Partida Rol por web

Mientras los dos gladiadores apuraban unas bebidas, relajándose entre combates, un extraño se les acerca con una extraña propuesta...

El dia estaba nublado... los animos no estaban para salir de la casa de los condenados ese dia...
Juan Bautista decidio ponerse e tomar unos tragos en la cantina ubicada en el piso inferior, cuando un desconocido sentimiento irrumpio en su descanso...algo le decia al espadachin que debia irse para el Mercado, asi que emprendio la marcha...

-Oh, Juan Bautista, ¿Verdad? Casi no nos conocemos, pero veo que llevamos el mismo camino. ¿Nos tomamos una jarra de vino en esa posada, Gladiador? Creo que un poco de charla relajada nos vendrá bien.

Sentados ambos, en una animada conversación, un hombre se les aproxima. No les es conocido, pero probablemente ellos sí que lo son para él. Por algo el Coliseo les proporciona fama. A veces, demasiada...

-¿Qué quieres de nosotros...?

Tras deambular algunas horas por las calles del mercado Juan Bautista decide volver a la casa de los condenados, alli se encontro con la mujer con la que habia peleado en la pelea por parejas... la que acompañaba a parnassus... nunca antes la habia visto y le intrigaba mucho.. sobre todo su enorme belleza. Algo sorprendido por la invitacion de la bella mujer a beber unas copas, y tan concentrado en la amable conversacion que estaban teniendo, no noto al hombre que se les habia acercado hasta que la dama le dirigio la palabra.

mirando con algo de desconfianza a este individuo, Juan Bautista paso su mano derecha a la empuñadura de su arma y luego hablo.

-Presentese por favor... sabra usted que no es educado interrumpir una conversacion ajena sin algun motivo importante..

Espero no molestarles, pero tengo una propuesta comercial... si es que están interesados. La sonrisa del hombre es amplia y afable. Pero sus ropas parecen teriblemente suntuosas, y sus modales exquisitos. Nunca un Elfo Oscuro había tratado a ninguno de los dos con tanta amabilidad.

Aymée miró con sus grandes y almendrados ojos castaños al elfo oscuro, recorriéndole sin rubor alguno de cabeza a pies. Sonreía mientras lo hacía, y aquilataba con la mirada, sin ocultarlo, qué clase de hombre tenía delante.

-Sois alguien de recursos, según puedo ver. Vuestros ropajes lo gritan. Y sois educado y afable, algo a lo que no estamos acostumbrados los de nuestras razas, aquí, en Angkortak. Por ello os pido disculpas si nuestras palabras os han podido sonar ásperas, no esperábamos alguien así acercarse a nuestra mesa. Pero sentaos...

Hizo un vago gesto con su pequeña mano. En su muñeca las pulseras tintinearon, alegrando súbitamente el denso ambiente. Una cosa tan simple, que podía cambiar en un segundo una impresión. La mujer apartó el velo que colgaba a un lado de su rostro, y lo hechó hacia atrás. Parecía una muñeca frágil.

-Decidme, ¿qué puede querer de nosotros alguien como vos? ¿Qué nos ofrecéis...? No soy más que una Bailarina, ¿acaso deseáis diversión en alguna fiesta...? ¿O es la espada de mi amigo la que buscáis...?

Querida, os he visto defenderos en la arena. Creo que subestimáis vuestras habilidades... o pretendéis que yo lo haga. El hombre sonreía, con una cierta ternura. Mi nombre es Jerion, y sí, son tus habilidades las que me interesan, así como la espada de vuestro compañero. Mientras solicitaba atento a que os sirvan más bebidas, continuaba. Hay un pequeño grupo de bandidos que operan en la ciudad. Nada alarmante, claro. Solo algunos humanos que no desean pasar hambre. Los jueces los toleran mientras cazan mayores bestias, pero en este caso, su necesidad de sobrevivir les ha impulsado a tomar una cierta pieza de mi casa a la que tengo especial cariño: Una vasija de plata grabada. Y me gustaría recuperarla, recompensando a quien así lo haga.

A Juan Bautista no le gustaba nada relacionarse con elfos oscuros... sus experiencias con ellos le bastaban para saber a lo que se atenia. Pero este parecia un caso especial, este elfo parecia gozar de mayor educacion y recursos que los que conmunmente frecuentaba... escucharlo no iba a lastimar a nadie.

La soltura con la que la hakim se manejaba no dejaba de sorprenderlo... tal vez ella sabia algo que el no, pero ese no era el momento de preguntarselo. La propuesta habia sido revelada... buscar un grupo de bandidos humanos y recuperar una vasija propiedad del elfo. Parecia demasiado facil... no por subestimar las habilidades de aquellos bandidos.. sino por la complejidad de la mision...

-Me sorprende que un hombre con sus recursos no se hubiese servido de la guardia o los jueces para eliminar a este grupo de bandidos y recuperar tranquilamente sus pertenencias... podria preguntar que lo impulso a pedir la ayuda de dos gladiadores del coliseo?

Los jueces serían demasiado... expeditivos en sus métodos. Debo insistir en que ninguna de esas pobres personas sufran daños. Después de todo, su situación solo es el resultado de una despreocupación de nuestra sociedad por los desamparados. Si todo va según lo planeado, el nuevo acueducto dará trabajo a los hombres libres sin recursos de la ciudad y no se verán obligados a recurrir al crimen para alimentarse. Su rostro parece preocupado. O al menos eso espero...

-Comprendo. Es reconfortante ver que alguien de vuestro pueblo se preocupa por el nuestro. Dadnos más detalles de lo ocurrido, para poder decidir con conocimiento, y decidnos qué ofrecéis a cambio de la vasija.

Se giró hacia Juan Bautista, esperando encontrar en su mirada el consentimiento para seguir adelante con el encargo. Creyó hallarlo, así que prosiguió.

-Si mi compañero está también de acuerdo os ayudaremos, siempre que vuestras explicaciones y vuestra recompensa nos complazcan. En cualquier caso, podéis contar con nuestra absoluta discreción.

El Elfo Oscuro dejó a un lado su capa, un momento, para que ambos viesen una bien surtida bolsa de oro en su cinto, y volvió a ocultarla con rapidez. No era sabio hacer alarde de riqueza en una taberna.

Con este dinero podréis comprar la vasija y tener una sustanciosa recompensa a vuestro regreso, o simplemente quedárosla y sustraer mi propiedad. Lo dejo en vuestras manos. Aun así, tened en cuenta la precaria situación de esos hombres. Y os recuerdo, si uno solo de ellos pierde la vida, nuestro trato quedará anulado, y os quedaréis solo con el anticipo.

Dio un leve sorbo a su vaso, y miró a ambos a los ojos. ¿Y bien?

Refleccionando sobre la situacion, habia algo que no le terminaba de cerrar a Juan Bautista... este elfo parecia tener buenas intenciones... demasiado buenas... o easa vasija es algo realmente muy preciado para el o hay algo mas detras de todo esto. De cualquier manera, Juan confiaba en la imponente belleza y atributos de su compañera para persuadir a los bandidos, y en su espada para protegerla de cualquier mal, asi que no lo dudo un momento y sabiendo que su compañera estaba de acuerdo dijo.

-Muy bien, donde podemos encontrar a estos bandidos...?

-Si, cuéntanos donde encontrarlos. Pero antes... Dime, Jerion, ¿por qué razón, si no quieres que ninguno de esos hombres sufra daño, nos envías a nosotros? ¿Nadie de tu Casa puede hacer el trato? ¿O tú mismo...? Estoy dispuesta, al igual que mi compañero, a hacer esa gestión para ti. Dinos todo lo que hay... si van a haber sorpresas, quiero estar preparada.

Jerion sonrie abiertamente y señala su propio rostro, divertido. Creo que hay gente que me prejuzga por el color de mi piel. A pesar de ser suya la broma, no puede evitar reír. No, es mejor que sean humanos o hakhims los que lleven a cabo el trabajo. Esos pobres diablos suelen pasar por la casa de Shisha de Ladisa, para quitarse el hambre con opiaceos... deberíais empezar por ahí.

-Muy bien. ¿Algún otro detalle antes de que nos dirijamos allí...?

La risa del elfo la había tranquilizado, por alguna extraña razón. Quizás se equivocaba, pero Jerion parecía sincero. Y saber que además de recuperar esa vasija, y obtener un buen oro por ello, iba a evitar mayores males a un puñado de gente, hizo que se levantara dispuesta, y con ganas.

Solo uno, el líder del grupo se llama Jaime, dicen que es un experto con su maza. Y que es un hombre avaricioso... y con cierta debilidad por las mujeres hermosas. El gesto de Jerion se torció. No es que sea un violador ni nada similar, solo tiene debilidad por ellas. Sin embargo, es un hombre asqueroso. Tened cuidado con él.

-Muy bien, lo tendremos en cuenta. Donde podremos contactarnos con usted, una vez terminada la mision??

Pregunto Juan algo cortante... sabia a lo que se enfrentaba, o tenia una vaga idea de la clase de gente con la que se encontrarian y no le agradaba mucho...

Pregunten por mí aquí mismo. Ellos les indicarán. Jerion se puso en pie. Hermosa Dama, caballero, espero que tengan éxito. Dedicó una graciosa reverencia a ambos, y partió.

-Vamos. Y no te preocupes, Juan Bautista. Soy una mujer de harén... ¿recuerdas? No tengo problemas con los ardides de la seducción...

Aymée salió también de la taberna, seguida del Gladiador.

-¿Te apetece una dulce y aromática Shisha...?

Sonrió...

Juan Bautista no pudo esconder una sonrisa cuando escucho las palabras de la mujer, sin decir mas se levanto y la siguio... era dichoso de poder seguir a aquella belleza de mujer y sobretodo por detras...

-No gracias... soy alergico a los crustaceos..

Respondio Juan Bautista, algo confundido porque no tenia idea que era una Shisha