Partida Rol por web

En una jugada defensiva, Williams hizo una señal a Mike para que se acercara. Una vez juntoa la portería, ambos intercambiaron un par de frases cortas, finalizadas por un choque de sus guantes. Mike volvió a su posición, con la mirada puesta en un punto muy concreto. Acababan de darle el número del tipo que lo había tumbado.

El disco se deslizó sobre el hielo una vez más, y el defensa de los Wildcats no perdió detalle de su movimiento. Cuando vió que le llegaba un pase al número 11 de los Huskies, el tipo que había tenido la genial idea de derribarlo, se abalanzó contra él a toda velocidad. En cuanto el contrario controló el disco, el cuerpo de Mike se lo llevó por delante como una locomotora, lanzándolo contra el cristal de la barrera. No fue bonito, pero le sirvió para frenar la jugada ofensiva y, sobretodo, para cobrarse una más que justa venganza. Las gradas se convirtieron en una cacofonía fruto de la mezcla de gritos de ánimo, sonidos de dolor e insultos.

El disco quedó sin dueño durante unos segundos hasta que el irlandés consiguió llegar hasta él y realizar un pase hacia la otra banda. Debería haber vuelto a su posición, por si el repentino contraataque fallaba, pero en aquellos momentos Mike tenía una sobredosis de adrenalina que no le hubiese permitido ni de reconocer a su propia madre. Salió disparado hacia la portería de los Huskies, colocándose cerca de la defensa contraria. Su compañero lo vió y efectuó el pase, que Mike fue capaz de redirigir hasta el fondo de la red. Alzó los brazos en señal de victoria y se dejó deslizar hasta llegar al cristal tras a portería, donde comenzó a sacar la lengua y mover la cabeza como un poseso. Tras celebrarlo con sus compañeros, y tras dedicar una media sonrisa al número 11 de los Huskies, se dirigió hasta su posición. Al pasar frente a la zona donde estaba Lena y el resto, decidió patinar hacia atrás y hacer el moonwalk mientras movía el stick al ritmo de una música imaginaria. Sin embargo, aquella sección de la grada no parecía muy atenta a lo que estaba sucediendo. Alzó los brazos y movió al cabeza, como queriendo preguntar qué estaba pasando, pero no tenía tiempo de esperar una respuesta. El partido aun no había terminado, y tenían una racha de victorias que mantener y un pase a los playoffs que conseguir.

El griterío le hizo devolver la mirada a la pista. El jugador de los huskies, el mismo que había placado al parecer a Mike, ahora estaba tirado en el suelo. Sullivan, ufano, danzaba de un lugar a otro, celebrando una jugada que, de nuevo, él se había perdido y que tampoco le interesaba, aunque se alegrara por su éxito. 

En esos momentos, además, pasaba junto a ellos, haciendo el tonto como de costumbre. Su rostro se tornó serio un instante, sin saber que pasaba, y él le devolvió una sonrisa que intentó ser tranquilizadora y no salió. La Torre no podía hacer nada desde allí, debía estar centrado, y se alejó deslizándose por el hielo. A su vez, Noah, giró la cabeza de nuevo hacia Mercy, interrogándola con la mirada. 

¿Estás bien? Quería preguntar, pero no lo hizo. No le salió. Tampoco se movió. Aquello era muy raro, tenía la sensación* de que algo malo iba a ocurrir, y sólo sabía que quería alejar a la chica de ello.

-Toma. -Le dijo Archie al tipo enfurruñado que tenían delante mientras le tendía un billete de un dólar. -Cómprate un amigo.

Aquellas últimas palabras le dejaron tan desconcertado que no supo si enfadarse más, coger el billete como compensación o darle una paliza a Archie para desahogar su frustración en ese momento. Afortunadamente, la atención de todo el estadio volvía al terreno de juego cuando Mike devolvió el placaje al número 11 de los Huskies, abucheado por todo el estadio desde el lance anterior. La emoción fue en aumento conforme veían a Sullivan subir el campo, era uno de esos momentos en el deporte que todo el mundo saber lo que va a pasar: los rivales lo temen y rezan para que no ocurra y los aficionados locales contienen la respiración mientras se quedan quietos para evitar gafar el momento.

Mike golpeó con su stick el disco y este se coló en la red de los Huskies, todo el Whittemore Center comenzó a vibrar de la emoción e incluso el tipo de delante, completamente pringueteado de batido de fresa, comenzó a saltar emocionado abrazando a Archie y a Mercy mientras ésta balbuceaba unas disculpas. Era lo que tenía el deporte, creaba tantos problemas como arreglaba.

Tras el gol de Mike, y el consiguiente estallido de felicidad por la celebración, la expectación de todo el estadio se volvió hacía el número 11 de los Huskies, un tal Bogans. Tras el golpe que Mike le había propinado contra el muro de cristal, había quedado tendido en el suelo y no había movido ni un músculo durante toda la jugada del gol. Al principio, nadie se había dado cuenta, pero pronto uno de sus compañeros corrió a socorrerle y rápidamente se giró hacía su banquillo y empezó a hacer gestos de auxilio con el rostro compungido. El arbitro paró el encuentro y rápidamente entraron las asistencias. Todo se quedó en completo silencio hasta que uno de los jugadores de los Huskies fue a por Mike culpándole del estado de su compañero y se armó una pequeña bronca que no fue a más gracias a que Bogans se recuperó poco después. Había recibido tal golpe que no sabía que era jugador de hockey...

El partido se reanudó poco después y durante el resto de ese período los Wildcats dominaron a placer el partido realizando rápidos contraataques que mataban la defensa rival y desarticulando cualquier intento de montar un buen ataque por parte de los Huskies. Mike estuvo especialmente brillante, sin embargo el gol que les pusiera por delante no llegaba, los Huskies contaban con el mejor portero de la liga y era prácticamente un muro.

Durante unos instantes, Mike observó como el juego no se reanudaba. No fue hasta que los árbitros empezaron a moverse que se dió cuenta que el número 11 no se había movido del suelo. En aquel momento entendió porqué no le había insultado cuando Mike se había, de un modo bastante literal, reido en su cara tras marcar el gol. Negó con la cabeza. "Es lo que hay", pensó. ¿No se había quedado él mismo medio pájaro por la entrada de aquel tipo? Fue entonces cuando un Husky comenzó a señalarle y a hablarle en un tono despectivo. Antes si quiera de que aquel tipo terminara de acercarse a él, Mike ya había dejado caer el stick y había lanzado los guantes contra el hielo, dispuesto a cerrarle la boca a él también. Varios jugadores de ambos equipos evitaron que la cosa fuese a más, así que el irlandés tuvo que limitarse a decir un par de lindezas sobre su madre.

- ¡Tienes suerte, pringao! -fue lo último que añadió cuando el tumulto se dispersó, después de que el tal Bogans volviera al terreno de juego.

Los minutos empezaban a ser eternos. La victoria parecía estar en manos de los Wildcats, pero aquel último gol no quería llegar. Mike empezaba a sentir cierta impotencia por su situación, sobretodo sabiendo lo bien que estaban jugando. Si se les escapaban los playoffs, no se lo perdonaría a sí mismo.

- ¡La madre que lo parió! -exclamó después de que el portero contrario parara el último intento de gol de los Wildcats.

Los de Connecticut volvieron al ataque, sabiendo que el equipo local empezaba a ponerse nervioso. Sin embargo, que Mike "La Torre" Sullivan se pusiera nervioso significaba que dejaba de preocuparse por la técnica y demostraba porqué se había ganado aquel sobrenombre. Se preparó para el pase del contrario y se lanzó a interceptar al atacante, sin más plan que llevárselo por delante. Cuando el Husky quiso darse cuenta ya tenía al irlandés encima, y su cuerpo rodó sobre el hielo. Llevándose el disco lejos de su portería, Mike avanzó unos metros y consiguió evitar a un contrario, tras lo que realizó un pase hacia el centro. Se quedó a unos metros de la acción, por si el ataque fallaba, pero por suerte no fue así. El disco terminó en el fondo de la red de los Huskies. Alzó los brazos en señal de victoria y gritó a pleno pulmón, tras lo que fue a toda velocidad a celebrar con sus compañeros. Gritaron como posesos, sabiéndo que ya tenían un pié en los playoffs si podían mantener aquel marcador hasta que se agotara el tiempo. Con un poco de suerte, habría algo más que celebrar en la fiesta de Pi Kappa Alpha (y Lena tendría que vestirse de Wild E. Cat)

Archie se soltó del abrazo del tipo que tenían delante, intentando no pringarse de los restos de batido de fresa de Mercy, y le palmeó la espalda en señal amistosa. Pero cuando éste se dio la vuelta satisfecho, olvidando el incidente con Mercy, Archie se giró hacía ellos poniendo caras extrañas para imitarle. Cuando sus ojos regresaron a la pista, Mike se peleaba con otro jugador de los Huskies.

-¡Sully, paquete! ¡Mi abuela pega más fuerte que tú!. - Gritó para picar a su colega un poco más. -¡No sabes darle al palo!

No obstante, Archie celebró como todos la atajada defensiva de Mike, y como fue esquivando rivales hasta colocarse en campo rival y culminar con un pase atrás para lograr una asistencia que resultaba vital para el equipo. Entonces Archie estalló de alegría.

-¡Sullivan!, ¡Yo siempre confié en ti! - Gritó como un poseso celebrando el tanto que les ponía por delante en el marcador.

Todo fue regresando a la normalidad, incluso parecieron olvidar al hombre que les había estado mirando de manera extraña. Con el partido en marcha, y con Archie cerca, era imposible no dejarse poco a poco contagiar de aquella alegría colectiva, y aunque seguía aburrido y mirando de reojo a Mercy, había logrado incluso sonreír.

Al final no le quedó más remedio que, simplemente, dejarse llevar, e incluso aplaudió el último tanto de los Wildcats. Fue un instante, pero valió para animar de nuevo el ambiente. Era todo lo que necesitaban en esos momentos.

Quizá había juzgado demasiado deprisa a Mike.

Paquete!

Eso pensaba al principio, incluso cuando ese hombre alto se quedó allí de pié y después desapareció, pensé que le iba a tirar algo. Incluso la actitud de Archie era la de un tío que le tiraría tomates a Mike si hubiera podido.

Pero mira tu por donde, que Mike se sobrevino a todo y cargó contra todo y todos los que no eran de su equipo. No entendía mucho de hockey... bueno, nada, realmente. Pero debería estar haciéndolo genial porque los tíos a los que Mercy les tiró el batido se pusieron de pié de un brinco y ovacionaron a nuestro equipo. Se olvidaron de que estaban pringados de fresa!! También era lo mejor.

Incluso Archie rectifico cuando empezábamos a ganar. Al final tendría que pedir prestado el disfraz del bicho ese mascota. Por un momento casi prefería que perdieran, así tendría algo de que reirme y picar a Mike pero... la fiesta de la noche no sería lo mismo si perdían, desde luego.

- Vamos!!! Que ya son tuyos, rubito!!- Animé- Yujuuuuu

Tras el incidente del batido, Mercy volvió a mirar hacia las gradas, buscando a aquel hombre con la mirada. No estaba. Se sentó lentamente sin dejar de mirar hacia aquel lugar mientras las imágenes de un horror pasado se comenzaban  a agolpar en su cabeza. Aquel momento en el cual, tras dejar cortadas a las amigas de su hermana mientras vestía de cuero y metal, dejando atrás su personalidad pija... donde una vez más demostró tener veneno en la lengua y no temer usarlo, con toda aquella multitud mirando la discursión de las jóvenes y, aquel hombre, de semblante oscuro y al cual  no pudo verle el rostro, que había clavado su mirada en ella y se reía, pero no del corte de la joven a las animadoras... Si no que de la misma Mercy.

Ni tan siquiera se inmutó cuando Mike regresó a la pista de hielo, ni cuando aquel gol subió al marcador. Mercy permanecía como ida. Por su mente pasó la experiencia de su hermana Linnie junto a Jim, donde un extraño hombre estuvo acechando y persiguiendo a la pareja. Eso fue sólo el principio de la pesadilla. Susurró la joven para si misma.

La joven cerró los ojos y trató de recordar las palabras del doctor Marcus. "[...] Tu experiencia, traumática y angustiosa, quedó atrás. Estadísticamente es muy dificil, por no decir imposible, que algo así se repita en tu vida. ¿Cuantos hombres más, vestidos de Santa Claus, crees que decidiran ir a un instituto con un hacha y matar a todo el alumnado que se pusiese en su camino? Yo no lo veo muy probable... quizás con una pala sí* [...] Recuerda: todo está en nuestra cabeza. Cuando te notes tensa, cierra los ojos y respira hondo, luego suelta el aire muy despacio y deja que los pensamientos y las emociones fluyan y se marchen... no los retengas. Si ves que no te funciona después de unas ocho o diez inspiraciones, tómate medio Lorazepan [...]"

Así fue como la joven comenzó a respirar despacio, inhalando todo el aire que podía y tratando de seguir las instrucciones del psiquiatra al pie de la letra. Cerró los ojos y dejó fluir los pensamientos, las emociones y esos ojos, cargados de odio y rabia, escondidos tras una larga y espesa barba, se aparecieron en su cabeza. Mercy no pudo evitar dar un respingo a la par que soltar un chillido, mientras se llevaba las manos a la boca. Sus ojos estaban llorosos y sus manos temblaban.

Intentó levantarse para salir de allí, pero sus piernas flaquearon y se volvió a sentar de inmediato. Abrió su pequeño bolso y buscó la medicación que siempre llevaba con ella, por si entraba en algún estado similar. Si anteriormente necesitaba hablar con el buen doctor, en este momento era prioritario hacerlo. Pero no podía llamarle delante de ellos ni hablar sobre aquella pesadilla pasada. Necesitaba calmarse primero.

La presencia de aquel extraño unido a las noticias de las violaciones habían dejado un poso oscuro sobre su mirada que impidió que volviese a conectar de nuevo en el partido.

El partido, numerosas bestias equipadas hasta los topes moviéndose embrutecidas sobre una aparentemente delicada pista de hielo. Uno de ellos, Mike embistió salvajemente contra otros rivales provocando el jolgorio y la exaltación de las gradas. Sin embargo Marian permanecía ajena a aquel opio del que el pueblo estaba dando cuenta. Por ello la reacción de Mercy no pasó desapercibida a sus ojos.

-¿Estás bien Mercy? -Preguntó con una preocupación sincera. Ella parecía obstinada en encontrar algo en su bolso. ¿Qué sería? ¿Cleenex? ¿Paracetamol? ¿Un tampax?... Decidió arriesgarse:

-Tengo un paracetamol si quieres. A mí también me está dando dolor de cabeza.

Cerró los ojos al escuchar la voz de Marian, quien preguntaba por su estado. Lo cierto es que no lo estaba. Necesitaba al menos un lorazepan para calmarse y seguramente tendría que tomarse alguna pastilla más fuerte para poder dormir esa noche. Mercy trató de serenarse lo suficiente para poder responder a Marian, a quien creía atenta al partido, como el resto.

Sí, sí, tranquila... estoy.. bien.. volvió a mirar en su pequeño bolso, no la resultaría dificil encontrar el paquete de pañuelos de papel en él. Esbozó una pequeña sonrisa mientras notaba los ojos humedecidos por esas lágrimas que se negaba a dejar salir. No, no es esa la medic.. cortó la frase en ese momento. No necesito esa medicación, quería decir. Solo buscaba algo con que sacarme lo que me esté molestando en el ojo... dijo tratando de disimular su estado, aunque sus manos permanecían temblorosas y su mirada iba y venía por las gradas, quizás buscando a aquel tipo.

Luego miró a Noah, quien parecía empezar a disfrutar del partido. Su mirada se quedó clavada en el joven durante unos instantes, hasta que se volvió a secar los ojos con el kleenex y para girar después su vista hacia la pista de hielo, buscando a Mike con la mirada. Quería volver a meterse en el partido, pero aquel hombre, aquellos recuerdos... se habían encargado de destrozarla por completo.

La bocina del marcador resonó por todo el pabellón al concluir el tiempo establecido de juego y fue el preludio de los gritos de júbilo y emoción que estallaron entre el público pues el marcador al final del encuentro era favorable para los Wildcats. Habían logrado ganar un duro partido y estaban en playoffs tras derrotar a los Huskies. Gracias a la defensa de Sullivan y sus dos buenas jugadas en ataque, habían conseguido remontar un partido que había empezado poniéndose cuesta abajo con la primera jugada y el golpe que había recibido Mike. Pero la Venganza de Wild E. Cat se había consumado a la par que la venganza personal de Mike, quien había devuelto todos y cada uno de los golpes recibidos.

En las gradas, Hellen tomaba notas como una loca de los últimos compases del encuentro y de la celebración de los jugadores para escribir su artículo. Pero Mercy no se encontraba demasiado bien después de aquel siniestro hombre de las gradas que les había estado mirando, para el resto sólo había sido un momento incomodo que pasó rápidamente y que olvidaron enseguida debido a las celebraciones del triunfo de los locales.

Hellen garabateó en su libreta las últimas anotaciones en una letra escrita tan rápida que resultaba indescifrable para el resto. Punteó con un golpe fuerte el último párrafo y se giró hacía el resto con una sonrisa mezcla de satisfacción por lo escrito y alivio por terminarlo. Sacudió su mano dolorida y suspiró soltando todo el aire contenido.

-Bien, es hora de hablar con Mike. ¿Venís?

-¿Qué si vamos a entrevistar a la estrella del equipo mientras esta tía se pone el traje de la mascota?. -Preguntó en tono irónico señalando a Lena con el dedo pulgar. -¡Está claro que no pienso perderme eso por nada del mundo!.

Mike no terminaba de creerlo. Cuando sonó la bocina, miró varias veces hacia el reloj, hacia los árbitros, de nuevo al reloj y finalmente al banquillo. Ya estaba, habían ganado. El rugido de las gradas así se lo confirmó. Alzó los brazos y se puso a gritar como un animal, mientras se reunía con el resto de su equipo en el centro de la pista para abrazarse y corear juntos. Había cascos, sticks y guantes por el suelo. Habían mandado a casa a los de Connecticut y se habían metido en los playoffs. Estaban tan contentos que incluso fueron a por el entrenador Umile para mantearlo.

Mike dió una vuelta alrededor la pista, animando al público a que cantara y gritara más. Había perdido el casco y uno de los guantes en mitad de la eufória, pero parecía no importarle. Al pasar tras unas de las porterías, vió a su familia saludándole desde sus asientos. Mike les señaló y alzó el stick en señal de victoria. Se deslizó hacia su banquillo, riendo y haciendo gestos obscenos hacia Archie y los demás a medida que se acercaba. Vió que Helen se levantaba, y por un momento casi olvió que la chica solía cubrir los partidos. Demonios, si había sido ella quien acuñó lo de la Venganza de Wild E. Cat. Soltó el guante que le quedaba y se acercó a la entrada de vestuarios, donde la mampara protectora terminaba, y se encaramó al muro como buenamente pudo. Consiguió colocar medio cuerpo sobre la baranda, quedándose con las piernas colgando. Alargó la mano para que unos fans le ayudaran a terminar de subir, y una vez arriba se abrazó a ellos.

- ¡Wildcats! ¡Wildcats! ¡Wildcats! -gritaron mientras saltaban al compás.

Intentando no caerse por culpa de los patines, y saludando a todos los seguidores que alzaban sus manos, se fue aproximando como pudo a Archie y los demás. Cuando estuvo cerca de ellos, rió sonoramente con la lengua fuera y moviendo la cabeza en todas direcciones, como si hubiese terminado de perder la cabeza. Abrazó a Archie y lo levantó del suelo, casi perdiendo el equilibrio por culpa de los patines. Hizo un gesto con el brazo para que se acercaran todos, y tal y como había hecho unos intantes antes, comenzó a botar y a corear el nombre del equipo a pleno pulmón.

El partido finalizó con la victoria de los Wild Cats, el público saltó de alegría al igual que los jugadores del equipo vencedor. Pero Mercy seguía perdida en algún punto de su mundo. La proximidad de las fiestas navideñas, la similitud de aquella mirada con lo que había ocurrido hacía a penas un año.

La joven pensó que alejánose de todo, de todos los que vivieron con ella aquel infierno. Empezando de nuevo en un lugar distinto, con gente nueva que no supiese nada de su violento y cruel pasado, y con la ayuda de tan respetado y eminente psiquiatra como era el doctor D. Marcus, lograría superar todo aquello antes de que venciese el año. Pero aquella situación la superó con creces.

Quizás la charla con su compañera de cuarto, sobre aquella violación hacía un año en aquella universidad, en su mismo dormitorio, hubiesen hecho que la joven se sensibilizase más aún. Pero estaba claro que aquel hombre y su mirada la habían marcado y afectado demasiado y era incapaz de volver a centrarse.

De pronto, sin saber como, se vió de pie, abrazada por el resto de sus compañeros, que coreaban con alegría el nombre del equipo y miró a Mike con el rostro desencajado, preguntándose como y cuando había llegado el jugador allí con ellos.

La victoria y el sentirse arropada por todos sus compañeros hicieron que de una forma u otra se olvidase de aquel hombre. Al final cabo siempre tenemos algún día que creemos ver algo errado. Envió así al fondo del armario de sus preocupaciones la imagen de aquel hombre extraño y se unió a las celebraciones.

-Ha estado genial el partido-. Concedió exultante.

-Bien, es hora de hablar con Mike. ¿Venís?

-Y aquí es cuando lo guay termina... -Resolvió para sus adentros. Con este pensamiento la sensación de indefensión acabó volviendo lo que provocó que la piel se le erizase 

-Yujuuuuu- Grité emocionada saltando en mi sitio con los brazos estirados.

Los WildCats habia ganado la Liga. Bueno, lo que sea. No tenía ni idea, pero era contagiosa la mocion y la alegría de todo el mundo de tu equipo, sobre todo cuando ganan. Tampoco es que fuera mi equipo. Era el de Mike y con eso bastaba.

desde la gradas le veía hacer el payaso yendo de un lado para otro, empujandose con sus compañero y saludando al público. Incluso Mercy que estaba algo ensimismada se unió a la algarabia. A su forma, claro. Pero aunque no fuera la alegría de la huerta, tambien se alegraba por nuestros compañeros.

Por otro lado Helen tenía la sensibilidad en el culo. No podía dejar de lado su faceta periodística y eso, a veces la hacía ser un poco... NOOB.

Archie por su lado no dejó de lado lo de la apuesta. Chachis la mar!! Solo esperaba que si tenía que ponerme el disfrz de lobato nadie se hubiera pajeado antes dentro. Uggggg . Ademas, sabiendo como era Mike, seguro que a el tampoco se le olvidaría.

Wilcats!! Grité abrazándome al grupo cuando Mike llegó como si fuera un guerrero espartano, con todas las protecciones, los patines, el stick...

Hellen se abrió paso entre el grupo que se congregaba entorno a Mike para llegar hasta él. Sujetaba si libreta llena de anotaciones garabateadas con letra imposible y el bolígrafo en una mano y se apoyaba con la otra en las espaldas de la gente para no caerse. Mike casi le echa encima a Archie cuando llegó al fin hasta su posición. 

-Mike, ¿qué tal tus impresiones después del partido? ¿Os veía con forma para llegar a las finales durante estos playoffs? - Hellen tenía una buena batería de preguntas preparadas para hacerle a Mike sobre el partido, su actuación, los goles y los próximos rivales del equipo. 

De pronto bajo el tono de voz y susurro una última pregunta que Mike no se esperaba.

-Oye, ¿sabes algo de una violación en la fraternidad el año pasado?

Después de una buena sesión de saltos y cánticos, Mike saludó a los fans cercanos al grupo que se habían unido a la celebración. En concreto, se fijó en un tipo cubierto de algún tipo de mejunje de olor dulzón. Se lo quedó mirando, sin poder imaginar qué demonios significaba aquello.

- Joder, que marcha llevas encima. -dijo al mismo tiempo que le daba su stick.- Toma, tío.

Le palmeó en la espalda, pringándose sin querer la mano. La miró con una exagerada expresión de asco e intentó limpiarse sobre Archie, que casi choca contra una Helen que se abría paso como buenamente podía hacia él. Se limpió disimuladamente en el asiento más cercano mientras escuchaba con una sonrisa la pregunta. Una vez limpio, paso un brazo sobre el hombro de Helen y contestó con voz de locutor de radio.

- Verás, Helen... A pesar de un comienzo algo flojo, estaba claro que el partido estaba ganado. -su voz fue volviendo a la normalidad, aunque el volumen se incrementaba a cada palabra que pronunciaba.-, sobre todo porque ¡en Connecticut no saben jugar al hockey NI LIMPIARSE EL CULO SIN AYUDA! -se calló un instante, mirando a Helen seriamente como si no acabara de gritar a dos palmos de la oreja. Después volvió a hablar con normalidad, mostrándose muy seguro de sí mismo.- Los playoffs son nuestros. Tendrían que cortarnos las manos o algo por el estilo para que no fuese así.

Mike contestó animadamente, quizás demasiado, a las preguntas de Helen. Sentía curiosidad por ver cómo la chica iba a conseguir quitar todas las palabras malsonantes de sus respuestas sin perder la cabeza en el intento. Pero cuando la última pregunta fue formulada, la sonrisa de Mike se cambió por un ceño fruncido y expresión de duda. Quitó el brazo de su hombro y se apartó un poco.

- ¿Qué? -fue capaz de decir tras unos segundos de confusión.- ¿A qué viene esa pregunta? ¿Qué tiene que ver eso con el partido?

Miró al resto del grupo, preguntando en silencio con la mirada y sus manos alzadas si alguien sabía a qué había venido aquello.