Partida Rol por web

Fred sonrío.

-Es casi imposible para mí negar algo tan simple a dos chicas tan guapas, -dijo. Entonces las hizo entrar, por otra puerta y les presentó a un pequeño de unos siete años. No tenía cabello debido al tratamiento con la quimio pero tenía en sus ojos más vida que la de muchas de las personas que habían conocido.

-Este es Gustavo. Gustavo, estas señoritas quieren sacarse una foto con nosotros, ¿te parece bien?

El niño asintió y Juliette sacó varias fotos del payaso y el pequeño. Realmente se notaba que ese hombre amaba su trabajo y era enorme la devoción que tenía por los chiquillos.

Entonces, cuando ya estaban terminando, el niño tomó la manga de Sarah y le dijo:

-¿Cómo estas? Te echo de menos, me gustaría poder hablar contigo…

Pero su voz no era la de un niño sino la de un hombre que Sarah conocía muy bien. Era la voz de Jareth. En ese momento, el chiquillo parpadeó y volviendo a su voz normal dijo:

-Me siento algo mejor. Fred, me siento mejor!!

Fred se quedó boquiabierto y tomó al pequeño por la cintura y lo alzó.

-Mejor vamos a ver a la enferma. Chicas esto es todo por hoy, ha sido un placer.

Al ver el cariño que le procesaba el pequeño, Sarah miró con otros ojos a Fred. Se notaba de que aquel hombre hacía un trabajo increíble con los pequeños, y podía verse que él era feliz haciéndolo.

Una sonrisa había asomado a sus labios mientras, más que preguntas, recogía sensaciones para poder plasmarlas en el reportaje. Quería dar a conocer a la gente la gran labor del payaso.

Cuando el pequeño la cogió del brazo, bajó la mirada distraída, todavía pensando en las palabras que utilizaría para poder reflejar aquella sensación. Esa sonrisa se heló en su rostro y sus ojos grisáceos se volvieron vidriosos. Su corazón empezó a latir con una fuerza inusual. Se retiró un par de pasos respirando con dificultad. No puede ser... Se volvió a repetir como cuando vió al búho en el espejo, no puede ser... Jareth...

Con temor levantó la mirada y cruzó sus ojos con los de Juliette, su rostro había palidecido y sus labios temblaban ligeramente. Asintió a las palabras de Fred, y se dio la vuelta sin agradecerle lo que había hecho. Salió por la puerta casi corriendo, como si lo que hubiese visto fuera un fantasma, aunque, casi podía llegarlo a ser... Tantos años habiéndose negado toda su infancia y juventud, tantos años negándose la existencia de Jareth, que ahora no estaba preparada para eso...

Juliette hizo pronto las fotos, la verdad es que hablaban por sí solas y no tuvo que meter mano para casi nada, excepto para mover el obturador pero cuando parecía que todo había terminado, con gran felicidad para el pequeño que ahora decía sentirse muy bien, vio en el rostro de Sarah algo distinto, como si estuviera nerviosa. Luego salió por la puerta, a Juliette malamente le dio tiempo de agradecer al payaso y al pequeño cuando ya estaba corriendo tras Sarah.

-¿Sarah, estás bien? Espera un momento...-guardaba la cámara al mismo tiempo que seguía a la otra mujer.-¿Sarah?

Sarah se dirigía a toda prisa hacia el baño, cuando la voz de Juliette la hizo detenerse. Su mirada se veía algo perturbada, y sus labios todavía temblaban perceptiblemente.

Miró a su amiga y dando un suspiro intentó relajarse. Dibujó una sonrisa en sus labios y dirigió su mirada hacia la puerta del baño.

- Tranquila, estoy bien... - Le dijo a Juliette, intentando no preocuparla... ¿Como le cuento lo que me ocurre? No puedo... - De repente me entraron muchas ganas de ir al baño, perdona por haber salido de esa manera... - Fue la pobre excusa que le dió. Ahora, tras la salida precipitada de la sala, parecía algo más calmada. - No te preocupes, ahora salgo... - Terminó diciendo y dándose la vuelta, entró en el cuarto de baño del hospital.

Tengo que verlo... Con ese pensamiento encendió la luz y miró al espejo... Esperando ver nuevamente algo... Jareth... ¿Dónde estás? Preguntó en una muda súplica sin apartar sus grisáceos ojos de la superficie transparente en la que se reflejaba.

Juliette no quiso seguir a Sarah a pesar de que no quedó muy convencida con la explicación que le dio su amiga, pero no quería meterse donde no la llamaban y si ella no quería contarle lo que le estaba diciendo, prefería esperar y darle su espacio. Se quedó afuera, mirando las fotos en la cámara y pensando en aquel mensaje que la había dejado levemente inquieta.

Juliette no entendía que pasaba. Estaba afuera del cuarto de baño de hospital. Tenía mucho en qué pensar: la actitud de Sarah estaba tan diferente, tan falta de energía y ahora parecía preocupada por algo y no le decía por qué y ese mensaje que recibió en el celular. Juliette pensó en eso y cogió el aparato. Tenía otro mensaje y otra vez eran los búhos blancos.

Cita:

Los ojos de Juliette se abrieron como platos. Decía "Sarah" decía "Laberinto" y tenía letras que eran pequeños búhos. Juliette jamás había conocido ese tipo de letra y menos la había descargado en su móvil.

Juliette casi dejó caer el celular al suelo, estaba ahora como frustrada por todo lo que estaba sucediendo. Pensó que tal vez sería buena idea entrar y preguntarle a Sarah qué estaba sucediendo, incluso se imaginó la escena.

-¿Sarah? Lo siento, no quería molestarte pero me parece que esto es... Bueno, creo que alguien confundió nuestro número y... Oh, vamos, sé lo que responderá.

Tenía más curiosidad que otra cosa.

-Disculpa-comencé a responder.-Si me dices quién eres y dónde está tu laberinto, iré a verte con gusto.

Dudé un segundo en mandarlo porque obviamente la otra persona creería que yo era Sarah pero no me importaba, una vez tuviera los datos, hablaría con ella. Casi me lo prometía internamente.

El espejo no contesta. Sarah se siente ahora peor que antes. Su cara está muy desmejorada, aunque sigue teniendo esa hermosura que atrajo a tantos hombres pero a quienes ella no dió importancia. Suspiró y miró otra vez al espejo. No apareció la cara de Jareth pero sí otra igual de querible, otra que tampoco había olvidado, una peluda, con cuervos y enorme, un monstruo que no asustaba a nadie y menos a Sarah.

Sus palabras la hicieron resplandecer. Fueron simplemente:

-Recuerda... si nos necesitas...

¿Pero que estoy haciendo? Se dijo Sarah al ser consciente de que miraba el espejo con anhelo. Su corazón latía con fuerza mientras la joven observaba su reflejo. Nada... Lógicamente... Con un suspiro bajó la mirada y encendiendo el grifo se lavó las manos. El agua, fría,  las refrescaba y sentía como se iban relajando. Nuevamente levantó la cabeza, y esta vez sí, vió a... ¡Ludo!

- ¿Ludo? Cuanto tiempo... - Dijo mientras las lágrimas empezaban a correr por sus mejillas. Su imagen le hizo recordar aquel viaje en el laberinto. Durante un tiempo ellos fueron sus mejores amigos. Pero la vida cotidiana, las discusiones con su padre, habían hecho que poco a poco fuera olvidándoles y dándoles la espalda.

Alargó su mano temblorosa, tocando aquella superficie lisa y fría que era el espejo... - Os quiero... - Susurró a esa imagen tan entrañable.

Julliete no recibió respuesta de su mensaje de texto. Volvió a guardar el celular un poco desanimada, era algo interesante lo que estaba pasando. No tanto el contenido de los mensajes, aunque era llamativo que nombrase a Sarah, sino las letras. ¿Dé dónde habían venido esos búhos tipográficos móviles? Eso daba que pensar.

Entonces Juliette miró el reloj. Era hora de volver al trabajo con la nota o sino Dennis iba a volver a gritarles.

Ludo hizo un gesto de asentimiento y salió desde detrás del espejo, hasta el baño en donde Sarah estaba. Su altura era tal que su cabeza chocaba contra el techo, tenía que agacharse un poco, pero así y todo, en sus dulces y pequeños ojos, se veía la alegría de ver a Sarah.

-Ludo extrañar a Sarah.

La mano del gigante peludo tomó la delicada mano de la joven.

-Ludo pensar que Sarah nos había olvidado.

Sarah ahora pensó en algo más importante incluso que este encuentro y era Juliette afuera y Ludo dentro de este baño de hospital en el cual cualquier persona podría entrar de un momento a otro.

El corazón de Sarah empezó a latir con fuerza. Las lágrimas corrían por sus mejillas, como si de una carrera se tratara, buscando a ver cual de ellas llegaba antes a la comisura de sus labios.

- ¡¡¡Ludo!!! - Al verle allí fuera, tal y como lo recordaba, sintió tal alegría que de un salto cayó entre sus brazos. Sintiendo como la arropaban al igual que cuando era más joven. Apoyó la cabeza en su enorme pecho y dejó que esas lágrimas continuaran deslizándose.

- Cuanto tiempo... Yo... Yo... No me olvido de vosotros, solo que todo es tan difícil... - Le empezó a decir entre lágrimas. Levantó nuevamente la cabeza y lo miró a los ojos... Pero... De repente empezó a ser consciente del lugar en el que se encontraban. Con nerviosismo miró hacia la puerta, la cual podía abrirse en cualquier momento dejando entrar a cualquier persona. Y además estaba Juliette, que se había quedado fuera, preocupada, mientras ella entraba a toda prisa en el baño.

- Ludo... No puedes estar aquí... Tienes que volver. Como entre alguien y te vea... Dios mío, no quiero ni pensar qué ocurriría... - Le dijo apremiándole para que volviera al mismo sitio del que había salido. - Volveremos a vernos, te lo prometo... - Ahora ya se sentía más calmada, y le miró con la serenidad de sus grisáceos ojos.

Juliette se quedó pensando en los buhos mientras esperaba que Sarah apareciera; pensó en decirlo lo que había llegado a su móvil pero pensó que quizás lo mejor era dejarlo pasar. Tal vez ni siquiera tuviera importancia, así que decidió no decirle nada a su amiga al menos por el momento. Guardó el móvil, era tarde y no quería que el jefe les volviera a gritonear como si fueran dos imbéciles. Se asomó a ver si la veía volver.

Ludo estaba entrando en el espejo cuando Juliette asomó la cabeza para ver si su compañera estaba bien. Entonces, quedó boquiabierta al ver al enorme monstruo, casi tan alto como el techo. Su cabello era abundante, tenía dos cuernos y unas manos enormes.

El ser, al ver a la chica, se detuvo en su ingreso y la saludó cortésmente... pero lentamente, como sólo Ludo podía hacer.

-Hola... soy... Ludo.

Sus ojos, pese a qué parecía un monstruo aguerrido, eran pequeños y dulces, color caramelo. Juliette entró en el baño y Sarah cerró la puerta.

-Perdón... Sarah... ya me iba... perdón

Dijo Ludo y entró en el espejo. Las chicas ahora lo veían pero sólo del otro lado del espejo.

-Recuerda... si nos necesitas...

Dijo Ludo con algo de tristeza.

La puerta, como había temido Sarah, se abrió, dejando paso a Juliette. La joven ahogó un gemido, ¿cómo explicarle a su amiga la presencia de Ludo en el baño? Bueno, mejor dicho, ¿cómo explicarle la existencia de Ludo? Antes de que le diera tiempo a reaccionar, corrió para cerrar la puerta y evitar que desde fuera se viera algo más. Se quedó apoyada, respirando aceleradamente, mientras sentía como su corazón se revolucionaba.

Pero Ludo se iba, y lo miró con tristeza... Su rostro, dejaba ver las huellas de las lágrimas derramadas. Los restos de maquillaje dibujaban profundos surcos alrededor de sus ojos.

Sentía su corazón ahogarse en un mar de tristeza. Verle meterse nuevamente en el espejo era como dejar escapar otra vez sus sueños, su adolescencia... Sarah respiró profundamente, y dibujó una sonrisa en sus temblorosos labios...

- Hasta luego amigo... - Le dijo en un susurro apagado, pero con la certeza de que él la había escuchado. Cuando desapareció, dejando nuevamente el espejo como lo que era, una superficie plana y reflejante, miró a su amiga. No sabía como iba a reaccionar, y todavía esperaba lo peor...

Juliette se quedó muy quieta mirando aquella cosa, oso o lo que fuera, temía que estuviera haciéndole algo malo a Sarah pero pronto, ante su aún más grande asombro, desapareció por el espejo ante las palabras entrecortadas de su amiga. La miró como quien mira un espejismos y frunció el ceño.

-¿Amigo? Vaya, yo no entiendo nada, primero los búhos en el móvil y ahora esto... ¿Qué está pasando?

Tenía miles de preguntas más pero por el momento quería las respuestas a esas en concreto. Además, con esas dos, ya llevaba mucho de ganado en el camino. Sabía que Sarah estaba bien, al menos físicamente porque había estado llorando y ella no sabía el por qué.

Ludo se había ido... El baño volvía a ser eso, el baño de un hospital normal y corriente. Sarah se quedó con la mirada perdida, viendo su reflejo, borroso, en el gran espejo. Escuchó la voz de Juliette pidiendo explicaciones por lo que acababa de ver. La joven suspiró, consciente de que algo le tenía que decir pero sin saber el qué...

Volviendo a la realidad, desvió la mirada del espejo y la centró en su amiga... Una sonrisa tímida asomó a sus labios, mientras buscaba las mejores palabras para explicarle lo que había visto. - Se llama Ludo... Él es un amigo... - Pero en aquel momento pareció reaccionar a lo que estaba diciendo. Sus pupilas se dilataron al darse cuenta de que Juliette había comentado algo sobre unos búhos. - ¿Búhos? ¿En tu móvil? Pero... ¿Cómo que búhos? ¿Qué clase de mensajes? - Le preguntó atropelladamente mientras se apartaba de la puerta y la miraba con urgencia. ¿Qué tenía que ver ella con Jareth?

-Pues... Yo...

Juliette se quedó pensando en el modo en que Sarah había dicho que aquella cosa era un amigo, pensó de pronto que estaba teniendo un sueño o que había bebido demasiado la noche anterior y estaba teniendo alucinaciones. Aún así sacó su celular y le mostró a Sarah los mensajes que le habían llegado.

-Esto, parece que alguien nos confunde o le dieron el número mal.

La miró a los ojos, quería más respuestas pero también estaba muy confundida.

El móvil de Juliette muestra dos mensajes, el primero dice:

Y ésto dice el segundo: