Partida Rol por web

-¿Qué? De eso nada. Yo no me quedo sin mis humanos. 

Bola de Nieve se levanta, saliendo de su ensimismamiento y mira a Ofelia.

-¿Los quieres todos para tí? No me voy a quedar sin mi ración de humano. Procura que no te pillen. Guiña un ojo a Ofelia. Volveré. 

El gatico negro corre sin hacer ruido a toda velocidad atravesando el pasillo de punta a punta hasta llegar donde empieza la escalera. Ahora los humanos se encuentran entre Ofelia y Bola de Nieve. Éste baja la escalera corriendo mientras avisa.

Éste baja la escalera corriendo mientras avisa.

-¡Mieeww! ¡Los humanos han despertado! Salid de aquí, no os pillarán. ¿Tenéis el brebaje?

Tras tirar la cafetera al suelo, Fusfus lanzó también el bote cuando entraba Bola de Nieve en la cocina- Está en el suelo, pero esto es lo que se usa para hacerlo -comenzó a darle con la pata con la intención de abrirlo, esparcirlo y mearlo para asegurarse, pero esos botes eran resistentes- vamos, vamos -decía mientras le daba con las patas, intentando que soltara su contenido- tenemos que rematar la misión -dijo obsesionado con la lata.

Si oía los pasos, Fusfus se daría a la fuga como el que más.

Tras el cacharro que cayó al suelo, fue Felicia detrás y tras Felicia la cajita metálica que tira Fusfus. Felicia acaba perdida de café cuando Fusfus tira la lata. Para rematar, el enorme gatico riega con sus fluidos aquellos polvos marrones que tan mal olían, dándoles su versión de cómo aquello olería mejor. Bola de Nieve baja a avisaros y los humanos aún no han aparecido, pero... ¿Y Ofelia? ¡Falta ella para que podáis salir de la casa!

Ofelia ronronea en signo de aprobación al entusiasmo de Bola de Nieve, quien parecía tener una sed de sangre de humanos envidiable. Mientras el gato ninja de color de la noche corre cual felino grande tras su presa para avisar al resto de los gatitos, Ofelia salta dentro de la tina, ocultándose tras las cortinas. 

Mientras espera a que el gato vuelva para iniciar el plan de asesinato de los indefensos y estúpidos monstruos sin pelo, mira a través de la oscuridad y las sombras que le permiten observar la puerta abierta, solo asomándose para mantener su experto camuflaje.

Estaba enfrascada en plena batalla, una lucha a muerrrrrte contra esa prisión que no cedía ante mis uñas. -Tranquila, tranquila, que estoy aquí para ayudarte.- Maullé a aquella pobre gatita que hacía los mismos intentos con sus patitas delanteras desde el otro lado en un esfuerzo por salir.

Entonces, por si el meado de ese monstruo no fue suficientemente desagradable noté que algo caía desde el cielo. -¡Eh! ¡Eh! ¡Eeeeh!- Le grité al gatorropelo lamentándome. -¡Que estoy debajo! 

Pero ya era tarde, mi brillante y sedoso pelo estaba completamente perdido.

Me tiré y restregué por el suelo recorriendo todo el suelo de la cocina en un intento de sacudirme aquello de color oscuro, pero por mucho que me contorsionaba no se iba. Me lamí, lo lamenté, lo olfateé, me lamí de nuevo y me quedé con la lengua afuera. Era… ¡asqueroso!

Entonces creo que llegó Bola de nieve diciendo alguna cosa, pero una servidora tenía problemas a patas llenas como para cargar con los suyos. -¡¡Miiiiií pelooooo!!- Maullé con tristeza, antes de volver a lamérmelo de nuevo. Pero aquello sabía a rayos.

Bola de Nieve se para en seco cuando ve aquella escena en la cocina... Malos olores, caos, desorden, ruidos, café en diferentes estados repartido por doquier... 

Mira asombrado aquí y allá. Se lleva la pata a la frente, dándose un golpe con ella, a la vez que cierra los ojos, en señal de desesperación, mientras susurra:

-¿Qué te he hecho, oh, Bastet? ¿Por qué a mi?

Seguidamente se acerca hacia donde están, corriendo. Se pone junto a Felicia, que por segunda vez la veía apurada con algo desagradable sobre su pelo, y, como quien ya tiene experiencia en ello, comienza a darle con la pata intentando sacudir ese polvo marrón. mientras habla:

-Fusfus, rápido, tenéis que marcharos. ¿Dónde está Sphynx? Sácalos de aquí. Nos vemos en el cuartel general, donde el coronel. No te preocupes por nosotros. Ofelia y yo iremos enseguida...  ¡Carámbanos, qué mal huele! ¿Qué habéis hecho?

Viendo que con la patita no consigue mucho, prueba con la lengua. 

Comienza a toser. -Coff, Coff! ¡Mieww, es asqueroso! ¿Ésto es el café? Coff, Coff!! Se raspa la lengua con la pata. Maldición, idos, Felicia, eso se caerá cuando corras. Y lo que quede luego te ayudo a quitarlo. Coff, Coff! -Ya veremos si lo hago. Pero de momento lo que cuenta es salir de aquí, así que si funciona, mejor. 

Se gira haciendo muecas extrañas con la cara por el mal sabor del café y el mal olor de la orina mezclada con café. Sacudiendo sus patas manchadas con aquello. Y se va en dirección a la escalera de nuevo.

A cazar humanos. 

Bufó arqueando el lomo cuando aquel trasto acabó por caer y se agazapó dispuesto a saltar sobre cualquiera con tal de defenderse glamourosamente y felinamente... aunque en realidad parecía una especie de rata pelona con cara de perturbado.

La llegada de Bola de Nieve quitó tensión y le hizo levantar las orejas y relajar la postura pese a que cada vez había más ruido en la casa. Con lo bien que habíamos entrado, como gatos sigilosos y sesis ¡¡Y AHORA TODO A LA MIERDA!! arrugó el hocico y entornó los ojos.

-Todo el mundo en movimientos Fssssssss- coincidió con Bola de Nieve escurriéndose hacia la puerta buscando a Ofelia para asegurarse de que no habría que cubrir el poderoso trasero de la gata.

El Coronel nos va a convertir en whiskas...

Bola de Nieve vuelve al piso de arriba a cazar humanos. Allí agazapada esperaba Ofelia que oía ruidos a través de la puerta que tenía enfrente. La puerta se abre y salen dos humanos, el señor y la señora Smith pensáis. Al veros sonríen y no parecen alarmarse de tener un par de gaticos en casa.

-Mira Tom, se han colado un par de gatos, pobres...- la humana coge a Bola de nieve y comienza a rascarle. Le rasca detrás de las orejas y acaba estirándolo boca arriba entre sus brazos y rascándole su panza gatuna. A Bola de nieve nunca le habían rascado así, ni se había sentido tan a gusto.

-Quizás tengan hambre- dice el humano y entra a su habitación para salir con medio sandwich de atún que le sobró de su tentempié nocturno. Le ofrece el sandwich a Ofelia. Aquello olía delicioso, como un manjar digno de la misma Bastet.

Arriba se oye a los humanos hablar entre ellos, Ofelia y Bola de Nieve se encargarán de ellos. Es el momento de huir gaticos.

Mis lágrimas amenazaban con desbordarse, mientras Bolita de nieve me sacaba aquello asqueroso de mi pelo, no es que estuviese haciéndome daño, más al contrario sus lametazos eran tan agradables que me producían un ligero escalofrío, pero mi precioso pelajo olía muy mal. Ordenaron la evacuación immediata pero pude decir: -Pero, pero... ¿y la gata aprisionada quién la salvará? Y mi peeeeeeeeeloooo.- Añadí con tristeza.

No había tiempo, el gato ninja insistió en la huida, y me vi obligadaa buscar la seguridad del exterior. -Lo siento, mucho chica, no puedo salvarte tengo que irme.- Dije dedicándole una última mirada con tristeza y empeñada antes de salir de allí.

La ventana por la que se disponen a salir los gaticos, por un golpe de viento se cierra. Por mucho que los gaticos empujen o le maullen, la ventana no atiende a razones y no os deja salir. Debéis buscar otra salida antes de que os encuentren los humanos.

Al subir las escaleras pensando en sus cosas, Bola de Nieve se encuentra de sopetón con los dos humanos que salen del cuarto. 

-¡Maldición! ¡Soy yo el que pilla por sorpresa a los humanos, no al contrario! Y ahora...

Piensa el gatico negro mientras se agacha instintivamente, con los ojos como platos. De repente se pone a correr para esconderse, pero la humana lo alcanza. El pasillo es estrecho. 

-Mira Tom, se han colado un par de gatos, pobres...- la humana coge a Bola de nieve y comienza a rascarle. Le rasca detrás de las orejas y acaba estirándolo boca arriba entre sus brazos y rascándole su panza gatuna. A Bola de nieve nunca le habían rascado así, ni se había sentido tan a gusto.

-¡No, Suéltame! ¡Fffssssss! Maldita humana... Oh... Ooohh... purrrrrr.... Para... para por favor... Oohhh, ahiii, oohhh, weeooow... por detrás, por detrás... purrrrr... -Bola de Nieve no puede escapar. Es demasiado fuerte ésta tortura. No puede más que cerrar los ojos de placer, con las patas extendidas. Está perdido. 

De vez en cuando entreabre un ojo buscando a Ofelia con la mirada. Observa que la están comprando con manjares. Es el fin.

-¡Ofelia, no sucumbas! Tenemos... que... ooohh, miiieeww... escapar... a... atacar... purrrrr... huir... -Vuelve a cerrar los ojos de placer. Cuando la humana termine con la tortura, Bola de Nieve se cobrará su venganza. No dejará que lo hagan prisionero. 

Fusfus había terminado la faena con un orgullo y determinación brutal, pero ahora que se disponían a salir, la ventana por la que habían entrado se había cerrado- ¡CÓMO ERA POSIBLE ESO! -pensó el enorme gato mientras empezaba a sentirse nervioso. Él era grande y fuerte, y seguro que podría con los humanos, pero Ofelia no estaba, ¿les habría vendido? ¿Sería el gatete traidor? Una ira surgió de su interior mientras miraba de nuevo esa ventana, ¿podría atravesarla? ¿Podrían romperla de alguna manera? Puede que por el piso de arriba pudieran saltar a algún lado, pero aun así, comenzó a correr buscando algún tipo de salida de esa trampa mortal.

Demasiado fácil había sido todo.

Mueve la colita agazapada mientras espera, pensando en si debía haberlo seguido o no. Es entonces cuando el par de animales sin pelo aparecen por la puerta, mostrando sus fauces en un gesto que le parecía reconocer como de afecto o alegría entre ellos según lo que había observado en su vida callejera. Justo a tiempo para encontrarse con el gato negro.

¡Oh no! ¡Capturaron a Bola de Nieve! - sale de un salto de la bañera, corriendo hacia su compañero atrapado. Pero casi a cms del lugar apropiado para saltarle a la cara a la malvada humana, siente un sublime, delicioso e irresistible aroma proveniente de la mano del otro humano, que ahora salía de la habitación. Pudo sentir como salivaba ante aquella visión, dando pasos involuntarios en dirección al tributo que le ofrecían. La... misión... - Bola de Nieve luchaba para llamar su atención, pero Ofelia solo tenía ojos para aquel delicioso emparedado de atún - no... debo... sucumbir...

Om ñom ñom - pensó al acercar su hocico al pan, para pronto dar pequeños mordisquitos que de a poco agarraban confianza. - Exquisito... atún... om ñom ñom 

Me despedí con mucho reparo y tristeza de aquella pobre gatita que no podía salvar, con el corazón oprimido me forcé a buscar la salida e ir corriendo hacia su dirección, hasta que: ¡¡Plof!! -¡MeAU!- Me comí esa barrera invisible y mágica que llamaban ventana.

-¡Estamos atrapados! No podemos salir.- Lamenté luchando contra ella con mis zarpas, con rapidez y sin resultado alguno. Y en el fondo de mi ser felino supe que era mí castigo por haber abandonado a esa gatita dentro del monstruo. -¿Qué haremos? ¡Bajan los humanos!- Anuncié presa del pánico saltando por toda la casa.

Finalmente, se me iluminó una idea. ¡Teníamos que escondernos!

Pensado y hecho, paseé por detrás la cortina y nada me convenció así que me deslicé debajo del primer sofá. Entonces, fue que me di cuenta que debía cambiar... er, digo, que mi plan tenía un error.

No, no, no es que mi cola deforme saliera por un lado del asiento de humanos, sino que me di cuenta que Fusfus no podría ocultarse en ningún sitio.

Salí de allí y busqué en la habitación anexa más próxima. -Vamos, vamos. ¡Por aquí!- Les invité a seguir sin saber donde iba. A últimas si nos pillaban podía cubrir la retaguardia a mis compañeros con un sacrificio.

Deshaciendo lo andado para regresar al punto de entrada se encontró con esa estúpida ventana cerrada.

¡Por mis bigotes!... mis sensuales y terribles bigotes, mew....

Presa de un impulso a saber de qué naturaleza, se detuvo bajo la ventana y, sentado sobre las patitas traseras, empezó a lamerse la rosada tripilla.

Oh, sí, que sensual soy, prrr, y que tripita más calentita tengo...

Levantó la mirada para ver si Fusfus había hecho algo útil con su peso pero no solo no había pasado nada, sino que era la misma Felicia la que instaba a seguirla.

¿Hay otras ventanas abiertas, mew?- preguntó con curiosidad. Quizá subestimaba la capacidad de observación de la pequeña bola de pelo perseguidora de pelusas, siguiéndola más intrigado que preocupado, como si realmente esperase que ella supiese qué hacía.