Partida Rol por web

Las guardas de Parnassus sesgaron abajo, para rematar el trabajo en las piernas de Ricardo, y éste respondío, como el esclavo esperaba, cruzando sus dagas por lo bajo. Los escudos cambiaron de movimiento automáticamente y ascendieron en una cruz que incorporó al norteño sajándole el pecho. Ricardo atacó con violencia, aprovechando la incorporación para apartarse mientras amenazaba el cuello del favorito, pero éste no tuvo dificultad en desviar los mortales filos:

-El problema no es lo que quiso hacer, en realidad, sino sus consecuencias. El ser que has visto esta noche, el ejecutor, tiene unas implicaciones tan inesperadas como indeseables. Implicaciones cuyos daños colaterales atemorizan incluso a los elfos oscuros. podría suponer el genocidio sumario de todos los humanos de la ciudad... Esa Melissa no sabe lo que ha hecho, compañero. Lo cierto es que ahora confío en que la encuentren antes de que sea demasiado tarde, por cruel que pueda pafrecer. Es mucho menos despiadado que lo que podría estar por venir.- declaró ominosamente el guerrero, mientras giraba en torno al norteño en círculos amplios.

Para Ricardo el juego de piernas siempre había sido vital, y nunca había encajado bien las heridas en dicha localización. Parnassus confiaba que fuera suficiente.

Eso intento amigo mio, eso intento. Pero la muerte de Adrian me ha puesto las cosas un tanto dificiles.

Por un momento la cara de Ricardo cambió de su normal alegria a un rictus de tristeza, pero se sobrepuso enseguida. La pelea no había terminado y necesitaba toda su concentración contra Parnassus.

Ricardo vio venir el ataque. Parnassus creia que tenía las piernas más heridas de lo que realmente estaban y apuró demasiado. Los golpes al pecho y al brazo fueron interceptados por los puñales. Y de recuerdo el esclavo se llevó un tajo en la cara, que apenas pudo detener el casco, y otro en el pecho.
A pesar de todo, Parnassus no era el favorito en balde, y logró devolverle al norteño y fuerte escudazo en el brazo izquierdo que casi le hizo soltar el arma.

Ricardo necesitaba una abertura, sólo era cuestión de tiempo. El problema era que Parnassus necesitaba aun menos.
¿Aguantaría el norteño, o la muerte de obsidiana acabaría con él?

-¿Adrián ha muerto?- preguntó Parnassus, atónito al principio, con indefectible comprensión al final -Claro, el ejecutor, ¿no es así?- confirmó sus sospechas el esclavo -Es solo una muestra de lo que seguirá pasando con constancia, Ricardo. Los monstruos harán pagar a justos por pecadores hasta que las retorcidas mentes que los animan consideren que su misión está cumplida y que en lo que queda de Angkortak no hay lugar para ningún cáncer. Tenemos que parar esto, como sea.- indicó a su amigo, antes de volver a la acción, tras encajar sus nuevas heridas.

Mientras meditaba las palabras pronunciadas, la postura de Ricardo volvió a la defensiva. Cuando Parnassus pasó de nuevo al ataque, el primer lance fue solo un amago, que Ricardo trató de interceptar, con el pecho dañado como lo tenía. El segundo se estampó en sus costillas, haciéndolas crujir. Ricardo se arqueó tratando de minimizar el daño y trató de salir de la comprometida situación, pero las armas de Parnassus ya cerraban la guardia. Por desgracia, eso también orientaba las peligrosas aristas de obsidiana contra su oponente, en las distancias cortas.

Cita:

No, no es así. No sabes todo lo que pasa. No puedes saberlo. Estás demasiado protegido por la casa de obsidiana para saber según que cosas.

Ricardo parecía un poco tenso.

Pero no puedo decir más. Por lo menos de momento. Ya hablaremos de ello.

Pero sería en otro momento. Porque el escudo de Parnassus se hundió en el pecho del norteño sin que este pudiera evitarlo.

Había acabado el combate.

Garruk entró en la arena rodeado de guardias... como si tuvieran que obligarle a ir a la arena...

Allí esperaba un humano jugando con sus dagas... Ricardo Corazonfrío, el temible luchador al que todos temían, todo menos uno y ese era el orco Garruk. XDD

Ricardo vio como entraba Garruk rodeado de guardias. Y al momento se puso en guardia y dejó de juguetear con sus puñales.

Mmmm. ¿Qué extraño? Nunca pense que tuviesen que obligar a Garruk a pelear. A menos que haya intentado fugarse.

Muy buenas Garruk. ¿Qué pasa? ¿Acaso tienen miedo de que te vayas a alguna parte?

Parece que hay sospechas de que se puede organizar una nueva fuga, como la de la última vez y los pieles oscuras están algo más tirantes que de costumbre. ¿Tu no sabras nada al respecto?

Mientras conversaban las dagas de Ricardo ya volaban hacia el orco con peligrosa precisión... y la sangre se esparció por la arena... mmm, otra bonita cicatriz en el cuero cabelludo, a este paso tendré más cortes que poros..

Pues no, la verdad es que no se nada de ninguna fuga. Ya te dije la última vez que no le hicieras tanto caso a los rumores. Es muy dificil escapar de la ciudad, y muchas veces son los propios elfos oscuros los que desatan los rumores. Así los esclavos lo intentan y se pueden divertir.

Si, después de mucho discutir se determinó que si se podía. Aún así el caso de placar y levantarse ... EDITANDO ... no se puede placar y levantarse.. tiro el dado que falta

Al final 2x8, 2x5 y 2x2... tu turno.

La sangre goteaba de la cara de Garruk, el corte era profundo, pero no estaba vencido. Decidió usar su mejor arma y fue a agarrar a Ricardo.
Pero el norteño ya se esperaba una maniobra así y se agachó en el último momento. Los brazos del orco agarraron el aire, y mientras trataba de darse la vuelta para encararse a su contrincate, los puñales de Ricardo se le clavaron en la cabeza.

Buf, en fin. Espero que por lo menos te haya entrado en tu cabezota que no trates de escapar. Por lo menos de momento que la situación está muy tensa.

Era ya tarde, casi el ocaso. Probablemente esta sería la última pelea del día. Pero la luz tamizada daba un aire casi mágico a la arena, un aire que invitaba al Baile de la Hakhim, a recrearse en él, a disfrutarlo.

Avanzó, notando la brisa en su rostro, en su piel. Suavemente se enredó con sus velos, con su pelo. Se acercó así a Ricardo, casi jugando.

-Hola... bonita tarde. ¿Notas esa brisa...? ¿sabes cómo se mecen los juncos en los Oasis de mi Tierra...? Mira, así se mecen...

Y empezó a moverse, lentamente, a balancearse mirándole, a cimbrear su cuerpo casi con pereza...

Ricardo estaba cansado, había tenido algunos combates dificiles hoy y no tenía ganas de volver a visitar a los monjes. Pero cuando vió entrar a Aymee se le alegró la cara.

Bueno, al menos disfrutaré del espectaculo

Y desenfundó sus puñales y jugueteó con ellos mientras la observaba bailar embelesado.

A pesar de todo, el norteño ya sabía lo que podían hacer los bailes de la hakhim, con lo que apretó los dientes y se lanzó directo a liso y perfecto estomago de Aymee, con las armas por delante.

Aymée se ladeó en una de las vueltas que la acercaban a Ricardo, justo el espacio necesario para evitar que las dagas del Norteño llegaran a besar su piel. En la última de esas vueltas, sin embargo, ella sí llegó hasta él. Cogiéndole desprevenido pasó sus dedos entre el espeso cabello de su oponente, y suavemente siguió hasta el lóbulo de la oreja donde depositó una ardiente caricia. Y acercándose dejó también un susurro...

-Tienes un precioso color de pelo, Ricardo. Me recuerda las noches oscuras de primavera...

Al instante él empezó a notar el efecto embriagador de la sustancia que le había inoculado. No era dolorosa, al contrario, se sintió caer en una espiral placentera y sensual que sin embargo, embotó sus sentidos para lo que no fuera su propia imaginación acentuada.