Partida Rol por web

Halle se quedó pensativa ante la pregunta del sheriff. - Yo... no lo sé... le vi de espaldas todo el rato... pero con la agilidad con la que se movía no era alguien... obeso... - No pudo evitar mirar a Charlie cuando dijo aquello. - Era demasiado rápido, seguramente llevaba relleno en la ropa, de lo contrario le hubiese alcanzado o visto en el parking antes de que llegase a su furgoneta... incluso en las escaleras... bueno... ahí me sacó ventaja porque la gente me cortaba el paso. - Se quejó resentida y dolida, sin separarse ni un ápice de Sean. En aquel momento era su único pilar, el único que lograba que no volviese a dejarse llevar por la desesperación y el dolor y acabase volviéndose loca.

- Pero si era un hombre o una mujer... - Halle cerró los ojos y trató de recordar los pocos movimientos que pudo observar de aquel Santa Claus. - Dudo que Steven se fiase de un Santa Claus mujer... es autista, pero no tonto. Aún así...

- Tranqui, tio. -contestó antes la incomodidad de Jim.- Como tú dices, las cosas no han acabado tan mal. Y que sea "demasiado yo" quizás se pueda ir curando... -alzó una ceja.- A no ser que le toque compañeros de colegio como los nuestros, entonces mejor que siga siendo "un poco yo".

Escuchando el relato de Jim, Troy no pudo evitar pensar que todos los afectados por aquella noche habían hecho lo que podían para continuar  y no se les podía pedir mucho más, hubiesen tenido éxito o no. Él mismo era la prueba. Se estremeció exageradamente al oír el nombre de Kurt y se alegró de saber que no se lo encontraría por el pueblo, pero no pudo evitar que la mente se le fuera y se preguntara cómo habría cambiado después de tanto tiempo. Kurt casado, ¿eh? Pobrecita ella...

El comentario sobre Sid le hizo darse cuenta de que, en efecto, aquella meada se estaba alargando más de la cuenta. Le hizo a Jim un gesto de espera con la mano y se levantó, encaminándose a los lavabos mientras echaba una mirada al mostrador, por si se le había ocurrido la maravillosa idea de ir a pedir otra pizza por su cuenta. Se quedó junto a la puerta del servicio de mujeres y picó.

- Sid, ¿va todo bien? ¿Se te ha tragado el vater?

Halle se sentía contrariada. A pesar de que tenía la creencia de que Steven no se iría con una mujer, le daba la sensación de que la constitución del Santa Claus encajaba con el de una mujer. O tal vez fuera un tipo delgado que llevara relleno y se moviera con agilidad como había expresado en voz alta. Jonathan tomó nota de la descripción que daba Halle, era bastante escasa porque entre la distancia, el disfraz, la angustia del momento y la cantidad de gente que se interponía entre ella y su hijo y que tuvo que esquivar, era difícil saberlo. Pero era menos que nada.

-Verá se lo pregunto porque otro niño ha desaparecido también llevado por un Santa Claus y... era una mujer. - Se giró hacia Charlie. -¿La descripción que ha dado coincide con la mujer que viste en el vídeo de seguridad?

Charlie tenía otro problema. La descripción parecía encajar. La mujer que había visto en el vídeo era delgada y se movía con rapidez, pero el disfraz y lo pixelado de la imagen no posibilitaban reconocer su rostro demasiado bien.

-Bueno, tenemos un par de pistas de las que tirar. Vamos a comprobarlas y les mantendremos informados. Si necesitan cualquier cosa pueden llamarme. - Les dio una tarjeta con su número. -Ah, ¿cuál es la medicación que toma Steven?

Aquella mujer estaba tan afectada por la desaparición de su hijo que Charlie se dio cuenta del enorme esfuerzo que Jonathan debía estar haciendo. Inmediatamente, sintió una profunda tristeza por lo mal que debía estar pasándolo, a pesar de lo cual, tal y como le había recomendado ella misma, continuaba haciendo su trabajo.

Mientras tanto, seguíamos sin disponer de mucha información. 

-Eh... sí, pero la verdad es que no podía distinguirse con claridad. En el otro caso, en cambio... -se detuvo un momento al ver el rostro de Jonathan -había sido un hombre que recordaba a Tim Allen.

Al oír lo que ella misma había dicho, se giró con rapidez hacia aquella pareja.

-Así es como lo describieron. Dijo que se parecía a Tim Allen -insistió.

La verdad era que en ese momento, estaba más interesada en ver el resultado de la búsqueda que le había dicho a Jonathan, porque le parecía que no iban a conseguir suficientes pistas como para llegar a algo. Ya fuese la misma persona o varias diferentes, lo importante era descubrir a dónde se los llevaban, más que por qué.

Cuando Troy llamó a la puerta del baño se escuchó el sonido de la cadena. Unos momentos después la puerta se abrió pero en lugar de encontrarse con el rostro familiar de Sid se encontró con chica morena algo más mayor, de unos dieciséis años. Estaba muy ruborizada, y debía estar pasando una vergüenza tremenda después de que Troy insinuara que se había caído por la taza, algo que había interpretado como que le estaban metiendo prisa. Fuera lo que fuera lo que estaba haciendo allí dentro, Troy estaba seguro de que no lo terminó.

-Lo siento. - Dijo la chica mirando completamente roja por la vergüenza, la muchacha pasó rápidamente en el hueco que quedaba entre la puerta y Troy sin levantar la vista del suelo.

-Disculpe caballero, pero este es el baño de mujeres. - Le dijo otra mujer a su espalda que esperaba su turno para entrar.

Troy echó un rápido vistazo al interior pero no había ni rastro de Sid, miró en el baño de los hombres por si había pasado de hacer fila pero tampoco. Ni siquiera se encontraba pidiendo otra pizza en el mostrador. Parecía haber desaparecido por completo. Como por arte de magia.

- ¿Tim Allen? ¿El actor? - Preguntó Halle contariada a Charlie antes de responder al sheriff sobre las preguntas sobre Steven. - Ahora no hay nada más efectivo que el Risperdal. Hay otra medicación, pero no funciona con todos los niños. De hecho se ha comprobado incluso que les vuelve más hiperactivos y violentos. Eso y una rutina diaria es lo único que le mantiene en un estado de calma y aún así hay días que son imposibles con él. Si la medicación, no sólo se volverá hiperactivo, sino que asumirá un papel rebelde y muy agresivo hacia los demás. Será un niño imposible de controlar... y si no lo controlan... - Halle guardó silencio, pensando en todo lo que podían hacerle a su hijo. Desde drogarle, atarle, maltratarle e incluso matarle por no poder hacerse con él. - Hay que saber tener mano con él... y si quien lo tiene no sabe nada del autismo...

No se merecía eso.

Pero Halle estaba tan preocupada por su hijo que no se dio cuenta de que hablaban de un segundo desaparecido, además de la hija del sheriff. - ¿Tres niños en una tarde y con esto lleno de agentes? - Miró con lágrimas en los ojos a Jonathan, sin poder imaginarse como estaba aguantando ahí de pie, siendo su hija una de las desaparecidas. - ¿Y qué tienen en común? Entiendo que en nuestro caso sea para pedir un suculento rescate. Aunque llevemos solamente desde ayer aquí, esta mañana se nos ha visto en el centro comercial y solamente por la ropa se ve nuestro nivel de vida... Pero... jugársela con su hija, parece más un acto de provocación... y la tercera familia, ¿se puede saber quien es? Si son de aquí de toda la vida quizás les conozca... Hay sitios mejores donde secuestrar niños y no dejar pistas... en la calle no hay cámaras. Una tienda pequeña en una de las calles de la ciudad...

Solamente los que habían vivido aquella matanza desconfiaban aún de quienes iban vestidos de Santa Claus, pero los años habían logrado que esa desconfianza se esfumase en Halle... hasta aquel día. Miró a Sean, su más que guapo marido, para volver a buscar refugio entre sus brazos, dándole a él también el apoyo que podía en aquel duro momento.

-Es extraño. - Dijo el sheriff. - Los tres... los tres desaparecidos son completamente distintos. - Le costaba tratar a su hija como un desaparecido más pero tenía que hacerlo. Cuando Halle se refirió a este hecho la cara de Jonathan dejó entrever que no era consciente de que lo sabían.

-No hay un patrón claro pero seguimos investigando todas las líneas. Ni siquiera el lugar donde han desaparecido es el mismo. Lo único coincidente es que todo ha sido hoy, el día de Nochebuena. Como si eso no fuera suficiente en este pueblo. - Torció el rostro con gesto fatigado. -El otro niño fue en el hospital de Bedmiji. Ha sido probablemente la desaparición más reciente por lo que todavía tratamos de dar con los padres. 

- Joder, por fin. Te ha cos...

Troy interrumpió la frase al ver que quien salía del baño no era Sid. Se quedó mirando a la pobre chica con evidente confusión, y no reaccionó hasta oír las prisas de la otra mujer. Alzó los brazos y se apartó, no sin antes echar un ojo al interior del servicio. No hubo suerte, ni allí ni en el de los hombres, así que Troy se volvió hacia las mesas. Se acercó a Jim, con la vista aun oteando la sala.

- Hay que joderse con la niña, a la que me descuido se larga. ¿Te importa si echamos un ojo, a ver en qué lío se ha metido ahora?

Troy seguía mirando aquí y allá, no fuera que Sid se hubiese sumado a otra mesa con todo el descaro del mundo. Aprovechó para acercarse al mostrador.

- Hey, no habréis visto a una niña de 9 años, chaqueta... -tuvo que pensarlo un instante.- Chaqueta negra, con capucha. Ha estado acaparando la máquina de bebidas toda la tarde.

—Mmm. ¿Se ha pirado? —Negó—. Cada vez tengo más claro que es tu hija. ¿Lo hace a menudo? Bueno, busquémosla.

Todo aquello lo dijo en un tono distendido, sin darle demasiada importancia, sin mostrar demasiada preocupación. Si Sid había salido a Troy, que se escapara de vez en cuando sería el menor de los problemas que tendría su amigo en el futuro, eso lo tenía claro.

Con la calma, mientras su colega preguntaba en el mostrador, él se asomó a la puerta del establecimiento, desde dónde asomó la cabeza para mirar alrededor, por si hubiera salido al pasillo del Centro Comercial sin que se dieran cuenta.

Halle miró a Jonathan fijamente. - Creí que su hija si había desaparecido aquí, en el centro comercial. Por eso que estuviesen todo aquí buscándola. - Le dijo al sheriff algo más tranquila. Algo estaba calmando a la mujer de piel de ébano. Quizás el estar abrazada a su marido, quien guardaba silencio, quizás pensando no solo en lo ocurrido, sino en lo mal que lo estaba pasando su mujer.

Para él, ella siempre se había volcado con Steven, siempre había peleado por él, buscando incluso los tratamientos más innovadores desde el hospital. Aguantaba a un jefe cabrón y narcisista por llevar un buen sueldo a casa y labrarse una buena reputación como médica bajo la tutela de House, pues aprender de él era algo excepcional. Y el cañalla, aún sabiendo que Halle tenía un hijo con esos problemas, la obligaba a quedarse incluso noches seguidas trabajando, para llegar a casa rota, dormir a penas cuatro horas y volver de nuevo al trabajo.

Pero Halle siempre le decía lo mismo a Sean: es todo por Steven. En algún momento, tendré mi recompensa y podremos darle mejor calidad de vida. Algo que ahora se había quebrado por completo.

- Vale... no tienen nada en común, al menos Sarah y Steven, salvo una cosa, que todos sus hombres estaban aquí y no en el hospital. ¿Y si el verdadero objetivo era el niño del hospital y esto solo fue para atraerles aquí? De nosotros ya tienen todos los datos, saben quienes somos y mis padres son los dueños del Hotel Harrison, donde nos alojamos... Salvo que desaparezca algún niño más, ya tiene un patrón que seguir. Ver que tiene de importante ese niño en concreto. Su familia, su entorno... Quizás nuestros hijos fueron los cebos y con el rumor y el cotilleo de los niños desaparecidos aquí, todos estarían distraidos y pendientes de eso, no de controlar a los pequeños del hospital... ¿Coinciden al menos las edades? - Preguntó con curiosidad.

¿Las edades?

Aquello sí que podía ser un elemento en común, aunque tampoco tenía mucho sentido que alguien, o "algo", se obsesionase con niños de una edad determinada porque en ese caso, no acabaríamos nunca. No, debía ser algo más.

-Tiene que ser otra cosa. Aunque las edades coincidan, aproximadamente, que la verdad es que lo ignoro -dije, mirando a Jonathan -, debe haber un nexo entre todos ellos... o quizás entre sus padres. ¿Y si en lugar de concentrarnos en los pequeños, investigamos el pasado de sus familias? A lo mejor hallamos algo que hicieron todos, o de lo que fueron testigos, no sé.

Para mí eso tenía más sentido, pero de momento no teníamos nada de nada, salvo la desesperación de las familias por no comprender por qué estaba sucediendo aquello.

-No. Sarah tiene tres años. - Dijo el sheriff negando aquella posibilidad. -No sé que elemento en común tendrán, puede que simplemente que eran presas fáciles en el momento en que fueron secuestrados. La manera de proceder ha sido completamente diferente en todos los casos. En el centro comercial, en mi casa, en el hospital... El hospital está en Bedmiji, es otra localidad, con otro sheriff a pesar de su cercanía. Dudo que los otros niños fueran una distracción, pero aún así los investigaremos como si ellos fueran los objetivos. - Jonathan tal vez no debería hablar de todo aquello, pero la mención a su hija le había hecho bajar la guardia y como padre afectado quería ayudar a tranquilizar a Halle, quien a la parecer se estaba calmando y relajando en los brazos de su marido. -Tampoco podemos descartar que haya más victimas. Aunque, sinceramente, espero que no.

Charlie apuntó a otra posibilidad, que pudiera ser un castigo a sus padres. Aunque todavía no sabían quiénes eran los padres del niño del hospital. Aquella posibilidad hizo meditar a Jonathan. Que el secuestrador, o secuestradores, hubiese sido visto con un traje de Santa Claus hizo que un escalofrío le recorriera la espalda.

-Es posible. No lo podemos descartar tampoco. - Miró con una duda a Halle. -Usted... ha dicho que... que vivía aquí. ¿Recuerda la... lo ocurrido en el baile de Navidad de hace diez años?

Sid había desaparecido como si se la hubiera tragado la tierra. Que le hubiera apetecido irse y lo hubiera hecho sin decir nada podría ser propio de ella, aunque normalmente no se alejaba mucho ni lo hacia como si fuera Harry Houdini, pero lo raro era que estaban en el sitio en el que ella quería estar, y había dejado el último trozo de pizza sin tocar. Troy sabía que aunque quisiera desaparecer no lo haría dejando pizza en el plato, se lo hubiera llevado con ella.

Sid había llamado la atención de los camareros del local por sus idas y venidas a la máquina de refrescos y cuando Troy les preguntó por ella sabían a quién se estaba refiriendo, pero le dijeron que no la habían visto. Jim salió al exterior para ver si la veía por el centro comercial pero entre tanta gente ocupada con las compras navideñas de última hora era imposible. Lo que sí vio fue una deportiva tirada en el suelo a pocos pasos de allí. Intentó recordar qué tipo de calzado usaba Sid, y aunque no estaba seguro, la zapatilla tipo Converse era bastante del estilo de la pequeña. Las sospechas se confirmaron cuando en el borde de la suela pudo ver escrito a boli: Sid rules.

Todo se complicaba. Era cierto que no veía similitudes en nada y vestirse de un adorable Santa Claus, para quien no había vivido aquella pesadilla hacía diez años, era un acto inocente en estas fechas. No levantaría sospechas para nada. Halle escuchó al sheriff hablar que el hospital pertenecía a otra oficina de sheriff y que su hija desapareció en su propia casa. De ser así, - ¿Por qué todos lo agentes fueron al centro comercial a buscarla? A Sarah, me refiero... Si desapareció en su casa no entiendo que viniesen aquí a buscar. Lo siento, no entiendo de procedimientos policiales, lo mío es la medicina. - No quería recordarle que era su hija y machacárselo. Dando el nombre la separaría más de su vínculo familiar. Era mejor que decir "su hija" y machacárselo cada vez más.

Pero fue cuando Jonathan preguntó por lo de aquella noche de pesadilla. Halle se puso blanca y comenzó a temblar. Se aferró con miedo a su marido, quien no tardo en tratar de calmarla, manteniéndola en sus brazos y acariciendo su cuerpo. Halle estaba tan derrumbada y rota que Sean tomó la palabra por ella.

- Tranquila cariño. Eso ya pasó. - Susurró a su mujer, estrechándola en sus brazos con todo el amor que sentía por ella. Besó su cabello y su mano acarició su espalda para calmarla mientras era él quien hablaba. - Así es. Ella estuvo en ese baile. Hellen, la única amiga que le quedaba después de discutir con Mercy... ¿Wells?, fueron al baile con sus respectivas parejas. Para ella, como para todos, fue un horror.

» Las luces se apagaron y entró ese maniaco, vestido de Santa Claus con un hacha en sus manos. - Comenzó a relatar el hombre. Se notaba que a Halle le había costado superarlo y que se lo había explicado cientos de veces a Sean para sacárselo de dentro, pero no podía. - Los gritos de terror se alzaron sobre la música. Querían huir pero no hacían más que tropezarse unos con otros, algo que aquel loco aprovechó muy bien, matando y mutilando a sus compañeros del instituto. Hellen y ella estaban juntas cuando Halle vio a ese loco, con su mirada fría y el odio reflejado en su rostro, alzó su hacha manchada de sangre y decapitó a Hellen delante de sus ojos. Fueron los chicos que las acompañaron a Hellen y a ella los que la sacaron de allí, porque Halle gritó aterrada y helada ante lo que había visto y el sádico disfrutó con su terror..., tanto que Halle juraría que le vio hasta sonreír. Pero cree que por ese miedo que sabía que le había causado, ese dolor, pasó de ella y se fue a por otro adolescente... una víctima más...

Para cuando terminó el relato, Halle estaba temblando de miedo y sus ojos llenos de lágrimas. Sean se volvió a volcar en ella, la abrazó con fuerza y la besó de nuevo el cabello. Que su marido contase aquello por ella le ayudó a desconectar un poco y serenarse. Pero su cuerpo aún temblaba, esta vez por el terror vivido aquella noche. Se secó las lágrimas y con un pañuelo de papel y retiró la mucosidad de su nariz para retomar la palabra por sí misma, no sin antes besar a su marido en la mejilla. - Eres el mejor, mi amor. - Le susurró y sin separarse un ápice de él, continuó hablando ella.

- Pero no tiene sentido... Stark está en un psiquiátrico, ¿no? Fue lo último  que supe de él. No quiese que me contasen nada de aquel maniaco. Mis padres me mandaron a vivir con mis abuelos a Nueva Jersey viendo mi estado, donde perdí el año de curso con terapias y medicación... medio recompuesta, volví a estudiar y me centre tanto en ello para olvidar aquella noche que mis notas fueron lo suficientemente buenas como para elegir universidad y carrera, así que me decanté por medicina casi al tiempo que conocía a Sean, quien fue mi cura y salvación, siendo el padre de dos maravillosos hijos... - Halle tragó saliva y continuó aferrada a Sean al cual miró con devoción en aquel momento. Si ese hombre no estuviese ahí, seguramente ella se hubiese hundido y ahora ni se podría hablar con ella por tener que mantenerla sedada y tranquila por lo ocurrido.

- Pues... -dudó antes de contestar, y no porque no supiera la respuesta.- De vez en cuando, cuando trama alguna de las suyas. Es de las que siempre cae de pié, pero prefiero asegurarme.

Después de recibir la negativa por parte de los empleados, Troy siguió a Jim al exterior del establecimiento. Se encendió un cigarro y miró a su alrededor, intentando localizar a Sid. No tardaría en volver, no con aquella pizza a merced de unas fauces que no fuesen las suyas. Llamó a su hija un par de veces por si estaba al alcance de su voz y se acercó a Jim, que parecía observar algo.

- ¿Y eso? -preguntó antes de llegar hasta él y ver qué tenía.

Charlie seguía sin verlo claro. Por mucho que pensara que debía haber algo en común, si no lo hallaban estarían como al principio y para nada más cerca de encontrar a los pequeños. Solo con pensar en Sarah, su cuerpo tembló y sintió unas ganas enormes de zamparse aquellos enormes paquetes de patatas que tenía acumulados en casa para una situación de emergencia.

Pero aquella pobre mujer... de repente Jonathan dio en el clavo. Lo que en un principio comenzó como una acusación sobre la falta de eficiencia, rápidamente se desvió hacia un conjunto de dolorosos recuerdos

Charlie la envidiaba por tener a su lado a alguien que sin duda, la amaba profundamente y que al contrario de lo que le había ocurrido a ella, jamás la abandonaría. Durante unos breves segundos, la tristeza regresó al rostro de Charlie, que se sintió más sola que nunca al recordar a Mary, pero en aquella habitación no había mucho espacio para su dolor. El de aquella mujer era más intenso, sobre todo en aquellos momentos, cuando más reciente estaba la desaparición de su hijo.

Sin embargo, lo importante era que al fin había una conexión.

En silencio, Charlie se volvió hacia Jonathan, mirándole fijamente porque por fin sabían que había algo que podía unir a los niños. Jonathan también había estado envuelto. En cuanto al otro pobre niño...

-Tenemos que averiguar si la familia del pequeño que ha desaparecido del hospital tiene alguna historia parecida, Jonathan. De ser así... 

No terminó la frase, porque la pregunta, si se confirmaba el hecho, era más que evidente.

... ¿y entonces, qué?

-No fueron todos al centro comercial. - Respondió el sheriff. -Hay agentes por todo el pueblo buscando. Pero yo vine aquí con unos cuantos porque... Creí que... - Suspiró y miró a Charlie con la cabeza baja. -Esta mañana me encontré con un matón de los tiempos del instituto con el que siempre había problemas. Ha regresado hace poco y tuve un rocé con él. Me dijo algo así como que me las haría pagar y cuando llegué a casa y vi lo ocurrido vine a buscarle directamente. Todavía no descarto que él esté detrás del asunto pero... el tema de los Santa Claus abre otras posibilidades.

Jonathan estaba hablando más de la cuenta. Que su hija fuera una de las víctimas hacia que la desaparición fuera demasiado personal para él y que se implicara de más. Tenía que estar atento y controlarse o perdería objetividad. La pregunta sobre la noche de hacía diez años provocó una reacción que Jonathan conocía bien. Una reacción que de hecho él mismo había sufrido por culpa de un tema que aún a día de hoy le preocupaba escalofríos y sentimientos que debía ignorar para seguir con su profesión. Fue entonces cuando Sean intervino resultando bastante explicito con lo ocurrido diez años atrás. Una pesadilla que tanto Charlie como él revivieron hacía cuatro años.

-Si, yo también estaba allí. - Dijo tragando saliva. -Algunos de esos chicos eran amigos míos. - Se giró hacia Charlie para puntualizar. -Nuestros. - Al igual que Halle con Hellen ellos también habían vivido escenas parecidas que se repetían en pesadillas. Sean estaba siendo demasiado detallista pero él había sido quien había sacado el tema, así que no le quedaba más remedio que aguantar.

-Stark está muerto. - Le respondió después a Halle. -Murió un año después de aquello en un tiroteo. - Decidió omitir la parte en la que había resucitado de la tumba unos años antes. -Pero que los secuestradores se disfracen de Santa Claus es algo importante. En este pueblo, lo es. No necesito explicarles porqué. Mi sospecha es que alguien intenta hacernos rememorar aquello, que suframos no solo por nuestros hijos. Hay... hay mentes muy retorcidas.

Charlie entendió lo que Jonathan sospechaba como si le hubiera podido leer la mente. Él la miró y asintió con la cabeza.

-Miren. Voy a ser franco con ustedes. - Miró hacia la puerta por la que había entrado, fue hasta allí y le dijo al agente que esperaba fuera que fuera a comprobar si alguno de los padres del niño desparecido en el hospital había estado en la masacre del baile de Navidad. Después fue con ellos y bajó el tono. -Llegados a este punto, la ley me obliga a llamar al FBI. Los casos de secuestro de menores son jurisdicción suya. Si solo fuera Sara... Pero ahora debo hacerlo. No me queda más remedio. Cuando ellos llegan apartan a todo el mundo y nos mandan a servir cafés, especialmente a mí, que soy el padre de una de las desaparecidas. Se quedarán con mis hombres, con mis recursos... pero obviamente no me voy a quedar de brazos cruzados. Seguiré investigando por mi cuenta. - Sacó una tarjeta con su numero personal y se la dio a Halle. -Si necesitan cualquier cosa, si los tipos del FBI no les convencen, si quieren ayudar, o si simplemente quieren hablar. Podrán encontrarme en ese número.

Jim, un poco pálido, se giró hacia Troy cuando le preguntó. No sabía muy bien que decirle o como explicar lo que había encontrado, ni mucho menos poner en palabras la idea que se le había ocurrido al hacerlo, así que, indeciso, se limitó a tender la zapatilla a su amigo.

Troy no terminaba de entender la cara de Jim, que parecía acabar de ver un fantasma. Cuando vio lo que tenía en las manos, sin embargo, fue su cara la que parecía haber perdido todo rastro de calor humano. Cogió la zapatilla y la inspeccionó por todas partes, como si el objeto pudiera hablarle. Aquello iba mucho más allá de las trastadas habituales de Sid, algo grave había pasado contra su voluntad. La respiración de Troy empezó a acelerarse mientras miraba a todas partes.

- ¡Sid! -comenzó a vociferar a pleno pulmón.- ¡Sid!

Empezó a caminar de aquí para allá, viéndose sobrepasado por la cantidad de rutas por donde Sid podría haber desaparecido. Intentó respirar con calma y no perder los papeles, pero le estaba costando.

- Voy a... -dijo mientras se acercaba de nuevo a Jim.- Voy a mirar fuera. ¿Puedes preguntar en información o en seguridad o donde coño sea? -empezó a caminar a paso rápido hacia la salida.- Envíame un mensaje si saben algo.

Avanzó a toda prisa, llamando a su hija de tanto en cuando y mirando a todas partes. No quería ni plantearse teorías sobre lo que había pasado.

El hallazgo de la zapatilla de Sid terminó de turbar a Troy. Ya estaba preocupado por las malas señales que la situación estaba teniendo, no tanto por que Sid se fuera repentinamente, sino porque dejara la pizza y no volviera a por ella o se la hubiera llevado consigo. Pero la zapatilla perdida terminaba de confirmar que algo no iba bien. Rápidamente le indicó a Jim que fuera a avisar a los seguratas y salio corriendo en una dirección elegida al azar, pues era imposible determinar por dónde podría haberse ido Sid.

No había ni rastro de ella en el centro comercial. Troy no la vio de camino a la salida. Una vez cruzó la puerta de salida y fue golpeado por el frío del exterior, Troy se giró hacia ambos lados intentando adivinar por donde había ido Sid. Comenzó caminando hacia la izquierda pero pronto se giró a la derecha, sin estar seguro de haber tomado la opción correcta. Había muchas niñas pero ninguna era Sid, algunas se le parecían pero iban cogidas de la mano de sus padres, algo que Sid no haría ni aunque la hubieran secuestrado a punta de pistola. Caminaba con la mirada fija puesta en el frente cuando de pronto un coche le saltó encima. Apenas le dio tiempo a esquivarlo y terminó teniendo que saltar sobre el capó. Los colores del vehículo y el aullido de la sirena que se escuchó una décima de segundo antes de saltarle encima delataban que era uno de los coches patrullas del sheriff. Antes de que pudiera reaccionar tenía a uno de esos gorilas de coeficiente reducido encañonándolo con un arma.