Partida Rol por web

Hotel del barrio central. Planta 3 (Editado). Habitación 315.

El silencio reina en la habitación. Algunos gritos son ahogados por unos gemidos de satisfacción ante una nueva presa. Vuelve el silencio. En la habitación únicamente se escuchan los pequeños jadeos de dos personas. Ambos jovenes, ambos con una vida con delante, aunque bueno, muchos de los que alimentaron a esos seres también eran jóvenes.

El primero, un chico que todavía vestía el mono azul típico de la prisión, se encontraba sentado en una silla con los codos apoyados sobre las piernas para aguantarse el rostro, con el cual dirigía una mirada al suelo entre jadeos, con el objetivo de evitar en lo mayor posible marearse por el cansancio. Al monótono traje azul lo acompañaba un número: 35524. A su izquierda, apoyada en el suelo, una pequeña mochila de deportes de color negro portaba sus pertenencias.

El segundo era un hombre de grandes gafas, el cual iba acompañado de un vestuario para nada fuera de lo normal, algo por lo que ninguno se hubiera imaginado que actuara como lo había hecho hace nada más unos minutos. Se encontraba apoyado en la cama con los brazos apoyados hacia atrás, emitiendo una exhalación tras otra para recuperarse de la situación que había demandado demasiada energía.

Habían conseguido escapar de esos seres, antes humanos, ahora indescriptibles. Algunos los llamaban monstruos, otros bichos, otros (muy acertadamente) zombies; lo único claro es que fueran lo que fueran siempre tenían hambre. Se habían encontrado mientras el primero de ellos iba corriendo por la calle en dirección sur, a lo que se encontró con el segundo que corría en dirección contraria. Ambos se habían encontrado en la entrada del hotel, huyendo de una manada de zombies que perseguían a ambos. Sin dudarlo, entraron sin dirigirse la palabra; y el hombre de grandes gafas y aspecto inofensivo comenzó a abatir a unos cuantos de esos seres endemoniados que se interpusieron en su camino. Aun con cierta violencia innecesaria, llegaron a salvo tras acabar con dos de esos monstruos.

Ahora los dos se encuentran encerrados en la habitacion. No han dirigido una sola palabra al otro que le acompaña en la habitación, y tras el momento de adrenalina inicial, ambos se percatan de que se encuentran con un completo desconocido en la misma habitación.

En la bolsa cuentas con tus utensilios básicos que conseguiste tomar durante tu huida. Dentro se encuentran tus pertenencias personales, es decir, tu teléfono móvil, tu ropa antes de entrar a prisión y tu cartera con unos cuantos dólares y tu identificación.

Saliste de la cárcel gracias a un motín en el que murió mucha gente debido a la maravillosa participación de los zombies, pero conseguiste escapar por los pelos.

Cuentas con una cartera con tu identificación y una misera cantidad de dinero. Aparte cuentas con una pistola de calibre .32 y con un cargador de repuesto completo. En tu cargador quedan 6 balas.

El camino se hacía eterno, cualquier lugar donde se observara había gente corriendo, gritando y suplicando por su vida, mis piernas no me daban más, el sudor invadía mi cuerpo, por un momento pensé que caería tendido en la calle volviéndome presa fácil de esos desgraciados, pero no era el momento de flaquear, tenía que vivir un poco más, cualquiera dice que para que vivir en este nuevo mundo de caos, pero no pienso así, quiero vivir, y mi turno no es este todavía.

Algunas calles más adelante me encuentro un grupo de dementes intento escapar de ellos saltando por encima del capo del automóvil que se había chocado con la patrulla de bomberos, más adelante y por poco veo a una persona que corre en mi dirección, y por lo poco que alcanzo a notar, detrás vienen otro grupo de los desgraciados bichos raros, sin cruzar una palabra, como si de telepatía se tratase corremos en la misma dirección hacia un hotel, agarro bien mi bolsa y entramos juntos, el hombre hace unos movimientos y quita del camino a unos que obstruían el camino.

Ahora, jadeantes y cansados por fin nos encontramos a salvo, si es que se puede decir que no tendremos problemas teniendo en cuenta que ellos siguen ahí afuera y en cualquier momento entraran por esa puerta. Solo me queda tirarme al suelo y descansar, ya no puedo correr más, necesito un respiro, mientras estoy tumbado en la alfombra, abro mi bolsa y saco la ropa que tengo, busco el móvil e intento hacer una llamada, verificando si hay conexión.

Puedes comprobar que no tienes señal telefónica. Desconoces el motivo, puede ser desde que no te llegue la señal a que ya no haya ningún tipo de señal disponible.

Jamás habia corrido tanto en su vida. Salían de todas partes, de los coches, de los callejones... Al poco aparece un preso que le corta el paso. Vieron el hotel y se metieron dentro, en vez de dos podrían haber sido cinco, pero los hizo retroceder a patadas y culatazos en la cabeza. Cuando encontraron la habitación no pudieron evitar descansar unos minutos.

¿Aquién coño vas a llamar? ¿A tu agente de la condicional? tras incorporarse, una mirada de arriba abajo al uniforme de preso Me llamo James acto seguido se dirije a la ventana para ver cuantos de esos canibales hay debajo del edificio Si quieres ir por libre, muy bien. Si no, ni se te ocurra joderme, me la suda de donde hayas salido, yo no soy policía. James pasa por delante del preso, enseñandole la pistola, para luego abrir la puerta y mirar a ambos lados del pasillo. No se yo si tenemos tiempo para una siesta...

-No tiene señal, ¿además, que carajo te importa a quien vaya a llamar?- observo el arma que lleva en sus manos, parece valiente tras su arma pero vamos a ver qué tan valiente será después de que las balas se agoten y este suplicando por vivir unos segundos más.

Tomo las prendas que saque de la bolsa y las vuelvo a empacar, esta vez dejo el celular por fuera y lo meto al bolsillo del pantalón, -¿pues no sé dónde quieres ir?, esas cosas están por todos lados, además deben estar fuera del edificio en este momento, no son tan estúpidos como pensé-, me quedo un momento en silencio, para luego continuar –Pero si quieres salir, iré contigo, no está demás una mano extra-

Al asomarte afuera, solo puedes ver unos largos pasillos, típicos de hotel. A la izquierda, a unos pocos metros de distancia, se sitúa el ascensor y las escaleras; y a la derecha, numerosas puertas dispuestas a ambos lados del pasillo llevan hasta lo que parece el infinito, aunque fijándose un poco se es capaz de ver la pared del final.

Las paredes están decoradas con un friso de madera (una especie de recubrimiento decorativo) a media altura, y están pintadas de un rojo fuerte que resalta y resulta incluso molesto. No parece verse nada peligroso a los alrededores, aunque unos gritos llenos de desesperación llegan a través de muros y paredes desde las plantas inferiores.

Eso es lo que quería oir. Me subo las gafas y resoplo. ¿Qué edad debe de tener este tío? Tiene una pinta de criajo... Cierro la puerta del pasillo detrás de mía y me lanzo al minibar para buscar botellines de alcohol y alguna chocolatina. Yo no estoy interesado en saber lo que está pasando, lo que hay que hacer es salir de aquí cagando leches. ¿Tienes algo para quitártelos de encima? Arranca un palo de la cortina o algo... Cojo uno de los botellines de whisky y le pego un trago, luego lo meto en el bolsillo. Hay que conseguir un coche o salir por patas. Esos podridos deben de estar en el primer piso... Me acerco a la puerta par abrirla y asomarme de nuevo. Esto tiene que tener una salida de emergencia para salir a la calle directamente. ¿Vamos? Me quedo en la puerta esperando una respuesta

Sigo al hombre, hasta llegar a la parte del mini bar, busco algunas botellas de cristal grueso y que contengan aunque sea la mitad del líquido en su interior, el hecho de que sean gruesas es que no quisiera que se rompieran en mi mochila mientras corro; busco por cigarrillos o mecheros que aun funcionen.

-¿No crees que eso lo ha pensado todo el mundo?, todos en este momento corren por su vida, o van en coche si es que pueden, las calles deben estar repletas de autos que deben estar abandonados, te imaginas cuantos coches pueden haber impidiendo el salir, y precisamente las salidas de este lugar deben de estar repletas de gente infectada ya que es donde hay o había mayor concentración- respiro hondo y me calmo unos minutos, ya que se me había subido la tensión mientras hablaba y continuo, -Y si, es buena idea lo de llevar aunque sea un trozo de madera-

Busco alguno de los taburetes o sillas de madera que pueda romper para tomar dos trozos de madera, rasgo algunos manteles o partes de cortina para hacer mechas. 

Deja las putas cortinas y vámonos de aquí, no quiero quedarme encerrado en este puto hotel. Abro la puerta y miro a cada lado, luego me acerco lentamente hacia la escalera de acceso a los pisos inferiores, pasando la mano por las puertas para ver si están abiertas o cerradas.

Tras tomar 2 botellas, de whisky y ron respectivamente, el joven de la sudadera roja se dedicó a partir una pata de una mesa de madera que había en la habitación con bastante fuerza y algún que otro objeto contundente, agenciandose lo que podría parecer un buen intento de arma provisional. Luego, se queda rebuscando en busca de más cosas de utilidad mientras el otro hace su respectiva acción

Tras una fogosa orden, el hombre de grandes gafas salió por la puerta y se dirigió hacia la izquierda con cautela. Se perdió de la vista del primero en cuanto salió, por lo que solo podía oir sus lentos pasos y el rasgar de su mano contra las puertas.

Empujando las puertas del lado impar de la tercera planta, James se acercaba con paso cauteloso hacia las escaleras. Sin más sorpresa que todas las puertas cerradas, siguió avanzando con la misma metódica. Sin embargo, justo antes de llegar, una habitación cedió su puerta lentamente. El número en letras doradas de la puerta rezaba 303. La puerta se encontraba escasamente entreabierta y una pequeña iluminación dejaba escapar una penumbra de la habitación.

Antes de nada, y con una rápida ojeada, James no pudo distinguir ser alguno desde la entrada de las escaleras, aunque bien oía esos ruídos reservados para aquellos que llegan al infierno.

Me quedo en el marco de la puerta de la 303 y digo para que se me escuche pero sin gritar ¿Servicio de habitaciones? Esperando una respuesta.

No recibes respuesta alguna, únicamente se escucha tu voz en toda la planta. Parece que no hay nada dentro de la habitación. O puede que haya "algo" que se encuentre oculto en la habitación que haya decidido no responderte. La pequeña luz se mantiene constante mientras a través de la pequeña abertura de la puerta ves una cama típica de hotel. Con sábanas de un burdeo suave, la habitación parecía desprender únicamente calma. Los ruídos de aquellos malditos demonios seguían escuchándose de abajo, contrapuesto a la relajada habitación.

Cierro la puerta de la 303, miro hacia atrás para ver si el tipo ese me sigue o no. ¿Dónde coño se ha metido? Susurro para mi mismo. Luego sigo para mirar escalera abajo.

Meto a la mochila dos botellas, estaban en un estado que no se podía pedir más, ya un poco tranquilo teniendo algo con que al menos alejar a un muerto, o un vivo… luego de unos minutos y alzar la mirada veo que el hombre de anteojos ya se ha ido, escuche algo antes pero no pensé que fuera a dejarme atrás, le doy la última mirada al lugar y salgo, escucho sus pasos e intento seguir el sonido, el cual me lleva hasta donde se encuentra, o eso al menos pienso que es el.

Me preparo con palo en mano y doy un pequeño vistazo hacia adentro, y que si no es por el susurro, me lo cargo a palazos. –Vale, ya estoy aquí, ¿ahora para dónde?-

Joder, ya pensaba que querías quedarte aquí esperando a que suban. Primero quiero saber cuantos hay ahí abajo, luego buscamos una escalera de incendios para ver si podemos salir de aquí. Vamos. Sigo avanzando hasta las escaleras.

Os acercáis a las escaleras. El ascensor, el cual es de un caracter antiguo, presenta como seguridad unas rejas las cuales permiten un grado de visión a la hora de contemplar lo que se encuentra en la planta baja. Veis algún que otro movimiento de esos seres, los cuales parecen bastante alterados. No véis a ninguno directamente, únicamente alguno que otro que se acerca a la escalera para posteriormente dar media vuelta y volver al hall.