Partida Rol por web

El sol está a punto de salir sobre las montañas. El grupo de infiltración formado por Viktor, Serghey y Felix se adentra en los callejones que forman los barrancos. Más allá, en algún lugar oculto entre las montañas, se esconde un refugio de los Dukhi, de los Mujaidin.

El objetivo de la misión es localizar el lugar, infiltrarse y bloquear las posibles salidas, saboteando sus sistemas de vigilancia para permitir que el equipo de combate liderado por Daniil entre en el conjunto de cuevas y capturen a unos cuantos soldados afganos.

Es más fácil decirlo que hacerlo.

La larga caminata de horas acaba con las energías de los tres hombres. Los ánimos desfallecen: Cañada tras cañada, barranco tras barranco, acantilado tras acantilado, no hay rastro de los soldados enemigos. Como si se los hubiese tragado la tiera, los Mujaidin se retiran a sus escondites y desaparecen.

Pero los informes de Inteligencia son claros: Están ahí, en algún lugar de ese conjunto laberíntico de rocas y barrancos. Desde esa posición lanzan ataque tras ataque contra los convoyes de abastecimiento, para desaparecer de nuevo apenas alcanzado su objetivo.

Dukhi.

Fantasmas.

El humo del cigarrillo delata al vigía. Todos se preparan, sus poderes combinados forman una imparable maquinaria de guerra. Es el momento de actuar.

Sobre un escarpado risco, un soldado Afgano, oculto e invisible, fuma distraidamente, sin percatarse de lo cerca que está de su muerte.

Y, en algún lugar, la entrada a una base subterránea que deben encontrar.

La Madre Patria ha estado entrenandolos para este momento.

Sin alejarme de Serghey, el cual parece ser el cabezilla en tal espedición, observo la situación. Ese soldado, fumador empedernido, pronto será abatido. Esa entrada, oculta y segura, pronto será desvirgada por nuestra nación.

No creo que tengamos demasiadas dificultades comento a mis compañeros mientras espero el despliegue. Tan sólo debemos actuar como ya sabemos.

Susurrando.

-Desapareced y rodeadle. Tenemos que encontrar la entrada antes de matarle. Puede que sea un puesto avanzado de vigilancia o puede que realmente sea la entrada. Viktor, yo me quedo aquí, infórmame cuando sepas algo.

Dicho esto le quito el volumen a la radio, vigilando el indicador luminoso.

-Yo por la izquierda.

Tras decir estas palabras es realmente complicado saber si estoy cumpliendo con ellas o no.

Avanzo sigilosamente. Sin la luz del sol no debo preocuparme por mi sombra, pero no quiero que me delate ningún ruido. Voy atento por si el enemigo tiene alguna cámara de vigilancia, pero me extrañaría mucho que estas ratas empleasen ese tipo de tecnología. Confían más en sus ojos sin saber que con nosotros eso no sirve.

Una vez en el flanco del vigía, busco con la vista a alguno de sus camaradas o la entrada de alguna cueva antes de averiguar la forma de llegar hasta él.

Trato de averiguar si hay alguien más en los alrededores. De paso intento mantener aproximadamente localizados a mis dos hombres. Hecho esto, espero el informe de Viktor.

No tardo ni un momento más en acatar la misión establecida.

Camino por la derecha mientras pierdo mi opacidad corporal. A medida que avanzo por mi camino hacia el objetivo intento disminuir el ruido que hacen mis botas en el escarpado terreno.

Vamos, esta vez no quedará ni uno...

¿Qué está pasando allí adelante, Daniil? ¿Sabemos algo? Pregunto a mi superior mientras me entretengo mirando el paisaje.

Hasta aquí nos han traído para llevar el sentimiento ruso...

No podemos defraudarlos...

Por la Madre Rusia...

El hombre se encuentra sentado junto a una hoguera que apenas es un montón de ceniza. Sobre las brasas, una lata con café recalentado. Cruzado sobre sus rodillas, un viejo fusil de caza. De vez en cuando echa una ojeada a los alrededores, empuñando unos prismáticos rallados de fabricación americana.

Apenas a unos metros, invisibles y silenciosos, dos hombres que son mucho más que hombres lo observan.

Los hombres a vuestra espalda están silenciosos y preparados. No están nerviosos, ni ansiosos por entrar en combate. La luz verde de las gafas de visión nocturna les hace parecer extrañas criaturas de un libro de ciencia ficción.

Los Spetznaz no se ponen nerviosos. Ni ansiosos. Sólo aguardan la orden de ponerse en marcha y asaltar el nido de soldados afganos.

El comando de Infiltración aún no ha dado señales.

Esperáis.

Niego con la cabeza a Sirius, en la radio no se oye nada, solo estática.

Los Spetznaz no se ponen nerviosos, ni ansiosos... al menos para eso les habían entrenado. Pero la realidad era distinta, aunque mi corazón bombeaba a una velocidad que cualquier médico consideraría perfectamente normal, en realidad teniendo en cuenta su tamaño, iba totalmente desbocado.

¿Donde se ha metido Serghey?

El vigilante está sólo. Tiene los prismaticos y unos walkies, y ya está. No hay rastro de la entrada excepto una vereda de cabras que se adentra entre los riscos, pero con la poca luz no puedes ni asegurar que sea un camino.

Viktor, Félix y Serghey son el Comando de Infiltración y están varios km por delante, buscando un acceso a las cuevas. Contigo están Sirius, Ogonov y cualquier otro que quieras, excepto los que vuelan que están en otra escena.

También lleváis 5 Spetnatz de apoyo, por eso de meter unos cuantos Redshirts...

-No veo una mierda...

Caminando con tanto sigilo como soy capaz y vigilando mi sombra para que no me delate, me acerco hasta la vereda de cabras, con la esperanza de ser capaz de distinguir si se trata de un camino transitable o no. Si nos cargamos al turbante este "sin motivo" y salta la alarma, Serghey se cabreará con nosotros. No es que me importe demasiado cabrear a un superior... pero Serghey tiene algo en la mirada que nunca me ha gustado, sobre todo cuando se enfada.

-Puto émpata, no debería darme más miedo que el teniente de hormigón armado.

Sin mas rodeos, busco con mi mirada algun posible compañero mientras no pierdo de vista al enemigo cafeinómano.

¿Dónde tienes a tus jodidos compañeros? 

No quiero que Felix se me adelante, así que le advierto de que ese enemigo ya es mío.

Aunque sabes que no te ve, haces tu gesto a Félix. No parece haber nadie más en las cercanías.

El hombre está solo, fumando en silencio en la fría noche afgana.

El sendero estrecho y retorcido se oculta entre las rocas, aprovechando los recovecos escarpados para ocultarse a la vista. Pero las huellas de las botas se dejan ver aquí y allá.

De algún lugar entre las vueltas del sendero llegan los pasos pausados y seguros de alguien acostumbrado a recorrerlo sin luz. Y el olor de la comida.

No hay espacio donde ocultarse. Y si bien eres invisible, no eres para nada intangible.

- CenCom a Unidad N. Informe.