Partida Rol por web

Iván cogió la carta y la leyó-Hijos de puta...pobre mujer..ella no se merecía ésto-dijo tu amigo apoyando el puño en el suelo mientras negaba con la cabeza lentamente. Por mucho que hubiéseis visto, escenas como aquella eran habituales y nunca terminabas de acostumbrarte a ello-a veces pienso que nos está bien empleado todo ésto...mira de lo que es capaz el ser humano-dijo con cierta amargura, apretó la mandíbula dejando de nuevo la carta bajo la momificada mano de aquella mujer para luego mirarte, al ver que te acercabas al calendario fue tras de tí y se frotó la barbilla echando un vistazo rápido a la caja fuerte de nuevo.

-Uhmmm, esa caja fuerte es de cuatro dígitos...espera..mira ¿ves esos días?-dijo señalando cuatro días en concreto de aquel mes, los días 1, 4, 6 y 9 estaban rodeados con un círculo rojo hecho a mano-creo que esos cuatro números son la clave, vamos a meterla en la caja fuerte, creo que eso la abrirá-dijo animado, la excitación de saber que es lo que hay dentro y si sería algo jugoso era patente en ambos, seguramente sería otra baratija, pero cualquier cosa os valía para seguir vivos en ese infierno un día más.

Iván te dejó pasar para que tú hicieras los honores, te arrodillaste ante la caja fuerte e introdujiste en la rueda los números por orden y al girar la rueda por cuarta vez oísteis el clásico "click" de que la cerradura había sido desbloqueada. Abriste la pesada puerta poco a poco excitada por el posible tesoro, pero lo que encontrásteis fue sólamente una pequeña caja forrada de piel. La sacaste con cuidado fuera y la abriste con el mayor de los cuidados viendo con espectación que había en su interior.

En su interior había dos simples objetos, un reloj, pero éste era de pulsera y de oro, tenía un color dorado sucio, pero era oro sin duda y junto con él un anillo de de oro también, de casado, o al menos eso parecía, porque no había fecha, solo una simple frase "Te quiere, Katia", quizás sería de..compromiso. El reloj lo mirásteis con más detalle y al darle la vuelta en el dorso había un pequeño grabado "Mi corazón viaja contigo todo el tiempo". Eras dura, pero algo notaste en el pecho... eso llegaba a cualquiera.

El recuerdo de una vida de amor, o del amor de una vida. Era una de las pocas cosas que podía conmoverme y hacer que viese los objetos más allá de su valor.

Pero más allá de aquello, estaba el día a día. Cerré la mano alrededor del anillo, no porque pensara en todo lo que podían darnos por él, sino por lo que significaba para su propietaria. En la otra mano, tenía el reloj, algo mucho más superfluo. Lo tuve claro.

-Vendemos el reloj, pero no el anillo. El anillo se queda conmigo -dije, sin posibilidad de discusión y guardándomelo en un bolsillo del pantalón. Aquello quizás no fuese mío, pero podía haberlo sido... en otra vida. Y lo deseaba. Deseaba tener algo que fuese humano por una vez, que hiciese recordar lo que no tenía.

Después me giré.

-¿Seguimos con las otras puertas? -sugerí, rearmándome y haciendo ver que ya había pasado página, que no importaban ni Katia ni Nikolai, ni nada que no fuésemos nosotros. De haber sido capaz de llorar, lo habría hecho, pero hacía ya demasiados años que había perdido esa habilidad o más bien, que había permitido que mis sentimientos afloraran con tanta facilidad.

No podía llorar... aunque podía sentir.

Mientras mirabas con atención ambos objetos Iván se quedó en silencio, mirándote, sabía que algo pasaba por tu cabeza, pero tú no eras una mujer de compartir sentimientos alegremente y ni con Iván tenías tanta confianza. Si, le habías contado cosas de tu vida claro, pero otras...era más dificil de compartir. Asíntió ante tu petición de quedarte con el anillo- Él apoyó su mano en tu hombro-el anillo es tuyo novata, el reloj nos dará bastante-dijo con una apagada y triste sonrisa, aunque tú no hablases, los ojos nunca engañaban, pero aún así Iván no preguntó ni dijo nada más al respecto.

-Me parece buena idea, veamos las otras cuatro, quizás tengamos más suerte y encontremos alguna cosilla más-dijo casi susurrante. Se incorporó con un suave quejido apenas audible y se recompuso-pongámonos en marcha..-Iván también miró una última vez el cuerpo de la pobre Katia. Cuando salísteis de nuevo al pasillo pudísteis comprobar que de las cuatro puertas tres estaban abiertas y eran casi un calco de las demás, todo destrozado, abandonado y mugriento, pero había una que estaba cerrada. Parecía estar bloqueda por dentro o simplemente estaba echado el cerrojo, un detalle no se os escapó, la puerta estaba llena de arañazos, como si alguien de fuera hubiese querido entrar en aquella habitación...

Iván sabía bien cuando dar un paso atrás y mi mirada lo dijo todo, así que no obtuve por su parte ninguna resistencia para quedarme el anillo. 

Dejando eso aparte, volvimos de nuevo al lugar en donde estaban las puertas, y tras examinar tres de las habitaciones y comprobar que habíamos perdido el tiempo, nos encontramos con que una de ellas estaba cerrada...

-Mira los arañazos -le dije a Iván al ver las muescas en nuestra parte de la puerta. Eso me sugería varias cosas, como que allí, en donde estábamos nosotros, había habido algo de lo que huir y que en el otro lado, alguien se había ocultado, dejando a su suerte a los que estuvieran en nuestro lado.

Miré a Iván preocupada, aunque no tanto como para quedarme sin hacer nada.

Así que inspiré profundamente y después me lancé contra la puerta con todas mis fuerzas, cargando mi hombro.

Tiraste la puerta abajo como un verdadero ariete, la cerradura reventó y pudiste entrar en la nueva habitación no sin que Iván te cubriese la espalda con el rifle en alto listo para disparar, aunque al entrar pudísteis ver que no había amenaza alguna. Tras un primer vistazo no parecía tener nada especial, hasta que mirásteis tras una mesa de despacho que se había convertido en un pequeño fortín, encontrándose tirada ofreciendo su mayor superficie hacia la puerta.

Caminásteis con cuidado rodeando la mesa uno por cada lado y tras ella vísteis otro cadáver momificado-¿Pero ésto que mierda es, otro fiambre? desde luego éste lugar no se lleva bien con los vivos...-preguntó Iván extrañado, pero en él había algo diferente, era un stalker, aunque parecía que había muerto hace bastante tiempo por su estado, quizás un año. Rebuscásteis en sus pertenencias y lo único que vísteis interesante fueron dos cosas un papel arrugado metido en un bolsillo de su guerrera y un colt 45 1911 descargado, el pobre diablo se había pegado un tiro en la cabeza...

Iván cogió el papel y lo leyó en voz baja

Cita:

Cuando terminó de leer, te pasó el papel y cogió la pistola que descansaba al lado del muerto-es americana, es raro, la robaría seguro, está descargada pero con suerte quizás encontremos munición en algún bazar-dijo chasqueando la lengua mientras la guardaba en su mochila-No me mires así novata, tú te has quedado con el anillo-dijo con una media sonrisa mientras se ponía la mochila de nuevo.

-Vamos, salgamos de aquí, ya no hay mucho más que ver, además estár aquí dentro con éstos fiambres me pone enfermo-masculló mientras enfocaba con su linterna el camino por dónde habíais bajado a ese sótano. Desde luego Iván era el tío más duro que conocías, pero era supersticioso como muchos otros STALKER y cuando más muertos se encontraba en una incursión más incómodo se sentía.

Otro muerto... y otra carta, solo que esta vez, no se trataba de una voz que bien podía haber sido la nuestra.

-Iosef Tokarev -leí en voz alta, girándome hacia Iván -. ¿Lo conocías?

Iván recogió el arma y la guardó. Para nosotros, hasta eso podía ser motivo suficiente para llegar hasta allí. Entendía que lo hiciera y había que ser prácticos, pero creyó que se lo estaba recriminando. Cuando nombró el anillo, me enfadé, a pesar de que sabía muy bien que no había querido hacerme daño.

-Sí, yo me he quedado con el anillo -repliqué lacónicamente, girándome para mirar otra vez a ver si había más cosas.

Pero no es un anillo. Es una muestra de humanidad, ese aspecto que ya casi no conservamos y apenas recordamos, pensé para mis adentros, sin decirle nada.

Salimos de aquel lugar con la sensación de que no habíamos sacado nada bueno de aquel lugar. Una herida para Iván, un buen susto para los dos, y dos muertos de los que nadie recordaría, salvo quizás, yo. La vida era una mierda y tarde o temprano te caía encima.

Nuestro tiempo llegaría, sin duda.

Tu compañero de fatigas negó con la cabeza-No, no me suena de nada, de todas formas ya sabes, salen cazafortunas como champiñones pensando que ésto es pan comido y luego terminan así-dijo con ligera indiferencia. Iván había aceptado ya que cualquier día moriría en la Zona al igual que tú, solo que era cuestión de tiempo y lo único que podíais hacer era retrasarlo-venga, larguemonos de aquí, ya hemos perdido bastante tiempo- Iván tenía razón, se os había pasado el tiempo volando el encontronazo con aquella bestia mutada os había retrasado más de lo esperado.

Deshicísteis el camino andando cruzando varias frases sobre aquel lugar, el encuentro de los cadáveres y poco más hasta que llegásteis a la puerta de entrada, saliendo Iván antes que tú, todo parecía en calma.

-Bueno, al final Kolikov nos ha dado un soplo en medianas condiciones, yo creo que sacaremos un pico y podremos...¡mierda!- exclamó al ver la figura que había ante vosotros.

-Vaya vaya, mira a quienes tenemos aquí, Iván y su putita inseparable-dijo aquella mujer con mirada despiadada-¿Que tal estáis? Llevo una tiempo buscandoos-

Ella era Natasha Zukov "La sanguinaria", un mote bastante dramático y teatral pero la verdad es que se aproximaba mucho a la realidad. Nadie sabía de dónde había venido ni cómo había conseguido tanto, pero el caso es que era temida por la mayoría de los STALKER y nunca iba sola, seis hombres con sendas armas de gran calidad os apuntaban directamente a la cabeza por lo que poco podíais hacer-tenía ganas de echaros el guante, me habéis jodido demasiado, por deferencia a la putita no me importó que me robáseis un un par de chivatazos pero ya me he hartado, todo lo que hay en la Zona es mío y ya os habéis convertido en más que una molestia, así que... he decidido divertirme con vosotros-dijo con una sonrisa entre pervertida y asesina, realmente no sabíais como describirla, pero no era de alguien cuerdo, daba..miedo-Tirad las armas al suelo, ya- ordenó.

Con un pequeño botín, por llamarlo de alguna forma nos dirigimos de regreso sin mayores contratiempos, pero por supuesto, algo tenía que salir rematadamente mal o no estábamos donde estábamos.

-Vaya vaya, mira a quienes tenemos aquí, Iván y su putita inseparable. ¿Que tal estáis? Llevo una tiempo buscandoos.

Vaya, Natasha. 

Estamos bien, gracias. Pero no te des tantos aires. Eras mucho más zorra que yo -le respondí con una mueca de rabia.

Natasha era en sí misma un pequeño ejército, pero además llevaba uno con ella. Era una antistalker, una maldita ladrona que solo se preocupaba de conseguir, de la manera que fuese, todo lo que pudiera.

Y había llegado nuestro turno.

Rápidamente pensé en todo lo que llevábamos, aunque por estúpido que pareciera, solo me preocupaba una cosa. El anillo. Para mí, aquel anillo representaba mucho más de lo que era. Se trataba de lo que transmitía y de lo que significaba. Así que sin mediar palabra, solté las armas, me llevé la mano al pequeño bolsillo en el que lo había guardado y disimuladamente, me llevé la mano a la boca como para limpiármela... y de paso, metérmelo en la boca y tragármelo.

-La putita sabe responder... bueno, no me sorprende, Iván, siempre te has rodeado de mujeres bonitas y ella la verdad es que es muy guapa...si mueven un dedo matadlos-susurró sibilina mirando a los asesinos mientras caminaba hacia vosotros con una mirada heladora.

-Natasha, déjala ir, ella no tiene culpa, yo la llevé a esos lugares, yo soy el culpable, si quieres matar a alguien que sea a mí-dijo tu compañero con voz tensa mirándote de reojo.

Entonces La sanguinaria le miró-¿En serio crees que me voy a tragar esa chorrada? los dos sois igual de culpables, me habéis robado y me vais a pagar de una forma o de otra...-dijo poniendo una voz seductora, casi lasciva mientras deslizaba la palma de su mano por la mejilla de Iván a la vez que te miraba mordiéndose el labio inferior, sensual para luego mirar a sus compinches de forma fiera-¿Que os parece chicos, los destripamos aquí mismo o nos los llevamos a la base?-todos rieron a la vez al escuchar las palabras de Natasha y concordaron en que era más seguro "divertirse" con vosotros en su escondite-Vamos cacheadlos y quitadles todas las armas- ordenó con una diabólica sonrisa-y metedlos en las jaulas- finalizó.

Cuatro de los hombres cumplieron las órdenes al instante despojandoos de vuestras armas y mochilas. Hasta ahora no os habíais fijado de que había una camioneta en cuya zona de carga trasera había dos grandes jaulas que antiguamente habían sido para algún tipo de animal grande pero que ahora se habían convertido en celda de transporte improvisada...¿Donde os llevaban? No teníais ni puta idea, pero vuestro futuro era muy negro ahora mismo...

No esperaba que Natasha se achicara, así que no me sorprendió ni intimidó su respuesta. Ella tenía las de ganar y lo sabía. Por mucho que Iván intentara quitarme de allí, ni ella lo iba a permitir... ni yo tampoco.

-Natasha, déjala ir, ella no tiene culpa, yo la llevé a esos lugares, yo soy el culpable, si quieres matar a alguien que sea a mí-dijo tu compañero con voz tensa mirándote de reojo.

-¿En serio crees que me voy a tragar esa chorrada? los dos sois igual de culpables, me habéis robado y me vais a pagar de una forma o de otra...

-En primer lugar, yo puedo decidir por mí misma así que no, gracias. Haré lo que quiera y ahora mismo lo que quiero no es dejarte aquí. Y en segundo lugar,  guaaauuu, chica. Si se ve a kilómetros de distancia que estás loco por él, así que por qué no dejas toda esta mierda de uy, me habéis quitado mis cosas y os voy a matar, etcétera, etcétera, y te echas un buen polvo con él, que lo estás pidiendo a gritos -le dije moviéndome sinuosamente, mientras nos cacheaban. Sin armas, y sin duda, encerrados, poco podríamos hacer, pero siempre habría una oportunidad, incluso dentro de aquella jaula. De todas maneras, estaba bastante segura de que lo que había dicho... había dado en el blanco.

-De verdad, el día en que me sorprenda una mujer celosa me iré a una isla desierta a descansar -dije burlonamente.

-¿Cómo has dicho?-

Natasha en cuanto escuchó tus palabras levantó la mano para que todos se detuviesen se acercó de nuevo al STALKER, te dirigió una mirada furibunda cargada de odio y sin mediar palabra le propinó un potente puñetazo a Iván en el estómago consiguiendo que éste se doblase sobre sí mismo tosiendo con brusquedad, para luego apuntar con su recortada de dos cañones a la cabeza de tu compañero.

-Una palabra más como esa, putita y le reviento la cabeza a tu amorcito-dijo con rabia escupiendo a los pies de Iván-y descuida que si quiero follármelo, lo haré y ante tí para que disfrutes del espectáculo. O quizás le diga a mis chicos que te violen en grupo mientras él lo ve todo...- contestó con una malvada sonrisa, mientras miraba a sus lacayos-¡Vamos, subidlos ya!- gritó con una voz potente dandoos la espalda.

Os encerraron a cada uno en una de las jaulas ambas enfrentadas, cerradas con un candado bastante endeble pero era efectivo al fin y al cabo. El camión se puso en marcha y cogisteis la agrietada carretera.-Hija de puta- masculló Iván aferrándose a la reja-¿Cómo estás novata?-preguntó con una sonrisa nerviosa intentando aparentar normalidad-saldremos de ésta no te preocupes..-

La respuesta de Natasha no se hizo esperar. Su puñetazo a Iván obligó a los dos hombres que me retenían a dar el máximo para que no me abalanzara sobre ella y la arrancara la cabeza de una patada.

Y a pesar de eso, de apuntarle con la escopeta y amenazarle, sonreí. Si había sentido tanta rabia como para golpear así, escupir y amenazar, no era porque no le importara. Precisamente por todo lo contrario, para demostrarme que no significaba nada para ella, era por lo que había interpretado aquella escenita.

No obstante, borré la sonrisa con rapidez. No quería que Iván sufriera las consecuencias,y dejé que nos subieran a las jaulas.

Hija de puta. ¿Cómo estás novata?-preguntó con una sonrisa nerviosa intentando aparentar normalidad.

Estoy bien, Iván, sobre todo ahora que he descubierto de qué va esto. Natasha está loca por ti así que en cuanto puedas, deberías sacar provecho de ello. Si no, ¿por qué crees que te ha pegado? Pues porque ha sentido rabia al verse completamente expuesta.

Iván no entendía de esas cosa. Era una cuestión de percepción y él para eso no servía. Pero ya estaba yo para eso.

-Lleva años sintiendo celos y ahora que tiene todos los triunfos, no sabe qué hacer con ellos. Interesante.

La camioneta se movía de un lado a otro y nosotros con ella, golpeándonos con las rejas. Pero aún así, a pesar de todo, me sentía como si de un momento a otro todo fuera a arreglarse. Después de todo, conocía su secreto. El secreto mejor guardado de la zorra de Natasha.

Cita:

Iván negó con la cabeza-No digas gilipolleces novata, esa mujer está loca, es una asesina y lo único que la excita es una orgía de sangre y si me ha pegado es porque disfruta viendo sufrir a los demás-dijo con amargura y fastidio.

Llevábais aproximadamente media hora en la camioneta que habíais transitado mil veces, a la intemperie y había comenzado a oscurecer, el vehículo no hacía más que traquetear violentamente y rebotábais sobre el duro y frío metal como unos metros peleles, habíais intentado forzar los candados pero no teníais ganzúas por lo que todo esfuerzo terminó en nada, solo frustración e incertidumbre, pero entonces en uno de los baches, entonces un fuerte ruido se escuchó y las argollas que mantenían tu "celda perruna" fija a la parte trasera se rompieron lo que hizo que comenzase a moverse sobre la plancha de metal parte de la furgoneta, momento en el que Iván te miró-tengo una idea, pero no te va a gustar- musitó.

Las rejas habían sido cortadas de tal forma que podíais sacar los brazos por ellos y el sacó uno estirándolo hacia tí lo máximo posible pues te acercabas poco a poco al borde de la furgoneta-toma coge ésto..vamos cógela-te daba una moneda mugrienta de plata que le había regalado su padre. Decía que le daba suerte, aunque no te lo terminaste nunca de creer, pero las supersticiones de los STALKER eran innumerables, siempre la llevaba consigo y nunca se la dejó a nadie-Novata, no voy a permitir que esa loca de mierda te toque un pelo, ésto... seguramente dolerá, pero saldrás viva-dijo con una sonrisa triste en respuesta. Apoyo ambas manos en tu celda y la empujó con todas sus fuerzas, te quería tirar a la carretera, quería.. salvarte. Miró a su alrededor reconociendo el terreno-no me busques, no vale la pena el riesgo novata, te he enseñado todo lo que sé y sé que sobrevivirás sin mí... Adios-te miró con ojos tristes porque sabía que era una despedida. Natasha no solía hacer prisioneros y los que se quedaba era para tenerlos de esclavos, de cualquier índole.

Iván empujó de nuevo la jaula, provocando que te precipitases hacia el asfalto, notaste una pequeña ingravidez, luego recibiste varios golpes al rodar dentro de la jaula un par de ellos en la cabeza, pudiste ver cómo la camioneta se alejaba y como tú apreciado compañero se despedía en la distancia elevando su mano, mirándote y de repente, la nada.

No estaba de acuerdo con la lectura de Iván, pero después de todo, era un tío, así que no podía esperar que viese más allá. De todas maneras, lo importante era salir de allí y la opción se presentó inesperadamente, cuando se soltó una argolla.

Tengo una idea, pero no te va a gustar.

Iván me dio una moneda, su moneda, lo cual dejaba claro lo que iba a hacer.

-Mierda, no irás a...

Novata, no voy a permitir que esa loca de mierda te toque un pelo, ésto... seguramente dolerá, pero saldrás viva

-¡Ni se te ocurra, saldremos los dos de aq... !

No fui capaz de terminar la frase. Extendió los brazos y empujó mi jaula, mientras se despedía con palabras inútiles y una mirada triste que yo no podía soportar. Fue como si todo se moviese a cámara lenta. Abrí la boca para gritar y extendí los brazos hacia la jaula de Iván, mientras la mía se deslizaba fuera de la camioneta, se quedaba flotando en el aire durante un par de segundos y después, caía con estrépito y velocidad al suelo. 

Sentí como me golpeaba con la jaula en todas partes y lo último que vi fue el camión e Iván alejándose, vistos desde diferentes posturas, hasta que finalmente, todo desapareció.

La jaula estaba destrozada, abierta de par y par, y yo, estirada de cualquier manera en el arcén del camino, ensangrentada y dolorida. Abrí los ojos solo para descubrir que estaba sola y de mal humor, con los brazos y las piernas llenos de arañazos, la ropa ligeramente rasgada y golpes que pronto serían moratones, por todas partes. Me dolía un lado de la cara, el lado del cual había caído y con el que me había golpeado por primera vez en el suelo.

Pero sobre todo, tenía un dolor en lo más profundo de mi corazón que sabía no lograría disminuir, por Iván.

Logré ponerme en pie, a pesar de todo, y vi entonces que mi mano derecha estaba ensangrentada. Al abrirla entendí por qué. Había apretado con tanta fuerza la moneda que me había dado Iván, que se me había clavado en la palma de la mano y los dedos. Pero ahí estaba todavía. Al verla, apreté la mandíbula.

Y una mierda. Si crees que voy a dejarte con esa zorra, es que no me conoces, pensé, mientras empezaba a correr para seguir el rastro de la camioneta. En aquel momento, no había ni una sola parte de mi pobre cuerpo que no me doliese, pero no era la primera vez y sabía que aunque mañana me despertase incapaz de moverme, no era el momento de quejarse. Mi cuerpo tendría que aguantar lo que le pidiese. O eso, o mi nombre no era Nadezhda.

Pero una cosa es lo que quería hacer y otra lo que podía. Tan pronto di dos pasos, sentí que no iba a aguantar mucho más. Todo empezó a darme vueltas y finalmente, caí al suelo. Sin duda el golpe había sido peor de lo que yo esperaba.

Mierda.

Y ya no supe nada más.