Partida Rol por web

-Sí... pobres como ratas; no necesitaban mucho para sobrevivir... -Reflexionó en voz alta, antes de imitar a Will e ir hacia los caballos.

-Nos llevan una jornada o menos; deberíamos poder alcanzarles sin muchos problemas; la diligencia va cargada y el camino no es habitual para ella, así que tendrán que ir despacio o una piedra se cargaría una rueda... o tal vez sean unos majaderos inconscientes y decidan ir a toda prisa.

Señaló en la dirección de las huellas; poco quedaba por hacer allí.

-Vayámonos ya. Los buitres se comerán la carne de estos desgraciados y sus almas subirán con ellos hacia donde les esperan sus antepasados.

Reanudásteis el viaje. Al salir del poblado pudísteis ver a un grupo de vaqueros muertos a flechazos, la mayoría con ellas en la cabeza. También había el cuerpo de algún soldado muerto. Will enseguida reconoció por la ropa que algunos de esos hombres eran también los que habían estado con Kane, seguramente persiguiendo a los indios cuando se llevaron a la chica.

Lo que no cuadraba eran los dos cuerpos de los dos soldados muertos. Estos habían caído sin heridas en la cabeza y sus cuerpos no estaban tan estropeados como los de los demás en cuanto a putrefacción. Por lo que debieron morir en medio de la pelea sin saber ni lo que estaba pasando allí.

Algunos cuerpos indios también permanecían libres de aquella enfermedad, aunque todos los cuerpos sanos tenían mordiscos y les faltaban miembros y carne, sin duda a causa de los indios infectados del poblado, los cuales se debieron alimentar de la carne aún fresca y muerta...

Sin duda la enfermedad llegó desde el lugar donde encontraron a Curtis. Pero, ¿cómo llegó a ellos?

William descabalgó de Zorro  con el revólver en la mano. No se fiaba de aquellos cuerpos sin vida. Parecían muertos si, pero con lo que habían visto, no descartaba que alguno de ellos se levantara para tratar de comérselo. 

No obstante, era importante descubrirlo como había transcurrido aquella batalla y si había algunas pisadas que se alejaba de la zona. De todas formas debían seguir su camino, que no era otro que el de Jesse y Kane. Lo que empezaba a darle mala espina era que todo lo que descubrian sobre los muertos vivos, parecía conducir a Curtis Kane. Ese tipo sabía más de lo que contaba, de dos estaba bastante seguro.

- Ve con mucho ojo Santana. - Le comentó al mejicano. - No quisiera que uno de éstos nos diera un susto. Mucho menos un mordisco...

-Bueno... pues déjate dependejadas y no te acerques a ellos, güevón, que me ponen nerviosos tantos muertos...

Sinceramente, el sitio no le daba nada de buena espina; miraba a todos y cada uno de los muertos, que tampoco eran pocos, esperando captar algún movimiento en aquellos; desde luego, desmontar, y encima acercarse a ellos... era tentar a la suerte...

-Mejor rodeamos este sitio de muerte y seguimos las huellas, carajo!!

Ni por una botella de whiskey sin acercaba a esos cuerpos, y menos a hurgar en ellos...

Las huellas de la diligencia ni se habían acercado a aquellos cuerpos, así pues lo más fácil era que ni los viesen y dado que tampoco había mucho más claro que ver, salvo pisadas sobre pisadas y alguna marca de casco de caballo, lo mejor era seguir la ruta que siguieron los demás.

Unas horas más tarde, comenzásteis a notar como bajaba la temperatura y brotes verdes se abrían en el suelo. Estábais cerca del río y eso significaba que cerca del camino. Minutos después, el rastro de la diligencia os llevó al mismo lugar donde os habías separado.

Aún no era ni medio día, podíais avanzar un trecho más siguiendo aquellas marcas de las rodadas para ver hacia donde se dirigían y decidir luego donde parar o deteneros allí y seguir avanzando más tarde. Pero la hora de más calor, aún estaba algo lejana.

Lo que si os quedó claro, es que ellos si estuvieron allí acamapados, seguramente a la hora de la comida del día anterior a juzgar por los restos que encontrásteis en el lugar.

- Sigamos un poco más. - Propuso William. - Estamos cerca, si seguimos apretando el ritmo los pillaremos pronto. Es más, si avanzamos hasta el anochecer y seguimos al alba, igual los cogemos antes de la hora del almuerzo. - Sonrió optimista. 

Esperaba que Santana estuviera de acuerdo, aunque si se oponía tampoco le haría ascos. Estaba cansado y seguro que Zorro también. La idea de descansar suponía una tentación muy fuerte, pero iban a lo que iban. 

Siguió cabalgando hacia el río. Zorro tendría sed y podían llenar las cantimploras, algo que siempre debían tener en cuenta. Nunca sabían cuando podían agotar el agua. 

-Por mí, de acuerdo -respondió-, pero cuando esté el sol en todo lo alto... ni hablar de moverse; buscaremos una sombra y esperaremos; no quiero reventar mi montura obligándola a marchar a pleno sol de mediodía.

Miró al cielo, intentando calcular lo que podrían moverse hasta que el solazo cayese como una losa sobre sus cabezas.

-Rellenemos cantimploras, y que los caballos pasten hierba jugosa; luego irán con más alegría.

Desde luego, que quería mantener los caballos frescos; soldados muertos, vaqueros muertos, indios muertos... mejor tener un medio con qué alejarse de todo aquello...

El pequeño avance os llevó hasta el camino. Hacia la izquierda regresabáis a Tombstone y cruzando la ciudad, podriáis llegar al fuerte de Ironscream.

A la derecha el camino se bifurcaría desviándose hacia de Goldstone, más adelante el desvío hacia el fuerte, un camino más corto y complicado por ser una zona bastante desértica a cruzar y siguiéndolo todo recto, acabaríais en Vadipeaks.

El caso era que no sabiáis con certeza hacia donde habían ido. Así pues ahí estábais, leyendo las marcas del suelo...

Estaban ante otra encrucijada. William trató de fijarse en las huellas. Parecía increíble, pero no lograba atisbar nada. 

- Oye, Santana... - Dijo mientras se rascaba la cabeza. - No logró... - Carraspeó. Abrió los ojos de par en par, los cerró y volvió a abrirles de nuevo. - ¿Tú ves algo?

Quizás estaba demasiado cansado. Podía ser que el agotamiento le impidiera leer correctamente los signos del camino. No lo tenía claro, pero si realmente allí se perdía el rastro, tendrían que ir a ciegas y guiarse únicamente por su intuición.

Tras un rato... encrucijada; hora de mirar el suelo; desde luego, no tenía ganas de equivocarse de camino, y luego tener que desandarlo, de modo que, visto que Will avisaba que las huellas podrían no ser claras, desmontó para echar un vistazo a ras de suelo, y no solo bajo sus narices, sino que tomó ambas posibles direcciones por unos metros, examinando bien el terreno, pues podría haber confusión entre huellas recientes y más antiguas, y había que asegurar...

-Bueno... hay huellas que pueden confundir, pero creo que lo tengo claro...

Como no, Will no vio ni la cagada del caballo que casi acaba pisando, en cambio el mexicano no tardó en dar con el rastro. La diligencia fue hacia el norte, para luego desviarse en la bifurcación hacia el oeste. Estaba claro. Iban hacia el fuerte. En ese momentos ambos os distéis cuenta de que el camino se alejada del río y no os sonaba que hubiese más agua cerca aunque se veía una arboleda que cruzar siguiendo el camino y las rodadas de la diligencia.

Podíais hacer la pausa allí antes de abandonar el río y aventuraros a zona desconocida y desértica por lo que recordábais del mapa o seguir avanzando hasta que los caballos se quejasen o se acabase la sombra de los árboles.

- Hagamos una pausa, ¿bien? - Preguntó, aunque más bien fue una afirmación.

Descabalgó y le quitó la silla a Zorro para llevarlo junto al río para que bebiera y pastara. Él se aseó un poco con el agua del río y rellenó su cantimplora, tazas y en general, cualquier recipiente capaz de mantener líquidos en su interior. Iban a necesitar agua en el camino que tenían por delante.

Seguía sin ver demasiado el rastro que seguían. Era un hombre que sabía orientarse bastante bien, y solía comprender las huellas del camino. Estaba claro que el cansancio y el sol abrasador habían cocido su cerebro y que el mejicano, más acostumbrado al calor y al camino, lo estaba soportando mejor.

- ¿Por qué puñetas construirían Tombstone en un lugar como éste? - Le preguntó a Santana. - Si, vale la mina, pero... - Miró a su alrededor.  - ¡Estamos rodeados de nada!

Desmontó y acercó su caballo al agua, para que bebiese a gusto; sin muchas más ceremonias, aprovechó para refrescarse la cara y cuello, pero sin dejar de estar atento a los alrededores; después, cambió el agua del odre, aprovechando para echar un buen trago. Después, y tras pensarlo un poco, respondió a la duda de Will...-

-Ah! y yo que se! ... cosas de gringos... vieron un sitio llano en medio de la nada, y pensaron que habría que poner algo allí... y en vez de plantar un árbol, pusieron una ciudad... y así en todas partes... Pueblos sin razón de ser, en medio de la nada.

Se llevó las manos a la frente para hacer visera y ver mejor por los alrededores. La arboleda les daría sombra un trecho, y el fuerte, aun estando a cierta distancia... no era tampoco excesiva.

-Si queremos alcanzar a la diligencia, no podremos parar mucho rato. Lo justo para que los caballos coman un poco, y nosotros un cacho de pan y queso, aprovechando que estamos pie a tierra.

- Estoy de acuerdo. - Respondió Will. - Me duele el culo de tantos días cabalgando y estoy molido, pero no podemos detenernos ahora. - Resopló. - No... es que tenga ganas de seguir, pero no nos queda otra. Comamos y adelante.  - Resopló hastiado del camino y la intensa carrera por atrapar a aquella gente odiosa.

La pausa fue breve, quizás demasiado, caminásteis un rato bajo el amparo de la pobre arboleda que quedaba pero todo se complicó puesto que la hora de más calor pronto se cernió sobre vuestras cabezas y la de vuestras monturas y no quedaba ni un triste árbol bajo el que refugiarse.

Los caballos pronto sintieron en su cuerpo el cansancio del viaje y sobre todo el calor que les estaba dejando atontados a cada paso que daban. Adentrarse en un desierto y moverse por él con un sol castigando con tanta fuerza, después de hacer a los caballos forzarse por salir de otro no podía ser buena idea y ya era tarde para dar marcha atrás...

- Creo amigo, que henos tomando una muy mala decisión... - Comentó. - ​​​​​Deberíamos haber esperado a que cayera un poco el sol. Y ahora... 

La habían cargado. Las ansias por encontrar al resto del grupo habían ocasionado que se precipitaran. Volver ya no era una opción y acampar allí en medio bajo aquel sol abrasador tampoco era buena idea. Ciertamente Will no sabía muy bien que debían hacer en esos momentos. 

- ¿Qué mierda hacemls ahora? - Le preguntó a Santana sin un atisbo de sus características sonrisas. - ¿Seguimos bajo el sol o nos torramos aquí parados?

Sonrió con desgana... el puto desierto...

-Pararse es morir; tenemos que seguir; procura dar algo de agua a tu caballo con tu sombrero, y que no se fatique; en cuanto encontremos una mísera sombra, hacemos una pausa.

Echó pie a tierra; tocaba patear el suelo al lado del caballo; montados y al paso, no irían mucho más rápido, y el calor sería el mismo; mejor evitar cansar más de lo necesario a las monturas... si es que era posible. Sabía que sus parientes se adentraban en el desierto... él no iba a ser menos

- Será lo mejor, si... - Respondió Will resignado. - Pero no deja de ser una mierda. 

William descendió de su caballo y se puso a la altura de su cabeza. Haciendo lo que Santana le había sugerido, le dio algo de beber en su sombrero. Tampoco mucho, debían racionar. Luego se puso a caminar al lado de Zorro. 

- Aguanta un poco, ¿vale? - La acarició el hocico y luego le dio un par de palmadas en el lomo que provocaron una nube de polvo. - ¡Necesitas un baño, amigo!

La idea de Santana no fue tan mala y sus conocimientos de supervivencia, junto con ir al paso de los caballos caminando junto a ellos, hicieron que las bestias aguantasen bien aquella maldita y eterna hora de calor.

Vuestros pies se cocían dentro de las botas y estábais sedientos, tanto vuestras monturas como vosotros. Pero con tan poca ahoga sabíais que debíais racionarla o perecer muertos de sed en el camino.

Poco a poco el sol fue bajando, aunque la sensación de calor era intensa, sabíais que la temperatura no era la misma y que pronto descendería más.

A vuestros pies estaban las marcas de la diligencia, superpuestas a otras viejas pisadas. El camino era el correcto, solo que no sabíais si daríais con ellos pronto o no, y menos después de tener que caminar aquel trecho a pie, donde vuestros empapados y recodidos pies os dolían y suplicaban por un descanso.

- ¿Estás seguro de que es por aquí? - Le preguntó William a Santana. 

El mejicano me había dicho que veía las huellas de la diligencia, pero el bueno de Rivers no veía nada. Era bueno buscando huellas, un buen rastreador, pero desde hacía un tiempo hasta ese momento, no localizaba una mierda. Igual el intenso calor y el sol sobre su cabeza le habían sorvido el cerebro. 

- No es que no te crea, pero es que... - Chasqueó la lengua. - No logro ver nada.

Continuar caminando al lado de sus monturas era ahora la mejor opción. Al menos hasta que se encontrasen con un lugar sombreado donde pararse a descansar. Aunque quizás eso no pasara en muchos kilómetros e iban a necesitar agua. El agua siempre era valiosa en el desierto y es que lo que no abundaba en un sitios, incrementaba su valor.