Partida Rol por web

Bola de Nieve mira con los ojos muy abiertos la difusa calva de la señora y a Felicia. Agazapado con la cabeza baja, en tensión dispuesto a saltar. -Maldita sea! Está ahí delante, la tienes delante! Salta y clávale las garras! Se vislumbra un punto débil! 

Se agazapa más aún, estando casi totalmente acostado en la bifurcación de dos ramas. Mira una y otra vez a Felicia y a la calva de la señora con los ojos muy abiertos. -No, No.. Contente! Puede ser imprevisible, Felicia está en peligro... Maldición, me muero por clavar ahí mis garras...!

Mientras sucedía todo, Bola de Nieve se sentía indeciso. Si por él fuera, saltaría y está a punto de hacerlo. Es más, puede que lo haga...

La señora con la escoba, se quedo parada al ver los ojos emotivos de Felicia. La señora de la escoba odiaba a los gaticos desde pequeña, ya que uno se llevó su bocata de sardinas mientras jugaba en la calle y ese día se quedó sin merienda. Pero hay algo en ese par de ojos que conmueven su corazón anti gaticos y evita que Felicia sea vapuleada como una pelusa.

-Fluffy, eres un exagerado, si solo es un gato- le regaña la señora de la escoba al perrete.- Me has hecho perderme lo mejor de Oprah, que ahora iba a salir el hermano de un tío de un amigo contando lo de sus juanetes- la señora de la escoba niega indignada y vuelve para casa.

El perrete mira a Felicia de reojo, jurándole alguna para un futuro, pero sigue a su ama con el rabo entre las piernas. Tendrá pesadillas durante semanas donde una mole gatuna cae sobre él y le aplasta, una y otra vez.

Durante unos instantes que se me hicieron odiosamente largos, esa anciana espeluznante y yo intercambiamos miradas. Ella crecía y crecía y pobre de mí cada vez me sentía más pequeña. Intenté mantener mi cara con expresión inocente e intenté soltar otro lastimero maullido que quedó ahogado a mi garganta, y por encima de todo reuní coraje para no salir corriendo de allí ofreciendo mi espalda para que la rompiese, cosa que no fue nada fácil porque cada vez tenía menos claro sí iba a salir librada de ello. Incluso creo que recé a algún Dios elevando mi pensamiento por encima nuestro, o quizás tan solo recé para que Bolita de Nieve para que se dejase caer sobre la mujer librándome de convertirme en carne de ratita machacada.

Y cuando todo pareció perdido, resultó que orar sí servía de algo: el milagro sucedió. La humana se dio la vuelta y su fiel y feo perro la siguió, y yo, me pude desplumar libremente sobre la fría hierba soltando el aire que sin ser consciente había retenido. –_{Gracias, gracias, gracias.-} Maullé casi sin aliento a todos los seres divinos que habían atendido mis suplicas. –Seré buena.- Les prometí. –Seré muy buena, y juro no volver a robar los frikis a ningún otro gato por lo menos… en la próxima semana, hummm… los próximos días, ¡horas! Vale, prometo no robar la comida a ningún gato ni a nadie en la próxima media hora.- Concluí satisfecha de mi penitencia aun con la cabeza escondida entre las patas pasando desapercibida por si abrían otra vez la puerta dispuestos a terminar lo que habían dejado sin hacer.

-Bien, contaré hasta tres. Si no sucede nada, me lanzo!! 3... 2... Oh!! Increíble! Hay poderes en éste mundo que no puedo comprender. Lo ha logrado! Chúpate esa, vieja humana estúpida, ésta vez te has librado de la muerte!. Miew, creo que me falta algo, me hubiera gustado actuar. -Weeooow, no saldré de aquí sin atacar a un humano.

 Cuando la señora hubo desaparecido tras la puerta y apagado la luz del exterior de nuevo, mientras era seguida con la mirada de Bola de Nieve, éste se puso de pie moviendo la cola despacio y miró hacia abajo, hacia Felicia. 

-Vámonos de aqui. ¡Buen trabajo, camarada, impecable!  Se pone a caminar con paso ligero por entre las ramas hasta que llega donde está Ofelia y le dice:

-No creo que seamos de mucha ayuda aquí arriba mientras ellos suben. Vayamos a mirar qué hay en la otra casa por si podemos evitar peligros y trazar algún plan. Sígueme!

Se agazapa de nuevo y avanza con cautela y sigilo por la rama que une un patio con el otro. 

-Vaya, qué sorpresa. Me está gustando éste grupo. Tenemos la astucia, la agilidad, el encanto, la fuerza... Y a un gato sin pelo y vago. Puede que sea un posible traidor? No le voy a quitar el ojo. No dejaré que ponga en peligro la misión.

Durante un instante Sphynx se agazapó para saltarle a la espinilla rechoncha y con varices de aquella señora si osaba bajar la escoba pero, tal y como había planeado cuando exigió el uso del encanto en vez de la violencia, los enormes y redondos ojos de felicia, combinados con esa descompensación entre el tamaño de las orejas y de la cabecita propia de todos los gaticos, hicieron su trabajo y ablandaron la patata despiadada de aquella bruja humanoide.

En cuanto la puerta se cerró, Sphynx abandonó el parapeto donde se había escondido y empujó a Felicia con el hocico, acompañando el gesto con un breve ronroneo.

-Mew-o lo que era lo mismo "buen trabajo, vámonos de aquí echando leches"

Algunos ya estáis en el árbol y respiráis aliviados. La señora de la escoba se ha ido y se ha llevado al perrete. Una de las ramas del árbol está perfectamente situada, cruzando por encima del muro y dando a una de las ventanas de la casa del señor Smith. Entrar en la casa es sardina comida, solo debéis caminar hasta esa ventana y colaros.

La intención de regresar junto al resto y subir al árbol era buena, pero se fue desmotivando a medida que andaba. Tanto, que al llegar al tronco del árbol dio con la testa contra la corteza como si se hubiese chocado al estilo ariete con él y así se quedó unos instantes, atontado por el golpe. 

Hinché mi moteado pecho blanco de orgullo ante los halagos que me dedicaron algunos de mis compañeros, además del inesperado arrumaco y ronroneo de Sphynx. Cerré mis ojos saboreando y disfrutando de ese momento de gloria. –_Prrrrrrr.-

Luego, como sacudida por el viento, agité mi cabeza abriendo los ojos asustada, a un lado y otro, recordando donde estaba. “Errrr… sí, sí. ¡Mejor vamos!” Me dije corriendo apresurada tras él.

De un salto salvé la mitad de la distancia a escalar, conocía el camino, pero la otra mitad me costó algo más de trabajo.

No obstante, clavando mis uñas en la corteza y ayudándome de mover el culo a un lado y otro conseguí al fin volver a estar sobre la seguridad de sus ramas, donde el Gato ninja y la gata con abrigo de pieles habían dejado un hueco para ir de avanzadilla.

Sonreí satisfecha solo para ver con horror, que mi amigo pelado se había quedado atrás. -¡Meuw!- Le reclamé esperando que se subiera. –¡¡Fusfus!! ¡Ayudálo!- Se me ocurrió reparando en aquél instante en él. Era enorme y seguro que podía subirlo acuesta, o por lo menos abreviarle el ascenso. Mientras, yo la esperaba agazapada en el nudo donde se juntaban dos ramas con la cabeza gacha y la boca abierta por si podía ayudarlo tirando de él por la piel de su espalda cuando se encontrase cerca.

Eso sí que no.

No iba a tolerar que Fusfus le ayudase así sin más. ¡Y menos porque Felicia se lo hubiese pedido! Hizo un ademán de volver a trepar pero el golpetazo craneal de la vez anterior le hizo apoyar el culo en el suelo y ahí se quedó un par de segundos más antes de volverlo a intentar mientras maldecía para sí mismo la puñetera manía de hacer ejercicio.

¡ERAN GATOS! Habían evolucionado para hacer de los humanos sus esclavos y no tener que hacer esfuerzos ... ¡Y aun así sus compañeros esperaban que hiciese cosas de forma activa! ¡EJERCICIO! Toda una desmotivación, pero, recurriendo a toda su persuasión interior, se convenció de que el premio valía la pena y que ya podría descansar y no moverse más cuando hubiese bajado de nuevo del árbol.

Bueno, gaticos, estáis todos en el árbol. Una de las ramas se aproxima a una de las ventanas de la casa del señor Smith.

Poco acostumbrada a seguir órdenes pero viendo claramente quien era el líder del grupo, sigue a Bola de Nieve como éste le instruye hacia la casa de Smith mientras el resto intenta subir al árbol. Se preguntaba que apariencia tendría "Lasalergias". Que individuo más misterioso era aquel... Ni siquiera tenía voz ni cara. ¿Cómo era posible que hiciera eso? Quizás era un gato muy hábil, capaz de camuflarse de manera tan épica y ninja que ya nadie recordaba como se veía en realidad. 

¿Entonces? ¿Que tienes en mente?

-La salvaje Ofelia me ha seguido! Realmente no esperaba que lo hiciera. Bien, están de mi lado. Eso es bueno para todos. A por el siguiente humano!

-Veamos que nos encontramos. Tú y yo no somos caseros. Reaccionamos rápido y no es fácil engañarnos. Friskys! He visto un hueco? 

Bola de Nieve se acerca a la ventana sigilosamente a través de la rama. Detrás de la ventana está todo a oscuras, como a él le gusta. Comienza a palpar el cristal con una pata. -Maldición! Éste maldito material transparente! Cómo lo odio!

La ventana tenia una rendija y se cuela por ella, cayendo de pie en la oscura habitación. Se echa hacia un lado esperando el salto de Ofelia, para que ésta no le caiga encima. Inmóvil, silencioso y con los ojos abiertos de par en par, mira a su alrededor.

Vi como el pelado hacía sus esfuerzos por subir y desde tan lejos, sola, no podía ayudarlo. ¿Dónde estaba el gato-poni? Por mucho que buscaba a Fusfus no podía encontrarlo, de golpe algo me rozó a mis espaldas y pronto estuve de caerme. Debió de subirse mientras distraía a la anciana. ¿Cómo podía no haber visto semejante mole felina? No podía saberlo, pero la pregunta no bailó mucho rato en mi mente. De repente, el último había conseguido subirse sin ayuda de nadie. ¡Muy bien Sphynx! Animé con un maullido su proeza. Estabamos preparados para continuar. 

Mientras, la avanzadilla nos abría el paso...

La ventana cerca de la rama está entre abierta, por suerte el hueco es lo suficiente grande para que entre incluso Fusfus. Bola de Nieve se aventura y ve un salón, detrás un comedor y al fondo la cocina. A pesar de que la noche cobija a los gaticos, hay unos zapatos en la puerta. Quizás los inquilinos de la casa están dentro, habrá que ser sigilosos.

¡La ventana tiene un cristal! ¿Quién ese gatico pelón tan guapo que te mira desde el otro lado?

Cuando Fusfus escuchó que ayudara a subir a Sphynx, no pudo evitar quedarse mirando a Felicia como si hubiera dicho lo más sorprendente del mundo- Tu quieres tirarme, ¿verdad? -preguntó con cierto cinismo a la gata, pues la verdad es que si lo ayudaba puede que él cayera y tardara la vida en subir, aunque nunca lo reconocería.

Entonces escuchó a Bola de Nieve y vio como se dirigía hacia la casa, topándose con el campo de fuerza transparente que protegía esos cuadros situados a media altura.

Caminó por la rama con gracia felina obesa (que parecía que la rama se partiría bajo su peso) y se dirigió hacia donde estaba situándose todo el grupo- Eso del fondo, ahí tendrán la comida -dijo Fusfus, pues reconocía la enormidad blanca donde solían guardar la comida los humanos- así que supongo que ese será nuestro objetivo.

Negué con la cabeza en respuesta al gato-caballo, pues no supe porque me lo preguntaba. Me rasqué con la pata trasera debajo la barbita que me picaba y decidí seguir al resto por la rama de la que estuve a punto de caerme porque se sacudía bajo el peso de las pisadas de Fusfus. -¡Eh!¡Eh!¡Eh!- Maullé en protesta mientras votaba, pero él absorto en lo suyo creo que ni se dio cuenta. Cuando llegó a la ventana, resoplé de alivio al saber que Sphynx, rama y yo no nos iríamos abajo en aquél jardín con el perro feúcho ese y la vieja de la escoba.

Subir el árbol, por tercera vez, hubiese sido un fastidio.

Pero el respiro me duró poco. Se fue tan pronto, como Fusfus saltó de la rama a la ventana, saliendo yo disparada al aire. -¡¡¡Meuw!!!- Me exclamé viéndome por unos instantes de viaje a la luna. Me comí la rama superior y por suerte pude agarrarme de nuevo antes de precipitarme al vacío.

Cuando estuve otra vez sobre ella (y no agarrado a su corteza), crucé como si me fuera alguna de mis vidas para ir, finalmente, a saltar al interior de aquél hogar antes no pasara nada más. Bufé molesta a Fusfus cuando pasé por su lado y dejé caer mi peso sobre la moqueta. Donde me moví por la casa demostrando que podía ser toda profesional cuando me lo proponía.