Partida Rol por web

Salvadores Salvados

Salvadores Salvados - Amanece con Napalm - Escena Cuatro.

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22/08/2013, 23:29
Padre Jürguen

- LOG EDITADO DE LA ESCENA ENTRE JANSEN Y JURGUEN -

Ambroos Janssen se quedo mirando al sacerdote mientras hablaba, algo perdido entre tanta cantidad de información a sus ojos inutil. Hacia décadas de eso y parecía que ninguno de esos datos iba a poder ayudarle a luchar por la Ammsterdam de esa época.

Jurguen se mantuvo a la espectativa. No quería darle ninguna excusa más a aquél cabronazo para que le hiciese daño de nuevo.

- Ignoraré el factor de que según usted, yo debería ser algún descendiente de pirómanos místicos o algo así... - Dijo Jansen - Pero no itente venderme que su... habilidad sale de ninguna parte. Mis chicas serán imbéciles, pero le recomendaría no pensar igual sobre mi. -

- ¿Habilidad?- Contestó Jurguen - No le entiendo. ¿De qué habilidad me habla? -

- Vitalismo o como quiera llamarlo. Hijos de Dios - Estaba claro que el proxeneta odiaba el término. - Pero se que usted es tan especial como yo, amigo. Y de buena chanza que no es una hermosa herencia genética de sus abuelos.

- Entiendo. Es sólo terminología. Puede llamarlo como quiera. - Mientras Jansen no siguiera haciéndole daño, todo iva bien. - ¿Pues entonces cual es su teoría? ¿De donde le ha salido a usted? (...) Digo su telequinesis - Lo dijo como convencido.

Ambroos Janssen se quedó mirando al sacerdote antes de echar a reir despacio, como un maniáco intentado controlarse. - Creo que se ha patinado un poco. Yo no soy capaz de hacer nada de eso.- Janssen movió la mano con desgana, como si eso fuera suficiente par hacer "magia".

Jurguen volvió a hablar - Verá. yo no tengo habilidad alguna. Ya se lo he dicho. Trabajé para el gobierno alemán y encontré unos documentos... -

Y aquí pasó algo: - Bueno, en realidad no sé lo que hago. Sabe usted perfectamente que le estoy mintiendo. -

[[Ambroos Janssen 7d10: 6, 9, 7, 1, 3, 6, 2 ( = 34) . Cuatro éxitos de Agresividad, ahora los roleo]]

La risa de Ambroos se apagó de golpe y un puñetazo sólido como el acero  se acercó contra la cara del sacerdote... parando justo antes de impactar en la cara del hombre gritando. - ¡¿Y NO HAS VISTO QUE NO TE CUNDE EL NEGOCIO; HIJO DE PUTA?! -

-¡¡¡Auchhh!!!- Gritó Jurguen

-¡¡PUEDO COLGARTE DE UNO DE ESOS GANCHOS Y DEMOSTRARTE LAS COSAS RARAS QUE SABES HACER!!-

- ¡¡Vale, vale!! ¡¡Lo he pillado!! Puedo sentir a otros Vitalistas como usted ¿Le sirve? - Confesó Jurguen.

- Joder...- Ambroos se llevó la mano a la frente desesperado.

El padre Jurguen Mira a Ambroos extrañado.

HASTA AQUÏ ME TIRË PASANDO EL LOG EN PLAN "NARRATIVO" PERO VI QUE ERA MUCHO CURRO, Y YA DECIDÍ SOLAMENTE QUITAR LOS ERRORES MÄS GRAVES DE ESCRITURA Y COPIARLO TAL CUAL. ¡¡SORRY !!!

21:26:40 ‹Ambroos Janssen› - Mire, Jurguen. Usted quiere que yo no le haga daño y yo quiero la puta verdad. ¿Es tan dificil cooperar, joder?

21:27:05 ‹Ambroos Janssen› - Yo podría haberle atado al techo nada más entrar y abrirle en canal mientras lo gravaba. -

21:27:10 ‹Ambroos Janssen› - He tenido la deferencia de preguntarle. -

21:27:14 ‹Ambroos Janssen› - Llámelo redención. -

21:27:19 ‹Ambroos Janssen› - O como pollas hagais los curas. -

21:27:23 ‹Padre Jurguen› - No sé que espera de mí, la verdad. ¿Todo por molestarle en el local? Hay que ver como se pone. -

21:27:54 ‹Ambroos Janssen› - No, no es por el local. -

21:28:11 ‹Padre Jurguen› - ¿Entonces? - Pone cara de tonto.

21:28:55 * Ambroos Janssen miraba fijamente a Jurguen. Era una frialdad totalmente falsa, un intento inhumano del serbio de no destrozar un cuerpo que aún podría brindarle una valiosa información.

21:29:15 ‹Ambroos Janssen› - ¿Ha oido hablar de Jasenovac, Jurguen? -

21:29:23 ‹Padre Jurguen› Se pone pálido como la cera, y ahora si que está acojonado de verdad.

21:29:47 ‹Ambroos Janssen› -¿Va a contarme la puta verdad, Jurguen?-

21:30:00 ‹Ambroos Janssen› -¿O he de tirarle al mar atado a un cadaver con alambre de espino? -

21:30:22 ‹Padre Jurguen› -Usted ha visto unas fotos, y me confunde con otro.-

21:30:49 ‹Padre Jurguen› - Vale ¡Un abuelo mío trabajó allí! ¿Y qué? - Lo dice no muy convencido.

21:30:59 * Ambroos Janssen se echa a reir, una carcajada totalmente visceral, antes de arrear una patada a la pata de la silla del sacerdota, derribándola

21:31:12 ‹Padre Jurguen› -¡¡Ouch!! -

21:31:36 ‹Ambroos Janssen› - Usted estaba vivo allí y seguirá estando vivo cuando yo me muera.- Pronunció entre dientes desde la posión privilegiada, con el sacerdote en el suelo.

21:32:06 ‹Ambroos Janssen› -Y escúcheme bien ...-

21:32:12 ‹Ambroos Janssen› -... porque solo voy a decirselo una vez más.-

21:32:26 ‹Padre Jurguen› - Oiga. No se haga cábalas. Usted se imagina cosas... - Jurguen intenta aferrarse deseperadamente a lo que claramente es una mentira que se ha desmoronado totálmente.

21:32:37 ‹Ambroos Janssen› - Tiene una única oportunidad de decirme la verdad y toda la verdad, antes de que decida colaborar con usted. -

21:33:06 ‹Ambroos Janssen› - Antes de que le ORDENE hacer una cosa para que me demuestre que ya no es esa puta mierda barata que trabajaba en un campo de concentración sobre mis abuelos. -

21:33:19 ‹Ambroos Janssen› -Si veo un puto atisbo de mentira en lo que me cuenta... bueno, olvídese.-

21:33:25 ‹Ambroos Janssen› -Tengo motivos más que sobrados para matarle.-

21:33:36 ‹Ambroos Janssen› -Pero quizás no soy tan psicópata como piensa.-

21:33:43 * Ambroos Janssen sonrie con superioridad.

21:34:04 ‹Padre Jurguen› - Vale. Digamos que estuve allí. -

21:34:23 ‹Padre Jurguen› - Y digamos que es cierto lo que se imagina. -

21:34:34 ‹Ambroos Janssen› - ¡QUE NO ME IMAGINO NADA! ¡JODER! -

21:34:49 * Jurguen agacha la cabeza y mira al suelo

21:35:03 * Ambroos Janssen Janssen resopla y se calla

21:36:00 ‹Padre Jurguen› * Levanta la mirada - No empezará ahora a cortarme dedos o algo así, ¿verdad? -

21:36:19 * Jurguen tiene ya la cara como un pan

21:37:11 ‹Padre Jurguen› - Usted no sabe lo que fué aquello. No puede entenderlo. -

21:37:18 ‹Ambroos Janssen› - ¿En serio tiene la poca verguenza de preguntarme eso, Jurguen? ¿Que coño hizo usted a la gente del campo? ¿Darles flores?-

21:37:37 ‹Padre Jurguen› - Cumplía órdenes. -

21:37:55 ‹Padre Jurguen› - Por favor no me pida que le describa lo que hice. -

21:38:02 * Jurguen empieza a llorar.

21:38:26 ‹Ambroos Janssen› - Mire, no voy a entrar en ese puto barrizal moral sobre ordenes o no. ¿El puto Einchmann sigue vivo también?

21:39:12 ‹Padre Jurguen› Entre sollozos dice: -¿Vivo? ¿Cómo espera que lo sepa? -

21:39:38 ‹Padre Jurguen› - Cuando los soviéticos se aproximaban, aquello se convirtió en un caos.-

21:40:09 ‹Ambroos Janssen› - ¿Por eso le operaron a usted tambien, Jurguen?

21:40:49 ‹Ambroos Janssen› - Por que aún no me ha dicho de donde salen sus superpoderes de torturador. - Ambroos se rio ligeramente, como sid isfrutase de la ironia de preguntarle aquello

21:41:32 ‹Padre Jurguen› Responde con rabia.. - ¡¡ME OPERARON PORQUE ERA JUDIO!! -

21:41:53 ‹Padre Jurguen› - Mientras les fuí util hasta se hicieron mis amigos. -

21:42:08 ‹Padre Jurguen› - Incluso empecé a creer en su ... doctina. -

21:42:26 ‹Padre Jurguen› - No sé como explicarle eso... ¡¡USTED NO LO ENTENDERÏA!! -

21:42:41 ‹Ambroos Janssen› - Madre mia Jurguen. - Ambroos se echó a reir a carcajada limpia, hasta el punto de llevarse las manos al estomago y dejarse caer al suelo sentado cerca suyo.

21:43:37 ‹Ambroos Janssen› - Mira que me jode... - El proxeneta le dio un leve puntapie al sacerdote en la barbilla, mientras intentaba parar de reir sin mucho éxito.

21:43:52 ‹Ambroos Janssen› - Te está bien empleado, por puto gilipollas.

21:44:05 ‹Ambroos Janssen› - Mira que lanzarte contra tu propio pueblo. -

21:44:02 ‹Padre Jurguen› - No creo que a sus abuelos les hiciera gracia, señor Janssen...-

21:44:20 ‹Ambroos Janssen› - No, pero a mi me está doblando el estómago, mamón.

21:44:29 ‹Ambroos Janssen› - Espero que no sea mentira, o entonces si que te cortaré los dedos. -

21:44:31 ‹Ambroos Janssen› - ¿Me oyes? -

21:44:56 ‹Padre Jurguen› - ¿Mentira? ¿El qué exactamente? -

21:45:19 ‹Ambroos Janssen› - Eso. Que es usted judio. -

21:45:22 ‹Padre Jurguen› - ¿De veras cree que si alguien como usted hubiera estado en esa situación habría rechazado la oferta? -

21:45:48 ‹Ambroos Janssen› - Oh vamos. ¿Se cree que yo me dedico a joder gente por gusto?

21:45:55 ‹Ambroos Janssen› - Lo hago como deber social, Jugen.

21:45:58 ‹Ambroos Janssen› - Saco la basura. -

21:46:05 ‹Ambroos Janssen› - Alguien tiene que hacerlo. -

21:46:41 ‹Padre Jurguen› - Me juzga, pero no es muy distinto a como yo era, por lo que veo. -

21:47:16 ‹Padre Jurguen› - Jode a la gente y luego se justifica...-

21:47:21 ‹Ambroos Janssen› - Si, pero hay una sutil diferencia, Jurguen. Se llama trasfondo. Historia personal. -

21:47:46 ‹Padre Jurguen› - Yo también la tenía. Tenían nombres propios. -

21:47:57 ‹Padre Jurguen› - Ya no queda nada, -

21:48:21 ‹Ambroos Janssen› -¡Que casualidad!- Ambroos chocó las dos manos, entrealazandolas, con cara de mujer sorprendida ante cualquier banalidad.

21:48:58 ‹Padre Jurguen› - Y ahora ¿Qué? -

21:49:03 ‹Ambroos Janssen› - Voy a mostrarle lo diferentes que somos, Juguen. -

21:49:14 ‹Ambroos Janssen› - Usted va a hacer algo por mi. -

21:49:23 * Jurguen pone rostro interrogante.

21:49:36 ‹Padre Jurguen› -¿O sea que me va a soltar? -

21:49:47 ‹Ambroos Janssen› - Si. ¡Sorpresa! -

21:49:52 * Jurguen pone rostro de incredulidad esta vez.

21:50:10 ‹Ambroos Janssen› - Por supuesto, a cambio tendrá que demostrarme que no me he equivocado al hacerlo. -

21:50:26 ‹Ambroos Janssen› - O volveré a enseñarle el fondo de mi bolsa de herramientas. -

21:50:32 ‹Ambroos Janssen› - Supongo que lo entiende. -

21:51:31 ‹Ambroos Janssen› - ¿Sabe donde está el campamento de los mercenarios, Jurguen?-

21:51:53 ‹Padre Jurguen› -Ni idea.-

21:52:26 ‹Ambroos Janssen› - Bueno, podrá mirarlo en un mapa.- La respuesta no parecio hacer mucha gracia a Ambroos, que se cruzó de brazos.

21:52:48 ‹Ambroos Janssen› - Necesito que vaya allí a buscar a una persona. -

21:53:02 ‹Padre Jurguen› - Puedo buscar a los Anarquistas. Creo que podría encontrarlos. A los Mercenarios, lo dudo. -

21:53:25 ‹Padre Jurguen› - Si no sabe usted dónde están, no sé como espera que los encuentre.-

21:53:56 ‹Padre Jurguen› - Y aunque los encontrara ¿Cómo espera que les convenza de nada?-

21:54:12 ‹Ambroos Janssen› - Nah, deje a los Anarquistas. - Ambroos negó con la cabeza moviendo un brazo. - Localizaré a los mercenarios y le daré una dirección. -

21:55:33 ‹Padre Jurguen› - Muy bien. Irá allí, les pediré que me entreguen a esa persona, y como no tengo un clavo, que es lo único que les interesa a esas personas, me volveré con las manos vacías. -

21:56:20 ‹Padre Jurguen› - Por su culpa, señor Janssen, me he tenido que gastar mucho dinero. No es que ande muy voyante últimamente. -

21:58:40 ‹Ambroos Janssen› - ¿Por mi culpa? -

21:58:48 ‹Ambroos Janssen› - Además, quiero que hable con esa persona, joder. -

21:59:08 ‹Ambroos Janssen› - No va a hacer ningún puto encargo. - Sonaba ofendido: probablemente porque si quería matar a alguien bien podía hacerlo él. -

21:59:24 ‹Padre Jurguen› - Bueno, Prometo que haré lo que pueda. -

21:59:49 ‹Padre Jurguen› -¿Puede soltarme por favor? - Estar tirado en el suelo atado a una silla es algo incómodo.

21:59:56 ‹Padre Jurguen› - Y me duele todo. -

22:00:03 ‹Ambroos Janssen› - Júrelo por Yavhe y por todo lo que alguna puta vez haya amado o se queda en esa puta silla hasta el dia del juicio

22:00:40 ‹Padre Jurguen› - Por mi hermano, descanse en paz. -

22:01:20 * Había un gesto solemne en sus palabras.

22:01:34 * Janssen, con un resoplido levantó la silla del suelo, aunque no parecía del todo dispuesto a soltarlo. Aún.

22:01:49 ‹Ambroos Janssen› - Bien, va a buscar a Diéter Strasburger y decirle que sabe de alguien que peude darle a su hija.

22:02:14 ‹Padre Jurguen› - ¿Quién es ese? No caigo -

22:02:15 ‹Ambroos Janssen› - Y le dirás que quede con ese tipo, porque no va a darle mi nombre, en el callejón a dos calles de aquí. -

22:02:28 ‹Ambroos Janssen› - Y que o viene solo, o no habrá ni niña ni hostias para él. -

22:02:40 ‹Ambroos Janssen› - Bueno hostias a lo mejor si. -

22:02:52 ‹Ambroos Janssen› - Y no de las que reparte usted, sino de las mias. -

22:03:03 ‹Ambroos Janssen› - Es un mongolo estirado. -

22:03:18 ‹Ambroos Janssen› - Lleva siempre zapatos negros y calcetines negros. -

22:03:23 ‹Ambroos Janssen› - Y es muy bien hablado. -

22:03:47 ‹Ambroos Janssen› - Que yo sepa no es nadie importante en ningún plan mundial. -

22:03:48 ‹Padre Jurguen› - Bueno. Usted me dice donde encontrarle y yo le trasmito eso. ¿Algo más? -

22:03:56 ‹Ambroos Janssen› - Pero es importante para mi, Jurguen. -

22:04:25 ‹Padre Jurguen› - ¿Sabe? No me hace mucha gracia ser cómplice en un rapto infantil. -

22:04:42 ‹Ambroos Janssen› - No se preocupe por eso. La niña está perfectamente. -

22:05:08 * Ambroos Janssen sonaba serio, como si de verdad aquello le preocupase.

22:05:49 ‹Padre Jurguen› - Espere un momento.. ¿Quién es el padre de esa niña? -

22:05:59 ‹Ambroos Janssen› - Ese mismo. Dieter. -

22:06:24 * Padre Jurguen queda pensativo.

22:06:38 ‹Ambroos Janssen› - No soy un puto pederasta. -

22:06:40 ‹Padre Jurguen› - Disculpe, pensé por un momento que era otra niña. - No dice más.

22:06:51 ‹Ambroos Janssen› - ¿Que niña, Jurguen? -

22:07:08 * Jurguen pone cara de póker.

22:07:24 ‹Ambroos Janssen› - Joder, ya le he dicho. Usted habla, yo no le parto ningun hueso. -

22:07:33 ‹Ambroos Janssen› - ¿Tengo que volverselo a explicar? -

22:08:20 ‹Padre Jurguen› - No. Indíqueme la dirección y voy para allí. -

22:08:30 * Padre Jurguen mira hacia sus ataduras con cara de circunstancia.

22:08:43 ‹Ambroos Janssen› - No voy a soltarte hasta que me hables de esa puta niña. -

22:08:58 ‹Ambroos Janssen› - Pensé que había confianza entre nosotros, Jurguen. Te has sincerado de verdad. -

22:09:12 ‹Ambroos Janssen› * La sorna era casi insoportable.

22:09:14 ‹Padre Jurguen› - ¿Pero de qué niña habla, si no la conozco? -

22:09:22 ‹Padre Jurguen› -¡¡Puto paraoico!!-

22:10:11 ‹Ambroos Janssen› Ha hablado de otra niña...- Dijo con algo de exasperación, movimiendo la mano para instarle a hablar.

22:10:36 ‹Padre Jurguen› - ¿Yo? ¡Que va! ¡Usted se confunde! -

22:11:05 ‹Ambroos Janssen› -¡JURGUEN!-

22:11:25 ‹Ambroos Janssen› -¡LLEVO AÑOS SOÑANDO CON MATARLE Y NO SABE LO QUE ME CUESTA AGUANTAR ESTAS GANAS!-

22:11:30 ‹Ambroos Janssen› -¡ASI QUE NO ME LO PONGA MAS DIFICIL!-

22:12:08 ‹Padre Jurguen› - Oiga, era la hija de una amiga ¿Vale? Joder. Dice que va por ahí raptando niñas y no crea que me voy a poner a hablarle de una que conozco. -

22:13:16 ‹Padre Jurguen› - Anda que no habrá niñas en Amsterdam. Casualidad sería. -

22:13:22 ‹Ambroos Janssen› - Yo no he raptado a esa cria. - Ambroos le señaló poniendole el dedo en la frente con gesto irascible. - Le estoy ayudando ¿me oye? Y se lo crea o no no tengo mayor puto interés que el de ser un tipo decente por una puta vez. -

22:14:36 ‹Padre Jurguen› - Vale, vale. Le creo. - Está claro que no, pero sigue atado y le da igual. - ¿Me va a soltar ya por favor? -

22:15:31 * Ambroos Janssen se acerca a la mesa de herramientas con un gruñido y saca un cuchillo, con el que se acerca a cortar las cuerdas del sacerdote, aunque le mantiene sujeto por el cuello con fuerza.

22:16:10 ‹Ambroos Janssen› - Antes de salir, haz el favor de enseñarme la marca del club de los favoritos del señor. Baja esos pantalones.

22:16:52 ‹Padre Jurguen› - No sea idiota. Hay judios sin esa operación y no judios con ella. eso no demuestra nada. -

22:17:09 ‹Padre Jurguen› - Soy médico alemán y judio. Sé bien de lo que hablo. -

22:17:29 ‹Padre Jurguen› - ¿Ha oido hablar de la fimosis? -

22:17:40 ‹Ambroos Janssen› - Mire, un judio sin circuncidar no es un puto judio. Es un cineasta americano dandoselas de alternativo. No se crea que a mi me hace gracia verle desnudo. -

22:18:16 * Jurguen sacude la cabeza, incrédulo. Aun así hace lo que Ambroos le pide...

22:18:23 ‹Padre Jurguen› -¿Ya está contento?-

22:18:37 * Jurguen muestra la zona operada.

22:19:05 ‹Padre Jurguen› -¿Le pone?- Se permite una pequeña ironía.

22:20:01 ‹Ambroos Janssen› - Yo nunca estoy contento y creame que hace falta más que eso para poner a un especialista del campo.- Ambroos le da un pequeño golpe con el mango del cuchillo en la cabeza, más como castigo simbólico que para herir. - Pero tendré qeu conformarme. -

22:20:18 ‹Ambroos Janssen› Además, no quiere verme excitado, Jurguen.

22:21:06 * Jurguen se sube los pantalones enarcando la ceja.

22:22:07 ‹Padre Jurguen› - Bueno. Dígame al menos el apodo que usa con ese tipo desconocido que quiere que venga. - No esperará que le diga a ese tal Dietrich que ALGUIEN desa que traiga a otro ALGUIEN. Sonaría ridículo. -

22:22:46 ‹Ambroos Janssen› - Si dice que ha pasado una noche a solas conmigo en una habitación sin muebles a alguien que haya oido hablar de mi pensará cosas muy impropias de un sacerdote. -

22:23:09 ‹Ambroos Janssen› - Ya le he dicho que no conozco a ese tipo. - Sonó exasperado. - Pero digale que Jo Deng puede dársela.

22:24:15 ‹Ambroos Janssen› - Y el nombre de la niña es Grecthen. Si sospecha digale que se que le encanta ponerle lazos en el pelo. -

22:25:57 ‹Padre Jurguen› - Supongo que el tipo que quiere que ese tal Dietrich traiga es alguien importante de los Mercenarios. -

22:26:06 * Jurguen intentaba hacerse una idea del asunto.

22:26:29 ‹Ambroos Janssen› - No, no. -

22:26:39 ‹Ambroos Janssen› - ¿Dieatrich? -

22:26:48 ‹Ambroos Janssen› - Quiero que contacte con Dieter y le de esa información. -

22:27:00 ‹Ambroos Janssen› - Y se que para contactar con Dieter, hay que pasar por los mercenarios. -

22:27:18 ‹Ambroos Janssen› Explicó Ambroos, mientras se sentaba en la silla.

22:27:09 ‹Padre Jurguen› - Eso, Dieter, perdón. Me he colado. Cosas de la edad. -

22:27:25 ‹Padre Jurguen› -Aaaahhhh.. Vale. -

22:27:30 ‹Ambroos Janssen› - Si, salvo que conozco a otro Dietrich y no me gusta.

22:27:43 ‹Ambroos Janssen› - Pero dejemoslo. Esta ciudad esta infestada de alemanes últimamente. -

22:27:52 ‹Ambroos Janssen› - Y no quiero discutir más. -

22:28:50 ‹Padre Jurguen› - Me parece correcto. Todo claro. Entonces hasta pronto ¿No? ¿O desea algo más? -

22:30:19 * Jurguen estaba deseando largarse de aquél sórdido lugar. No podía disimularlo.

22:30:21 ‹Ambroos Janssen› - No, puede irse con Dios o con la Virgen. Aunque reconozco que me ha sorprendido gratamente esta conversación.- Ambroos se quedo mirando a Jurguen desde la silla, una extraña visión que nunca se hubiera esperado. Dejarle marchar...- Y ya sabe, diga algo de esto y se acordará. -

22:30:41 ‹Ambroos Janssen› - Y no por mi espléndido carisma precisamente. -

22:31:06 Ambroos Janssen 7d10: 7, 2, 3, 3, 8, 9, 2 ( = 34) (Intimidar)

22:32:20 ‹Ambroos Janssen› - No se lo imagina.

22:33:04 ‹Padre Jurguen› *** YA ESTÄ BASTANTE INTIMIDADO POR JANSSEN, AUNQUE AHORA NO LO DEMUESTRE ***

22:34:00 * Jurguen traga saliba y da la espalda a Janssen, abriendo la puerta (si la hay) subiendo escaleras arriba, no sin antes realizar una última mirada atrás..

FIN DE LA ESCENA

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23/08/2013, 15:57
Gretchen

- Va a ganar, ¿verdad? -le preguntó Gretchen a Alice, esto es, a sí misma. Obviamente, hablaba de Viktor. Obviamente, no era una pregunta.

Algo en ella se revolvió. Rabia. Inesperada en ella, pero como el carbón sometido a la presión suficiente se convierte en algo duro, hermoso, transparente y frío; así el miedo, el pánico acumulándose en el alma de Gretchen llegaría finalmente a una Masa Crítica que transformaría el inestable uranio de su espíritu en una bomba atómica capaz de destruirlo todo a su paso.

Antes moriría, llevándose a Viktor consigo, que permitirle que la sonriera. Permitirle que la sonriera sería matar ella misma al ángel anarquista que la había recogido. Y eso nunca. NUNCA.

Sentía también que deseaba salvar a Janssen. De alguna manera, ese judío rabioso y violento se había instalado en su existencia como alguien cercano a ella. Extraño. No podía decir que le quisiera -sólo quería a Stille-, pero sí que echaba de menos su compañía más que la de otros.

Y a Él... Le odiaba. A ese nazi cabrón, le odiaba, y nunca le había conocido. Nunca habían cruzado más de dos palabras. Y le odiaba con tanta fuerza que si su odio fuera ácido le corroería hasta los huesos.

Échale valor, Gretchen.  

Repitió el plan en su cabeza. Entrar al baño, recoger la agenda, salir tan sigilosamente como había entrado, apagarla mientras salía de la casa y dirigirse por los tejados al Boulevard. Media hora para el toque de queda es muy poco, y una niña sola, toque de queda o no, acabaría siendo pasto de los buitres con plumaje de águilas.

Entrar al baño. Abrir la puerta con cuidado, pero sin miedo. La rapidez es básica, Gretch. Esa mujer se está duchando, estará a lo suyo, y el agua amortiguará los sonidos en el caso de que hagas alguno, que no deberías porque estás siendo Esencial. 

Recordar que estaba a salvo la hizo sentir más segura. La seguridad duró poco.

Recoger la chaqueta en la que se guardó la agenda y salir del baño. Cuando estés fuera, sacas la agenda, dejas la chaqueta y sales por patas. No te va a oír, pero acabará dándose cuenta de que ha bajado la temperatura del baño. Tienes veinte o treinta segundos antes de que se entere. Si lo haces bien, tiempo suficiente para salir de allí. Si fallas, despídete.

Coger la agenda, sacarle la batería y volver al burdel. Necesitaba que alguien tomara decisiones por ella, que alguien la hiciera sentir a salvo. Janssen tendría que ser, porque Stille se pondría histérico. 

Janssen sabría arreglar las cosas. 

Puso la mano sobre el pomo del baño y la giró.

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25/08/2013, 18:21
Viktor

La clásica confusión que provocaba Eichmann. La que sabía que provocaba pero había aprendido a aceptar.

El hombre sonrió abiertamente al ver la nueva ropa del hombre, y se rió con una carcajada sana, limpia y natural. No de Novák, sino de lo curiosa que resultaba la situación. Verle lucir una camiseta de Berlín le resultaba hilarantemente bello.

Con un cabeceo, el übercapullo señaló uno de los cochecitos blancos y montó con Novák. Lo encendió y comenzó a cabalgar tranquilamente por el campo hasta donde, con casi toda seguridad, deberían de estar El Gobernador, El Senador, y toda esa sarta de hijos de la grandísima "Alemania", por no decir un palabro mucho más ofensivo.

- ¿Algo fuera de las capacidades de el Doctor Eugenius Novák?- preguntó el casi retórico, que parecía tomarse ya las licencias de bromear amablemente con él. Le estaba dorando la píldora, pero no dejaba de ser encantador. Joder, si fuese mujer se lo hubiese intentado cepillar ahí mismo, sobre el maldito volante de la enjuta máquina-, supongo que estoy subestimando la situación- se concedió, aunque no parecía lucir ni un ápice mísero de preocupación-. Pero bueno, confiemos en que quien sea que ahí arriba nos sea benevolente.

Siguió hablando con el científico un rato. Uno largo, pero que corto se hizo, hasta llegar al hollo ocho. Podía distinguir en la lejanía al inconfundible Gobernador con sus ropas pardas y su pipa de fumar en los labios. El senador, de igual modo renaciente, a su lado. Detrás, Knoche seguía enfundado tieso como un palo en su brillante armadura bruñida en negro. El cabrón no parecía ni mirar el paisaje ni prestar atención a los otros dos. De hecho, parecía una jodida estatua. Cualquiera hubiese dicho que estaba apagado o fuera de cobertura, aunque estaba ahí, de pie. Sin moverse, sin hacer absolutamente nada, pero presente. Desde luego, ese señor era cuanto menos inquietante. Era más monstruo que humano en apariencia.

Bueno, apariencia, ¿qué apariencia? Si no enseñaba un centímetro de piel o tejido. Joder, Novák estaba bailando con lobos.

Eichmann fue encantador. O mejor dicho, fue EL encantador. Si le hubiese pedido a Novák permiso para tener una cita con su hermana, este probablemente hubiese pensado de algún modo que era buena idea. Puta su suerte. Y puta la capacidad de Eichmann para ser sencillamente dueño de la voluntad y mente de los demás. Debía ser difícil vivir con ese don.

Pero, al parecer, nada preocupaba o molestaba a Eichmann. Era asquerosamente perfecto a nivel físico y de personalidad. No le molestaba ni la actitud de Novák, ni su reticencia para ser su amiguito del alma, ni su mente fría. Sencillamente, Eichmann parecía vivir en otra dimensión donde si algo no era, era porque no podía ser. Él conseguía lo que quería, ¿no?

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25/08/2013, 18:21
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Jürguen volvió a las frías calles de Ámsterdam. Pudo ver ante sus ojos una calle de mala muerte en una zona de periferia, al sureste. Los cristales de las ventanas circundantes estaban rotos y no había luz en las viviendas. Nadie parecía respirar, vivir, dormir o llorar, y sólo una bolsa de plástico, una pelusa y una rata hicieron compañía al padre del vitalismo cuando este se paró a buscar algo no estático en los alrededores. Una farola chispotorreó hasta apagarse definitivamente al cabo de cinco segundos. Había tapas de alcantarilla abiertas y depresiones irregulares en el terreno. Había trozos de pared en el suelo y edificios abiertos en canal. Ahí había acontecido algún tipo de bombardeo, y valga Dios que sabía la razón pues Ámsterdam se rindió sin oponer resistencia cuando vio al ejército germano en sus puertas saludando con los cañones.

Miró atrás, y el bueno del falso sacerdote sintió un escalofrió. Al menos tenía el trasero intacto, aunque del orgullo no podíamos decir mucho más. Ahora alguien sabía su secreto, y ciertamente una araña y su red volaban alrededor del científico. Cómo lidiaba con ella y qué haría de su futuro era cosa suya. Ciertamente, las posibilidades eran tan abiertas como su mente brillante considerase. Ni más, ni menos, ahí residía la gracia de la imaginación. Puta sea la de Ambroos.

Se alejó de aquel sótano célere y presto, todavía apretándose un poco las contusiones que le dolían tanto en el alma como en el cuerpo, y puso distancia. Cuando miró al sol, se dio cuenta de que no estaba, pero que la noche tampoco había comenzado a reinar en todo su esplendor. Simplemente, estábamos en transición. El toque de queda caería pronto, muy pronto, así que era el momento de decidir, y rápido que hacer. Ir a casa. Buscar a los putos mercenarios. Hablar con la policía alemana. Volver al burdel y acostarse con una de esas estúpidas, como las llamaban ambos. Suicidarse y revivir.

Pero fuese cual fuese su decisión, tenía que ser rápido, pues Jürguen quizás, y sólo quizás, tuviese toda la eternidad, pero Ámsterdam no tenía ni de lejos tanto tiempo, y la maquinaria de guerra nunca se detiene y no espera a nadie. Ahí, en ese barrio, estaba confirmado. Pero claro, teniendo en cuenta que el falso sacerdote había sido ocultista experimental en sus tiempos no tan mozos de la WW2, qué demonios le íbamos a contar a él que no supiese ya. Venía de contar batallitas.

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25/08/2013, 18:37
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Ambroos volvió a las frías calles de Ámsterdam. Pudo ver ante sus ojos una calle de mala muerte en una zona de periferia, al sureste. Los cristales de las ventanas circundantes estaban rotos y no había luz en las viviendas. Nadie parecía respirar, vivir, dormir o llorar, y sólo una bolsa de plástico, una pelusa y una rata hicieron compañía al padre del vitalismo cuando este se paró a buscar algo no estático en los alrededores. Una farola chispotorreó hasta apagarse definitivamente al cabo de cinco segundos. Había tapas de alcantarilla abiertas y depresiones irregulares en el terreno. Había trozos de pared en el suelo y edificios abiertos en canal. Ahí había acontecido algún tipo de bombardeo, y valga Dios que sabía la razón pues Ámsterdam se rindió sin oponer resistencia cuando vio al ejército germano en sus puertas saludando con los cañones.

Miró atrás, y el bueno del proxeneta no pudo evitar sonreír. Al menos Jürguen tenía el trasero intacto, aunque del orgullo no podíamos decir mucho más. Ahora ÉL sabía su secreto, y ciertamente una araña y su red volaban alrededor del científico. Cómo lidiaba con ella y qué haría de su futuro era cosa suya. Ciertamente, las posibilidades eran tan abiertas como su envejecida mente considerase. Ni más, ni menos, ahí residía la gracia de la imaginación. Puta sea la de Ambroos.

Se alejó de aquel sótano célere y presto, todavía recordando aquel encuentro cuanto menos bizarro en sentido neologista, y puso distancia con la bolsa de deporte con bártulos de tortura al hombro. Arrancó el coche aparcado dos calles más abajo y, cuando miró al sol, se dio cuenta de que no estaba, pero que la noche tampoco había comenzado a reinar en todo su esplendor. Simplemente, estábamos en transición. El toque de queda caería pronto, muy pronto, así que era el momento de decidir, y rápido que hacer. Empezaríamos por algo sencillo... volver al lugar donde el toque de queda no era una molestia.

Jürguen quizás, y sólo quizás, tuviese toda la eternidad, pero Ámsterdam no tenía ni de lejos tanto tiempo, y la maquinaria de guerra nunca se detiene y no espera a nadie. Ahí, en ese barrio, estaba confirmado. Pero claro, teniendo en cuenta que el proxeneta había sido juguete de ocultismo experimental en sus tiempos mozos de la WW2, qué demonios le íbamos a contar a él que no supiese ya. Venía de contar batallitas.

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25/08/2013, 18:41
Dana

Gretchen, aún invisible, se adentró en los baños de aquella señora. O señorita. O nazi a secas. O lo que demonios fuese la tal dana. Podía oír el rumor del agua y a la mujer tarareando alegremente. No parecía una asesina, ni una militar, ni siquiera una nazi. Pero lo era, y valga en su uniforme la insignia de Sargento y la marca del ejército imperial. Cómo engañaban las apariencias, vaya.

Allí, junto a la ropa, su agenda portátil. Sorprendentemente, estaba encendida y parecía estar descargando algo. Una barra blanca se volvía verde conforme los datos llegaban al receptor virtual. Un águila de metal giraba de fondo como protector de pantalla. Gretchen no pudo sino buscar el botón de apagado de forma un tanto torpe. Salió de allí con viento fresco y dejó a la acomodada asesina vestida de cordero sin las botas puestos. Ay si Gretchen hubiese sido hombre y no mujer, cómo hubiese cambiado aquella escena, señor.

Ya fuera, en el pasillo, la mujer rebuscó por detrás hasta buscar algún lugar donde debía estar la batería. Sin encontrarlo, no pudo sino ir rápidamente a la cocina y agarrar el primer cuchillo que encontró. Hizo saltar la tapa de atrás y arrancó lo que parecían tres pequeños cilindros de alimentación.

Los guardó en el bolsillo, junto con el cuchillo que tiró por una alcantarilla dos calles más abajo, y adiós.

- Hombre, no ha perdido nunca- respondió, algo tarde, Neo Gretchen-. Pero nunca se ha enfrentado al tiempo.

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25/08/2013, 18:43
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Casa. Gretchen inhaló el olor a tabaco, sexo, alcohol y casa. Diéter olía a colonia cara, Ambroos olía a hombre. Podía ver, ahora ya de noche, cómo la función de bar estaba reventadísima. Podía ver las escalofriantes gorras alemanas y las esvásticas en el brazo beber animadamente en guetos mirando a las prostitutas de Ambroos, o incluso tocándolas, mientras los neerlandeses hacían sólo lo primero salvo que pagasen, y por supuesto, ligeramente indiferentes pero molestos por la presencia de los nazis. Un mal, por desgracia, inevitable. El dormir con el enemigo, dígase.

Al fondo, la figura potente del alto y corpulento proxeneta de barba recortada, cabello hacia atrás y piel pálida hablaba animadamente con una de sus chicas. Pedía informe a Liselot de cómo había ido todo en su prolongada ausencia, y la mujer no parecía tener más que rutina en su informe, salvando las obvias referencias a cómo ella, para variar, tuvo que tapar toda la mierda que Ambroos había dejado ir en su última salida triunfal colgado de aquel tipo. Jürguen. El Verdugo.

Cuando Gretchen atravesó la sala como polilla entre llamas hasta llegar a Ambroos, cayó sin querer en la sala de fiestas. Baile, streaptease y el clásico espectáculo de erotismo ante el cual, por supuesto, tanto Ambroos como Gretchen no mostraban más que parca indiferencia. Acostumbrados y poco interesados ya. Qué malo era que tu padre te violase o que hubieses follado demasiado.

Por ahí estaban sus chicas, todas y sin excepción. Natasha, Irina, o como quisieras llamarla. La del embarazo, joder. Meike, las dos revoltosas que más negocio hacían, Helghe y Tinna, y todo ese elenco de artistas.

A partir de ahí, qué demonios hacían era asunto de Ambroos y Gretchen. Si hablaban, pensaban, organizaban, se iban al refugio de Greenpeace o se dedicaban a hacer calceta era deicisión suya. Habían pisado casa, ahora faltaba asomar la escopeta.

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25/08/2013, 19:03
El Gobernador

El Gobernador golpeó y siguió bufando por la mandíbula. Botas marrones, pantalón chino marrón, camisa veis, cinturón negro, paquete de cigarrillos con, sorprendentemente, una esvástica y un águila. Dios, tenían ya hasta su marca de tabaco. Aquello era una locura, pero teniendo en cuenta la situación, ni resultaba de extrañar. Su sombrero pardo contrastaba con su cabello encrespado. Su mirada rapaz de visionario se destiló en la lejanía siguiendo la bola. No le gustó el resultado.

- Deberíamos avisar a la ONU- dijo el hombre sin reparo alguno. Parecía decirlo con una naturalidad desbordante.

¿Ahora pedías a la Organización de las Naciones Unidas, capullo? ¿Inicias una guerra mundial y ahora pides ayuda al mundo? Había que tener los huevos muy cuadrados para decir eso, y más para sugerirlo de forma seria. Pero oye, claro, tenemos una amenaza biológica y nuclear en la ciudad que no podemos contener, ¿adivina que se me ha ocurrido? Que lo arreglen nuestros enemigos y luego les seguimos pegando de ostias, es genial, ¿no? Heinz Goering tenía un curioso sentido del humor, o desde luego, era más pragmático que realista. Y lo peor es que incluso le salía bien la jugaba.

Al fin y al cabo, decir que podías arrasar toda Europa y parte del otro ojo quedándote de brazos cruzados era decir mucho.

Por supuesto, todo esto lo dijo tras que Novák compartiese su información sobre Avalon, el reactor de la central nuclear. C0mrade, menudo elemento. Estaba a dos pasos de distancia de Matrix, o a uno y medio, pero él por lo menos no tenía cuerpo mecanizado. Casi sin pretenderlo, Novák miró a Knoche, que ni se inmutó. Ni se había movido todavía. Lo único que había dicho era decir un frío "Hola" sin salsa ni encanto cuando le tocó saludar a Novák. Bueno, al menos seguía vivo.

O encendido. Aunque bueno, igual Novák estaba siendo un poco paranoico con eso. O no. Era todo muy jodido en ese punto.

- No me gusta reconocerlo, pero esta situación es de relevancia a nivel mundial- concedió Goering nuevamente negando con la cabeza-. No estoy en absoluto interesado en ver como mi patria se reduce a cenizas nucleares, pero estoy seguro de que los Ingleses, Franceses, Italianos, Neerlandeses, Españoles, Portugueses, Suizos y todos esos del este- cargó con cierto desdén por los soviéticos y sus aledaños- opinan lo mismo de sus tierras.

Joder, claro. Anne, para empezar. El CERN, para empezar. Novák tenía tanto que perder, o más, que Heinz Goering.

- Por supuesto, sería un pequeño interludio diplomático- apuntó nuevamente Heinz-. Nada que detenga o pueda detener la campaña en la que nos encontramos- altivo, infló el pecho con orgullo. Novák sintió algo de repulsa por ello.

Pero tenía algo de razón. A los que mandaban no les interesaba parar la guerra a esas alturas. Daba dinero. Daba dinero a los traficantes de armas, a los Señores de la Guerra, a las américas, a los chinos y a los japoneses. Y a cualquiera que compartiese la filosofía de que la guerra era buena época para invertir.

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25/08/2013, 20:28
Gretchen

Durante un segundo, Gretchen se quedó mirando a Dana.

Tras el cristal esmerilado de la ducha, esa delicada mujer que cantaba bajo la ducha, inocente y tranquila, podría ser la semilla de una Alice futura. Así serás, Gretchen. La sonrisa amable que canta bajo la ducha, que acaba abierta de piernas contra la pared cuando Viktor quiere sexo, que aprieta el gatillo cuando el Reich quiere. Así serás, Gretchen. Jabón de ylang ylang en la piel y esvásticas en el alma. Champú de Kerastase para cabellos quebradizos y águilas en la PDA. Ropa interior de encaje blanco y balas de punta hueca en la recámara.

No era lo más inteligente, interrumpir la descarga de datos, pero el miedo no es la sensación más lista de todoas. Gretchen sólo quería salir de ahí. No se sentiría igual si supiera que fuera la esperaba Stille o Ambroos; ahora mismo no tenía ni un conejo blanco ni un gato de Chesire velando por ella. 

Salió de allí como alma que lleva el diablo. Que quizá eso era.

El Boulevard. Por fin. El hogar.

Gretchen se acercó al proxeneta, aterrorizada, emocionada, alegre, nerviosa, temblorosa, histérica, triunfal. Un cúmulo de emociones tan dispar y extraño como inhabitual en ella.

- Tengo algo. Tengo algo -le susurró cuando se encontró con él, sin atreverse a hablar más debido a que estaban rodeados de gente-. Escúchame. Es importante -le urgió, mirando a la prostituta, y se sonrojó cuando añadió-. A solas.

Recordó súbitamente que había escapado de la vigilancia del anarquista, lo cual estaría causando que el pobre hombre y Stille estuvieran de los nervios.

- Escucha, escúchame -los ojos de la niña refulgían de nerviosismo y anhelo y felicidad ante la posibilidad de encontrar una pieza más del puzzle que la protegería -si llegaba a resolverse- de Diéter, de Viktor, del futuro-. Me he escapado de Liselot. El no entendía. Llama a Stille. Di que estoy bien. Vamos, ¡a tu despacho! -casi parecía a punto de ponerse a dar saltitos, pero no aguantaba la necesidad de contarle los nuevos datos que había obtenido a la única persona que podía entender lo que fermentaba en su cabeza.

En el colmo de la ansiedad, cogió la mano del judío y tiró de él, intentando moverle. Era como mover una pared de hormigón, pero el gesto delataba la ansiedad de la niña más que todas sus palabras. Tocar a Janssen para llevarle a solas a una habitación apartada. Si eso no era urgencia, nada en Gretchen lo sería jamás.

Las balas de punta hueca -prohibido su uso en guerras debido a lo inhumanas que son- son aquellas en las que al impactar, la punta vaciada se deforma y desgarra, y el metal desgarrado provoca unas lesiones brutales en el organismo. 

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25/08/2013, 20:55
Niki Neill

Por un momento creí que la masacre de la universidad tendría que ver con la masacre que yo estaba buscando. Una burda esperanza, que era sin duda, demasiada casualidad. Sin embargo, al mirar al mapa vi que la universidad no estaba en ningún lugar pequeño con casas bajas... respiré hondo... Había descubierto algo de Gabriel, pero en el fondo esa información no me era útil. Dejé las cosas donde estaban, sin leer el diario, y me senté, exhausta en el suelo... Las cosas se habían jodido. Se habían roto. Ahora los alemanes nos buscaban. No podía quedarme más tiempo allí. Había que precipitar las cosas.

Tragué saliva. Me vestí, y busqué un arma que pudiera tener oculta más o menos a mano. Luego esperé, medio despierta, medio dormida, a que Gabriel abriera de nuevos los ojos. No sabía como sería la charla.

- Me alegro de que durmieras. - Dije cuando despertó. - Yo... en cambio, no he podido pegar ojo... Pero he tenido algo de tiempo para pensar y... - Apreté los labios y traté de mostrarme algo vulnerable. - Necesito... necesito un favor.

Respiré hondo y traté de organizar mis ideas, el recorte de periódico, y las fotos aún seguía en mi cabeza. Me interesaba descubrir todo eso, pero temía que tuviera poca o ninguna relación conmigo... y yo no tenía tiempo. Ya no. 

- Ayer dijiste que te salvé la vida... Bien, quizá haya una manera de compensar eso. - Suspiré. - No voy a pedirte nada grave, y no te pediré nada sin sentido. Yo... solo... es que... no sé como hacerlo de otra manera... Soy buena disparando, pero no tan buena con las palabras. Verás... yo... - Dejé que la voz me temblara un poco, y me permití mostrar toda la desesperación que sentía en esos momentos, pese a hacerme así un poco más vulnerable. - Estoy buscando a alguien. Perdí a alguien en la guerra, alguien... alguien querido, y es posible que esté aquí en Amsterdam. - Apreté los labios. - Sé que esta relacionado con algo llamado el AAK2. Sé que Drike sabe algo del tema, pero no me quiso contar nada... tú... eres su jefe. Tienes que saber algo. - Le miré a los ojos fijamente, y traté de mostrarme suplicante. - Te he demostrado que soy de fiar, que estoy de vuestra parte... Si no confías en mí, lo comprenderé, pero... por favor... necesito alguna pista.

Me permití un segundo para indagar en su mente. era ahora o nunca. Si sabía algo... era el momento de descubrirlo. Confiaba en que la chica de la foto fuera su novia muerta, y que a Gabriel le quedara algo de corazón como para sentir algo de empatía conmigo, a fin de cuentas, acabábamos de cargarnos a un montón de gente, para luego follar durante la mitad de la noche... Si no era de acero, tenía que estar algo afectado.

Y por si acaso, tenía la pistola cerca... Por si el AAK2 desataba alarmas en él, o por si había que recurrir al plan B.

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25/08/2013, 19:19
Ruth Karsten

Ruth seguía sumida en sus pensamientos sobre Ágatha y como encontrarla cuando escuchó como la madera crujía y se quejaba bajo las manos de Arjen. Se giró sobresaltada para encontrárselo agarrado a una silla e increíblemente furioso. O así es como lo veía Ruth por lo menos. Observó las manos que alcanzaban el aspecto de garra y un gruñido resonó por la habitación haciendo que la muchacha asustada retrocediese un par de pasos hasta dar con la espalda en la pared. Ver al hombre de esa forma hizo que recordase como veía a su padre cuando era pequeña: un monstruo que siempre le gritaba y gruñía. Súbitamente, la mente de Ruth comenzó a recordar las carreras, los forcejeos, las escapadas, el armario y la cama vacía al lado de la suya. 

Pero debía alejar esos recuerdos de su mente, no era el momento para derrumbarse y sucumbir a esos recuerdos tan amargos. Se quedó mirando a Arjen, sin saber si escapar, quedarse, pedir ayuda o dejar que la matase ahí mismo. Por fortuna, esa fue una decisión que no tuvo tiempo de escoger puesto que alguien entró en la habitación. 

La muchacha volvió a sobresaltarse al escuchar un par de golpecitos en la pared y se giró para ver a un hombre de un aspecto, cuanto menos, peculiar. Tenía un ojo completamente blanco, un glaucoma probablemente. Entonces vio las cicatrices que atravesaban su rostro de lado a lado, seguramente perdería el ojo tras ese ataque. A la gente podría resultar una persona desagradable a la vista, mas no para Ruth. El aspecto de aquel hombre le llamaba muchísimo la atención, no le parecía atractivo, pocos hombres se lo parecían, pero sí interesante. Su ojo de artista se había quedado con su rostro y seguramente sería uno más que aparecería en su libreta de dibujo tarde o temprano. 

Tras dar su mensaje, se fue. Entonces notó a Arjen algo más calmado y quitándole la culpa, dándosela a los alemanes. Se le notaba aún muy enfadado, pero aún así, dejó que se quedase en la base como refugio. Ruth después de verlo como lo había visto, no sabía si creerlo o no... le sonaba demasiado a las palabras edulcoradas de su padre para que la muchacha se confiase y volviese a caer. 

Hasta que escuchó que hablaba de Ágatha y de la posibilidad de mandarle un mensaje. Ruth se envalentonó y se atrevió a dar dos pasos al frente mientras asentía con energía. 

-Sí, sí... es como yo... literalmente. Somos gemelas.-informó.-Aunque ella... ella es muy diferente a mí...-suspira tras murmurarlo más para ella que para el ecoterrorista, mientras que su rostro siempre serio y contrariado se veía un resquicio de dulzura y ternura que hacía que la chica pareciese más humana y no tan... rota.-Ella y yo tenemos los mismos poderes. Sólo que ella se especializó el algo que yo no y al revés...-informó a Arjen. Se acercó un poco más a él, con algo más de confianza, lo que había visto anteriormente ya parecía haber remitido un poco y... no se le veía con verdadera intención de lastimarla.-Necesito verla, Arjen, necesito ponerla a salvo... -le dice con una voz que rozaba la súplica, pero que no llegaba siquiera a rozarla. Sólo le decía la verdad, necesitaba saber que estaba bien.-... Haré todo lo que esté en mi mano para poder ayudar, tanto con Ágatha como con lo demás.-prometió con firmeza, si este iba a ser su "nuevo hogar" o algo así, tendría que protegerlo con uñas y dientes. 

-Y... gracias, Arjen. Por todo.-termina agradeciendo con los labios ligeramente fruncidos, le costaba dar gracias y más aún a gente prácticamente desconocida. Aunque un hombre que te ha salvado la vida varias veces y te da refugio, no debería considerarse completo desconocido. 

Cualquier otra persona, le habría intentado dar un abrazo o estrechar la mano, incluso darle un par de golpecitos en el hombro... Pero Ruth no. El contacto físico no le agradaba demasiado, a no ser que fuese de Ágatha de quien se tratase. 

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26/08/2013, 09:40
Eugenius Novák

- ¿Avisar a la ONU? – preguntó Novak incrédulo. – Sinceramente dudo que la ONU, o nadie en la ONU, tenga la menor oportunidad de hacer algo frente a esa IA. ¿Quiere preocuparles o que se pongan aún más en su contra por algo frente a lo que nada pueden hacer? – el ego de Eugenius iba in crescendo.

- Déjeme a mí el asunto de Avalon. Desactivaré a c0mrade y ustedes recuperarán el control. – dijo categóricamente. – Preparen algún tipo de evacuación o algo similar… estoy seguro de que tienen que tener planes de contingencia previstos para ello, de lo contrario no habrían abierto y puesto activa una central nuclear aquí. La IA no tiene de momento ningún tipo de control o información sobre lo que ocurre fuera de Avalon, así que pueden evacuar la ciudad rápidamente. Yo me quedaré en el propio Avalon para trabajar en desactivarla. Lo peor que puede pasar es que yo falle, algo hartamente improbable, y que Avalon detone arrasando Amsterdam. Si lo han evacuado no habrá mayor problema que el que la ciudad esté inhabitable una temporada, bueno y que pierdan mi maravilloso intelecto superior… - añadió con una sonrisa de autosuficiencia - Actualmente c0mrade no ha adquirido la potencia suficiente para alcanzar más ciudades de Europa y no deberíamos darle tiempo a crecer más. Ya es suficientemente peligrosa. – las palabras de Eugenius tenían sentido, más aun viniendo de la mejor mente viviente de la actualidad.

La curiosidad de Eugenius frente al ente que era Knoche seguía aumentando, y aunque le echó un par de miradas durante toda la conversación, procuró no poner mucha atención en aquel ser. Le perturbaba su manera de moverse, de ser, de actuar… no conseguía catalogarlo y era algo que podría llegar a desquiciar al bueno del doctor.

- Lamentablemente no podrán evacuar a nadie que esté trabajando de forma regular en Avalon… c0mrade monitoriza toda la central y si detecta algo inusual podría autodetonarse antes de tiempo y jodernos los planes. Necesito descansar y relajarme un poco, recoger algo de software que tengo en casa, y esta tarde si les viene bien me pondré manos a la obra con ello. – dijo haciendo referencia a todo el asunto de la IA. Aunque realmente sólo quería ganar tiempo. A las 14:00h quería estar en el distrito floral y acudir a su cita con Silk Shade.

Había conseguido un salvoconducto para su familia y aunque no le daba igual que Avalon detonara arrasando Amsterdam, si había de hacerlo que fuera con su familia a salvo y fuera de juego. No iba a romper su pacto con la hacker a menos que no le quedara otro remedio.

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27/08/2013, 00:52
El Gobernador

El Gobernador escuchó a Novák mientras dejaba que El Senador, a oreja puesta, fuese el siguiente en lanzar un hollo. Se quedó fumando ante el científico con una mano cruzada y la otra fumando. Desde luego, aquel era uno de los vicios destacados de aquel hombre, y se notaba por mucho. Junto con la seguridad, claro. Su amada, preciosa y querida amante.

- Quizás la ONU no pueda hacer nada, pero eso no lo sabemos, y cualquier opción me parece nefaria en un asunto así- declaró Heinz y su acento alemán sin dar su brazo a torcer-. Y quizá usted sea una de las mentes más brillantes, Doctor Novák, pero no por ello voy a menospreciar al resto- negó con la cabeza y consultó su reloj, como si ya estuviese haciendo cábalas-. No me gusta, pero por mucho que vayan a insultarme, deberé informar a la OMS.

Knoche intervino. No se movió, pero sí que dijo algo. De sus labios tras la máscara asomaron unas escuetas palabras, serviciales a su dirigente, que no era Goering ni mucho menos. "Y al Reich", fue lo que dijo la mole inamovible en tono inescrutable. Ante aquello, Heinz arrugó el ceño con preocupación y asintió con un poco de pesar.

- Sí, tiene razón- matizó mirando de reojo a aquel titán de la guerra-. Deberé avisar al Reich antes que nada.

En tres o cuatro frases entre Knoche y Goering, convinieron en que este primero informaría en persona. No en vano, él estaba directamente bajo su mando, Goering, por muy Gobernador que fuese de Ámsterdam, seguía sometido a la burocracia de la cúpula de Berlín. Durante unos minutos más, a esa conversación se unieron El Senador y Eichmann. Novák no intervino, pues era un asunto de política y jerarquía interna. Finalmente, El Gobernador transmitió en persona a Novák el veredicto al que habían concluido, claramente por una mera cuestión organizativa y la escala de poder administrativo.

- Avisaremos al Reich en primer lugar- convino el hombre-. Cuando tengamos una respuesta, le diré si usted, Fremont y nuestros científicos toman cartas en el asunto y cómo lo haremos exactamente- se excusó ante Novák, pero ni él tenía permiso para hacer algo así cuando c0mrade podía llegar a arrasar el país y hogar del propio Cuarto Reich. Tendría que esperar-. Hasta entonces temo que no podremos mover piezas.

Durante unos minutos más, hicieron pequeñas preguntas a Novák sobre aquello. Sorprendentemente, o para no perder la costumbre según se mire, el preocupado era Goering. El Senador fingía estarlo, y Eichmann simplemente manifestaba su apoyo de forma fría. Knoche no manifestaba absolutamente nada más que dejar que el Reich se encargase de todo. Y finalmente, así convinieron. Probablemente avisarían a la OMS, la ONU, y contactarían a nivel internacional con científicos de todo el mundo y movilizarían a las masas. No en vano, aún en guerra, era mejor establecer un pequeño sistema de salvoconductos temporales con inmunidad diplomática a destrozar un continente entero. Por desgracia, la magnitud era demasiado grande como para dejar su resolución en manos de un solo científico, y menos sin hacer llegar la noticia a las más altas esferas, especialmente en el gobierno nacionalsocialista.

El único problema de aquello era que c0mrade sabía de las facultades sobrenaturales de Novák, y que no dejaba de ser algo único en el mundo. Algo que Novák quería, y que no le venía demasiado grande, pero que a ojos de cualquier otro no dejaba de ser demasiada tarea y poder para un solo hombre. Incluido el Reich. Especialmente el Reich, un individuo a quien Eugen no quería conocer en persona ni por todas las Annes del mundo, e iba totalmente en serio esa aseveración.

- Bueno, es lo que hay- finalizó El Gobernador tras resolver parcialmente ese asunto, aunque aún podía intentar ahondarse, aunque sólo fuese por informarse más-. Respecto a los ciudadanos... temo que evacuar la ciudad no parece una opción viable. Ámsterdam es un gran fortín contra Francia y Alemania. Dejar su central nuclear desprotegida y perder el poder estratégico de tener cubierta esta posición...- Goering se limitó a negar con la cabeza. Que les diesen por culo a los ciudadanos inocentes, básicamente. Eso era lo que estaba diciendo-. Sólo espero que sea discreto.

Y le faltaba añadir, por su bien. Faltaba eso y Knoche al lado sacando su par de cuchillas retráctiles para afilarlas la una contra la otra mirando a Novák. Que no se pusiese excesivamente moralista y exigente con ese tema, vaya, que los asuntos de la guerra no entendían de humanidad. Salvo cuando se trataba de balas de punta hueca, claro.

Lo cual nos invitaba a pensar en otro problema, y era que igual ahora la vigilancia sobre Novák se intensificaba. Y eso no era en absoluto recomendable para con Silk Shade y su encuentro. Dos tíos eran una cosa, pero...

- Tiradas (2)
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27/08/2013, 11:44
Eugenius Novák

Y quizá usted sea una de las mentes más brillantes, Doctor Novák, pero no por ello voy a menospreciar al resto.

Palabras de un necio concluyó Eugenius. Nadie está hablando de menospreciar sino de ser objetivos e imparciales. Cualquier otra mente que quieran involucrar en el proyecto no hará más que estorbarme y reducir las probabilidades que tenemos… que TENGO de detener a c0mrade.

Pero claro, estos pomposos políticos a los que les gusta jugar a la guerra no pueden perder el tiempo en pensar… en pensar de verdad cuál es la mejor opción. Eugenius ahogó un resoplido de frustración.

Al menos sintió cierto grado de alivio al saber que sería Knoche quien informaría en persona al Reich. Ello implicaría que el ser… ya que no podía denominarlo persona, viajaría a Berlín y tendría que dejar Amsterdam y a Eugenius en paz. Bueno, de una forma poco ortodoxa, y sin ser algo que hubiera planeado, Eugenius había logrado deshacerse de uno de sus principales problemas.

- Entonces esperaré a que me avisen. – confirmó Eugenius mostrándose de acuerdo con las palabras de Goering. – Confío en que tomen la decisión más inteligente. – dijo con una sonrisa y cierto tono de indulgencia o prepotencia en su voz.

La decisión de no evacuar a los ciudadanos era algo esperado… Novák no confiaba en que fueran a hacerlo, pero para mantener su fachada de humanitario había tenido que proponerlo… de lo contrario los alemanes hubieran desconfiado de él y de sus verdaderas intenciones.

- Seré discreto, todo esto es confidencial y firmé varios documentos en cuanto puse un pie en Avalon. – confirmó el científico. – Aunque como comprenderán me preocupa la seguridad de mi madre y mi hermana… y aunque no les diga nada seguramente esta noche cuando vea a mi hermana, le recomiende que trasladen a mi madre a otro hospital fuera de la ciudad… en otro país a ser posible. Con un médico con mejores conocimientos en oncología, como Fremont. – dijo con cierta sonrisa de complicidad. Sólo estaba dorándoles la píldora a los alemanes y confiaba en que picaran el cebo y cayeran en su trampa.

- Confío en que no les importe habida cuenta de mi implicación en el caso y de que seré yo quien resuelva esta delicada situación. – añadió con cierto deje de orgullo. A pesar de que le habían dicho que avisarían a la OMS y que tendrían que consultarlo con científicos de todo el mundo, Eugenius no dudaba de que al final recurrirían a él por un simple hecho: era el mejor.

- Ahora si me disculpan – dijo Eugenius despidiéndose una vez que habían acabado de recorrer todos los hoyos del campo. – me gustaría comprarle unas flores a mi madre. Al menos quiero tener algún detalle para cuando vuelva a verla.

Con ello quedaría a cubierto si alguno de los alemanes le seguía y le veía por el distrito floral… la excusa era perfecta, daría un paseo como un viandante normal y luego desaparecería de la vista de los alemanes para siempre… o eso esperaba.

Y si algo salía mal, no sería por culpa de Eugenius, aunque sería él quien tendría que arreglarlo… como siempre.

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27/08/2013, 13:31
Arjen Wolfzahn

Al parecer eran dos personas con un concepto del espacio íntimo muy exclusivo y peculiar. Eso estaba bien, que se entendieran hasta ese punto y no se tomaran confianzas. Arjen -a pesar de todo lo que pudiera parecer y teniendo en cuenta la potencia de La Bestia- no pensaba dejarse arrastrar por las emociones o las pasiones para llevar todo aquel asunto. La rabia estaba muy bien cuando se trataba de un o-yo-o-ellos, esos momentos en los que una picadora de carne con la constitución de un levantador de pesas era exactamente lo que se necesitaba, pero no servía cuando llegaba la hora de trazar planes. Había más en juego que el orgullo de un solo hombre. Eso La Bestia no lo entendía, pero precisamente por eso La Bestia no estaba al mando.

Ruth le debía una muy gorda a Arjen. Muñeca rota o no, se la debía. Arjen, y eso era algo que sorprendía a mucha gente, era un experto en recomponer cosas. Unas manos que podían abrirle el vientre a un hombre fornido a la vez que podían crear hermosas figuras de madera... eran una contradicción para la mayoría de las personas -claro que no se daban cuenta de que Arjen, dentro de su simplicidad, era bastante complejo-. Como si se tratara de una pieza de artesanía, el ecoterrorista haría por recomponer a la muchacha. Nada de terapias, nada de psicofármacos, nada de encontrar la raíz del problema, nada de momentos gestalt. Arjen tenía un modo simple de ver las cosas, sí, y lo que necesitaba era gente leal que hiciera lo que tenía que hacer. Mark, Erik, Irina, e incluso Olga... Arjen les había hecho suyos con demostraciones de fidelidad inquebrantable, no con populismos, no con buenas palabras, no con regalos. Les había dicho "sois míos y yo soy vuestro" y lo había demostrado. Les había dado la oportunidad de la redención, o de la venganza, o del hermanamiento, o de la realización. Les había enseñado su visión y ellos, compartiéndola o no, harían lo que fuera por cumplirla porque sabían que Arjen haría lo mismo por ellos si llegaba el caso. Arjen no tenía un ejército disciplinado, sino una manada de hermanos leales. Ahora haría lo mismo con Ruth.

Y no obstante la chica se lo agradeció. ¿Cuánto tiempo hacía de la última vez que alguien le agradeció a Arjen cualquier cosa? Eso casi le desarmó.

-Descuida, chica -respondió con un titubeo-. Yo... nosotros haremos lo posible por encontrar y refugiar a tu hermana. Ágatha. Alguien como nosotros está en gran peligro, Ruth. Los übercapullos de las SS y sus Mengeles están deseando viviseccionarnos en una sala estéril. Eso no pasará -añadió Arjen con rotunda seguridad-. Ni a ti ni a tu hermana. Pero para ello tienen que cumplirse una serie de planes. Ven, acompáñame -terminó el ecoterrorista, haciéndola un gesto para que saliera con él de la habitación improvisada.

Fuera, en el resto de la sede, había el mismo movimiento de siempre. Fuera la hora que fuera siempre había alguien haciendo algo. Había listas que redactar y comparar, había planes que trazar, había que entrenarse, había que construir armas... había qué hacer. Los ecoterroristas jamás estaban ociosos.

-Necesitas enterarte de algunas cosas, chica -dijo Arjen-. Necesitas saber qué hacemos aquí y por qué. Somos Greenpeace, y eso sólo significa que somos un grano en el culo de los putos nazis. Pero alguien tiene que hacerlo, aunque sólo sea porque no quiero dejarles a mis hijos... -se calló, se detuvo, suspiró... y continuó-. A muchos de los que están aquí no les importa el Medio Ambiente ni un pijo -dijo, y no fue con acritud, sino casi hasta con cariño-, pero menos aún las gusta la situación que estamos teniendo en Amsterdam. La gente se pone enferma por los gases y por el puto smog. Hay basuras y eso trae enfermedades, cada vez quedan menos zonas verdes y sólo hay ruido y toses y sarpullidos y tumores y muerte. Nosotros somos la cura -declaró por fin.

La llevó dando una vuelta para que se familiarizara con las caras, con las zonas, con las actividades. Y para que los ecoterroristas también la conocieran a ella, claro.

-Tenemos varios planes en marcha, aparte del siempre activo modo "grano en el culo" -explicó-. Un movimiento como el nuestro necesita aliados, necesita recursos, necesita partisanos y necesita éxitos. De lo último no nos podemos quejar, pero de los otros tres puntos de la lista... -se encogió de hombros-. Erik está intentando encontrar puntos comunes con los anarcas, intentando obviar que son unos materialistas sin ningún tipo de planteamiento a largo plazo. También intentamos acercarnos a los jodidos mercs, pero esos gordos andan sólo a por el dinero y eso es algo que a nosotros nos falta -suspiró y se detuvo junto a la zona de entrenamiento.

La alta y rubia Irina Doždovna se encontraba practicando técnicas de lucha sin armas con algunos de los chicos. La joven, a pesar de su hermosura, estaba rodeada de una aura de rabia incluso aún más potente que la de Arjen. No mostraba  contemplaciones, era brutal en la ejecución de las técnicas y sólo felicitaba con un asentimiento a regañadientes cuando sus alumnos realizaban el ejercicio de forma impecable.

-El tercer punto está a cargo de Irina -explicó Arjen-. No sé si alguna vez has manejado un arma, Ruth, pero lo que está claro es que deberás aprender autodefensa. Y, por supuesto -señaló otra zona, más amplia, en la que media docena de hombres y mujeres practicaban el tiro al blanco con ballestas-, aprender a dejar nuestra firma en el cadáver de un eimer-kopf.

Se quedaron unos minutos observando. La guerrilla de Arjen estaba compuesta por chavales recién salidos de la adolescencia, por hombres y mujeres de mediana edad con familia -o que tuvieron familia-, por ancianas que insistían en hacer algo. Las prácticas fascistas siempre creaban el mismo residuo, no importaba cuántas veces la Historia lo hubiera demostrado. Cuanto más se apretaba la correa, más inadaptados surgían con ganas de devolver el golpe. Convertían a oficinistas, a skaters, a jubilados o a cajeras en idealistas con ganas de llegar a ser mártires.

-Ven, vamos a la sala de ordenadores -le indicó después-. Hemos quedado allí con Olga, Erik y Mark. A ver qué nos cuentan. Hemos localizado a un hipergenio, no-sé-cuántas veces doctorado, un puto cerebrín que ha llegado a Amsterdam invitado, o "invitado", por los nazis -explicó. Su voz era seria y no miraba a Ruth mientras caminaban-. Se trata de un físico nuclear que nos va a echar una mano para apagar a Avalon* -sonrió, y aunque la chica no podía ver la mueca, su tono de voz lo revelaba a la perfección-. Él todavía no sabe que nos va a ayudar, claro, pero no le vamos a dejar más remedio -y nuevamente esa dureza en la voz-. No podemos dejar que que lunático de Adam Smith y sus gilipollas lobotomizados de Amanecer Verde** decidan auto-inmolarse e inmolarnos a todos. Por otra parte -se paró y se dio la vuelta. Su mirada era grave- vamos a tumbar la Torre de Comunicaciones. La recuerdas, ¿verdad? Vamos a colarnos, vamos a robar sus datos y después la vamos a destruir. No sé si la derribaremos físicamente o solo la inutilizaremos hasta más allá de toda posibilidad de reparación, pero lo que queda claro es que vamos a dejarles sin ojos ni oídos en toda la ciudad, vamos a cortar sus comunicaciones, vamos a eliminar todos sus sentidos de una sola vez. De paso -volvió a sonreír, añadiendo algo de calidez a sus rasgos. Incluso le guiñó un ojo, como quien está a punto de hacer un truco del que todos conocen la trampa y no obstante están deseosos de que ocurra- nos encargaremos de que nadie recuerde haberte visto hacer tu... magia, chica.

Estaban justo frente a la puerta que daba a los dominios de Olga. Arjen no llamó, sino que simplemente la abrió.

*Avalon: el reactor de la planta de fisión nazi instalada justo sobre las ruinas de la sede de Greenpeace original.

**Amanecer Verde: otra organización ecoterrorista que opera en Amsterdam. Por suerte son pocos.

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28/08/2013, 02:39
Padre Jürguen

Al final, no le había quedado muy claro si el sádico de Janssen quería que buscara por si mismo a los Mercenarios o si se iba a encargar él mismo de encontrar la dirección del tal Dieter. En teoría, habían quedado en aquello último, pero conociendo a Abroos como empezaba a conocerlo, puede que se al proxeneta se le fuera la olla y luego le viniera con el cuento de qué coño era eso de que le iba a proporcionar la dirección de Dieter, o a ver qué hacía cruzado de brazos.

Otra excusa para apalizarle.

Estaba bastante enfadado. Comprendía cuáles eran las razones habían llevado a Ambroos a comportarse así con él, pero eso no significara que en aquél momento no tuviera ganas de coger la cabeza del chulo de mierda y machacarla contra el suelo con una piedra. Apretando los dientes, el falso Padre pateó un muro de ladrillos hasta que hizo un agujero a costa de un fuerte dolor de pierna. Aquello no hizo más que cabrearlo aún más, extendiendo su ya de por sí extensa frustración: -¡¡Mierda!! ¡¡Mierda!! ¡¡MIERDAAAAA...!!! - El lengua soez no era propio de alguien tan educado como él, pero le ayudó a desahogarse.

Luego, no tuvo más remedio que alejarse cojeando y dolorido del lugar. Al poco empezó a arrepentirse de haber pateado aquél muro de una forma tan estúpida.

Le costó bastante retomar camino en dirección a una zona más civilizada de la ciudad. Era arriesgarse a que le pillaran por el toque de queda, pero siempre podría usar la excusa de que le habían atracado y golpeado una panda de Anarquistas, lo cuál no sería difícil de creer dado su aspecto.

En cuanto se situó un poco, se dirigió en dirección al apartamento en el que estaba la Clínica Ilegal. Aunque tenía una excepcional capacidad para recuperarse, la medicina le ayudaría muchísimo. No es que tuviera nada grave, pero los calmantes le ayudarían a aliviar el dolor, y había unas cuantas heridas que necesitaba limpiar y curar.

Eso era lo primero. En cuanto hiciera eso llamaría por teléfono a Nicolaás Linker desde la misma clínica (o una cabina cercana), y le pediría una forma de contactar con los mercenarios. No conocía a otra persona que pudiera ayudarle al respecto, y esperaba que no le cobrara por ese favor después del sablazo que le había metido por la nueva identidad. Como le pidiera pasta, le mandaría a tomar por culo.

De todas formas, prefería no nombrar a Dieter por telefono, y menos al propio Linker, el cuál le conocía a su vez a él, a Jurguen. No sabía lo que quería hacer Ambroos con el tipo ese al que buscaba, pero había mencionado el término "sacar la basura" en algún momento de la conversación, y no le había gustado como había sonado. Si luego le daba por matar a alguien, o alguna otra locura de esas, no quería que el rastro le señalara a él. Además, había un secuestro de una niña de por medio, y también alemanes.

Ni loco. Tenía que pensar un modo de hallar la dirección o el teléfono de Dieter. Así podría enviarle una carta anónima o realizar una llamada anónima. Ambroos le había pedido que le comunicara a Dieter lo del encuentro, pero no había especificado cómo.

Al fin y al cabo, no sabía por qué estaba haciendo aquello. Podía perfectamente pasar de Ambroos, tomar su nueva identidad e irse a vivir a cualquier otra esquina de la ciudad, donde el matón no pudiera encontrarlo.

Bueno, en realidad sí que sabía por qué lo hacía. Por Natasha y por Erika Taglioni. Por la doctora Margaret y por su difunto hermano. Y por todos aquellos que pasaron por sus manos en el Campo hace ya tanto tiempo. Si no fuera por ellos no hubiera resistido el impulso de ir directamente al cuartel de las SS a decirles quién era Jurguen reálmente, y en menos de una semana tendría al señor Ambroos Janssen tumbado en una mesa de operaciones frente a él...

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28/08/2013, 12:35
Ambroos Janssen

El frio de la calle se transformó en calor humano y el aroma a deshechos y basura en un intrincado laberinto de perfumes femeninos. Janssen había vuelto de su misión...y aún no sabía si con su escudo o sobre él. Pero la vida había seguido sin él y Liria tenía un parte muy anodino que dar, eso si, cargado de referencias veladas y no tan veladas sobre el maldito revuelo que había causado Ambroos con el proxeneta.

- Era necesario. Fue único que dijo a Liria, mientras de los labios carnosos de la mujer salían puyas e insultos más o menos disimulados hacia su persona. El proxeneta, como estatua, ni se inmutaba. Era una de las pocas situaciones (y personas) en las que Ambroos se mantenía callado ante ofensas, aguantando el torrente de reproches. Era su hija y era la única capaz de mantener el caos que era su vida en algo de orden. En algo de normalidad. 

Además, estaba en casa: aunque solo a medias. Le costaba reconocerlo, pero su mente analizaba las palabras del sacerdote durante su interrogatorio. Datos extraños y datos dramáticos. ¿Sería verdad todo aquello? Frunció el ceño. ¿Y si la había cagado y el cura intentaba joderle?

- Pero necesito pedirte algo más, Liria. Espero unos segundos para dejar que su hija pudiese quedarse a gusto con una mirada castigadora, bajando el tono. Allí había un papel con unos números escritos. Coordenadas, la del campamento mercenario más concretamente... Que alguien entregue esto al sacerdote. Liselot, mismamente. La dirección está en la agenda, en un papel suelto. Y la agenda de Ambroos siempre la tenía Liria.

Ni el olor familiar a sudor y tabaco, a perfume de mujer y alcohol, significaba ahora la más mínima tranquilidad. Gretchen se lanzó hacia él con su habitual gesto de nerviosismo convertido en una mueca que, en el rostro imperturbable de Janssen, hubiera sido de puro terror. Sin embargo había algo de emoción, de alegría bajo ese gesto nervioso, y el proxeneta se quedó esperando un razonamiento..."peculiar", de esos de la niña.

Pero la ceja de Ambroos se fui inclinando más y más cuando Gretchen, como una peculiar e inestable versión del conejo blanco, le instaba a quedarse a solas con él. Ella. Que para colmo, se había escapado de una anarquista. Por un momento se planteó que Gretchen ya estaba bajo el torpe control de Eichmann: una torpe imitación de cosas que no haría. Sin embargo sonaba demasiado a ella misma, incluso pese a lo inverosímil de la situación.

- Por lo que más quieras, niña, relajate. Te va a dar un...

Fue entonces cuando la pequeña mano rozó los dedos fibrosos del judío. Ambroos contempló los primeros tirones con incredulidad y algo de diversión, antes de apartar la mano del campo de actuación de la cria y despedirse de Liria para avanzar hacia su despacho, subiendo las escaleras con Gretchen tras el como un patito asustado.

- ¿Se puede saber que te pasa?.-preguntó nada más cerrar la puerta del despacho con una mezcla de curiosidad y preocupación por que desguisados le tocaría justificar a Stille ahora. El proxeneta siguió avanzando hasta la enorme mesa, buscando el movil en uno de sus cajones. Maldito trasto. Le usaba tan poco que ni sabía donde estaba.

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28/08/2013, 14:27
Gretchen

Gretchen, feliz y ansiosa, lanza varias miradas de refilón a la puerta y la ventana. Está cerrado. Vale. Repite el gesto, como una niña eléctrica, y finalmente se da por satisfecha.

Se vacía los bolsillos en las manos de Janssen, como una hija tras la consabida pregunta "¿qué llevas ahí?". Una PDA, las 3 baterías de la misma, la tapa de atrás del aparato.

- He oído cosas, cosas importantes. HELLER. He-ller. El hombre que hace las tormentas es Heller. Investigaban el lugar de la tormenta, donde casi nos pillan. Les escuché: al sargento, al comandante, al coronel. Heller es el hombre que lo hace. Coge la energía de Avalon. La guarda. La descarga. Les está... fastidiando. Creen que está a punto de dejarles sin energía. Planean una trampa. Guiarle hacia un lugar, un señuelo, y apagar toda la electricidad de la ciudad. Morirá. Se librarán de él. Está a punto de dejarles... les queda una semana de energía. Tenemos que ayudar a Heller. Él nos ayudará a nosotros. Tiene que hacerlo.

Señala la PDA, ya sin poder contener los saltitos.

- ¡¿Ves?! Es de la mujer. Dana. Sargento. Investiga. Fénix lo llama. Creo. ¡Me metí en su casa! -le lanza una mirada de extasiada, extrañamente cómplice-. Lo robé. Lo apagué para que no pudieran localizarlo. Los informáticos de  Arjen servirán para algo. Pero hay que hacerlo. Esto nos dará datos y cosas y para ayudar a Heller -cada vez habla más rápido, farfullándose, mirando la PDA apagada como si fuera el Santo Grial-. Les preocupa que... -piensa en exactamente lo que escuchó, y repite frases que no son suyas- "Dejará a La Torre, La Central, su cuartel, y la mansión de El Gobernador sin energía". Se cura con electricidad.  ¿Me entiendes? ¿Por favor? -miró al judío, suplicante. 

En su ansiedad, era incapaz de darse cuenta de la expresión de él, de su mirada oscura, de lo que habría estado haciendo esas horas que habían pasado separados.

- Podemos salvar a Stille -terminó, con la misma fe ardiente en los ojos con la que un Cruzado gritaría "¡Por Santiago!"-.  Podemos salvarte a ti.

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28/08/2013, 14:49
Ambroos Janssen

- Te entiendo. Pero la voz de Ambroos sonaba despistada, una única palabra reptiendose en su cabeza con múltiples voces.

Fénix...

Sospecho que es usted un descendiente de los clasificados como proyecto Fénix. Supersoldados, señor Janssen

Fenix, mucho más enfocado a una aplicación militar práctica. A crear hombres capaces de arrasar ejércitos.

¿Para eso querían los nazis a las chinas? ¿Eran sus nuevos judíos? Una pulsada de nerviosismo aceleró su corazón mientras recordaba más cosas de un mensaje que había quedado olvidado entre sus días frenéticos. Las armas italianas. Los anarquistas.

Tenía que hablar con Stille, y no solo sobre Gretchen.

Ambroos miró la PDA como si tuviera un reactor nuclear en la mesa. ¿Rastrearles? ¿Pero de que puñetas hablaba? ¿No se supone que eso valía solo para escribir mensajes y mandar cosas y jugar a juegos cuasi epilecticos con caramelitos? El inofensivo electrodoméstico se había convertido en un depredador silencioso, y Ambroos miró de reojo el movil que tenía en la mano. A este paso lo tiraba a tomar por culo. Solo por precaución.

- Necesitamos encontrar a ese Heller antes que los nazis. farfulló Janssen, pensativo. Quizás los informáticos de Greenpiece pudieran hacer algo con la PDA...Si es que había acabado su señuelo con Novak. Si es capaz de absorebr la energía de casa del Gobernador podremos encontrar al hijo de Arjen.

No fue hasta que acabó de repetir lo obvio que se dio cuenta de que esa información había llegado de alguna manera. Había llegado a traves de Gretchen, pasando por hogares de militares nacionalsocialistas y husmeos en escenas del crímen de acceso restringido.

¿Pero que co...?

- Pero...¿como demonios te has metido ahí? preguntó Janssen a Gretchen. Y había algo de preocupación en la pregunta, no solo la mera curiosidad por saber como funcionaba la pobre cabeza destrozada de la niña. En la casa de la nazi, y en la escena del crimen. Joder, podía haberte pasado algo.

- De nada va a valer que nos salves a Stille y a mi si te mueres tu, Gretchen. Por que Ambroos se había dado cuenta, solo de manera subyacente, de que estaba en esa última frase. De que ya era un pilar más en la inestable vida de la niña. De que ya no era solo Stille.

Y desde luego, eso ponía las cosas más difíciles.

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28/08/2013, 15:13
Gretchen

- Llevamos la PDA a la gente de Arjen. Ahí están los datos. Nos dicen todo lo que los nazis saben de él. Y así podemos encontrarle -el plan tenía más agujeros que un colador, pero la luz de la esperanza cegaba a la niña.

La preocupación por ella la extrañó, y frunció el ceño en un gesto desconcertado. Eso no era habitual. Diéter emitía egoísta satisfacción cuando Gretchen le obedecía, y exhibía ira torrencial cuando no salían las cosas como él deseaba. Preocupación por si durante el transcurso de las acciones algo molesto le ocurría a ella era una percepción nueva en Gretchen. No supo qué decir sobre cómo había entrado allí, salvo la explicación extraña que se daba a sí misma.

- "Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos", dijo el zorro-le contestó, como si ese críptico fragmento de libro fuera a explicarle algo a un hombre cuya lectura habitual probablemente fuera el Kamasutra o el Anarchy Cookbook. Pero se lo dijo con firmeza,  con fe, con convencimiento absoluto. Sonriendo con una sonrisa dulce que se volvió translúcida y ausente cuando él contestó "De nada va a valer que nos salves a Stille y a mi si te mueres tu, Gretchen"-. No trato de salvar a Alice -terminó, y permaneció silenciosa unos segundos.

- He tenido una visión - la voz de la niña se volvió más... etérea, perdida, ausente-. Viktor. Había un... hombre llamado Wolf. Obedecía a Viktor. Viktor me decía que todo iba a ir bien, y yo le creía. Y Wolf... -se lleva la mano al cuello, como si algo la hubiera mordido en él-. Acabaré en sus manos. Lo sé. Pero tengo un plan. Dejaré que sea Alice quien se quede con el cuerpo, quien sea suya. Y cuando él no esté, volveré del País de las Maravillas y mataré a Alice. 

Sonríe, ampliamente, satisfecha por su propia creatividad. Por la cálida sensación de estar siendo capaz de salvar a los que aman. Por tener un plan. Que matar a Alice implique morir ella misma no lo considera más que una leve molestia, un daño colateral.

- Todo irá bien - sonríe de nuevo. Estos días está sonriendo mucho, y su sonrisa no es mejor que la ausencia de la misma-. Estarás a salvo -la presunción de una mocosa desequilibrada prometiendo seguridad a un hombre mil veces más autónomo y capaz que ella resultaría cómica si no fuera tan inquietante.