Partida Rol por web

Tres tuertos se juntan en la puerta de una carnicería y uno le dice a los otros dos:

Estoy aquí de guardia, el patrón Schiller me ha dicho que nadie pase...

Oscar Gunnig era uno de los mercenarios contratados por Schiller, debía de estar vigilando la puerta pero después de algunas cervezas había sentido la imperiosa necesidad de ir a mear. Pero, claro, al oir el pisar de cinco pares de botas hacia la salchichería con el tintineo del acero se había dado mucha prisa en subirse la bragueta, aún con manchas de humedades, y acudir frente a la puerta para encontrase con Carlo, Erick, Pieter, Ulrich y Manfred.

Si vera… resulta que venimos de su parte. Nos ha dicho que las provisiones de carne de cerdo y de salchichas están a punto de agotarse por culpa de todos los glotones del pueblo y me ha mandado a mí para que lleve un nuevo suministro. El resto me acompaña para ayudarme con el transporte y para asegurarse de que el cargamento llega a su destino. Ya sabe que ha habido mucho bandidaje en el pueblo estos días y las salchichas de herr Schiller son un bien muy preciado.

Cojo aire y lo arrollo sintaxicamente hablando.

-Tenemos la imperiosa necesidad de traspasar este umbral y adentrarnos en la cohabitación para los menesteres ya mencionados. ¿Que crees que hacemos aquí, botarate?, quedate en la puerta y que no se introduzca nadie... AJENO a la guardia, y nosotros somos la guardia como tú ¿verdad?.- respiro- Tú no podrías entrar si fuera necesario, pues si tú puedes entrar nosotros también, eso es obvio, ahora hazte a un lado antes que le digamos a herr Schiller que su celebración ha sido perjudicada.

La sarta de palabras sinsentido de Erick no hicieron efecto en el mercenario. Quien se puso serio ante los aventureros. Pretendían pasar al taller de salchichas, justo lo que le habían ordenado impedir.

De ningún modo, el patrón no quiere que nadie entre en su taller. ¡Largaos de aquí!

Mi mano se fue instintivamente bajo la capa que me cubría el lado izquierdo, donde me colgaba la espada lista para ser desenvainada. ¿Estará corrupto este tipo? Pensé observando como se negaba a dejarnos pasar. Quizás hubiera que acabar con su desdichada existencia.

El hombre dio un paso atrás y echó su mano a la espada.

¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡No me toques los cojones! ¿Qué haces?

¡No estamos para monsergas! ¡Aparta o te arrancaré el otro ojo!

Pese a que tenía el pulso flojo, cosas del alcohol, el ex-cazabrujas esgrimía amenazador su espada. El mercenario, prudente, se hizo a un lado.

Disculpad la rudeza de herr Harwitt, pero es que herr Schiller nos ha instado a llevar la comida raudos y veloces so pena de perder algo más que el jornal. En serio os digo que venimos de su parte, no os preocupéis que no robaremos nada. Ningún halfling que se precie mentiría acerca de la comida.

Pongo los ojos en blanco y también paso, lo de una imagen vale más que mil palabras, que lo he oido en algún sitio, es especialmente efectivo si esa imagen es una espada...

-Eso-añado a la amezada nada sutil del cazabrujas-

En efecto. Añado posicionandome junto a mis compañeros en un solido muro frente a aquel desdichado, que ahora mismo debería estar buscando la ventana más proxima.

- Adentro.-

se limitó a decir el mercenario tileano, que siguió los pasos del halfling.

El cazador de brujas había solventado la situación con bastante celeridad y algo de violencia. Eso le gustó a Vicci, mano dura, que era lo que necesitaba la escoria como el tipo que pretendía evitar que entraran.

Pieter aún se esforzaba por mantener en el aire lo que para todos ya era evidente que era una monumental patraña. Oscar Gunning se hizo a un lado mientras Ulrich se apoyaba en la pared. El cazabrujas giró el pomo de la puerta mientras arremetía con el hombro. La puerta cedió y rápidamente dio pasos por su interior: no había nadie.

La planta baja sirve como combinación de área de trabajo y sala para mostrar a las visitas, particularmente durante el festival. Heinz espera atraer a ricos inversores a su negocio y tiene grandes planes para expandirse más allá de su actual mercado. Dos grandes mesas de trabajo ocupan la mayoría de la habitación. Normalmente, carne fresca cuelga de ganchos aquí, y Heinz pasa todo el día trabajando. No obstante, con la semana del festival en marcha, ha estado demasiado ocupado para hacer poco más que limpiarlo cuidadosamente para las visitas.

Al fondo a la derecha había unas escaleras que descendían al sótano.

¡Registradlo todo! -ordenó Manfred.

Miro por encima todo observando que no halla ningún foso oculto. Trás esa verificación que me deja más tranquilo, me acerco hasta las escaleras del sótano y se lo señalo a mis compañeros tuertos. Me quedo unos segundos observando y una medio risa empieza a aflorar incontenible a mi boca, primero me tiembla un poco los labios y empiezo a respirar con fuerza para disimular, luego bajo la mirada y me concentro en borrar la visión cuando los dos tuertos se han girado a la vez hacia mí.

No es momento para reir. Giro la cabeza hacia el fondo de la habitación... y veo al guarida de la puerta con la boca abierta.

-PPPPRRRRRRRRR- me llevo la mano a la boca mientras intento contener la risa todo lo posible. ¿Que demonios me pasa?, estoy de los nervios o algo. Cierro los ojos y me niego a abrirlos por un rato.

- Vamos, seamos profesionales, por favor.-

dijo Vicci ante las risas fuera de lugar del juglar. Se la estaban jugando con la inspección sin autorización y no estaba el horno para bollos.

Carlo echó un vistado (medio, porque solo tenía un ojo) al lugar.

No vio nada relevante. Sería que estaba un poco disperso, quizá. Esperó que sus compañeros tuvieran más suerte con el reconocimiento.

Si eso... seamos... profesionales. Me estaba costando bastante buscar nada con media visión dedicada al tema. De normal tenía que mover mucho menos la cabeza, pero ahora, falto de visión panorámica, tenía que andar girando toda la cabeza para poder ver a un lado. Que infierno, no sé cómo Carlo lo aguanta tan bien. Pensé rascándome un poco la zona del parche. Bueno, tendré que acostumbrarme.

Oh por Sigmar, están buscando... los dos, a la vez, dando vueltas, para poder ver con el ojo bueno, no pienses en eso...

Temo que alguna clase de caos me esté influenciando porque me está empezando a subir por la garganta una risa que promete estallar en una carcajada cuando llegue a la boca...

No encontraron anda incriminatorio en el piso superior, había sangre y restos de carne, sí; pero eso no era de extrañar en una carnicería. Se registró bien la sala, sin hallar nada.

¡Al piso de abajo!

El piso de abajo era la bodega. Unos cuantos barriles en el muro norte contienen especias, hierbas y vegetales secos, y salchichas frescas cuelgan de diversos ganchos en el techo. También hay unas cuantas cajas vacías apiladas. La sala era un rectángulo de idénticas dimensiones, pero un cuartito cuadrado restaba espacio a la zona. Se accedía a él a través de una puerta, cerrada con llave.

No veo nada extraño en el sótano, me estraña todo esto, o encontramos algo rápido o el cazador de brujas se puede empezar a echar atrás. Le doy patadas a las cajas frustrado.

Sin hacer mucho caso a las risas de Erick me pongo a buscar en el piso superior, pero pese a mis intentos por ignorarlas no lo consigo del todo por lo que no encuentro más que polvo y suciedad.

Ante la imperiosa orden del cazabrujas, el cual habiendo encontrado un propósito había pasado de ser aquel borracho lastimero a un autoritario soldado, dejo de buscar en el piso de arriba y me dirijo escaleras abajo al sótano con la esperanza de tener más fortuna y localizar alguna prueba útil.