Partida Rol por web

Umul sonríe acostumbrado al mal humor del enano.

-No es eso Kembell, simplemente quieren anticiparse a tus pasos y protegerte.-

-¿¡Protegerme!?- Exclama alzando las manos. -¿¡Proteger a mis enanos!?-

-¿Estos jirones de pieles y escuálidos sacos de huesos que se hacen pasar por aventureras?-

El enano se frota la cara intentando calmarse.

-Mira, sabes bien que conocí a tu abuelo ... era buena persona y tu heredaste su buen corazón y por eso te tengo en estima. Pero de esto a tener que fiarme de esas flacuchas barbilampiñas hay mucho trecho.-

-Si lo necesitan las dejaremos ir con nuestra caravana ...- De reojo os mira. -... Y nosotros las protegeremos a ellas.-

-Pero ni por asomo podran ver nuestros mapas, rutas y caminos.-

Umul levanta las manos con expresión de "tu mandas".

¡No!. Esto no lleva a ninguna parte. - Exclamo con una firmeza y una sequedad que poco a poco alberga menos de paciencia. Miro a mis compañeras, sin dejarme amedrentar pese estar en minoría. - Dije que quería viajar con la caravana para protegernos y garantizar que llegase de una pieza, pero es incuestionable que ellos no necesitan protección alguna. Son enanos. Resuelto eso solo nos queda llegar cuanto antes a Aurrivin y eso no lo lograremos si nos movemos a velocidad de caravana.

Si queréis quedaros en la caravana, bien. Mas rápido llegaré a Aurrivin si no tengo que preocuparme para que no tropecéis en cada rama.

La situación se estaba yendo de manos. Dimma se puso inflexible y el enano parecía no parar de despreciar la ayuda que podríamos llegar a ofrecerle... Típico de un enano, pensar de que solo ellos pueden con todo en este mundo.

Mi cara se vuelve una mueca de desagrado y desaprobación para con el enano. Si pensaban que no podríamos hacer nada por ellos, bien, que se vayan a cagar. Muevo mi dedo y lo posiciono señalando a Dimma.

- Vamos.... - comento cambiando mi voto apoyando a la arquera. No dejaríamos a nadie en pie y el enano tendría que tragarse sus propias palabras. 

Después de oir a Dimma y Lólindir, digo en tono conciliador,:

Umul está en lo cierto, sólo queremos ayudar. Y aunque los enanos sois bien capaces de protegeros, tal vez en la refriega de la batalla vuestra mercancía quede dañada. Lo cual sería tan fatal para Aurrivin como que no llegaseis nunca.

(Hago una pausa pensativa) Y también sería fatal para ellos que llegásemos demasiado tarde. Tal vez debamos adelantarnos, como dice Dimma, aunque no compartáis con nosotras vuestros conocimientos sobre estos caminos. De todos modos, sabemos cuidarnos solas.

Al decirlo me recojo dentro mi capa para protegerme del aire frío y tirito por un instante, transmitiendo una sensación de fragilidad (A ver si se le hablanda su corazoncito de Enano.). Acto seguido me acerco a Dimma y Lólindir para indicar que estoy con ellas.

El aspecto frágil que intentaba mostrar Aidelail hacia el enano solo confirmaba sus pensamientos de que erais unas niñas rebeldes de bien que queriais demostrar a vuestros padres que podíais hacer como las mayores. Pero el mundo fuera de la ciudad era peligroso, mas con orcos de por medio.

-La verdad es que si tuviera que apostar, diria que no vais a durar ni 3 días allí afuera.-

-Si tienes frio aqui no sabes lo que te espera en las montañas.-

Veo que el enano sigue en su forma despectiva de hablar sobre nosotras, es más, está apostando a que no lograremos hacer nada. 

Me doy vuelta, ya que me estaba yendo, y me pongo frente a él mientra lo miro por lo alto, con una vista penetrante, inquisidora. Después de unos segundos le extiendo la mano.

- Acepto... 100 monedas de oro... - mi cara es seria y mis palabras cargadas de desafío. 

Grodgroic siempre había sido el enano más calmado del grupo, le gustaban las tabernas calientes, la buena cerveza y una amigable charla cerca del fuego. Las típicas disputas enanas hacían que frunciera en ceño con facilidad y si había tomado la vida de viajero y comerciante era precisamente por no estar excesivamente cerca de ellos.

No dejaba de ser un enano, lento de tener confianza y con larga memoria para las afrentas, y apreciaba mas su compañía actual que la de unos piernas largas que cambiaban de pensamiento cada otoño.

-¿No creeis que eso es puede quedar demasiado grande?- Dijo mientras se acercaba a vosotras con tono preocupado. -Si realmente hay orcos allí, será un asunto feo y aunque vengais en nuestra caravana tarde o temprano tendréis que luchar.-

Realmente la actitud bobalicona de Crystal, la fragilidad de Aidelail y el aparente desinterés de Lólindir no pintaban un buen panorama para los enanos y a lo que estaban acostumbrados.

-¿Cuantos años debéis tener? 40? ... Yolotum, a quien consideramos un crio, tiene 85 años ... y gran parte de estos han sido dedicados al artes de la lucha enana. No es por nada que dicen que los enanos nacemos enfundados en metal y con una maza debajo el brazo.-

La cara de Kembel se pone un poco roja.

-No es eso lo que estaba diciendo niña.- Dice en tono molesto.

El gesto de Lólindir es elocuente y me infunde valor.

No se trata de nosotras, sino de Aurrivin. No permitiré que caiga a causa de nuestra lentitud. Estoy decidida. Estoy segura de que Sune nos asistirá en el viaje. 

Miro al enano viejo primero y escucho con atención las palabras que dice. Puede que tenga razón. Pero la edad no significa que uno esté capacitado para hacer frente a determinadas situaciones.

Puede que seamos unas crías a manos de los enanos, o pequeños bebés en comparación a algunos elfos. Y así mismo hay historias de ambas razas que cayeron como plumas ante un mínimo golpe... la edad no era relevante.

Sigo con la mano alzada y escucho las palabras de Kembell, una sonrisa sarcástica aparece en mi rostro mientras vuelvo a darme la vuelta.

- Cobarde... - digo mientras empiezo a caminar. Ya estaba todo dicho. No tenía sentido seguir hablando con seres obstinados que se creen únicos. Si tan importantes y poderosos eran ¿para qué necesitar ayuda de terceros?

Crystal se removió, inquieta. Sus dulces labios se fruncieron en un mohín indignado y empezó a hacer puñetas con las manos, mientras removía el suelo embarrado.

- ¡Joooooo!

La tensión de la situación pudo con ella y unos lagrimones cayeron por sus mejillas, mientras Dimma, Aidelail y Lólindir se alineaban en posiciones enfrentadas frente a los enanos.

- ¡Pero no lo entiendo! ¡Si vamos todos al mismo sitio, ¿porque no vamos todos juntos?!.- Pateó el suelo, para dar enfasis a sus palabras. Sin embargo, las palabras de menosprecio del anciano enano molestó a la jovencita. Sorbiendo los mocos y apretando los dientes, dió un paso al frente.

- ¡Señor enano! ¡Somos jovenes! ¡Somos fuertes! ¡Queremos ayudar! ¡Y, aunque me gustaria mucho conducir sus carromatos, creo que me gustaria más pelearme con esos orcos sucios y malos, que hacen cosas malas...!

Crystal se acuclilló frente al más viejo de los enanos, extendiendo sus manos y agachando la cabeza, tratando de mostrarse respetuosa como una niña pillada en falta.

- ¡No me asusta luchar, abuelo! ¡Y si tengo que morder y escupir y patear a esos orcos para que ustedes lleven cosas ricas a Aurrivin, lo haré! ¡No se enfade, por favor! ¡Y dejenos hacer las cosas a nuestra manera, por favor!

La joven dedicó una tremula sonrisa al adusto rostro del enano, antes de ponerse en pie y acercarse al familiar grupo que conformaban sus amigas. La expresión de Lólindir alarmó a Crystal, que se acercó a la carrera para agarrarla del brazo.

- ¡No digas cosas feas, Lólindir... Estan tan preocupados como nosotros... Pero no pueden demostrarlo en publico...!

Crystal de acercó aún más a la hechicera y le susurro al oido*.

- _{¡¡Creen que si demuestran sentimeintos humanos se les caeran las barbas y se pillaran los dedos con un martillo.!!}

¡¡ BASTA TODOS !!. Esto es una pérdida de tiempo. - Estallo con rabia y un potente chorro de voz que se deja sentir a lo largo de toda la calle. - ¿ En que momento una cordial charla se ha tenido que convertir en una estúpida pelea de egos ?. No es entre nosotros con quien tenemos que gastar las fuerzas. No es así como se forjan alianzas. ¿ De acuerdo, TODOS? - Pregunto dureza y mirando a ambos lados de la refriega. Con una expresión que parece advertir a que la próxima salida de tono se verá replicada con un puñetazo en la boca, o una patada, si la boca en cuestión se encuentra a un metro del suelo.

Encaro de nuevo al enano gruñón y le tiendo la mano en un gesto cargado de furia contenida. Manteniendo la misma mirada rigorosa. Casi retándole a ver si tiene agallas de rechazarla. - Entonces Mease Kembell, nos vemos en Aurrivin. Buen viaje y que los dioses os sean propicios.

A Kembell no le gustaba que le dijeran cobarde a la cara, si bien era completamente capaz de mantener sus formas cuando se lo decía una mujer no enana a quien consideraba aún colgando del pecho de su madre ... pero Crystal.  

Esa chica lo superaba. Había intentado ignorar a la mujer rubia como había podido, pero ahora mismo le estaba hablando a el en persona.

Kembell, como casi todo el mundo, había escuchado la típica historia del niño que cae al suelo de cabeza y queda tonto. Quizá a la humana le habia pasado esto y no sabia se hablarle duramente como a los demás o como a una criatura. En todo caso su actitud no lo alentaba mucho a que confiara en el bizarro grupo de chicas.

Dimma levantó la voz y el enano casi se puso a la defensiva.

Sin embargo encontró un buen momento para zafarse de una conversación que hacia rato que no llevaba a ninguna parte Extendió la mano la encajó y se dio la vuelta para continuar con sus congéneres a preparar las cosas para el viaje el dia siguiente.

-Perfecto, recemos para que Marthammor Duin cuide de todos en nuestro viaje ...-

Umul acabó de limpiar la pipa mientras no miraba en ningún lugar con expresión de "a mi que no me miren". Al ver que todo se acababa se apartó de los enanos para caminar cerca de Dimma.

-Bien, si necesitais algo mas de mi, estaré en esa taberna donde nos reunimos.-

-Confio en vosotros, aunque los enanos no lo hagan, pero aún así id con cuidado.-

El bardo hizo una leve reverencia y se despidió de vosotras.

También doy la charla por acabada y me largo por donde hemos venido.

Con la intervención de Dimma, a Aidelail le pareció quedaba todo dicho y se abstrajo de la situación para empezar a hacer la lista de las cosas que necesitaba.

Necesitarían un mapa, caballos veloces, raciones para el viaje, ropas de abrigo... ¿A cuantas leguas estaba Aurrivin?¿Estaba en el mismo camino a Sundabar o se encontraba en un desvío, quizá en un lugar escarpado?

Echó un vistazo a la mercancía de la caravana. Tal vez pudieran comprar lo que necesitaban a los enanos.

¿Había en Silverymoon un templo de Sune? Podría pasar por allí para recabar información. No, no. No había tiempo para eso. 

El bardo hizo una leve reverencia y se despidió de vosotras.

-Espera Umul. Necesitaremos caballos y  orientaciones para llegar a Aurrivin. ¿Podremos hacer todo el camino cabalgando?

Umul se detiene y vuelve con vosotras.

-Claro.-

-Acompañadme.- Dice mientras os lleva por varios lados de la ciudad de Silverymoon. 

Pronto tenéis monturas (rapidas no, pero robustas y que aguantan el invierno ... no sirve de mucho un caballo rápido que se congela) y un mapa orientativo de donde teneis que ir (aunque Dimma se servia sola para esto).

-Si os ceñís al camino, podréis ir montadas ... tiene que pasar un carruaje al fin y al cabo.-

-Teneis que devolver los caballos ... o se descontaran de vuestra paga- Añade sonriendo.