Partida Rol por web

¡Y quién sois vos para decirnos lo que debemos hacer! Dijo el enano alzando la voz y cambiando completamente el tono por uno más altivo y beligerante. Soy Thror, Brazo de Plata, hijo de Frór, hijo de Farín. Defensor de Dum-Tharak, azote de Trolls y salvador de Óin y Balin. ¡Y no hay humano que vaya a impedir que prosiga mi camino!  En ese momento, Holdin se le unió con una acusación de desconfianza hacia el rufián.

Muchacho, creo que te has equivocado pretendiendo amedrentarnos. Acaba dando la última oportunidad a sus interlocutores. ¡Apartaos o sucumbid!

- No pretendemos interrumpir vuestro camino, señor Thror Brazo de Plata, podéis seguir el sendero. Únicamente consideramos que en el interior de este edificio se están tratando asuntos que no son d vuestra incunvencia.

- Verá estimado señor viajero - dice el bandido con media sonrisa - creo que no nos ha entendido bien, este edificio de ahí es nuestro lugar de reunión. Desconozco sus intereses o intenciones pero igual que yo no me entrometo en sus asuntos, ni pido explicaciones de por qué no puedo entrar en su casa, entienda que no es muy honroso exigir las mismas condiciones en casa ajena. Pero bien, ¿quieren echar un ojo?

El bandido se echa los dedos a los labios y lanza un largo silbido. Del interior de la casa salen dos hombres más que se apoyan en las jambas de la puerta.

El chico se os acerca y os tira de la manga.

- Señores, por favor, esto no tiene buena pinta. Entrar ahí puede ser una trampa y mi padre no podría aguantar la travesía solo ni hacer frente a un ataque de estos bandidos. Aprovechemos que nos dejan marchar y dejémosle en paz. Nos han revelado su escondrijo y quizás podamos encontrar refuerzos en el poblado de más allá  de algún poblado más allá del bosque. Dicen que ahí viven unos guerreros muy rudos que se hacen llamar beórnidas.

"El chaval tiene razón."

Guardo la espada.

- No será hoy el día en que derramemos vuestra sangre. Pero os lo advierto: estos caminos son seguros. Intentad recordar por qué.

Me giro, hacia donde esta Belgo y Baldor.

Asombrado por la bajada de calzones del Bardo, Thror desinfla su ánimo. Maldita sea, estos rufianes están tramando algo sucio y vamos a dejar que se salgan con la suya. Piensa para si mismo.

Pero el crío estaba en lo cierto. Que triste que tuviesen que contar con un niño como voz de su consciencia. Señor... dad las gracias. Pues contáis con la suerte de que este enano tiene que proteger a un niño y su desorientado padre. Dijo sin mirar para los dos panzones que acababan de asomar tras el silbo del bandido. Pero no bajéis la guardia. Porque sabemos que no sois buen trigo para el morral. Antes o después nuestros caminos volverán a cruzarse. Y ese día, no contaréis con tanta suerte.

Dijo alzando la voz. Esperándo con ello infundir en sus compañeros, pero sobre todo en el joven Belgo, el sentimiento de que todo el mundo labra su destino. Y que las fechorías, así como quienes las cometen, no pueden quedar sin castigo. 

Siguiendo el sensato consejo de Belgo, dais la vuelta para proseguir vuestro camino. El grupo de bandidos parece inicialmente algo contrariado pero os deja marchar sin hacer comentario alguno más que algunas miradas entre ellos. El último de vosotros en darse la vuelta,Thror, ve cómo salen más individuos del interior del edificio. Unos cinco o seis más. En último lugar aparecen un hombre bastante bien parecido con aspecto inquisitivo con una grave cicatriz a un lado de la cara, acompañado de otro tipo cubierto completamente con capas y harapos. Bien podría tratarse de un hombre que trata de esconderse de la luz del sol.

La pesadumbre del encuentro os ha enturbiado un poco y os ha llenado de pesar. Fuera lo que fuera lo que aquellos muchachos tramaran no era nada bueno. Avanzais durante un buen trecho, durante los siguiente minutos hasta que llegais a un viejo pozo. Baldor os pide por favor si puede parar un momento a descansar, el encuentro le ha dejado muy mal cuerpo.

El pozo es una vieja construcción, llena de musgo. Sin embargo, a pesar de su antigüedad, parece que tanto la cuerda como el cazo que sostiene están intactos. El calor y la humedad caen con rigor sobre vosotros a través de las hojas de los viejos árboles (pues a decir verdad, poca luz se filtra a través de las ramas) así que os parece un buen momento para atender a Baldor y tomar un breve descanso.

Holdin se sentía francamente agotado. El rifirrafe con los bandidos, los dias de marcha sin descanso... Sentía que parar en el pozo iba a ser buena idea.

Tras avanzar la caminata un buen trecho tocaba descansar un rato, habían evitado un enfrentamiento, pero Brann no estaba seguro de que hubiese quedado atrás del todo.

Los sentidos de la elfa estaban embotados por el cansancio y la agobiante humedad. La idea de tomarse un descanso era más que tentadora, y ese viejo pozo parecía un buen lugar para detenerse con la caravana

Tras los últimos acontecimientos tenéis los nervios crispados, a flor de piel. Sin embargo, quizás en calor, quizás el aturdimiento, un leve movimiento de ramas os alerta demasiado tarde: media docena de sombras se mueven rápidamente hacia a vosotros. Son criaturas repulsivas: delgados seres pálidos y demacrados, cubiertos por harapos que les protege de la poca luz solar que consigue atravesar el dosel del Bosque Negro y con la piel embadurnada de fango y hollín.

Seis trasgos del Bosque se os acercan deprisa, más rápido que vuestros reflejos. Sólo el joven Brann tiene tiempo de hacer frente al ataque.

No, tiene que haber alguien al menos dos en posición Cuerpo a Cuerpo.

A pesar del intento de Brann de hacer frente a la llegada de las seis criaturas, éstas llegan sin demasiados problemas a haceros frente. Van armados con lanzas de piedra, hoscas puntas de piedra talladas montadas sobre hastas hechas de ramas de madera. Protegidos con una escasa rodela de madera, intentan hacer mella en vuestro cansancio tratando de pincharos.

Las criaturas se lanzan con ímpetu hacia vosotros. A pesar de haberlos visto llegar, Brann recibe gran parte de sus impactos mientras que el resto de compañeros tratan de cerrar la acompetida para proteger a Sarunniel y el resto de compañeros.