Partida Rol por web

Cuando finalmente descargáis todo el equipaje en el margen oeste del arroyo, poco a poco una densa niebla se va instalando en la superficie del agua. Eso no impide que vayáis cargando los ponis y os preparéis para el viaje que os espera. Terminados los preparativos, Lindar se despide de cada uno de vosotros y os desea un buen viaje.

- Estimado Holdin, espero oir pronto tus narraciones de la aventura.

Suben a bordo de las almadías y marchan lentamente hacia la densa niebla, que los hace desvanecerse a medida de un profundo sentimiento de desasosiego invade vuestros corazones.

Os agradezco vuestra hospitalidad y vuestra escolta. Tened buen viaje de vuelta tambien.- Se despide de los elfos, y echando el equipo a la espalda, comienza a andar con los otros. Una vez más, encargandose de explorar el territorio previo al paso de la compañía.

Con un estremecimiento, Holdin se gira torpemente hacia Lindar.

- El placer será mío, Lindar.- Duda durante un segundo.- Me... Mellon-ni.

Cuando los elfos se vuelven hacia la niebla, se dirige a Sarunniel.

- ¿Se me ha notado mucho el acento? Que vergüenza.

Sarunniel se despide de Lindar y del resto de elfos con un gesto de agradecimiento con la cabeza "Galo Anor erin radeg" [Que el sol ilumine vuestro camino]

Se vuelve hacia sus compañeros y no puede evitar que se le escape una risita al escuchar a Holdin esforzarse por hablar en Sindarin. "Mi buen Holdin, vuestro sindarin es casi tan bueno como mi oestron, no dejáis de sorprenderme. Tal vez algún día podáis componer una canción en la lengua de mi gente, que se escuche en los salones de mi señor Thranduil" - le dice con una sonrisa amable.

"Bien, ahora será mejor que emprendamos camino. Lo más sensato es seguir el consejo de Lindar. Conozco el bosque, pero hace mucho tiempo que no viajo por esta parte y mucho puede haber cambiado desde entonces"

Brann se despidió de los elfos del bosque con una reverencia. Gracias por la hospitalidad.

Le hubiese gustado permanecer más tiempo allí, pero habían llegado para escoltar a Baldor y su hijo, por lo que no quedaba más remedio que partir.

Allí, en la orilla del arroyo, Brann observó cómo los elfos desaparecían entre la densa niebla... estaban sólos, ya sólo quedaba continuar su camino.

La senda a través del Bosque Negro era ciertamente engorrosa. A tramos, completamente oscura por la densidad del ramaje, ningún rayo del sol atravesaba el follaje y nadio hubiera podido discernir si era de día o era de noche. Por otro lado, el calor era sofocante, algunos tramos del camino tenían una pendiente demasiado pronunciada, o zigzagueaba de tal manera que parecía no llevar a ninguna parte. Algunos momentos el silencio era inquietante, en otros, el ruido de los animales era ensordecedor.

Baldor ciertamente parecía abochornado por la dificultad del camino. Por su lado, Belgo, manteniéndose optimista trataba de aumentar los ánimos de su padre, una tarea en absoluto fácil.

A pesar de la abundancia de víveres en la caravana de Baldor, más para manteneros alerta y entretenidos que por buscar alimento, has ido cazando alguna pieza por el camino. Lindar os advirtió que no saliérais del sendero y no es fácil sentarse a esperar que una buena pieza atraviese el sendero y se deje cazar.

Uno de esos días en que te has avanzado un poco a tratar de hacerte con una pieza, un ruido inusual despierta de curiosidad. Dirías que parece un grupo de voces roncas que hablan una lengua que desconoces.

"Este sitio me pone la piel de gallina..."

Al principio, Holdin intentaba mantener el espíritu de la compañía alto, canturreando en voz alta o buscando sendas más sencillas. A lo largo del día, sin embargo, lo único que consiguió fue caerse metro y medio terraplén abajo y no recordar la letra de una cancioncilla.

- Diablo, estaba seguro de que esta canción rimaba... Bueno, es igual...

Cuando llegó la noche, dejó caer sus cosas con pesadez, agotado tras la ruta del día.

¿Un momento, qué es eso? me digo para mi misma mientras exploro una zona de densa vegetación no muy lejos del sendero principal. No suena como ningún animal reconocible, parecen más bien voces, y por su tono no presagian nada bueno...

Sin tiempo de alertar a los demás, decido acercarme cuidadosamente en dirección a la fuente del ruido. Cuanto más cerca, más extremaba las precauciones. Pero incluso el cazador más avezado no está libre de cometer un pequeño error que termine por alertar a su presa. Y en este caso, el infortunio quiso que apoyara un pie en la aparentemente robusta raíz de un mallorn, que resultó estar podrida por dentro en realidad, y se desintegró con un sonoro crujido.

Me quedé inmóvil donde me encontraba, conteniendo la respiración y rogando a los Valar no haber delatado mi presencia a las criaturas que acechaba...

El cansancio y el ambiente opresivo del Bosque Negro estaban haciendo mella en la compañía. Incluso el ánimo siempre alegre de Holdin se fue tornando deprimente a medida que pasaban las horas. A Sarunniel le entristecía ver el efecto que el otrora majestuoso Bosqueverde el Grande tenía sobre quienes lo atravesaban.

Montemos aquí el campamento, creo que nos vendría bien un descanso - dijo pensando sobre todo en el pequeño hijo de Baldor. No salgáis del camino, me adentraré un poco en la espesura para buscar alguna presa con la que alimentar el fuego y nuestros estómagos. Volveré enseguida, estad alerta

Dicho esto, la elfa se agachó un momento para observar de cerca una zona de arbustos y hierba alta, y acto seguido se adentró decidida entre los troncos de dos grandes árboles, perdiéndola de vista al momento

Ese día vuelves apesadumbrada al campamento. No has conseguido dar con ninguna presa y, además, ese rumor te iba persiguiendo allá donde fueras. Unas veces más lejos, otras más cerca, pero en ningún momento has llegado a ver sombras, pisadas o rastros que te dieran pistas para saber a qué eran debido.

El camino parecía no tener fin, pero lo que peor llevaba Brann era la escased de aire en aquel bosque, lo que dificultaba aún más si cabía seguir andando.

Sí, un descanso... Se apresuró a apoyar a la elfa cuando sugirió que parasen a reponer fuerzas.

Se sentó como buenamente pudo y asintió cuando Sarunniel se dispuso a buscar comida. Espero que cuando volvamos no haya que pasar por aquí de nuevo. Se lamentó el hombre de la dificil senda.

Parecían una panda de novatos recién salídos a los caminos. Y lo peor es que el se veía agotado como el que más. Claramente sus estimaciones sobre el camino habían fallado estrepitosamente y lo que se suponía un ligero viaje que el mercader tenía más que realizado, se tornaba en una dura prueba a superar tras abandonar el curso del río.

Llegado el momento del descanso, en enano se dejó caer casi en peso sobre el mullido y frondoso suelo. Secandose el sudor con el reverso de la mano, dijo. -Dadme unos minutos para tomar aire y comenzaré con la preparación del fuego y el campamento.

Conseguís dar con un tramo de camino bastante ancho. Por lo menos lo bastante ancho como para improvisar un campamento en el cual instalaros cómodamente sin apartaros del camino. Tras varios intentos, Thror consigue prender un leño para alimentar una pequeña hoguera. Una tenue luz invade el entorno y su calor os reconforta. Sin embargo, una leve incertidumbre cruza vuestras mentes como una exalación. Os fijáis que alrededor del aura ilumnada las sombras parecen más densas, más compactas, más oscuras. Bailan al son del fuego y pequeños insectos, coriáceos y negros como la pez, revolotean a vuestro alrededor sin atreverse a entrar en la zona iluminada por el fuego.

La visión resulta ciertamente sobrecogedora.

La oscuridad del lugar les sobrecogía. Rápidamente el enano se apresuró en armar una hoguera que iluminara el tétrico lugar. 

Al intentar prenderla, no hubo forma alguna. Llegando a pensar que se trataba de algún tipo de maleficio del lugar. Pero no cejó en su empeño hasta que finalmente lo consiguió. Liberandose así la presión que le constreñía.

A medida que avanzaban en el caminó, Holdin intentaba llevar el espíritu del grupo lo más alto posible.

- ¡Algo más adelante, el sendero se horizontaliza!- Decía a veces.- Es una suerte que tengamos este tupido velo, seguro que el sol está pegando de justicia ahora.- Decía en otras.- ¿Conocéis esa vieja canción? Seguro que sí. Brann al menos, es una canción clásica de Esgaroth. "¡Vienen en botes! ¡Vienen en botes!".

Al cerrar campamento, el bardo se retiró a un rincón, para no molestar, y se entretuvo un rato en hacer escalas. Al fin, regresó donde los demás, guardó su laúd y empezó a preparar algo de comida.

- Estofado, mis señores y dama, estofado de setas. Lo más sabroso que sin duda ha visto este lado del bosque.

La joven elfa había regresado hacía poco de su expedición por los alrededores del campamento, cabizbaja y sin ninguna presa. Había pedido escuetamente disculpas al resto de la compañía por haber vuelto con las manos vacías y se apartó un poco del resto, sin alejarse mucho de la fogata. Una sombra de pesadumbre asomaba en su mirada, pero el calor del fuego y el buen ánimo de Holdin parecieron recomfortarla y sus ojos recuperaron algo de su habitual brillo.

"Este estofado huele delicioso" dijo mientras se servía una ración y la olfateaba. "Parece que tenéis tan buena mano con la cocina como con el laud, mi buen Holdin. Lamento no haber encontrado ninguna pieza de caza con la que acompañar estos hongos"

Brann sonrió al recordar la canción a la que se refería Holdin, incluso se atrevió a tararearla un poco. A pesar se ello aquella canción le hizo recordar lo lejos que se encontraba de casa, y más aún en aquel bosque que apenas dejaba ver unos leves hilillos de luz.

La pequeña foguera que ha logrado encender Thror parece irradiar una luz y un calor excepcionalmente agradables que os hacen recordar las cálidas fogatas de vuestros hogares, los ricos manjares de las cocinas atestadas de comida y el calor de una tarde en la taberna de La Ciudad del Valle. A la mayoría este pensamiento os trae bienestar, sin embargo a Brann parece invadirle la nostalgia y el hartazgo.