Partida Rol por web

Las dos flechas de Dimma terminan con la vida de los dos orcos magullados, dejándoos a solas contra otros dos y su lobo. Sin embargo, la emboscada es efectiva y con la caída de su líder, los últimos orcos deciden poner pies en polvorosa y ponerse a correr como locos montaña abajo.

Sin embargo el lobo - sin percatarse de la huida de sus amos - consigue rodear el montículo lejos de la trampa y correr a velocidad cegadora hacia vosotras, con fauces abiertas y babeantes, dispuesto a saltar a vuestra yugular.

La explosión lanza el arma espiritual por los aires y la descompone por momentos.

Los dos orcos supervivientes salen corriendo en dirección en la torre. En la noche ven un punto que se dirige hacia ellos. Es el arma espiritual volando de vuelta al combate, directo a la mandíbula del primero de ellos.... pero pasa de largo.
 

Aidelail por su lado convoca las llamas de Sune que chisporrotean frente al hocico del lobo que se les echa encima.

Ante la alegría de ver que el combate ha sido nuestro y la victoria a flor de piel, no noto demasiado al lobo sino hasta que llegó al punto donde nos encontrábamos, Adelail se adelanta y descarga la ira de su diosa y yo hago lo propio con uno de mis conjuros, impactando sobre el animal, pero no logro focalizar suficiente energía como para finiquitarlo. 

A enemigo que huye puente de plata, pero ... la imagen de los cuerpos colgando como trofeos no se borrará fácilmente de mis recuerdos. No. Esos no merecen una segunda oportunidad.

Mientras cargo un par de flechas mas en mi arco me muevo unos pasos, sin dejar de mirar en la distancia. Lo justo para asegurarme de no ser el primer objetivo que el lobo se encuentre. Levanto el arco y apunto con firmeza. Están lejos pero siguen siendo un blanco fácil.

Aguardo la respiración un instante antes de soltar la cuerda y disparo dos flechas simultáneamente. Una para cada espalda.

Crystal colocó el astil de una nueva flecha en la cuerda de su arco, la tensó y mantuvó al lobo en su punto de mira, girando acompasadamente con él. A su alrededor, virotes, flechas y magia chasqueaban y crepitaban en la noche, mientras la muchacha guiñaba un ojo aguamarina y centraba todo su ciclopea atención.

Con un suave chasquido, la flecha voló hacia su objetivo.

El lobo parece ser inmortal mientras encaja flechas y conjuros por igual, pero finalmente termina cayendo a vuestros pies manchando la nieve de color carmesí. Por su lado Dimma dispara dos flechas rápidamente hacia los fugitivos que gruñen de dolor, lanzan varios insultos y continúan corriendo hacia la lejanía.

A pesar de que los orcos yacían muertos o huían derrotados, uno de los lobos avanzaba implacable hacia ellas. 

Aidelaíl dirigió hacia él su conjuro y las llamas crepitaron en torno a él, pero las rocas del desnivel que les había dado ventaja, daban ahora cobertura al lobo y apenas le chamuscó el pelo. Vio el rayo de escarcha de Lólindir atravesaba el aire certero hacia el lobo, pero de nuevo las rocas protegieron al lobo y absorbieron la mayor parte de la energía mágica.

Tras las descargas mágicas, el lobo salvó el desnivel y su figura apareció a escasos metros de ellas gruñendo y exhalando un aliento que se condensaba en el aire gélido. Tras una corta carrera, el lobo saltó a hacia ellas con las fauces abiertas, pero su gruñido se convirtió en un gemido ahogado en medio del aire y cayó a escasos centímetros, atravesado de lado a lado por la fecha de Crystal.

Aidelail balbuceó unas palabras de agradecimiento mientras, apoyada contra un tronco, trataba de recuperarse de la impresión.

Los orcos se mueven rápido, convirtiéndose poco a poco en un objetivo mas difícil. Agarro un par de flechas mas del carcaj y bajo el pendiente que nos daba cobertura. Avanzando unos metros para buscar una mejor linea de tiro.

Desde aquí - Me digo a mi misma cuando llego a un pequeño tumulto de rocas. Como antes cargo las dos flechas, cierro el ojo derecho y retengo el aire en mis pulmones. Este será mu último intento antes de empezar a desperdiciar flechas. Siento la presión de mis compañeras en la espalda. Me están mirando y aguardando. Lo sé ...

... y no les fallo.

Crystal soltó una risotada infantil, a modo de liberación. Contenta, se giró para abrazar a sus compañeras, pero se le demudó el rostro al comprender que no habian terminado.

Aidelail trató de alcanzar a los dos orcos fugitivos con su magia, mientras que Dimma renegaba por no poder alcnzarles con facilidad.

- ¡¿Quieres que pruebe yo, Dimma?! ¡Padre siempre decia que era una chica muy fuerte! ¡Que escupia más lejos que los otros niños y que nadie podía escupir los huesos de uvas con tanta fuerza como yo! ¡¡Eso decia Padre!!

Por desgracia, era más fácil de decir que de hacer y Crystal bizqueo un poco antes de llevarse la cuerda a la cara. Con el emplumado astil de la flecha cosquilleando el lobulo de la oreja, la arquera rubia miró más alla de la punta de acero del proyectil.

Tensó un poco más la cuerda, arrancando un crujido a la madera de su arco y soltó.

Entre Crystal y Dimma los últimos orcos terminan muertos antes de conseguir desaparecer de vuestra vista. El combate ha sido corto y victorioso.

Aidelail no podía hacer nada a la distancia a la que se encontraban los orcos. Pero Dimma y Crystal siguieron disparando sus flechas. Una salva y luego una segunda salva. No hizo falta más. Por el gesto de Dimma y Crystal, la joven clériga supo que la pelea había acabado.

Fue entonces cuando Aidelail se pudo relajar y con lágrimas en los ojos corrió a abrazar a sus compañeras. A parte de la herida superficial de Crystal provocada por un disparo, no habían sufrido daños. Era un milagro.

Después de un rato, se serenó y se dejó caer apoyada contra un tronco, agotada por la excitación del combate. - Descansemos, mañana nos queda mucho trabajo por hacer hasta dar sepultura a los habitantes de la torre.

A pesar de que yo ya me había dado por desentendida del combate, ya que no poseo conjuros ni hechizos que pudiesen llegar a impactar en aquellos despreciables seres, no puedo impedir que mi quijada quede abierta ante la presteza de Dimma y Crystal, quienes, a pesar de la distancia que habían alanzado los orcos, logran rematarlos a flechazos desde donde estábamos, eran excepcionales.

En un momento de euforia y dejándome llevar por las emociones, acompaño a Aidelail a abrazar a las arqueras, habíamos tenido éxito y muy bien paradas... a excepción de Crystal que recibió un par de impactos y sangraba bastante. 

- Hora de descansar - comento más relajada y tranquila, dejándome caer en la fría nieve, observando la onda expansiva que había hecho mi hechizo sobre el piso más abajo y las manchas de sangre diluida de los orcos muertos alrededor. 

El seco impacto de la flecha disparada por el arco de Cristal arranco un eco en el valle nevado, ahogando el estertor fúnebre del orco herido de muerte. Con lentitud, la joven del cabello dorado bajo el arco. Respiró superficialmente, conteniendo el dolor que laceraba su carne con su mano y cerrando los ojos.

El sollozo de Aidelail hizo que los grandes ojos de Crystal se humedecieran por simpatía y que sus labios empezasen a temblar, haciendo pucheros. El repentino abrazo provocó una corriente de dolor tal que Crystal aulló, y, por fin, lloró de emoción y miedo.

Incapaz de enhebrar una frase coherente, la joven se dejó llevar, arrebujandose en el calor del compañerismo de sus hermanas de batalla. Y, cuando Lólindir sugirió que era hora de descansar, se dejó caer sobre la nieve pisoteada, riendo a la vez que lloraba de alegría y de pánico. Estuvo así un largo rato, hasta que el dolor que le producía reírse era mayor que la alegría que sentía y dejó de hacerlo, resollando.

- ¿¡Y que hacemos ahora, Dimma!? ¿¡Vamos a buscar a los señores enanos!? ¿¡Buscamos a más de esos lobos malos!?

Una vez la euforia pasó tomo cuenta de las heridas de Crystal, que se deja caer pesadamente sobre el piso. Más allá de preocuparse por sus propias heridas, la muchacha de cabellos dorados hace la pregunta del millón. 

Miro hacia abajo del peñasco y por ahora se que es lo mejor.

- Primero... mosquetes... - comento mientras me levanto del lado de Crystal con la intención de bajar y recuperar aquellas armas que tanto daño hacen. Si vamos a la torre nos servirán bastante creo yo. - Mañana... enanos... - en intención de puntualizar la necesidad de descansar por ahora después del combate que habíamos librado.