Partida Rol por web

El amanecer llegó con el agradable olor a café hecho por Jesse. Kane estaba roto y muerto de sueño por estar casi toda la noche despierto, aunque aquella visión no se borró de su mente, lo último que quería en aquel momento era levantarse y menos aún que Emma le dejase solo.

Por otro lado, Noah estaba recostado en el suelo, en su saco de dormir y Jesse estaba a su lado, acariciándole el cabello. Eran la perfecta estampa de una hermosa pareja solo que el corazón de Jesse estaba herido de nuevo y era algo que se palpaba en el ambiente. Noah percía dormir tranquilo bajo los cuidados de ella, quien en ese momento tenía la mirada perdida y su mente a saber hacia donde viajaría.

Noah no dormía, disfrutaba de las atenciones de Jesse en silencio, sabiendo que aquella mujer que amaba lo estaba pasando mal y sin atreverse a decirla nada que la hiciese más daño, solo podía estar ahí, con ella. El olor a café recién hecho le hizo incorporarse con cuidado. - Ayúdame a sentarme a tu lado. - Le dijo a Jesse y con su ayuda, se quedó junto a ella. Sin decir nada más, Noah abrazó a Jesse, atrayendo su cabeza contra su pecho.

- Lo siento. Ojalá hubiese llegado antes a tu vida. - Le dijo Noah con sinceridad a Jesse. - Quizás todo sería distinto. Puede que no te doliese tanto o incluso que fueses feliz. - Dicho esto, Noah besó la frente de Jesse. - Pero yo estaré a tu lado, al igual que Kane y Emma. Vamos a superar esto, te pondrás bien. Sólo tienes que darte un tiempo, en unos días no se curan estas cosas... te lo digo por experiencia.

»Me enamoré una vez bueno, realmente han sido dos veces, una de joven, el primer amor... pero no me correspondió. Por aquel entonces viajábamos en compañía de un circo, era más seguro para todos. El caso fue que ella se fue con el hombre forzudo y yo me quedé con el corazón roto. Prefirió el músculo al cerebro. Se casaron, tuvieron hijos y él comenzó a maltratarla. Entonces ella quiso huir conmigo, pero yo ya la había olvidado y al contarle a mi familia lo que ocurría, optamos por separarnos del circo y seguir nuestra propia ruta por temor a que aquel hombre acabase dándome una paliza de muerte. No digo que se lo merezca, pero ella pudo elegir en su momento y tú podrás hacerlo más adelante. - Le contó Noah sin soltarla ni una vez.

- No volví a enamorarme hasta ahora y... - Suspiró dolido. - ... cuidaré de ti hasta que te recuperes. Podré soportarlo siempre que al menos mantengamos la amistad y pueda abrazarte como ahora. - Y su mano acarició el estropeado y pajizo pelo de Jesse, mientras que él no dejaba de abrazarla y mimarla, tal y como ella se había comportado con él durante la silenciosa guardia que mantuvieron juntos.

El olor a café recién hecho era intenso y quería levantarme para marcharnos cuanto antes de allí. Pero había pasado demasiadas horas despierto y en tensión y aquella visión, aquella lechuza... aún me preguntaba si era un sueño como estar acostado junto a la mujer más hermosa y maravillosa que jamás había conocido, salvando a Nasha, pero es que ninguna de las dos eran comparables y jamás me atrevería precisamente a comparar a una con otra.

Me abracé a Emma, rogando por ese rato más de descanso, cuando sabía que debíamos desayunar y hablar sobre esa cueva y lo que pasó en ella. Jesse era la clave y yo quien debía acabar con aquella maldición. A fin de cuentas no solo le hice una promesa a un moribundo, sino que se la hice a mi último familiar con vida.

Cansado y sin fuerzas, escuchaba parte de las palabras de Noah a Jesse y miré a mi amada y la besé en los labios, antes de levantarme y acariciar su rostro con suavidad. Dejé a Noah con su discurso para ir a orinar y a la vuelta parecía haber terminado con él. - Jesse, tú y yo tenemos que hablar de esa cueva. La que te cambió por completo. - Le dije a quien consideraba mi hermana pequeña. - Se que no es el mejor momento y podemos estar todos presentes, pero antes de irnos, debo destruirla junto al mal que esconde dentro.

Me senté frente al fuego, la mañana aún era fresca y me serví una taza de café. Iba a necesitar mucho para mantenerme en pie ese día. Al menos no era una mujer y no me preocupaba mi aspecto y mis ojeras... Eso me hizo mirar hacia la cabaña, quizás a Emma le dejase de gustar por algo pasajero y me preocupó un poco más. Pero lo importante en ese momento era encontrar el lugar.

- Se que estás mal, todos lo estamos, pero todos te apoyamos. Puedes recurrir a mí cuando lo necesites, lo sabes... y sé que ahora no es el mejor momento para que consigas recordar nada, pero... Jesse... necesitamos encontrar la cueva donde te llevaron los indios. Mientras la recuerdas, iremos a Goldstone, compraremos algo de dinamita y cuando demos con ella... podremos marcharnos lejos, muy lejos.

Emma aún era joven, quizás nos diese tiempo a tener un hijo o dos, si es que ella quería. Yo podía volver a ejercer de médico como dijo Noah, combinándolo con el poder que me había dado mi suegro y chamán. Sonaba a un futuro prometedor, pero debíamos permanecer en el estado unos días más antes de ser libres y estaba seguro de que Will y los demás mandarían al sheriff o a la caballería a buscarme o más bien buscarnos, porque ahora ellos eran fugitivos por ayudar a uno.

Me desperté con el olor del café recién hecho. Afortunadamente para mí, no siempre pero sí en aquella ocasión, aquel era un sentido que no solo no había perdido sino que con el tiempo, había conseguido afinar, hasta el punto de que en muchas situaciones, el olfato podía marcar la diferencia.

Al abrir los ojos y mirar a mi alrededor, me encontré abrazada a Curtis; Noah estaba también junto a Jesse, quedando claro que había alcanzado el tan anhelado premio a base de continuas demostraciones de afecto y esfuerzo personal. Me alegraba profunda y sinceramente por ambos.

Vi como Noah se sentaba junto a Jesse y ambos hablaban entre sí. Ni tan siquiera intenté leer sus labios. Me parecía que era un momento demasiado hermoso e íntimo como para ni tan siquiera intentarlo. No me pertenecía a mí y solo al verles juntos, sabía que mi intrusión no tendría ningún sentido.

En lugar de eso, preferí concentrarme en mi propio mundo, en Curtis, cuyo rostro agotado, al menos ya no mostraba esta intangible tristeza que había podido percibir al conocerlo. Sus ojos ahora destilaban las mismas esperanzas e idéntico agradecimiento que los míos, porque ambos habíamos encontrado lo que necesitábamos. Sus labios rozaron los míos, como una suave fragancia que estimula todos los sentidos y que deja atrás una sensación de vacío cuando desaparece. Le sonreí y después, dejé que se fuese a ultimar las cosas, mientras yo me levantaba y me iba a preparar una taza de café. Estaba un poco mejor que ayer, menos dolorida, y sobre todo, cada vez más confiada en que el final estaba cerca y que conseguiría lo que quería.

Existía la posibilidad de fracasar, de perder al único hombre que me había amado y al que yo quería, pero esas eran la clase de cosas en las cuales prefería no pensar puesto que no me ayudaría en nada para intentar conseguir lo que quería. El destino sabría si Curtis y yo dispondríamos de tiempo para vivir o si por el contrario, nos despediríamos de aquella vida en breve.

La guardia fue tranquila y silenciosa para ambos. Jesse lo estaba pasando mal y sabía que Noah estaba dolido también, pero su compañía era todo lo que necesitaba para estar tranquila. No quería hablar de Will con él para no hacerle más daño. Eso era todo.

El tiempo fue pasando y Noah permaneció junto a Jesse, recostado a su lado. Ella acariciaba la cabeza del hombre y él la pierna de la mujer, piel con piel, con suavidad, por encima de la bota. Esa era su conversación, no tenían más que decirse.

Jesse le entendía y él a ella. Pero fue cuando Noah sintió de alguna manera la claridad del día cuando le pidió a Jesse que le ayudase a sentarse a su lado o quizás el frío del amanecer que sabía el hombre que haría resentirse a la rubia.

Una vez a su lado, Noah abrazó a Jesse y comenzó a hablarle desde el corazón, el único sitio desde el cual sabía hablarle a aquella mujer que le había hecho perder la cabeza. Jesse no le interrumpió y escuchó la breve historia de amor de Noah.

La ayudante del sheriff comprendió enseguida que aquello no era nuevo para él, pero que esta vez sabía que todo era distinto. Jesse no eligió nunca, ya estaba loca por Will antes de conocer a Noah y eso el hombre lo sabía y lo valoraba.

- Me alegro de que ella se equivocase, Noah. Ahora tú tienes de ambas cosas. - Dijo sintiendo la caricia del hombre, que la miraba sin poder verla. - Y si hubieses decidido huir con ella... ahora no estarías aquí, contándome nada de esto.

Jesse le miró en silencio unos instantes. No podía verle los ojos a causa de las vendas que los cubrían, pero si el resto de su cara. Acarició su barba con ternura y le sonrió, aunque el no pudiese verla.

Miró hacia ambos lados, buscando a Kane o a Emma, mientras sus manos sostenían la cabeza de Noah por la barba. - Eres el mejor hombre que he conocido, a parte de Curtis y del sheriff Calvin... pero a ellos jamás les haría esto.

Y ruborizada y sabiendo el significado y el valor que Noah le daría a aquello, pues ella lo había obtenido de William en su momento, besó tímidamente los labios del charlatán, para luego alargar ese sencillo beso un poco más, hasta que escuchó los pasos a su espalda de Emma, acercándose a ambos.

Jesse fue rápida y alertó a Noah de la presencia de Emma. - Buenos días, Emma. ¿Qué tal has dormido? - Preguntó a la mujer mientras seguía acariciando el rostro de Noah con una mano, buscando con la otra la mano libre del hombre.

- Estoy deseando que Kane compruebe la vista de Noah y nos diga si nos podemos marchar de una vez de aquí. No me gusta estar tan cerca del fuerte ni de Tombstone. Más que por mí, por Curtis. - Aclaró apretando la mano de Noah.

- ¿Y tu abdomen? ¿Cómo lo llevas? Le estamos dando trabajo extra al doctor. - Dijo a la sordomuda con una sonrisa. En ese momento, Kane se unió a los demás y por sorpresa para Jesse, sus primeras palabras fueron dedicadas a ella.

- Hace mucho tiempo de eso, Curtis. - Respondió con sinceridad. - Pero quizás regresando al poblado, pueda recordar el camino. Por aquel entonces tu suegro aún vivía con ellos en la tribu y salimos de allí hacia las montañas.

Miré a Noah y luego a Emma. - Pero antes debes obrar tu magia con ellos, debemos desayunar y te ayudaré a preparar a las monturas mientras Noah y Emma se relajan un poco. - Dijo apretando la mano del hombre.

- Si él aún no puede ver, yo puedo llevar la diligencia. No quise decirlo delante de Marvin, pero aprendí a llevarlas hace tiempo... no es que se me de tan bien como a Noah, pero... si no corremos demasiado, no habrá problemas.

Noah permaneció en silencio, agarrado a la mano de Jesse, sin creerse que esta le había besado aún. Su mano libre la llevó a sus labios pero no dijo nada, tan solo escuchó lo que se hablaba a su alrededor sin pensar ni saber porque Jesse hizo lo que hizo.

Por mi parte, asentí a las palabras de Jesse. - Tienes razón. Veamos esos ojos, Noah. - Bebí el café de mi taza y besé a Emma antes de lavarme las manos con agua de uno de los odres y acercarme al muchacho, que parecía estar alunciando. - ¿Te encuentras bien, Noah? - Le pregunté y asintió con la cabeza. - Bien, voy a quitarte  las vendas. Jesse, prepara un poco de agua y coge algunas telas para limpiarle los ojos del ungüento, pues no verá ni veré nada hasta que se los limpie. - Cuando Jesse se puso en pie y se alejó, no puede evitar susurrarle unas palabras.

- Os veo bien juntos. Creo que solo es cuestión de tiempo que ella se de cuenta, Noah... - Animé al hombre sin saber que ella ya le había besado. Mis manos comenzaron a retirar el vendaje al tiempo que Jesse aparecía con lo que había pedido. - Ahora prepara un odre. Cuando le quite esto le voy a tumbar y le vamos a dejar caer el agua directa a los ojos. Quizás te escueza un poco, Noah, pero es normal.

Tiré las vendas manchadas a la hoguera, ya eran insersibles aunque se lavasen, al igual que la tela que usé para cubrir sus ojos. - Recuéstate y lo más importante, no intentes abrir los ojos aún. - Cogí el odre con agua y comencé a verterlo sobre los ojos de Noah. - Jesse, ve limpiando los pegotes con la tela con cuidado... eso es... - El ungüento, como era habitual, se había salido por fuera del ojo y creado una pequeña costra en el párpado. Una vez retirado eso, Noah debía empezar a sentir el escozor y por su gesto así fue.

- Vale, Noah, ahora, poco a poco, intenta abrir los ojos. - Dije bajando el caudal de agua que le lanzaba sobre ellos. - Si no puedes no pasa nada. Para eso pedí las telas y el agua, para hacerlo más despacio. - Noah lo intentó, no se podía decir que el chico no pusiese ganas, pero no podía. - Vale, Noah, tranquilo, no lo intentes más o te dañarás la cornea. Quédate recostado y no te muevas.

Kane cogió las telas y las empapó en agua. - El ungüento se ha secado bajo el párpado. Suele pasar. Pero es fácil hablandarlo. - Curtis puso las telas mojadas sobre los ojos de Noah. - Ahora ni te muevas y menos aún te las quites. No intentes abrir los ojos hasta que te lo diga. Si quieres ayudar, intenta llorar un poco, eso ayudará a que el ojo se humezca por dentro. Yo iré a ver como está Emma y cuando vuelva, lo intentaremos de nuevo. - Miré a Jesse y su cara de preocupación. - No te preocupes. Podrás volver a mirarle a los ojos. - Le dije a mi hermana pequeña con una sonrisa.

Luego caminé hacia Emma y la tendí mi mano para que se levantase. - Su turno, señorita. Mi consulta está ahí mismo. - Dije señalando la casa. - Vamos a ver el estado de esas costillas. - Una vez estuvo en pie la hice un gesto para que se esperase. Cogí un odre de agua, una toalla y unos trapos junto con algo de jabón. Estaba muy claro lo que pretendía hacerla dentro de aquella casa. Con todo en mis manos, entré con ella en la vivienda y me coloqué donde Jesse no pudiese vernos. «Vamos, te ayudaré a quitarte eso. Un baño te vendrá bien y debo retirarte todo el ungüento a ti también del cuerpo, antes de darte más.»

Por mi mente pasó el darle otro tipo de crema, pero no sabía en que condiciones estaba Emma aún y prefería no arriesgar. Debía controlarme, aunque con ella delante era difícil y más aún cuando la tuviese desnuda frente a mí.

El hecho de ver a Noah y Jesse cogidos de la mano, terminó por confirmar el momento especial que ambos vivían. Después de todas las dudas y como había comenzado aquella extraña... misión, aventura, o como quisiéramos llamarla, las cosas habían cambiado tanto que tanto Curtis como Noah, Jesse y yo, habíamos logrado hallar un pequeño fuego de esperanza en nuestras vidas, que nos habían arrastrado hasta aquel lugar y aquel momento, como si de una maldición se tratara.

Aún les quedaba un poco para terminar de encontrarse definitivamente, pero lo conseguirían. 

Curtis se encargó de cambiarle las vendas a Noah y con mucho cuidado, procedió a lavarle los ojos. Y solo cuando se hubo encargado de él, se levantó para ir a por mí.

Yo lo miraba embelesada porque estaba enamorada de un hombre que había demostrado ser mucho más de lo que yo merecía. Era atento y cuidadoso, orgulloso y con honor, y lo más importante de todo era que deseaba pasar el resto de su vida conmigo.

No había mejor regalo que las miradas que había recibido por las mañanas.

Al llegar, me puse en pie y me acerqué con él hasta la casa, dejándome atender por sus habilidosas manos. No me dolía demasiado, por como sentí su piel una vez me hubo retirado las vendas, pero sabía que estaba siendo muy cuidadoso conmigo. No era la primera vez que sentía dolor y a pesar de todo, cumplía con lo que se esperaba de mí, por lo que había un fuerte impulso en mi interior que me llevó a darme la vuelta, alzar los brazos y besarle con suavidad.

Cuando separé mis labios de los suyos, pronuncié muy despacio, para que pudiese entenderme.

N O - M E - R O M P E R É

Sin perder tiempo, empecé a desabrocharle el pantalón. Dudaba que si quiera tuviese que hacer mucho esfuerzo. Hacía tanto tiempo, que casi con toda seguridad, en cuanto entrase en mí, su cuerpo no tardaría en dejarse llevar por su necesidad. No, no necesitaría demasiado tiempo para aliviar la presión que sentía y poder así demostrarle, cuánto le quería.

No sabía que era peor, si desnudar a Emma lentamente o con rapidez, puesto que sabía que me iba a encender igualmente. Procuraba no pensar en ello, pero dejar caer su vestido al suelo y poder contemplarla, aún con el vendaje puesto, era demasiado para mí. Quería poseerla pero era demasiado pronto aún. No quería que empeorase por correr demasiado.

Luego retiré el vendaje, con cuidado para no hacerle daño a su suave y ahora dañada piel, carne y huesos. La veía mirarme y la sonreía, feliz de haberla encontrado en mi vida, a pesar de las circunstancias y orgulloso de saber que no me dejaría tirado.

Entre ella, Jesse, Noah y yo, estábamos creando una familia sin saberlo.

Después de retirar sus vendajes, lavé su piel con cuidado, desde el cuello pasando por su torso y sus costillas, donde el ungüento se resistía y debía tener más cuidado. Y en ese momento Emma me abrazó y me besó y mi cuerpo no resistió más y mi miembro se disparó con fuerza, presionando mi pantalón. Había tratado de no sufrir esa erección pero se me hizo imposible.

Luego, sus labios pronunciaron unas silenciosas palabras que me hicieron sonreír y besarla de nuevo para sentir, como sus manos soltaban mi pantalón. Mis manos la detuvieron unos instantes, los justos para mirarla a los ojos y comprender que ella quería hacerlo y que por mucho que insistiese, no se detendría.

«Si te molesta, si te duele, avísame y paro... y otro día lo intentamos.» Vocalicé sin articular palabra y mis labios se posaron en su cuello al tiempo que mis manos lo hacían en sus firmes y hermosos pechos, los cuales comencé a atender con mi boca, en el preciso instante en el cual mis pantalones cayeron al suelo, junto con mi ropa interior.

Ella no tuvo que hacer nada más para que mi endurecido y caliente miembro estuviese listo para ella. Pero quería que ella estuviera lista para disfrutar y gozar junto a mí. Así pues mis manos siguieron jugando con sus pechos mientras que mi lengua no olvidaba a ninguno de los dos y dedicaba atenciones a ambos.

Luego la miré a los ojos y la besé en los labios, mientras mi mano descendía a su entrepierna para soltarla una mirada traviesa y juguetona.

No tardé en sentir su hambre, que debía ser insoportable debajo de su ropa, más fuerte a cada segundo que pasaba, y que fue perfectamente visible al retirarle los pantalones. Como siempre, sus palabras mostraban su gran preocupación por mí, pero sin perder la sonrisa negué con la cabeza, le di un beso y acto seguido, dejé que su boca besara mi cuello, y que sus manos me recorriesen.

Me dejé tocar y mimar por Curtis, sabedora de que yo también deseaba estar con él, pero sobre todo, de que él no se sentiría bien consigo mismo si no conseguía devolverme algo de lo que yo le estaba dando. No entendía que para mí, hacerle disfrutar era importante, porque poco más podía darle, salvo mi cariño y mi compañía.

Pero me dejé tocar e incluso guié su mano a través de mis piernas, para que acariciara mis pliegues y viese que mi necesidad era también grande. No necesitaba mucho más para sentirme bien, por lo que tras unos segundos de estimulación, volví a besarle, retiré con cuidado su mano y me coloqué a horcajadas sobre él.

Sin apenas esfuerzo, su endurecido miembro se abrió paso rápidamente, penetrándome como si aquel lugar le hubiera pertenecido siempre, porque para mí ya no habría nadie mas que él. Me moví con suavidad, sabedora que de él marcaría en breve el ritmo que más le interesaba. Con cada vaivén de mis caderas, mi boca se abría un poco más para tomar el aire que me faltaba, mientras mis manos se agarraban a él con fuerza, a la espera de que sus movimientos fuesen más fuertes e intensos,  esperando sentir en cualquier momento, su calidez, y convirtiéndome por primera vez en mi vida, una mujer afortunada porque aquello no era igual a nada de lo que había hecho hasta entonces.

Curtis era el primer hombre con quien de verdad, hacía el amor.

La realidad era que no podía sentirme más afortunado que en aquel momento. Hacia apenas dos días, estaba sentenciado a muerte y ahora tenía ante mí a la mujer más misteriosa y bella que jamás soñé tener. De hecho, creí que mi vida de forajido, no volvería a darme la oportunidad de conocer a nadie que quisiera estar a mi lado y cuando fui apresado, esa vaga esperanza se esfumó.

Pero ella era especial, era distinta. No sabía que ocultaba tras su eterno silencio y sabía que cualquier gesto o caricia por mi parte, la llegaban con más intensidad debido a su sordera y mudez. Era lo que tenía el cuerpo humano, que cuando perdías algún sentido, los demás se afinaban para compensar. Y ¡Dios! La necesidad de acariciar su cuerpo, de mostrar lo que sentía por ella sin poder susurrárselo era algo grande e intenso que deseaba hacer, así como generar en su cuerpo todo el placer que sabía que era capaz de darle y un poco más.

Por lo tanto, dejé que guiase mi mano, aprendiendo así donde prefería que la tocara y como y pronto, acabó subida sobre mí, sin darme tiempo a seguir disfrutando de las caricias que la estaba dando. Su gesto de placer al sentirme dentro, tan solo era comparable al mío y al deseo de volver a entrar en ella. Mientras se movía lentamente, mis manos volvieron a recorrer su cuerpo, a acariciar sus pechos.

Me senté para besarla. Sus labios sabían a ambrosía. Mis manos bajaron a sus nalgas y mis labios a su cuello, comenzando a empujar con mis caderas para tener una penetración más profunda. 

Mi cuerpo sudaba y mi respiración era entrecortada. No gemía, pero mi rostro lo decía todo. Me Incliné un poco hacia atrás para volver a besar sus pechos. Me volvían loco, tan hermosos, tan firmes... Y me recosté de nuevo y mi mano buscó su sexo y mi dedo pulgar el punto de mayor placer que una mujer podía tener. Hice una leve presión en él y una vez localizado, mi dedo comenzó a girar en círculos, haciendo así gozar de placer a aquella hermosa amazona y mantenimiento ese ritmo que marcaba ella, pues si lo subía temía que durase poco y ella se merecía disfrutar tanto como yo o más de aquello.

«Te amo.» La dije en silencio. «Y no tengo intención de terminar hasta que tú no lo hagas, salvo que te duela.» Añadí, deseoso de sentir las palpitaciones de su sexo envolviendo al mío en aquella cálida explosión de placer que era tan placentera tanto para ella, como para mí.

Noah permaneció inmóvil y en silencio todo el tiempo, pensando en que había ocurrido. ¿Realmente le había besado Jesse o fue una broma de mal gusto de alguien? Porque hacerle eso a un doblemente ciego era una putada, porque en ese momento lo estaba por amor y por los vendajes.

Y Curtis le fue dando instrucciones y el cumpliendolas, con el dulce sabor que le había quedado en los labios. Se moría por hablar con Jesse y querer entender porque había hecho aquello. Así pues no entabló conversación alguna con Kane y permaneció tumbado, con aquella tela mojada sobre sus ojos y guardó silencio hasta que la pareja desapareció según su oído.

En ese momento extendió la mano. - Jesse. - Susurró a la espera del tacto de la mano de ella sobre la suya.

- Me... Me has besado... ¿Por qué? Sabes que voy a estar a tu lado igualmente... No tienes que hacer nada que no quieras ni sientas. - Y menos aún generarle falsas esperanzas.

Su gesto era de preocupación y temor, porque sabía lo que ella sentía por William y hacia unas horas que le había visto. No quería que le usase y luego le rompiese el corazón, puesto que sabía que sin manipulaciones, acabaría roto igualmente, pero el dolor sería menor al no sentirse utilizado y traicionado.

Jesse tampoco habló en ese tiempo y siguió las indicaciones de Kane sin dejar a Noah de lado y menos aún después de besarle. Sabía lo que había hecho con eso.

Cuando Noah extendió su mano, Jesse la sujetó con ambas manos y se acomodó a su lado, para colocarle el sombrero seco sobre la cabeza.

Una vez el hombre expuso sus palabras y miedos, Jesse le sonrió aunque esté no pudiese verlo.

- Conozco el valor de un beso, Noah, más cuando lo recibes de quién amas y sé el dolor y confusión que puede generarte.

- Pero lo hice porque quise, porque me agrada tu compañía, porque te lo mereces y porque yo... - Suspiró nerviosa.

- ... yo empiezo a dudar de muchas cosas... y lo necesitaba. Ayer vino Will y su presencia nos hirió a los dos. No sé a qué vino, porque lo que nos contó ya lo sabíamos.

- No vino por mí, porque me quisiera como me llegó a decir. Ese eres tú. El vino a romper lo que quedaba del grupo y a hacer más daño para irse de víctima.

- Y se dice que solo un clavo saca a otro clavo... Y necesito tus caricias, tus abrazos y ahora tus besos, para sacar a ese malnacido de mi corazón y mi cabeza y que entres tú en ella.

Dicho esto, Jesse volvió a besar a Noah con suavidad. - Pero vayamos con calma, quiero estar segura de que no te decepcionaré y no quiero hacerte daño, aunque sé que ya es tarde para eso.

Era su momento, porque así lo deseaba yo, porque compartir el placer no era únicamente un acto físico, sino sobre todo de entrega. Yo nunca me había entregado a nadie y por ese motivo, jamás había sentido placer en mi trabajo. Mi cuerpo había sido una herramienta y en ningún momento nadie, o casi nadie, la había visto de otra manera.

Pero con Curtis, era yo misma y mi excitación era real, porque provenía de algo que voluntariamente yo deseaba más que nada en el mundo. Los movimientos que hacía acompañaban a los suyos y mi excitación iba en aumento, mientras sus besos acrecentaban mi amor por él al mismo tiempo que avivaba la hoguera que prendía en mi interior. Sus manos eran suaves pero firmes y cuando su dedo me encontró, todo mi cuerpo reaccionó perdiéndose, siendo arrastrado hacia un olvido acerca de todo lo que no fuese aquella sensación.

Curtis sabía como hacer que me sintiera especial, porque con él, era especial. Jadeante, lo miré con la boca semi abierta, sin dejar de moverme pero contrayendo cada vez más mis músculos, sintiendo ese momento en el cual pierdes el control más cerca que nunca.

Entonces, leí en sus labios su sacrificio y supe, que aquel momento debía ser de ambos. Asentí con la cabeza, me abracé a él y aceleré el ritmo, para finalmente, sentir que todo cobraba sentido y que la vida me había encontrado al fin. Tantos momentos de sexo, tantos hombres, y ninguno había conseguido jamás excitarme ni hacerme sentir como Curtis, porque a ninguno lo había amado.

Solo a él.

Cuando mis espasmos cedieron, le tocó a él el turno de liberarse y de sentirse único, pero así era para mí. Nunca habría nadie más que él, por muchos hombres que pudiera conocer. Estábamos destinados a estar juntos, desde siempre, aunque no lo supiéramos.

"Te amo" -le dije, paladeando cada sílaba, mientras descargaba en mi interior.

La temperatura de nuestros cuerpos comenzó a ascender. A mí me costaba guardar silencio, evitar realizar algun gemido de placer. No quería que Jesse y Noah nos escuchasen, bastante era que seguramente se imaginaban lo que estaba pasando con lo que estábamos tardando. Mi dedo no dejaba ni a sol ni a sombra el sexo de mi amada, mientras que ella aumentaba el ritmo buscando su propio placer, pues el mío era fácil de obtener. Daba igual como se moviese, lo disfrutaba igualmente porque era ella. Solamente la necesitaba a ella ahora.

Y es que mi vida carecía sin sentido hasta que la encontré o más bien me encontró ella a mí.

Nuestros labios se cruzaron en más de una ocasión y tuve que centrarme demasiado para poder aguantar el movimiento y las pentraciones incesantes y no terminar antes que ella. No era lo que quería para los dos. Fue difícil para mí, pero al final pude ver como el rostro de Emma se quebraba de placer y comencé a sentir aquellas fuertes palpitaciones en mi miembro, el cual introduje todo lo que pude en su sexo, sintiendo todo el placer de su orgasmo presionando y liberando mi miembro. Tal fue la sensación, la excitación y las ganas, que sólo necesité un empujón más para alcanzar el mío propio, al tiempo que Emma aún disfrutaba del suyo.

Mi cuerpo se tensó y me agarré con fuerza a sus nalgas, sintendo como descargaba todo mi placer en su interior y como mi fuerza se perdía tras aquel intenso y realmente memorable acto.

«¿De dónde has salido? Eres perfecta.» Dije sin hablar a Emma, cuando logré que me mirase a la cara para luego besarla con amor y pasión. Toda la noche de guardia y luego aquello, me había dejado agotato. Suspiré abrazado a Emma y mientras que mi mano acariciaba su piel con cariño. «Me pasaría el día entero aquí, contigo a mi lado.» Y la volví a besar tras mis palabras. Y era cierto, nos vendría bien ese descanso. Al menos a mí y a ella, no estar unas horas en la diligencia y descansar en un sitio firme la dejarían como nueva.

Cuando vi que me dormía por el esfuerzo, besé a Emma y me puse en pie. «Vamos, lo retomaremos donde lo dejamos...» Tendí mi mano para que se levantase. «Terminaré de lavarte, te pondré lo que sobró de ungüento de ayer y te volveré a vendar. Ahora solo quiero descansar y dormir, pero debemos irnos... además, Noah debería poder abrir los ojos ya y necesito saber si puede ver o si nos retrasará algo más.» Y mientras hablaba, me subía los pantalones, para poder dedicarle todas mis atenciones a la mujer más maravillosa del mundo.

La volví a besar y puse mi mano sobre sus costillas. «¿Te duele?» Pregunté preocupado. Lo normal es que así fuese otra cosa era lo que me respondiese. «Cuando salgamos prepararé infusiones para todos y te tocará ponerte otra inyección. Con suerte será la última y podrás estar bien si ella a partir de esta tarde si no hacemos muchos esfuerzos... y esto ha sido un esfuerzo.» Uno que repetiría una y mil veces con ella, pero debía cuidarla primero. Así pues, con nuestros cuerpos en paz, al menos por ahora, deberíamos ser cautos y no forzarlos más, sobre todo el de ella pues mi hombro ya no estaba nada mal.

Luego lavé y curé a mi amada, ayudándola a vestirse de nuevo, antes de que mi cuerpo pidiese más al tenerla desnuda frente a mí. Y es que tenía algo especial que me volvía loco y salvaje como un animal en cuanto a las ganas de acostarme con ella.

Nuestros cuerpos parecieron desplomarse el uno sobre el otro, víctimas del cansancio, no solo de aquel viaje, sino de toda una vida de búsqueda sin sentido, que parecía concentrarse en cada acto que realizábamos. Era un momento dentro de otro momento, pues lo que sucedía afuera, no parecía tener nada que ver con lo que hacíamos allí dentro, como si viviésemos en otro lugar y ya hubiésemos hallado el camino deseado.

Sentí que mis ojos se cerraban al ritmo de sus caricias, pero él estaba allí para asegurarse de que hiciéramos lo que habíamos venido a hacer. Debía curarme.

Mientras él se vestía, yo hice lo mismo, dejando la parte de arriba de mi cuerpo aún desnuda, para que me atendiese. Me dolía, pero no era nada que no pudiera resistir, así que negué con la cabeza; ¡cómo podía hacerlo después de haber estado con él, pues mi cuerpo parecía feliz y relajado, como si tuviera diez o quince años menos! 

Más o menos entendí cuál era el plan que deseaba seguir; estaba por ver cómo se portaría con nosotros el destino, pero ocurriera lo que ocurriese, cada momento contaba y aquel había sido especial, tanto que no me atrevía a pensar más allá del mismo.

Me dejé cuidar; lavar, curar y vestirme, como si fuese una flor delicada, aun cuando mis pétalos hiciese ya tiempo que se hubiesen caído. Pero es que él, Curtis, mi amado, sabía ver más allá del tiempo y el espacio, y a pesar de que la crudeza de la vida había dejado huellas en todo mi cuerpo, era capaz de adentrarse hasta mi corazón y distinguir lo que había en él. 

Cuando todo estuvo listo, me puse en pie, alargué mi mano para coger la suya, y me dispuse a salir. Me sentía curada, pero no solo porque me hubiera cambiado el vendaje y lavado, sino porque había tratado mi duro pasado con éxito y de nuevo miraba hacia el futuro con esperanza.

Al salir fuera, Curtis y Emma se encontraron con algo que no se esperaban. Noah estaba tendido en el suelo, tal y como le dejó Kane, pero en lugar de tener los paños mojados en los ojos, lo que tenía era la cabeza de Jesse sobre la suya y ambos se estaban besando. Cuando Jesse se retiró poco, Kane pudo ver que las telas aún estaban en sus ojos.

- Cada vez lo haces mejor... es cuestión de práctica como te dije... estoy deseando que Kane me quite esto para poder volver a verte y besarte no solo con los labios, sino con la mirada. - Con cuidado, Noah acarició el rostro de Jesse y se le veía feliz, no solo por su sonrisa, sino por lo abultado de su pantalón, prueba de que ese no era el primer beso entre ambos.

Las tablas de la vieja madera del suelo crujieron al paso de Curtis y Emma y Noah lo escuchó enseguida. - ¿Curtis? - Preguntó nervioso. ¿Y si era Will que realmente volvió anoche a por Jesse y ahora había vuelto para llevársela y muerto de celos les iba a disparar a ambos? Estaba ciego y no podía hacer nada. Su mano se aferró a la de Jesse, esperando al menos una respuesta por parte de ella, quien se retiró un poco del cuerpo de Noah para mirar hacia la cabaña y sonrojarse al ver a la pareja salir de ella.

Jesse sonrió ante las palabras de Noah y le iba a volver a besar cuando esté alertó de la presencia de alguien. La mujer se giró hacia la cabaña y se ruborizó al ver a Kane y a Emma. Pero su rubor aumentó al ver la erección de Noah.

¿Había sido para tanto? Se veía que para él sí.

- Noah y yo hemos estado hablando y... - Comenzó a decir Jesse con timidez depués de aquella posible pillada. - ... él tiene su carro en Tomstone con sus pertenencias. Deberíamos ir a recogerlo. Él y yo. - Indicó la mujer.

- Regresaríamos al caer el sol más o menos. Sería coger su carro, despedirme de Calvin y devolverle la placa y comprar otro caballo de tiro para la diligencia... o dos si soltamos al de Reeves en una zona más verde.

Las manos de Jesse y Noah seguían juntas. - Diremos que encontramos tu cuerpo putrefacto en el campamento, junto con los demás cuerpos, que pueden ir a comprobarlo. Para cuando lleguen, dudo que las aves hayan dejado un rostro sano... pero lloraré tu muerte. - Le dijo convencida a Curtis.

- Y mañana, más descansados, volveremos a la zona del río, iremos a Goldstone, compraremos esa dinamita y daremos con la cueva. Así dejarán de buscarte, Curtis, aunque durante una semana nos toque ocultarte.

Jesse miró a la pareja. - ¿Qué decís? Yo tengo unos ahorros y Noah también tiene dinero para comprar esos caballos. Tenemos comida suficiente en la diligencia y odres de sobra para llenar en el río.

Sonreí al ver a los dos besándose. No me lo esperaba, no tan pronto al menos. - Vaya, parece que alguien se ha estado divirtiendo un rato por aquí. - Dije con una sonrisita picarona, callando lo que había pasado en la cabaña. - ¿Nos vais a explicar que ha pasado? Y no vale eso de me tropecé y caí justo en sus labios. - Bromeé divertido con el rubor en el rostro de Jesse, pero más con la erección de Noah que trataba de disimular haciendo como que no existía.

- Antes de decidir nada, habrá que ver si Noah ha recuperado la visión. - Indiqué a Jesse. - Son veinticuatro horas de parón... y si van a comprobar lo del cuerpo, tenemos el riesgo de cruzarnos con ellos si vamos por el mismo camino... pero la idea no es mala. Más que nada porque Noah querrá recuperar sus cosas... - Y miré a Emma a los ojos. - ¿Tú que dices, cariño? ¿Dejamos que los niños se vayan a jugar hasta el anochecer y partimos mañana? - Yo necestiaba dormir, más aún después de la actividad física en la cabaña.

Besé a Emma mientras esta pensaba que decir o más bien escribir y fui a ver a Noah. - Vale, machote. - Dije divertido de nuevo. - Vamos a ver si te queda sangre en los ojos o si toda se ha ido al mismo sitio y a ver si los puedes abrir y ver... - Luego miré a Jesse, realmente divertido con la situación. - Quizás se quede ciego, pero al menos sabes que funciona. - Y mi mirada se desvió a la entrepierna de Noah, para reír divertido con aquello.

Jesse no tardó en golpearme en el hombro haciéndose la ofendida y cada vez más colorada.

- Bien, a ver que tal ves... abre los ojos con cuidado y esta vez no mires al cielo...

Cuando salimos y vi a Noah y Jesse besándose, me detuve, y me agarré con fuerza al brazo de Curtis. Verlos de aquella manera, por fin juntos, era una delicia para mis ojos. Will no sabía lo que había perdido, pero gracias a ello, Noah había conseguido aquello que no solo deseaba, sino que sin lugar a dudas se merecía.

Me sentía enormemente feliz por ambos.

Al vernos, Jesse empezó a hablarnos acerca de un plan que por lo visto habían preparado entre ambos y la verdad es que no me sonó nada mal. La posibilidad, además real, de huir todos juntos de aquella vida que habíamos conocido hasta entonces y que solo nos había traído sufrimiento y desesperación, casi era demasiado buena como para creer en ella, pero merecía la pena.

Me volví entonces hacia Curtis, justo a tiempo de que él me preguntase. Yo asentí con la cabeza y tras besarnos, me senté junto a Jesse, abrazándola feliz de que tuviese por fin lo que ella merecía.

Cuando Curtis gastó aquella broma sobre la reacción de Noah, le di un puñetazo de mentira en el hombro. Era malvado, pero de una manera divertida. Jesse hizo lo mismo que yo y cuando la miré a los ojos, y vi la misma llama que prendía en los míos, estuve completamente segura de que para bien o para mal, debíamos intentar salir los cuatro de aquella situación.

Descansaríamos y a la mañana siguiente, partiríamos sin dudarlo, con un plan con cierto sentido y la esperanza de tener un lugar en la vida. Era mucho mejor eso que luchar por una recompensa, o jugarse la vida por una venganza.

Mientras tanto, me apreté junto a Jesse, a la espera de comprobar si Noah podía ver o no. Sabía que de no hacerlo, nada cambiaría entre ambos, pero deseé con todas mis fuerzas que no tuviesen que luchar contra nada más.

Noah se puso colorado ante los comentarios de Kane. Esperaba que nadie se diese cuenta de su erección y si lo hacían, que no dijesen nada, pero el doctor no pudo quedarse con la boca cerrada. Ese tono de voz, esa manera de bromear, no se la había escuchado nunca, realmente debía estar feliz con la decisión de irse todos de allí.

Mientras el doctor se ocupaba de limpiar con cuidado los restos del ungüento reblandecido de los ojos de Noah, Jesse comentó el plan de ambos. A fin de cuentas, la casa de Noah estaba en Tombstone y era aquella vieja carreta, con su ropa y recuerdos de toda una vida. Además, podían usarla no solo para que Kane pudiese hacer ahí sus infusiones y venderlas hasta asentarse, sino que había sitio para dos en aquel suelo para dormir y entre la diligencia y el carromato, tendrían intimidad y refugio en caso de lluvia. Sí, para Noah era buena idea recuperarla y ahora que sabía que Jesse podía conducir una diligencia, con mayor motivo.

Solo esperaba poder ver de nuevo y que accediesen a su idea.

Cuando Kane le dijo que abriese los ojos con cuidado, el charlatán lo intentó despacio, pero con la cabeza girada hacia un lado, donde se suponía que estaba Jesse sentada. De ver algo, lo primero que quería ver era precisamente a su ángel. Cuando al fin pudo abrirlos, todo lo veía borroso. - No veo Kane... está todo borroso.

Curtis le miró y sonrió, vertiendo agua sobre los ojos abiertos, eliminó el resto de ungüento rebelde agarrado a su córnea y Noah sonrió a Jesse cuando por fin pudo verla. - Eres tan preciosa como recordaba. - Dijo sentándose y abrazándose a ella y a Emma, que permanecía atenta junto a Jesse por la vista de Noah. Acarició el rostro de Jesse y la besó en los labios, feliz de lo que estaba ocurriendo y entendió por las miradas que podían ir a Tombstone juntos a realizar aquella parte del plan.

- Pasar... entre nosotros... ella tenía dudas y quiere olvidar a... ya sabéis quien. Así que me besó cuando no estábais y bueno... volvió a repetir... y yo no podía negarme. Dice que un clavo saca a otro clavo y vamos a ver si es cierto, pero sin prisa ni presión. Ella marcará el ritmo y yo la seguiré feliz y orgulloso mientras me quiera a su lado. - Sus ojos brillaban de felicidad y su sonrisa era claramente la de un enamorado.

- Lo que ella quiere es que le claves tu clavo. - Bromeó Curtis sabedor de que volvería a recibir golpes por parte de ambas chicas, pero no pudo contener la broma. Estaba cansado, pero feliz de como iba todo por allí.

Si todo salía bien, en una semana los carteles de "se busca" habrían desaparecido del estado y, a pesar de abandonarlo, sería libre de los cazarrecompensas.

Noah se sonrojó con el comentario de Curtis de nuevo y se quedó cortado por completo. No le faltaba razón, pero sabía que tendría que esperar bastante hasta que llegase ese día. - Bueno, pues si podemos partir... creo que no deberíamos demorarnos más. - Dijo el charlatán tratando de esquivar aquella conversación y poniéndose en pie. - Cuánto antes nos marchemos, antes volveremos y mañana, empezaremos todos una nueva vida. - Dijo con una amplia y feliz sonrisa a los presentes.

- ¿Qué dices Kane? ¿Me ayudas a bajar las sillas de montar de Lucas y Caspar de la diligencia mientras que ellas preparan el equipaje ligero? Agua y comida. - Aclaró. - Y al menos una manta para comer sentados en un lugar cómodo. - dijo guiñando un ojo a Jesse.

Se le veía feliz, pues después de muchos años solo, por fin se veía parte de un grupo. Sentía que estaba formando una familia.