Partida Rol por web

Parece que Dimma sabe hacia donde ir. Sin perder tiempo, Aidelail se incorpora, se dirige hacia Crystal por si necesita ayuda para caminar y avanza con ella hacia el lugar señalado por Dimma.

Al llegar con la rubia, me agacho y hago fuerza para levantarla, la pesada armadura que tenía puesta hacía que el paso de ambas sea más que lento. A pesar de todo Crystal estaba consciente.

- Shhhhhhh, silencio - le digo mientras la iba arrastrando. Otro disparo se escuchó y veo como una gran cantidad de nieve salta muy cerca nuestro. El orco maldito seguía teniendo pólvora. 

En un momento noto que Crystal me hace a un lado para agarrar el arco y disparar otra flecha, alcanzo a notar que el orco cae al suelo y yo vuelvo a cargar a la rubia una vez más. Necesitaba llevarla a resguardo lo antes posible y poder curarla.

Escucho el grito de Dimma y me apresuro lo más posible para seguir su paso. La sangre de Crystal iba dejando un camino rojo escarlata a medida que avanzábamos. Si no le aplicaba una venda urgente.

Aidelail llega hasta Lolindir y Crystal. 

Pasa un brazo de Crystal sobre su hombro mientras Lolindir hace lo propio desde el otro lado. Entre las dos la levantan y comienzan a caminar.

Mientras avanzan, Aidelail pone su mano libre sobre el pecho de Crystal. El símbolo de Sune se ilumina y a través del brazo de Aidelail mana una energía sanadora. La sangre chispea y la herida de Crystal se cierra .... -Aún no ha llegado tu hora.... ahora corramos!!!.

Seguís todos a Dimma que os lleva donde hay un cambio de rasante y unas piedras que os servirán de cobertura para que la nieve no se os lleve montaña abajo. 

Cuando el alud os pasa por encima es un momento aterrador. El ensordecedor sonido, el temblor del suelo, la nieve cayendo encima y que os entierra vivas. Pero a medida que pasan los segundos que parecen horas, todo se va calmando hasta que la tranquilidad os vuelve a rodear.

Tardáis en conseguir excavar la nieve de encima hasta el aire libre, vuestras manos están congeladas y el frío os cala hasta los huesos ... pero estáis vivas y cuando el sol se pone en vuestros rostros al salir, soltáis un suspiro de alivio.

A Crystal no le dió tiempo ni a suspirar cuando soltó la flecha, arrastrada a toda prisa por una preocupada Lòlindir. Aferrando con fuerza su arco, la rubia trastabilleaba a su lado, presionando sobre la herida que todavía sangraba. Repentinamente, Crystal se sintió elevada y una sonrisa inocente se pintó en el rostro de la jovencita.

Languidamente giró la cabeza y vió a Aidelail cogiendola en volandas, ayudando a cargar con ella. Crystal sonrió al notar el contacto de la mano de la sanadora, deslizandosé sobre su armadura, por debajo de la suya. Un sentimiento de calidez como el del abrazo de una madre invadió el pecho de la joven, que notó un inmediato alivio.

El estrepito de la avalancha se enseñoreó de todo el valle, sumiendolo todo en una nievea manta de blancura, con trozos de negra roca, abetos oscuros y enormes pedazos de nieve helada. El golpe las arrolló, tirandola y revolcandola por el suelo. Perdió el contacto con las manos de sus amigas y empezó a gritar, llamandolas a voces, totalmente aterrorizada.

Cuando el mundo dejo de dar vueltas y de arremolinarse en blanco y negro, Crystal empezó a cavar, ansiosa y asustadisima. Por suerte, gracias a su corpachon, habia podido crear un hueco amplio, con aire y sin demasiados cascotes. Arañando la fria superficie con denuedo, ignorando el frio que congelaba sus manos.

Por fin, el helado aire vespertino golpeo su cara, festoneando los mechones de cabello mojado y la puesta de sol reflejandose en sus ojos. Crystal miró a uno y a otro lado, al escuchar los ruidos de sus amigas a liberarse de sus tumbas de hielo y nieve.

Y se rió. Una risilla infantil, cristalina y pura por encima de la silenciosa tranquilidad del valle.

Aidelail emergió del manto blanco medio asfixiada, con los ojos llorosos, las uñas rotas de escarbar y la boca llena de nieve. Cuando vio al resto de compañeras a salvo y escuchó reir a Crystal le invadió una alegría inmensa y se sumó a la risa de la jóven guerrera.

Le lanzó una bola de nieve diciendo: ¡Ya cállate, mira el alud que has provocado con tanto reirte!, pero el esfuerzo por salir a la superficie le había dejado sin fuerzas y la bola apenas voló dos metros antes de reunirse con el resto de la nieve. 

Cuando consigo emerger del manto de nieve la luz del sol me ciega por unos instantes. Miro a mi alrededor, contemplando un paisaje cambiado y cubierto de nieve amontonada por doquier. - Ya es mala suerte. - Maldigo mientra sacudo del pelo y los hombros motas blanquecinas nieve.

No sin esfuerzo salgo del hoyo en el que me encuentro hundida para hundirme de nuevo hasta la rodilla al intentar dar el primer paso. Pero lejos de molestarme por eso o los juegos infantiles de mis compañeras me preocupo para otear las inmediaciones, buscando algo o alguien.

Oteo el horizonte. ¿Qué área ha sido afectada por el alud?¿ha llegado hasta la torre?¿ha cubierto nuestras trampas?

Hablo a mis compañeras con determinación.

esta puede ser nuestra oportunidad. Los orcos saldrán a ver qué ha pasado, pero aún no saben que estamos aquí. No saben por qué disparó el jinete del huargo y si sospechan que fue atacado, no contaran con que sobrevivimos al alud. Podemos emboscarles tras las trampas que nos quedan. Si disparan, provocaran otro alud que les sepultará sólo a ellos (cuento con que Di ma sepa situarnos)... o podemos reunirnos con los enanos. ¿Qué opinais?

El rostro de Crystal se ensombreció cuando Aidelail la reprendió, tapandosé la boca con ambas manos y estremeciendo´se por el esfuerzo de contener la risa. A pesar de todo, consigió serenarse y la preocupación de Dimma se le contagió con mucha rápidez. Con dificultad, recuperó su arco y las flechas restantes, mientras buscaba al orco y a su monstrousa montura a la cada vez más escasa luz de la puesta de sol.

Las palabras de Aidelail, cargadas de determinación y fuerza atrajerón la atención de la muchacha, que asintió fuertemente, antes de lanzar una mirada en derredor.

- ¡¡Oooooooo!! ¡Creo que nos hemos quedado sin trampas! ¡Yo puse unas cuantas por allí!- Señaló con el dedo hacia un punto indeterminado... Aunque casi enseguida se sumió en un mar de dudas y se mordió el labio inferior, insegura.- ¡Cre... creo que fue alli... Pero antes habia un arbol junto a unas peñas negras...!

Crystal pateó la nieve, mohina y agachó la cabeza, como temiendo abrir la boca.

- ¡Yo... Yo estoy muy asustada... Pero creo que debemos seguir el plan de Dimma.! ¡Ahora sabemos donde estan...! ¡Y si nos vamos, pueden querer lanzarnos otra tromba de nieve cuando volvamos.!

Si disparan, provocaran otro alud que les sepultará sólo a ellos

Sacudiéndome la nieve de las perneras, niego con la cabeza incluso antes de que Aidelail termine su frase. - No. Ese alud no ha sido algo habitual. Ha sido una macabra carambola del destino. No contaría que volviera a ocurrir. - Miro de nuevo y con resignación el panorama que nos rodea para certificar que la mitad de nuestras trampas acaban de quedar inútiles. - Hay que mirarlo por la parte positiva. Nuestro rastro ha sido borrado.

Pero creo que debemos seguir el plan de Dimma.!

Habría que mirar como han reaccionado al ruido de la avalancha. No creo que les haya pasado desapercibida. ... Pero también necesitamos encontrar ese orco y el huargo, aun nos pueden servir para pagar a los orcos con la misma moneda.

Andando con cierta dificultad doy unos pasos ladera abajo, intentando visualizad donde pueden haber quedado enterrados los cuerpos.

Poco a poco voy abriéndome paso por la nieve que nos había tapado. Por suerte esa rompiente nos había salvado las papas y estábamos bien.

Estoy tiritando del frío y tengo las manos totalmente entumecidas y rojas. Daría lo que fuese por tener una fogata al frente mío en este preciso instante, o una habitación en una posada, calentita y sin tener que andar tratando con orcos que tienen armas de fuego y demás mierdas.

Veo hacia todos lados, tratando de observar si el orco todavía anda por ahí, o si veo algún vestigio del mismo atrapado en la nieve.

Escucho atenta a Dimma y a Crystal hablar sobre ir hacia la torre. Aunque creo que después de haber llegado tan pálidas era mejor que Adelail y yo fuésemos ahora, si bien no teníamos la habilidad del combate de nuestro lado, ella tenía a su diosa y yo a mi magia para protegernos mutuamente.

- Vamos nosotras - digo señalando a Adelail, para ver si los orcos han salido de la torre y evaluar cuantos son realmente o si toman todo con tranquilidad y no pasa nada fuera de la torre. 

Salgo del agujero en la nieve en el que me encuentro tiritando levemente a pesar de las ropas de abrigo. Me saco la nieve de dentro de la capucha y me sumo a la búsqueda del huargo y el orco. Aunque no entiendo la utilidad de encontrarlos.

-Dimma, sea lo que sea que pretendas hacer, no creo que tengas tiempo ni fuerzas para cargar los cuerpos antes de que lleguen más orcos.

- Vamos nosotras - digo señalando a Adelail, para ver si los orcos han salido de la torre y evaluar cuantos son realmente o si toman todo con tranquilidad y no pasa nada fuera de la torre.

Al principio me extraño de la propuesta de Lólindir y la miro con cara de no comprender. -¿Nosotras? O sea, ¿te refieres a tí y a mí?, o sea ¿nosotras?

Pero después de un momento, no me parece tan mala idea. Crystal y Dimma son mucho mejores arqueras que nosotras y si hay que guíar a los orcos a alguna emboscada, Lólindir y yo somos tan buenas liebres como cualquier otra. Además, nuestros hechizos pueden sorprenderlos y desconcertarlos. Y si necesitamos un rescate, también es más factible que ellas acudan rápidamente con su fuerza y sus arcos para auxiliarnos que al revés.

Miro a Lólindir y asiento con la cabeza. -Vayamos. Luego me dirijo a Dimma y Crystal -¿Dónde os esconderéis?

Dimma, sea lo que sea que pretendas hacer, no creo que tengas tiempo ni fuerzas para cargar los cuerpos antes de que lleguen más orcos.

Quiero un trofeo. Quiero que cuando esos orcos vengan a buscarnos, plantarles en sus morros la cabeza de ese "temible" huargo ensartada en un palo. - Protesto enfadada por la alud que me ha robado el premio. - Quiero ver en sus caras la sombra de la duda y el miedo.

A parte de eso, la idea de Lolindir me parece poco sensata. No es una simple cuestión de saber correr, sino de saber moverse sin ser vista ni rastreada. Pero por otra parte la excusa me puede valer para no volver a la torre y no pienso desaprovecharla. - Vale, pero id con cuidado. Nosotras esperaremos allí. - Sentenció señalando con el dedo.