Partida Rol por web

Con el guardia fuera de combate, cogí el fusil y la pistola y le entregué esta a Bianca. Ahora estábamos armadas... y éramos peligrosas. Puede que consiguiésemos huir y puede que no, pero nos llevaríamos a quien hiciese falta por delante.

-Venga, vamos -dije, saliendo por el pasillo. Contuve una punzada de dolor justo cuando pasábamos por delante de una habitación en la que había alguien que, al contrario que nosotras, se lo estaba pasando bien. No dije nada; no estaba de humor para eso.

Bianca conocía el lugar y estableció un plan rápidamente. El hecho de que me llamase "cariño" hacía que me derritiese y olvidase en dónde estábamos, pero mi parte entrenada, recuperó rápidamente el control y bajamos las escaleras sin perder tiempo. 

Ahí fue en donde se acabó nuestra suerte. Había dos guardias hablando en la cocina y también venía más gente, y al hacer por esconderme, tiré al suelo una puta olla.

-¡Mierda! 

Así que salí del escondite y empecé a disparar.

-Venga, corre! -le dije a Bianca, cubriéndola sin dejar de disparar.

La intentona de pasar desapercibidas fue un estrepitoso fracaso y decidiste ir por la vía rápida, los guardias no se lo esperaban, así que como el propio instinto humano de superviviencia ordena, se apartaron de vosotras para buscar covertura, algo que os daría unos preciosos segundos que os podían separar varios metros de ellos.

-No pares! sigue recto hasta esa linde y gira a la izquierda-gritó Bianca mientras te esperaba, no pensaba dejarte sola ahora que te había encontrado de nuevo, así que siguió pegada a tí guiándote por dónde debías de correr-¡DISPARAD, NO DEJÉIS QUE ESCAPEN O NATASHA NOS CORTARÁ LOS HUEVOS!-gritó uno de los hombres. De repente oísteis como las balas comenzaban a volar hacia vosotras y pequeños puñados de tierra saltaban a vueltro alrededor, pero contábais con la oscuridad de la noche y aquellos disparon salían desviados, menos uno-¡AHHH!-Bianca cayó al suelo, una bala le había atravesado el gemelo limpiamente, pero el dolor lacerante la hizo caer-¡Duele, duele mucho!-gritó entre sollozos alargando su mano con desesperación hacia tí mientras las balas seguían impactando en el suelo y oíais los silvidos de las mismas sobre vuestras cabezas. Ahora que te había encontrado no quería perderte, no quería morir, pero el miedo a ello era patente en su mirada.

La linde estaba a pocos metros, pero debíais llegar, o no llegaríais vivas al siguiente amanecer.

Nuestra suerte se había acabado. En cuanto nos descubrieron, todos se nos echaron encima, temiendo más a la propia Natasha que a nosotras. Cada vez llegaban más y también sus disparos eran más certeros, hasta que uno de ellos acertó de lleno sobre Bianca. Al verla caer al suelo, gritando de dolor por la herida que le había hecho en la pierna uno de los disparos, supe que se había acabado.

Me acerqué a ella corriendo, sin dejar de disparar, sabiendo que nuestras oportunidades se había reducido drásticamente. La miré durante un segundo, que pareció una eternidad, acaricié su mejilla y disparé otra ráfaga, antes de mirar mi arma.

-No nos atraparán, Bianca, nunca jamás. Nunca he querido a nadie más que a ti y ni volverán a separarnos jamás -le dije, mirándola directamente a los ojos y enseñándole la recámara del arma. Llegado el caso, y sabía qué haría con las últimas dos balas.

A continuación la agarré con fuerza y tiré de ella hasta colocarla en pie, y empecé a correr con ella a cuestas hacia la salida. Me imaginé a mí misma siendo atravesada por una bala tras otra, y también Bianca, pero misteriosamente, me sentí feliz de pasar mis últimos momentos en aquel planeta de mierda a su lado.

Al final, todos debíamos morir. No importaba cómo ni cuándo, sino al lado de quién.

Disparaste hacia aquellos bastardos sin mucho éxito ya que tú mayor esfuerzo estaba concentrado en ayudar a Bianca a levantarse, la pobre ya de por sí estaba famélica y aquella herida le había hecho flaco favor a sus exiguas fuerzas, pero aún así, conseguiste alzarla y comenzasteis a andar lo más rápido que pudisteis. Tras un último vistazo hacia atrás viste como algunas luces de la gran casona se encendían, sin duda todos aquellos disparos habían despertado a los que estaban plácidamente dormidos, entre ellos a Natasha, abriendo la terraza principal en la planta superior.

Vuestras miradas se cruzaron y el gesto que tenía aquella loca era algo más allá de lo normal, furia, odio e incredulidad reflejaban su cara-¡SERA MEJOR QUE LAS COJÁIS U OS CORTARÉ LOS HUEVOS A TODOS!-exigió gritando con una voz potente que parecía imposible salir de ella, llegásteis a duras penas a las lindes de aquel bosque medio muerto y el sonido de motos arrancando llegaron claramente a vuestros oídos. Os iban a cazar como si fuérais vulgares animales.

Eran demasiados y Bianca simplemente ya no podía caminar. A pesar de todos nuestros esfuerzos, de la desesperación, tener a la visa un futuro, por vez primera, con cierto sentido, y de estar juntas, supe que no íbamos a conseguirlo.

Tiré de ella como pude sin dejar de disparar hasta que el arma se me encasquilló y me di cuenta de que ya no teníamos muchas opciones, solo una realidad.

Correr...

Quizás yo pudiera salvarme sola, dejando a Bianca a su suerte, abandonándola y usándola como cebo, pero eso era algo que estaba fuera de toda discusión. Ya ni siquiera sentía odio por Natasha. Era simplemente incapaz, porque lo había sustituido por la desesperación que me llenaba por salvar a Bianca. Ahora estaba solo ella y no había lugar para nadie más.

Desesperada, volví a tirar, haciendo un último intento por escapar, antes de tomar la decisión final.

La situación se complicaba y mucho, el subfusil se encasquillo y ya solo te quedaba la pistola para defenderos, al menos ahora tenías un peso menos en un brazo, pero esos motores se acercaban, dos tíos en sendas motos de montaña entraban en el bosque tras vosotros esquivando los grandes troncos como podían, pero bien fuera por los nervios de la nueva amenaza de Natasha de terminar como eunucos o por la reinante oscuridad, el primero se estampó contra un tronco abriéndose el cráneo como un melón muriendo en el acto.

El segundo que iba detrás y por no tragarse el mismo árbol hizo un quiebro repentino a la izquierda, lo que le hizo cruzarse con una gruesa rama, la rueda delantera se trabó y el piloto cayó al suelo con fuerza, oísteis sus gritos, pero nada más, eso era lo que menos te importaba. Habíais ganado un tiempo precioso, aún quedaba esperanza, pero hasta cuándo?

Por primera vez, a pesar de nuestra mala fortuna, vi que teníamos una oportunidad real, pero todo pasaba por conseguir una de las motos que se habían quedado solas y usarla para escapar a toda velocidad. Bianca estaba bañada en sudor por el esfuerzo, con una mano presionando la herida, que continuaba sangrando y que sabía que podía convertirse en un problema si no salíamos de allí pronto.

No tenía otra opción. La cogí y la empujé contra uno de los árboles.

-Quédate aquí -le dije, aplastando sus labios con fuerza, con los míos, y dándole la pistola, para salir disparada a toda velocidad hacia la moto que estaba en el suelo.

Tuve suerte y llegué sin contratiempos antes de que el desgraciado que la llevaba o cualquier otro pudiera hacer algo para impedirlo. Me coloqué sobre ella, la levanté y la arranqué. Después, giré el acelerador y llegué hasta Bianca.

-Venga, sube.

Apretando los dientes por el dolor, pero sin protestar, Bianca levantó la pierna y se subió con un pequeño salto. Después, se agarró a mí, con fuerza, y echó su cuerpo sobre mi espalda. Su vida, dependía de mí.

-Saldremos de esta, te lo prometo -le dije, antes de volver a darle al acelerador y lanzarnos hacia delante.

El dolor era casi insoportable, parecía como si un cristal al rojo hubiera traspasado mi pierna y siguiera quemando aunque ya no estuviera allí lo que hacía que cada paso que daba se convirtiera en un suplicio y aún con la ayuda de mi amada, ella ya tenía suficiente con intentar repeler el ataque de aquellos cabrones.

Hasta ahora habíamos conseguido sobrevivir pero sabía cómo era Natasha, implacable con sus presas y que rara vez dejaba escapar hasta que más mataba o se cansaba de ellas y con mirar una sola vez a la mujer que creía muerta entendí lo que tenía pensado hacer antes de que nos atrapasen, acabar con nuestras vidas y de hecho eso sería lo que yo haría con tal de que la zorra de la sanguinaria no nos atrapase con vida-arg... está bien, aquí espero..- gruñí mientras mi amada salvadora parecía ir a recoger una de las motos. Aproveché aquellos instantes para llevar los dientes a mi camiseta y arranqué un trozo alargado de tela para utilizarla de venda improvisada dejando mi abdomen y ombligo al aire, rodeé la herida y con un lazo fuerte comprimí el sangrado, notaba como la debilidad me acechaba y si quería vivir debía de aguantar como fuera.

Tras aquella exigua cura de urgencia vi como ella se acercaba a lomos de una moto, como mi salvadora y una tenue sonrisa apareció en mi boca-si...voy..- gruñí mostrando un gesto de dolor y aún con los pinchazos lacerantes de mi pierna subí a la moto, me agarré a su cintura lo mas fuerte que pude y noté como la inercia me tiraba hacia atrás, así que pegué mi cuerpo a ella y la abracé, aunque ella había sido atrapada, al final había sido mi salvadora, mientras comenzábamos a movernos entre los árboles escuché una voz que se alejaba cada vez más-¡bastardas hijas de perra, os encontraré y despellejaré vivas!-juraría que era la de Natasha, o quizás era el agotamiento y solo era voces aterririzadas en mi cabeza...no estaba segura, lo único que sabía con certeza es que la única mujer a la que había amado y me había hecho sentir segura volvía a estar a mi lado y con eso bastaba. Los árboles se desplazaban ante mis ojos a gran velocidad casi de forma borrosa, lo que extrañamente me tranquilizaba pues sabía que cada vez estábamos más lejos de aquella zorra y de todo aquel sin sentido. Había que alejarse, mucho, cuanto más mejor, desaparecer...

No sé cuanto tiempo transcurrió antes de que me detuviese. El viento azotaba mi rostro como si hubiese conseguido por fin la libertad, aun sabiendo que no era así, porque Natasha nos perseguiría hasta la muerte. Pero habíamos conseguido escapar de sus garras, las dos, Bianca, mi amor, y yo.

Se me hacía complicado pensar en Iván, dado que me sentía feliz por el encuentro que había tenido lugar, hasta el punto de que me resultaba casi imposible sentir tristeza. Pero su cabeza explotando aún rondaba en mi recuerdo y dudaba que fuese al olvidarlo alguna vez.

Sentí a Bianca removiéndose a mi espalda. Sus manos se reajustaron bajo mis pechos para no caerse y su mejilla estaba apoyada como si no hubiese ninguna ropa entre las dos. Por un momento, me permití el lujo de sentirme feliz y a salvo, como si estuviese dirigiéndome hacia un futuro que no estaba escrito.

Pero ella estaba herida; yo, agotada; y para escapar de Natasha necesitaríamos todas nuestras fuerzas. Así que cuando vi un lugar en donde descansar, me oculté detrás de unos árboles y me detuve. Bianca casi cayó en mis brazos, medio desmayada, débil pero con una sonrisa al ver que la agarraba a tiempo.

-No te preocupes, no te dejaré caer -le dije, algo que antaño le repetí alguna que otra vez como si fuese nuestro mantra particular, fruto de una ocasión en la cual, escalando un muro, estuvo a punto de precipitarse al vacío. Al oírme, recuperé a la mejor Bianca posible y me incliné para besarla con ternura -. Ahora, veamos esa pierna.

Mis habilidades médicas dejaban mucho que desear, así que preferí no tocarla. Aunque no fuese una herida grave, no dejaba de ser una herida que provocaría la pérdida de sangre y si no conseguíamos detener la hemorragia, sabía que no sobreviviría.

-Tengo que llevarte a algún sitio en donde te puedan curar. Debemos seguir -le dije, pensando en toda la gente que me había ayudado. 

Después de aflojar el improvisado torniquete que se había hecho, volví a colocárselo. Por mucho dolor que me causara verla así, no podía aflojar ahora, así que volví a ponerla en pie.

-Te quiero y no puedo perderte de nuevo. Te llevaré a alguien que pueda curarte y después nos marcharemos de aquí para siempre. Prefiero arriesgarme en cualquier otro lugar que no tenerte conmigo. Así que aguanta, ¿me has oído? Tienes que aguantar.

Sin poder evitarlo, las lágrimas empezaron a caer por mi rostro y solo pude ocultarlas abrazando con fuerza a Bianca. Había perdido tanto, que sabía que si no conseguía retener a Bianca conmigo, con vida, sería el fin. No estaba dispuesta a continuar viviendo sin ella. Lo había decidido.

Así que la llevé de nuevo a la moto, la ayudé a montarse y arranqué de nuevo.

Aguanta, cariño. Aguanta.

¿Habían pasado horas, minutos o días? Era una sensación extraña la que ocupaba mi cabeza, había caído en una especie de letargo que aún permitiéndome dormitar no había soltado las manos del cuerpo de Nadia en ningún momento. Entonces sentí como el motor bajaba de revoluciones y la moto deceleraba, abrí los ojos cansada, casi agotada, seguramente por la pérdida de sangre pero aún así parecía que había dejado de manar al menos temporalmente. Nadia eligió un lugar apropiado tras unos árboles y se esmeró al máximo para bajarme de la moto provocándome el menor dolor posible-Sé que no lo harás, siempre nos hemos apoyando la una a la otra y nunca nos hemos fallado cielo-dije acariciando con dulzura su mejilla y sonriendo tanto como podía recordando aquella situación que pudo terminar fatal pero que tuvo un buen final, sentía mi cuerpo desfallecer pero no podía mostrarle a Nadia más síntomas de que estaba en tal estado de agotamiento, sin duda ella también estaría cansada y no podía permitirme ese lujo.

Me senté con su ayuda en un lugar cómodo con la espalda apoyada en un árbol cubierto de musgo lo que me aportó cierta comodidad, había que ver la herida por mucho que yo quisiera evitarlo-Está bien, pero no puede ser para tanto-dije quitándole hierro al asunto, pero lo cierto era que al quitar el pedazo de tela mugrienta la herida seguía sangrando, no con la misma abundancia, pero sangraba y eso era lo peligroso-Joder...- mascullé mirando a los ojos de mi amada que comenzaban a llenarse de lágrimas por la impotencia de no poder curarme, alcé mi mano volviendo a acariciar su mejilla manchada por la suciedad enjugando sus lágrimas-shhhh, tranquila cariño, no me vas a perder ¿de acuerdo? Ya sabes que soy más dura de lo que parezco y aún tengo mucha guerra que darte- contesté con un cálido guiño de mi ojo-durante todo éste tiempo habrás hecho algún amigo ¿No? Quizás nos puedan ayudar y... curarme...- contesté notando como la debilidad volvía a atacarme, no teníamos ni comida ni agua, necesitábamos ayuda, urgentemente.

Sin perder tiempo Nadia volvió a subirme a la moto y emprendimos camino nuevamente, no sabía dónde me llevaba, pero mientras estuviese a su lado, sería feliz y eso para mí, era más que suficiente.