por una ola de rabia incontenible, aparto al camarero y con la cabeza bien alta y zancadas abiertas, me dirijo a nuestro compartimiento.
"Max" se levanta bruscamente ante el descubrimiento de Muriel. ¿Cómo no me he dado cuenta?
Señores, es un asunto de honor para mí acabar con ésta injusticia. -Afirma tajantemente mientras echa a correr hacia el compartimento, con la mano aferrada al mango del florete disimulado en sus ropajes.
Julius saca de su monedero un billete y se lo tiende al camararo.
Disculpe, puede quedarse con la vuelta. Creo que debería llamar a quien se encargue de la seguridad aquí, la señorita tiene razón, es bastante probable que el hombre sentado en aquella mesa le haya robado.
Sin esperar su respuesta se dirige hacia el compartimento con paso rápido.
Supongo que Lutien no ha hecho nada todavía porque no ha podido escribir. Si va también hacia el compartimento le dejaré pasar primero, que parece más de acción que Julius...
Lutien estaba ensimismado pensando en los recuerdos que tiene cuando convivió con fábulas. La actitud de Muriel lo devuelve al mundo real. Rebusca en su cazadora.
Mi llave tampoco está. Maldito bebedor de brebajes etílicos, jodido borracho.
Se levanta tempestivamente tirando la silla y corre como un loco por los vagones. Sin modales y sin dejar pasar primero a la señorita.
Perdón por el retraso.
Vais a toda velocidad... dentro de lo que cabe, porque teneis que andar esquivando a la gente que viene entrando al restaurante. Pero tras unos cuantos empujones, exabruptos varios y demás monsergas. Con Lutien en la cabeza( que para eso a apartado a Muriel) mientrás que el azorado noble, el disfrazado excentrico y la desorientada señorita corren detrás, siguiendole, eso si teniendo que pararse un poco por la gente malhumorada que esta dejando a su alrededor. Mientrás que el estirado camarero,os mira como si os hubierais vuelto locos, y un revisor, os mira sorprendido aunque sin intentar deteneros... Pronto salis al vagon siguiente menos saturado, aunque hay viajeros que se dirigen al restaurante... Avanzais otra vez a trancas y barrancas, mientrás esquivais orondas señoras, jovenes acorbatados y gente de todo tipo. Y cuando llegais a la puerta, notais que no se abre, y ois el crujido de la madera(hay cuñas de madera soportando vuestros esfuerzos...) a traves de la venganilla, podeis ver a uno de los jugadores, vigilando al lado de vuestro compartimento... por supuesto este esta abierto. Cuando os ve os saluda con humor. y dice algo que no podeis oir con el traqueteo y la protección de la puerta...
Lutien con su amabilidad habitual lo mira con odio. Cierra el puño. Golpea el cristal de la ventanilla. Sus actos son secos y seguros.
Bueno yo la idea que tenía era más en el estilo de hablar tranquilamente con el camarero y luego ir para allá, caminando de forma rápida pero digna (total, voy a llegar el último de todos modos...) =)
La ira me desborda. Busco desesperadamente algo con lo que poder hacer frente a los rufianes, pero me veo desprovista de cualquier útil eficaz.
Ah -sonrío ante el atrevido golpe de Lutien, deseosa de entrar y tener car a cara a los bandidos… Aunque sé que poco voy ha hacer desarmada
Max desenfunda su florete con osada elegancia, y se pone en guardia.
Es que Lutien no es precisamente el "dialogante" del grupo.
El cristal se rompe ante el violento golpe de Lutien, pero la puerta no cede... Os fijais que han puesto tacos de madera para que no podais abrirla. En cuanto ve los cristales rotos, el vigilante, dice al interior:- Daos prisa, que ya vienen los lechuginos- . El movimiento en vuestra habitacion y los ruidos que provienen de ella se acrecientan. A cambio el revisor llega con rapidez a vuestro lado e increpa a Lutien:- Pero como se atreve a romper esa ventana, en la siguiente parada vendra la policia, barbaro, ¿Que demonios esta pasando?- Con bastante mal humor, aunque no parece haberse dado cuenta de que os estan desvalijando el compartimento...
¡Están robándonos delante de vuestras narices; la puerta está atrancada, y si no reacciona al momento le acusaré de cómplice de un atraco! Éstas palabras pueden sonar extrañas de labios de un anciano campesino, pero de hecho no lo suenan. Están revestidas de la tenaz voluntad de un honrado y trabajador campesino.
Julius alcanza a sus compañeros, caminando rápidamente pero con seguridad. Al ver al revisor se acerca y le pone la mano en el hombro.
Cálmese caballero, pagaremos los desperfectos si es necesario. Pero tal y como le acaba de indicar mi compañero, nos están robando en nuestro propio compartimento.
¿Pagar los destrozos? ¡Ah! -exclamo con indignación-. ¡Primero exijo que se detenga a esos rufianes! -Golpeo con mi dedo índice la solapa del revisor repetidas veces-. O tendrá que vérselas con mis abogados.
Me giro con aires de gran señora cruzando los brazos, esperando que no se note demasiado el “farol”.
Lutien ignora por completo a sus dialogantes compañeros. Sus ojos se tornan de colo rojo y sus pupilas se vuelven del tamaño de un alfiler, mientras que su mano trata de pasar a través del ojo de buey para tratar de alcanzar la manilla y así abrir la puerta.
Dejaos de discutir por menudencias fáciles de solucionar y unnnngggg, tratad de atrapar a esos mentecatos ladrones hijos de una ramera desheredada de la naturaleza.
El revisor se queda un poco blanco ante el comentario:- ¿Robandoos?, pero pero... - Cuando mira a traves del ventanal roto puede ver al tipo que mete prisa a sus compinches y suelta nerviosamente:- ¡Ey vosotros como os atreveis a robar en mi tren!- Ahora además del problema del robo teneis a un revisor al borde del ataque de nervios... Mientrás tanto Lutien intenta abrir la puerta con la manija... por supuesto esta cede, pero son los tacos de madera los que impiden el paso... aunque alguien bastante delgado podría pasar por el agujero hecho en el cristal ... Mientrás tanto el guardia apostado, sigue dando ordenes a los que están dentro de vuestro compartimento, registrando y sacando vuestras cosas de valor con seguridad. A vuestro alrededor se reunen curiosos que murmura que es todo este escandalo.
¡Aparta! -le espeto a Lutien, echándolo a un lado. Rajo mi vestido con un trozo de cristal, para tener mayor movilidad, y paso por el agujero hecho en el cristal de la puerta.
Con un rápido movimiento, empujo la puerta y aparto los tacos de una patada.
Lutien deja pasar a la señorita y cuando ésta pasa por el ojo de buey la empuja de manera muy poco sensual, como si fuera un saco de patatas.
Mira a sus compañeros.
La doncella parece haber despertado por fin.
Lutien sonríe por primera vez.
Max asiente al comentario de Lutien, y se introduce en el compartimento con un gesto amenazador.
¡Por Oldbridge! -Grita, mientras asesta una finta al primero de los ladrones.
Cuando ve a la señorita que se desliza a traves del agujero que ha dejado el cristal. El individuo que esta de guardia comenta a los del interior:-¿Ya habeis cogido lo necesario?- No ois vosotros la respuesta, pero el guardia entra a dentro y cierra la puerta ... Muriel llega al suelo, y consigue no dañarse demasiado las manos con los cristales que andan por el mismo. Con un poco de esfuerzo quitas los dos tacos a patadas, lo que te hace un poco de daño... Pronto Lutine empuja la puerta a punto de estampar a la pobre muchacha contra el lateral del tren. Y avanza hacia el compartimento, aunque se le adelante Max que sacando su estoque espada, abre la puerta dispuesto a vender cara la humillación del robo.
Max ve el compartimento revuelto de arriba a abajo, con las maletas abiertas y su contenido volcado en el suelo, parecen haber hecho un examen bastante exhaustivo de las mismas... Pero no hay ninguno de los hombres del restaurante, ni siquiera al guardia. Y la ventana esta cerrada...