Partida Rol por web

Jotnar observó el dibujo del pergamino: una rana.

—Qué absurdez—comentó tras la explicación de Nepthis. Sólo para añadir alzando los brazos con repentino entusiasmo:—. ¡Me encantan las absurdeces! Igual este tipo se entretuvo escribiendo esto mientras lo encerraban en el muro. Como pasa con esas misteriosas notas que los héroes de los cuentos de los juglarese encuentran en lugares tenebrosos y que terminan con una palabra sin concluir y un "¡Aaaarghh!" empapado en sangre. ¿Te imaginas a alguien escribiendo literalmente "Aaarghh" en un papel mientras es brutalmente asesinado?

Carraspeó de nuevo para parecer serio, de hecho hasta se mesó la barba seria y pensativamente como las personas serias suelen hacer.

—Quiero decir, al entrar en este sitio dijiste que Anubis era un dios muerto, ¿verdad?—comentó—. Pero si es el único capaz de acabar con la maldición de Sebek puede merecer la pena buscar el muro; igual marca el lugar donde hay algo para putear "cocodrilos". O igual resulta que he acertado en lo del tipo escribiendo la nota mientras lo encerraban y nos echamos todos unas risas.

-Anubis fue asesinado por Set hace siglos -comentó la sacerdotisa-. Y Osiris ocupó su lugar en el panteón.

Salihah se frotó la sien y resopló igual que Nepthis.

-Esto empieza a ser más complejo de lo que parecía, hermana. Estamos en estas ruinas que no conocemos de nada, parece que los siervos de Set y Sebek las encontraron, y nos han dejado aquí. Pero ¿qué nos garantiza que vamos a encontrar algo de utilidad? ¿Es más, cómo es que no han saqueado y expoliado ya este sitio?

-Tal vez no sepan que existen estas ruinas -aventuró Nebakay-. Lo poco que recuerdo es que derrumbaron las paredes y nos hicieron pasar por un túnel. Me pusieron un saco en la cabeza y me llevaron de acá para allá hasta que me pincharon, me envenenaron y empezaron a hacerme cosas raras. ¿Y si los secuaces de Sebek o de Set simplemente nos dejaron caer aquí? ¿Y si no saben lo que este templo esconde o protege?

-No creo que sean tan estúpidos...

Salihah miró un rato más el pergamino.

-La rana podría ser una representacion de Heqet. Su culto desapareció hace años, las ranas representaba la fertilidad porque en primavera, los ríos estaban repletos de ellas... -hizo un gesto con la mano para restarle importancia-. Lo habré escuchado una o dos veces en boca de los sacerdotes más ancianos, más como misticismo que como veracidad; ni siquiera lo recuerdo bien. Hathor tomó su legado como Madre Dedicada y representante del culto a la maternidad cuando Heqet desapareció, casi del mismo en que Osirs tomó el legado de Anubis.

- A Nebakay le hicieron cosas... raras... - Fue con lo que Lurzca se quedó de todo aquello. - Pobre... espero que no le hayan... - Soltó un bufido y es que no quería ni pensarlo. 

En lo que si coincidía con Salihah era en pensar en que todo aquello era más complejo de lo que podía parecer. Sí, era todo realmente muy complejo. Tanto que ella ya se había perdido y no sabía realmente a donde se dirigían. Tan solo recordaba que podía haber otras personas momificadas en vida como ya habían hecho con la propia Salihah o Nabakay.

- ¿Dónde buscamos a los demás? - Preguntó Lurzca, pues todavía no habían registrado toda la zona y podría haber alguien en peligro.

—Hathor proveerá —fue la respuesta de Nepthis a las elucubraciones de Nebakay y de su hermana.

Se mordió la lengua antes de apostillar “si me ha traído aquí es por un motivo”. Nepthis aguardó a que respondieran a Lurzca. Si, como era lógico, no lo sabían, Nepthis propondría terminar de investigar el ala del complejo en el que estaban.

Por mí, arriba izquierda, pero por decir algo. Me da un poco igual.

Jotnar se encogió de hombros.

—Pues eso, que tengáis los ojos abiertos por si veis alguna rana a ver qué pasa.

En opinión del enano no tenía sentido darle vueltas a lo que no conocían, ya era bastante complicado dárselas a lo que sí conocía. De modo que asintió a la afirmación de Nepthis e hizo un gesto con una mano como quien espanta a las gallinas para que se muevan.

—Acabemos de investigar el ala esta—propuso señalando el pasillo noroeste—. Cuando más avanzamos parece que los pasillos se reprodujeran por esporas pero digo yo que en algún momento terminarán de aparecer nuevos. Aunque sólo sea porque los arquitectos se hartaron de constuirlos.

Por mí como Tali, arriba izquierda. Cuando acabemos con este ala ya escanearemos el resto de idems.

El grupo emprendió la marcha por el pasillo, tando daba uno que otro ya que finalmente se unía con el pasillo más ancho que habían evitado todo el tiempo. Ahora tenían tres caminos diferentes para acceder a la zona este del templo subterráneo.

Nepthis sintió un picorcillo en la oreja, lo que indicaba que por ahí había algo. Hathor proveería, sí, en este caso en forma de entrada extrañamente disimulada que conducía al norte. Las paredes eran dos sillares de roca repletas de jeroglíficos que hablaban sobre una lucha que Sebek y Anubis habían mantenido durante siglos, aunque la historia no reflejaba la caída de Anubis, sino que el relato de los muros llegaba hasta una confrontación entre los dos dioses. Allí no había ninguna rana, ningún signo de destrucción y ningún pergamino olvidado.

La sacerdotisa estaba en racha cuando, unos metros más adelante, encontraron una abertura tapiada con piedras recientes.

De los tres caminos que habían encontrado, el de más al norte parecía desembocar en una caverna, y el de más al sur, estaba todavía cubierto por la misma piedra del resto del complejo. Probablemente los tres conducían al mismo lugar...

Puertas secretas descubierta por Nepthis.

Tenéis el mapa completo aquí.

- Parece que han bloqueado el acceso a esta zona hace poco. - Dijo la mestiza resaltando lo evidente. - Puede que hayan encerrado a alguien al otro lado. - Se acercó a los escombros con la intención de empezar a retirarlos, pero antes miró a Nepthis y Jotnar en busca de la confirmación. Iba a ser un trabajo laborioso, pero si alguien se había tomado las molestias de tapiar aquel acceso, sin duda alguna era para ocultar algo en el otro lado.

—Comprobemos antes la puerta secreta —sugirió Nepthis—. Para romper el muro tapiado vais a tener que hacer ruido.

Dando voz a lo que hemos (habéis) decidido en el off.

- Bien. - Dijo Lurzca aceptando la orden de Nepthis sin cuestionársela y poniéndose manos a la obra armada con su gran hacha por lo que pudiera ser.

Sin más, se dispuso a atravesar aquella puerta y comprobar que les deparaba del otro lado.

El muro era un pesado bloque de piedra que a Lurzca le costó mover. No era por falta de fuerza, sino de mañana, no sabía muy bien hacia qué lado se abría aquella entrada. Amessis la revisó con ella y determinaron la forma en que tenía que hacerlo, de modo que entre la mestiza y la nigromante, empujaron hasta que los muros cedieron hacia ambos lados.

El pasillo tembló, gravilla y polvo llovió sobre las cabezas del grupo, el roce de la piedra contra la piedra hizo rechinar los muros y a más de uno se le puso el vello de punta. Una vez abierto, descubrieron unas angostas escaleras que descendían aún más. De modo que eso  hicieron, descender, hasta alcanzar una interesección y más escaleras: al este o al oeste. Como tanto daba uno que otro, se dirigieron primero al oeste.

La sala estaba llena de escombros y diversos objetos cubiertos de polvo. Los murales estaban cubiertos de suciedad y se veían los jeroglíficos de debajo. Varias columnas se habían desmoronado, puramente decorativas o de otro modo, el lugar habría colapsado. Había estantes llenos de vasijas, un esqueleto junto a una estantería, un cáliz dorado, muebles para descanso, como un diván, aunque este no tenía la tapicería rota y tenía un cojín para la cabeza. Un cofre abierto estaba en la parte norte y al fondo de la sala, vieron una estatua dorada con la forma de una cobra.

- Si algo he aprendido viajando con esta gente a la que considero mi familia, es que "la curiosidad mató al gato". - Pensó Lurzca justo al descubrir aquella estatua dorada que representaba una serpiente. No obstante no dijo nada sobre sus miedos a tocar aquel objeto que parecía ser el centro de la estancia. No quería entrometerse y que los verdaderos expertos le obligaran a callar de nuevo.

Lo que si que hizo fue acercarse a aquel diván con su tapicería completamente entera. Era extraño que si llevaba mucho tiempo allí encerrado, no hubiera empezado a podrirse. Quería comprobar si estaba lleno de polvo como el resto de enseres de la habitación, pues de no ser así, quizás quisiera decir que alguien lo había llevado allí hacía no demasiado tiempo o que alguien le había quitado el polvo, quizás para tumbarse en él, también poco tiempo atrás.

—A estas alturas no debería sorprenderos que os diga que esa cobra representa a Set —dijo Nepthis —. Podría abundar en los detalles, como que el simbolismo de Set viene en realidad de la gran serpiente del caos, que trata de devorar el sol, que está relacionado con los eclipses, y que los fieles deben impedir que se muerda la cola, pues eso simboliza el fin de los tiempos. Al final, no importa. Serpientes malas, ¿no? Especialmente cuando una las descubre tras una puerta secreta que simboliza a Anubis.

»Quizá deberíamos permitir, simplemente, que Lurzca querida aplaste ese ídolo blasfemo bajo sus botas. ¿Ideas?

—Serpientes, serpientes y más serpientes, ¡¿por qué tienen que ser serpientes?!—resopló Jotnar agitando los brazos en alto como quien aparta a un imaginario enjambre de avispas—. ¿Sabéis qué os digo? Que apoyo la moción: destruyamos esta cosa: O no hace nada, o le damos por culo a Set. Cualquiera de las dos nos vale.

Y si era la segunda, pues mejor que mejor.

El enano estaba de acuerdo en que era, como poco, peculiar que hubiese una estatuilla referente a Set scondida justo detrás de un mural de Anubis. Por lo que había entendido de todo lo que llevaba contando Nepthis desde que habían entrado en aquel lugar, el resumen venía a ser que Anubis era un buen tipo, Sebek tan desgraciado como Set, y ambos se habían dado de guantazos en algún momento. ¿Igual aquello estaba allí escondido para fastidiar de alguna manera a Anubis? no tenía ni idea, pero le constaba que estar muerto no era un impedimento para que te fastidiasen, ni para fastidiar. Así que era una teoría tan buena como cualquier otra.

- ¿Entonces...? - Lurzca miró a sus compañeros. Todos parecían querer que destruyera aquella estatuilla en forma de serpiente. - ¿La destruyo? - Preguntó agarrando su martillo de guerra. Con ese arma sería mucho más sencillo aplastar aquella figura. 

La mestiza se encogió de hombros, agarró su martillo con ambas manos por encima de su cabeza y entonces descargó un fuerte golpetazo contra la estatuilla.

-Pero, pero, pero...

Amessis, siempre parsimoniosa y porque andaba mirando otras cosas de la habitación, no se dio cuenta de la estatua hasta que Lurzca la redujo a escombros.

-¿Por qué la rompéis? ¿Y si es útil para algo? -aventuró.

Desde su metedura de pata con la fuente, había decidido no tocar nada, pero tampoco le parecía buena idea romper ídolos divinos en unas catacumbas desconocidas hasta la fecha.

-No veo qué puede haber de útil en un símbolo a Set -le contestó Salihah, en un tono que podría haber empleado Nepthis.

-Te sorprende... -estaba diciendo Amessis cuando el suelo comenzó a temblar. La nigromante miró en todas direcciones-. ¡La entrada!

Un enorme bloque de piedra comenzó a descender en el único acceso que había en aquella sala. Del techo comenzó a caer tierra y enseguida todo se llenó de arena, como si la habitación fuese la parte inferior de un reloj de arena.

-Salid todos.

Se apelotonaron en la entrada para poder salir, el pasillo era extremadamente angosto, la escalera muy empinada; la entrada se fue haciendo más pequeña y eran demasiados. Salihah y Nebakay salieron los primeros, seguido de Jotnar y su séquito, después fue turno de Nepthis, que tropezó con el primer escalón, seguida de Amessis y Lurzca. En el último segundo, un sombrero se quedó en el interior de la sala, pero lo rescataron justo antes de que la placa de piedra se cerrase del todo con un ominoso estruendo.

Amessis se dejó caer sobre la escalera y soltó un largo bufido.

-Por los pelos. Nepthis, ¿estás bien? Oh, por Osiris...

Nepthis había perdido el conocimiento, pero no por el golpe: había caído de nuevo en trance. Amessis la recostó sobre las escaleras y comprobó que efectivamente, la mente de la sacerdotisa de Hathor estaba ahora mismo en otro lugar, muy lejos de allí.

-¿Qué le está pasando a mi hermana?

Antes de poder contestarle, el suelo volvió a temblar y se escucharon retumbos y zumbidos por todo el pasillo.

Nepthis está KO de momento. No la marquéis.