Partida Rol por web

El golpeteo se detuvo en seco.

-¿Troy? - La voz de Sid fue música en sus oídos, aunque la niña no tardó en soltar una de las suyas. -Vamos a ver, ¿y yo para qué estoy usando el morse si me respondes así? Si lo llego a saber me pongo a gritar.

Troy intentaba encontrar la llave que abría la puñetera puerta entre el manojo que le había birlado a Tom, pero aún así se podía imaginar a Sid cruzada de brazos y golpeando el suelo con la punta del pie con cara de listilla. Finalmente, Troy logró encontrar la dichosa llave correcta y sintió como sus piernas flojeaban cuando la cerradura por fin se dejó vencer y pudo abrir la puerta. Dentro se encontró un montón de niños asustados, abrazados a sus piernas, lloriqueando y con caras de pánico. Y en medio de todos estaba su hija, junto a aquella tubería, sosteniendo una piedra en la mano y con un pie descalzo. Era la única que no lloraba ni parecía asustada. Más bien tenía la misma postura impaciente que cuando Troy llegaba tarde a recogerla de alguna actividad extraescolar.

Cuando el sonido paró, Troy temió que aquello no fuese más que una trampa o que se hubiese topado con alguno de los responsables de todo aquello, pero al instante de oir la voz de su hija, una sensación electrizante recorrió su cuerpo de cabeza a piés. Era como si hubiese estado aguantando la respiración todo aquel rato, y que finalmente abría la boca y tomaba aire. Volteó llave tras llave como un maníaco hasta que consiguió abrir y, cómo no, allí estaba Sid con su actitud habitual. A Troy no le hizo nada más para saber que estaba bien. Se acercó a ella a grandes zancadas y se arrodilló a su altura, mirándola como si quisiera asegurarse de que era real.

 - La madre que te parió... -dijo finalmente mientras la abrazaba con fuerza.

Se notaba de pronto tan reconfortado que casi podría jurar que su cuerpo empezaba a flotar. La separó de sí y la miró unos segundos más, secandose un par de lágrimas que se habían dejado ver. La examinó rápidamente para asegurarse de que no estaba herida, pero sabía que no podían perder mucho más tiempo. Llegar hasta allí solo era una historia; sacar a todos aquellos niños, otra muy distinta. Echó una mirada a los presentes, intentando mostrarse confiado en las posibilidades que tenían.

- Muy bien, escuchadme todos. Os voy a sacar de aquí, pero tenéis que hacerme caso, ¿de acuerdo? Id detrás mío sin hacer ningún ruido. -fue a levantarse, pero se dio cuenta de que no todos los niños tenían las agallas de Sid.- Yo me llamo Troy, y esta tan valiente es Sid. Tenéis que ser igual de valientes que ella, ¿vale? Y así vuestras familias estarán orgullosas y contentas de lo valientes que sois. -echó una mirada de soslayo a Sid y alzó un dedo hacia ella antes de que pudiera soltar otra de las suyas y estropear la poca confianza que aquellos críos pudieran tener en él. Miró a su alrededor, esperando localizar al hijo de Halle, quien podría darle más problemas.- Está por aquí un chico que se llama Steven, ¿verdad? Tu mamá Halle y tu papá Sean me han pedido que te lleve con ellos. También hay otro Troy, ¿no es así? Tu mamá y yo éramos amigos en el instituto, cuando salgamos te llevaré con ella. -miró muy seriamente a Sid.- Échame un cable con todos estos y larguémonos de aquí.

Sin saber muy bien qué más hacer con ellos, se levantó y se dirigió a la puerta, haciendo una señal a los niños para que esperaran. Primero escuchó, y si no notaba ningún sonido sospechoso, se asomaría para asegurarse de que el camino era seguro. Sólo entonces indicaría a los niños que le siguieran.

Hannah estaba frente a Halle. Apestaba a cadaver, pero había en ella algo nuevo... su aspecto había mejorado. La sangre en el cuchillo decía a Halle que Charlie no lo había logrado y que con su muerte ella había vuelto a estar más viva. Sabía que Hannah era imparable, pero había que ganar tiempo y la única manera era esa, enfrentarse a ella.

Halle vio correr a Jim, mientras llamaba a Stark y la mujer optó por ver que había aprendido en defensa personal. Primero trató de desarmar a aquella loca para luego tratar de meterle la barra de hierro en uno de los ojos. Eso tendría que dolerle sí o sí... si lo conseguía, claro.

Por otro lado, se unió a los gritos de Jim. Tenían que estar juntos en ello, tenían que realizar el cántico con los dos juntos... y Jim lo tenía en sus mano. - ¡STARK! ¡VEN A VER COMO MATO A LA PUTA DE TU MUJER! - Exclamó mientras aún respiraba y se colocaba en posición defensiva, dispuesta a detener el ataque de aquella mujer.

No sabía cuanto sobreviría, si volvería a ver a su hijo, al amor de su vida o a su pequeña. Pero esperaba que todo lo que estaba haciendo, al menos hiciese que Sean, Steven y Tina, estuviesen juntos de nuevo y orgullosos de ella.

-Eh, eh, para ya, tronco. Que me avergüenzas. - Sid intentaba quitarse a su padre de encima cuando éste se lanzó sobre ella para abrazarla y asegurarse de que era real. -Joder, Troy, ¿lágrimas? ¿En serio? Te estás haciendo viejo. No hay duda. Les estaba diciendo a todos que mi padre era como Bruce Willis en Jungla de Cristal y me vienes con estas...  Espero que al menos me hayas traído mi zapatilla, no quiero ser yo la descalza... Me costó un huevo quitármela mientras ese cabrón de Santa Claus me llevaba en volandas. Si las hubiera llevado sin atar como suelo hacer... pero ¿quién dijo que me las atara para no caerme en la pista de bolos?

Troy no consiguió tener mucho éxito a la hora de mover a los niños. Pese a que abrazara a Sid, y que ella se mostrara contenta de verle -aunque no lo pareciera por sus reacciones- los otros niños estaban asustados y Troy no dejaba de ser un desconocido. Algunos se animaron al ver la puerta abierta, pero más bien parecía que fueran a salir disparados en cuanto Troy se descuidase, y ya solo le faltaba tener a un montón de enanos correteando por allí y perdiéndose en el instituto.

-Pfff... Madre mía, Troy, el mejor discurso que he escuchado. -Murmuró antes de que su padre le pusiera un dedo en la boca para que se callara.

-Steven es ese que se está dando golpes contra la pared. Antes se los daba contra la tubería y de ahí se me ocurrió la idea de hacer morse en ella, pero no fue fácil convencerlo para que dejara la tubería. Creo que es uno de esos niños especiales que me contaste una vez. ¿Te acuerdas? cuando le dije a uno que era gilipollas y casi te pegas con su padre. Y el otro Troy es ese que se sorbe los mocos allí... Antes le dije que no le pegaba para nada su nombre, pero visto lo visto... - añadió mirando a su padre de reojo.

Charlie siguió el pasillo que daba al gimnasio y cuando llegó a él y abrió la puerta con cuidado se encontró una escena que la dejó plantada en la misma puerta. Jonathan se encontraba en el suelo tendido sobre un charco de sangre, estaba inconsciente y lucía un vendaje improvisado para detener sus hemorragias. Jim corría alejándose de allí, y en un principio casi no advirtió su presencia porque toda su atención se centró en Hannah Stark, que avanzaba cuchillo en mano hacia Halle.

Jim gritaba para llamar a Stark, en contra de lo que uno pudiera considerar razonable, pero lo más sorprendente fue como Halle se anticipó a los movimientos de la señora Claus y la atacó con una barra de hierro que arrancó el cuchillo de la mano cadavérica de Hannah. Aunque lo más impresionante fue como después Halle le clavaba la barra de hierro en el ojo.

- ¡STARK! ¡VEN A VER COMO MATO A LA PUTA DE TU MUJER! - Gritó la encolerizada doctora. 

Hannah retrocedió con el ojo destrozado y ya sin el cuchillo. No trató de recuperarlo, sino que preparó sus afiladas uñas para lanzarse contra Halle y vengarse por aquello.

La puerta del gimnasio se abrió, empujada por las manos temblorosas de Charlie, que a pesar de todo lo que había pasado no se sentía segura en absoluto de sus posibilidades y sí de los Stark, que parecían ser lo suficientemente fuertes y terribles como para acabar con todos ellos allí mismo. Y si lo hacían, quizás nadie pudiera detenerlos.

Cuando se abrió completamente, vio a Jonathan caído, Jim alejándose y Hanna acercándose peligrosamente hacia Halle. De alguna manera ellos habían conseguido reunirse... pero a qué precio.

Charlie fue a decir algo, quizás a gritar para distraer a Hanna, cuando oyó los gritos de Jim y los movimientos de Halle atacando a Hanna. Eso no la mataría, pero los cánticos sí... siempre que apareciese su marido.

Así que rápidamente, corrió, balanceando su grasa, hacia Halle, y a medida que fue acercándose, se dio cuenta que tal y como había temido, Hanna Stark no solo no iba a detenerse sino que estaba a punto de atacar a Halle. 

Pero estaba de espaldas a ella. Eso siempre podía darle una ventaja. Y el cuchillo estaba en el suelo. Eso también podía convertirse en otra ventaja... si lo agarraba a tiempo. Así que su mano se abrió y se preparó para cogerlo y clavárselo a Hanna Stark.

Charlie apareció de repente —¡Estaba viva!—, y no tardó ni un instante en hacerse una idea de la situación y, contraria a toda lógica, lanzarse a por la señora Stark. No, a por ella no, a por el cuchillo. ¿Pretendían darla una paliza entre las dos? Lo cierto es que Jim se creía que pudiera ser, o quería creerlo al menos, aunque si aquella mujer resucitada era como su marido, dudaba que la ventaja fuera a durar mucho. La solución era el cántico, pero Halle había dicho que tenían que estar los dos. ¿Dónde se había metido aquél monstruo? Puede que ignorara sus gritos; puede que siguiera persiguiendo a Troy. Rápidamente corrió hacia la puerta, abierta tras el paso de la pelirroja, y siguió con su plan.

—¡TROOOOOOOOOOY! —Llamó a su amigo. Si seguía vivo y estaba siendo perseguido, debía atraerle hacia ellos, era la mejor oportunidad—. ¡TROOOOY! ¡STAAAARK! —Siguió gritando; no sabía que más hacer.

La defensa personal se basaba en dos cosas, la primera era en el dolor físico para doblegar a tu oponente, la segunda y que se usaba menos, era usar su propia fuerza contra él, como el judo. Ya sin arma, se enfrentó a Halle mostrándole su fea cara y sus uñas y con aquella barra de hierro en su ojo se dio cuenta de que no sentía dolor alguno, así que usar técnicas que la llevasen al suelo retorciendo el brazo o cosas así no servirían contra ella, pero sí usar su velocidad para llevarla al suelo.

Era fácil, solo tenía que esquivarla y hacerla caer, una zacadilla  al tiempo que la sostenía y la empujaba hacia abajo sería suficiente. Mientras oía a Jimmy llamar a Stark y a Troy, pero esta vez no se unió a los gritos, necesitaba la máxima concentración. Además, Charlie aún vivía y parecía no haberse rendido con ella...

Solo debía concentarme y creer en mí. Si la pude desarmar y clavarle aquella barra en el ojo, podría realizar esa llave con éxito también...

Apoyado junto a la puerta, Troy intentaba escuchar algo en el pasillo miestras Sid se quedaba agusto con él. Incapaz de concentrarse en su tarea, y tras varias miradas a su hija, se alejó de la puerta y fue hasta su hija.

- Oye, ¿realmete quieres que mantengamos esta conversación de mierda aquí o prefieres que ponga tu culo a salvo? Porque yo me conozco este sitio como para pegarme un pedo en un pasillo y decirte a partir de qué aula no podrías escucharlo. Así que puedes venir, -la señaló a ella y luego al resto de niños.- tú y todos, con el único tipo que os puede sacar de este puto agujero -se señaló a sí mismo para puntuar con especial énfasis aquella frase.-, o puedes seguir quejándote por tu maldita zapatilla y por todas las lágrimas que pueda o no pueda tener. -miró a los demás, como si esperara que fueran a entenderle.- Vosotros veréis, pero yo me largo.

No sabía cómo reaccionarían los demás, pero podía apostarse algo a que Sid respondería mejor a un ligero enfrentamiento de los suyos que a un "te quiero mucho, vamos a casa", y con un poco de suerte los demás la seguirían. Se acercó a Steven, intentando no asustar al chico.

- Hey Steve. Tu madre Halle me ha hablado de ti, de lo inteligente que eres. Lo de dar golpes en la tubería ha sido una gran idea, ¿sabes? Gracias a eso os he encontrado. Ella te está esperando fuera, ¿vamos con ella? -luego se giró hacia el niño que Sid había identificado como el hijo de Sidney y se le quedó unos segundos mirándole. Luego se acercó a él y se agachó para estar a su altura.- Hey, campeón. Sidney y yo... -carraspeó.- Tu madre y yo íbamos juntos a clase, ¿sabes? Ella me ayudaba a estudiar y yo... -rió por lo bajo recordando.- Yo mantenía a los abusones que intentaban meterse con ella a raya. No me gustaba verla disgustada, ¿sabes? Y seguro que ahora lo está porque no te tiene cerca. ¿Qué te parece si salimos de aquí y vamos con ella? -se levantó y fue a girarse, pero antes señaló a Sid.- Y no hagas ni caso a esta, tu nombre es la hostia.

Volvió a la puerta y cogió el pomo. Tomó aire prfundamente y se giró para hacer un gesto con la cabeza a Sid y los demás. En cuanto estuvieran por los pasillos, pensaba Troy, sería un milagro si conseguía mantenerlos a todos juntos y en silencio, pero estaba demasiado cerca de conseguirlo como para empezar a dudar.

Hannah se lanzó a por Halle con intención de arañarla con esas horribles, largas y feas uñas que tenía, pero Halle estaba preparada. Dio un paso lateral para ganar espacio, alzó la mano con la que Hannah le atacaba por encima de la cabeza para desviar el golpe y barrió el suelo con su pie para zancadillearla. Una llave de judo que le permitió lanzar contra el suelo a Hannah, que frustrada y con un ojo menos lanzó un alarido terrible.

Entre tanto, Charlie corría hacia donde estaba el cuchillo que Halle le había arrebatado a la señora Claus y lo recuperó antes de ir a por ella. Jim, por contra, se mantenía alejado, creyendo que aquella ventana de las chicas duraría poco y que la solución era seguir con el ritual que les había dicho Allison. Fue hacia la puerta y empezó a gritar llamando a Troy y a Stark. Pero no había ni rastro de ellos. En el pasillo exterior solo logró escuchar el silencio, y el latido exacerbado de su propio corazón.

Sid se quedó clavada en el sitio con los ojos muy abiertos mientras su padre la abroncaba y le recriminaba sus palabras anteriores. Troy se esperó que su hija le fuera a decir algo como "ya veo que estás en esos días sensibles del mes", aunque ni ella misma entendiera (todavía) lo que aquello significaba, o cualquier barbaridad digna de Sid. Sin embargo, se quedó callada, demasiado callada.

-Me pienso chivar a mamá. - Dijo muy seria, justo antes de aceptar hacer lo que Troy mandaba.

Sid puso los ojos en blanco cuando Troy elogió a Steven por el asunto de la tubería. Lo único que el mocoso aquel había hecho era romperse la crisma contra la tubería, ella había sido la de la gran idea. Pero aparte de un pequeño bufido de inconformidad, no dijo nada y dejó que el muchacho se llevara la medalla. Sobre todo porque pareció funcionar y la promesa de que su madre estaba fuera hizo que Steven cogiera sorpresivamente de la mano a Troy y accediera a irse con él mientras repetía la palabra mamá insaciablemente.

El pequeño Troy fue más reticente a colaborar, siguió llorando y no dejó que el Troy grande le tocara. Ni siquiera lo que dijo de su madre ayudó a calmarlo. Sin embargo, logró convencerle de que fuera con ellos fuera. También los demás niños, que en cuanto Troy se acercó para abrir la puerta se colocaron detrás de él dispuestos a seguirle. Era como el flautista de Hamelin, solo que con un montón de mocosos detrás.

Troy abrió la puerta para descubrir que el silencio reinaba en el exterior. Salió junto con Sid afuera y guió al grupo hacia las escaleras del piso superior mientras su hija se quedaba en la puerta e iba haciendo gestos a los demás chavales para que salieran de aquel zulo.

Con el cuchillo en la mano, Charlie lo único que quería era clavárselo a Hanna Stark, quitarle su capacidad para atacarles y esperar a que su marido viniese y acabar con los dos a la vez.

Pero querer y conseguir eran dos cosas muy diferentes.

La situación de Halle no invitaba a ser paciente sino a actuar. Halle se defendía bien, no parecía necesitar a nadie, pero Charlie sabía por propia experiencia que aquello era un puro espejismo y que si no hacían algo más definitivo que quitarle un ojo, terminaría por acabar con ellos.

Sabiéndose como la única ayuda que tenía Halle, la cual ya había hecho un daño considerable en Stark, dado que Troy no estaba y Jim parecía no ser capaz de soportar la presión, Charlie se dejó llevar. Desatada, lanzó un sonoro grito y corrió hacia Hanna Stark, y cuando la alcanzó, su mano descendió con el cuchillo entre sus dedos, en dirección hacia su cuello, descargando toda su fuerza en aquel cuerpo revivido, podrido y con ayuda, desguazado poco a poco.

Quizás entre las dos, Halle y ella, pudieran descuartizarla, hacerla trocitos y así inmovilizarla. Charlie se imaginaba la cabeza, los pies, las manos, el torso... cada parte de su cuerpo, guardados por separado en cajas, como si estuviesen haciendo inventario y guardando aquello que no servía.

Pero eran imágenes casi oníricas, puesto que sabía que acabar con Stark, con cualquiera de los dos, era algo más complicado de lo que podía llegar a imaginar.

Halle vio la acción de Charlie, a quien esperaba muerta y sonrió esperanzada pues la actitud de Jim le parecía la de un cobarde y más aún viendo que Hannah no era tan complicada de doblegar. Por un monento el porrero le recordó a Shaggy, el inseparable amigo de Scooby Doo y casi sonríe, pero en el fondo sabía que si Jimmy no la ayudaba era por el rencor del instituto. Era increíble que no hubiese madurado... otro como Troy.

- Súbete en ella, Charlie, ahora que está bocabajo. - Con el peso de aquella mujer le costaría moverse. - Y si cortas aquí, en la intersección de las vértebras, quizás quede parapléjica. Pero si se regenera como veo, lo mejor será dejar el cuchillo dentro. - Explicó a la mujer cuando la vio que miraba el cuello de Hannah con esa rabia.

De tener Halle el cuchillo, sabía perfectamente como hacerlo de forma rápida y efectiva. Con el gesto de Charlie lo veía complicado, pero no imposible. - Charlie es como descuartizar a un pollo, no acuchillarlo. - Añadió como último consejo, quizás con eso diese mejor en el sitio. - Cuando haga crack es que está roto, haces palanca, separas y dejas el cuchillo dentro para que no regenere. Si funciona, le metemos la barra en su lugar...

Viendo que no parecía haber peligro inminente, Troy se dispuso a avanzar con aquel peculiar escuadrón que le seguía. Pero antes de dar un paso, se quedó unos segundos clavado en el sitio al reflexionar sobre el comentario de Sid. Hacía tanto que intentaba no pensar en Jenn que ni se había planteado si su hija la echaba de menos.

- Cuando todo esto acabe -le dijo con tono amable aunque triste- podemos hablar de mamá, si quieres. Pero antes salgamos de aquí, ¿vale?

Sin permitirse más descansos, Troy chó a caminar con Steven de la mano, esperando que ningún niño se le despistara. Por suerte, Sid volvía a mostrarse como la superviviente que era, echando un cable para tener al rebaño bien vigilado. Dedicó una sonrisa complacida a su hija cuando esta llegó cerrando el grupo.

- Muy bien, ahora tenemos que ir rápido pero en silencio hasta llegar fuera. Seguidme en todo momento. -puntualizó las siguientes instrucciones con gestos de manos.- Si os indico que paréis, os quedáis quietos; si os digo que avancéis, os pegáis a mí y seguimos. Y si aparece alguien que no sean mis amigos... -paró de pronto y tomó aire con fuerza, como si fuese a sumergirse en el agua. Habló directamente a Sid.- La salida está hacia aquella dirección, siguiendo los pasillos más largos. Si te digo que te los lleves, corre con ellos hacia fuera. Sin preguntas, sólo corre. -dudó u momento y se giró hacia Steven, casi como si lo usara como una excusa para no seguir aguantándole la mirada a su hija.- ¿Has oído, Steve? Si Sid te dice que vayas corriendo con ella, la sigues. Ella te llevará con mamá.

Echó una última mirada a los niños, especialmente al pequeño Troy. Podía imaginarse a Sidney en casa, o con los federales, esperando alguna noticia de su hijo. Sin saber muy bien porqué, pudo verse a sí mismo diez años atrás, frente a la puerta cerrada de la habitación de Sidney. Hizo acopio de fuerzas para evitar que le temblara el pulso y alargó la otra mano hacia el pequeño Troy, esperando infundirle algo de valor teniéndolo cerca. Sin más posible preparación, Troy guió al grupo escaleras arriba. 

Jim paró de gritar, tosió, recuperó el aire y, en ese pequeño lapso de tiempo, miró hacia donde yacía Hanna tirada en el suelo, con Halle delante de ella, en pie, y Charlie lanzándose encima. Se quedó boquiabierto, sorprendido por la eficacia de aquellas dos, que aun sin parecer calmadas, lo estaban mucho más que él. ¿De verdad podrían con ella? ¿Con los dos? Parecía una esperanza vana causada por una victoria fútil y fugaz, pero no dejaba de ser un rayo de luz. Puede que si tuvieran alguna oportunidad.

—¡STAAAAAARK! TENEMOS A TU MUJER, ¡LA VAMOS A DESCUARTIZAR MALDITO CABRÓN! —gritó con más fuerza que antes, envalentonado.

Halle y Charlie parecían bastarse ellas solas para encargarse de Hannah, incluso sin la participación de Jim que se mantenía alejado gritando para llamar la atención de Erik Stark, quien seguía sin dar señales de vida. Jim prefería mantener la distancia con la asesina disfrazada de señora Claus aún a pesar de las miradas mortíferas que le lanzaba Halle desde la distancia. 

La médica indicó a Charlie donde debía clavar el cuchillo para inmovilizar a Hannah, confiando en que su cuerpo funcionara como el de una persona normal. Charlie clavó el cuchillo en el cuerpo de Hannah justo cuando ella intentaba arañarla desde el suelo para defenderse. Pero el afilado cuchillo que sujetaba ahora Charlie se clavó el carne pútrida de la asesina hasta dar con el hueso del que Halle hablaba. 

Troy iba andando con un montón de críos detrás suya, lo cual complicaba el hecho de salir de allí de manera rápida y sigilosa. Algunos de los niños se mantenían en silencio y seguían pegados a Troy, pero otros se quedaban atrás y Sid tenía que ir forzándoles a caminar para no quedar rezagados, lo cual iba alargando cada vez más el grupo. Y aunque la mayoría mantenía el silencio que Troy había pedido por el miedo que tenían al Santa Claus que los había traído allí, Steven iba llamando a su madre con un tono de voz demasiado elevado. 

A pesar de todo, Troy logró escurrirse por los pasillos seguido de todos los mocosos sin perder a ninguno y sin que Stark o su esposa aparecieran por allí para complicarles la vida. Avanzaron hasta el piso superior, el de la planta calle, y se colaron entre los pasillos que Troy recordaba perfectamente a pesar del cambio tan radical que había sufrido el instituto, hasta llegar a la puerta de salida. Pero para sorpresa de Troy, alguien había colocado un enorme y grueso candado junto a unas cadenas para bloquear la puerta. 

Troy sabía que en el pabellón había otra puerta para salir al exterior, pero le preocupaba que el maníaco que trataba de evitar estuviera allí terminando de descuartizar a Jonathan o encargándose de Jim o los otros. 

Eso no estaba funcionando, y en la pelea contra la mujer no tenía absolutamente nada que hacer, ni ganas de meterse en realidad, así que se sentía inútil en esa situación; Stark no venía, Troy no aparecía, Hannah parecía controlada y Charlie y Halle estaban bien. ¿Qué iba a hacer él? Nada. Solo seguir gritando, esperando que al final aquél psicópata mostrara la cara y, así, comprobar si el cántico que se repetía en la cabeza una y otra vez funcionaba. 

- Hey, colega. -susurró a Steven la tercera vez que le dio por llamar a su madre.- Habíamos acordado ir en silencio, ¿recuerdas? Fíjate en Troy, lo callado que está el tío. Haz igual que él, ¿vale?

Después de que casi le explotara una vena de la cabeza al contenerse las ganas de soltarle alguna al bueno de Steven, Troy mantuvo el ritmo hacia la salida. Cada cierto tiempo echaba la mirada atrás, asegurándose de que no perdía a Sid de vista. En un momento de pausa, antes de cruzar por un aula con dos puertas a distintos pasillos, se acercó un poco a su hija para hablarle.

- Oye, ¿qué pasó en el centro comercial? ¿Quién te trajo aquí?  

Unos cuantos pasillos más allá, una extraña satisfacción comenzó a subirle desde el estómago. Ya podía ver la puerta de salida, y se permitió acelerar un poco el paso. Al llegar, sin embargo, su expresión de antelación se convirtió en una de incomprensión y después en una de completa airada incredulidad. Se mordió el labio para no ponerse a gritar allí mismo mientras se rascaba la cabeza y daba pasos de aquí a allá, intentando pensar. Si el candado llevaba allí el tiempo suficiente, quizás Jim no hubiese podido salir, o de haberlo hecho era posible que el resto no hubiera tenido oportunidad de entrar a salvar a Jonathan. ¿Y si la cadena la habían puesto ellos, para intentar frenar a Stark? Más les valía que no, porque acababan de joder a Troy de mala manera. La única otra salida estaba, precisamente, en el punto donde se habían encontrado con Stark y a donde prefería no tener que volver, y menos con todos aquellos críos, pero si la cadena llevaba el tiempo suficiente, quizás Jim y los demás se habían visto obligados a entrar por el pabellón. Cerró un momento los ojos y se los apretó con los dedos, intentando aclararse. Finalmente, hizo un gesto para juntar a los niños y se arrodilló a su altura.

- A ver... -respiró profundamente, intentando organizar sus palabras.- Vosotros quedáos aquí quietos y en silencio, yo voy a ver si encuentro algo con lo que romper la cadena. Si no, tendremos que ir a la salida que hay en el pabellón, en la otra punta de esta planta. -miró directamente a Sid.- Estad bien atentos. Si veis a Santa Claus, avisadme inmediatamente. No es coña, hacedlo.

Troy comenzó a rebuscar en los alrededores, intentando no alejarse más que unos pocos metros del grupo. Cualquier cosa le valía, aunque acabara provocando un ruido escandaloso. Mientras buscaba, cayó en la cuenta de que, con el estado actual del centro, quizás habría algúna ventana o pared rota que diera al exterior, así que aprovechó para buscar una posible salida improvisada.

En el momento en que el cuchillo atravesó su carne, todo el cuerpo de Charlie se estremeció. La sensación que le generó fue desagradable, como si estuviese atravesando un bloque de mantequilla, solo que en aquel caso era un cuerpo, revivido y sin sentido, pero un cuerpo al fin y al cabo.

Ni siquiera se dio cuenta del intento que hizo para arañarla, porque estaba demasiado concentrada en hacer lo que le había dicho Halle, atravesar sus véèrtebras, romper toda posibilidad de que se moviese, aunque Charlie recordaba perfectamente cómo había actuado Stark en la otra ocasión. Nada le había detenido, ni siquiera cortarle miembros o romper sus huesos.

Pero de todas maneras, apretó y serró, intentando separar el cuello en su base y decapitarla.

-¡Maldita seas, muere, zorra inmunda, muereeeeee! -gritó, mientras clavaba y serraba para cortarle la cabeza.