Partida Rol por web

Vicci vió a un tipo agitándose convulsivamente en un callejón. El mercenario ya había visto situaciones similares en las juergas que en las que había participado después de alguna batalla de consideración. La gente solía tomar productos alucinógenos y acababa así. O tal vez solo fuera una borrachera que se le había ido de las manos. Carlo se acercó al tipo, siempre con la espada por delante, y cuando estuvo a una distancia prudencial dijo: -¡Oiga!¿Qué narices le pasa? Se ha pasado un poco con el alcohol ¿eh?. Será mejor que se siente y me explique por el porqué de su actitud tan recelosa. Le he visto antes, así que ya puede empezar a largar.-

Mientras Ulrich se acercaba a su compañero un aldeano como cualquier otro se giró preocupado, llevaba la pilila fuera del calzón y Carlo notó el olor a un hombre recién aliviado, junto a un pequeño charco de orín en la pared.

¿Quep quierep? -preguntó el hombre.

-¡Guardese sus vergüenzas, so marrano!-

le increpa Vicci, el pobre diablo llevaba un ciego más grande que el ego de un alto elfo pero Carlo creía que algo podría sacar el claro del sujeto.

- A ver, buen hombre. Explíqueme por qué narices ha saltado desde un establo y se ha dirigido hasta aquí con tanta precaución. Y más le vale decirme la verdad, o le arresto por alterar el orden público.-

dice espada en mano.

El hombre se metió sus verguënzas, y toda las dos manos con ellas en los calzones, y estuvo así un rato.

¿Yop? No, nunca. La pueerta estaba aberta

El aldeano pensó que algo no cuadraba y se decidió a sacar las manos de los calzones.

Ah, claro...Yo sólo quería, agente, irun lugar tranquilo. Ya sabe, no voa' mear en cualquier lado.

Vicci se cabreó bastante, el tipo con un pedal del quince y además parecía que le estaba vacilando. Al tileano no le cuadraba tanta precaución solo para vaciar la vejiga. De modo que le puso la punta de la espada en el cuello y le dirigió unas palabritas:

- A ver, puto borrachuzo, te he preguntado a qué venía tanto recelo para llegar hasta aquí. Seguro que tramas algo y más vale que desembuches. Rápido.-

No, no. Señor, yo no hacía na'. Na' malo, creo, no hace dañho a nade pero vi los huevos y dije "ese halfling dai al lado me hará una tortilla". Y ¡glup! he cogido huevos...

El hombre se metió las manos en los calzones y sacó tres huevos de gallina, más un cuarto que se había roto dentro de sus calzones.

-Joder, un simple ladronzuelo. Bueno, que sepas que me quedo con tu cara, si vuelves a cometer alguna estupidez y te pillo date por jodido.-

dice Vicci finalizando la estúpida situación. Un simple borracho ladrón. Lo que había que ver.

- Venga Ulrich, vamos a echar un ojo a ese enano que anda hablando demasiado. Ya comenzaba a aburrirme todo esto.-

le comenta a su camarada mientras le sigue hasta el lugar en el que esté el condenado tapón.

Carlo acompañó a su camarada Ulrich hasta el lugar en el que supuestamente se encontraba el taponcete. Luego Waldemar le propuso una estrategia para eliminarlo. Carlo asintió, su camarada era bueno haciendo planes, ambos tenían una dilatada experiencia como mercenarios y se notaba.

El tileano sacó su ballesta y la cargó con un virote.

- ¿Pero que coño ha dicho ese medio metro para que Schiller lo quiera muerto?-

le inquiere.

- En fin, yo voy a esconderme tras ese grupo de barriles, estaré al tanto por si le veo. El primero que lo localice que de un silbido como el que solíamos hacer en la compañía de mercenarios para avisarnos sin llamar la atención. El que avise será el primero que dispare. Y joder, te recomiendo que no falles porque yo soy tuerto y mucha suerte tendré que tener para darle a ese enano de mierda.-

Carlo escuchó el silbido y acto seguido pudo oír los juramentos del enano. Menudo cabrón más malhablado, el condenado tapón.

Vicci se levantó de detrás del barril, y tomó puntería lo mejor que pudo, dado que era tuerto.

Joder, espero no hacer el ridículo, si lo tuviera a un par de metros lo fileteaba con la espada. Pero a ballestazos son cosas mayores.

un instante después apretó el disparador y un virote salió lanzado como alma que lleva el diablo contra su objetivo. Vicci tuvo tanta potra que le dió en plena cabeza mientras huía hacia el bosque.

Una sonrisa se dibujó en su cara.

- ¡Sí!¡Ese asqueroso es mío!-

gritó.

El virote voló muy cerca de la cabeza del enano; de hecho le impactó en la cabezota y salió rebotado. El matador se echó las manos a la cabeza, que sangraba, y salió corriendo hacia el bosque.

Carlo, exultante debido a su existoso virotazo, desenvainó su frío acero y empuñó su escudo. El enano podía darse por muerto.

El tileano siguió a su compañero para lo cual se vio obligado a saltar el muro. Con agilidad, cayó de pié y prosigió su persecución a toda velocidad. A cierta distancia veía a Waldemar que se acercaba cada vez más al tapón.

-¡Vamos Ulrich, ese pobre diablo está sentenciado!.-

grita a su compañero cuando se va acercando a él.

Los dos mercenarios abandonaron el muro del pueblo perseguidos por los gritos de Heinz Schiller, aunque no estaban muy seguros de qué era lo que les gritaba. Prepararon sus armas e iniciaron la persecución del matador, procurando no caer en una emboscada. Un vistazo rápido les permitió ditinguir una silueta alejándose de ellos, y pisadas en el suelo. No hacía falta ser un rastreador para verlas.

..con sus salchichas, y luego se las mete por el culo... -la voz del enano sonaba en el bosque, casi musical.

Otro vistazo les permitió ver que el bosque no era el habitual del Imperio, no era siniestro y peligroso, sino despejado e incluso acogedor.

Mis sentidos no detectaron nada concreto en aquel terreno, pero no me fiaba, pues sabía que una persona podía llegar a estar frente a ti sin llegar a verla si era buena en lo que hacía. Intenté que mis pasos sonaran lo menos ruidosos posibles en el bosque mientras me acercaba a mi presa, y sabia que Carlo también debía estar cerca, no lo veía tal cual, pero notaba su presencia... El enano corría como alma que lleva el diablo con sus pequeñas piernas moviéndose a una velocidad que parecía imposible. Había que darle alcance, se había encontrado con los tipos que no debía encontrarse...

El enano se perdió en la espesura del bosque. un bosque tranquilo poblado de fauna pacifica y árboles jóvenes. Muy distinto a esos bosques oscuros del Imperio, hogar de criaturas temibles. Incluso los pájaros acompañaban pacíficamente a los mercenarios, quienes corrían a gran velocidad entre su vegetación, saltando zanjas y esquivando ramas bajas.

No sabía cómo ese enano podía estar corriendo tanto por aquel bosque. La maldita vegetación me llegaba a la altura de los muslos, y las ramas bajas me golpeaban en la cara, pues no lograba quitarlas todas con la espada y el escudo a tiempo. Poco a poco fui relantizandome más y más pero al final descubrí lo que estaba pasando e hice acopio de fuerzas para llegar hasta él. No podía escapar más lejos, irse más dentro del bosque podía ser peligroso... ¿Pero que puta mierda es esta? !Joder, para de corre ya ostia!

Vicci siguió corriendo como alma que lleva el diablo, pero cada vez quedaban más lejos. Su compañero y el maldito enano se iban alejando más y más en la espesura. Pese a todo, continuó su alocada carrera entre los arboles.

Será cabrito el condenado enano, ¿como puede ir tan rápido?.

Los dos mercenarios corrieron muy próximos el uno del otro, pero pronto Carlo se distanció ligeramente de su compañero, hasta que tropezó en una rama caída. Se recuperó de la caída sin heridas y siguió corriendo. Poco después llegó Ulrich, quien también tropezó en esa misma rama, un caprichoso estorbo cubierto de vegetación que apenas se veía. Finalmente, agotados, Ulrich alcanzó a su amigo.

Se encontraron con el cadáver de un ciervo que llevaba dos flechas en el costado, la sangre aún brotaba de las heridas y el animal parecía descansar. Tal vez se hubiera detenido poco antes de morir. No había rastro del enano.

Flechas en el cuerpo del animal, y aun salía sangre de las heridas, su corazón acababa de detenerse, y esas flechas no debían llevar ahí clavadas mas de unos minutos. Mierda, mierda mierda y mil veces mierda... Murmuro mientras me envuelvo con mi capa procurando esconderme lo mejor que puedo pegándome al robusto tronco de un árbol. Vale, calma, observa bien todo... La oscuridad empezaba a caer en el bosque, y realmente era algo que me beneficiaba, así que permanecí muy quieto observando a mi alrededor mientras intentaba discernir alguna forma humana.