Partida Rol por web

Finalmente Daphne reaccionó, pensando en su niño y, por primera vez en su marido. No podía permitir que su marido perdiese a su mujer además de a su pequeño. No podía ser tan egoísta. Prácticamente sin pulso volvió a fallar, pero, al contrario que antes fue capaz de centrar su mente y disparar dos tiros más contra aquella bestia. ¿COMO QUÉ EL DE AHÍ FUERA? exclamó al oír a Trohman acercándose a él mientras disparaba. ¿Cómo que el de ahí fuera? Trohman, levantese. Piense en su hijo. ¡ARRIBA!

Después de destruir el refrigerador, Wood cargó su escopeta y salió del extraño laboratorio para darse de bruces contra la dantesca escena que se desarrollaba en el rellano.

A esa corta distancia era casi imposible fallar, y tanto los tres disparos de Rocerick como los tres de Daphne impactaron en el cuerpo de aquel extraño ser que amenazaba con acabar con vuestra vida, aunque no parecieron ser muy efectivas.

La criatura contraataca con sus dos potentes pinzas, el ataque al capellán le paso rozando, pero Lewis corrió diferente suerte y aunque estuvo muy cerca de esquivarlo la pinza se cerró sobre su hombro izquierdo, dejándole insensible y sin capacidad de movimiento ese brazo, que por suerte no era el que portaba el arma.

Por último, como una respuesta a la pregunta de la espía sobre él de hay afuera que nunca hubieseis querido escuchar tres seres iguales al que os está atacando hacen su aparición en escena entrando por las ventanas que dan a la calle.

Migo 1: 13-1-6= 6 pv

-Ggggggggg.....- fue lo único capaz de articular Derek al ver a los otros tres bichos y continuó alejándose lo más posible de todos ellos mientars una profunda arcada traía el vómito a su boca. Tal era su pánico que escupió sin dejar de retroceder.

Daphne soltó la pistola y cogió la que el semicatatónico Lewis tenía en la chaqueta. Lewis no tendría problemas a la hora de recargar el cargador y aún quedaban dos balas en su arma. Ni en sus más locos sueños hubiese pensado que Leigthon tuviese razón y pudiese volver a manejar armas. Nunca le habían gustado esos cacharros metálicos y ni siquiera en Reims había usado la que llevaba escondida. Pero ahora era distinto. No era un único monstruo y estaban rodeados. SIn pensarlo siquiera, desde la espalda del herido abrió de nuevo fuego.

¡¡DERECK!! DISPARA O HUYE.—gritó la mujeres que no las tenía todas consigo. Cada vez veía más negro que fuesen a salir de allí y era mejor que alguien huyese..aunque en aquel momento la mujer no se daba cuenta de que quizas un cojo no erar el más adecuado para huir.

Steffan logró sobreponerse a la visión de aquellos monstruos voladores más por la seguridad que le confería tener su recortada en las manos que por cualquier creencia a la que pudiera aferrarse. Sin pensárselo dos veces disparó un tiro al que tenía en frente con la esperanza de volarle los sesos, si es que no carecía de ellos.

¡PUMM!

Tras ver el efecto de su primer disparo apuntó de nuevo y volvió a apretar el gatillo.

¡PUMM!

El capellán sudaba copiosamente ante el inminente peligro que su integridad física estaba corriendo, pero lo peor no era tener que vérselas con el bicho parlante que lo había atacado dos veces seguidas, sino que encima se unieron a la fiesta más bichos. De buena gana hubiera salido escaleras abajo pero el problema era que las salidas estaban bloqueadas y encima la pistola se le acababa de quedar sin balas, ante la perspectiva de liarse a puñetazos con el repugnate ser y cargar la pistola, el señor Craven decidió que una bala podía ser más efectiva sobre aquella bestia que la fuerza bruta de su puño...

Los bichos asquerosos te rodean sin remedio, viles insectos gigantes de repugnantes alas correosas y una cabeza llena de antenas en lugar de ojos como los animales normales.

Te acosan produciéndote un miedo atroz pero mientras tus compañeros se empeñan en disparar y disparar contra una de esas cosas mientras el resto os acechan. Entonces te das cuenta, como una revelación te das cuenta...

¿Desde cuándo se han matado insectos con pistola? Nunca, al menos que tú sepas.

Con el último clic sobre un tambor vacío Daphne se percató de que no quedaba ninguna bala en su revólver, las dos últimas balas habían impactado sobre el cuerpo de aquel monstruo que pese a las doce balas que llevaba dentro de su cuerpo se negaba a morir.

Como si la situación no pudiera ser peor lo que parecía un rayo salió de entre las garras de uno de los seres¹ e impactó directamente sobre el matón que os acompañaba, que muriendo en el acto, quedó chamuscado igual que una hamburguesa que se ha dejado demasiado tiempo sobre las brasas.

Por su parte, Wood salió del laboratorio e inmediatamente abrió fuego contra el insecto más cercano a su posición. Los perdigones que escupió su escopeta abrieron numerosos agujeros en el cuerpo quitinoso del ser, de los cuales brotaron ciento de hilos de un icor verde y menos de un segundo después cayó de bruces sobre el suelo. Por fin parecíais haber encontrado un arma con la que podíais causar suficiente daño esas bestias.

Envalentonado  por el descubrimiento y el éxito de Wood, Lewis se encaró con la bestia que se ocultaba bajo la máscara del señor Deaths y abrió fuego, su poca habilidad con las armas era legendaria. De entre toda la compañía Raimbow, Lewis Trohman siempre había sido el peor tirador y esta vez, el disparo no fue más certero que de costumbre.

No pudo hacer ningún disparo más, pues como respuesta, el bicho cerró su pinza sobre su cuerpo e incapaz de esquivarlo, Lewis sintió como la vida se le escapaba por las heridas que había sufrido mientras caía al suelo sobre un enorme charco formado por su propia sangre.

Wood vio como su compañero de armas caía, igual que había visto caer al sargento Highway, pero la situación era desesperada y solo tenía una opción, volver a apuntar su escopeta y disparar sobre otra de las cosas. La bestia, herida de muerte, se encaró con Wood, dispuesto a hacerle frente.

Wood había entrado en una especie de frenesí provocado pro la visión de aquellas bestias salidas del mismo averno y la visión terrorífica de cómo habían acabado con el matón  y con su compañero Lewis. No había mucho tiempo cómo para recargar la escopeta, ya casi tenía a uno de ellos encima. Metió un sólo cartucho y disparó

¡¡PUM!!

La recortada de Steffan volvió a impactar sobre el insectoide. Sólo rezaba porque hubiera sido suficiente.

-¡Meurs!*

Migo 1: 13-1-6 -2= 4 pv

Migo 4: muerto

Migo 2 13-10=3

Aquello se estaba poniendo cada vez peor. La antigua espía no tuvo ningún problema al reconocer el arma de Lewis y los pelos se le pusieron de punta. Era el arma de Highway...aquello daba mala espina. Muy mala espina. No obstante, la visión de Lewis tirado en el suelo apunto de morir le hizo criticarse mentalmente.
Estupida y medrosa mujer. Dispara y no pienses ahora en supercherías.

No obstante, aquel rayo le recordó demasiado al que había recibido ella y el instinto le decía que debía disparar sobre él primero, evitando así que siguiese atacando con aquel...hechizo. Sin embargo, haciendo por primera vez caso omiso a aquella voz continuó disparando al que había sido el señor Deaths. La sangre hervía por la pérdida de su hijo y estaba segura de que era el máximo responsable. Ya dispararía al otro ser cuando estuviese muerto el bastardo.

Roderick en su afán por cargar el arma se agachó un segundo para evitar que una de las balas que tenía cayera al suelo... aquel acto instintivo fue lo que le salvó del tercer ataque que el dichoso abuelo convertido en bicho le propinó.

De reojo vio como Lewis sucumbía ante las pinzas de la bestia, desde su posición la cosa para Lewis pintaba muy mal, pero peor lo tendría él sino conseguía hacer algo... le hubiera gustado ayudarlo, pero lo prioritrario era acabar con aquella abominación... de manera que volvió a apuntar y realizó sus dos disparos acompañando a la mujer. "¿Cuantos balas serán necesarias para acabar contigo maldito engendro?" pensó con desesperación.

Mientars se aplastaba contra la pared muerto de miedo y asco, Derek pareció de pronto inspirado por alguna cosa y comenzó a gritar:

-QUE SON BICHOS, JODER!!! USAD ANDANADAS DE PERDIGONES, TIRARLES CON COSAS CONTUNDENTES O APLASTARLOS CON UN MUEBLE!!!! NO SE MATAN BICHOS A TIROS !!!-

La primera vez que me apretó aquel monstruo inmundo no dejó de ser un rasguño relativamente grave. Pero la impresión de ver convertirse a Deaths en un bicho como el que había matado en unos momentos a los tres matones de la planta baja, sumado al dolor de la herida del brazo, consiguió que me quedase sentado contra la pared para siempre. La acción sucedía a mí alrededor como a cámara lenta. Lo que me pareció Dapnhe, cogió mi pistola mientras le lanzaba una sonrisa, como si se tratase de un juego entre niños. Los gritos de Dapnhe y los disparos de Steffan resonaban como un canto desesperado, mientras que los chillidos del monstruo inundaban toda la estancia con una horrible potencia. Y entonces todo giró a peor, aparecieron otros tres monstruos semejantes. Con el dolor del brazo en aumento y sin poder levantarme, alcé el brazo que me quedaba sano e hice como si disparase con la mano, a la vez que me reía como un loco. (Mi pistola ya la tenía Dapnhe). Y pasó lo que tenía que pasar. Otro de la aquellos insectos del Averno, cerró su pinza sobre mi cuerpo. Esta vez el dolor no fue tan grande, casi se podría decir que me gusto. Cuan ido estaba. Esa fue mi sentencia de muerte. Comencé a sangrar de tal manera que ni siquiera me dí cuenta de que me moría. Aún tuve tiempo para restregar mis manos por el suelo lleno de mi propia sangre, como hacía Lewis Jr aquella vez que Helen y yo le llevamos por primera vez a la playa. Pero ni siquiera me di cuenta de aquello. El tranquilo y afable anticuario Lewis Trohman, que había burlado a la muerte en Francia, yacía apoyado contra la pared, con los ojos mirando sin ver, el caos que reinaba a su alrededor.

Los gritos de Derek hicieron que los dos bichos que no se encontraban en cerrado cuerpo a cuerpo fijasen en el minusválido el apéndice redondo lleno de antenas viscosas que hacía las veces de cabeza. Si hubiesen tenido un rostro definido, su cara habría representado el odio que sentían por él, ya que había descubierto su punto débil.

Como respuesta, el ser que dispone entre sus manos de un aparato lanza rayos, se olvida de Wood y su escopeta y apunta a Derek. Inmediatamente, de entre las garras delanteras sale un rayo directo al corazón del escritor que recibe el rayo en su pecho y nota como un tremendo dolor le embarga.

Por su parte, Steffan sigue a lo suyo y recargando un cartucho en su escopeta apunta al ser de la pistola lanza-rayos y de un preciso disparo acaba con la vida de ese ser venido de otro mundo.

En otra parte del vestíbulo Daphne y Craven se empeñan en acabar con lo que era el señor Deaths disparándole sin cesar, una, dos, y tres balas impactan en su cuerpo quitinoso antes de que el ser intente cerrar su pinza sobre el brazo bueno de la espía, pero justo después de fallar, una cuarta bala impacta en su cuerpo y notáis como al ser comienzan a fallarle las extremidades y cae al suelo.

La batalla parece decantada del lado de nuestros héroes, solo queda una de esas cosas y ahora saben cómo acabar con ella. El ser también parece darse cuenta de la situación, pues empieza a recular y se dirige hacía la ventana abierta como si su vida dependiese de ello.

Bang

Y así era. El monstruo jamás llegó a alcanzar la ventana, pues Wood tuvo tiempo de cargar un nuevo cartucho y dispararle segundos antes de que lo hiciera.

El silencio vuelve a reinar en la mansión Deaths y en ese momento volvéis a centrar vuestra atención en el ser que llevó la máscara de Deaths, que yace en el suelo.

Algo le pasa, pues es fácil comprobar como su cuerpo se está disolviendo, como si una vez muerto nuestra atmósfera quisiera borrar todo rastro de su maléfica presencia.

De repente la esfera redonda que tiene por cabeza os mira y volvéis a escuchar, acompañada de una risa demoniaca, la siniestra y enigmática voz metálica una última vez.

Ya no podréis detenernos ahora... el Nuevo Dios nacerá, y con su nacimiento morirán vuestros cachorros.

Daphne cerró los ojos cuando las pinzas se cerraron en torno a su brazo y, en una maniobra tan desesperada como afortunada rodó por el suelo para librarse del ataque de la criatura. Entonces oyó el disparo salvador... Salvador para ella, porque lo que era para su pequeño no era más que una sentencia de muerte, como estaba dejando claro aquel espantoso ser que se hacia llamar Deaths.

Incluso después de muerto jugaba con sus esperanzas. Desde el suelo Daphne se tambaleó levantándose y, por un momento pareció que quería golpear a Wood por haber matado a aquel despreciable pecado de la naturaleza. Sin ambargo, antes de que pudiese levantar la mano contra él volvió a caer de rodillas al suelo y rompió a llorar. Ya no había posibilidades de encontrar a su hijo. El único que podía decirles algo había muerto.