Partida Rol por web

Jotnar era duro como una roca y sabía a metal, quizá por esa razón, después de lanzarle una dentellada al enano y sacudirselo de encima, miró con sus reptilianos ojos a Lurzca. Parecía más grande y más apetitosa. La mestiza vio dos hileras de dientes descomunales cernirse sobre ella cuando el cocodrilo abrió las mandíbulas. Con un chasquido las cerró sobre su cuerpo, la fuerza de aquella criatura era impresionante y sus dientes se clavaron en su carne. Luego comenzó a apretar y a apretar. Mientras tanto, su jinete lanzó una siniestra carcajada al tiempo que levantaba la lanza y la hundía en el expuesto cuello de la mestiza.

El jinete supera la TS con un 20 natural (xD) y evita quedarse estremecido.

Jotnar provoca un AdO del cocodrilo al entrar en c/c, 21 de daño.

El cocodrilo ataca a Lurzca y le hace 21 de daño (olvidé poner el -4, pero golpea igualmente). Inicia una presa, 23 enfrentada (no aplica -4). El jinete ataca a Lurzca, 20 (vs CA 16 entiendo), 14 más de daño.

(27) Lurzca 44/67 0/12 (círculo de protección contra el mal, convicción en masa, agrandada, furia) TU TURNO
(25) Cebollito
(21) Jotnar 43/64 (convicción en masa, Destello de la guardia de hierro) TU TURNO
(17) Cocotilio
(14) Amessis (convicción en masa)
(10) Cocodrilo - ileso (-4 ataque por postura destello guardia de hierro)
(10) Jinete - ileso (-4 ataque por postura destello guardia de hierro)
(9) Nepthis (convicción en masa) TU TURNO

—Ese golpe ha sido bastante birrioso —comentó Nepthis con decepción tras contemplar el ataque del jinete del cocodrilo—. ¿Y aún te ríes? La verdad es que se te veía más fuerte. Supongo que mi vista no es lo que era.

Nepthis espoleó a su camello de guerra para situarse en el frente de batalla y empezó a derramar bendiciones sobre sus amigos.

—Bailarina de la Fortuna... Madre Dedicada... bendícenos con tu favor.

Nepthis mueve a S-T/6-7. Lanza Bendecir. Como inmediata, devoción por la protección (+3 CA sagrado) 10 asaltos, 30' de radio de emanación desde Nepthis, debería pillar a todos.

Lurzca logró zafarse de la presa del cocodrilo, ni sin difícultad. Acto seguido comenzó a lanzar hachazos a diestro y siniestro tratando de derribar al.jinete. no obstante, sus ataques no parecían ser demasiado efectivos, puesto que la armadura y destreza de su oponente estaban ganándole la partida a la mestiza.

Furia. 5 asaltos

CA 19-1 tamaño-2 furia +3 dote total 19 +2 malos. 

Presa 26 supero al cocodrilo.

Ataque 1: 15 daño 25

Ataque 2: 19 daño 32

—¡Vete a masticar a tu reptiliana madre!—rugió Jotnar arreándole un hachazo al cocodrilo de cuyas mandíbulas se acababa de zafar Lurzca. El cual impactó con un espeluznante sonido de crujir de huesos.

Postura: Destello de la Guardia de Hierro
Daño aplazado: 10/10 (+2 Atq/Daño)

Jotnar usa Rompehuesos sobre el lacoste (+1 Ataque por Bendecir, +1 Daño por maniobra de Dragón de Piedra) 

Ataque: 26 Daño: 30 (y tiene que hacer una TS Fort CD 17 o su estructura ósea queda dañada y todas las tiradas contra él para confirmar críticos tienen un +10)

Cocotilio y Cebollito permanencen igual.

Lurzca logró incrustrar el hacha el pecho del jinete después de haber fallado el primer golpe. El hombre no pudo hacer nada para frenar la brutalidad de la gladiadora.

-Tal y como estaba escrito -murmuró Amessis alzando una mano con majestuosidad. Sus manos enguantadas refulgieron y de la punta de sus dedos brotaron tres espirales verdosas que surcaron el aire a gran velocidad, atravesando el cuerpo del mercenario.

El primer ataque de Lurzca falla, el segundo impacta sobre el jinete. 30 pg.

Amessis gasta un espacio de conjuro de nivel 1 para lanzar proyectil mágico. El jinete cae inconsciente a -2.

El cocodrilo se descontroló cuando el jinete dejó de hacer fuerza con las riendas, se sacudió de un lado a otro tratando de zafarse del hacha que Jotnar le había incrustado en el cráneo hijo que toda su osamente crujiera de un modo espeluznante. Abrió las mandíbulas y atrapó a la semiorca entre los dientes, con la fuerza de cien gigantes; Lurzca era blandita, no como el duro enano de piedra, al menos la gladiadora tenía carne que desgarrar.

Jinete cae al suelo. Coco supera TS de For.

Ataca a Lurzca. 23 éxito, 22 de daño. Presa 41.

(27) Lurzca 22/67 0/12 (bendecir, círculo de protección contra el mal, convicción en masa, agrandada, furia, devoción por la protección) TU TURNO
(25) Cebollito (bendecir)
(21) Jotnar 43/64 aplazado 0/10 (bendecir, convicción en masa, Destello de la guardia de hierro, devoción por la protección) TU TURNO
(17) Cocotilio (bendecir)
(14) Amessis (bendecir, convicción en masa, devoción por la protección)
(10) Cocodrilo - 30 pg (herido, -4 ataque por postura destello guardia de hierro)
(10) Jinete - 38 (inconsciente)
(9) Nepthis (bendecir, convicción en masa, devoción por la protección) TU TURNO

Al verse atrapada entre más fauces de aquella bestia inmensa, Luzca hizo lo único que podía hacer, activar sus tobilleras y desaparecer un momento para reaparecer a las espaldas del animal terrible y escamoso que quería comérsela. 

- ¡Has cometido tu peor error! - Alzó la voz. 

Entonces lanzó dos furiosos hachazos sobre el espinazo del lagarto con la esperanza de partírselo en dos y acabar con la amenaza.

Al estar en presa y ocupar las mismas casillas que el cocodrilo, me teleporto a N-Ñ-0-1 y flanqueo.

Tobilleras 1/2

Furia. 4 asaltos

CA 19-1 tamaño-2 furia +3 dote total 19 +2 malos. 

Ataque 1: 19 daño 27

Ataque 2: 23 daño 30

Con dos enormes tajos, Lurzca acabó con la vida de aquel pobre cocodrilo que la había masticado todo lo que había podido antes de fenecer. El cuerpo del animal estaba destrozado, ni siquiera iban a poder usar su piel. El jinete, tirado sobre la arena, estaba en las últimas. Portaba una lanza de buena calidad y la hombrera dorada, pero nada relevante.

Posesiones: lanza corta dgc, símbolo de la Guardia Áurea, cota de mallas y una corona dorada hecha de monedas.

Nepthis sacó su varita curativa sin parecer muy alterada o conmovida porque Lurzca estuviera cubierta de sangre de los pies a la cabeza. Empezó a pinchar a la mestiza con el palito buscando los higadillos, y alternó pinchando también a Jotnar.

—¿Creéis que ese tipo tendrá algo interesante que decir? No parece que vaya a tener nada muy inteligente o revelador que decirnos, pero si queréis probar...

Nepthis gasta 4 cargas de la varita en Lurzca dejándola a 66/67 y 2 en Jotnar dejándole a 64/64.

Vosotros diréis si gasto otra en levantar al amigo Risitas.

Varita mágica de vigor menor (NL 1, 42/50 cargas)

Lurzca se agachó junto al jinete de cocodrilo desarmándolo por completo. Era evidente que dejarlo morir allí no solucionaría nada, como tampoco respondería a las preguntas que necesitaban hacerle. Lo que si echaba de menos eran unos grilletes o una cuerda. A falta de ello, se colocó sobre él mirándole a los ojos y con el fijo de su hacha rozando su cuello por si intentaba alguna estupidez. Miró a Nepthis de reojo.

- ¿Tenemos otra opción? - Le preguntó.

Tanto Cocotilio como Cebollito alzaron los brazos dando un salto en el sitio en un gesto de "¡Oh, dioses!" cuando Nepthis se les fue. Salieron corriendo detrás y cuando la alcanzaron se pusieron de nuevo a orbitar a su alrededor en aquella peculiar danza aborigen. Lo de que el combate se hubiese terminado pareció darles igual.

Jotnar por su parte se dirigió a ella normalmente, como si no estuviese pasando nada fuera de lo común.

—No sé, aunque siempre podemos tirar una moneda.

Si el guerrero se despertó porque Nepthis sanó sus heridas o porque le clavó la varita en las costillas, es algo que no podían saber. Como fuese, Lurzca se había asegurado antes de maniatarlo bien fuerte para que no pudiera escapar, y además tenía el hacha sobre su cuello. Cuando el muchacho, porque era un hombre joven y fornido, abrió los ojos, miró a todos lados hasta encontrarse con la semiorca, el enano, la nigromante y la sacerdotisa. Y un coco y una cebolla armados. Pensó que había tomado demasiada droga y sacudió la cabeza, pero no, no estaba alucinando.

Nepthis no necesito verle más cerca para darse cuenta de que estaba bajo el influjo de algún narcótico, ya que tenía los ojos enrojecidos. El guerrero se removió para intentar soltarse las cuerdas, clavándolas más profundamente en su carne, y le dio igual que Lurzca le clavara el filo en el cuello. Tras pasar un buen rato retorciéndose y después de que Nepthis le diera una colleja que retumbó por todo el desfiladero, el guerrero se calmó y clavó sus ojos de loco en la sacerdotisa.

-Que Sebek os lleve.

- ¡No maldigas, imbécil! - Le recriminó Lurzca.

Viendo su primera reacción, estaba prácticamente segura de que nada iban a sacar en claro de aquel hombre. Habían perdido a lo tonto una carga de la varita curativa y aunque ella no sabía mucho de números, sabía que una carga mágica como aquella, no era barata. Miró a sus compañeros y resopló.

- Dime, ¿por qué nos seguías? - Le preguntó clavando su mirada sobre él, aunque sin esperanzas de respuesta, al menos de una buena y sincera.

—¿Qué sabes tú de Sebek, muchacho? —le preguntó al muchacho, con un desdén frío, con la seguridad de que no tenía ni idea de lo que significaba realmente servir a la Muerte Sonriente, aparte de una justificación religiosa para ejercer la crueldad a su antojo—, ¿y de ese templo enterrado en las arenas?

El mismo templo que había visto en sus visiones, estaba segura.

—¿Qué sabes de sus actuales moradores, y de los guardianes y defensas que hayan dispuesto o encontrado? Habla, y tu vida será perdonada.

Nepthis usa una carga de varita de vigor sobre el jovencito fornido y cañón. Varita mágica de vigor menor (NL 1, 41/50 cargas)

Persuasión: 18

El guerrero sonrió de forma peligrosa, acercó la boca al filo del hacha y pasó la lengua hasta que se cortó. Saboreó la sangre antes de clavar los ojos en Nepthis.

-Sebek, el expulsado, tendrá su lugar en el panteón cuando su padre vuelva a reinar en Mulhorand -tenía la voz áspera, ruda. Escupió la sangre a los pies de la sacerdotisa-. Vais al templo donde Set duerme. No podéis entrar en él. Tenéis que morir. Cualquiera que no siga a Sebek o a Set, debe ser tragado por la arena.

-La Guardia Áurea protege la zona por orden del faraón, pero no siguen al faraón. No puede entrar nadie ahora que los sacerdotes están dentro. Se está llevando a cabo un ritual de Ascensión.

Soltó una carcajada, encontraba muy divertido lo que estaba diciendo.

Jotnar se quedó mirando el escupitajo de sangre en el suelo uno ssegundos, luego se quedó mirando a Nepthis unos segundos, luego directamente le dio unas palmaditas en la calva al tipo.

—Ea, ea, ya pasó... 

Después lo ignoró como si hubiese desaparecido del plano de existencia y volvió a mirar a sus chicas.

—Bueno pues lo que ya sabíamos: Set haciendo cosas de Set y otro ritual de "se va a liar gorda" en marcha. Solo que ahora hay cocodrilos también que añadir a la ecuación por si queréis haceros algún cinturón—se encogió de hombros—. ¿Vamos ya al lío o alguien quiere preguntar algo más al intento de comediante que se ríe de sus propias estupideces?

Nepthis contempló con tranquilidad como el muchacho se rajaba su propia lengua con el hacha. Había que ir drogado hasta las cejas o ser rematadamente estúpido para hacer algo así. Sea como fuere, lo lamentaría al día siguiente. Nepthis adoraba aquellas pequeñas venganzas del karma, aunque no hubiera oído hablar de él.

—No, no sirven al legítimo Rey-Dios —dijo Nepthis con sequedad—, sino a Ahmoud Ta-Wi-Al-Mudhai, siervo de Set.

El oráculo de Hathor le dio un momento al muchacho para que le sacara de su error antes de mirar a Jotnar.

—Debemos interrumpir el ritual de Ascensión —le dijo al enano—, sospecho que esto es lo que querían hacer con Amessis. En el ínterin han debido encontrar a alguien con la suficiente falta de sentido común para que acepte ser la Encarnación de Set.

La sacerdotisa hizo un gesto en dirección a Lurzca.

—Cárgalo sobre el camello, Lurzca querida —le pidió a la mestiza—. Si traga un poco de arena por el camino... bueno, puede que le enseñe una lección que otra sobre si es buena idea ir por ahí lamiendo las hachas de los demás.

Lurzca no sabía muy bien para que quería Nepthis que cargara al tipo del poco pelo sobre el camello. Un buen hachazo a tiempo evitaba muchos problemas después, eso era evidente. Siendo un hombre enajenado por las promesas de un dios demente de esos que querían destruir el mundo en un festival de egolatría caótica, mejor estaba muerto que vivo, pero ella era sólo una mandada y si la sacerdotisa quería mantenerlo con vida, debía ser con algún propósito que la mestiza no alcanzaba a comprender.

- Bien. - Le dijo sencillamente, pues ella no era de las que hacían muchas preguntas.

De hecho era mujer de pocas palabras aunque con la confianza que había ganado con los que consideraba su familia, se había soltado un poco en los últimos tiempos. Y como mujer de pocas palabras y menos preguntas, no tenía tampoco nada que habar con el siervo de Sebek. Por eso, lo cogió en volandas y lo cargó en la parte de atrás de uno de los camellos. 

- Mantén la boca cerrada. - Le recomendó al chalado seguidor del dios cocodrilo, el que se deleitaba de devorar humanos.

Una vez cargado sobre el camello, el tipo de poco pelo se mantuvo callado al principio. Pero cuando reemprendieron la marcha hacia el templo subterráneo, se puso a cantar. No demasiado alto, sino un canturreo que a los pocos segundos era tan molesto que Cocotilio no hacía más que balancearse en la mochila de Jotnar dispuesto a callarle la boca de una colleja. Finalmente, alcanzaron la abertura del desfiladero y la entrada del templo subterráneo, una fractura entre las rocas.

Los dos guardias dorados seguían en la entrada, como dos estatuas custodiando el acceso.

—Hathor, dame paciencia además de visiones —masculló Nepthis cuando el prisionero se puso a cantar—. Porque como me des fuerzas...

La sacerdotisa de Hathor tenía la mirada clavada en las puertas del tiempo. El corazón latía con velocidad en su pecho y se le erizó el vello de los brazos cuando se acercó al templo que había visto en sus visiones. Un lugar tan sagrado que en la antigüedad era usado para ascender a los mortales a Encarnaciones. 

Miró de reojo a Amessis. Ella había reusado a ser una Encarnación de Set, y había decidido no responder de modo alguno a la mención que había hecho hacía unos instantes. ¿Y si era una trampa de los siervos del Padre de los Chacales? ¿Y si era la cordera que estaban llevando inadvertidamente al matadero? Cierto era que no escaseaban los mortales que desearan tal poder, pero no confiaba en que la Manifestación de Set hubiera dejado escapar a Amessis tan fácilmente, lanzando sobre ella una maldición que incluso alguien de un poder tan humilde como el de ella podía deshacer.

¿Y ella? ¿Qué decidiría si Hathor le propusiese ser su Encarnación? Fue consciente de que el pensamiento que le acababa de cruzar por la cabeza era un delirio de grandeza. Una cosa era que le enviara visiones para resolver sus divinos asuntos en las arenas de Mulhorand, y otra cosa muy distinta que le dedicara su favor de forma tan manifiesta como convertirla en una Encarnación. ¿Pero y si ocurriera? Dejaría atrás su humanidad para convertirse en algo más? ¿Sería algo más o algo menos que ella misma?

Nepthis salió de su ataque de introspección y refrenó su camello cuando se acercaron a la entrada del templo y a los dos guerreros dorados que custodiaban la entrada. Cómo no estaban aún cocidos en su jugo dentro de aquella armadura escapaba a su comprensión. Dudaba que hubieran tenido con ellos la delicadeza de protegerlos contra los elementos.

—Intentaré razonar con ellos —informó al resto de la compañía de la Barba Insondable—. No peleéis a menos que sea completamente imprescindible, pero permaneced cerca de mí por si ellos atacan primero.

Nepthis espoleó a su camello, sintiéndose segura flanqueada por Jotnar y Lurzca, y con Amessis cuidándoles a todos desde la retaguardia. Un pensamiento le cruzó la mente: era maravilloso tener unos amigos en los que poder confiar su vida, que se interpusieran entre los esbirros de Set y ella. ¿Era esa tremenda sensación de humildad y gratitud lo que habían sentido hacia ella todas las personas a las que había salvado la vida a lo largo de los años?

—Bilsbifa —dijo Nepthis en voz imperativa, mirando a la guardia áurea desde lo alto del camello—. Soy Nepthis de Hathor. Vengo a ver a mi hermana Salihah.