Partida Rol por web

Alya respondió con un asentir a la almirante de Tarsi - Claro, obviamente. Además si quereis aplicarlo a toda la flota debeis traernosla al puerto de Maxener. Es solo que mi mente ya empieza a pensar soluciones rápido, lo lamento. - Por suerte, Alya era la menos efusiva de las mentes locuelas de Maxener en cuanto al consejo era referido, pero nunca le sobraba la disculpa por dejarse desvariar por la mecanica.

Al contrario Cid, simplemente rió - Ciertamente, teneis razón. A veces creo que tengo demasiadas cosas en la cabeza... Menos mal que para eso están los demás miembros del consejo - Sin embargo Cynthia no pudo evitar poner una cara de preocupación al escuchar aquello de su padre.

-Bien, pues esperaremos que nos envieis vuestros navios para ver que modificaciones les podemos hacer*

Debido a lo intensa que esta siendo la estación en la que nos encontramos y que los restantes miembros del consejo de Maxener no podían esperar a que volviera el resto, Natia Bolt decidió hacerse cargo del asunto más reciente que ocasionaba problemas a la población entera de Maxener, principalmente porque era la que más se preocupaba por el pueblo.

Los otros dos consejeros no les hizo mucha gracia abandonar sus tareas, pero no podían combatir la lógica de Natia al hablar sobre la necesidad de hacer algo con los cultivos antes que morirnos.

Así pues con el ingenio de los tres del consejo que quedaban empezaron a pensar en formas de que el calor no afectara tanto a las zonas de cultivo, pero sin perder el sol y al mismo tiempo crear un sistema de regadío más eficiente y que pudiera controlarse de forma general en caso que el trabajo manual no pudiera efectuarse al momento que se requiriera dicho regadío, por otras tareas*

El Emperador accedió a reunirse con Edés, al fin y al cabo conocía a la Cónsul del Mar desde hacía muchos años. Edés no sabía si el Emperador le había concedido la gracia de una audiencia privada por la confianza que le tenía, o porque quería conseguir los barcos de Tarsi para su guerra. Probablemente ambas.

- Es muy amable por vuestra parte que intentéis suavizar las cosas con Maxener.- dijo, al ver la carta.- Aunque realmente dudo que esos pobres diablos merezcan nuestro respeto. Quizá lo más sabio sería dejarlos en su rincón del mundo con sus máquinas, y esperar que les exploten en las narices.- dicho lo cual, apartó la carta. Edés nunca sabría si llegaría a leerla o no, aunque tampoco le importaba demasiado. Ella ya había cumplido simplemente con entregarla.

- Al acabar los tres días de festejos, celebraremos un consejo de guerra, al que serán invitadas todas aquellas naciones que quieran colaborar con el esfuerzo bélico.- le contestó el Emperador, al preguntarle Edés sobre la amenaza de los orcos.- Será para mí un honor recibir allí a la delegación de Tarsi.

Dagnar prometió que una vez él marchara hablaría con su hermano. Fuera cual fuera la respuesta los enanos acudirían en persona al consejo de guerra, pues entendían la gravedad de la situación y esperaban así honrar su alianza con el Emperador.

Edés escuchó atenta a Theneul. Asintió ante su solicitud.

Cuenta con mi representación en el consejo. Insistiré a Nautí en que asista también. Aunque desconozco sus compromisos o misiones. En todo caso, recordad que Tarsi toma sus decisiones en Tarsi. Yo les enviaré toda la información necesaria.

Sobre la carta... personalmente yo la leería. Con ojos críticos, pero la leería. Maxener vive en su mundo, sí, pero sus acciones e inventos cambian el nuestro. Conviene conocerles.

Edés guardó silencio. Si el monarca daba por terminada la reunión, se marcharía.

 La afirmación del pelirrojo solo conseguiría un vago asentimiento por parte del albino, quién ya se esperaba aquella falta de interés por parte del ingeniero sobre temas del imperio, lo que no le convertía necesariamente en alguien descuidado.

 -Los demonios no necesariamente buscan a alguien fuerte o inteligente, todo lo contrario: Seres débiles de cuerpo y mente suelen llamar la atención de multitud de los seres del otro plano, todo por la facilidad con la que pueden corromperlos para cumplir sus propios cometidos -aseguró el hombre, mirando hacia ningún punto específico del cielo mientras hablaba. -. Aunque eso no quita el hecho de que todo es bastante sospechoso -opinó positivamente a la afirmación del chico. -. Más allá de mi propio interés personal en el demonio, también tengo como objetivo evitar que su poder caiga en las manos equivocadas -añadió, regresando entonces su mirada a Ray, con un ligero enarcamiento de cejas ante su comentario. -. En todo caso, se necesita más que un demonio como carnada para matarme...

  Sobre el tema de lo sucedido en la reunión, Arkham solo asentiría confirmando lo sucedido antes de escuchar la opinión del pelirrojo, quién como cabría esperar no parecía estar ni de un lado ni del otro, algo inteligente teniendo en cuenta lo sucedido realmente.

 -Theneul V hizo grandes hazañas que le permitieron mantener la gloria del imperio, pero quién verdaderamente lo hizo lo que es hoy fue su padre, Theneul IV... El abuelo avanzó, el padre permaneció... Esperemos que el hijo no retroceda -declaró, terminando por asentir a sus palabras sobre el consejero. -. Por esas cosas es que los reyes no suelen durar en Doragon...

 En su momento el hombre enarcó una ceja ante la nueva negativa de la mujer, pero tras escucharla entendió mejor su posición, evitando así cualquier tipo de malentendido que pudiese desatar un conflicto en futuras situaciones.

 Durante unos segundos Arkham permaneció en silencio, observando fríamente a la mujer a los ojos como si buscase en ella alguna muestra de duda o debilidad al momento de ofrecerle su mano, pero sin hacerla esperar mucho más acabaría por tomarla.

 -Un placer hacer tratos contigo... -declaró con una sutil sonrisa, que podía ser tan sincera como falsa teniendo en cuenta al personaje que era Arkham, pero algo era algo. -. ¿Te importaría firmar conmigo un documento para dejar constancia de este tratado? Solo para evitar malentendidos por parte de otros líderes: seguramente Cid, de Maxener, puede hacer de testigo...

 El tema de las altas temperaturas claramente afectaba a los cultivos de las naciones, y Doragon no era la excepción: con este conocimiento en mente, era normal que se empezasen a correr rumores sobre la pronta falta de recursos que tendría la nación ante la ola de calor, pero aún con eso los Doragonianos permanecieron con mentes frías, sin permitirse seder ante la paranoia y el delirio, por ahora...

Nautí estrechó la mano de Arkham: el tratado de no agresión era firme.

Desde que la reunión terminó, las delegaciones tarsina y doragoniana cerraron los pormenores de la cuestión. Una vez estuvo listo el documento, la almirante y el comandante lo rubricaron en presencia de Cid de Maxener, que accedió a ser juez y árbitro en esta cuestión. Una frágil paz se había acordado en el Oeste.

Una vez terminados los tres días de festejos oficiales por la coronación del nuevo Emperador, era vox populi que tendría lugar un consejo de guerra para evaluar la amenaza orca. Cualquiera que quisiera colaborar con el esfuerzo bélico era bienvenido a unirse al consejo, y de hecho, Tarsi, Animalia y Khazalid Ungol recibieron ofertas formales para unirse a él.

Doragon y Maxener, sin embargo, no recibieron invitación, aunque era imposible no enterarse, ya que era la comidilla de toda la corte. Ahora la pregunta era si deberían presentarse incluso sin haber sido invitados.

Arkham encontró una nota anónima en su habitación, que alguien había deslizado por debajo de su puerta:

Apreciado General,

El parecer del Alto Consejero Galain no es compartido por un grupo de leales consejeros del Imperio, quienes entendemos que la colaboración de Doragon es vital para la guerra que se avecina. Por desgracia, no podemos manifestar nuestra opinión en público por miedo a represalias. Pero le rogamos encarecidamente que acuda al consejo de guerra para valorar la situación y, por lo menos, dar su experto consejo en el tema.

Botán escuchó con atención a Stonekeeper. Había oído sobre la tosquedad de los enanos, aunque esperaba que los diplomáticos fueran más... diplomáticos, valga la redundancia. Tampoco le extrañó, sin embargo.

- Al respecto de los piratas, bueno, no podría decir que sean un problema endémico. Como todas las naciones tenemos problemas con ciertos individuos de tanto en tanto, pero nada más. Aunque agradezco, en nombre de mi reino, la preocupación del pueblo Khazalid.

Con respecto a las actuaciones de nuestros compañeros... ciertamente podría decirse que son algo impulsivos, no obstante supongo que es la flema de los sangrecaliente. Incluso en nuestro reino se puede ver con facilidad esa diferencia -cruza las manos sobre la mesa- bueno, los sangrecaliente suelen ser impacientes y buscan la gloria. Es mejor dejarlos ir delante ¿No cree delegado Stonekeeper?

El delegado pudo intuir que la rana gigante que tenía delante probablemente callaba más de lo que hablaba.

- De todos modos, y volviendo al tema pirata ¿sus ferris no han sufrido ataques? Quizá sería interesante aunar fuerzas si fuera el caso. Es conocida la ferocidad de su pueblo, pero tengo entendido que los colmillos de los Acuaticos tambien son famosos fuera de nuestras fronteras.

El delegado Botan tomó asiento. Parecía que aquel iba a ser un encuentro un poco distinto a los que había tenido hasta ahora.

- Si bien le agradezco en nombre del reino la preocupación de su nación. En un primer momento, debo rechazar la ayuda, mi nación no diría que tendría más que unos pocos incidentes aislados* con ciertos elementos subversivos de nuestro reino.

Le dedica una media sonrisa al delegado.

- Suelen vivir una vida rápida y suelen encontrar una muerte aún más rápida. Sin embargo, existe un tema del que sí me gustaría tratar con usted. Como sabrá envié una tropa de exploradores para recabar información sobre la horda del norte. Aún no han vuelto ¿Pero cuáles son las intenciones de nación al respecto?

El enano levantó la ceja en un gesto ostensiblemente molesto, no le gustaban las medias tintas ni que aquel sapo sobrealimentado se estuviera callando cosas.-Bueno, pues visto lo visto no hay mucho más que tratar. Los impacientes se llevarán el primer golpe, eso seguro.

Nada de alianzas armadas, ni de aunar fuerzas, no haremos eso hasta saber exactamente lo que sucede y por el momento veo que no estáis por la labor de compartirlo. Esperaremos entonces.-con poco más que decir el enano se largó refunfuñando sin ningún disimulo. Ya vendrían los "animalejos" a golpear a su puerta cuando tuvieran problemas y lo escuchado aquel día sería recordado.