Partida Rol por web

FECHA: 5 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DE LA LUNA (LARGA NOCHE Y LUNA LLENA).

HORA: POR LA TARDE.

LUGAR: BAJO LA COLINA NEGRA.

CLIMA (EN EL EXTERIOR): INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

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CLIMA (EN EL EXTERIOR): INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

No había nada que decir, teniendo clara la tarea a ejecutar, así que el borg alemán siguió andando a buen paso en dirección a la entrada. De vez en cuando vigilaba que el resto no acabaran muy atrás, pues todavía no se fiaba de que no hubiera más enemigos por allí. Al menos ahora había suficiente luz, y quería pensar que cualquier posible monstruo o adversario sería visible bastante antes de trabar contacto.

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Espera, Briareos digo en alto tras haber echado un vistazo a nuestro alrededor. Mi visión mejorada es más útil en este sitio. Veamos, veo al menos 6 zonas donde la tierra está removida que apuesto corresponden a sitios de donde salieron los esqueletos de cuatro brazos. También veo las cuevas que mencionó Hallberd. No parecen muy profundas, pero teniendo en cuenta que esto es un sitio artificial su sola presencia ya es interesante. Creo que tenemos que investigarlas.

Por lo demás no veo nada interesante en este sitio, no hay más puertas ni más salidas que las cuevas esas y por donde hemos venido. Quizá lo más interesante sea esa formación que hay entre la zona de la puerta artificial dónde pasamos y la zona de las cuevas.

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Poco a poco Halberd volvía a quedarse rezagado. Vaya zancadas daban sus compañeros, parecía que andar por la arena no les costaba esfuerzo alguno...

— Sí, eso... Por allí, por allí era — dijo desde donde estaba, casi sin resuello y señalando en aquella dirección. Innecesariamente, porque Equilibrium ya había localizado las cuevas mucho mejor que él. El tipo tenía unos sentidos envidiables.— Seguro que hay algo interesante en las cuevas —comentó, ¡pero es que en realidad todo era interesante!

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En su ímpetu, el borg se había adelantado demasiado, como pudo comprobar al girarse para escuchar a sus compañeros. A veces se le olvidaba la potencia de sus piernas robóticas, y que sin duda sus zancadas eran mayores a las que podía dar Halberd. Sin embargo, ante la mención de las cuevas, negó con la cabeza.

-Primero la puerta. A la que terminemos de investigar al otro lado, podemos echar un vistazo a dichas cuevas.

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El borg había seguido avanzando en silencio, deteniendo su avance a veces para que Halberd pudiera alcanzarles, pero procurando mantener la posición de vanguardia que había asignado a Equilibrium y a si mismo. Todo parecía tranquilo, tanto como para asegurar que ya habían limpiado de enemigos aquella zona... Pero a veces las apariencias engañaban. Por eso mismo, y naturalmente por la desobediencia de las órdenes, frunció el ceño al ver adelantarse a Alexa, internándose de forma temeraria en la sala desconocida.

-Alexa, la vanguardia primero. No te adelantes o podemos pagarlo caro-dijo el alemán, con tono firme.

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- "Aquí no hay nada de nada. Puede que esto antes descendiera a algún subnivel, pero ya no." -

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— Uf, uf... — llegó Halberd apresurado. Aunque su paso apresurado era a la misma velocidad que andaba siempre, es decir, despacio. Solo que braceaba un poco más, como si hiciera marcha.

Examinó la zona un poco, aprovechando para recuperar el aliento. 

— Sí... sí.  Efectivamente, — resoplido por el ejercicio físico — yo también pienso que esto llevaba a otra cubierta, o algo así. Quizás donde guardaban los animales que estuvieran en el domo. Podría ser, ¿no? Quiero decir, que teniendo esta nave, y yendo por el espacio como iban los androffan, yo creo que debían ir por ahí recogiendo bichos y metiéndolos aquí...

Total, que todo el camino de vuelta para nada... En fin. Al menos habían aprendido algo nuevo de los dueños de la nave, y eso siempre era interesante. Miró a Briaeros. Tuvo que levantar la mirada. Bastante.

— Bueno, ¿qué hacemos? ¿Volvemos al domo a echar un ojo?

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Miro extrañado a Hallberd. Te recuerdo que nuestro objetivo no era esta puerta. Esta solo fue curiosidad de Alexa. Nuestro objetivo es la puerta que visteis en la lucha con los gremlins

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La falta de respuesta de Alexa ante sus palabras extrañó al alemán, preguntándose qué le pasaba a la mujer. ¿Quizás algún golpe en la cabeza? ¿Síndrome de la cabaña? No lo sabía, pero si insistía en ir delante, acabaría siendo un problema.

-Negativo, Equilibrium. Emil dijo que era la puerta antes del domo a la que le faltaba electricidad... Es decir, esta. Después, el propio domo, y la parte sur del corredor en el que nos separamos.

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— Oh — respondió a Equilibrium, y luego asintió a Briaeros — Ah, sí, eso había entendido yo también. Pero si queréis seguir hasta la otra puerta, a mí no me importa. Aunque era una puerta en el fuselaje exterior, y no estoy seguro de que esté alimentada por la misma fuente de energía... Que puede ser, pero no lo sé, la verdad. —

Cierto era que le daba algo de pereza seguir andando, volver a trepar... Pero por otro lado, ya no iba detrás, y seguro que podía ver más cosas de primera mano. Si no, aún les quedaba el domo que también era muy interesante.

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Me inclino de hombros ante las palabras de Briareos y Hallberd. No es lo que yo había entendido, pero tampoco me importa demasiado. Tú eres quién está al mando, así que si tú dices que con esto basta pues vamos a explorar las cuevas del domo. Me parece curioso la existencia de unas cuevas en un entorno artificial.

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Los ojos de Halberd se iluminaron:

— ¿Verdad que sí? Imagino que no deben ser muy grandes esas cuevas, pero han debido de ser diseñadas artificialmente, claro. Muy curioso, sí... En cuanto a la puerta de fuera, no creo que Emil se refiriera a ella. Las puertas exteriores de esta nave, al menos las que hemos visto, no tienen controles en el exterior. — se encogió de hombros —  Sigo pensando que haría falta un buen soplete de fusión, o de plasma... Aunque supongo que si logramos llegar a ella por dentro de la nave podríamos abrirla sin problemas. — se palmeó las manos — ¡Bueno! Te seguimos, Briaeros.

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Según nos acercamos a las cuevas me adelanto para investigar, aprovechando mi capacidad de movimiento superior. Me acerco a una de las entradas para mirar dentro y entonces sucede: un pequeño desprendimiento de tierra que va directo a mis ojos.

Joder exclamo en ese momento mientras me doy la vuelta frotandome los ojos. Medio cegado por el polvo que se ha desprendido busco el odre de agua para echármelo en la cara y poder limpiar mis ojos.

Por desgracia ahora no veo nada, así que me temo que no puedo guiaros comentó mientras intento recuperarme de tan desafortunado accidente.

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Halberd, que iba más atrás, por fin llegó a las cavernas. Al entrar, le dio una palmada a Equilibrium en un hombro. Al principio se había asustado, pero luego comprendió que sólo había sido polvo al desprenderse, y no parecía grave.

— No te preocupes amigo, me adelanto con Briaeros a ver si hay algo...

Y dicho eso, Halberd continuó siguiendo al cyborg grandote cuevas adentro. Seguía dándole vueltas a la exclusa de descontaminación, en esos momentos que ya sí tenía energía. Una maravilla sin lugar a dudas, pero que en realidad esperaba no tener que usar. Aunque seguro que era fascinante...

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Tras bloquear sin querer el paso de Briaeros, Halberd carraspeó y se apresuró con toda su parsimonia a volver sobre sus pasos y adentrarse en el otro túnel. Por allí le había parecido que estaba Alexa, y efectivamente allí la vio apenas giró el recodo. Asustada en la oscuridad. Tremendamente rara esta Alexa. Pero bueno, Alexa era rara. Y si algo raro era lo normal, dejaba de ser raro, suponía el enano.

Se acercó a la mística y la agarró suavemente de un brazo:

— Eh, Alexa. Soy yo. ¿Estás bien? ¿Qué haces aquí? ¿Has visto algo? — le susurró.

Mientras tanto él, con su vista de enano acostumbrado a ver en la oscuridad mejor que bien, miró un poco alrededor sin ver nada más que una caverna. Muy conseguida para ser artificial, por otro lado. Entonces empezó a divagar. ¿Utilizarían una máquina para darle forma a las rocas, o sería un operario con un cincel neumático? Entonces, si los operarios eran como los esqueletos que habían visto con cuatro brazos, podían llevar varios a la vez. Acelerarían el trabajo, lo que le parecía muy práctico.

Cuatro brazos... Se pasó la mano por la perilla, pensativo. Si tenía tiempo y materiales quizás pudiera fabricar algún día unos servobrazos auxiliares que salieran de una mochila y que pudiera controlar a voluntad para ayudarle en el taller... Aunque bien pensado, Briaeros ya cumplía esa función. Ambos serían una ayuda eficiente y silenciosa. No obstante, archivó la idea en su cabeza.

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B8. Cuevas Kasatha:

Antes de que la nave se estrellara, la tribu Kasatha vivía en este entramado de cuevas, pero desde su reanimación como una tribu de no muertos, no han regresado. Durante un tiempo, las cuevas sirvieron como hogar para algo de la vida animal superviviente del hábitat, pero sus restos desaparecieron hace mucho. En las cuevas hay restos de herramientas y armas dejados atrás por una sociedad primitiva de cazadores-recolectores, y aquí y allá, hay piunturas en las paredes de las cuevas que muestran a humanoides de cuatro brazos cazando extras criaturas del desierto.

B9. Antigua guarida alienígena:

Varios extraños fragmentos de conchas y trozos de hueso yacen esparcidos por el suelo de esta gran cámara. Antiguas pinturas rupestres de humanoides de cuatro brazos y extraños animales decoran las paredes, pero hacia el sur hay una pintura particularmente inusual que parece como una forma oblonga ardiendo en el suelo sobre varias figuras de cuatro brazos arrodilladas.

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Halberd andaba mirando las pinturas rupestres. No le atraían demasiado. Muy primitivas, aunque bueno, tal vez respondiera algunas preguntas... No sabía cuales, no obstante. Se disponía a seguir a Briaeros y Equilibrium, dejando atrás a Alexa, cuando el grito de ésta le alarmó.

Pero al girarse no la vio a ella, sino una concha que se desenterraba y de la que salían varios tentáculos rojizos. El corazón le dio un vuelco. Quiso gritar, pero de su boca solo salió un hilillo de voz. Bastante asustado, retrocedió y alzó la ballesta para disparar, pero en el tiempo que tardó en hacerlo Equilibrium pasó como una exhalación por su lado. Lamentablemente, el virote disparado se perdió estrelló en la pared de la caverna, al fondo.

¿Dónde estaba el Briaeros? ¡Le necesitaban! El enano hinchó los pulmones de nuevo para intentar gritar y llamar al alemán. Él podría atravesar a esa cosa con su florete sin sufrir daño. O eso esperaba, porque Equilibrium ya había recibido un buen golpe.

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Todo estaba tranquilo, este nuevo "Grupo Suicida" tan sólo debía de ocuparse de posibles cabos sueltos que hubieran pasado por alto al grupo principal.

En un momento dado, Alexa se quedó rezagada, sola y a oscuras en una cueva. Entonces, todo pasó. De debajo de las arenas brotó una enorme monstruosidad con tentáculos golpeadores, zarcillos succionadores de sangre, y un cuerpo abotargado oculto en un caparazón rocoso, más propio de una criatura del desierto que de una criatura marina.

La criatura golpeó con fuerza a Alexa, una y otra vez, estrangulándola finalmente hasta la muerte, pese a los infructuosos intentos de sus compañeros por ayudarla. Equilibrium sufrió daños, Briaeros pudo ensartar el grueso caparazón gracias al florete mágico iluminada por el misticismo de la Medium, y finalmente dos dardos de fuerza mágica de Halberd fueron los que abatieron finalmente a la criatura con caparazón, demasiado tarde para salvar a Alexa.

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Lo había intentado, pero había fracasado. Todavía escuchaba el grito aterrorizado de Alexa y cómo había tratado de defenderse de los gigantescos tentáculos, infructuosamente, hasta que estos la habían estrangulado. Todo había pasado demasiado deprisa.

Cuando él mismo gritó pidiendo auxilio, Briaeros ya estaba ensartando el monstruo. Cada vez que hundía el florete de Agrio en el caparazón se iba la luz, pero volvía enseguida cuando lo sacaba. Para Halberd eso no era un problema, porque él veía muy bien en la oscuridad. Pero los demás no, y por eso ahora su ballesta también brillaba. Apenas recordaba haber estado pensando en fabricar alguna especie de reflector para acoplar en la ballesta, de forma que pudiera direccionar el haz de luz mágica y así crear una especie de linterna táctica.

Pero todo había pasado demasiado rápido, y Alexa ahora yacía inerte entre los tentáculos desparramados sobre la arena. No pintaba nada bien, pero Alexa no podía estar muerta. Estaba herida, sólo muy herida.

Está muerta.

No. Era su amiga. Un poco rara, y a veces espeluznante y desagradable, especialmente cuando era poseída. Pero su amiga, al fin y al cabo. Por algo había pulsado el botón de su cápsula para sacarla de allí.

Los amigos también mueren, ya deberías saberlo.

Se acercó aterrorizado con la mirada fija en el rostro de Alexa, que estaba desencajado por el estrangulamiento. El silencio había caído pesado sobre ellos en la pequeña cueva. Se arrodilló junto al cadáver a punto de tocarlo, pero no se atrevía. Él había insistido en investigar aquel sitio, y ahora ella...

— ¿Está muerta...? — se oyó decir, incrédulo.