Partida Rol por web

El puñetero enano logró escaparse pero los mercenarios econtraron un ciervo muerto con varias flechas clavadas en él. Y bastante sangre. Vicci dedujo que el bicho la acababa de palmar escasos minutos antes y supuso que los cazadores andarían cerca. De modo que se escondió tras unos matorrales cercanos.

El tileano lanzó un breve silbido, lo más bajo que pudo para llamar la atención de su compañero, que también se había escondido pues sabía que los matadores del animal llegarían en breve. Cuando su camarada le miró, Vicci le dijo por señas que se mantuviera alerta.

La cosa podía ponerse fea, ya que no sabían si el bosque era de propiedad privada y, por extensión, los cazadores eran furtivos o bandoleros.

Joder, joder, joder, en menudo marrón nos ha metido el condenado tapón. Si consigo echarle el guante se lo haré pagar caro. Vaya que sí.

Los mercenarios se acercaron cerca del ciervo muerto, no muy lejos de él apareció entre la vegetación un par de hombres con arcos. Iban dando gritos, echándose en cara algo el uno al otro.

Viendo que los dos tipos se acerca me intento esconder lo mejor que puedo en la mala zona donde nos hemos detenido, viendo que Carlo tambien se encuentra cerca. ¿Que serán? ¿Furtivos? Quizas tengan relación con el enano ese de piernas rapidas. Cabrón.... Pienso mientras se acercan a nuestra posicion.

A Vicci no le dió tiempo a hurtar el cuerpo en los matorrales, rápidamente aparecieron dos hombres que portaban arcos y maldecían. El Tileano se quedó quieto, mirándolos con la espada en la mano y listo para actuar.

Dos contra dos, esto es cosa hecha. Si se ponen tontos pueden darse por muertos, no tienen absolutamente nada que hacer contra dos curtidos profesionales como nosotros.

A mí no me jodas. ¡Tú estabas más cerca!

Pero te vuelvo a decir que no tenía flechas, ¿cómo voy a matarlo si no tengo flechas?

Pues yo te veo tres flechas.

Porque las he recogido por el camino, so burro.

Los dos hombres se acercaron a los mercenarios, lo primero que vieron fue el ciervo en el suelo, y una sonrisa se plantó en sus caras. Pero luego vieron a los dos hombres armados y se detuvieron en seco, con los arcos en la mano.

Los tipos precian ajenos al enano y a todo lo que pasaba cerca, tan solo estaban interesados en llenar el estomago, con los venados del Conde. Seguro que eso no le iba a gustar, pero que se jodiera el conde, la gente pasaba hambre y lo naturaleza no era de nadie, que cada uno sobreviviera como pudiese. Los hombres que lo habían cazado habían quedado realmente sorprendidos de ver a dos tipos armados junto a su trofeo. Muy lentamente me llevé un dedo a los labios e hice el sonido conocido internacionalmente como "silencio": Sshhhh... Luego, con el dedo indice les indiqué que se acercaran.

Vicci miró a los dos tipos y golpeó un par de veces la espada contra su palma.

- Vaaaya, vaaaaya, vaaya. Así que cazando ciervos en el bosque ¿eh?. Supongo que sabréis que la escoria como vosotros lo tiene prohibido. Eso es cosa de nobles, de gente con sangre azul.-

Carlo hace una breve pausa.

- Creo que la habéis jodido pero bien. Da la casualidad de que nosotros somos agentes del orden. Quizá deberíamos de llevaros al pueblo, ante la autoridad competente. A ver qué deciden sobre vuestro futuro. O quizá podamos... llegar a un entendimiento. ¿Sabéis a qué me refiero?-

les inquiere el tuerto con una sonrisa torcida. Si las cosas salían bien, todos podían acabar ganando. Era cuestión de "diplomacia".

Los dos hombres se miraron, sujetaron firmes y nerviosos sus arcos, las flechas estaban listas para ser lanzadas.

Disculpen, no estoy muy seguro de qué están hablando.

- Lo que quiero decir es que la mitad para cada uno y aquí no ha pasado nada ¿entienden?-

les dice Vicci.

Si claro. Le digo mirando a Carlo con claro gesto de que opino lo mismo. ¿Quién es nadie para impedir que cuatro tipos coman un buen trozo de venado? ¿Verdad? Yo también aplico una sonrisa la mar de amable y me acerco a ellos despreocupadamente. Llegamos a un acuerdo y todos salimos ganando mucho. ¿Os parece muchachos?

¿Un venado? No estoy muy seguro de que están hablando.

Los dos hombres se separaron unos pasos el uno del otro.

¿Qué hacen por aquí? Estas son tierras de Von Garnet.

Si, verán, hemos tenido unos problemillas últimamente con... Me quedo pensando unos segundos y luego los miro a los dos con curiosidad. Verán, venimos de una localidad cercana, en verdad venimos de muy lejos, viajeros, ¿comprenden? no nos quedamos mucho en la misma zona, pero bueno, algunos dineros hay que sacar... cosa que para hora no va bien. Pero bueno, lo que quería decir es que no recuerdo pueblos cercanos... ¿De dónde vienen? Les pregunto enredándome un poco para confundirlos. Me refiero si me lo permiten a que no puedo imaginar donde residen. ¿Viven en el campo? ¿Siempre? No tenia prisa, el tapón habia escapado y el jaleo en el otro lugar habria llegado a limites insospechados, el señor Heinz nos la iba a liar parda y no habia forma de solucionarlo, asi que bueno, pal caso patatas.

Los dos hombres se miraron, y uno de ellos se encogió de hombros.

Esto si verás, no es nada del otro mundo. ¿Entiendes? No difícil. Ser fácil. ¿Dónde vivir tu? Le digo un poco exasperado y hasta los huevos de que salga todo mal. Bueno... a la mierda, vamos Carlo, ya buscaremos en los bolsillos a que nos cuentan. Le digo a mi camarada antes de lanzarme y cargar contra el primero de los tipos de miradas extrañadas con mi espada y mi escudo por delante. La espada, como siempre últimamente, pasa cerca de su objetivo pero no lo alcanza. Mierda, voy a tener que revisarme la vista coño, empieza a ser preocupante, pues me va la vida en ello.

- Sí, que se jodan.-

dijo Carlo mientras se avalanzaba contra el tipo que tenía más cerca. El tileano alzó su acero y lo descargó con brutalidad contra la cabeza del pobre diablo. La sangre brotó por una asquerosa herida que hizo saltar pedazos de hueso, cartílago y cuero cabelludo a su alrededor.

Vicci soltó una carcajada al ver a su oponente retorcerse de dolor.

- ¿Lo ves camarada? Sigo en forma, ya echaba yo de menos un buen combate. Puede que el maldito enano se escapara, pero a estos dos no los salva ni un regimiento de alabarderos del Emperador-

Los dos mercenarios se lanzaron sobre los dos hombres, que no dudaron en dispararles sus flechas, uno de ellos falló por completo ante su prisa por desenvainar pero el otro mantuvo la calma y alcanzó a Carlo, pero le costó recibir un feo corte en la sien. Desenvainadas las espadas iba a dar comienzo el choque de aceros.

!WOW! Dije al ver aquella flecha peligrosamente cerca. ¿Pero qué es esto? Mi impulso me había llevado a la carga contra aquel sujeto, y ahora nos encontrábamos a escasos centímetros cruzando aceros. El arquero que tenía en frente mantenía una buena posición de combate difícil de penetrar. Mi primer ataque fue directamente contra su guardia baja, pero el hombre estaba prevenido y el arma pasó silbante cerca suya sin tocarle. Aprovechando el impulso del arma dejé que esta me guiara en un rápido giro sobre mí mismo y la dirigí en un barrido a la altura de sus ojos.

La flecha que le lanzó el arquero pasó escandalosamente cerca del ojo sano de Vicci, con cierto peligro de dejarlo ciego de por vida.

-¡Te voy a sacar las tripas maldito hijo de una serpiente, vas a desear no haber nacido!-

le grita Carlo un instante antes de descargar con furia radical su acero en el cuerpo del hombre. El tileano estaba en racha y volvió a hendir la carne del desgraciado arquero. Más sangre brotó del pobre diablo, pronto descansaría en paz.

Condendado bastardo, casi me jode vivo, pero le voy a enseñar a molestar a los profesionales.

Los arqueros llevaban todas las de perder, eran enemigos poco preparados para los mercenarios...

Vicci sonrió un poco, ¿de verdad creían esos pobres diablos que podrían sobrevivir a un encuentro con dos profesionales como ellos?. Mas les hubiera valido tirar los arcos y salir corriendo, pero era ya demasiado tarde y los dos hombres estaban sentenciados.

Carlos levantó su espada y la volvió a descargar con fuerza contra el arquero. Su enemigo no era rival para un mercenario veterano y curtido como él.

La espada hendió de nuevo el cuerpo y sajó con fuerza tendones, carne y órganos, salpicando con el fluído vital que corria por sus venas los alrededores.

- Más que un combate es una matanza... pero mentiría si dijera que no lo echaba de menos.-

comenta el mercanrio en el fragor de la batalla.