Partida Rol por web

Didymus y Hoggle se aproximan a la ribera del lago, o lo que sea que es, que dá al pueblo sumergido. Hay varias barcas vacías en la orilla.

-Bien, señor Didymus. Mi idea sería tomar una de esas barcas, ingresar al pueblo, encontrar ropas y volver lo más rápidamente que podamos para que las chicas no se agobien.

Hoggle miró al caballero perruno.

-No creo que nadie las extrañe, hay muchas por aquí.

Eso era cierto, había como 20 barcas y un cartel, puesto sobre una viga decía:

"Transporte aquí"

Sir Didymus hizo un gesto afirmativo.

- Adelante pues, mi fiero amigo, tomemos uno de esos navíos y llevémoslo hasta las orillas del pueblo. - dijo el caballero con decisión.

- Apresuremonos, apresuremonos... vos haréis las veces de barquero, Sir Hoggle - añadió el canino caballero mientras subía a una de las barcas y se erguía en la proa componiendo su mejor pose heroica.

Didymus y Hoggle llegaron sanos y salvos hasta la orilla del pueblo. Llevaron la barquita hasta otro letrero que también decía "transporte" y la dejaron allí. Hoggle saltó de la barca y esperó a que Sir Didymus hiciera lo mismo. Mientras tanto las gentes del pueblo paseaban por allí.

La mayoría tenían ropas rústicas, como de pueblos bárbaros. Había mujeres rollizas llevando cuencos de leche sobre sus cabezas y hombre de larga barba, con aspecto pálido transportando también cosas.

Algunos subían a las barcas para ir al otro lado.

Nadie le prestaba mucha atención a los recién llegados.

Sir Didymus carraspeó...

Carraspeó otra vez... Estaba claro que algo le incomodaba sobremanera.

- Emmm... mi buen Sir Hoggle... Apartad vuestro pie de mi cola, os lo agradecería con eterna gratitud. - Hoggle se sorprendió, y rápidamente retiró el pie de la cola del caballero.

Sir Didymus carraspeó de nuevo

- Estoy seguro de que vos estáis más avezado en las artes del ladrón y el descuidero... de modo que decidme... ¿Donde encontraremos ropas al alcance de nuestra mano? ¿Una colada, acaso? ¿Ropa secándose? Recordad que hemos de obtener, ilícitamente, dicho sea de paso, ropas con capucha a ser posible, y cuyo propietario no reconozca fácilmente, debo añadir.

El caballero tosió levemente, hizo un gesto, como si hubiera recordado algo de capital importancia, y luego habló a la pequeña joya, esperando que hiciera su trabajo.

- Disculpad que os aborde de esta forma tan poco galante, pero debo haceros una pregunta de gran peso para nuestra misión... Decidme Sarah, mi joven dama... ¿Qué color preferís en vuestro atuendo?

La voz de Sarah se oye por el pendiente azul:

Cita:

- Entonces... ¡Adelante! - suelta Sir Didymus. - Permanece aquí, mi fiel Ambrosius, mientras Hoggle y yo recorremos el camino del pícaro, el tunante, el truhán y el descuidero... - luego se dirige a su compañero - ¡Ah, quién me diría que terminaría cediendo a la injusticia! - le dice a Hoggle con expresión desolada y en tono trágico... - Pero prosigamos, prosigamos. Precededme, Sir Hoggle, veamos a que gente poco avisada podemos liberar de la carga de prestar atención a sus ropas  - añade mientras hace un irritante gesto con la mano como para azuzar a su amigo. Acto seguido, echa a andar, perdiéndose entre el gentío...

Caminaron un tramo hasta que vieron varias casitas que tenían algo de ropa colgando para lavar. En la primera había muchas ropas pero un perro de aspecto fiero, nada parecido a Sir Didymus, custodiaba la zona. La segunda tenía unos vestidos rústicos, algunos de niña, y solamente había una ancianita tejiendo mientras hablaba sola.

- Mmmm - murmura Didymus - En estos lugares ni animales ni personas no suelen ser los que parecen - dice como para si mismo.

Acto seguido, da unos pasos, acercándose al perrazo, y agita su báculo ante él.

- Aprovechad, mi buen Sir Hoggle, si es que la estratagema tiene éxito, para haceros con las ansiadas prendas. ¡Sed presto, y que la quimera preste su velocidad a vuestras piernas! - dice antes de dirigirse al perro, sin dejar de agitar el báculo.

- Mi buen cánido, fijáos, tengo un hermoso palito para que juguéis. ¿Qué me diríais de compartir un momento de asueto? - añade con tono conciliador

Hoggle le hace caso a Sir Didymus ya que confía en su talante; después de todo alguien que cuidara las entradas del Pantano Pestilente era no cualquiera, sino un buen servidor del Rey y un caballero. Entonces dá unos pasos hacia el perro. El animal contesta a los movimientos de Hoggle con un gruñido bajo, pero entonces vé cómo el caballero perruno mueve su palo y le insta a portarse bien.

-Cuidado señor Didymus, no parece de los buenos.

Hoggle espera que el perro concentre toda su atención en los movimientos del báculo para hechar a correr en busca de las prendas. Mientras el can, ladra con ladridos bajos, cortos y de tono agreviso hacia el caballero perruno.

- ¡Buen can! ¡Buen can! - dice Sir Didymus en tono amistoso, mientras explora con la mirada su entorno para, en caso de necesidad, no arrojar su báculo - ¿De verdad no querríais jugar unos minutos con Sir Didymus? - añade, intentando ganar tiempo, mientras tantea el suelo en busca de algún palito o raíz.

Hoggle se apresura a coger las prendas mientras el can comienza a babear y a gruñir incontrolablemente al caballero perruno. Luego, pasa corriendo al lado de Sir Didymus, gritándole:

-¡¡Ya está señor, salgamos de aquí!!

-GRrrrrrrrrrr

Es la contestación del perro que viendo a Hoggle está a punto de hecharse a la carrera.

-Aayayayaya!!! Maldito can del demonioo!!

Hoggle sigue corriendo ahora, sin mirar atrás.

El caballero se interpone entre el sabueso y Hoggle, enarbolando el báculo ante el hocico del animal.

- ¡Alto! ¡Deteneos, Sir Perro! - anuncia de pronto - Soy Sir Didymus, nombrado caballero por el Rey Jareth en persona, Guardián del Puente sobre el Pantano Pestilente, Paladín de Lady Sarah, Vencedor de Ciudad Goblin y Hermano del Poderoso Sir Ludo de la Rocas. - el perruno caballero toma aire - ¡Os conmino a detener vuestra violencia! Si dais un paso más, ¡os lo advierto! Deberéis prepararos para enfrentaros conmigo en fiera lid. - levanta el mentón con orgullo, mientras florea con el báculo frente al rostro del canino.

Al escuchar a su amigo perruno, Sarah se intranquilizó un poco. El temor de que les pasara algo por venir a rescatarla era cada vez más fuerte, sentía su corazón en un puño y no se perdonaría jamás que así ocurriera... Suspiró y cogiendo el vestido que le habían traído se fue tras unos matorrales.

Sarah se vistió con aquellos extraños ropajes. Se colocó el velo, como le había indicado Luthien, cubriendo su rostro y volvió junto a sus amigos. Se sentía extraña con aquel vestido de época y aquel velo que le entorpecía un poco la visión. Subió a la barca como así le indicó Hoggle y se sentó intentando manternerse quieta.

- ¿Seguro que no me reconoceran con estas ropas? - Preguntó todavía dudando de la eficacia del velo.

- Os noto perturbada, mi joven dama - dice Sir Didymus mientras se acerca a Sarah - No debéis preocuparos, yo soy Sir Didymus, nombrado Caballero por el Rey Jareth de los Goblins en persona, Guardián del Puente sobre el Pantano Pestilente, Hermano de Sir Ludo de las Rocas, Vencedor de Ciudad Goblin, Campeón en Duelo Singular ante Sir Perro de Pueblo Sumergido, y por si eso fuera poco, vuestro paladín. ¡Nada ni nadie podrá hacernos daño mientras yo esté aquí! - añade con confianza plena en sus facultades caballerescas.

- Item más, milady, no debéis preocuparos por ser reconocida. Ciertamente teneís un aspecto... muy alejado de vuestra estampa habitual... horrible, creo que sería la palabra más correcta para describirlo - remata con perruna inocencia.

La barca llega al otro lado y los cuatro viajeros desembarcan. El pueblo ahora aparece ante ellos como un lugar de casitas bajas, gentes llevando cestos con frutos y pescado, algunos críos jugando, hombres barbudos hablando y riendo sonoramente. No parece un lugar tan terrible como lo era el palacio del Rey.

Entre las casas, por un caminito de piedra, se llega a una que se llama:

Posada, "La Posada"

Sarah nota que no son muy originales en este lugar.

Luthien agrega- yo tengo dinero suficiente, si quereis pasar por allí.