Partida Rol por web

Cuando David comenzó a leer en voz alta la traduccion, la sala se llenó de una tensión palpable. A pesar de que ciertas partes eran todavía algo confusas, el mensaje quedaba más que claro para los cazadores. El puzle se estaba armando ante sus ojos y solo les faltaba una pieza: el ángel caido. Hana cogió un boligrafo y un papel y transcribió la ultima parte, para que pudieran llevarla consigo. Era hora de reunirse todos de nuevo, con Violeta, con Aracanum, y elaborar un plan final.

Keisuke no era religioso, y menos cristiano, pero aquello parecía alguna especie de verso de algún libro religioso cristiano.
No entendía muy bien la relación que todo aquello tenía con ellos, pero si algo parecía coincidir era la necesidad de un ángel caído para que todo estuviera completo.
Violeta… murmuró, pensando en que ella era la última pieza que necesitaban.

Unos momentos antes.

David quedó inmóvil. Aquel intrincado lenguaje, lleno de retorcidas retóricas quedó desvelado frente a él; o al menos eso pensó. Releyó para si mismo con cautela, asintiendo para si mismo.

Tenía esa extraña sensación en la cabeza, como si estuviera ligeramente mareado en un ambiente cargado. Se sentía extraño, como si sus pensamiento estuvieran ligeramente aletargados y fueran grumosos, y a la vez… sentía una sensación de profundo entendimiento, como si hubiera llegado a entender algo que le abría caminos que jamás había recorrido.

David rebuscó en su abrigo y sacó el pequeño aparatito que había construido semanas atrás. Lo hizo girar y se escucho un pequeño zumbido que desapareció poco después. Algunos de los aparatos cercanos chirriaron cuando el inhibidor de frecuencia ejerció su efecto. David los apagó.

Poco después estaban todos en la habitación, y el forense leía lo que desde su opinión, era la traducción más veraz de las palabras de la vidente. Las recitó despacio, por primera vez en voz alta para que todos las escucharan. Habló despacio marcando cada fragmento con una fuerte impresión. “Tomaran ellos mi luz y los guie. Bajo su atenta mirada”. Sus palabras se ahogaron en un silencio sepulcral. Cerró sus ojos y dejó caer su cabeza hacia atrás, y una parte de su mente, como si fuera un engranaje empezó a funcionar.

— Ya estamos cerca…

Dejó que su frase flotara en el aire unos instantes.

Hana seguía dándole vueltas al mensaje. La capilla sabían cual era, el caliz lo tenían en sus manos, la sangre de un ascendido era la del pequeño, y un caido que parecía que daría su vida para salvarlos a todos... "el bendito será rebaño y quedará alejado de nuestra dicha".

-¿Creeis que sea literal? Ya sabeis, que un caido deba beber la sangre de un Ascendido... y quizá incluso morir por nosotros... "y la muerte perrmanecerá y entregara el fuego mio nuestro que desvela el mundo, y otros podrán ver con el sacrificio de él". A Hana no le parecía justo, no después de conocer a Ashanti.Que fuera contra las normas, nunca la convirtió en un ser maligno que merecía la muerte; y, desde luego, entregarse para salvar a la humanidad no merecía un final así.

Dana tardó en reunirse con sus compañeros, sabía que apenas podía ayudar por lo que prefirió quedarse en la habitación mientras descifraban el mensaje. Se dedicó a observar a través de la ventana con la segunda visión en busca de algo extraño, además de echar un vistazo a su propia habitación, Después, repuso fuerzas mientras comía los souvenirs de la habitación y reflexionó sobre lo acontecido.

Minutos después, bajó para preguntar y escuchó: "Portarán el cáliz de la vida y la sangre de un hermano, ataviado con las pieles de la mortalidad, ascendido entre ellos pero esculpido de nosotros. Un ángel alejado de la mano y la gracia, sumido en la tinieblas y apartado de la luz beberá la sangre nuestra, sangre de él y la de los benditos por nuestra gracia, que caminan viendo en la oscuridad"... ¿Un sacrificio? Pensó Dana con malestar.

Sin decir nada, siguió atenta: "otros podrán ver con el sacrificio de él", —¿algo así como un mesías? Entiendo que es el sacrificio de un ascendido y el ritual que supone el que cierra el ciclo, pero ¿por qué un inocente debe de dar la vida para cerrar la oscuridad?— dijo Dana claramente enfadada. 

La realidad percibida por David y Dana cambió de manera paulatina cuando estos utilizaron el poder de los heraldos. De nuevo el astro celestial nocturno vestía con tonos carmesís, provocando que las nubes de su alrededor adoptaran una tinción sanguinolenta a pesar de la oscuridad que gobernaba el firmamento. Nada de aquello era anormal, al menos si se tomaba como referencia los últimos días; sin embargo si que había algo nuevo. Decenas de susurros, aterradores, imprecisos y de origen desconocido, colmaban el ambiente, creando una sensación de opresión parecida a la que vivieron en el mundo de las sombras.

—No podemos sacrificar ningún Ascendido. El ultimo murió. Es por ello que estamos perdiendo nuestros poderes, ¿no?— pregunto Eric para atraer la atención—. Tampoco creo que haya que sacrificar a Violeta. Más bien creo que uno de nosotros tendrá que sacrificar el don ofrecido por los ángeles. ¿Qué sino significara que un bendito pierda la dicha y se convierta en rebaño?

» Además, cuando nos separamos para investigar y yo fui a la casa de Francis Douglas, acabe encontrándome en el Mundo de las Sombras. Allí encontré la capilla donde sonaban las campanadas, pero la puerta estaba abierta— añadió poco después con voz controlada y pausada—. En su interior se encontraba un ser celestial que se hacia llamar el guardián. El me comento que para restablecer el vinculo, un ángel caído debía beber la sangre, para así convertirse en un nuevo Ascendido.

De ser ciertas las palabras del antiguo fiscal, estas desvelaban dos detalles importantes. El primero es que quizás debían viajar al plano de las sombras, para poder entrar en la catedral, ya que desde el plano material no había entrada alguna. En segundo y ultimo lugar, uno de ellos debía sacrificar su Despertar para poder realizar el ritual. Aquello podía verse como una maldición, ser de nuevo un simple cordero manipulado por los poderes ocultos del mundo o por el contrario, podía verse como una bendición, pues uno de ellos podría vivir de nuevo una vida plena y feliz, alejado del dolor, el sufrimiento y el miedo. La pregunta era, ¿Quién sacrificaría la gracia de los Heraldos?

Keisuke comenzaba a perderse entre tanta profecía y suposición.
Así que las palabras de Eric ayudaron a que tuviera un poco más claras las cosas.

Uno de ellos debía sacrificarse y perder sus poderes.

Eso es lo que había dicho Eric, y lo que posiblemente fuera la solución al enigma.
No eran palabras menores, puesto que después de todo lo que habían vivido, ¿estaban dispuestos a perder sus poderes y volver a ser personas normales?
¿Estaba él dispuesto?

Entonces ¿cómo funciona esto? ¿Uno de nosotros tiene que beber del cáliz y adiós poderes?… preguntó.

Opto por decidirlo a suertes. Quién sacrifica sus poderes, me refiero.
Todos somos útiles y que alguien se quede sin poderes afectará al resto sea quien sea.
Así que decida la suerte. dijo finalmente, esperando no comenzar una discusión para decidir el asunto.

David opinaba lo mismo que Eric. Parece que uno de ellos debía sacrificar su don. Todos guardaron silencio unos segundos asimilando la información, hasta que Kei habló con su voz de barítono. David asentía en señal de aprobación, pero observando a sus compañeros trataba de adivinar si alguno de ellos querría alejarse de esa vida, como ya lo hicieron varios de sus compañeros. Pensó en Rob y en su familia ¿Quizá alguno querría volver a su antigua vida? ¿Perderían los recuerdos de lo acontecido? Miró a Hana en ultima instancia. ¿Podría retomar su vida con Seb después de su acercamiento? Quizá no habría que echarlo a suertes... quizá alguno de sus compañeros lo viera como una opción. Una salida.

— Opino lo mismo — dejó que sus palabras apoyaran a su compañero y después añadió — . Pero quizá... ¿Alguien quiere tomar ese camino? Después de todo lo que hemos pasado... yo mismo me lo planteo.

No era verdad. Para David esta vida era lo que siempre había buscado. Un incentivo que lo separaba de la monotonía. Un sentido. Un que hacer. Pero sabía que sus palabras podían ayudar a sus compañeros a sentirse cómodos con la idea de abandonar.

— Y luego está el tema de caminar hastas las sombras. ¿Alguno tiene idea de como hacerlo? — espetó frotándose la barbilla mientras aprovechaba ese momento para observar la reacción de sus compañeros a su frase anterior, percibiendo si abandonaban rapidamente dicho pensamiento, o permanecían en la idea sin prestar atención a sus nuevas palabras.

Hana asintió ante las interpretaciones de Eric, aliviada de que pudiera significar otra cosa más allá de la muerte. Cuando surgió la pregunta por un momento dudó. Miró hacia la puerta, Seb se había ido hacía un rato a descansar a su habitación antes de marcharse. ¿Realmente era feliz ahora?, se preguntó.

La duda se disipó rápidamente, bombardeada por los recuerdos de su vida anterior, y pronunció, con tono seguro:

—Yo lo haré

Instantes después de que Hana se ofreciera voluntaria, el grupo de cazadores sintió un cambio de presión en la habitación, seguido de una pérdida de intensidad en los colores del lugar. Todo estaba formado por una infinita gama de blancos, negros y grises. Fue entonces cuando una mujer de rostro hermoso y mirada astuta, Lysandra, hizo acto de presencia. En silencio observó a cada uno de los presentes, deteniendo su mirada en última instancia en David, tras lo cual asintió agradecida por cumplir su palabra. 

—Mi nombre es Lysandra— se presentó poco después con voz calmada, tras lo cual dedico una mirada cargada de desdén a Morgan—. Tú no deberías estar aquí. 

En aquel momento observaron como el detective volvía a recuperar el color, desapareciendo poco después. 

—No temáis, aunque no lo creáis soy una aliada. Vuestro "compañero" está perfectamente— declaró sin mostrar rastro alguno de intranquilidad por lo sucedido—. Este lugar es un sitio intermedio entre la umbra y el mundo real. Aprovechando la fragilidad de la celosía provocada por el ritual de los Hijos de Shormak, podréis llegar al otro lado sin ningún problema.

» Pronto la protección de los Heraldos desaparecera, si no lo ha hecho ya, y os quedaréis expuestos ante lo sobrenatural— añadió segundos más tarde mientras volvía a centrar su atención sobre el joven forense—. De modo que antes protegeré vuestros cuerpos de los embates constantes de las tormentas de la umbra, así como sus continuas susurros que tratarán de arrebataros la cordura.

Tras pronunciar aquellas palabras cerró los ojos e inspiró con lentitud. Fue entonces cuando sintieron como un sentimiento de despersonalización los inundaba, sintiéndose poco después como unos extraños en su propio cuerpo. Algo dentro de ellos había cambiado.

La decisión tomada por Hana sorprendió a Dana, pues no pensaba que sería ella quién dejase sus poderes, no, al menos, después de recordar los muros que bloquearon aquel ser en las inmediaciones del subterráneo. Ciertamente, todos se habían hecho necesarios en el grupo y el hecho de pensar en dejar a un compañero atrás de esa forma no le gustaba en absoluto.

—Hana, ¿estás segura?— Dijo con mirada cómplice. Segundos después supo que si esa era su decisión, ella misma la podría proteger con el poder de los heraldos para conocer si se encuentra en peligro.

Entre tanto, la figura de Lysandra se hizo presente y la joven no dudó en alegrarse de volver a verla. La última vez, les prometió ayudar al grupo y aquí estaba, por fin. Sin duda, quedaba muy poco tiempo para poder tener margen de acción, pero las palabras de su amiga supuraban confianza. 

—Gracias Lysandra, en otra ocasión David y yo fuimos protagonistas de un escenario similar entre las paredes de Becker. Si todo sigue igual, puede que llevemos ventaja— Dijo en tono jocoso.

Fue Hana quien se ofreció voluntaria a sacrificar sus poderes.
Le sabía mal que alguien tuviera que hacerlo, y fuera precisamente ella.
Keisuke había tenido miedo se quedarse sin sus capacidades, de perder todo lo que había aprendido a través de los Heraldos.
Debía completar su venganza. Steve, y todos los que habían caído en aquella locura, merecían descansar en paz sabiendo que habían sido vengados.

Así que agradeció el gesto de Hana con una silenciosa reverencia.
Entonces apareció aquella Lysandra. Les hizo algo que provocó que se sintiera como un extraño en su propio cuerpo.
Le agradeció lo que les hizo, pues sabía que era necesario para lo que tenían entre manos.