Partida Rol por web

Me froto las muñecas despellejadas después tantos días con ellas puestas y le sonrío al sargento.
“Menos mal que se ha solucionado este malentendido, sarge. Llevo días explicando a los guardias que han cometido un error al enjaular a un honesto hombre de mundo como yo.”
Con esto me dirijo con paso ligero hacia los barracones. “Ahora sería feliz si pudiese darme un buen baño caliente...”

Alnor limpiaba su fusil un poco retirado, con el mimo que le pone prece que en vez de un arma estuviera acariciando a su hijo, o a una amante. Esta esperando a sus dos amigos desde hace un buen rato.

La cabeza de pelo corto y negro de Olson Kavanaugh, descollante sobre las otras, se abre paso a través de las barracas, y se dirige hacia Alnor, que se encuentra limpiando su fusil.
-Alnor.-le saluda, con un movimiento de cabeza.

Alnor para de hacer lo que estaba haciendo y se dirige al guerrero.

-Buenos días Olson... ¿A que hace buen día hoy? Puede que nuestro querido sargento hoy nos mande de excursión, o tal vez no.-

Olson lo observa, casi un palmo por encima de su cabeza. Siempre le ha dado curiosidad la fascinación de Alnor con su arma, pero sabía que muchos de los rifleros tenían ese mismo amor hacia ella.

-Quizás. Y Dana?

Hawke reparaba algunos siervos del almacén con brío y maña, era algo que le encantaba y nunca le cansaba, pronto acabó y salió del almacén en dirección a su habitación, pensaba descansar hasta que le mandaran un nuevo trabajo, y no más.

-Pues no lo se, no la he visto en todo el día. Creo que a la damisela se le deben haber pegado las sabanas.- Contesta con una amplia sonrisa.

Olson siempre había sentido una extraña mezcla de sentimientos sobre la joven. Por un lado, se sentía un poco a disgusto con las habilidades mágicas de la muchacha. Podía entender perfectamente el filo de su espada, la dureza de su cota de mallas. Hasta llegaba a entender la ventaja de poseer un rifle, como su compañero Alnor (aunque no le agradase utilizarlos, conocía los rifles y los respetaba, incluso había trabajado algo con ellos). Pero lo que Dana hacía, eso ya lo ponía un poco nervioso. Aún así, no podía negar una cierta atracción hacia la joven, que otro sentimiento entremezclado en la ya complicada mixtura que tejían los hilos en su corazón, que otro hombre hubiera reconocido, pero el no sabía apreciar: miedo. Miedo al rechazo, hubiera dicho otro. El lo ignoraba, y por eso jamás se le había acercado de otra forma que no sea amistosa. Estaba confuso, y no sabía que lo suyo era normal. No era que jamás hubiera estado con una mujer. Sabía muy bien como conseguir que una joven camarera lo siguiera al establo. Pero no sabía como tratar con la joven estudiosa y reservada de cabellos negros y ojos verdes que había conocido tiempo atrás.

Paseando sus manos enguantadas sobre el pomo de la espada, giró la cabeza hacia ambos lados, alternativamente, para observar con la esperanza de ver a alguien más conocido.
Luego volvió la vista hacia Alnor.

-¿Sabes algo de aquel?-dice, señalando al prisionero que acbaban de soltar.

-¿Y escuchar sus reniegos y su mala leche?... bueno.. vale pero solo porque me lo pides tú.- Dice con tono afable.

Acaba de montar su cuidado rifle y lo lleva con una sola mano. Levantandose se dirige con su amigo Olson a buscar al jefe.

Olson asiente, y parte junto a Alnor a buscar al sargento. No le gusta estar sin hacer nada, y ya ha ubicado sus escasas pertenencias en los barrancones.

- Buenos dias compañeros, parece que al sargento le duelen los sabañones...jejejeje. esta de buen humor y es contagioso. Mientras observa a sus nuevos compañeros y esboza una alegre sonrisa.

¿Cómo demonios he podido acabar aquí? Toda esta gente armada hasta las cejas me da mala espina, será mejor que me ande con cuidado. No entiendo porqué se lo tomaron tan a pecho en la Academia... Total, sólo fué un pequeño accidente, le hubiera podido pasar a cualquiera. Bueno, lo mejor será que pase lo más desapercibido posible mientras pienso la manera de librarme de esto.

Me dirijo hacía los barracones mientras voy repasando mi libro de conjuros, intentando no prestar atención a lo que me rodea.

La mujer del grupo se acercaba ajustandose con cuidado sus guanteletes de cuero.

- A la señorita no se le han pegado las sábanas. - Respondió a sus compañeros con una leve sonrisa.

- ¿Alguna novedad? - Comentó conforme terminaba de ajustarse el cinturón descolgado hacia un lado a causa del peso de su arma.

Radnor entra rapidamente a las Barracas, sabe que se quedo dormido y que no causara una buena primera impresion, en el camino ajusta su espada lanzando una pequeña oracion hacia Morrow..

Entra arreglandose rapidamente para toparse cercanamente con una mujer que parece ajustarse sus guantes...Bue.. digo Buenas mirando nerviosamente a todos

Guiñando un ojo Alnor parece hacer la parodia del tipico galán de taberna. Obviamente bromeando.

-Saludos guapa, ¿que hace una chica como usted en un sitio como este?-

Y mira a los demás soldados, saludandolos con un leve gesto al no conocerlos mucho.

Olson observa ceñudo a los nuevos soldados que van ingresando. Algunos parecen de buena cepa, pero otros...
Deja el pensamiento inconcluso, cuando ve ingresar a Dana.
El comentario de Alnor le molesta un poco, no sabe porque, e inconcientemente se acerca un poco mas a la joven, aún sin mirarla, y contesta sólo con un gruñido a la pregunta de ella.

Hawke abandonó su habitación aburrido después de un rato, se había limpiado de arriba a abajo, ya no tenía ni una mancha de aceite, esos siervos de guerra estaban bien reparados pero había sido muy corto, entonces recordó que lo habían citado y al calcular la hora vio que le quedaban cinco minutos, apretó el paso y llegó a la sala, donde vio a los demás soldados y a una chica. Hola, espero no llegar tarde, pero se me olvidó que tenía que venir. Encima solo llevaba puesto su traje de mecánico arcano y sus herramientas. ¿Cuándo me pagarán? Necesito fondos para construir mis propios siervos de guerra. Se notaba que era un tipo muy distraído y embelesado.

Dougal canturrea feliz tumbado en su litera. Pasar de estar en una jaula a estar en una cama ha sido sin duda un buen cambio. Observa a los que van a ser sus compañeros pasando a los barracones y los saluda levemente. Se hubiera dedicado a guardar sus posesiones en el viejo arcón que hay junto a la cama, pero no tiene ninguna, pues ese es el problema de haber sido detenido.

Finalmente, se levanta para unirse al grupo a esperar a las instrucciones del sargento. Mira al resto con interés, intentando imaginarse qué les habrá llevado a este lugar, al fin y al cabo, ellos lo han hecho por propia voluntad, no como él, que está aquí a la fuerza.

-Esto ... ¿Qué tal? –saluda a todos en general, sonriendo. -¿Alguno de vosotros es paisano de la zona? Es por saber algo de ese lugar que ha mencionado el sargento, Altoacantilado. Espero que no sea un sitio peligroso...

Brue se instala en una litera al fondo del barracón, un poco apartado de los demás. Se tumba y sigue leyendo su libro de conjuros distraidamente. La mención de Altoacantilado por parte del prisionero (o quizá sería mejor decir ex-prisionero) despierta su interés así que presta algo más de atención a la discusión aunque sin moverse de su litera.