Partida Rol por web

Os tocaba desandar el camino andado. Habíais perdido 24 horas a lo tonto porque ni llegastéis a Tombstone ni supistéis que pasó con Irvin. Al menos el sheriff si dejó clara una cosa: Reeves no era el buen hombre que quería aparentar ser y buscó la muerte de Jesse metiéndola en el trabajo con mayor mortalidad de todo el Oeste: ayudante de sheriff.

Al menos esta parte del viaje era la mejor y más cómoda. El río estaba cerca y ya sabíais donde parar a comer: el mismo punto donde os separásteis de los demás. Desde allí podríais seguir su rastro o la hoguera del hogar del chamán. Aquella que a Santana le desvió unos metros de su camino hacia el poblado navajo y que quizás hubiese sido mejor opción que ir a visitar a aquella tribu.

Ya lo avisó el sheriff y aún así Santana pareció querer desafiarle. Aunque el que más pareció perder, aunque ahora no se diese cuenta, era William, pues ya no tenía nada. Ni trabajo, ni hogar al que regresar y seguramente que menos aún mujer que le consolase aunque el mismo quisiera volver a sus brazos. Cosa que por otro lado, no le importaba lo más mínimo.

Las monturas parecían moverse molestas, pero al menos lo hacían sin causar problemas a los jinetes. Era como si no hubiesen descansado del todo bien... como si hubiesen tenido una corta noche de sueño. Al menos Santana y William no podían quejarse en ese sentido. Habían dormido más de lo esperado y la suerte quiso que no les pasase nada esa noche... ya se vería hasta donde llegaban ese día los dos jinetes.

Tenía la impresión de que llevaba tres días o así recorriendo sin cesar el mismo camino,... hasta el punto de leer una y otra vez sus mismas huellas... ah!, no!, espera!, que no era impresión... es que era eso...

Al menos, de tanto recorrer la misma ruta, ya se la sabía, y también los sitios que podrían ser peligrosos, en cuanto a zonas en las que no ves lo que puede haber hasta que no estás en ellas, o sea, lo que vienen a ser sitios peligrosos.

William andaba un tanto callado... se ve que el encuentro con el Sheriff le había dado en qué pensar... a él también solía pasarle... eso de que tras encontrarse con un agente de la ley, luego tienes un tiempo para reflexionar... pero en el calabozo tras una noche de juerga y peleas en un saloon... putos Sheriffs aguafiestas...

El silencio podía resultar un tanto incómodo, y les quedaba trecho hasta llegar a "su sitio habitual para comer"....

-Piensas demasiado, Will, piensas demasiado; ni en trabajo ni en faldas, ninguna de las dos cosas merecen la pena.

Guiñó fuertemente los ojos; una mirada rápida al este le había causado un deslumbramiento inoportuno... Al menos no había sido por una cagada de buitre, gracias a su sombrero de ala extremadamente ancha...

- ¿Callado? - Preguntó extrañado. - Si puede ser. Y si, pienso demasiado... quizás. O puede que muy poco...

Empezaba a pensar en que en el fondo podía ser que él tuviera la culpa de como habían transcurrido los acontecimientos. De no ser por él, quizás Jess estaría mejor de lo que estaba. En ese caso, no se habrían separado y no se habría topado con el sheriff. Tragó saliva. 

- ¡Qué coño! ¡Jesse es una loca! - Pensó para si. Aunque en el fondo, seguía teniendo cierto aprecio por ella. De no ser así, no estaría regresando tras sus pasos, otra vez.

- ¿Sabes que vas a hacer cuando encontremos al grupo? - Le preguntó a Santana. - Puede que Kane, Jesse, Emma o Noah no me miren con muy buenos ojos. No quiero tener que enfrentarme a ellos. No a tiros al menos. De todas, formas, cuando sepa que están bien y le revele a Jess lo que ha dicho el puto sheriff, me marcho. ¿Debía saberlo ella? - Negó con la cabeza. Si lo sabía también se lo había ocultado y de no saberlo, el puto sheriff era el traidor entre ellos y no Will como le había intentado hacer creer.

Avanzábais a buen paso por el camino, pendientes de lo que había a vuestro alrededor. Si todo iba bien en Tombstone, quizás Irvin no hubiese llegado al pueblo y estuviese dando vueltas por allí. Santana, como no, decidió mirar por el lado equivocado y el solo vespertino de cegó durante un rato.

Mientras William tuvo más suerte y pudo ver a un par de ciervos cruzando el camino más adelante.

El frescor del río se podía notar aún mientras el sol iba subiendo. Las nubes se fueron despejando y alejando de vuestro camino conforme seguíais avanzando. Will tenía muchas cosas en las que pensar cuando encontrasen a los demás, ya no solo que decir, sino como le iban a recibir. Estaba seguro que nadie lo haría con los brazos abiertos.

Santana quizás tenía menos problemas, pero aún así debería decidir su camino. Iba a ser complicado que volviesen a aceptar a quien iba y venía según soplaba el viento y Santana parecía cada vez más uno de esos.

-... Advertir a alguien de algo, nunca está de más. Es gratis y solo te debería hacer bien... Sí que es cierto que huele a mierda en Tombstone... pero... ¿quien soy yo para decir nada?... solo soy un buscavidas, nada más.

Escupió a la hierba del borde del camino

-En cuanto a mí... Bah!, ya veremos... hice lo que creí que era de recibo, ir a avisar de que una banda de indios comedores de gente iban dando vueltas por ahí... Si no han querido escucharme... pues vale; mi conciencia está tranquila; y si nos reciben a las malas... pues que les den.

Dado que estaba más que acostumbrado al rechazo, por su condición de mestizo... no le preocupaba demasiado como le recibiesen en el grupo, si es que seguían vivos...

Cierto era que ya había dado aviso de la problemática. De hecho, habían avisado al propio sheriff sobre aquel asunto. La postura de Santana era comprensible, habiendo dado aviso al sheriff... ¿Qué más podían hacer si éste no les creía? Lo cierto era que ese no era consuelo para Will, pues su familia seguía en Tombstone y Calvin no les había tomado en serio, por lo que seguían en peligro.

- Mi familia sigue en peligro. - Le dijo a Santana y entonces resopló. - Tendré que acabar volviendo a casa y advertirles yo mismo. Aunque me esperan con los rifles cargados... - Suspiró apesadumbrado. - Al menos ha dicho el sheriff, que la enfermedad no llegó aún a la ciudad... - De encogió de hombros.- Vamos a acabar con ésto... - Sentenció. - Encontramos al grupo, vemos que todos están bien, advertimos a Jess de lo que nos ha contado el sheriff y luego decidimos que hacer con muestras vidas...

William siguió cabalgando junto a Santana en silencio. Tenía demasiadas cosas en la cabeza como para sonreír como solía hacerlo normalmente. Fuera como fuera, tenía motivos para estar preocupado. En Tombstone tenía enemigos y allí donde se dirigía también. Y eso sin tener en cuenta que estaban cercados por indios comedores de carne humana...

Respiró profundamente... su compañero de viaje tenía demasiadas cosas en la cabeza... demasiadas.

-Una cosa a la vez. Intentar abarcar varias... es mal asunto; si en Tombstone iban a cosernos a balazos si asomábamos la cabeza, solo por haber ido a visitar a los Navajo... si ven aparecer a alguno de ellos, imagínate lo que le harán... lo mismo o más; en ese sentido, aunque no creyera ni una mierda de lo que le contamos, el Sheriff creo que estará atento, así que... tranquilo por tu familia; ya les mandarás un telegrama o algo así.

Miró al oeste.

-Por allí debería estar el Fuerte... si en Tombstone tienen una idea más o menos aproximada de lo que pasa... los militares asumo que también, que para eso les pagan; una mierda, pero les pagan. No sería mala opción para ir si los otros nos reciben a pedradas.

..., si los otros seguían vivos, claro.

- Me parece buena idea. - Respondió Will. - Todo. Lo del telegrama y lo del fuerte. No obstante, prefiero no seguir mucho tiempo con esas culebras. Si les encontramos y están bien... - Se encogió de hombros. - ¡Pues ya está! 

Vuestro viaje continuaba, con vuestro destino más o menos claro o al menos con alguna idea sobre que hacer con él. Mientras hablabais, pasastéis junto al cuerpo de Turner de nuevo. Cada vez estaba más asqueroso y una bandada de cuervos se alejó del mismo cuando os oyeron llegar. Prácticamente ya solo era tela y huesos, pero los carroñeros no se rendían con él y buscaba que más poder rapiñar, como larvas de mosca o de de escarabajo, que sin duda ya estarían saliendo al nuevo mundo para vivir tan solo unos segundos con aquellos cuervos cerca.

No supísteis que le pasó, ni que fue de su montura. Pero tampoco era alguien que proporcionase nada importante al grupo, salvo un lugar para dejarse el dinero en fulanas una vez cobrada la recompensa. Cuando en el pueblo se enterasen que Turner murió antes del primer día de viaje, se convertiría en el hazmereír de Tombstone.

Que su cuerpo estuviese allí indicaba que pronto llegaríais a la primera parada para comer y que los caballos descansasen antes de alejaros de la zona del río y adentraros en el desierto en busca del chamán y del grupo.

- ¿Crees que deberíamos haberlo enterrado? - Le preguntó Will a Santana. - Desde luego, a mí no me gustaría acabar como él. Aunque...- Se encogió de hombros y torció el gesto. - ...a él ahora, parece que no le importa demasiado.

Se podía decir que sentía remordimientos. Por lo de Turner claro, dejarlo allí tirado había sido feo, pero también por lo sucedido con Jess. Lo cierto era que habían sucedido muchas cosas en poco tiempo. Había habido muchos nervios y mucha desconfianza. ¿Qué coño les había pasado? Aunque aquellos remordimientos no quitaban que Jesse estuviera como una puta cabra.

- ¿Seguimos un poco hasta el almuerzo? - Le preguntó a Santana. - Este no es un buen sitio para parar. Huele mal y la compañía... Cuervos, larvas y un esqueleto... - Negó con la cabeza. - Definitivamente no es buena...

-Estoy de acuerdo... sigamos adelante; yo ya he complido mi cupo de buen samaritano; si a alguien le molesta... que le entierre; total, ya no queda carroña... solo huesos. Será gracioso ver que hacen en Tombstone ahora que no está... allí sí que empezarán a aparecer carroñeros -sonrió... la muerte de Turner dejaría un vacío de poder en sus negocios... que alguien ocuparía por las buenas, o por las malas.

Miró hacia adelante, a lo lejos; el sitio donde habían comido otras veces no debería estar lejos, y los caballos debían presentirlo, pues ya sabrían que allí descansarían y beberían un rato.

-Comida tengo, pero no va a durar para siempre; sería bueno intentar pescar algo cuando lleguemos al río, para estirarla y que dure lo máximo posible. No quiero tener que empezar a buscar cadáveres para roer sus restos... -miró la cara de William- No, era broma, joder.

- Si, buena idea... - Respondió Rivers. - Tendría que haberme parado a por provisiones antes de partir. Confíe en lo que me dijo Jesse, pero ahora... - Chasqueó la lengua. Tendría que haberse detenido antes de marchar en el colmando. Ahora ya era tarde para lamentarse, pero fuera como fuera, tenían la respuesta cerca. El río proveería. - Marchemos cuanto antes. Así los caballos podrán descansar mientras pescamos y la verdad es que le apetece bastante el plan. - Sonrió hambriento. La boca se le hacía agua.

Unas horas más tarde y con el calor apretando ya fuerte, llegásteis sin problemas al lugar donde vistéis por última vez al grupo entero y donde cada uno tiró por un lado. Era el momento de reponer fuerzas, dejar a los caballos refrescarse antes de adentrarse al desierto y ver si seríais capaz de alcanzar a la diligencia, que os sacaba un día de ventaja.

Noah no iba precisamente despacio con ella, pero salvo su montura las demás no estaban acostumbradas a tirar y eso hacía que tuviese que ir con más cuidado y más lento, lo que os daba una posibilidad si lográbais encontrar su rastro. Sentísteis el frescor del agua en aquel lugar y los caballos relincharon satisfechos con aquello. Se habían ganado aquel descanso.

El rumor del río les acompañó hasta que llegaron al lugar donde habían comido otras veces; no era mal sitio, no. Santana siguió un ritual parecido al de las otras ocasiones, en el sentido de que ya sabía donde engancharía al caballo tras dejarle abrevar.

De modo que, tras echar un vistazo, dejó primero beber al caballo hasta saciarse, le quitó la silla, y lo ató en un lugar a la sombra y con hierba jugosa; no estarían mucho rato, pero... lo siguente sería un terreno mucho peor; al menos le daría ese gustazo a su montura.

Después, sin muchas ceremonias, se descalzó y entró en la corriente del río; el agua era agradable, y aprovechó para lavarse la cara, antes de sacar un sedal, anzuelo... y un trozo de comida rancia que tenía en el bolsillo. Lo lanzó y esperó...

Will descabalgó en ese agradable punto del mapa junto al río. Casi sería buena idea montar allí un campamento permanente. Viviría mucho mejor que en Tombstone desde luego. Le quitó la silla a Zorro e igual que hizo su compañero mexicano lo acercó la río y bebió. Luego lo llevó junto al caballo de su compañero y allí lo ató.

William no era un gran pescador. De hecho, le gustaba bastante más la carne que el pescado. No obstante, en esa ocasión fue meter acercarse al río y prácticamente lograr su objetivo. Había tenido suerte, no lo podía negar.

- ¡Mira Santana! - Alzó la voz cuando extrajo un enorme pez pescado con una simple cuerda y una aguja. - ¡Ni yo me lo creo!

Se volvió ante el aviso de su compadre... para ver el pedazo de pieza que se había cobrado... el padre de todos los peces de ese tramo del río...

-La madre que.... -dejó escapar, para luego volver a ver el mísero intento frustrado de alevín que había conseguido pescar; un ser lamentable con ojos enormes que casi eran más grandes que el resto del bicho, y que se movía lastimosamente enganchado del anzuelo-

-Estupendo, comamos el tuyo; el mío creo que no valdría ni para cebo.... es tan penoso que ningún pez decente se acercaría a comérselo....

- Si, yo cocino, descuida... - Le dijo con una amplia sonrisa en el rostro. 

Sabía que a aquel mejicano se la tenía jurada la diosa fortuna. En cuanto a suerte, no iba muy sobrado, aunque a la postre seguía vivo y esa si que era una suerte. Lo que estaba claro era que no quería comer pescado carbonizado y tampoco le hacía gracia verse involucrado en un incendio forestal. Fuera como fuera, se encargó de cocinar aquel enorme bicho de río y poco después, el aroma comenzó a hacerla la boca agua.

- Creo que ya está... - Le comentó a su compañero. - ¡Comamos y disfrutemos! - Le dijo. - Nunca se sabe cuando puede ser la última... - Sonrió amargamente.

Tras una más que decente comida, con aquel pedazo de pez pescado por William y concinado con tanta soltura que os dio pena haber tirado al chiquitajo de vuelta al río, ya no por hambre sino por saborear más pescado tan bien preparado, el cuerpo os pidió una pequeña siesta. 

A pesar de que la zona fuese fresca por el río, aún sentíais el calor que hacía y solo de pensar en salir al desierto, la parte mexicana de Santana despertaba y le pedía dormir hasta que se fuese el calor. Por como marcharon las cosas veinticuatro horas antes de iros de allí, aún os daba tiempo a descansar un rato más sin problema.

Además, se veía humo al fondo, por lo tanto eso quería decir que el lugar del chamán seguía estando allí y quizás ellos también con Jesse, esperando a que su magia o lo que fuese la curase.

Descansar un rato más, desde luego era tentador, no obstante, estaban tratando de dar alcance a alguien que les sacaba bastante terreno y en esas circunstancias, descansar más de la cuenta no era lo más óptimo. Además, necesitaba comprobar que sus compañeros estaban bien e informar a Jesse de lo que se había enterado por boca del sheriff, si es que no lo sabía ya... Fuera como fuera, tenía ganas de marchar y por otra parte, también de descansar, pero no era un hombre vago, a diferencia de Santana, el no era mexicano, por lo que iba a ganar por fuerza la necesidad de proseguir con el camino.

- Creo que debemos ponernos en marcha cuanto antes. - Le dijo a su compañero. - Hemos comido, los caballos han pastado, bebido y descansado y bueno... - Tomó aire. - Quiero solucionar el asunto cuanto antes. Una vez esté todo claro, quiero ponerme en camino hacia... - Se detuvo para pensar. - ...mi nueva vida. - Sonrió. - ¿Nos vamos?

-Vaaale, vaaaale

... respondió, medio gruñendo... William tenía razón, lo sabía... pero esa sombra tenía una pinta cojonuda para tumbarse un rato; y el soniquete del río, también ayudaba... Voluntad, fuerza de voluntad... ven a mí o voy yo a la hierba a tumbarme..

De mala gana, tras asegurarse de apagar la fogata en que se había hecho el pescado, revisó que no quedase nada detrás, y se dirigió hacia donde estaban las monturas, para ensillar la suya, acercarla a que diese otro trago de agua en el río, y seguir viaje.

El truco era no quedarse parado, para evitar amodorrarse... y a las malas,... una piedrecilla en la bota, o incluso en la silla de montar; lo que fuese para no quedarse dormido... o para no bajar la guardia, pues por momentos se daba cuenta de que iban demasiado relajados, olvidando que el lugar, por una cosa u otra, era peligroso.