Partida Rol por web

Juan vio a su oponente y estaba seguro que iba a ser un combate dificil... Por mucho que le cueste se decidio a saludar a su contrincante.

-Bien hallado seas... elfo...

Dijo secamente mientras se preparaba para embestir.

no me muevo del sitio espero a que se acerque, es impetuoso y no sabe cuando esperar, .. esta preparando su golpe desde muy lejos por lo que puedo ver sus intenciones de atacarme bajo, a una de las piernas, asi que cuando solo quedan unos pocos segundos para que me alcance, giro mi cuerpo un poco y como si fuera una pelota que viene hacia mi, giro con tanta fuerza que msi ganchos destrozan su cuello, haciendo que ruede su cabeza por el suelo de la arena.

- Tienes que saber sererarte pequeño, si no terminaras asi demasiadas veces

Entre en aquella arena con el paso tranquilo... con el suave vaiven de las dagas que pendían de mis brazos acompañadas del oscilar cadente de la túnica que persegía mi avance... Blanco y plata entremezclandose al caminar... y el orgullo de los hombros... y el oro de los ojos... filos aguzados que lo observaban todo...

Me adentraba en ella... con la barbilla alta y la Fe más que eso... con los oídos sitiados por blasmefías y gritos perversos... con la mirada centrada en la figura que se recortaba en su centro... en el brillo de su espada... y en el de sus ojos...

Que la luna ilumine tus noches y su profeta la senda tus días...Juan Bautista... hombre con fe.... me había inclinado ante él... saludo de mi sangre y mi historia... de mi respeto por su luz...Y ante él me erguí de nuevo.. con la sonrisa franca y el miel de la mirada cristalino... y el argénteo de las dagas dibujando en filigranas el contorno de mi cuerpo... el avance de los filos...

Mis armas buscaron la piel del brazo que sostenia su espada... y a ir a morderle... el hombre fintó rapido mi plata mientras mi cuerpo seguía su inercia... mientras en el giró rectificaba el ataque... y arañaba la piel de su muslo... El movimiento continuó esbozado por los velos que parecían flamear a mi alrederor... llama blanca de mi fe y mi destino... y sintiendole a mi espalda, detenido ya mi avance... me giré con la sonrisa sorprendida en los labios... con el miel inquieto en los ojos...

Veo que has mejorado mucho desde la última vez que nos vimos... las dagas de nuevo danzaban... como lo hacía mi cuerpo que buscaba el suyo... un giro y el plata en su estela.. y su pecho se abrió derrramandose de rojo cuando me alejé de él... Me detuve para observar sus gestos... sus ojos... con la cabeza levemente inclinada y el porte atento y espigado... con la sonrisa dibujada en los labios... a pesar de la sangre... de los gritos negros... a pesar del coliseo y aquella tierra tenebrosa...

Me alegra encontrarte de nuevo...

La voz de la mujer resono como un poema de amor en los oidos de Juan Bautista, nuevamente sus musculos se relajaban y sus pies se despegaban del suelo con la suave brisa de la tarde. Esos ojos acaramelados.. tan parecidos a los suyos, pero con mucha mas vida y divinidad...

-Benditos mis ojos que tienen el placer de volverte a ver...Anat...

Dijo su nombre con un dejo de dulzura pero a su vez resignacion...Sabia que la razon por la que se encontraban era para luchar, y aunque el no quisiera esta vez debia pelear.

Solo llego a decir unas pocas palabras, cuando la bella guerrera comenzo su danza mortal. Las dagas bailaban incesantes y por mas que Juan trataba de seguir sus movimientos, no podia quitar la mirada de aquellos dulces y penetrantes ojos...Su falta de concentracion le valio multiples cortes y heridas en la pierna y en el pecho, pero su mirada no flaqueaba ni por un segundo.

Su sangre tibia y dulce se perdia entre la arena del coliseo, mientras el cuerpo cansado de tanta violencia se mantenia en pie simplemente por la voluntad y el deseo de seguir contemplando a la hermosa mujer.

Juan intento fintar los ataques de la sierva del profeta, pero estos eran certeros y muy rapidos por lo que no tuvo exito en su premisa. Juan lo supo en ese instante...Luego de escuchar las ultimas palabras de la mujer.

Cita:

Las dagas de la Hakim se tensaron y apuntaron desde la posicion de guardia al corazon desprotegido del espadachin. Este al notarlo no cerro su defensa, sino que abrio su corazon para recibir el dulce dolor de la mordedura de su plata. La resignacion se apoderaba de el...estaba seguro que esta vez no habia podido ocultar sus sentimientos...no habia podido simular querer combatir...y el castigo seria duro. Pero todo valia la pena, si podia contemplar esos hermosos pozos de melancolia y pasion... dulces como la miel y sinceros como ningunos...

-La alegria es toda mia...gracias de nuevo...Anat.

Dijo a su verdugo mientras esta se acercaba a darle el golpe final que lo llevaria al mundo de los sueños... desde donde podria volver y flotar junto a ella... para una vez mas...volver a vivir.

Se movía lentamente... demasiado... y su piel se abría sin parar bajo mi acero... como parecían abrirse sus ojos, desbordase su esencia de ellos... mientras yo le miraba extrañada... mientras sus giros torpes intentaban esquivar mis dagas... y mi mirada se alternaba entre él y las gradas... y el gesto agrio de la dama negra...

Las dagas buscaban de nuevo el rojo de su pecho... Un giro rápido... movimiento que me enredaba entre mis velos y enmarañaba el pelo negro que describía el circulo... y vi su gesto de nuevo ensimismado...y vi como de nuevo ofrecía el pecho.... Rojo él... blanca yo... tan solo su sangre en mi acero y sobre aquella arena que la lamía satisfecha...

El giro pareció ralentizarse... y extendí los brazos, aspas de plata lanzando uno de ellos hacia su pecho descubierto... Pareció un ataque certero... aclamado como el fin del hombre por aquellas gargantas negras... Pero el miel de los ojos le dio el aviso... ojos velados a otros... evidentes para él. Juan apenas se apartó del filo de plata...Fue suficiente...

Debes ser más rápido...Juan.... recogía la daga en un nuevo giro hacia atrás... Debes serlo si quieres sobrevivir.... Me detuve frente a él... alternando la mirada entre la suya y aquellas otras que nos observaban... con la malicia en los ojos.. y en la sonrisa... Son los gritos del público los que deciden si se tiene derecho o no a los monjes... Y si no matas... no vives....

Las dagas pendieron dóciles ahora a los lados de mi cuerpo... la mirada demasiado intensa se hundía en la suya... El leve asentimiento.. apenas perceptible... y la voz cómplice...

Demuestrales que mereces vivir... y que tu luz ha de brillar sobre sus tinieblas... El cuerpo se me tensó... animal al acecho.. las dagas de nuevo hablaban de muerte...

La mirada de Juan entristecio... el sabia lo que debia hacer, y la mujer tenia razon... si no peleaba sus esperanzas y sueños moririan con el, y no volverian a renacer. Miro fijo los profundos pozos acaramelados de Anat y simplemente resoplo con resignacion, se miro un momento a si mismo y se dio cuenta de sus numerosas heridas, de como su sangre estaba tiñiendo toda la arena y las dagas de su oponente a la vez que esta se mantenia inmaculada.

Cuando la sierva del profeta se acerco nuevamente para lastimar su muslo derecho, Juan reacciono por primera vez en el combate. Parecia como si lo hiciese con una facilidad natural, con desgano pero brillante maestria logro convertir un leve movimiento de su muñeca mas habil, con la que controlaba su espada, en un gran corte justo por debajo del codo de Anat. La sangre mano por primera vez del cuerpo de la mujer y esta perdio su inmaculada belleza que se tiño de sangre por primera vez en un combate contra el espadachin.

El rostro de Juan miraba fijamente al suelo... no podia soportar mantener la mirada de aquella diosa que le pedia que pelease... que le suplicaba que blandiera su arma y su vida contra ella para que el no perdiera la suya. Anat dio unos pasos hacia atras mientras se sostenia el brazo herido con la otra mano, sonrio levemente contenta de que su oponente se hubiese decidio a combatir y volvio a arremeter pero esta vez hacia la otra pierna de Juan.

Nuevamente el espadachin sin siquiera mirar a su contrincante volvio a esgrimir su espada cortando el viento a su alrededor con una destreza incomparable. Cuando la espada volvio a su posicion de reposo, el brazo que antes habia sido herido ahora yacia en el suelo aun sujetando una de las dagas de Anat, y el pecho tenia una marca liberando asi la sangre pura y divina de la Sierva del profeta sobre su bello cuerpo del desierto.

El grito ahogado de la mujer le desgarro el alma...su espiritu imploraba que se detuviera, que no siguiera la batalla y que se rindiera en ese mismo momento... pero el ya no podia parar, y despues de todo estaba haciendole caso a sus palabras. Ella le habia pedido que luchase, que demuestre el brillo de su espiritu y que represente sus esperanzas con su espada...pues bien, este era el resultado.

Maldito sea el dia en que sobrevivi al asedio elfo... Pero bendito sea el dia que mis ojos encontraron a los tuyos...

Perdoname... Anat...

Su mirada pareció opacarse... pareció rendirse a la mía cuando la abandonó para buscar su propia sombra en el pecho de Juan... en sus pies... en el filo de su acero.... Juan parecía dudar, y yo le miraba con la cabeza inclinada... con el gesto extrañado... con la mirada afilada en apenas dos rendijas doradas que se hundían en aquel hombre...

Los gritos de los elfos arrasaron con la extraña calma que se había producido entre ambos... y con el asentimiento breve inicié el ataque... demasiado confiada... Juan había despertado...

El primer golpe me sajó el brazo derecho... y el dolor me llegó con una sonrisa en los labios... pero al buscarle con el reconocimiento en la mirada, la sonrisa se me desdibujo del rostro... El hombre miraba al suelo, y yo parpadeé un par de veces confusa... El golpe había sido maestro... debería estar orgulloso..

De nuevo me lancé hacía él... y de nuevo... sin llegar a mirarme siquiera, el acero de aquel hombre segó el aire... segó mi pecho... segó mi brazo... El grito no pudo contenerse en mi pecho al sentir el músculo ceder... la piel... el hueso quebrarse cercenado por su espada... Mi brazo me abandonaba... y tambaleante no pude más que dar unos pasos hacía atrás sujetando el muñón que sangraba demasiado, que me drenaba de vida....

No levantó la mirada... y apretando los dientes, rasgando la túnica que cubría una de mis piernas con la daga que aún sostenía... dejé caer el arma al suelo para acabar de desgarrar la gasa ya teñida del rojo de mi sangre...y con ella cubrí la herida... atando con la mano aún hábil y los dientes el burdo vendaje alrededor de la herida.... Apenas unos segundos y se empapaba de sangre que seguía goteando sobre aquella arena sedienta.... e inclinándome recogí la daga... y suave busqué sus ojos...

La sonrisa volvía a la cara... la respiración sosegada al pecho... Mucho era el dolor, que importaba? Mi pueblo tenía un dicho... que la Diosa nunca te mande todo lo que puedas soportar... Yo podía soportar mucho más que eso....

El giro del cuerpo de nuevo me llevó a él...la daga danzando suave al nivel de las caderas... y esta vez... enredada entre mi propia sangre, dibujando arcos de mi rojo a mi alrededor... el filo se elevó en su danza.... y su pecho de nuevo se abrió a mi acero...

Me retiré de él.... buscándole con la mirada llena de orgullo...por Juan y su valía... por la mía... por nuestra sangre derramada con valor... entremezclada en la arena ya roja de nosotros... Y el suave del giro volvió a mi cuerpo a pesar del dolor que me torturaba... y la daga apuntó a su corazón como mis pupilas apuntaban a sus ojos....

Nunca bajes la mirada... Juan Bautista... son los ojos lo que definen a un hombre...los que muestran su esencia... Nunca bajes las pupilas... no tienes motivo... el giro se insinuó en mis caderas... la muerte en mi daga.... Que nada te doblegue... jamás...

Con la sonrisa dulce en los labios me lancé a él... Que la Diosa te acune hasta el nuevo despertar....

Juan seguia mirando fijamente el sus botas y la arena a su alrededor... la vio tenirse de rojo mientras su vida se derramaba sobre ella. El frio acero del plata del desierto lo trajo de nuevo a la vida y a la vez lo acerco mas a la muerte, un nuevo surco se abrio en su pecho, esta vez mucho mas profundo que el anterior. Juan dio unos pasos hacia atras y con la mano libre se tomo la herida, que liberaba su alma mas que ninguna otra. Nuevamente junto coraje y vio a la sacerdotisa del unico a los ojos, la mirada era letal... esos ojos que en un momento eran dulces y tiernos pozos de amor infinito ahora se entrecerraban centelleantes como un felino al acecho.

Cuando su dulce daga perforo por ultima vez el pecho de Juan, este volvio a sonreir ya que sabia que no necesitaba lastimar mas a la mujer que le habia dado esperanzas... gracias a su mano el descansaria por siempre en un altar divino donde moraban los espiritus honorables.

Nuevamente y antes de caer... Juan susurro al oido de la Hakim...

-Gracias... Anat...

El pequeño de las cadenas llegó a un rincón que aún no había visitado. Como siempre, buscaba algún lugar donde conseguir algo de comida, pero el azar lo condujo hacia donde el caballero entrenaba con su espada.

- Buen día - saludó educado mientras observaba como este giraba con su acero por delante y sajaba un enorme muñeco de paja - Quizás quieres algo de entrenamiento con un rival enfrente. No creo que ese muñeco sea un gran desafío - el tono, jocoso, del pícaro era el mismo de siempre. Burlón, pero no agresivo. Solo que era más fuerte que el, no podía llevar una conversación sin salpicarla de sus, según el, ingeniosas observaciones.

Al ver que el caballero apartaba la mirada del muñeco de prácticas y lo miraba fijamente, Renato comenzó su habitual bailoteo, mientras sacudía hacía girar sus cadenas en busca de una oportunidad de atacar.

Juan lentamente se fue acercando al pequeño hombre de las cadenas, sin apartar su mirada de los ojos d su rival, mantenia su espada enfundada cuando el otro comenzo su ataque. Con pasos agiles y rapidos esquivo sin ninguna dificultad los primeros ataques de Renato.

-Tendras que hacer mucho mas que eso si queres ser mejor que este muñeco...

Dicho esto se lanzo al ataque

Las cadenas de Renato buscaron el cuerpo de Juan pero su técnica para esquivar las afiladas puntas fue exquisita, al verlo contraatacar Renato hizo lo propio y la espada y la cadena golpearon en simultáneo. Lamentablemente, para el pequeño humano, el filo de la espada hizo más daño que la punta de la cadena, por lo que salió algo más herido del trance. Sin embargo fue suficiente para contestar, olvidándose de su propio dolor - No lo creo... ese muñeco no contesta... y yo si! -

Tras sacudir un momento la cabeza, el de las cadenas intentó desequilibrar a Juan, para poder atacarlo, más adelante, con algo de ventaja.