Partida Rol por web

- Mis motivos son míos. - Respondió a la reflexión sobre la utilidad que podía darle al oro en una villa desolada como la de Nulb. - Si queréis información debéis ser generosos, pues de lo contrario, nuestra amena charla habrá acabado aquí mismo.

Luego llegó la otra reflexión, la de salir a viajar y conocer mundo. Restituir el esplendor de la Barbacana del Foso y sólo abrazar el vacío y el olvido una vez que hubieran dejado de disfrutar de los placeres terrenales.

- Mi destino es aguardar aquí. - Dijo entonces Lareth. - No tengo fuerzas, ni voluntad como para hacer lo que me pedís. No ahora. No aún...

En otra situación o de encontrarse en una mejor condición, le hubiese sacado la información a golpes pero hacerlo ahora sería una imprudencia. Muy a pesar de lo útil que podría resultar esa información, el insectoide no tenia la intención de darle oro a aquel sujeto, a fin de cuentas solo estaba acompañando al pixi para pagar su deuda, a lo mucho podría intimidarle para ver si así les contaba todo lo que sabía, pero iba a esperar a ver si Glÿnmaer lo solucionaba de otra forma.

Me palpo los bolsillos sabiendo de antemano que no llevo encima ni una triste moneda de cobre. ¿Para qué las necesito? Después de todo, en el bosque no son una forma de pago aceptada y en la "civilización" tengo otras formas de conseguir lo que quiero de los comerciantes.

—Me temo que ahora mismo andamos un poco escasos de efectivo —comento, resignado—, pero volveremos en cuanto hayamos juntado un gran tesoro para vos a la altura de vuestros vastos conocimientos.

Sospecho que no nos volveremos a ver, pero mejor terminar esta relación por las buenas. Confiaba en poder llevarlo con nosotros pero está claro que no solo es un fanático sino también un pusilánime y que no nos sirve de nada para evitar el funesto destino que nos aguarda a todos en esta región.

—Volveremos muy pronto, seguro —me despido, haciendo innecesarias reverencias e inclinaciones de cabeza—. Hasta entonces, no os mováis de aquí y descansad. Os necesitaremos descansado para hacer frente a la voraz negrura elemental.

Tan pronto como volvemos a estar en el exterior y compruebo que no hay jabalíes en la zona que vayan a apalizar nuevamente a mi compañero me dirijo a él con actitud alegre:

—Bueno, y ahora, ¿a dónde?

Las negociaciones habían terminado sin conseguir nada de información, lamentaba su condición actual porque de no ser así ya tendría a ese cara cortada amarrado y torturándolo para sacarle todo lo que sabía. Se encoge de hombros y le dice a “el hermoso” con una media sonrisa en su rostro - se que esperas aquí el fin de los tiempos entre lamentos y en medio de tu propia mierda, pero he de decirte algo - mueve sus antenas intercaladamente mientras se da media vuelta - ese futuro que anhelas jamás va a legar porque no vamos a permitir que suceda - Krath-Tk no era altruista ni pensaba en salvar el mundo, en lo que pensaba era que si todo era destruido, ¿a quien iba torturar? ¿A quien iba a cazar? ¿A quienes iba a robarles hasta el alma?.

Una vez a fuera mira a su pequeño amigo y le dice - vamos más hacia el norte -

Los dos extraños compañeros de viaje dejaron atrás la vieja herboristería y al demente Lareth. No pareció enfadarse cuando le abandonaron ni mucho menos. Tan solo se recostó sobre su lecho y les dio la espalda sin girarse tan solo hacia ellos cuando salieron de su habitación.

Siguieron avanzando hacia el norte, como bien había sugerido Krath-Tk. La calle seguía siendo oscura y polvorienta, como todo lo demás en aquel pueblo y los edificios estaban en estado ruinoso, como era una constante en Nulb. El camino avanzaba en dirección al río que rodeaba la villa y desde su posición se podía vislumbrar lo que parecía ser un embarcadero y todavía, algunas naves se mantenían a flote.

Habían recorrido medio camino entre la herboristería y aquel desvencijado embarcadero cuando pudieron observa a un par de manzanas de su posición, lo que parecía ser la silueta de una mujer humana que les observaba quieta y sin esconderse de ellos.

- Buenos y dichosos días, criaturas. - Dijo la mujer. - Un pixi oscuro y un Thri-Kreen caminando por un pueblo fantasma. - Comentó con una extraña risita entre dientes. - Creo que este pueblo ha pasado tiempos mejores, ¿no creéis? - Soltó una risotada. - No creo que estéis aquí de excursión. ¿Me equivoco?

Tras nuestro infructuoso encuentro en la herboristería, mi compañero pone rumbo al embarcadero y yo le sigo sin saber muy bien qué espera encontrar allí. ¿Quizá le apetezca un paseo romántico en barca? No parece que ninguno de los dos seamos de los que disfrutan de esa clase de divertimentos, pero quién sabe.

La presencia de una mujer joven en mitad de camino me desconcierta y me pone en guardia. Mis últimos tratos con mujeres no han sido precisamente agradables. Además creo distinguir en esta un ligero aroma a feérico, a elfo, o a ninfa quizá. Tal vez algún antepasado lejano que ni ella misma conozca. Eso la convierte en alguien potencialmente más peligrosa que la mayoría de los campesinos humanos con los que uno puede toparse por la zona.

—A juzgar por su estado, yo diría que este pueblo ha pasado por tiempos peores —replico a la desconocida—. Ahora aquí solo reinan el silencio y los jabalías pero está claro que hubo un momento de su historia en la que reinaron el miedo, la desesperación y quizá la muerte. Un reinado terrible que obligó a los lugareños a abandonar la inseguridad de sus hogares.

»Es un lugar bastante aburrido para una excursión, lo reconozco, pero al menos es tranquilo. De donde yo vengo, uno no puede pasar una hora sin que alguien venga a molestarte con cualquier patochada. Tú tampoco pareces de por aquí. ¿Por qué no nos dices quién eres, de dónde eres y qué estás haciendo por aquí.

- Mi nombre es Kella. - Le respondió sin tapujos. - Estoy investigando la zona, como vosotros. Una mera excursión. - Sonrió. - Tengo entendido que hay extraños movimientos en la zona últimamente. Y bueno... - Les señaló a ambos de arriba abajo. - Diría que un pixi oscuro y un Thri-Kreen encajan bastante en la descripción de "extraños movimientos en la zona". - Concluyó la mujer. -Los pixis oscuros raramente salen de la protección de su querido Bosque Nudoso y los de tu raza, insecto - dijo aquello con evidente tono despectivo - no soléis abandonar las áridas tierras más allá de las montañas Lortmil. Eso me da que pensar... - Sonrió. - ¿Quién os envía? - Preguntó muy seriamente y de manera imperativa.

—¿Y de elementales tuertos que viven en templos y quieren consumir el mundo has oído algo? —pregunto, con genuina curiosidad— Porque yo me empeño en no soñar con eso pero todas las noches la misma pesadilla, oye, que no hay manera. Nada, ni con hierbas psicoactivas. Pero pregunto a la gente por ahí y todo el mundo se hace el loco, como si no quisieran saber nada del tema o no les importase que vayan a ser aniquilados. ¿A ti también te ha pasado? Eso sí que me da a mí qué pensar.

»Pero vamos, nosotros somos de lo más normalito que te vas a encontrar por aquí. Si te pasas por la herboristería, verás a un tipo muy raro que dice que es el amo de Barbacoa del Foso, o algo así... Ese sí que es inquietante. Y dos tipas, una con el pelo blanco y otra medio pelirroja con una obsesión desviada por usar su látigo... Otras dos malas piezas a las que conviene evitar, yo en tu lugar tendría cuidado si te las cruzas.

»Y hasta aquí los consejos gratuitos del amigo Glÿnmaer. Para cualquier otra cosa que necesites, ya sabes, favor con favor se paga. Monedas no, ten la bondad, que las monedas a mí no me sirven para nada.

Ese pueblo fantasma parecía no estar tan solo como había pensado, otro curioso personaje se les presenta, esta vez es una mujer muy confiada o despistada que les habla abiertamente sin esconderse o algo parecido, muy seguramente no se había cruzado con humanoides altamente agresivos, de mal carácter, algo desquiciado y con intensos impulsos asesinos, como lo era Krath-Tk, lo único que le impedía una muerte prematura era que el insectoide se encontraba en muy mal estado, así que por esta vez le iba a permitir seguir respirando pese al tono despectivo con el que se dirigió a él.

A la pregunta de aquella mujer le responde - cgettki grolc kr quikta! - termina la frase escupiendo al suelo un amasijó de saliva con sangre, los presentes no entendieron nada a menos que hablarán su idioma nativo, sin embargo sus expresión tanto como si tono de voz demarcaban un claro indicio de rechazo y desprecio hacia aquella mujer.

El pequeño pixi se quedó conversando con ella y así preferiría que se desenvolvieran las cosas, ya que el guerrero no quería tratar con aquella humana porque de ser así terminaría yéndose a los puños con ella, además el solo se encontraba allí con el objetivo de pagar su deuda con Glynmaer y atacar a todos con los que trataba no ayudaba en nada en cumplir la misión del pequeño alado.

- De elementales tuertos que viven en templos y quieren consumir el mundo he oído algo. - Respondió a la pregunta del pixi. - Gracias por la información. - Sonrió cuando Glÿnmaer le habló sobre Lareth. - Iré a hacerle una... visita. - Dijo con cierto tono irónico. - Y volviendo a lo del ser tuerto de que hablas... - Se mantuvo en silencio unos instantes mirando fijamente a su extraño interlocutor. - Se oyen rumores del resurgimiento de una secta que adora a un dios oscuro conocido como "El Ojo Arcano". - Comentó ella. - Es peligroso. Un ser destructivo y demente. Estoy investigándolo, pero no he encontrado demasiado hasta que os he encontrado. ¿Qué más sabes de ese ser de destrucción?

—Sé que tiene un templo o lo tuvo, cerca de aquí. Y sé también cómo llegar hasta él. Así que si estás interesada en investigarlo has ido a dar con los tipos idóneos. Pero ya te advierto que nuestra vida no es fácil, tenemos una tendencia preocupante a que nos ataquen bichos de todo tipo, así que más vale que seas de las que saben defenderse solitas.

»Dinos, Kella, ¿qué puedes aportar a nuestro grupo de exploradores? ¿Cuáles son tus talentos o tus recursos? Porque tampoco me imagino a una campesina indefensa caminando sola por este pueblo en ruinas, así que algunas aptitudes tendrás, estoy convencido.

- Mira... - Sonrió mientras observaba de arriba abajo a su extraño e inesperado interlocutor. - ...mosquito... - Le dijo en evidente tono de burla. - Tengo suficientes recursos como para no necesitar la ayuda de una mariposa parlanchina y una mantis super mineralizada...

Kella se sentó sobre un murete y se cruzó de brazos confiada. Miraba por encima del hombro a aquellos dos extraños viajeros. Parecía divertirse con la situación y también parecía creer que ninguno de sus dos nuevos "amigos", podía ser una amenaza real para ella.

- ¿Por qué razón crees que quiero ir con vosotros? - Le preguntó. - Además, ya he ido a ese templo. Es una jodida madriguera de grandes trasgo. ¡Allí no hay nada interesante!

—Por lo agradable de nuestra compañía y por nuestra interesante conversación, por supuesto —replico, sin sentirme ofendido con la respuesta de la desconocida—. Pero si te da miedo ir al templo con nosotros, no pasa nada, no es necesario que te inventes excusas. Todo el mundo sabe que los grandes trasgos no existen, son cuentos de viejas para asustar a los niños y que se coman todo el puré de lentejas.

»¿Cómo vas a haber estado en ese templo sin tener siquiera un mapa? Por suerte, yo tengo uno en el que se señala su ubicación. Si quieres seguirnos, prometo que no intentaré espantarte como a un perrillo faldero. Y si no, pues que tengas muy buen día.

- Me importa una alubia que creas o no, pero ya estuve allí y como he dicho, sólo hay grandes trasgos. - Sonrió. - Existan o no. - Añadió en trono bromista. - Sois dos seres curiosos a la par de ridículos. Quizás por ello os dejaré vivir. - Comentó. - Mientras no molestéis claro... - Les aclaró. - ¡Y ahora, salid de mi vista! - Les ordenó avanzando hacia ellos y pasando entre los dos apartándolos de un empujón. 

- Agradécele a tus dioses por cruzarte conmigo en este estado - escupe nuevamente sangre al suelo - porque si no ya te estarías reuniendo con ellos en estos momentos - le hace lado para que pase.

Los intentos de reclutamiento del pixi no parecen dar frutos, sin embargo tendría tiempo para buscar más interesados ya que el insectoide necesitaba unos días para recuperarse, eso contando con que su reciente compañero lo curase cada que pudiera.

Sin voltear a verla le dice Glynmaer - continuemos explorando el pueblo - con algo de suerte encontraría algo o alguien que curase sus heridas.

Kella se dio media vuelta y fulminó con la mirada al thri-kreen. De haber podido sin duda lo habría hecho. ¿Descartaba eso que Kella fuera una maga o algo parecido? Podía ser que simplemente hubiera sentido cierta piedad por aquel ser tan orgulloso pese a que por sus heridas no le duraría ni medio asalto. 

- Tienes coraje, insecto. - Le dijo a Krath-Tk. - Pero debes medir tus palabras si no quieres un final precipitado. - Y eso fue lo último que dijo antes de perderse de vista.

Empiezo a distinguir cierto patrón existente entre todas las mujeres que he conocido hasta la fecha: caprichosas, maleducadas y amenazantes. Está claro que uno no quiere tener nada que ver con gente así y me maravilla que haya hombres que deciden compartir sus vidas con estos seres. O tal vez solo estén subyugados por ellas y en realidad sean una especie de esclavos, como yo mismo lo soy en el Bosque Nudoso.

Mentiría si dijera que no me gustaría ver descomponerse su cadáver poco a poco, pero mi cucarachil amigo tiene un don para ser derrotado y yo no me voy a enfrentar con una mala bestia que me dobla en estatura y me cuadruplica en peso si lo puedo evitar.

—Vamos, antes de que se nos haga de noche y nos coma un gran trasgo —ironizo con mi compañero antes de echar a volar hacia el norte, despidiéndome de Kella con la mano sin darle la espalda hasta que se encuentra ya muy lejos.

Una vez dejaron atrás a aquella extraña muchacha, siguieron avanzando hacia el río. No tardaron demasiado en llegar hasta el embarcadero. Como el resto de la villa, se trataba de un lugar desvencijado y comido por el tiempo. Los pantalanes se encontraban en muy mal estado, faltando algunos de los tablones y haciendo difícil caminar sobre ellos sin peligro de tropezar y caer al agua o incluso de que los tablones, podridos como debían estar, cediesen por el peso.

No quedaban tampoco demasiadas embarcaciones amarradas al embarcadero y las que quedaban estaban volcadas o semi hundidas. Todas salvo una. En la orilla, quedaba un viejo barco fluvial de unos cuarenta pies de largo por unos diez de ancho, sin duda encallado desde hacía años. Aunque parecía intacto, los tablones de madera que formaban su casco parecían también podridos, especialmente en la popa que parecía parcialmente sumergida. De hecho, parece que esa parte del barco parecía dañada, quizás por las heladas del invierno.

Nada ni nadie parecía moverse en aquella zona y salvo por el sonido del agua, no se escuchaba nada más.

El lugar parece bastante deprimente. Nada apunta a que vayamos a encontrar por aquí nadie que nos ayude, ni nada que nos sirva para nuestra autoimpuesta misión de salvar el mundo. ¡Qué difícil es ser un héroe en estos tiempos! En los cuentos es todo mucho más sencillo.

Me molesta haber llegado hasta aquí para nada. Por el momento nos hemos encontrado dos dementes inofensivos y un jabalí bastante agresivo. Estoy convencido de que más tarde o más temprano nuestra suerte cambiará, pero no estoy del todo seguro de que vaya a ser aquí.

—¿Tú qué dices? —le pregunto a mi entrañable escolta— ¿Quieres entrar a echar un vistazo o mejor damos media vuelta y exploramos el sur del pueblo?