Partida Rol por web

Suelto una leve risotada y con actitud alegre, orgullosa y optimista le digo: ¿Bromeas? ¡Hemos sido bendecidos con la oportunidad de ponernos a prueba frente a los dioses! Si somos dignos, hasta el mismísimo Padre de Todos será testigo.

Cuando dice sus últimas palabras mi rostro se ensombrece un poco, pero me esfuerzo en mantenerme optimista, ya que la moral de mis hombres es también mi responsabilidad. -Bueno, de no haberte despertado habría continuado camino. ¿Oyes ese cántico? Ven, quizá los otros hayan ido al ver que no despertábamos de nuestro trance. -y le indico con un gesto que vayamos hacia el foco de la dulce melodía.

Los héroes entran en la semioscuridad cuando en no mucho encuentran al viejo Vigfus algo desorientado. Siguen la voz que cada vez suena con más fuerza. Sus corazones se aceleran ante la incertidumbre, su respiración se entrecorta, el ambiente cada vez es más opresivo. De repente, lo que antes eran estrechos corredores se convierte en una amplia sala circular. Las paredes son cristalinas y una blanca luz lo envuelve todo, sin ser una luz cegadora. El frío les penetra en lo más hondo de su ser, respirar se vuelve una hazaña y cada bocanada de aire es una cuchillada en los pulmones. El vaho que desprenden sus bocas empieza a arremolinarse sobrenaturalmente hacia el centro de la sala y crece en magnitud hasta que de su interior emerge una mujer

La mujer es alta, mucho más alta que alguna que nunca hayan visto, sin llegar a ser una gigante. Sus cabellos son claros como la nieve, su piel no queda atrás en blancura, sus facciones son tan finas y bellas que los héroes se quedan sin aliento durante unos instantes.  Sus ricos vestidos están orlados con piel de armiño. La mujer se da la vuelta y hace emerger del suelo una estalagmita dorada recortada perfectamente para servir de trono. Se sienta y les mira con unos ojos tan azules como un glaciar, y no menos fríos. 

Tras unos segundos que parecen eternos la mujer comienza a hablar.

-Sois valientes, sin duda.- dijo en un tono distante, muy lejano a mostrar admiración- Habéis vencido a mis queridos servidores y habéis vencido ante mis pequeñas trampas mentales...- su voz se elevaba un poco más a medida que decía palabras.- Mucho tenéis que querer verme para exponeros a todo eso. Decidme pues, ¿Que habéis venido a buscar?.

Haciendo un esfuerzo sobrehumano para no dejarse vencer por sus temores Otrygg avanzó tras su líder; No había notado los cánticos hasta que Vlödi los había mencionado, y ahora que los escuchaba no se le iban de la cabeza extrañas imágenes sacadas de su imaginación con lo que les esperaba al final de la caverna.

Finalmente alcanzaron la gélida alcoba de la mujer de piel y cabellos tan blancos como la nieve. En el momento que la hechicera invocó su trono de la nada Otrygg tragó saliva sonoramente - realmente es una bruja. - susurró a medio camino entre miedo y veneración. Ya lo había demostrado, sus poderes eran muy reales y estaba muy por encima de los simples mortales.

Un pasillo estrecho, una penumbra que sugería más que lo que dejaba ver, una voz femenina que resuena poderosa,... -¿Qué ha sucedido? ¿Cómo he llegado hasta aquí?- Los recuerdos de Vigfus Strornson se pierden en el ascenso a una desconocida montaña, un ascenso que ignora si comenzó hace horas o hace años, y a partir de entonces... el vacío, el caos, una gran jugada de Loki.

Y de pronto, de la penumbra comienzan a surgir unas formas que con el tiempo ganan en definición, y de aquéllas surgen cuerpos humanos y rostros conocidos. -¡Sí, es él! Mi señor Vlödi.- Pero poco tiempo tiene el viejo consejero de asimilar lo ocurrido, pues prácticamente se ve arrastrado por sus compañeros de expedición a una nueva sala, tan blanca que la nieve parecería tinieblas a su lado. Y allí estaba ella, pues debía ser ella, la dama de escarcha, por quien habían partido de su hogar. Y ante su pregunta, Vigfus giró la cabeza mirando boquiabierto a Vlödi pues, por primera vez que recordara, se había quedado sin palabras para aconsejar.

Me alegro de ver de nuevo a nuestro consejero, con su apoyo me siento más seguro de poder tomar las decisiones correctas. La gran sala y su luz me sobrecogen, y este frío sobrenatural me hiela hasta el alma. En mi interior empiezo a pensar en si estaremos acercándonos sin querer a Jötunheimr. Al ver cómo aparece esa mágica mujer no puedo evitar quedarme boquiabierto por un instante. Me esfuerzo en recuperar la compostura pues estoy rodeado de mis hombres.

El murmullo de Otrygg no parece equivocado, pero mi mente se centra más en su naturaleza que en sus poderes. ¿Será esta mujer una medio jotun? Hija de un gigante y una mujer humana... Y cuenta con el saber de Freyja, al parecer, sí.. Parpadeo, y me esfuerzo en centrarme. Entiendo que mis hombres aguardan a que yo, su líder, su representante, el hijo del jarl Hrolf, explique por qué estamos aquí... Entiendo que es lo apropiado, me habría molestado que hubieran hablado antes que yo, me alegro de ver que mis hombres saben guardar las formas aunque sea a su manera. Y sí, tras encontrar palabras adecuadas, me decido a actuar.

Lo primero que hago es carraspear suavemente, intentando evocar mi propia voz y que ésta no me traicione por los nervios. Doy un paso al frente, hago una leve pero lenta reverencia, que dé a entender que le guardo sumo respeto sin ponerme a su servicio. Me yergo, y entonces hablo con gesto recio: -Saludos, soy Vlödi, hijo de Hrolf Knudsson, el que es jarl de Rohald y descendiente del gran Kjari. -me quedo un instante en silencio, pensando bien mis palabras antes de hablar. -Gracias por atendernos, venimos buscando el consejo de la que es conocida como la Dama de Escarcha, pues un destino aciago parece amenazarnos. Mi padre, nuestro jarl, tuvo un terrible sueño. Se consultó a nuestra völva, y ésta nos confirmó lo temido: que un gran peligro se cierne sobre todos nosotros... pero no supo determinar qué peligro en particular, y nos dijo que la respuesta la tendría la Dama de Escarcha. Y es por esto que aquí estamos. -y entonces callo, agacho levemente la cabeza y añado: -Te ruego que nos ayudes. 

Cuando el joven terminó de explicarse la mujer levantó una mano y sin decir una sola palabra, solo con unos gestos de sus manos, hizo brotar de la pared unos paneles con unos símbolos arcanos que empiezan a girar rápidamente quedando cada vez menos de ellas iluminadas. Finalmente solo unas cuantas quedan luciendo y quietas.

-Fuego y hielo, miedo y valentía, muerte y vida, noche y día, serán solo uno.- dice con una voz potente y monótona.- ¿Quién puede impedirlo cuando hasta los dioses se arriesgan a caer? Los hijos pagarán por los pecados de los padres. Vuestros destinos ya están escritos, las nornas han velado por ellos. Pero solo la lucha importa. El Colgado cuenta con ello. ¡Vosotros! Vosotros tendréis quizá el poder de librar un combate justo. ¿Buscabais una respuesta? Aquí solo está el comienzo. Si os sentís fuertes y seguís vuestro destino este será glorioso. Nada será en vano. Buscad el rostro de Odhinn

Vuelve a sentarse y permanece muy quieta mirándolos fijamente.

-Esto no es gratis, por supuesto.- alzó un dedo y señaló a Vigfus- Tú, ven conmigo. Que tus amigos se vayan, ya te reunirás con ellos más adelante. No te preocupes, no te pasará nada malo... Idos el resto, dejadnos solos. 

El consejero escuchó las palabras de Vlödi mientras hacía gestos de aprobación. Sería un buen jarl cuando llegase el momento. Y posteriormente, escuchó las crípticas palabras de la dama mientras su cabeza daba vueltas intentando extraer algo de significado de ellas. El miedo y la angustia de tener su reciente memoria en blanco se habían ido disipando, pero extraños sentimientos volvieron en forma de un escalofrío inconmensurable cuando la dama pronunció la segunda parte de su intervención.

No quiso dar tiempo a nada. Sin esperar a las reacciones de los demás, Vigfus dio un paso al frente. Intentando disimular los pequeños temblores que comenzaban a manifestarse por su cuerpo, puso todo su empeño en mostrar un semblante de templanza. Se giró y se dirigió al hijo del jarl: -Mi señor, nos volveremos a reencontrar dentro de poco. Llévatelos.

Me esfuerzo por grabarme a fuego en la memoria cada símbolo, cada gesto y cada palabra de la bruja... Cuando oigo su precio a pagar, además por tan poca cosa, mi primer impulso es abrir la boca para contestar. Entonces Vigfus se me adelanta, valiente y presto en el cumplimiento de su deber; no cabría esperar otra cosa. Le miro, y mi gesto cambia de la preocupación y la indignación a la calma y el orgullo que siento de esta muestra de entrega, expresado en una sonrisa que le dedico al consejero. Tras lo cual me giro hacia la bruja, con gesto más neutro, y digo en voz clara:

-Antes de eso, y antes de irnos, déjame que te cuente el sueño que tuvo mi padre, por favor. Nos contó que estaba remando en un knorr construido con los huesos de la gente de nuestro pueblo. El barco avanzaba sin que hiciese nada, mágicamente. El mar era de sangre, una niebla espesa le rodeaba. Hacia mucho frío, dijo. La niebla se fue disipando, y vio llamas infernales apoderándose de nuestra tierra. El humo negro tapaba todo y arrastraba un abominable olor a carne quemada. El barco llegó a la orilla dejando tras de sí cadáveres carbonizados flotando en las aguas. En tierra, más cadáveres sembraban los escombros. Gritos de dolor por todas partes, y monstruos marinos devoraban a los muertos. Esto es cuanto dijo.
Por favor, sabia Dama de Escarcha, dinos cuanto puedas. Hemos arriesgado mucho viniendo hasta aquí, incluso se ha derramado sangre para hallarnos en tu presencia y gozar de tu consejo. Si hay algo más que puedas decirnos... te estaría muy agradecido.

Las palabras con las que la bruja respondió al joven hijo del jarl causaron una gran confusión en el artesano. Habían recorrido un largo camino para encontrarla ¿y ahora les respondía con enigmas? Pero lo que más sorprendió a Otrygg fue el pago que solicitaba. Como comerciante le indignaba que exigiera un precio no convenido de antemano a cambio una información y consejos tan poco fiables, pero por otro lado la bruja le seguía imponiendo suficiente temor como para no atreverse a contradecirla.

Otrygg no quería ni imaginarse lo que ocurriría con Vigfus, aunque sin pretenderlo su mente se llenaba con imágenes de la bruja haciendo con él rituales extraños o saciando su propia lujuria, tal vez ambas; por mucha confianza que mostrase Vigfus en aquél momento al entregarse voluntariamente ninguna de las opciones resultaba tranquilizadora.

Si por el artesano fuese, habrían salido de allí en ese mismo instante, pero Vlödi les entretuvo para contar los detalles de aquél sueño tan inquietante. Era la primera vez que escuchaba la historia completa que había impulsado al jarl a enviarles en aquella misión; recordó las visiones que la bruja le había provocado a él mismo hacía unos minutos y pensó, no por primera vez, que tal vez se estuviera acercando la hora del Ragnarok.

Cuando sus compañeros salen de la habitación Vigfus y la dama quedan solos en silencio mirándose. La bruja se levante del trono y en absoluto silencio sus finos dedos tiran de los boches que cierran su vestido a la altura de los hombros, cayendo este inmediatamente al suelo. Vigfus se queda sin aliento al ver el cuerpo de alabastro de la mujer acercarse hacia a él completamente desnudo. La Dama le rodea con sus brazos y le mira a los ojos con una mirada penetrante e intimidatoria, pero a la vez irresistible.

-No tengáis miedo. Prometo que no os dolerá...

Se funden los dos en un beso más cálido de lo que nunca hubiera imaginado el consejero de jarls. De pronto todo el mundo dejó de importar y el tiempo se detuvo por unos instantes...

La bruja alza su mano volviendo a pedir silencio mira a Vlödy casi con condescendencia, como si nada de lo que dijese la importase. Lo único que hace es limitarse a señalar las runas que poco a poco dejan de brillar hasta desvanecerse del todo. Ésta claro que ha dicho todo lo que tenía que decir y no quiere añadir más de lo que ya haya hecho...o no puede. A veces los designios de los dioses son confusos y poco claros. El camino de los héroes suele ser arduo y lleno de obstáculos y este no iba a ser diferente... En sus manos queda interpretar correctamente las palabras de la venerada bruja y luchar lo mejor que puedan para alcanzar el destino que las Nornas les tienen preparado.

Cuando los héroes han abandonado la gruta aparecen por un camino que no es el mismo por el que han entrado. Es como si esos túneles cambiaran a voluntad... El sol les ciega durante unos instantes y se encuentran en medio de un glaciar brillante que tras una primera vista les permitiría llegar a la playa donde les esperan. Cuando van a arrancar a caminar de un punto cercano al suyo, pero como aparecido de la nada, surge Vigfus, el cual tiene una extraña expresión en su rostro a medio camino entre el miedo y la felicidad...

Cuando llevan una hora de camino por el que parece un eterno glaciar algo les llama la atención a todos. Encima de un risco cercano dos cuervos negros vuelan en círculos sobre una repisa de hielo. El sol se refleja sobe algo que emite un destello que es perfectamente visto por los hombres de Rohald. !!Por el Colgado que debe de ser una señal¡¡ Cuando se acercan a la base de donde se encuentran los cuervos, ven un acceso muy estrecho y escarpado, de hecho, solo una persona ágil y fuerte podría treparlo para llega a donde se encuentra lo que sea que haya allí arriba.

La bruja les había tratado con desdén, pero al menos habían salido de allí de una pieza; bueno, tal vez Vigfus no hubiera vuelto con ellos por completo.

Mientras se alejaban, Otrygg meditaba el significado de las palabras de la bruja. ¿Qué era el rostro de Odín, y donde podían buscar tal cosa? - Vlödi... ¿qué debemos hacer ahora? - Preguntó esperando la guía del hijo de su jarl. Divagó por unos minutos hasta que la aparición de los cuervos atrajo su atención. Después de por lo que habían pasado aquel día, solo podía considerarlo como una buena señal - Parece que Odín, padre de todos, nos entregue una pista. - Ojalá pudiera recoger él mismo el objeto que custodiaban los cuervos pero no era buen escalador, sobre todo por culpa de su altura.

Parte de los temblores de Vigfus se transformaron: sin desaparecer del todo, el miedo dio paso al deseo y la excitación mientras la dama se desprendía de sus ropajes. Quería al mismo tiempo desaparecer de aquel lugar y estar cada vez más cerca de ella. Cuando finalmente fue ella la que se acercó y comenzó a establecer contacto, el consejero olvidó todo cuanto le había traído allí y se entregó a la misteriosa bruja... 

Cuando el viejo consejero consiguió salir de aquellos túneles, no tardó mucho en encontrar a sus compañeros de expedición. Templó su expresión, no quería que su rostro delatase lo que acababa de suceder en el interior, aunque no tenía la certeza de que sus intentos estuvieran siendo satisfactorios.

Posteriormente, una señal se les manifestó en forma de destellos y se aproximaron a su fuente de emisión. Sin embargo, el terreno no se lo iba a poner fácil:

-Mi señor Vlödi. Si me permites darte consejo, creo que eres la única persona apta en este grupo para recoger el objeto que Tyr nos presenta. Mis huesos no se mueven ya como anteriormente, y en cuanto a Otrygg...- Vigfus miró con un ligero, casi imperceptible desdén al artesano. -Está claro que no nació para subir allí arriba. En cuanto a ti, tu físico privilegiado te llevará arriba, y como nuestro líder seguro que aquello debe ser posesión tuya. 

Me desalienta no recibir más información de la bruja al contar el sueño de mi querido padre, albergaba esperanzas de sacarle más a esta intrigante mujer. Tras salir del lugar y taparme la vista por un momento con el brazo hasta acomodarme los ojos a la luz, sigo rumiando en mi mente las misteriosas palabras de la bruja. -Muerte y vida, noche y día... -murmuro pensando en voz alta. Entonces les digo al resto mientras caminamos: -Serán solo uno. ¿Qué puede significar? Bueno, en la helada tierra de Hel no creo que llegue la luz del sol, y allí es donde viven los que murieron sin honor... pero fuego y hielo... allí no creo que pueda existir llama alguna. Quizá en los últimos días, en el Ragnarök, se cumpla esa dualidad... Respecto a sus siguientes palabras, los hombres somos los hijos del Padre de Todos, y una vez conocí a un thulr que insistía en que los dioses cometieron un acto en contra de su destino y así iniciaron el ciclo que acabará en Ragnarök... nosotros pagaremos por ese error también; los dioses se arriesgan a morir, aun siendo inmortales, por ir en contra de su destino. El destino ya está escrito, no podemos evitarlo... no debemos. El Colgado sin duda es Odhinn, que decidió colgarse del Yggdrasill durante días además de perder un ojo para obtener todo el conocimiento del pozo de la sabiduría. El rostro de Odhinn...

Entonces vemos los cuervos volando alrededor de algo que llama nuestra atención. -Efectivamente Otrygg, ese parece ser el rostro del Colgado. -digo con una pequeña sonrisa. Escucho con gusto lo que Vigfus me dice, pero me extraño ante sus palabras. -¿Tyr, dices? ¿Por qué crees que es el Dios de la Ley el que nos habla, amigo? ¿Hay algo que te haya dicho la bruja en privado? Por cierto, cuando tengamos la posibilidad me gustaría que me hablaras de ese encuentro privado con la bruja... -una sonrisa ladina en mi rostro, bromista, deja entender mis sospechas.

-Bueno... no creo ser el hombre más atlético, pero si creéis que así debe ser, así será. No habrá risco que me impida alcanzar mi destino. -y con decisión salto de mi caballo, dejo atado a él mi casco para ver mejor la subida y empiezo a trepar en busca de aquello que brilla bajo el volar de ambos cuervos, convencido de que el Padre de Todos me guía.

Vlödy asume el esfuerzo y empieza a trepar. Pronto se da cuenta de que no es tan complicado, pero si es muy duro. Sus guantes se desgastan inexplicablemente, sus manos se van desollando cada vez que las pone sobre otro escalón de hielo provocándole un tremendo dolor que el futuro Jarl asume apretando los dientes. Al llegar arriba de la cornisa se queda helado... Una lanza está clavada en el suelo y a pesar del inhóspito paraje, no parece que lleve mucho tiempo ahí. Al poner sus manos en torno a ella siente un frío atroz, pero algo le dice que tiene que hacerlo. Tras unos minutos de forcejeo, una punta de plata finamente labrada... Con el extraño trofeo en sus manos el joven vuelve a bajar reuniéndose con sus compañeros y pudiendo continuar su regreso. Tras otra heladora hora todos llegan a la playa donde Osvif y sus hombres vigilan una improvisada empalizada precedidas por unas grandes hogueras que proporcionan luz, calor y defensa. Cuando les ve llegar sale corriendo con presteza y abraza a todos con gran efusividad.

-Creímos que nunca regresaríais. Lleváis fuera tres días...

Tras el correspondiente intercambio de información Osvif decide que es buen momento para embarcar y volver a Rohald con las extrañas palabras de la Dama de Escarcha.

De vuelta al mar, héroes se sienten algo más seguros después de todo lo pasado. Vlody ve sus manos curadas totalmente al día siguiente de partir, cosa asombrosa, pero unas cicatrices blancas siempre le recordarán lo que hizo... Tras unos días de navegación, cuando bordeaban las costas noruegas cerca del acceso de Skarregak, el vigía al amanecer da aviso de que dos barcos están enzarzados en una furiosa persecución entre ellos. El barco que huye tiene unas velas de color crudo bastante rasgadas, lo cual la está poniendo en un buen compromiso. La nave perseguidora es identificada rápidamente por Otrygg y por Vigfus, es una nave pirata buscadora de esclavos tal y como delata su banderín rojo encima del mástil enemigos acérrimos de los daneses de bien... Los héroes tienen ante si un dilema y deben decidir que hacer...

3 días!! Otrygg estaba incrédulo cuando les dieron la noticia al volver al campamento; para él solo habían sido unas cuantas horas, aunque de lo más terroríficas. Aún no sabían de qué serviría aquella lanza, pero era reconfortante saber que volverían a Rohald.

- Mi señor ¿me permitiríais examinar ese arma? No es nada común, y podría ocultar algo importante. - Así se lo pidió a Vlödi, aunque también tenía cierta curiosidad personal en aquella arma, y no podía dejar pasar la oportunidad de estudiarla con sus propias manos.

Los días en el mar pasaron sin que ocurriera nada importante, hasta que contemplamos aquél asalto de los piratas contra una nave mucho peor armada. La mente de Otrygg era la de un comerciante, él no regalaba nada, sus servicios requerían de un pago, pero no le dijo aquello a Vlödi, no quería arriesgarse a que sus palabras fueran diferentes a la opinión del hijo del jarl.

Se me hace bien dura la prueba en el risco, pero cuando el mismísimo Padre de Todos te ofrece un regalo... ¿cómo hacer menos que todo lo humanamente posible? Al sostener la lanza en mis manos pienso: La lanza es el arma predilecta de Odhinn... este presente no tiene precio... Es increíble... Por supuesto, el momento de usarla quedará claro, y no será fácil. Pero no seré yo quien se amedrente ante el peligro. Y tras esta reflexión me la guardo a buen recaudo y continúo adelante.

Me alegro de ver a Ösvif y a los demás, y me sobrecoge saber el tiempo que llevamos fuera. Me encargo personalmente de poner al día al capitán de barco, explicándole lo sorprendente de lo sucedido. Cuando Otrygg me pide la lanza para examinarla caigo en la cuenta y, ofreciéndole la lanza sin perderla de vista en ningún momento, le digo: -Claro, no había caído en que deberías haberla examinado en cuanto me hice con ella. Cuando tengamos ocasión desearía que me explicaras con más detalle tus conocimientos, para tenerlos en cuenta y sacarles más partido en el futuro.

Cuando veo las cicatrices blancas en mis manos pienso: Esto no es natural, claramente. Quizá esto sea la marca del único que pueda empuñar la lanza llegado el momento oportuno. Me gustaría blandir este arma contra el primer enemigo que se me cruce, pero no quiero ofender al Padre de Todos usando su obsequio en cualquier contratiempo menor... quizá debería consultar al consejero... Y con estos pensamientos en la cabeza, oigo las nuevas del vigía, a lo que respondo con alta voz y el ímpetu alzado de nuevo: -¡¿Cómo podría el hijo del jarl de Rohald ignorar este atrevimiento?! ¡No, no ignoraremos esta afrenta contra la ley! -y raudo doy las órdenes para auxiliar al navío en apuros.

-Tyr es el dios de la ley y la gloria heroica, amigo mío, y como futuro Jarl tu deber comprenderá tanto hacer respetar la ley en nuestro pueblo, premiar al que la cumpla y castigar al que la infringa, como ser un ejemplo para nuestra gente, ser su héroe, adquirir tanta gloria que los dioses te abran sus puertas de par en par. Cuando tu buen padre Hrolf esté disfrutando de los festines de Valhalla, serás el gobernante más justo y glorioso que exista en Midgard. Así pues... ¿quién iba a hacerte este regalo, quién iba a tratar de facilitarte la enorme tarea que tienes entre manos, que el mismísimo Tyr? Debes hacer sentir a los dioses que no vas a decepcionarlos, mi querido Vlödi.- Vigfus recordaba la respuesta que había dado al hijo del Jarl mientras navegaban. Como todos, se había alegrado sobremanera al encontrar de nuevo a Ösvif y a los marineros. Las cosas estaban yendo bien, y en algún ratito, a solas, le hablaría a Vlödi del pasional encuentro que había mantenido con aquella bruja... aunque, por la pícara sonrisa que le había dedicado, poca novedad iba a descubrir.

Absorto en sus pensamientos, el consejero identificó rápidamente el barco enemigo en cuanto hubieron podido percibirlo. Raudo, se acercó a Vlödi para transmitirle su sabiduría, pero no le hizo falta. Éste dio orden rápidamente de auxiliar al barco que estaba huyendo de ellos. Tras dar la orden, le comentó al oído, mientras señalaba al banderín rojo que los delataba: -Enemigos de Rohald, piratas esclavistas, los dioses nos exigen su destrucción.