Partida Rol por web

Esperaba la respuesta de Luidl y casi adivino con exactitud sus palabras temiendo lo peor ante la llegada del enemigo a las trincheras. Luego en consecuencia a las órdenes recibidas voy en ayuda de Ziska para asistir la munición a la ametralladora tras dedicar una mirada al superior en búsqueda de uniformes comunistas. Gracias a dios la dispensadora de muerte funcionaba de maravillas pese al enorme frio y pronto comenzó a escupir muerte en todas direcciones hacia las siluetas de enfrente que rápidamente se desploman regando de sangre la nieve– Mándalos al infierno Ziska, allí hay espacio para todos. Nosotros vamos al final. - 

Esperaba la respuesta de Luidl y casi adivino con exactitud sus palabras temiendo lo peor ante la llegada del enemigo a las trincheras. Luego en consecuencia a las órdenes recibidas voy en ayuda de Ziska para asistir la munición a la ametralladora tras dedicar una mirada al superior en búsqueda de uniformes comunistas.  

¡Malnacido niñato! ¿Acaso busca la cruz de hierro postuma?  Esto ya es demasiado. Algo tengo que hacer o nos mataran a todos por su culpa. Pero yo no soy un asesino… pero si los rojos llegan a la trinchera una bala perdida podría arrebatarle la vida… tal vez no tenga que mover un dedo.

Gracias a dios la dispensadora de muerte funcionaba de maravillas pese al enorme frio y pronto comenzó a escupir muerte en todas direcciones hacia las siluetas de enfrente que rápidamente se desploman regando de sangre la nieve. – Mándalos al infierno Ziska, allí hay espacio para todos. Nosotros vamos al final. – 

Philipp acabó de cambiarse y acudio a defender con los demás. Las lineas rusas se aproximaban y miraba constantemente a la derecha, temiendo mas que los cogieran desprevenidos por el flanco antes de que les desbordasen frontalmente. Esto pinta mal. Todos bajo la roca rápido. Abandonen su armas. ¡DAVAI, DAVAI! - empezó a hablar en ruso. Mas valía que funcionase o la soga haría su trabajo. Hans, usted el penúltimo y yo el último. Tire su subfusil alemán. Ahora es usted ruso y el resto nuestros prisioneros.

La tercera oleada rusa se acerca. Abris fuego a discreción contra hombres que caen a menos ya de 25 metros de vuestra posición. Las granadas estallan frente a vosotros y una de ellas penetra en la trinchera estallando dentro pero lejos de vosotros. Algunos refuerzos abren fuego desde otras posiciones más al fondo en vuestra retaguardia, pero nadie se acerca a apoyaros en la linea. El desenlace es inminente. No aguantareís mucho mas.

- Preparad las granadas de mano... Se nos echan encima.- Por si acaso el tiene a mano su mauser.- No ha sido un placer, muchachos.

-Bajo la roca ¡YA! Tirad las armas y todos a la roca inmediatamente- Suelto mi subfusil y salgo corriendo a la abertura buscando la mejor posición para que mis compañeros vayan escondiéndose.

En cuanto entre el último, menos los disfrazados de ruso, me meto yo también e intento ocultarnos a todos un poco más.

John parece dar ordenes, lo achaco al estrés de la visión de los rusos atacando como bárbaros en la antigüedad, mas su numero no parece tener fin, oigo las palabras de Philipp como apagadas y sin fuerza por el ruido de explosiones y disparos, pero se perfectamente lo que tengo que hacer.
Así que apunto con mi Subfusil, y descargo todo el cargador para por ultimo agachar la cabeza y mientras tiro el Subfusil y cualquier otro cargador que tenga, corro hacia donde esta Philipp y los demás entrando en la roca.

La marabunta caqui avanza sin cesar y parece no tener fin por mucho que disparemos sobre ellos. Al fin la ordenes de Luidl dan una posibilidad de salvar nuestros traseros. Inmediatamente arroja sus armas al suelo y corre hacia la roca. Solo lleva consigo el cuchillo de combate. - ¡Mierda carajo! - exclamo en Español antes de entrar al hueco.

Tras las ordenes de Phillip Hans tiró su MP40 y tomo el subfusil ruso. No le gustaba… acostumbrado a su arma alemana se sentía raro con aquello en sus manos. Pero seguía teniendo el mismo funcionamiento, por lo que no tendría que hacer un cursillo para poder usarlo.

Empezó a darle palmaditas a sus compañeros en la espalda para que se dieran prisa mientras llegaba a la entrada del agujero en la roca y se disponía a esperar a que llegaran los rusos.

Solo podía confiar en el buen criterio de su Phillip a la hora de planear todo aquello. 

Mientras los demás iban colocándose debajo de la roca, yo terminé de vaciar el cargador. Con calma, respiré hondo, apunté y disparé. Mis cinco últimos cartuchos. Uno a uno fueron cayendo al suelo abatidos por los disparos.

Con mucho recelo posé contra el espaldón de la trinchera mi querido fusil y me reuní con los demás debajo de aquella roca.

- Espero que sepas lo que haces, Philipp. Le dije al llegar junto al resto del pelotón.

Cojo la ametralladora y corro al agujero de la roca.

- A ver, esto es una demencia todo. ¿Cómo nos vamos a hacer pasar por rusos con ropa llena de sangre? Vale que luchan hasta la muerte, pero no más allá. ¿Y cómo preguntamos donde está el cabrón ese, si no hablamos ruso? Sería más fácil decir que no hemos podido cruzar las líneas enemigas.

Una vez dentro del agujero, con la relativa seguridad que me da estar a cubierto, me doy cuenta de lo que he hecho. Entonces me acerco a von Bray

-Señor, siento mi actitud anterior, con los bombardeos y el ataque suicida he perdido el control de mí mismo y he actuado por puro instinto, volviendo a ser el suboficial que durante tantos años he sido.

A continuación miro al suelo abochornado -Sé que no es escusa, mi comportamiento es incalificable y con sumo gusto asumiré cualquier medida disciplinaria que considere necesaria, cuando lo considere oportuno.

Vamos dentro - fue todo lo que acertó a decir. Agarró fuertemente a Von Bray y le obligó a entrar bajo la roca mientras el hacía lo propio. Confiaba en que nadie quisiese asomar las narices bajo la roca o aún peor, lanzar una simple granada dentro de aquella ratonera. Las bengalas habían convertido la nochje en día, pero seguía siendo de noche. Si había suerte pronto podrían moverse en la oscuridad.

Pronto las tropas sovieticas alcanzan las posiciones abandonadas. Al no recibir fuego directo muchas de ellas saltan simplemente por encima de la trinchera avanzando hacia el siguiente punto de defensa en vuestra retaguardia. Los comisarios empujan a los hombres. Podeis oir multitud de pasos que avanzan entre el crepitar de los subfusiles a vuestro lado. Pasa casi media hora antes de que el flujo de hombres decaiga. Las bengalas siguen convirtiendo la noche en día, pero lo hacen más al norte, en vuestra retaguardia.

Philipp asoma la cabeza. Se ven grupos de hombres dispersos sobre el Don, que se ha convertido en un campo de cadaveres, pero son solo sombras que se desvanecen fugazmente. Un poco más al este una columna sin fín de soldados avanza ordenadamente hacia el frente junto con vehículos motorizados. Philipp vuelve al interior. Podemos buscar más uniformes y una buena escusa para avanzar en la dirección equivocada o podemos hacerles pasar por prisioneros que son llevados a interrogar. No puedo ordenarles que se pongan un uniforme enemigo, así que aceptaré lo que cada uno considere. Quizás el simular que llevamos prisioneros sea una buena escusa para alcanzar la otra orilla del Don. Una vez allí pronto amanecerá y tendremos que ocultarnos o buscar uniformes más discretos.

25 DE NOVIEMBRE DE 1941

4:00hs - POSICIONES ATRINCHERADAS AL OESTE DE ROSTOV - 29ºC BAJO CERO - SIN LUNA

Paul juega con su pipa llena de escarcha mientras expulsa vapor por su extremo. Se encuentra pensativo hasta que finalmente responde tras las palabras de su superior. – Con todo respeto Luild en su plan existe una dualidad que nos llevara al paredón o a la horca. Podríamos pasar por prisioneros pero si los comisarios hablan con ustedes dos pronto se darán cuenta que no son ruskis y el plan se va al retrete. Por otro lado si todos vamos de ruskis con lindos uniformes color caqui tal vez haya menos preguntas pero igual nos meterán una bala en la cabeza. – pronto una idea un poco alocada pero tal vez genial llega a mi. - ¿y si conseguimos uniformes de la NKVD o de los queridos “kameraden komisar”? pero sin importar lo que usted decida creo que deberé llevar mi botiquín. Podríamos necesitarlo. – afuera la noche tiñe de negrura el Don. El momento es ahora. 

Al menos un uniforme de comisario, el resto podríamos ir de Ruskis normales, porque si vamos de Ruskis sin comisario igual nos pegan un tiro por volver del frente y sin decir ni mu.

Escucho atentamente la propuesta de Paul y asiento con la cabeza -Sería una buena solución, difícil, pero buena solución... Aunque mientras encontramos y eliminamos a ese comisario, creo que por ahora debemos cruzar el río con lo que tenemos: uniformes para los que sepan ruso y el resto de alemanes prisioneros.