Partida Rol por web

Millicent cambió el peso de una pierna a otra. Notaba como los músculos de sus pantorrillas cada vez se tensaban más. No estaba acostumbrada a estar tanto tiempo de pie, prácticamente estática. Los brazos también le enviaban pequeños calambres por el peso firme y constante de la jarra. Si le hubiesen preguntado... bueno, estaba segura de que hubiese preferido pasar la noche en cualquier otra parque que allí. 

Era increíble como podía estar rodeada de tanta gente y sentirse tan sola. 

Más que porque hiciera falta por moverse, se inclinó para rellenar la copa de su padre. La comida olía deliciosamente y su estómago rugió en forma de protesta. Había comido un poco de pan duro antes de la fiesta y, más tarde, asaltaría las cocinas en busca de las sobras. 

Al volver a incorporarse se fijó que Draken estaba señalándola. Inclinó levemente la cabeza y sonrió abiertamente. No estaba acostumbrada a que se refirieran a ella¹ y, que lo hicieran, provocaba una sensación cálida en el fondo de su pecho que no acababa de poder describir. 

Millicent se inclinó hacia delante para rellenar la copa de su padre. Fue entonces cuando vio el gesto de Draken refiriéndose a ella. Frunció levemente el ceño, tan solo un instante, como si no estuviera segura de que se refiriera a ella. Pero entonces sonrió. Era una sonrisa amplia, casi tímida, acompañada de un leve gesto de asentimiento con la cabeza. Como si estuviera devolviendo el saludo. 

Mientras el aburrimiento se hacía presa de la noche de Millicent una persona se apareció de sorpresa para llamar su atención.

 Hola ¿como estas? Saludo Ludwing. -Veo que tu padre tiene la copa más que llena y parece enfrascado en una conversación interesante.- Comentó el muchacho mirando a su tío. ¿qué te parece si vamos a dar una vuelta por el salón y aprovechamos para curiosear en la mesa de los otros reyes? No creo que el rey note tu ausencia.-

Bueno en este momento lo mejor seria acercarse a alguno de nuestros vasallos para matener una charla, al menos eso no me traeria tantas complicaciones como el hablar con nuestros divinos aliados.

-Eskol es un cabeza hueca que solo sirve para matar, yo soy mucho más capaz que él para gobernar Skagos pero es de mi sangre y eso pesa mucho más que todo el resto.- Dijo Marrku con firmeza.

-Mataría al hombre que intentara tocar a alguno de mi familia aunque más de uno de los miembros de la misma se merecen una paliza.-

-¿Solo de buen ver? entiendo que cuando llegamos ella usaba su armadura pero ahora que puedes mírale un poco las tetas? ¿Alguna vez viste a una mujer con un par tan firme? si no fuera mi hermana te juro que ya me la habría tirado.- Comento Marrku y dio un gran sorbo de cerveza. -Tus hermanas son lindas pero parecen de papel, son frágiles y pareciera que si uno se les acerca se romperán en pedazos. De todo modos el que puede elegir esposa es Eskol así que veremos que arregla mi padre con el tuyo. Mientras ellos hablan podríamos ir a tu patio de armas con tus hermanos y los míos. Confieso que siempre quise pelear con un gigante salvaje y tu eres lo que más se le parece por la altura. Siento el deseo de cruzar hachas contigo, además si vences a mi hermana tal vez se muestre un poco mas simpática.

Syd Bolton vio que la fiesta estaba comenzando a animarse y que sus compañeros de mesa se habían ido a charlar. Lyra con su cuñado y Ludwing con la hija natural de su hermano mayor. Vanya, Mia y Till parecían aburridos así que decidió ver cómo estaban sus sobrinos. Primero hablaría con Till no era bueno que el reino viera a uno de los herederos con un tono tan hosco.-

¿Qué pasa sobrino? hay muchas chicas para hablar, mucha gente que conocer y te veo aquí sentado sin mucho que hacer.

-No hay mejor propuesta que la que tiene como excusa un buen vino- respondió el viejo alejándose un poco del bullicio acompañado del Skalda mientras arrebataba unas copas rebosantes de vino.

-Cuéntame... ¿por dónde te han llevado tus pies?- preguntó el viejo mirando un poco a todos, un poco a los ojos de su interlocutor.

Me vi sorprendido por mi Tio , hice una reverencia de respeto-No es la mejor postura , lo se Tio -dije en un tono frio pero poniendo la mano en su hombro de un modo mas familiar para seguir hablando-Los años que pasan y no me acostumbro a este tipo de fiestas, mas a una de este tipo...tan incomodas y molestas-continue hablando con el seño fruncido pero sin faltarle el respeto-Calculo que tendre que hacer un gran esfuerzo por agradar ....-agregue mientras le señale con la vista a la canibal y luego volvi a mirarlo.

—Y el vino se me está acabando —asintió Millicent sonriendo y mostrándole el fondo de la jarra de vino como prueba. Aún quedaba para un vaso, quizá dos.

En cuanto se alejaron unos cuantos pasos del rey, respondió a su pregunta.

—Mortalmente aburrida. Pero no hablemos de mí, ¿qué tal tú? ¿Os ha pedido el rey que consigáis algo? —Millicent sonrió de medio lado. Seguro que aquello sí que era emocionante, no como rellenar eternamente una copa, esperando a que las horas pasaran aún más deprisa—. ¿Y su madre? ¿Se encuentra ya mejor? 

-También aburrido, al único que conozco es a mi tíos y uno está hablando con mi madre y el otro Con Till.- Contesto el chico con un tono de hartazgo. -No tengo ordenes de conseguir nada, creo que mi madre y yo nos vamos en el paquete que va para Skagos, sin embargo tal vez tenga alguna oportunidad de salvarme si consigo hacerme un interesante amigo entre nuestros vasallos.- Comento con algo de preocupación. -De todos modos rellenar las copas no está mal, puedes enterarte de muchas cosas interesantes mientras sirves el vino, te recomiendo que cuando tengas esa tarea prestes atención a lo que se dice.- los chismes de la corte eran siempre muy valorados entre la gente de la alta sociedad y tener una gran cantidad de chismes para compartir a veces sirve para ganarse la protección de algún noble acomodado.-

-He ido de un lado a otro como bien te conté.- dijo el hombre comenzando a hablar -te puedo contar sobre las lejana Valyria en donde los Dragones surcan los cielos, sus jinetes son hombre y mujeres hermosas de cabello color plateado. O tal vez quieras oír sobre la peligrosa Ghis, tierras de la diosa Arpía y el lugar en donde los esclavos se baten a duelo en una arena por su libertad.Solo tiene que preguntar y yo le contare.

-Eso es vital para poder sobrevivir en una situación como la tuya.- Dijo Syd. Recuerda que tanto tu como tu hermano pueden heredar y que tanto le agrades a tus señores feudales podra hacer que la desicion se decante para tu lado.- Agrego mirando la mesa de los vasallos Bolton. -Como podran notar tus hermanos estan mas interesados en los otros reyes, hablan con ellos y los complacen. Solo tu tia muestra interes por la gente que dara la cara por nosotros y nos prestara sus tropas en el caso de necesitarlas. Acompañame a la mesa y te ayudare a hacer sociales con tu gente, tal vez eso te de una mano a futuro.-

Draken miró mas detenidamente a la hermana de Marrku, sopesando sus opciones.-La verdad y sin faltar al respeto es que si, parece una mujer deseable y cuando la conocí desee demostrarle mi hombría aunque decidí respetar a la sangre de tu sangre, al fin y al cabo buscamos una alianza fructífera y duradera con Skagos.

Parecen frágiles, es cierto pero el invierno nos endurece por dentro y por fuera.-Dijo Draken con orgullo de sus hermanas mas pequeñas, incluso de Millicent.-En cuanto a esa reunión de acercamiento, me parece optima aunque para evitar accidentes o violentas consecuencias emplearemos armas romas, al fin y al cabo buscamos cruzar un poco los aceros y descargar energía...no matarnos innecesariamente.-Volvió a beber de la jarra y peinó la zona con la mirada.-Hola! bebes con nosotros?.-Le dijo al mas pequeño de sus hermanos.

—Pero si lo hago —protestó Millicent con voz débil, girando la cabeza hacia la mesa del rey. Aunque solo fuera para no morirse de aburrimiento—. Entonces, ¿quién es ese hombre con el que tenéis que entablar amistad para quedaros?

Le apenaba pensar que Ludwing se iría tan pronto. Era consciente de que acababa de conocerlo, pero ya lo sentía como a un amigo. Volvió a girar la cabeza hacia y suspiró con cierto cansancio.

—A veces pienso que es demasiado... falso todo. La mitad de ellos quiere matar a la otra mitad. Y están sonriendo y hablando como viejos camaradas. —Volvió el rostro hacia Ludwing y sonrió un poco cohibida—. Perdona si me he ido un poco de la lengua.

Vanya estaba demasiado aturdida, había algo que le molestaba y no estaba segura del qué. Se quedó en su lugar mirando a todos lados, realmente era una locura aquella maldita cena pero ella no se iba a marchar porque su padre la haría azotar. Por suerte tenía a Demon en su regazo y eso la hacía sentirse más tranquila.

Bebió un poco más de vino y escuchó a sus hermanos, realmente parecían estar disfrutándolo, tal vez eran muy buenos actores después de todo.

Escuche atento a mi tio, habia cierta verdad en sus palabras-¿Entonces no esta mal preocuparme que de cuando mi Padre ya no este , mis hermano se convertiran en pirañas?-pregunte en un tono frio y pensativo, pero no estaba muy lejos de ser asi, procegui a seguirlo y aprender un poco mas de el, ya que esto me iba a costar el triple que al resto.

Si es cierto lo que dice lo quiero encadenado en mi estudio... pensó el Maestre mientras que en su rostro sólo un gesto de duda se mostró.

-Con que has viajado mucho... ¿qué me cuentas de El Cuello y los pantanos que lo circundan? Pocos extranjeros lo han recorrido y muchos menos han podido contar lo que han visto... ¿has sido lo suficientemente bueno como para hacerlo?- preguntó mientras con una mirada atenta escrutaba el rostro del Skalda.

Arthur era hombre de armas, no de fiestas. Todo aquello le resultaba extraño. No estaba molesto, pero tanta gente desconocida lo mantenía demasiado alerta. Su copa se vaciaba poco, sus ojos trabajaban mucho. De una punta a la otra del salón la cabeza del Alce se meneaba intentando observar a todos. Una reunión como aquella era peligrosa. Un ataque sorpresa, un envenenador audaz y los Stark podían quedarse con todo el Norte de un solo movimiento.

Los caníbales resultaban graciosos. Eran brutos, salvajes, intimidantes para cualquiera que no fuera un hombre de armas. No eran ellos su preocupación. Si la gente del pantano. Siempre misteriosos, siempre envueltos entre historias oscuras. Grandes envenenadores al parecer. "El veneno es arma de mujeres..." recordó. Quien ubiese inventado aquella frase debería estar bien muerto.

Por el momento no se movió de su lugar. Prefería observar antes de actuar.

A Marrku le agrado lo que oía y lo demostró con una sonrisa de complicidad que pronto quedo oculta tras el cuerno de cerveza con el que bebía el Skagosi.
-No que pre hará mi padre pero no me parecen tan mal ustedes los rojos.- Dijo sin tapujos. -Su Lord de los clanes tiene costumbres parecidas a las nuestras y también les gusta la batalla y las mujeres como a nosotros. Estoy ansioso por entrar en la batalla con ustedes.-

-Ten cuidado que las armas romas también matan, un mal golpe y puedes despedirte de este mundo. Advirtió el hombre. Sobre todo si quien blande esa arma es un experto guerrero como yo.- Agrego y soltó una sonora carcajada.
-En fin seguro que nos tendrán a todos en el patio mañana para los enfrentamientos, tú que manejas mejor el ¿hacha o la espada?

Njodor Se acerco a donde su hermano y Draken estaban luego de que el Bolton los invitara a unirse. -¿Van a entrenar en el patio mañana? pregunto uniéndose a la conversación. El muchacho no tenía la musculatura de sus hermanos pero tenía un andar altanero. como si siempre quisiera intimidar a quien tuviera en frente aunque sus palabras fueran respetuosas con esa persona.