Partida Rol por web

Atrapas con facilidad al pequeño monstruo. Ni siquiera tiene tiempo de correr antes de que lo sujetes por el cuello y lo levantes con una sola mano.

Estas por terminar con su infame existencia cuando ves aparecer a dos humanos, un varón y una fémina por entre las rocas, cubiertos de arañazos y pequeños golpes. Parece que perseguían al goblin.

- Buena idea – comenta el futuro barón, observando sin ningún gesto de temor la fortaleza a la cual se dirigen, pese a su siniestra fama y lo sombrío del lugar.

- Pero sería fatal si nos separamos tanto que cada quien termine solo. No sabemos que pueda acecharnos ahora. Yo iré con mis hombres por el lado este. Ustedes podrían ir por la senda principal o rodear por el oeste. Nos veremos de vuelta aquí. ¡Vamos! – concluye Jozar, enfilando sus pasos hacia la derecha, evitando así la senda mas despejada.

Mirando al grupo unos pasos por delante de ellos, miro al paladin mientras el barón se va:

-Separarnos esto si que es una estupidez- creo que no vamos a durar ni unas horas en este terreno, si ya empezamos ha actuar, asi, ademas quizas el barón este escondiendo algo y por eso quiera separarse, no me fio nada - tú que dices hombre de palabra- quizas el paladin tenga mas luces que ellos, prefiero que me cubran las espaldas 2 que uno solo.

-Comparto tu pensamiento, compañero. A mí también me parece una insensatez separarnos.

El paladín observa largamente el camino por el que se han marchado los otros y luego las otras opciones, pensando en qué sería lo mejor.

-Desde luego si nos sorprende otra manada de lobos o cualquier otro tipo de emboscada nos puede resultar difícil sobrevivir si estamos los dos solos. Propongo seguir al barón por el lado este, pero si tu confianza no es plena en el barón podríamos seguirles manteniendo las distancias durante un rato y ver en secreto hacia dónde se dirigen, si así te sientes más seguro-Galauf sonrie coldialmente a Völund y comienza a caminar silenciosamente hacia el camino del este.

Levanta al goblin alzándolo hasta el nivel de su cara.Sus ojos brillantes le miraban fijamente mientras el goblin intentaba deshacerse de su poderoso brazo sin resultado algun.Mientras el goblin pateaba y se ahogaba, Lorthas se percata de la presencia de dos seres más por aquellas tierras.No parecían ser goblins, así que se mantuvo al margen.Uno de ellos era una fémina y el otro parecía ser un mago con bastante que aprender, estaban totalmente llenos de arañazos.Dirige su cuerpo hacia a ellos sin dejar de estrujar el cuello d ela cirautra con su poderosa mano.

-¿Buscais a esta insignificante bestia?- suena de su boca como si hablaran varias voces.

Siguiendo a Myrna, Ithilon no hacía más que pensar en el goblin que se había escapado, y en las posibles trampas que acechaban por todos los lados. La verdad es que la muerte de Nerzul le había afectado y llenado de ira, pero eso no quitaba para pensar con la misma mala perspectiva de siempre. De pronto, cuando estaban situados de nuevo en el camino principal, un hombre de una estatura considerable y una constitución fornida, se les apareció ante sus ojos. Iba envuelto en una llamativa armadura, y portaba un gran libro, aquello solo podía indicar que era un paladín, un caballero de la orden de la luz. Estaban de suerte, aquella gente solía ser bondadosa y ayudaba a los más desvalidos, o a la gente que se encontraba en peligro, estaban obligados por sus creencias, y si no le daban razones para enfrentarse a él posiblemente les ayudaría. El joven hechicero observaba como poco a poco su fuerza hacía estragos en el goblin, ahogándolo poco a poco, mientras lo sostenía en el aire con una sola mano.

-Pues la verdad es que sí, pero solo para darle caza como vos acabáis de hacer noble caballero. Ehmm... - contestaba mientras miraba a su compañera. Había que cuidar las palabras, la gente de aquellos lares no era demasiado agradable, según había conocido por experiencia.- Mi no nombre es Ithilon, nos dirigíamos a la fortaleza oscura que corona aquella cima, pero fuimos atacados hace poco por, esas criaturas.-decía mientras señalaba el torreón que asomaba a lo lejos tras haber hecho una reverencia como muestra de saludo y respeto.

El paladin parece sensato he incluso inteligente, cualidades que es dificil encontrar en un humano en muchas ocasiones.

-Ire, a penas, unos pasos por delante tuya para ver que hacen, separarse derrepente me huele bastante mal si nos ven diremos que les intentabamos dar alcance, simplemente.- no es toda la verdad pero no me fio del Baron y sus metodos, llegar hasta aqui para luego separarnos, no lo termino de entender. Sigo el camino del este, junto con Galauf - hombre de palabra te parece bien mi planteamiento .- no quiero que cuando llegue el momento le de un ataque de sinceridad y comunión con su dios.

-Me parece lo más apropiado para esta situación. Al fin y al cabo no estamos en el campo recogiendo flores-bromeó-. Mantendremos esa mentira si nos descubren, aunque espero no tener que recurrir a ella.

Galauf, a pesar de ser un hombre respetuoso y fiel al código de los paladines del bien, sabía que había ocasiones en las que era necesario "maquillar" la verdad un poco. Y su objetivo en aquel lugar era demasiado importante para verse trabado por una posible traición.

Desconfiando de los motivos de Jozar para separarse, ambos resuelven seguirle a distancia. El barón avanza en medio de sus dos guardaespaldas, con Rigan al frente y Moses cubriendo la retaguardia. El trío deambula durante un tiempo entre los peñascos, aparentemente buscando algo.

¿Una ruta practicable hacia la fortaleza? ¿O a sus aliados, para tenderles una emboscada? ¿Embaucan a aventureros para llevarlos hacia una trampa?

No lo saben. Pero de repente Moses se detiene y les señala a los otros dos una hendidura entre los montones de rocas, estrecha, pero suficiente para que un hombre pase de costado, aunque no sin llevarse numerosos rasguños y con el peligro de quedarse atorado en cualquier momento, sobre todo cuando se lleva una armadura y se posee una gran corpulencia.

Jozar niega con la cabeza y se da la vuelta, volviendo sobre sus pasos. Si no hacen algo pronto, los descubrirán.

Sigo al puto bicho por entre las rocas, la rabia me guiaba y sofocaba los rasguños que me iba haciendo por el camino. Paro de golpe delante de un tipo enorme que ha atrapado al goblin.

-Eso que tienes ahí es mío- demasiado tarde, el chasquido de huesos rompiéndose rompe mi ilusión de matar a la criatura a cuchillazos.

"No noooooo!! Mierda, quería matarle yo jooooo!!!! Porque demonios tenía que matarlo el gigantón pelirrojo?" lloriqueo algo rabiosa.

-Bueno, ya no- añado, lamentando haber llegado tarde. Me giro hacia Ithilon- Sabes si la carne de goblin frita es comestible?

-Eh. Tu. Pelirrojo. Tienes vino?

-Estas criaturas no pertenecen a nadie, son oscuras, repelentes y libres como ninguna otra.....- responde ante el argumento de la chica, sin embargo, ya era demasiado tarde.El cuerpo inmóvil de la pequeña bestia, llacía dentro de su puño.Lanza al goblin inesperadamente a la chica.

-Tomadlo si quereis, pero yo de vuestras mercedes no comería carne oscura....- desenfunda su enorme martillo para ya así estar más seguro.

-No preciosa dama, no porto ningún liquido conmigo, sólo mi armadura, mi martillo, mi libro y mi infinita fe, eso es lo que me alimenta- les aclara a los jóvenes viajeros.

-Me llamo Lorthas, caballero de la ciudad de de la luz Farthas, cuna de caballeros, paladines y magos blancos...- les explica.

-Qúe buscais por estos páramos si no os importa responder.Aquí sólo encontrareis la muerte como mínimo...- argumenta acercándose más a ellos.Sus ojos iluminados los observaba atentamente, mientras que sus barbas se mecían con la cálida brisa de aquel paraje desertificado.

El paladín había desenfundado su maza, se notaba que era alguien serio, pero esa actitud no le gustaba nada al mago. Se acercaba imponente, mirando a los ojos a él y a Myrna, como si de un juez se tratase, como si acaso tuviesen malas intenciones o un aspecto amenazador. El joven hechicero estaba bastante magullado, agonizando se podría decir, pero eso no le quitaba para mantener cierta pose orgullosa ante el desconocido, el cual volvía a preguntar por algo que ya le había sido respondido con anterioridad.

- Ya os lo hemos dicho, nos dirigíamos a la fortaleza. No se que más queréis saber de nosotros. Llevamos días de caminata sin descanso, nuestro compañero ha muerto en una trampa de esas criaturas, y nosotros puede que vallamos por el mismo camino el mismo camino. -contestaba el mago en un tono mucho más enérgico, sin llegar a levantar lo suficiente la voz como para ser una falta de respeto, concluyendo remangándose la manga para mostrarle las heridas al caballero. Su piel había tornado ya en una tonalidad negra o morada allá donde las sanguijuelas se habían cebado con él, y su piel tenía una tonalidad pálida, mucho más de lo normal para un mago. Normalmente eran gente que se había pasado la vida entre libros, encerrados en pequeñas habitaciones o estudios en la cima de torres, y apenas los rayos del sol habían rozado su piel, pero aquello superaba lo normal.

"Bella dama? martillo? libro? y nada de vino?!!!! pero qué clase de guerrero es este?!!!"

-Los martillos y los libros no se comen. Tengo hambre y encima no llevas vino- me lamento por esa gran pérdida- y encima hemos perdido al yayo. Esto no está bien. Definitivamente NADA BIEN.

Me aparto dando un paso atrás cuando me lanza al goblin muerto, dejándolo que caiga al suelo, inerte. Lo miro unos segundos pensativa, planteándome si arriesgarme o no a comermelo. Mis tripas rujen. Tengo demasiado hambre, estoy demasiado agotada y el mal humor por la muerte del abuelo no ayudaba nada.

-Oye, mira, pelirrojo, puedes reirte de nosotros e incluso considerarnos unos inconscientes descerebrados. Nos lo merecemos, porque de hecho ninguno de los dos tiene un verdadero motivo para estar aquí, más allá de haber seguido por inercia al yayo que ha muerto unos metros más abajo, en el camino que va a la entrada principal de la Fortaleza. Creo que eso de por sí ya es suficiente cargo de consciencia para ambos. Así que, qué tal si nos relajamos unos segundos, nos reímos de nuestra estupidez, curas a mi mago ingenuo y lo dejamos en tablas eh?- suelto toooodo mi discurso en una sola bocanada. Me paro a respirar de nuevo.

- Qué te parece? Siempre he creído en la amabilidad de los extraños- sonrío.

Se queda pensativo ante las palabras de los jóvenes viajeros.Avanza unos pasos más...

-¿Y qué te hace pensar que yo pueda curar?..- no le gustaba nada que ya dieran por sabido de que al tratarse de un paladín ya sabría curar.

-Si no vinisteis por motivo alguno, almenos podriais haber seguido a ese anciano para protegerle ¿no?- les dice mientras abre su gigantesco libro en su enguantada mano.Las hojas al igual que el libro eran gigantescas, e incontables escritos estaban plasmados sobre estas, incluso en lenguas que aun el propio paladín desconocía, pero que seguro entendería a lo largo de su viaje.

-Cuidado, arquero: vuelven sobre sus pasos.

Sin mediar palabra, Galauf trata de esconderse entre las rocas que los rodean. Le había llamado la atención aquella abertura extraña que habían inspeccionado el barón y compañía, y si tenía oportunidad, le gustaría verla de cerca.

Myrna comenzaba ya a perder los papeles, parecía que la situación podía con ella, y eso no les convenía. Era obvio que el paladín no se fiaba de ellos y que les consideraba una posible amenaza. La situación comenzaba a tocar la moral ya al joven hechicero, la muerte del nigromante, el lugar tan mal situado en el que se habían encontrado con Lorthas, en el que podían ser blanco fácil de cualquier otra criatura que estuviese acechando, y las graves heridas que cubrían todo su cuerpo hacían que poco a poco se fuera gastando la paciencia de Ithilon.

-Es obvio Lorthas, se ve a la legua que sois un paladín. Todos los caballeros de la luz son entrenados en esas artes.-contestaba a la pregunta que el caballero le había hecho a su compañera.- Decís que servís a la luz, pero vuestra fe os falla, así como vuestro protocolo de caballería. Preguntáis demasiado, parece que desconfiáis de nosotros, ¿qué os hace pensar que vamos con malas intenciones? Preguntáis sin antes decir cuales son vuestras intenciones, y juzgáis antes de conocer historia alguna.-decía Ithilon algo más enfadado que antes.

Uhm... me está empezando a caer mal este gigantón pelirrojo, jo, porque no la palmaba este en vez del yayo, al menos el abuelo era gracioso con sus idas de olla siniestras...

-Puuuess... yo ni idea, pero lo dijo él- señalo con el dedo a Ithilon, en plan acusica -yo sólo soy una simple viajera que ha perdido todo su dinero en el pueblo de aquí al lado, nada más. No tengo ni idea de qué pinta tiene un paladín, sólo sé lo que mi abuelo me contó de niña, que lo curais todo- me excuso ante ambos tipos.

Ithilon parece estar a punto de saltarle a la yugular al gigantón. Bueno, miento, parece que haría eso si estuviera en situación de hacerlo, claro.

-Eh eh eh! menos acusaciones, nosotros fuimos detrás de él pero llegamos tarde, esas cosas se lo cepillaron con una especie de red rara que lo redujo a cenizas. Sólo pudimos oir sus gritos agónicos. Acaso crees que queríamos eso? El yayo era un gran yayo!- contesto algo ofendida con las insinuaciones. E iba a proseguir cuando me deslumbra el pelo luminiscente de aquella chica, la otra paladín.

-Jo, cuanto paladín ahora, donde estabais cuando os necesitabamos allá abajo con los bichos-fruta esos?- medio protesto y lloriqueo.

-Yo soy Myrna, un placer encontrarte Annie- me presento, como respuesta a la única persona que ha sido amable desde que salimos del pueblo- espera, espera, has dicho... hombres-lobo?!-en shock.

-Por cierto- me acerco a Annie en plan confidencial- tu compañero es consciente de a qué suena su nombre?- le semi-susurro, tapándome parte de la cara con la mano, para que no se oyera más allá de nosotras dos.