Partida Rol por web

FECHA: 4 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DEL SOL.

HORA: POR DE LA TARDE.

LUGAR: CUEVAS COLINA NEGRA.

CLIMA: (EXTERIOR) INVERNAL. CIELO LIGERAMENTE NUBLADO.

Formar parte del segundo grupo le aseguraba la posibilidad de que si sus compañeros comenzaban a deshacerse por culpa del agua ácida, él podía darse la vuelta y emprender una honrosa huida. No hizo falta, el primer grupo aguantó el tirón de forma estoica y no quedaron desintegrados de ninguna forma.

Le tocaba a los suyos sumergirse en el agua. Tras esconder su libro de conjuros entre las telas de sus vestimentas se preparó mentalmente para entrar en el agua. Acarició su rostro como si fuera la última vez y sin pensarlo mucho más entró en el agua. Intentó respirar pausadamente, sin volcarse y tomar demasiado aire, por desgracia en cuanto el fétido olor llegó a sus fosas nasales no pudo contenerse.

Un profundo mareo se apoderó de él y las nauseas afloraron por su boca. Tuvo que hacer poderosos esfuerzos para no vomitar en el agua, ni sobre ninguno de sus compañeros. El dolor en su estómago fue punzante aunque no tanto como para inmovilizarlo, el temor a que el agua produjera quemaduras en su piel le daba fuerzas suficientes como para no detenerse y continuar avanzando.

Al llegar al otro lado encontró que no tenía acceso a la tierra firme y se veía obligado a permanecer a remojo, algo que le alteró profundamente.

—Dejadme... —dijo antes de doblarse para contener las nauseas que le recorrían el cuerpo. 

Incapaz de hablar con fluidez movió sus brazos con energía demandando un pequeño lugar en el que poder colocarse, para apartarse de las fétidas y peligrosas aguas en las que se había visto obligado a estar.

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Consigo llegar arriba del estrecho saliente mientras escucho a Emil llamarme. Pero desde la altura puedo ver fácilmente por esa parte tampoco es que tengan un paso muy holgado.

Además, lo que veo aquí arriba (tras soltar algunas maldiciones por haberme quedado atorado como un tonto en una estalactita), me hace mirar con más detenimiento.

Finalmente con un par de movimientos me libero de la estalactita y me asomo al saliente. Alexa, aquí hay un cadáver. Necesitaría luz, no sea el del concejal que buscamos. ¿Crees que podrías venir conmigo si te tiro la cuerda? digo mientras saco la cuerda de la mochila.

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Halberd se movió para permitir que Thomas y Vicky salieran del agua, y cuando se dio cuenta estaba apretujado contra la pared de roca. Se giró como pudo en esas estrecheces y se topó con la cintura de Alexa. Miró hacia arriba, a los humanos que lo rodeaban. Esta gente alta y su complexión larguirucha no le dejaban ver bien.

Escuchó a Equilibrium, que había visto algo y necesitaba luz de Alexa, pero el enano no podía ni apartarse. Ni siquiera sentarse un poco para descansar del camino.

— Equilibrium, estoy aquí abajo. Un poco enmedio. — dijo agitando la mano por encima de su cabeza. Probablemente no le había visto — Si me echas la cuerda subo yo y echo un vistazo ahí. Tengo buena vista aunque no haya mucha luz.

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Había empezado Emil a moverse cuando, finalmente, divisaron tierra más allá de la nueva zona de agua tóxica. Fue entonces, al ver esas formas cubiertas de moho, cuando Emil se dio cuenta, llevando su mano al batton. 

- Enemigos. Los tres montículos de moho y líquenes están vivos y cada uno de ellos mató a un mediano

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A pesar de las indicaciones de Emil, que desde el punto de vista del elfo seguro que eran órdenes, Equilibrium se había metido entre las estalactitas y estalagmitas. Alexa sonrió para sus adentros, cada uno en el grupo tenía sus propias ideas, y era complicado seguir a un líder a pies juntillas.

El caso es que el hombre había visto algo, al parecer un cadáver. Miró hacia él mientras Halberd, justo con las narices en su... cintura, decía de subir él a comprobarlo.

-Yo subo, Halberd, Equilibrium me echa una mano. ¡Voy!

Sin demasiada dificultad, y eso que la mística era muy torpe trepando, Equilibrium la izó, y ella subió con soltura. 

Se deslizó entonces hacia el cuerpo, iluminándolo con su lanza.

-Dale la vuelta, y veamos quién es...

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Pisar tierra firme le fue tan agradable como perder la virginidad. Atrás dejaba un pasado mojado y nauseabundo que le revolvía el estómago. Lo único que le impedía derrumbarse en el suelo de la pequeña cala en la que estaban, era que sus compañeros estaban demasiado apelotonados como para que le dejaran un pequeño hueco para desfallecer.

Sus problemas con las nauseas continuaban, aunque experimentó un ligero cambio a mejor en su estado, seguía muy lejos de encontrarse bien y por ende estaba muy lejos de ser capaz de concentrarse para formular alguno de sus conjuros en caso de que fuera necesario.

—Yo... puedo... luz... —Fue capaz de decir antes de sucumbir a otra nausea que le obligó a taparse la boca con una de sus manos, mientras doblaba el espinazo.

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Había que decir que le estaba empezando a coger el gusto a aquello de apuñalar con el florete. En sus recuerdos, o supuestos recuerdos, siempre había usado armas a distancia y disparado con enorme potencia de fuego... Pero allí no tenía nada de eso, y por un lado una habilidad para el combate que no le era desconocida, y por el otro una fuerza potenciada por la máquina que también le era bastante familiar, le estaban permitiendo ensartar a cualquier cosa que se pusiera en su camino. Si hubiera estado armado contra aquellos cortabolsas...

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Halberd pensó en intentar pegarse a Alexa para cambiar la posición con ella, pero con su recia complexión de enano no resultaría nada fácil tampoco. Pensó que tal vez se pudiera colar entre las piernas de la mística, pero la idea le resultó tan incómoda que prefirió hacer el esfuerzo de trepar hacia el angosto paso de estalactitas.

Agarró la mano que tendía Equilibrium, quien tiró de él con fuerza de forma que subir le resultó muy sencillo. Sin embargo, nada más llegar arriba dio un paso y quedó atascado entre dos estalagmitas tan altas como él.

— ¡Hhmmpff! — intentó desatascarse, pero su anatomía no era tan adecuada para pasos tan angostos como se hubiera podido pensar. Seguro que el perfecto Emil pasaría por aquí grácilmente, contoneándose como una serpiente. Bah.

Dejó de pelear momentáneamente con las estalagmitas causantes de su atasco y observó el cadáver más adelante que había señalado Equilibrium. Entrecerró los ojos para ver mejor:

— Mirad, mirad... es una semiorca... Y parece que lleva unos días ahí. Yo diría... — aguzó la vista — diría que una semana, mirad que hinchada está... Ugh, terrible. — comentó a Alexa y Equilibrium tapándose la nariz. — Quien sea no parece que le haya dejado nada de valor con ella. Me pregunto quién habrá sido capaz de arrebatar las cosas así a un muerto.— dijo sin querer pensar mucho en los zapatos que llevaba.

Con un último empujón el enano consiguió desatascarse, y pudo avanzar a través de las formaciones rocosas. En realidad no era tan difícil, tan solo tenía que avanzar un poco de lado y meter bien barriga. Pan comido. Recorrió unos metros y junto con sus compañeros confirmó lo que habían visto sobre el cadáver haciendo una mueca. Pobre. ¿Quién sería?

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El borg alemán había avanzado con determinación por aquella sección de las cuevas, sin desviarse de sus objetivos y, uno a uno, fue "podando" aquellos hongos con ayuda de aquella arma que tanto daño le había causado hacía unos días. Con la fría eficiencia de la máquina, despachó a aquellas tres cosas aparentemente sin esfuerzo, una estocada por vez. Finalmente los hongos dejaron de moverse, y el lugar volvió a ser todo lo tranquilo que se supone debería ser. 

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Por el momento el avance por la cueva estaba siendo coser y cantar. Algunos pocos enemigos que eran barridos con facilidad, y nadie herido aún de gravedad. Por el momento no podían quejarse. El enano seguía avanzando por el terreno, ajeno un tanto a la situación y solo esperando encontrar algún combate que mereciera la pena. 

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La semiorca llevaba un tiempo muerta. Quizás los del Puños de Cuerda tuvieran algo que ver. Me quedo escuchando por si hay alguien más con nosotros pero no escucho nada interesante. Finalmente me doy la vuelta.

Volvamos, mi amor si nuestros compañeros ya han regresado y si se les han pasado las náuseas a quienes tenían o ha empeorado. Luego podremos mirar si vamos por aquí, por donde han ido nuestros compañeros o por los dos lados separándonos. Dicho eso, empiezo a moverme en dirección a la repisa.

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El lugar era realmente agobiante, ya no solo por la fétida atmósfera que flotaba en el aire, sino por la sensación cada más claustrofóbica que los túneles ofrecían a medida que se avanzaba. Shidi trató de seguir el ritmo, pero para cuando pudo ver a una de esas tres criaturas fungiformes, Briaeros se disponía a liquidarla. Tácticamente, era inútil, necesitaba adelantarse y para ello era inestimable la colaboración del resto.

— Dejad que vaya delante, abridme sitio. — Solicitó en voz baja. No era la primera vez que lo pedía.

Las órdenes de Emil fueron aceptadas de inmediato, James asintió al mirarlo. Aunque no le impidió continuar posicionándose en cabeza, siempre que el deforme Raxus se lo permitiese. El enano no disponía de buena protección, algo que le preocupaba.

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Daeron observó cómo la mayor parte del grupo avanzaba por un angosto acceso al norte, lleno de estalactitas y estalagmitas, aparte de estar parcialmente inundado. También contempló cómo Thomas o Vicky se retorcían de dolor y aguantaban las arcadas para no echar el desayuno por la boca, mientras Muxu comenzaba a ponerse ropa seca.

Supo entonces que habían encontrado un cadáver de una semiorca, acuchillada hasta la saciedad por la espalda, y saqueada malamente. Recordó entonces la historia que contara Emil, relatada por el concejal, de seres sombríos que acechaban desde la oscuridad de los túneles. Quizás uno de ellos emboscó a traición a la pobre desdichada, cuando se hallaba sola.

- No os deis prisa en avanzar los de adelante - comentó que, aunque no los veía sí los oía muy cercanos -. Si no queréis que algunos se queden rezagados, aislados y quizás acuchillados - dijo mientras seguía vigilando ballesta en mano y observaba cómo evolucionaban los indispuestos. 

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Me asomo a la repisa y miro a la gente que todavía queda en la playa. Los que queráis tenemos también túneles que explorar aquí arriba y están secos. El paso es un poco angosto hasta que le coges el tranco, pero luego se hace fácil. Venga, los que queráis venir con nosotros que os echo una mano digo, ofreciendo mi mano para que la tome cualquiera que quiera subir.

Miro hacia el norte preocupado por el resto de miembros del grupo, pero estaría bien explorar un poco toda la zona. Además, que no tengo muchas ganas de meterme en esa agua putrefacta.

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Emil se quedó unos segundos pensativo, guardando el zafiro junto al resto de tesoro de los Rift Warriors. Luego miró a quienes le acompañaban.

- Voy a retroceder a avisar al resto que el camino del norte está libre. Preparaos para avanzar a la próxima cala. Yo lo haría en seco, pero como veáis. Tened en cuenta que, como os he dicho, hay un enemigo, al menos. Tomad todas las precauciones posibles. Estos pasadizos son demasiado estrechos para que seamos operativos siendo tantos. Habrá que tomar pronto una decisión.

Y tras estas palabras retrocede por el corredor parcialmente anegado para informar al resto de los Rift Warriors que el camino al norte está libre.

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El alemán no tenía problema en ceder la vanguardia a Shidi, aunque siendo él el que llevaba la luz quizás no estaban pensando bien aquello. Sin embargo, fue algo que pronto lamentaron, a juzgar por aquel extraño fogonazo y los gritos de sus compañeros más adelantados. Frunciendo los labios bajo el casco, se preparó para avanzar en pos de lo que sea que les hubiera hecho aquello. 

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Uno tras otro, aquellos que sufrían náuseas se fueron recuperando. A medida que van llegando, les tiendo la mano para que suban.

Vuelvo a mirar al norte, preocupado, pero no parece escucharse nada raro. Así que intento librarme de la sensación y concentrarme en lo que hago.

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Finalmente los mareos y arcadas habían acabado para Muxu, y aunque logró evitar devolver la comida que buenamente Val había ofrecido aquella mañana invernal, no había logrado concentrarse ni para lanzar la armadura mágica en Raxus ni para renovar el conjuro de Luz en Briaeros. Ya debe faltar poco para que acabe... Mejor me doy prisa, suerte que Alexa también pueda conjurarlo.

Con la ropa seca puesta se sintió mucho más protegida del frío y de dispuso a intentar trepar sobre la meseta del este, no quería saber nada con el agua tóxica y nauseabunda del otro camino.

-¡Eso! Gracias por la ayuda.- Logró hacerlo sin mayores dificultades, para su sorpresa, y aunque le hubiese costado, el siempre atento crazy justiciero estaba allí para asistirle.

Vió la zona repleta de estalagmitas y estalactitas, y temerosa le pareció estar entrando en las fauces de una bestia enorme. Tranquila, tranquila. Solo es carbonato de calcio solidificado a lo largo de miles de años, nada de qué preocuparse, nada que pueda comerte. Despacito, pasito a pasito, con cuidado. La inteligente y estudiosa maga avanzó con buenos reflejos y sin mayores dificultades hasta posicionarse junto a su gran amigo.

-Oye Hal, ¿qué está pasando allí delante?- Se escuchaban ruidos de golpes y se veía un fulgor, era claro que había una batalla pero la recién llegada no sabía si debía preocuparse más de la cuenta o no.

Tomó la ballesta que llevaba en la espalda con ambas manos y se disponía a cargarla.