Partida Rol por web

El anciano Moser no pudo trepar el muro, ni con la ayuda conjunta de Carlo y su hijo.

Un mutante se abalanzó sobre Erick, usando como arma unos cuenros de cabra que tenía en la cabeza.

¡Resiste, trompetero! ¡Sólo son dos mutantes asquerosos!

Pese a lo que dijera el cazabrujas uno de ellos logró herirle con una pinza de cangrejo que tenía como brazo, igual no estaba lo bastante sobrio...

-¡Joder, se nos echan encima!¡Aguanta Erick!.-

gritó Vicci.

Dejó al viejo y a su hijo y tomó la espada que tenía al alcance de la mano, luego cargó inmisericorde contra el mutante que hostigaba a su compañero el trovador. Tenían que salir de ahí en escasos segundos o los mutantes los reventarían a todos.

No iba a pasar eso mientras el tileano estuviera con vida.

Sigo escalando desesperadamente la empalizada. Cojo un apoyo, no se de quien será el hombro pero me ayuda, empiezo a sonreir aliviado mientras saco la lenga por el esfuerzo. Llego arriba y paso un pierna.

- ¡¡¿Como que trompetero?!!- replico indignado- serás cazamelones...- y desaparezco por la empalizada hacia el otro lado.

El mutante atacó a Erick pero sólo encontró aire donde antes estaba el músico, había abandonado el combate y huyó al otro lado de la empalizada trepando por ella usando sus brazos y piernas. Carlo se quedó solo frente al mutante.

¡Cobarde! - le gritó Harwitt.

Mientras el anciano Moser fracasaba una vez más al trepar, proseguía la lucha a muerte con los mutantes. Más allá, en lo que antes había sido el festival un fuego se extendía devorando los cadáveres de mutantes e invitados, que luchaban o huían buscando salvar la vida.

La cosa no parecía totalmente a nuestro favor pese a nuestra superioridad numérica, y puesto que ahora los dos mutantes estaban trabados en cuerpo a cuerpo y ya no podía fiarme de mi ojo que estaba bastante pocho, decidí acercarme a hacer de aquel encuentro algo más personal entre aquellas aberraciones y nosotros. Saqué la espada de un rápido tirón, y aprendiendo de anteriores lances, también me coloqué el escudo que bien me podía salvar la poca vida que aun me quedaba en el pellejo. Con aquello me dispuse a lanzarme a fondo contra aquellos malditos.

-¡Oh mierda!-

gritó Carlo al ver que se había quedado solo luchando con los mutantes.

Acto seguido abandonó el combate, quedando muy expuesto a su oponente, y corrió hasta la empalizada, que intentó escalar sin éxito.

Bueno, ya está estamos todos de una puta vez. Digo mirando como Carlo saltó el muro y nos runimos todos al otro lado. Le hice un gesto interrogativo señalando el muro y levantando dos dedos. Sabía que me refería a: ¿Los otros dos? Estaba claro que estaban condenados. Había que irse, y punto. Bueno, a ver, ¿Ahora, a donde demonios vamos? Tenemos que ir a un lugar seguro. ¿Sugerencias?

- Al viejo y su hijo ya les pueden ir dando.-

dijo el Tileano ante la inquisitiva mirada de su camarada Waldemar sobre los otros dos sujetos que les habían acompañado fuera de la salchichería.

Ahora estaban al otro lado, más o menos alejados de los mutantes, pero habría que salir de allí cuanto antes.

- Creo que deberíamos de ir a la ciudad más cercana, escondernos e intentar pasar desapercibidos. Todo este desbarajuste acabará por llegar a oídos de las autoridades y será cuestión de días en que envíen una fuerza de choque para limpiar el pueblo y los alrededores. Supongo que pasarán a cuchillo a todos los habitantes -mutantes o no- porque no querrán arriesgarse a que una plaga se extienda por medio Imperio. Así las cosas, considero que no deberíamos de mencionar nuestra estancia en este maldito pueblo.-

les sugirió.

- Larguémonos.-

propuso señalando el camino más cercano.

Con los bolsillos tan vacíos como cuando llegó hasta este pueblo, parece que lo más sensato es poner kilómetros de por medio, aunque se podrá sacar una buena canción al respecto, en general no ha sido una aventura satisfactoria. Pero lo prometido es deuda y apoyo la moción de marcharnos sin mirar atrás, saco mi instrumento y entono unas alegres tonadas.

-Ya nos vamos de esta ciudad,

En la que nunca hemos estado,

Ni Pieter, ni Ulrich, ni yo,

Y mucho menos Carlo.

Tran-tran-tran. 

-Mientras mas lejos estemos,

Mas felices nos encontraremos,

Igual de enteros que tuertos,

Pero mas vivos que muertos.