Partida Rol por web

¿Ahora...? -Comienzo a decir, tomando su palabra. Nunca me he visto en una como esta. Me he liado con algunas chicas, sí, pero de otra manera. No es lo mismo. En una fiesta, con música, con unas copas, haciendo el tonto, simplemente te dejas llevar. Una chica puede ser guapilla, maja, y te apetece pasar un rato con ella. Y después de eso, ya se verá. Con algunas vuelves a quedar otro día, y a ver qué pasa; con otras, la cosa no pasa de esa noche. Esto es totalmente distinto- No tengo ni idea, jajaja...

Me echo a reír, nervioso y contento a la vez. Incluso me agito en el sofá, acercándome más a ella, sin soltar su mano. Diana no me gusta por un simple "calentón del momento", es alguien a quien he ido conociendo poco a poco, me gusta su forma de ser, me agrada pasar tiempo con ella. No es simplemente una cara bonita.

Aunque su cara me lo parezca, también.

Sólo se que quiero pasar todo el tiempo que pueda contigo... -Digo de repente, recuperando la compostura y sosteniéndole la mirada- ...Y que tengo unas ganas locas de besarte. -Creo que he sido demasiado brusco, comienzo a ponerme nervioso, tanto por la idea de besarla como por la de que pueda incomodarla. Igual estoy yendo demasiado rápido, apenas acaba de decidir que le gusto. Que "cree" que le gusto- N-no me refiero a ya mismo, o sea, claro que querría, pero... -Empiezo a ponerme nervioso de nuevo, a no acertar con las palabras. Finalmente, respiro profundamente y trato de mantener el control- N-no tengo prisa. Quiero hacer las cosas bien, a tu ritmo. ¿Vale?

El comienzo de Jayden me dio a entender que no había entendido mi pregunta, sin embargo no fue eso lo que me sorprendió, sino el ver que lo había comprendido pero que no tenía ni idea. Además se echó a reír, dejándome bastante desconcertada.

Aquello me desilusionó un poco, ya que realmente no parecía tener las cosas tan claras como me había parecido en un principio. Pero al acercarse más a mí y decirme que lo que quería era pasar todo el tiempo posible conmigo, me desarmó por completo. Pero la cosa no quedó ahí, soltándome de repente que tenía unas ganas locas de besarme.

Entonces el tiempo pareció detenerse a mi alrededor, y sólo escuchaba como mi corazón latía cada vez más rápido, mientras continuaba con mis ojos clavados en los suyos; pero de repente continuó hablando y todo esto se detuvo. No se refería a que tenía que ser ya, no tenía prisa.

Asentí ante sus palabras y separé mi mano de la suya con delicadeza.

-La camiseta… - le dije – Tienes que ir a buscarla, ¿No? – le recordé, sentándome nuevamente mirando al frente y tratando de relajarme.

Entonces, seguimos siendo amigos y ya está ¿No? No controlo nada de estas cosas, y no me gusta esa sensación…

Me quedo mirándola, embelesado, tras decirle lo que siento. Asiente, por lo que parece que estamos de acuerdo, aunque parta su mano de la mía, un gesto que no termino de entender. ¿Le resulta incómodo? Espero que no... Pero súbitamente corta el hilo de la conversación, recordándome el asunto de la camiseta. El brusco cambio de tema me descoloca, hace que parpadee un poco mientras me echo un poco hacia atrás.

Oh, sí, eso, es verdad... -Me pongo en pie con prisas, sin saber muy bien a qué ha venido todo esto- En seguida vengo.

Salgo del salón con una mezcla de emociones. me dirijo a mi habitación y abro el armario, buscando en el cajón de la ropa deportiva, donde tengo el uniforme. No necesito el uniforme completo, sólo la camiseta, una blanca, con ribetes azules y amarillos, sin mangas. Es la segunda equipación, en realidad, ya que la primera es completamente azul, pero una vez el entrenador me dijo que esta le gustaba más. Es curioso que me acuerde de eso ahora, cuando en su momento ni le di importancia... Me quito la camisa y la camiseta interior, y me pongo la camiseta del equipo. Me quedo ante el espejo de mi cuarto, colocándome el flequillo y mirándome un instante.

Suspiro y regreso al salón, estirando la parte inferior de la camiseta, ya que queda algo rara con pantalones vaqueros.

Bueno, ya está. -Digo al entrar en la sala de nuevo, mirando mi reloj- Aún tenemos un rato hasta lo del instituto... -Cojo mi vaso y le doy un trago, ya que tengo la garganta seca por los nervios. Vuelvo a dejar el vaso sobre la mesa y me siento junto a Diana- ¿Qué... te apetece hacer?

Jayden abandonó el salón y subió a su habitación, mientras me quedaba dándole vueltas a todo lo que estaba pasando. Seguía nerviosa, incómoda, no me gustaba no poder controlar la situación. Por lo general me apoyaba en mis conocimientos para sentirme segura, pero ahora… Ahora no había nada de eso.

Se supone que esto debería ser algo bonito, no algo que analizar.

Suspiré y saqué mi teléfono, consciente de que ahora más que nunca debía aclarar aquello. Le escribí un mensaje y se lo envié, esperando que accediera a hablar conmigo. No quería que me viera con Jayden y pensara que le he engañado. Aunque en realidad seguíamos sin ser “nada”, así que no tendría por qué darse cuenta, pero más valía prevenir.

Jayden regresó y guardé el móvil, sonriendo al verle con la camiseta puesta. Le quedaba muy bien, aunque lo que realmente quería era verle jugar. Este apuntó que aún teníamos tiempo y me preguntó que quería hacer antes de sentarse a mi lado.

Me propuse relajarme, asi que respiré profundamente y eché un trago ala coca cola, antes de volver a dejarla en la mesa y reclinarme en el sofá.

-Podríamos ver un poco la tele, o simplemente charlar, así descansamos un rato. – le sonreí, aún un poco nerviosa. – Puedo… ¿Quitarme las botas? – pregunté algo avergonzada.

Propone ver la tele, o charlar. Sonrío, más calmado, pues cualquiera de las dos perspectivas me apetecen. Y no deja de ser curioso, porque con otras chicas nunca he tenido esta sensación de desear compartir cosas normales. Es decir, quería bailar con ellas, besarlas y meterles mano, pasar un buen rato. Pero no me parecía interesante algo tan sencillo como hablar, o permanecer juntos en un sofá viendo la televisión.

Charlar, ver la tele... lo que tú quieras -Digo cogiendo el mando del televisor- Aún tenemos pendiente lo de la serie esa, pero eso ya lo haremos mejor en la piscina con el proyector, ¿no? -Le guiño un ojo, imaginando la estampa de los dos en bañador en el agua.

Me pregunta si puede quitarse las botas. Como inicio de respuesta, me quito las deportivas empujando cada una con el pie contrario, dejándolas caer junto a la mesa.

Te he dicho que como si estuvieras en tu casa, ponte cómoda -Le digo, señalando el respaldo abatible y el reposapiernas extraíble del sofá- Puedes echar esto para atrás y sacar esto otro para tener las piernas en alto, si quieres. O subirte al sofá si quieres tumbarte, puedo echarme para allá y dejarte más espacio...

Me guiñó un ojo al recordarme el plan del proyector y la piscina; la verdad es que tenía ganas de ese plan.

-Sí, mejor. – sonreí.- A ver si esta tarde puedo comprarme el bikini...

Comenzó a quitarse las zapatillas y me repitió que me sintiera como en casa, explicándome el mecanismo del sofá y sugiriéndome alternativas.

-No te preocupes, el reposapiernas tiene buena pinta. – sonreí y me agaché para desabrocharme las botas y quitármelas.

Saqué el reposapiernas y me senté con las piernas estiradas, dejando ver los calcetines de colores que llevaba, rompiendo completamente el aspecto sobrio que llevaba ese día con aquel vestido y medias negras.

-¿Te gustan? – reí moviendo los pies, consciente de lo llamativo de los calcetines. - ¿Cómo reclino esto? – le pregunté para que me ayudara con el respaldo. – No quería tumbarme por si me dormía, pero esto es casi lo mismo. – dije girando la cara para mirarle, mientras dejaba caer mis brazos a ambos lados de mi cuerpo. – Que gozada de sofá… - le sonreí.

Me fijo en sus calcetines cuando se quita las botas, con una sonrisa divertida al verlos. Me pregunta si me gustan, y me los quedo mirando mientras mueve los pies, juguetona.

Muy de tu estilo, sí. -Digo antes de mirarla a los ojos, aclarándolo- Alegres.

¿Cómo no van a gustarme?

Me arrodillo sobre el sofá y empujo el respaldo hacia atrás, tratando de no hacerlo muy bruscamente. Tras un par de intentos, el respaldo de Diana se inclina hasta quedar inclinado hacia atrás.

No lo uso mucho, la verdad. -Confieso sentándome de nuevo- Lo de reclinar y eso, me refiero. Normalmente estoy sólo, y me tumbo directamente. Nadie me visita para pasar el rato en el sofá, lo habitual es que vengan para fiestas y cenas, cosas así.

Alegre…

Me gustó que me dijera aquello, que me lo recordara. Semanas atrás nunca me hubiera dicho algo parecido. Había dejado de ser yo, me había apagado y encerrado más en mi misma, pero los últimos días esto estaba cambiando mucho. Mi madre tenía que estar contenta, bueno, no sólo ella…

Miré arriba un segundo, antes de volver a mirar como Jayden me ayudaba a acomodarme y se sentaba a mi lado.

-Oh… Si quieres tumbarte tu… Puedes hacerlo, no me importa. – le sonreí y me acerqué algo a él – Bueno, yo puedo venir a pasar el rato si quieres, eso sí, cuando no tenga que estudiar. Eso es sagrado. – reí y le saqué la lengua muy cerca de la cara.

Niego con la cabeza cuando habla de tumbarme. No es lo que quiero ahora mismo, y no es a lo que me refería al contarle lo que suelo hacer. Mi vida habitual consiste en estar sólo mientras busco la manera de estar rodeado de gente. Lo que quiero ahora, es estar con ella.

Me encantaría... -Respondo a su propuesta de venir de vez en cuando. Lo dice poniéndose muy cerca de mí, con nuestros rostros uno frente al otro. Tanto, que casi puedo sentir su aliento mientras lo dice, antes de sacarme la lengua con expresión infantil- También yo puedo ir a tu casa de vez en cuando, si quieres... -Añado, pero mis ojos descienden un instante y se fijan más en sus labios que en lo que cubren sus gafas. Mi sonrisa desaparece, a medida que aumenta esa sensación de deseo.

Un deseo que debo controlar, hasta estar seguro de que sea compartido.

¿Re-recuerdas que d-dije que estaba deseando besarte...? -Pregunto en apenas un susurro- Pues... m-me estás poniendo difícil no hacerlo...

A mí también me encantaría que viniera a casa.

-Claro que quiero. – dije casi de inmediato. – De vez en cuando, o cuando tú quieras. – le sonreí, girándome hacia él y apoyando mi cabeza en el respaldo.

Estábamos muy cerca el uno del otro, pero me encontraba agusto, ya mucho más relajada que al principio; pero entonces Jayden me susurró, recordándome su deseo, diciéndome que le era difícil resistirse a él.

Mi pulso volvió a acelerarse, sin tener claro si se trataba de la antesala a un beso, o una insinuación para ver cómo reaccionaba. Miré sus labios unos instantes, imaginándome cómo sería que me besaran, cómo sería besarlos.

Pero yo, nunca…

Pensé en intentarlo, ser yo la que se acercara a él y le besara, pero temía hacerlo mal. No, intentarlo no era una posibilidad. Volví a mirarle a los ojos, esperando que no se hubiera dado cuenta de cómo había mirado su boca.

-Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes… - le respondí en un susurro, parafraseando al maestro Yoda.

No se aparta. Tiene que ser una buena señal, no se aparta. Mi pulso se acelera aún más, me siento arder el rostro por los nervios. Y entonces me suelta una frase que, por un lado, me resulta familiar; y por otra, es toda una invitación.

Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes...

Es decir...

¿Decídete?

Vuelvo a mirarle a los ojos, pasando de uno a otro alternativamente, dada nuestra corta distancia. ¿Qué hay que decidir? Quiero besarla, quiero besarla, maldita sea. ¿Cuál es la otra opción? ¿Retirarme? ¿Apartarme y hacerla creer que no la deseo sólo por ser un cobarde? ¿A qué tengo miedo? Se que me gusta, ella ha dicho que le gusto...

Levanto mis manos, lentamente, acercándolas a su rostro. Tomo con cuidado sus gafas, levantándolas despacio para quitarlas de su rostro, subiéndolas hacia su cabeza como suelo ponerme a veces mis gafas de sol cuando voy a la playa. Entonces bajo mis manos de nuevo a su rostro, acariciando sus mejillas.

¡Decídete!

Entrecierro los ojos y voy acercándome poco a poco, ladeando la cabeza según alcanzo su rostro, abriendo ligeramente mis labios, buscando los suyos, deseando que sea tan especial para ella como lo es para mí.

Nuestro primer beso...

Después de aquel arrebato, temí haber sido demasiado críptica; pero fue la única manera que encontré para armarme del valor suficiente y decirle que hiciera lo que quisiera hacer. Lo que en vistas de su confesión, para mí era un claro “bésame”.

Tardó unos segundos en reaccionar, segundos que se me hicieron eternos, pero que mereció la pena esperar. No sabía cómo actuar cuando sentí sus manos acercándose a mi rostro y colocaba mis gafas sobre la cabeza, así que simplemente me quedé quieta, esperando a ver qué hacía. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando le sentí acariciando mis mejillas, y mis latidos se aceleraron al ver como entrecerraba sus ojos y se acercaba a mí.

Cerré los ojos y entreabrí mi boca al notar sus labios sobre los míos, dejándome acariciar por estos mientras yo intentaba hacer lo mismo con los suyos. Era una sensación nueva y cálida, a la vez que excitante; pero algo dentro de mí me decía que se debía a él.

Al volver a separar nuestras bocas me puse las gafas de inmediato, quería verle con claridad, mirar sus ojos claros de la forma más nítida posible.

-Pequeña Padawan… - reí nerviosa. – No ha sido tan desastroso… ¿No? – pregunté algo avergonzada, volviendo a apoyar mi cabeza en el sofá, sin dejar de mirarle. – Es que… Es la primera vez. – sonreí nerviosa, entrelazando los dedos de mis manos.

Sentir sus labios, las caricias compartidas con los míos, la humedad de nuestras bocas en contacto... No es mi primer beso, pero lo siento como una novedad. Nunca un beso me ha hecho sentir así, nunca lo he deseado con estas ganas ni he esperado tanto de él. He besado a otras chicas, las he tenido entre mis brazos y he compartido caricias con ellas. Pero todo eso no significa nada, esas chicas no significaban nada para mí, ni yo para ellas, más allá de una noche de diversión y poco más.

No es mi primer beso, pero sí lo es. El primero de verdad. El primero que me importa.

Nuestros labios se separan, y Diana se apresura a ponerse las gafas, sin apartarme la mirada. Temía que lo hiciera, porque significaría que no le habría gustado. Dice una palabra que no conozco, aunque me suena haberla oído, ¿en alguna película, quizás? Me pregunta si no ha sido un desastre, vergonzosa. Niego con la cabeza, apoyándola en el respaldo a su lado. Me confiesa que ha sido su primera vez, y la miro con ternura, poniendo una mano sobre las suyas, entrelazadas.

Ha sido perfecto. -Le digo, sonriente pero sereno, con total sinceridad, pero en seguida me lo pienso mejor y sonrío con picardía- Bueno, "casi" perfecto, habrá que seguir practicando...

Río entre nervioso y divertido, mientras de fondo resuena un tema tranquilo cuyo videoclip están emitiendo en la MTV, el canal que puse en la televisión.

Negó con la cabeza y se apoyó en el sofá, antes de unir su mano a las mías. Sonreí incrédula cuando me dijo que había sido perfecto, aunque apreciando la ternura de sus palabras. Entonces matizó lo dicho, riendo tras ello.

-Habrá… Quiero ese sobresaliente. – reí también, a pesar de hacerlo algo nerviosa.

Seguía sin tener claras las intenciones de Jayden, pero estaba contenta, feliz; lo otro sería algo que ya iría viendo. Ahora sólo pensaba en lo que acababa de suceder, mi primer beso, y en sus últimas palabras, que prometían que no sería el último.

Había imaginado muchas veces este momento, aunque realmente hacía mucho que no lo hacía. Trataba de imaginar con quién, en qué lugar, de qué manera, qué sería lo que sentiría, pero como se solía decir: La realidad supera la ficción. Y es que puede que los detalles como el lugar y las circunstancias fueran mejorables, pero lo importante, Jayden y lo que este me había hecho sentir, era inmejorable.

Si bien no sabía hasta donde llegaría esto, lo que si parecía claro es que no era cosa de un día, así que quise tratar algo con Jayden.

-Quería pedirte algo… - le dije en voz baja, encontrándonos tan cerca el uno del otro. – Esto… - Esto que tenemos. - ¿Podría quedar entre nosotros? – solté mis manos entrelazadas y puse una de ellas sobre la suya con delicadeza.

Reímos juntos, pues sigue mi broma volviendo a hablar como una empollona. Esto es lo que más me gusta de ella, el modo en que se ríe, lo que me hace sentir al hacerlo. Sin embargo...

Me habla bajito, muy cerca el uno del otro, para pedirme algo. No se me ocurre qué puede ser, pero tampoco se me ocurre por qué habría de negarle nada... Hasta que me lo dice, y me quedo anondado, con los ojos como platos, sin comprender, sin saber qué decir.

¿E-entre nosotros? -Pregunto, incrédulo- P-pero... no... n-no lo entiendo, ¿cómo si fuera un secreto, o algo así?

¿Qué motivo puede haber para hacer algo así? Y yo que quería que estuviera a mi lado durante el acto de hoy, darnos la mano... Y sólo como primera vez juntos, la primera de muchas. ¿Cómo se mantiene en secreto una... esto... lo que tenemos?

¿P-por... por qué? No lo entiendo...

Estaba realmente sorprendido, y es que no era para menos. No era algo que esconder, se suponía que era algo bonito, motivo de alegría y celebración. Además, si alguno de los dos quisiera ocultar esto, lo lógico es que fuera él; el chico guapo y popular podía tener mucho que perder si le vieran conmigo, en cambio una friki como yo debería estar deseando fardar de novio. Pero nosotros no éramos así.

Asentí cuando le escuché mencionar la palabra secreto, para después tener que responder ala inevitable pregunta. ¿Por qué?

Las cosas estaban demasiado tensas. Si Sam ya me había amenazado de aquella forma por ser amigos, ¿Qué no haría si se enteraba de que había algo más? Aunque en realidad lo que más me preocupaba no era lo que pudiera hacerme a mí, sino que la tomara con Jayden. Era vox populi que Jayden era uno de los estudiantes más queridos del instituto, trataba de llevarse bien con todos, así que no se me quitaba de la cabeza que aquel tema de las ruedas del coche tenía que haber sido cosa de Samantha. También estaba el tema de su popularidad, la de Jayden, pero este parecía darle poca importancia a eso.

-Lo prefiero así… - continué hablando bajo. – Dame unos días al menos, ¿Vale? – le pedí en tono de súplica.

A ver si se calman un poco las cosas…

No lo entiendo. No entiendo nada. Continúo mirándola, perplejo, mientras me lo vuelve a pedir, en voz baja, casi suplicante. Unos días. Porque lo prefiere así.

¿Qué es lo que se me escapa?

Antes de darme cuenta, he apartado la mirada, pensando en todo esto, en lo que significa. Ocultar lo que siento, cuando parece que todo el mundo lo sabía ya antes que yo. Permanecer apartado de ella, tan apartado como pueden estar un par de simples amigos, cuando quiero tenerla tan cerca... ¿Como qué? ¿Qué somos, que tenemos en realidad?

C-como prefieras... -Claudico finalmente, volviendo a mirarla, serio- Unos días, pero... ¿y luego? -Pregunto, decidido- No creerás que lo que quiero es enrollarme contigo sin más, ¿verdad? Porque no es así...

Esto no es un rollo de una noche, algo espontáneo sin miras ni intención de que dure, al menos por mi parte. No puedo saber si funcionará o no, pero no la he besado poniéndole a esto una fecha de caducidad. ¿Será eso lo que le preocupa, convertirse públicamente en "una más" de la lista de conquistas de un tío popular?

Joder, ¿me verá así?

Apartó la mirada, pensativo, sin rastro de aquella sonrisa suya tan característica. Me preguntaba qué estaría pensando sobre lo que le había pedido, sobre mí. Temí que lo que le había dicho no fuera suficiente, y continuara preguntándome, pero finalmente me miró y aceptó con gesto serio.

Contuve las ganas de suspirar, suspirar de alivio, al ver que aceptaba lo propuesto. Era lo mejor, sobretodo para él. Sin embargo no quedó ahí la cosa, y si bien no continuó preguntándome el por qué de mi petición, me preguntó sobre lo que pasaría después y lo que pensaba de él.

¿Es que está pensando qué…?

-No, no tiene nada que ver con eso. – me apresuré a decirle, separándome del respaldo y negando también con mis manos; para lo cual tuve que soltar la suya. – Sinceramente… - dije apartando la mirada. Se merece que al menos me sincere con esto. – No sé lo que quieres. – volví a mirarle a los ojos. – Pero sé que no un rollo de un día o dos.

Y es que realmente le había visto sincero al decirme que le gustaba.

Niega mis temores, apresuradamente, agitando las manos. Parece que se tome muy en serio que pueda creer en esa posibilidad, y eso me hace sentir más tranquilo. Aún así, aparta la mirada, lo que me pone nervioso, pero pronto vuelve a mirarme para confesar sus dudas.

Yo tampoco lo se, exactamente... -Confieso de un modo bastante sereno. Aparto la mirada de sus ojos un instante, el justo para fijarme en una de sus manos y acercar la mía buscando entrelazar los dedos de ambas, antes de volver a mirarla a los ojos- Pero se que quiero pasar contigo todo el tiempo posible. -Me encojo de hombros, reconociendo mi ignorancia en el tema. Y es que nunca he tenido una relación de verdad- ¿Salir? ¿Ser novios? No se que etiqueta ponerle...

Me acerco a ella nuevamente, poco a poco, bajando el tono de mi voz de forma sugerente.

Y hasta ese momento, en que las cosas puedan ser normales y no haya que esconderse... -Susurro, sin dejar de acercarme...- ¿Fingimos ser sólo amigos en público... y reservamos "esto" para cuando estemos sólos?

...Dispuesto a besarla otra vez...

Le había confesado que no sabía lo que él quería, pero yo tampoco lo tenía muy claro. Me gustaba estar con él, su forma de hablarme, de tratarme, pero más allá de eso… No sabía qué pensar, ni si debía pensar en nada, a fin de cuentas, había dejado claro que el próximo año se iría a la universidad.

A pesar de ello me asustaba pensar que él no tuviera claro lo que quería, así que cuando apartó la mirada sentí un escalofrío, pero no uno lleno de emoción, sino de temor. No sabíamos qué queríamos, así que esto no tenía nombre, y por lo tanto ningún compromiso implícito.

¿Amigos con derecho a roce?

Nuevamente me sentí perdida, no controlaba nada de estos temas. Me tranquilicé cuando hizo que nuestras manos se entrelazaran y me dijo que quería pasar todo el tiempo posible conmigo.

No estoy segura de si eso conlleva exclusividad, pero tendrá que valerme…

Confesó no saber cómo llamar a lo nuestro, y tras encogerse de hombros se acercó a mí, hablándome en voz baja, preguntando de forma sugerente cómo teníamos que actuar hasta poder desvelar el “secreto”.

-E-eso es… - respondí nerviosa, teniéndolo cada vez más cerca de mí, hasta que nuestros labios volvieron a encontrarse.

Tras un corto y suave beso solté lentamente su mano y me quité las gafas, posándolas esta vez sobre la mesa. Dejándome llevar sin pensar en nombres y condiciones volví a él, arrodillándome en el sofá y sujetando sus manos, siendo yo ahora la que me aproximaba a sus labios lenta pero inexorablemente.