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Requiem: El Rey ha muerto.

Lore

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16/06/2017, 23:40
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Russell Pratt y su reinado.

Russell Pratt fue un miembro de la nobleza inglesa, protestante, veterano de la Guerras Napoleónicas. Fue un caballero, un buen padre, un mal marido, un buen jugador y un mal cazador. Lo fue durante su vida y durante parte de lo que vino después. No se sabe mucho de su vida previa a Edimburgo, salvo lo poco que contó él a sus más íntimos confidentes antes de su ascenso al poder. Tampoco es mucho lo conocido sobre los primeros años de su no-vida en Edimburgo, puesto que no queda nadie de esa época en activo en la ciudad dispuesto a arrojar luz sobre el tema.

Llegó a Edimburgo a mediados del siglo XIX siendo ya un vampiro neonato. Formó parte de los Invictus de la ciudad, la facción dominante, donde alcanzó el rango de Marqués y ejerció como Judex hasta que reunió suficiente poder para dar su golpe de estado a principios del siglo XX. Los motivos de su asalto al poder no fueron otros que la oportunidad de hacerlo y la fuerza para lograrlo. No había ideología política o fe religiosa que alimentase sus ganas de obtener el trono, solo ansias de poder. Pratt había reunido bajo su estandarte a una buena parte de los Invictus y de los miembros del Lancea de la ciudad con mentiras, promesas vacías y chantajes, pero los aliados que marcaron la diferencia en la breve y sangrienta guerra para el trono de Edimburgo fueron otros.

El arma secreta de Pratt eran cuatro seres de naturaleza indeterminada, denominados por el Tirano como “North, East, West y South”, pese a no tener relación aparente con los puntos cardinales. De manera grupal eran conocidos como los Ejecutores. Estos entes se presentaban en los elíseos como criaturas de apariencia humana y completamente andrógina, aunque desprendían un aura de amenaza, olían a animal salvaje y observarlos detenidamente causaba una sensación de vértigo, como arrimarse al borde de un precipicio. Por el estado de los restos de sus víctimas y los pocos testimonios de los escasos que los vieron actuar como aliados, a la hora de matar adoptaban una forma bestial y depredadora. Aún a día de hoy no se sabe qué clase de pacto les mantenía ligados a Pratt, pero se mantuvieron bajo su servicio hasta el día de su muerte.

El reinado de Pratt comenzó manteniendo una estructura muy similar a la que se había vivido bajo su ahora muerto predecesor. Durante la primera década, los cambios más significativos fueron el reemplazo de los vástagos que ocupaban las posiciones de poder, colocando en estas a sus seguidores durante la toma de control. Durante la impuesta fiesta de celebración por el 11º aniversario de su llegada al trono comenzó el verdadero reinado del Tirano, una locura tal que los vampiros de la ciudad pensaron que el temido virus de la Malkavia había llegado a Edimburgo. Con un discurso resignó de su posición de príncipe para adoptar la de Rey y prohibió cualquier tipo de estructura política, social o religiosa en la ciudad; Nadie tenía derecho a mandar sobre nadie salvo él, nadie tenía derecho a una ideología diferente a la suya y nadie podía adorar a un ente que no fuese él. Dio concluida la reunión, y antes de una hora después sus Ejecutores ya habían dado muerte a casi una decena entre vampiros y ghouls por “planes de insurrección”. No hubiese resultado tan extraño si durante los años venideros no hubiese proclamado una ley tras otra que contradecía las expuestas durante su discurso aquella noche. Tan pronto era mandatorio pertenecer a los Invictus y adoptar el catolicismo como era penado con multas monetarias o con la pena de muerte. La situación acabo estabilizándose unos 30 años antes de su muerte, con unas reglas básicas que dejaron de cambiar;

  • I Prohibido bajo pena de muerte el acto del abrazo, salvo mandato real.
  • II Prohibido bajo pena de muerte el acto de ostentar un rango o título en la ciudad, salvo mandato real.
  • III Prohibido bajo pena de muerte el predicamento de cualquier religión o ideología política y/o social, de manera pública o privada, salvo mandato real.
  • IV Prohibido bajo pena de muerte el asesinato, el robo de pertenencias o la violación de otros vástagos y ghouls, salvo mandato real.

Decenas de otras normas se activaban, cancelaban y cambiaban, pero todo se podía asumir a los continuos cambios de humor del rey.

El comienzo del fin fue cuando sus acciones comenzaron a amenazar la mascarada. Repetidas veces se ordenó a vampiros recuperar de manos humanas pruebas más o menos evidentes de la existencia de vampiros. El hecho de que el propio Pratt apareciese nitidamente en algunas grabaciones y fotos incluso provocó que uno de sus chiquillos tratase de acabar con él antes de huir de la ciudad. Al final, pese a las precauciones tomadas por sus principales lacayos, Pratt se convirtió en el objetivo de los cazavampiros de la ciudad, que hicieron lo que los vástagos de la ciudad nunca se atrevieron o lograron hacer; acabar con el tirano. 

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21/06/2017, 22:57
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Cuando la secta de cazavampiros autodenominada como “XIII” acabó con el Rey, muchos de los vampiros supervivientes actuaron como si con él hubiesen muerto también las normas y reglas. No había nadie para castigar a los infractores tras la desaparición de los Ejecutores, ni nadie que en algún momento hubiese apoyado activamente al Rey, por lo tanto algunos se lo tomaron como si no tuviesen nadie a quien responder salvo a sí mismos.

Ese periodo de liberación fue la ruina para muchos vampiros y el nacimiento de muchos otros. Antiguas ofensas fueron al fin vengadas, antiguas deudas fueron saldadas, y antiguos vicios fueron saciados. Una enorme fuente de frustración, la negación del Rey de permitir cualquier abrazo llevó a que semanas después de su muerte, la población vampírica de Edimburgo aumentase en casi un tercio. Muchos de estos abrazos fueron por capricho, por el simple hecho de poder hacerlo, y dieron luz a grupos de neonatos que pronto fueron considerados indignos por los mismos vampiros que los habían abrazado. Entre la violencia, la insensatez y la propia sobrepoblación, los miembros de “XIII” no lo tuvieron difícil para desenmascarar y cazar a aún más vampiros.

Mientras, en el plano político, el vacío de poder fue muy breve. Extrañamente, no hubo nadie que intentase tomar el poder para sí mismo, y es que la población vampirica era tan reticente de dejar en el poder a un vampiro que todos sabían que cualquier intento de proclamarse como príncipe acabaría en catástrofe. Algunos proclamaban por el desgobierno y la anarquía, pero viendo como la ciudad estaba enfrascada en una espiral de muerte y caos, pronto los vampiros más antiguos y poderosos acabaron reuniéndose y proclamaron un gobierno por consejo, con una primogenitura formada por 5 vampiros, el más antiguo de cada clan.

Este gobierno, llamado simplemente como “El consejo”, se comprometió a escribir sus leyes por consenso y no por mayoría y pese a que muchos no creían que tal cosa entre 5 vampiros medianamente antiguos era posible, lo fue.

Creando un conjunto de leyes muy liberales, se establecieron 3 leyes principales con las tres tradiciones como base;

  • La ley de la mascarada, que no necesita explicación
  • La ley de la progenie, que prohíbe el abrazo sin el consentimiento por consenso del consejo, y que obliga al sire a educar a su vástago y a responder por los actos de este
  • La ley del amaranto, que prohíbe el diabolizar a otro vampiro bajo pena de muerte, aunque la ley se expande también al simple asesinato. 
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25/06/2017, 20:27
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No solo las leyes prohibiendo los impulsos más físicos y sanguinarios fueron rotas tras la muerte del Rey. Durante los meses subsiguientes a la caída del tirano, los elíseos se convirtieron en un ferviente lugar de debate, tanto religioso como político. Lo que hasta entonces se habían mantenido como pequeñas sociedades secretas dentro de la ciudad, de no más de 5 miembros cada una, ahora se revelaban como alianzas y facciones, algunas con intenciones más o menos clara de dominar la política de la ciudad. En un corto plazo de tiempo, 3 facciones de considerable tamaño según los estándares de Edimburgo se asentaron en la ciudad, siguiendo los modelos y conceptos de alianzas que se pueden encontrar en la mayoría de ciudades; Los Invictus, el Lancea et Sanctum y los Cartianos.

Dos de estas facciones, los Cartianos y los Invictus están enfrentadas, aunque no de una manera activa y violenta. Ambas buscan sistemas de gobierno incompatibles y sus continuas disputas están llevando al consejo, que alberga a miembros de ambos bandos, al borde del colapso.

 

Los Cartianos de Edimburgo.

Conocidos como El Partido Cartiano o simplemente “El Partido”, los cartianos son probablemente la facción más activa de la ciudad, liderados por Jordan Williams, el representante Daeva en el consejo. Abogando por un sistema pseudo-democrático, con un consejo formado por vampiros elegidos democráticamente en vez de por antigüedad, como es el caso del consejo actual, también promueven un sistema que gratifique a los vampiros que más aporten al Partido y que más sacrifiquen por este. El intercambio de favores es una práctica común entre los cartianos y en Edimburgo no es diferente. En Edimburgo, un vampiro que sepa ganarse el favor de sus compañeros del Partido a base de estar dispuesto siempre a ayudar puede llegar lejos si sabe cómo reclamar esos favores, mientras que un vampiro vago e indisponible seguramente acabe expulsado del partido con una buena paliza de recuerdo.

Otra pequeña facción dentro del Partido difieren ligeramente del pensamiento general de la facción. Los seguidores de Angus Ross buscan un sistema democrático pero más directo, sin un consejo y con todas las leyes de la ciudad siendo votadas por los miembros del partido, y solo los miembros del partido. Pese a las diferencias de pensamiento entre Ross y Williams ambos mantienen relaciones cordiales… algunos dicen que incluso más que cordiales.

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21/07/2017, 23:38
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XIII

El reinado de Pratt no solo dejo su marca en la sociedad vampirica de Edimburgo, también lo hizo en las vidas de decenas de humanos.  Algunos acabaron por entrar en  el mundo de la noche, como ghouls o como muñecas de sangre, pero otros tomaron otra dirección.

Como demostró en su día la presencia de los Ejecutores, los vampiros no son los únicos seres sobrenaturales en Edimburgo. Era conocida la existencia de licántropos ( o bestias que pueden adoptar forma humana, según a quien preguntes) en las afueras de la ciudad, aunque hace décadas que no se ha reportado ningún encontronazo con ellos, lo cual no indica que no haya habido ninguno.

Lo que no era tan conocido para los vampiros de Edimburgo hasta hace 5 años era la habilidad de algunos humanos de utilizar… llamémoslo magia. No el hecho de sacar conejos de chisteras o una interminable ristra de pañuelos de un bolsillo, si no de otro tipo de cosas como hacer hervir la sangre aún dentro del cuerpo o invocar violentos espíritus. Pero estos hechiceros decidieron salir del armario por la puerta grande, con el asesinato del Tirano.

Durante un par de años sembraron el terror entre los vampiros de la ciudad, cazando a muchos de los menos precavidos, siempre dejando alguna marca en el lugar que les señalase como los autores de las hazañas. Generalmente era un XIII marcado en alguna pared, o en lo que quedase de la víctima. 

El ritmo de sus actividades descendió drásticamente cuando una de sus células fue aniquilada por una cuadrilla de neonatos del Lancea, que se encontraron a los cazadores preparando una emboscara a un miembro de la iglesia cuya identidad no ha sido revelada.

De los cazadores muertos, cuyos cadáveres fueron presentados ante el consejo, poco se puso descubrir, y las pocas pistas que había en sus cuerpos (tatuajes con símbolos arcanos, objetos y documentaciones, estas últimas obviamente falsas) no llevaron a otras células ni a los secretos de la secta.

Hoy en día XII ya no levanta el mismo miedo que hace apenas 3 años, pero sus acciones aún son muy recientes como para que no causen cierto temor en la psique de los vampiros de la ciudad.

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15/02/2018, 21:24
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Los últimos años del gobierno de Pratt fueron los más calmados en cuanto a sus leyes y su tiranía, pero los dos siguientes a su muerte fueron los más caóticos y peligrosos. Decenas de abrazos y muertes en un periodo de tiempo muy corto, sumadas a la masacre de Pratt y su sequito (7 vástagos que se repartían el poder de la ciudad, con sus chiquillos) prácticamente pusieron a la sociedad vampírica de Edimburgo, y a la propia mascarada, al borde del colapso. Pero terminó siendo una época de cambio y no un fin, pese a todo. Vampiros que habían sufrido el continuo acoso de las leyes de Pratt, que vivían en el ostracismo o exiliados en las más absolutas de las soledades desarrollaron su potencial durante el caos.

Durante los primeros meses, se vieron pocas cosas positivas; tras el frenético trabajo de limpiar el ala de Holyrood Palace mancillada con los restos del sequito del tirano, prácticamente cada semana era otro elíseo el que acababa adornado con el cadáver de otro vampiro.  Ghouls y vástagos eran asesinados en sus refugios, siempre con alguna señal que indicase que los responsables eran los miembros de la secta denominada como “XIII”. La violencia estaba en el aire noche tras noche, y cantaba a la vitae, tentándola, y cuando no eran los cazavampiros los ejecutores, era otro vástago que aprovechaba la falta de repercusiones para tomar algo por la fuerza. Competiciones para controlar distintos sectores de la ciudad se resolvieron con demostraciones de fuerza, generalmente fatales.

No solo hubo una explosión de violencia en la ciudad, también hubo un macabro “baby boom” que mitigó la caída en picado en el número de vampiros en la ciudad. La mayoría de estos chiquillos fueron creados con objetivos en mente; vampiros antiguos buscando ganar sirvientes de determinadas habilidades, otros vampiros más jóvenes abrazando a su ultima presa, teniendo que revivirla tras haber perdido el control al alimentarse. Algunos abrazaron por venganza, ya fuese de la víctima, de algún familiar, o porque su rival estaba interesado en ella. Algunos ghouls fueron “recompensados” tras años de servicio, y algún que otro vampiro abrazó por despecho. Y mientras se creaban vástagos, estos se iban convirtiendo en huérfanos, si llegaban a sobrevivir a los ataques que acababan con sus sires.

Durante el caos, como es natural, algunos medraron. Ian McKay, que ya tenía reputación de ser alguien a quien acudir cuando se necesitaba ayuda en deshacerse de un cadáver o para limpiar escenas del crimen tuvo que hacer muchos favores que tardó poco en cobrarse. Lachlan Black, tras años haciéndolo entre las sombras, comenzó a predicar en los elíseos, ganando seguidores con rapidez. Jordan Williams y Angus Ross comenzaron a actuar como mentores de muchos de los neonatos que estaban sin la guía de sus sires, haciéndose fácilmente con una base para su partido Cartiano. Pronto, la influencia de estos vampiros comenzó a mitigar las pasiones más violentas del resto, muchas de ellas ya saciadas.

Durante casi dos años la violencia más superficial se había adueñado de la sociedad nocturna en Edimburgo, pero esta dejo paso a otros conflictos más minuciosos. Lo que antaño eran brutales y directos asesinatos  se habían convertido en elaborados planes para conseguir influencias en diferentes sectores de la ciudad, territorio y dinero. Carecía de la anterior espectacularidad y ciertamente llamaba menos la atención de cazavampiros y otros rivales, pero seguía siendo un juego peligroso y una inmensa fuente de conflicto.

Pronto, los vástagos que eran atacados acudían con sus problemas a sus mentores, que usaban sus posiciones para negociar por sus protegidos. De esta manera, orgánicamente se fue formando un consejo en la ciudad. Dos vampiros tenían un problema, y cada uno acudía a uno de los antiguos (por lo general, muchos seguían prefiriendo actuar por su cuenta), y estos acababan negociando por su cuenta. En un principio estos antiguos funcionaban casi como distintos príncipes en una misma ciudad cada uno gobernando sobre su sequito, pero de manera natural se propuso la creación de unas leyes comunes que permitiesen la mayor estabilidad posible a la ciudad. En una suerte de asamblea celebrada en eliseo, para mayor equidad se decidió un consejo formado por el vampiro más antiguo de cada clan, que representaría a los miembros de su clan con independencia de a qué organización estuviesen afiliados, si es que lo estaban a alguna. La primera reunión del consejo, celebrada en privado, tuvo lugar 2 años y 3 meses tras la muerte del tirano.

 

 

Los miembros del consejo

  • Eileen Kernuish Gangrel
  • Ian McKay Ventrue
  • Jordan Williams Daeva
  • John Affleck Nosferatu
  • Lachlan Black Mekhet

Las 3 principales leyes del consejo, cuya infracción conllevan la pena de muerte, son las siguientes.  

  • La ley de la mascarada, que no necesita explicación
  • La ley de la progenie, que prohíbe el abrazo sin el consentimiento por consenso del consejo, y que obliga al sire a educar a su vástago y a responder por los actos de este
  • La ley del amaranto, que prohíbe el diabolizar a otro vampiro bajo pena de muerte, aunque la ley se expande también al simple asesinato.

Muchas otras leyes sirven para asuntos bastante más específicos, demasiadas para numerarlas y con un impacto suficientemente bajo como para no perder nada al no listarlas. Al fin y al cabo, la inmensa mayoría de veces el consejo usa estas leyes como una guía para su toma de decisiones y no como algo que seguir a rajatabla.

El consejo no es perfecto, ni está libre de conflictos. El hecho de que las votaciones tengan que ser por completo consenso y no por mayoría ha estancado la toma de decisiones salvo las más evidentes o básicas. La rivalidad entre algunos miembros del consejo se ha acentuado con el tiempo, y muchas de las reuniones solo sirven para que Williams y McKay se lancen pullas y se saboteen mutuamente.

Uno de los acontecimientos más importantes en los dos últimos años poco tuvo que ver con el consejo, pese a su mayormente positiva influencia. Pese a que su actividad se había reducido una vez pasado el caos, XIII seguía siendo parte de las pesadillas colectivas de la ciudad. Por eso fue una celebración cuando, por primera vez, los vástagos contratacaron y dieron muerte a una célula de los cazadores de vampiros.  Fueron los miembros del Lancea quienes llevaron a cabo el acto sin conocimiento del consejo… salvo del Obispo en la ciudad, Lachlan Black. Pero tampoco hubo quejas por parte del resto de miembros.

Sin la constante amenaza de los místicos cazadores, lo único que pone en peligro la estabilidad de la ciudad es el conflicto interno del consejo. Cuando en la celebración del 5º aniversario de la muerte de Pratt el prefecto cartiano, Jordan Williams, propuso unas elecciones para elegir democráticamente a los miembros del consejo, saltó la sorpresa cuando McKay y Affleck aceptaron de buena gana, dejando a Williams y a los cartianos con la impresión de que están jugando con ellos.